Este documento describe la situación de la violencia de género contra las mujeres en América Latina a inicios de los años 1990. Detalla que en países como Costa Rica y Brasil hubo un aumento en los casos reportados de abuso sexual y violencia doméstica contra mujeres durante este período. Explica algunas de las causas generales de esta violencia, como la imposición masculina sobre las mujeres y la transmisión intergeneracional de patrones de conducta. También analiza las razones por las cuales muchas mujeres no denuncian los abusos, como la internalización de
2. Índice
1. Situación de la mujer
2. Características (maltratador/víctima)
3. Causas generales
4. ¿Por qué no denuncian?
5. Maneras de salir
6. Maltrato en hombres (reflexión)
3. 1. Situación de la mujer
A inicios de la década de los años 1990, la situación y los derechos de la mujer
son temas de la discusión pública. Entre otros, son tópicos: la violencia y el
abuso sexual así como los derechos reproductivos.
En Costa Rica, el tema de la violencia doméstica cobró notoriedad, cuando dos
mujeres jóvenes fueron muertas por sus compañeros, a principios de 1994.
Durante 1993, una oficina del Ministerio de Justicia del país registró 5.500
pedidos de ayuda de mujeres, mientras la Defensoría de la Mujer atendió a 2.000
mujeres.
En Brasil, según informaciones de las 119 Oficinas de Defensa de la Mujer del
Estado de São Paulo, el número de abusos sexuales contra mujeres en 1994 era
30% por encima del correspondiente a 1993. Alrededor de 35% de los abusos
registrados fueron perpetrados por padres y otros parientes masculinos de la
víctima.
A pesar de algunas medidas preventivas que comienzan a adoptarse, una
realidad socioeconómica con altos índices de desempleo, ocupación informal e
inseguridad existencial a lo largo del continente, no facilita la tarea de enfrentar
la situación.
La violencia contra la mujer es, sobre todo, expresión de una imposición
masculina que la despoja de sus derechos más elementales y la deja con una
situación de desvalorización y vergüenza que la lleva, en la mayoría de los
casos, a no denunciar lo sufrido. Pero el control sobre su vida y sus derechos se
extiende, más allá del ámbito privado, al público. En él, las mujeres siguen
siendo una pequeña minoría en los cargos políticos. Es a este nivel, que se
toman las decisiones acerca de temáticas tan íntimamente ligadas con sus
perspectivas de vida, como el derecho a prevenir o interrumpir un embarazo no
deseado.
En abril, durante las deliberaciones del Tercer Comité Preparatorio de la ONU
para la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, que se
celebraría en El Cairo en septiembre de 1994, el aborto fue uno de los temas más
controvertidos. Mientras los gobiernos de Estados Unidos, India, China y
Europa Occidental (en su mayoría) defendieron el derecho de la mujer, de
acceder a instituciones donde se practican abortos en condiciones higiénicas, la
abrumadora mayoría de los gobiernos de América Latina se opuso a cualquier
interrupción.
4. La otra cara de la negación del derecho a decidir es la esterilización sin
conocimiento ni consentimiento de la mujer. En 1994, Organizaciones No
Gubernamentales (ONGs) de México han denunciado la promoción, con
prácticas de desinformación masiva, de ligaduras de trompas, por parte del
gobierno mexicano. El objetivo sería reducir el crecimiento de la población de
1,8% a 1% anual. La medida afecta básicamente a la población indígena.
A principios de agosto, la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) de
Estados Unidos desmintió estar involucrada en una campaña de esterilización
masiva del gobierno de Honduras, a través de una minipíldora suministrada en
forma gratuita por AID. Aparte de tener un efecto abortivo, esta píldora es
señalada como causa de la esterilización de madres lactantes así como de
problemas en el desarrollo hormonal sexual de niños y niñas.
2. Características (maltratador/víctima)
- El maltratador
Muy pocas relaciones comienzan de otro modo que no sea amabilidad y dulzura.
Al principio, la "luna de miel" de la relación, es difícil precisar con qué tipo de
persona estás saliendo. Ambos sois precavidos, tratando de obtener información
sobre la otra persona sin parecer un detective de la policía.
Una relación romántica puede ser maravillosa con la persona adecuada. Pero una
relación con la persona equivocada puede dar lugar a años de dolor, daño
emocional o social e incluso daño psicológico. Una pareja adulta dañina puede
dañarnos a nosotros, a nuestros seres queridos e incluso el modo en que
interpretaremos el amor y el romance en el futuro. Pueden transformar lo que se
supone que es una relación de comprensión, amor y apoyo, en una "atracción
fatal" como la descrita a menudo en el cine. Existe una gran variedad de malas
elecciones con las que podemos encontrarnos cada semana, la mayoría de ellas
fáciles de identificar y evitar. Todos sabemos evitar personas que parecen
trastornadas o abusivas y no elegirlas como parejas. Sin embargo, algunas
personas son mejores que otras para ocultar sus alteraciones de personalidad y
conducta. Con la intención de prevenir acerca de estos dañinos individuos, este
artículo describe un tipo de persona que se encuentra a menudo en escena al
buscar pareja, un hombre o mujer llamado "el maltratador".
El maltratador es un tipo de pareja que ocasiona un gran daño social, emocional
y psicológico en la relación. Tiene características permanentes de personalidad
que ocasionan este daño, las cuales son características que ellos simplemente
aceptan como el modo en que son y no consideran un problema o dificultad
psicológica. En cierto modo, siempre han vivido con esta personalidad y
5. conducta, siendo algo que aprendieron probablemente de sus familias. Los
psicólogos tratan a menudo a las víctimas del maltratador, mujeres y hombres
que llegan a la consulta gravemente deprimidos, con su autoconfianza y
autoestima totalmente destruidas.
La siguiente lista es un intento de esbozar las características del maltratador y
proporcionar un modo de que mujeres y hombres puedan identificar relaciones
potencialmente dañinas antes de verse severamente dañados ellos mismos
emocional o físicamente. Cuando estén presentes un gran número de estos
rasgos, no se trata de una probabilidad o posibilidad: te hará daño si permaneces
en esa relación.
Maltrato: El maltratador te hará daño a propósito. Si te golpea, retuerce tu
brazo, te tira del pelo, te empuja o rompe tus objetos personales, aunque sea sólo
una vez, déjale. Los hombres de este tipo a menudo comienzan con conductas
que te hacen moverte físicamente o golpean la pared. Las mujeres a menudo
abofetean, dan patadas o incluso pegan con el puño a sus parejas masculinas.
Apego rápido: El maltratador tiene emociones y conexiones con los demás muy
superficiales. Una de las cosas que puede atraerte de esta persona es lo pronto
que te dice que te quiere o desea casarse contigo o comprometerse. Por lo
general, en muy pocas semanas escucharás que eres el amor de su vida, que
quiere estar contigo para siempre y que desea casarse contigo. Te hará regalos,
te hará numerosas promesas y te inundará de atenciones y gestos amables. Esta
es la fase de "luna de miel", en la que te atrapa y te convence de que es lo mejor
que te ha pasado nunca. Recuerda el dicho "si parece demasiado bueno para ser
verdad, probablemente lo es". Así, te sentirás tan abrumado/a por sus muestras
de atracción instantánea, compromiso instantáneo y planes instantáneos para el
futuro, que te perderás el dato principal: ¡que no tiene sentido! Por lo general,
las personas sanas requieren un largo proceso para desarrollar una relación
debido a que hay mucho en juego. Esperarán a tener mucha información antes de
ofrecer un compromiso; no tres semanas. Es cierto que podemos sentirnos
fascinados por otras personas con rapidez, pero no hacer esas promesas tan poco
realistas ni planear el futuro después de tres citas. Ese rápido enamoramiento es
un signo de emociones superficiales que más tarde llevarán al maltratador a
alejarse de ti tan rápido como se comprometió. El maltratador por lo general
quiere irse a vivir contigo o casarse contigo en menos de cuatro semanas o muy
pronto en la relación.
6. - La víctima
Es imposible afirmar que haya un perfil definido de la víctima o hay rasgos
característicos capaces de identificar o etiquetar a la víctima de violencia
psicológica y/o física. Las mujeres maltratadas, no difieren en sus características
de la población general.
Los rasgos que la mujer presenta tras las agresiones son los que efectivamente
dan lugar a cambios importantes en su personalidad.
En la mujer no hay un factor determinante para que se produzca la violencia
siendo indiferentes las características de su personalidad; la característica
principal de la víctima es sencillamente ser mujer. No es consistente la
afirmación de que hay más o menos probabilidad de ser víctima la mujer que,
por ejemplo, es ama de casa, o que tiene o no ingresos económicos y un status
social determinado, o que es pasiva u hostil, o que ingiere alcohol o emplea
violencia con sus hijos, o que tiene un nivel de educación alto o bajo, o que tiene
alta o baja auto-estima.
La victimización de las mujeres puede ser mejor comprendida como la
realización de una conducta masculina.
Hay que subrayar que la mujer víctima de agresión desarrolla diversos
mecanismos de defensa internos que la llevan a una pasividad, a una especie de
estado catatónico permanente, dando la sensación de estar con apatía y
desinterés por todo lo que está a su alrededor.
Generalmente las mujeres maltratadas están constantemente aterrorizadas con su
experiencia, no son violentas y solo usan la violencia en defensa propia. Con lo
cual, la personalidad de las mujeres víctimas de violencia se va moldeando y se
acaba definiendo con el transcurso del maltrato por algunos rasgos típicos:
- Sometimiento al grupo.
- Un férreo respeto a las normas y a las ideas establecidas.
- Facilidad para acceder y conformarse.
- Sentimiento de culpabilidad.
- Poca fuerza de su yo.
- Baja autoestima.
7. 3. Causas generales
Hay una causa esencial en la violencia de género: el “convencimiento” por parte
del hombre de su superioridad y primacía sobre la mujer. A esta causa esencial
pueden unirse otras causas secundarias.
- La violencia funciona como un mecanismo de control social de la mujer y sirve
para reproducir y mantener el status quo de la dominación masculina. De hecho,
las sociedades o grupos dominados por ideas masculinas tienen mayor
incidencia de agresiones a la mujer. Los mandatos culturales, y a menudo
también los legales sobre los derechos y privilegios del papel del marido han
legitimado históricamente un poder y dominación de éste sobre la mujer,
promoviendo su dependencia económica de él y garantizándole a éste el uso de
la violencia y de las amenazas para controlarla.
- La conducta violenta frente a la mujer se produce como patrones de conducta
aprendidos y transmitido de generación a generación. La transmisión se hace
fundamentalmente en los ambientes habituales de relación.
- Las mismas normas sociales minimizan el daño producido y justifican la
actuación violenta del marido. Se intenta explicar atribuyéndola a trastornos del
marido o, incluso, de la mujer. Por mucho que el hombre tenga problemas de
estrés, de alcohol, de personalidad, curiosamente la violencia sólo la ejerce sobre
la mujer no contra un conocido o amigo, y, por supuesto, nunca contra su jefe,
por ejemplo. También influyen toda la serie de mitos arraigados en la sociedad
que perpetúan la violencia y niegan la asistencia adecuada a estas víctimas.
- El modelo de conducta sexual condicionado por el papel de los géneros
también favorece en alguno casos la existencia de una actitud violenta contra la
mujer al tratarse de un modelo androcéntrico. Existen una serie de factores que
favorecen esta agresividad entre los que se encuentran: los patrones de
hipermasculinidad, el inicio de un mayor grado de relación sentimental, la
duración prolongada de la relación y los modelos sexuales existentes, que
contienen una tensión intrínseca entre hombres y mujeres, creando la posibilidad
o las condiciones para que se produzcan errores en la comunicación que
desemboquen en una situación de violencia frente a la mujer.
- Por el contrario, el alcohol, tantas veces esgrimido como causante o
precipitante del maltrato, ha sido eliminado como un factor etiológico directo de
este tipo de violencia. Se ha comprobado que actúa de forma general como
desinhibidor y de forma particular como excusa para el agresor y como elemento
para justificar la conducta de éste por parte de la víctima.
8. 4. ¿Por qué no denuncian?
Hay factores de orden ideológico-cultural que entran en juego cuando las mujeres
deben tomar una decisión para enfrentar las agresiones y abusos que sufren. La
violencia de género en el ámbito doméstico es una conducta que ha sido asimilada a
una forma de relación conyugal y que, debido al prejuicio que lleva a no inmiscuirse
en la privacidad de la vida matrimonial y familiar, ha sido silenciada tanto por la
sociedad como por las propias víctimas. Las mujeres toleran relaciones
extremadamente dañinas y muchas no vislumbran otro tipo de convivencia debido,
entre otras cosas, a lo siguiente:
a) la internalización de valores sociales según los cuales la subordinación femenina
es algo "natural"
b) la aceptación de normas culturales que regulan la vida en pareja y los roles de
esposa y madre
c) la idealización de la familia y del matrimonio
d) las presiones sociales que las llevan a cumplir con los mandatos culturales
dominantes.
La denuncia por parte de las mujeres de las agresiones y maltratos de los que son
víctimas en el hogar es un fenómeno nuevo que obedece, por una parte, a la creación
de instituciones en las que pueden solicitar ayuda policial y legal y, por otra, a la
mayor conciencia de las mujeres de sus derechos como personas y ciudadanas.
Aunque las denuncias son cada vez más comunes aún no corresponden a la realidad;
en general las víctimas no solicitan intervención legal por motivos inhibidores tales
como el temor a ser responsabilizadas de la disolución de su familia, el miedo a
represalias por parte del esposo, la vergüenza de verse expuestas públicamente, así
como porque no se sienten respaldadas por las instancias policiales y jurídicas que
las mujeres no perciben como eficaces. También se da la paradoja de que las
mujeres suelen culparse de desencadenar los episodios violentos, debido a que las
normas culturales les indican que son las responsables de garantizar el
funcionamiento armónico del grupo familiar, por lo que deben hacer mayores
sacrificios y cualquier falla o transgresión puede dar lugar a un castigo.
Si la familia y la pareja se consideran la única meta social válida de las mujeres, es
difícil que éstas no aspiren a fundar y a conservar su hogar, aun a costa de su
integridad, ya que reconocer el fracaso en este ámbito es reconocer el fracaso ante la
vida.
9. 5. Maneras de salir
- Consejos de una mujer víctima de maltrato
Todas las personas deberíamos tener dos bases fundamentales: saber dar y saber
recibir. Ambas igual de importantes, de hecho, cuánto más estén igualadas en
una persona, más sana estará, y cuánto más predomine una que otra, más
enfermos estaremos (psicológicamente hablando)
Si solo sabemos dar:
- Nos convertimos en salvadoras de los demás: estamos dispuestas a dar todo a
cambio de muy poco o nada. Esto suena muy bien así, pero no deja de ser una
patología porque no nos han enseñado a recibir, a pedir ayuda, a dejar que los
otros también nos ayuden, se ocupen de nosotras, nos den cariño, seguridad y
otras muchas cosas que nosotras damos siempre.
- Solo saber dar nos convierte en víctimas: víctimas porque si solo damos,
atraemos a personas que solo quieren recibir, nunca tendrán suficiente, todo les
parecerá poco y sufriremos al ver que nunca están satisfechos, porque claro, es
lo único que sabemos hacer, dar.
- Nos sentimos culpables: es curioso cómo solo dando a los demás encima nos
sentimos culpables, sí culpables de no haber dado más, de no haber hecho lo
suficiente, y no importa si nos hemos dejado la piel en ello.
- Nos sentimos responsables de los demás: lo cual es agotador. Cada persona es
responsable de sí misma, pero nosotras hemos aprendido lo contrario, tenemos
que ayudar a los demás y encima si se caen, es responsabilidad nuestra.
Olvidamos que los demás tienen sus propias responsabilidades y que si nos
encargamos de ellas, ellos nunca aprenderán por sí mismos.
10. Si solo sabemos recibir:
- Somos egoístas: puede ser inconsciente, pero lo han aprendido de patrones
familiares, solo saben recibir, no se pueden ayudar a sí mismos pero te
destruirán si intentas salvarles. No saben dar, no les han enseñado a ello, tienen
la idea de que los demás deben ayudarles.
- Se convierten en perseguidores: y siempre encuentran víctimas de las que
aprovecharse. Se disfrazan al principio pero al final siempre es lo mismo, solo
buscan recibir de los demás.
- Echan la culpa a los demás de todos sus problemas: mientras que las que solo
sabemos dar nos sentimos culpables y responsables. Para ellos si pierden un
trabajo, siempre es culpa del jefe, de los compañeros o de lo que sea, si
suspenden un examen es porque les tienen manía, si beben en exceso es por
culpa de su mujer, sus hijos, su situación laboral. Claro, es más fácil echar la
culpa a los demás y no hacerse responsable de sus actos. El problema está en
que suelen ser personas que fueron sobreprotegidas por alguien de su familia,
nunca sintieron ni aprendieron que a lo mejor la culpa era de ellos, no se lo
enseñaron porque alguien asumía la culpa por ellos o se lo echaba a los demás.
¿Os suena esto? Puede que estemos haciendo lo mismo al salvarles de sus actos
una y otra vez, tenemos que dejarles para que asuman su parte de
responsabilidad en su vida y en sus actos.
6. Maltrato en hombres (Reflexión)
"Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo
del hombre a la mujer sin miedo". Eduardo Galeano
Un estudio peruano estableció que en Lima "la necesidad femenina por
compensar su desigualdad física frente al varón, las conduce a aumentar su
destreza en violencia psicológica, así como la probabilidad de usar objetos
contundentes o punzantes contra éste".
Un estudio de 2006 de The Australian Bureau of Statistics Personal Safety
Survey estableció que el 32,3% de los casos reportados de víctimas de violencia
doméstica física y emocional perpetrado por parejas o exparejas, fueron
hombres.
Un estudio de J. Corsi y otros de 1995, sugiere que el 2% de los hombres
latinoamericanos son maltratados por sus parejas. Aunque no me sorprendería
que en América Latina tal vez sean más los casos de hombres violentados, pues
muy pocos de estos machos latinos de rostro marrón en parches querrán ser
vistos en comisarías explicando en público cómo su señora los cascó en la casa.
11. Aunque algunos de estos actos femeninos son la respuesta a una larga y
humillante agresión física y psicológica de parte de sus esposos, no pretendo
justificar este tipo de violencia intrafamiliar.
Lo mejor es que los hombres traten bien a sus mujeres, no solo porque se lo
merecen sino porque, por lo que muestran las cifras, tal vez no podrán volver a
dormir con los dos ojos abiertos y sus esposas no van a permitir que les pongan
cascabeles en las muñecas.