Un ciego llamado Bartimeo se sentaba junto al camino cuando escuchó que Jesús de Nazaret pasaba por allí. A pesar de que la multitud lo reprendió para que guardara silencio, Bartimeo gritó con más fuerza "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí". Jesús se detuvo y ordenó que llevaran al hombre a su presencia. Jesús le preguntó qué quería y él respondió "Maestro, que vea". Jesús le tocó y recuperó la vista.