1. E
l primer misionero de los
ahmadíes no eligió el
momento más oportuno
para tratar de divulgar su
fe en España. Llegó en 1936, un
año nefasto para cualquiera. Tan
solo permaneció doce meses en
aquel escenario fratricida. El se-
gundo fue enviado una década
después, en plena posguerra,
cuando la falta de libertad tampo-
co alentaba precisamente una
buena recepción para esta secta
mesiánica islámica fundada en el
Punjab indio, hace 125 años por
Mirza Ghulam Ahmad, autopro-
clamado el Reformador, el Mesías,
el esperado por todas las religiones
del mundo. El aniversario de su
creación coincide con el auge de Al
Qaeda, Al Shabab o Boko Haram,
que reclaman la guerra santa con-
tra el infiel. Los seguidores de esta
corriente, en cambio, defienden
una vertiente pacífica y dialogan-
te de la doctrina de Mahoma. Los
radicales los persiguen e, incluso,
rechazan su condición de fieles de
Alá.
La elaboración de perfumes
permitió a Maulana Karam Ilahi
Zafar sobrevivir durante el perio-
do franquista y mantener la acti-
vidad proselitista hasta su falleci-
miento. Los restos del pionero
descansan junto a la mezquita
Basharat, en el pueblo cordobés de
Pedro Abad. Erigida en 1982, fue la
primera que se levantó en España
y actualmente se halla al cuidado
del imán Abdul Saboor Numan.
«Nuestra fe se basa en el amor
para todos y el odio para na-
die», explica. Según sus convic-
ciones, todas las religiones pro-
vienen de Dios. Jesucristo tam-
bién forma parte de esta rela-
ción de delegados divinos, aun-
que esta corriente mantiene
que acabó sus días en Cachemi-
ra. Los ahmadíes han abierto
este año su segunda mezquita.
Está en Pobla de Vallbona,
Valencia.
El colectivo en nuestro país está
formado por medio millar de fie-
les, en su mayoría indios y magre-
bíes. La confesión se ha expandido
por todo el mundo y las estimacio-
nes conservadoras hablan de unos
diez millones de acólitos. El creci-
miento también se ha acompaña-
do de un acoso creciente, ligado a
la expansión del radicalismo islá-
mico. Curiosamente, la mayor re-
presión tiene lugar en Pakistán, el
Estado a cuya creación contribuyó
y donde se halla el mayor número
de seguidores.
La situación de las minorías re-
ligiosas en esta república oficial-
mente islámica y mayoría suní es
difícil, pero ni cristianos ni chiíes
sufren el repudio que soportan los
dos millones de ahmadíes que,
además, está amparado por la ley.
Una norma dictada en 1984 por
el dictador Zia Ul Haq confirmó
otra ley promulgada por Zulfikar
Ali Bhutto que los declaraba no
musulmanes. Como consecuen-
cia, su comunidad no puede auto-
definirse como tal ni adoctrinar,
tampoco construir ni denominar
mezquitas a sus templos o mos-
trar públicamente su fe. «Pode-
mos ser denunciados y cumplir
una pena de tres años de cárcel si
utilizamos el saludo religioso», in-
dica Saboor Numan.
Humillan a los niños
La Constitución local se refiera a
los ahmadíes como qadianis, ape-
lativo ligado a la localidad natal de
su fundador y que posee un senti-
do peyorativo. La mayoría de la
población sostiene este rechazo
con la prohibición de entrada en
algunas tiendas y otras prácticas
ofensivas en el sistema educativo.
«Los profesores suelen apartar los
vasos que utilizan nuestros niños
como una forma de humillación»,
explica el clérigo.
El terrorismo en Pakistán se
vale de las aglomeraciones religio-
sas para multiplicar el efecto de
sus acciones. Hace cuatro años el
ataque combinado contra dos
mezquitas ahmadíes en el
centro de Lahore provocó
cien muertos. Desde enton-
ces, sus edificios se rodean de
estrictas medidas de control
y los cementerios cuentan
con vigilancia privada para
evitar profanaciones. «La Po-
licía no hace nada al respecto
porque el gobierno está de-
trás de los extremistas», la-
menta Saboor Numan.
Los ahmadíes rechazan la
guerra santa para imponer la
fe, condenan el delito de
apostasía y son favorables a
la libertad de culto. La lógica
fundamenta la estrategia de
la entidad, según su respon-
sable en España. «No hace
falta la violencia, solo el
amor y los argumentos, y a
nosotros nos persiguen porque no
tienen argumentos», aduce su lí-
der local. El imán Saboor Numan
es consciente de que los ataques
no son gratuitos: «En el islam hay
73 ramas, pero nosotros sufrimos
la intolerancia fruto de la ignoran-
cia y los intereses ocultos. Los sa-
bios dicen que hay que buscar lo
que nos une, pero los políticos se
aprovechan de la diferencia para
su propio provecho».
Los ahmadíes abren su segunda mezquita
en España.Aquí son medio millar,
en el mundo 10 millones. Los yihadistas
los odian y persiguen hasta la muerte
:: GERARDO ELORRIAGA
Noalayihad. Los ahmadíes
rechazan la guerra santa para
imponer la fe, condenan
el delito de apostasía y de-
fienden la libertad de culto.
Sincastigo. El asesinato de
230 seguidores de los
ahmadíes en Pakistán
permanece impune.
El Islam del amor
SUS IDEALES
El imán Abdul Saboor Numan, delante
de la mezquita de los ahmadíes en
Pedro Abad (Córdoba). Abajo, los
distintos líderes religiosos de esta
comunidad en los últimos cien años.
:: R.C.
Jueves 26.06.14
EL CORREO76 V