1. La civilización del siglo XIX es de índole tal que permite al hombre medio instalarse en un mundo sobrado del cual percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias. Se encuentra rodeado de instrumentos prodigiosos, de medicinas benéficas, de Estados previsores, de derechos cómodos. Ignora, en cambio, lo difícil que es inventar esas medicinas e instrumentos y asegurar para el futuro su producción; no advierte lo inestable que es la organización del Estado, y apenas si siente dentro de sí obligaciones. Este desequilibrio le falsifica, le vacía en su raíz de ser viviente, haciéndole perder contacto con la sustancia misma de la vida, que es absoluto peligro, radical problemático. La forma más convida humana es el “señorito satisfecho”. Por eso, cuando se hace figura predominante, es preciso dar la voz de alarma y anunciar que la vida se halla amenazada de vital que representa la Europa de hoy es superior a todo el pasado humano; pero si se mira el porvenir, hace temer que ni conserve su altura, ni produzca otro nivel más elevado, sino, por el contrario, que retroceda y recaiga en altitudes inferiores. Esto, pienso, hace ver con suficiente claridad la anormalidad superlativa que representa el “señorito satisfecho”. Porque es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé la gana Ortega y Gasset. Pensamiento humano. Racionalismo ENYA
2. Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas. Ortega y Gasset
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4. JUICIOS SOBRE LA TIERRA. Y después de estas cosas miré, y he aquí el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo; y salieron del templo siete ángeles, que tenían siete plagas, vestidos de un lino limpio y blanco, y ceñidos alrededor de los pechos con bandas de oro. Y uno de los cuatro animales dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive para siempre jamás. Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles. Apocalipsis, 15
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6. En el fondo de todo pensamiento humano, está la decisión de actuar en bien o en mal, no por ello se ha de delimitar, una acción positiva o negativa. Siempre el tiempo es el que hace juicio de la acción. Por eso conocer la historia, hace que una civilización juzgue las acciones de todo ser humano. José Manuel Soto Herrera