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1
Arturo Morgado García
Demonios, magos y brujas en la España moderna.
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1999.
ISBN 84-7786-638-4, 170 pags.
2
INTRODUCCION: LA LITERATURA DEMONOLÓGICA EN LA ESPAÑA
MODERNA.
Bien sabido es cómo la Reforma Católica se planteó, entre otras muchas cosas, reconducir
las creencias y las prácticas populares (y otras que no lo eran tanto)1
, condenando, persiguiendo y
castigando todas aquellas desviaciones que no estaban en consonancia con las normas propuestas
(e impuestas) por la jerarquía. España no constituyó, obviamente, una excepción a esta tendencia,
y buena parte del inevitable esfuerzo represor correría a cargo de un aparato inquisitorial
estrechamente conectado con la labor pastoral de los prelados: de este modo, entre 1540 y 1700
sobre un total de 3532 individuos recaería la acusación de lo que genéricamente se denomina
"supersticiones", el 7,9% de todos cuantos fueron denunciados ante el tribunal, con una mayor
incidencia en las inquisiciones de Logroño (recordemos que abarcaba el país vasconavarro),
Zaragoza y Valencia2
. Pero los detenidos presentan un perfil muy complejo3
, por cuanto en su
seno encontramos desde las brujas de Zugarramurdi hasta la hechicera valenciana, pasando por el
astrólogo toledano o la gitana echadora de cartas, lo que supone una mezcolanza difícilmente
deslindable de creencias cultas y prácticas populares, si bien, yello es importante señalarlo, todas
ellas presentan como nexo común el ser condenadas como supersticiones, no por su falsedad,
sino por ser producto del demonio4
; contando siempre con todo un complejo aparato teológico,
que abarcaba tanto las, aparentemente inocentes, artes adivinatorias, como las mucho más
peligrosas brujas y los, a veces enormes, poderes de los magos.
1. Un esbozo de esta filosofía en DELUMEAU, Jean, El catolicismo de Lutero a Voltaire,
Barcelona, Labor, 1973.
2. CONTRERAS, Jaime, "Estructura de la actividad procesal del Santo Oficio", Historia de la
Inquisición en España y América, vol. 2, Madrid, BAC, 1993.
3. Una reflexión sobre esta complejidad en HENNINGSEN, Gustav, "La elocuencia de los
números", en ALCALA, Angel, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona,
Ariel, 1984.
4. SANCHEZ LORA, José Luis, "Religiosidad popular: un concepto equívoco", SERRANO
MARTIN, Eliseo, Muerte, religiosidad y cultura popular siglos XIII-XVIII, Zaragoza, Institución
Fernando el Católico, 1994, p.69.
3
Como dijera a inicios del siglo XVII el jesuita Francisco de Toledo, superstición es "vana
o falsa religión", aunque la tipología de la misma sea muy variada. Tendríamos, en primer lugar,
una primera situación según la cual no se le da a Dios el culto que se le debe dar, donde entraría
la adoración a reliquias o imágenes falsas, aunque el autor no se extiende en demasiados detalles
sobre ello. Mayor atención le presta al segundo caso, es decir, cuando se da culto a quien no se le
debe dar, distinguiendo a su vez varias especies: idolatría, arte mágica, adivinación, vana
observancia y maleficio. La primera consistiría en "dar a los dioses falsos el culto que se debe al
verdadero Dios". La segunda, "es una potestad para hacer lo que es sobre las fuerzas de la
naturaleza. La una con favor de Dios sobrenatural y esto pertenece a la virtud de hacer milagros.
De otra manera con ayuda del demonio y esto pertenece al arte mágico". La adivinación, por su
parte, "es una afirmación desordenada de cosas que no se pueden saber naturalmente aunque
cuando se hace con divina revelación no es adivinar pero sí lo es saberlo desordenadamente
invocando para ello al demonio". La vana observancia consiste en invocar tácitamente al
demonio. La última especie, el maleficio, "es un arte de hacer mal a otros con poder del
demonio", incluyendo en el seno de este último a la brujería5
.
Es fácil deducir que el punto de partida de toda esta reflexión es, sin duda alguna, el
diablo. Y no es necesario insistir demasiado sobre esta cuestión, pues bien sabido es cómo la
creencia en el demonio, en sus malignos poderes, y en sus servidores (mujeres, judíos yturcos en
el ámbito de lo natural, brujas y hechiceros en el de lo sobrenatural), está presente por doquier
durante el Antiguo Régimen, hasta el punto de constituir uno de los grandes miedos que
afectaron a los hombres del momento. Y la imprenta contribuiría poderosamente a difundir
dichos temores: el Malleus maleficarum, pieza maestra de la literatura demonológica, conoció 34
ediciones entre 1486 y 1699, lo que quiere decir que se imprimieron de 30 a 50.000 ejemplares
en todo el continente, con un total de 14 ediciones en Francfort y las ciudades renanas, 11 en
Lyon, 4 en Nuremberg, 3 en Venecia y 2 en París. En la segunda mitad del siglo XVI y sólo en
Alemania se editaron más de 200.000 ejemplares relativos al mundo demoníaco. Por lo que se
refiere a Francia, Robert Mandrou nos ofrecía una relación de 340 títulos sobre brujas y
5. TOLEDO, Francisco de, Instrucción de sacerdotes y summa de casos de conciencia,
Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1613, pp. 184v ss.
4
demonios, lo que hace un total aproximado de 340.000 ejemplares6
. Evidentemente, España no
escapó incólume de todas estas reflexiones sobre el Maligno y sus servidores, si bien la literatura
demonológica propiamente dicha es de un volumen bastante reducido en nuestro país, a juzgar
por las escasas referencias aparecidas en la obra de Nicolás Antonio7
, que incluye las obras de
este tenor en el apartado dedicado a literatura polémica "contra ateístas, magos y sortílegos". La
consulta de otros repertorios bibliográficos, como el de Palau8
, tampoco nos ofrece mucho más, y
lo mismo ocurre con los subsidia informáticos, como el Catálogo Colectivo del Patrimonio
Bibliográfico Español elaborado por el Ministerio de Cultura, aunque éste sea de gran utilidad a
la hora de localizar obras concretas y sus ediciones.
6. DELUMEAU, Jean, El miedo en Occidente, Madrid, Taurus, 1989, pp. 372-374.
7. NICOLAS ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova, reed., Madrid, 1996.
8. PALAU Y DULCET, Antonio, Manual del librero hispanoamericano, apéndice, voces
"Demonio" y Brujas".
5
Se ha querido atribuir la notoria parvedad del género atendiendo a explicaciones cuasi
metafísicas: si Menéndez Pelayo afirmaba categóricamente que España es el país menos
supersticioso de la tierra9
(lo que, paradójicamente, no le impidió dedicar varios capítulos de sus
Heterodoxos a las creencias y prácticas hechiceriles), Américo Castro mostraba cómo "la
aceptación de la naturalidad del milagro fue eje de la historia hispánica...la simbiosis humano-
divina fue solidaria de la simbiosis vivencia-mundo objetivo, y forma así como la espina dorsal
de la vida y de la historia...de ahí procede el que hayan tenido tan escasa importancia en España
las brujas, los espectros y los trasgos, mientras florecieron prósperamente en otros países...allí
donde lo sobrenatural reinaba con soberanía legítima e indiscutida, las brujas significaban un lujo
innecesario"10
. La realidad, como siempre, es mucho más prosaica, y será la vigilancia
inquisitorial lo que explique esta relativa debilidad, ya que el Santo Oficio reprimió sin
contemplaciones todas las obras de magia negra, e, incluso, mantenía una cierta desconfianza
ante la magia natural, puesto que nunca estuvo muy definida la frontera con aquélla, y, aún
cuando se aceptaba su licitud, muchas obras se prohibieron o mutilaron bajo la acusación de
sostener creencias o doctrinas supersticiosas. Como reflejo de esta actitud, el Indice de 1583
prohibía "todos los libros y tratados para invocar demonios por cualquier vía y manera, ora sea
por nigromancia, hidromancia, piromancia, aeromancia, oniomancia, quiromancia ygeomancia,
ora por escritos y papeles de arte mágica, hechicerías, brujerías, agueros, encantamientos,
conjuros, cercos, caracteres, sellos, sortijas yfiguras...los libros, tratados yescritos en la parte que
tratan y dan reglas y hacen arte o ciencia para conocer por las estrellas y sus aspectos o por las
rayas de las manos lo por venir que está en la libertad del hombre", disponiendo asimismo que en
los conjuros y exorcismos contra demonios y tempestades solamente se permitía "lo que en los
manuales eclesiásticos está recibido como uso de la Iglesia"11
. Y nada de ello se prohibe por su
9. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, Historia de los heterodoxos españoles, vol. 1, Madrid,
BAC, 1965, p. 285.
10. CASTRO, Américo, España en su historia. Cristianos, moros y judíos, 2º edición, Barcelona,
Crítica, 1983, pp. 215-216.
11. PARDO TOMAS, José, Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en
los siglos XVI y XVII, Madrid, CSIC, 1991, pp. 260-261, 375.
6
falsedad, sino por su carácter demoníaco: la credulidad de los eruditos y teólogos españoles es
perfectamente comparable a la de sus homólogos europeos, si bien, dicha credulidad, y ello es
algo que tiende a olvidarse, nacerá de una determinada concepción del mundo, y no de una
supuesta debilidad mental. Si, al hojear esta literatura, sentimos la tentación de esbozar una
sonrisa compasiva, no perdamos de vista que sandeces de mayor calibre son transmitidas
diariamente por nuestros medios de comunicación en forma de sensacionales descubrimientos
científicos, descripciones de un mundo feliz en el que "todo va bien", o acríticas genuflexiones
ante el supuesto poder redentor de la técnica. Y, en lo que se refiere a "caza de brujas", no es
precisamente nuestro siglo el que puede permitirse el lujo de tirar la primera piedra.
Sea como fuere, ya en el siglo XIV localizamos en España ejemplos de literatura
demonológica, con autores como Gonzalo de Cuenca y su Virginale, inspirado directamente por
el demonio según Eymerich; Raimundo de Tárrega, con De invocatione daemonum, quemado por
decreto del papa Gregorio XI, y el franciscano Tomás Scoto, famoso por invocar a los diablos12
.
El más notable de sus impugnadores sería el dominico gerundense Nicolau Eymerich, inquisidor
de Aragón, y autor de Contra daemonum invocatores, Contra astrologos imperitos atque
nigromantes (1395)13
, y, sobre todo, Directorium Inquisitorum (1369)14
, libro que conoció
numerosas ediciones impresas, tales las de Barcelona (1503), Roma (1578, 1579, 1585, 1587,
1595), y Venecia (1595, 1607), aunque en este último caso no nos encontramos ante un tratado
específicamente dedicado a cuestiones demonológicas, sino ante un manual para inquisidores en
el que se contemplan las actuaciones a seguir contra brujos y hechiceros.
Directamente centrada en la materia es la obra de Fray Lope de Barrientos (1382-1469),
obispo sucesivamente de Segovia, Avila yCuenca, Tratado de la adivinanza15
. Un poco posterior
12. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, Historia de los heterodoxos españoles, 2ª edición, vol. 1,
Madrid, BAC, 1965, p. 603.
13. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, op. cit., p. 606.
14. Publicado en castellano por las editoriales Fontamara (1974) y Muchnik (1983).
15. Esta obra ha merecido la atención de GETINO, Luis G.A., "Vida y obras de Fray Lope de
Barrientos", Anales Salmantinos, vol. 1, Salamanca, 1927. Existe una edición moderna, con el
7
es la figura de Alonso de Madrigal, más conocido como "El Tostado" (1409-1455), obispo de
Avila, que participara en el concilio de Basilea, y autor de Super Genesi Commentaria, donde
dedica algunas líneas a estas cuestiones16
. Mayor impacto tendría la obra del obispo ypredicador
de origen converso Alfonso de Espina, que en 1467 publicara en Estrasburgo Fortalititium fidei,
obra de controversia doctrinal contra los judíos y musulmanes, pero que en su libro V, titulado
"De bello daemonum", habla de las "Feminas que bruxe vel xurgine vulgariter nuncupantur".
Esta obra conocería un cierto éxito editorial, por cuanto fue reimpresa en Lyon (1487 y 1525) y
Nuremberg (1485 y 1494)17
. El canónigo zaragozano Bernardo Bassin, doctor en Teología por la
universidad de París, será autor de De artibus magicis et magorum maleficiis 18
, un tratado corto,
de apenas veinte páginas, publicado en París en 1483, 1492 y 1506, y en 1595 en Lyon, siendo
impreso en algunas ocasiones junto al Malleus Maleficarum 19
. Al también canónigo, en esta
ocasión de Pamplona, Martín de Arlés y Andosilla, le debemos el Tractatus de superstitionibus,
publicado en Lyon en 1510 (pero que debió ser escrito en el tercer cuarto del siglo XV)20
con
título de Tratado de la divinança, debida a Paloma Cuenca Muñoz (Cuenca, 1994). Unas cuantas
líneas sobre el personaje en GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura
castellana medieval, Valladolid, Universidad, 1987, pp. 625ss.
16. Un breve esbozo de esta figura en ABELLAN, José Luis, Historia crítica del pensamiento
español, vol. 1, p. 318.
17. MACKAY, Angus, y WOOD, Richard, "Mujeres diabólicas", MUÑOZ, Angela, yGRAÑA,
María del Mar (eds.), Religiosidad femenina: expectativas y realidades (ss. VII-XVIII), Madrid,
Laya, 1991. Unas breves líneas en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. 2,
Madrid, CSIC, 1973, p. 816.
18. RUSSELL, Peter E., "La Magia tema integral de La Celestina", Temas de la Celestina y otros
estudios, Barcelona, Ariel, 1978. Citado por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 1, p. 222.
19. Así, en la edición consultada por nosotros, impresa en Lyon por Ioanam Iacobi Iuntae en
1584.
20. HANSEN, A history of the Inquisition of Spain, IV, p. 210, cit. por CARO BAROJA, Julio,
Brujería vasca, San Sebastián, Txertoa, 1992, p. 15.
8
ediciones sucesivas en París (1517), Roma (1559), Francfort (1581) y Venecia (1584)21
.
Hasta ahora, con la excepción de Barrientos, todos los autores escriben sus respectivos
tratados en latín, lo que debió constituir un cierto freno a la difusión de los mismos en medios no
eclesiásticos o eruditos. Pero en 1529 se edita en Logroño la primera muestra importante del
género escrita en castellano, el Tratado muy sotil y bien fundado de las supersticiones y
hechizerias, del franciscano de la provincia de Burgos Fray Martín de Castañega, siendo
encargada esta obra al autor por el obispo calagurritano Alonso de Castilla ante los brotes de
brujería aparecidos en su diócesis (en el prólogo el obispo confiesa "como en algunas partes de
este nuestro obispado, permitiéndolo Dios Nuestro Señor, hayan padecido estos años pasados,
tantos errores de supersticiones y hechicerías...por no estar bien introductos y doctrinados en la
materia de las supersticiones y engaños diabólicos") y que fueran reprimidos por el inquisidor
fray Juan de Zumárraga22
. Sus fuentes principales son San Agustín, San Isidoro de Sevilla, Santo
Tomás y el Tractatus de erroribus circa artem magiam de Jean Gerson (que ejerció una gran
influencia en toda esta literatura), pero a pesar de este bagaje erudito, tuvo una escasa fortuna
editorial y cayó pronto en el olvido (nunca fue reeditado), a lo que no debió ser ajena la aparición
casi simultánea del libro, mucho más elaborado intelectualmente, de Pedro Ciruelo. En capítulos
sucesivos Castañega analiza cómo el demonio siempre desea ser honrado y adorado por dios,
cómo dos son las congregaciones e iglesias de este mundo, la católica y la diabólica, los
caracteres de esta última, los poderes de los consagrados al demonio y sus ritos y sacrificios, los
saludadores y aojadores, las nóminas y reliquias no supersticiosas, las excomuniones contra
langostas y otras sabandijas, los conjuros lícitos para maleficiados y hechizados y para nubes y
21. Publicado por GOÑI GAZTAMBIDE, "El tratado "De superstitionibus" de Martín de
Andosilla", Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, III, 1971. Citado en NICOLAS
ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 92, y CARO BAROJA, Julio, Inquisición, brujería y
criptojudaísmo, Barcelona, Ariel, 1970, pp. 287-292.
22. Ediciones recientes, las de Agustín González de Amezúa (Madrid, Sociedad de Bibliófilos
Españoles, 1946) y Juan Roberto Muro Abad (Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1994).
Estudios específicos: DARST, David H., "Witchcraft in Spain: the testimony of Martin de
Castañega", Proceedings of the American Philological Society, 123, 1979, pp. 298-322;
GONZALEZ DE AMEZUA, Agustín, "Fray Martín de Castañega y su Tratado de las
supersticiones y hechicerías", Opúsculos literarios, III, 1958; GRANJEL, Luis S., Aspectos
médicos de la literatura antisupersticiosa española de los siglos XVI y XVII, Salamanca, 1953;
LARRINAGA, Juan R. de, "Martín de Castañega y su obra sobre las supersticiones", Archivo
Iberoamericano, 12, 1953. Esta obra es asimismo citada por Nicolás Antonio (vol. 2, p. 99).
9
tempestades, y los remedios para los endemoniados.
Ese mismo año de 1529 se publicaba en Salamanca la obra del darocense Pedro Ciruelo
(m. 1554), cuya trayectoria intelectual previa había sido bastante conspicua (licenciado en
Salamanca, profesor de matemáticas en la universidad de París, catedrático de tomismo en Alcalá
de Henares, canónigo magistral de Salamanca y propuesto como consejero de Felipe II),
Reprobación de las supersticiones y hechicerías, libro que, a diferencia de la obra de Castañega,
conoció bastante éxito editorial, por cuanto se imprimió una docena de veces en el siglo XVI
(podemos destacar, entre otras, las ediciones de Salamanca de 1538, 1539, 1540, 1541 y1556, la
de Alcalá de Henares de 1547, la de Sevilla de ese mismo año, y las de Medina del Campo de
1548 y 1551), con una última edición en Barcelona en 1628 (y el olvido posterior)23
. Mucho más
elaborado y sistematizado que el tratado de Castañega, aborda en capítulos sucesivos cuán
grandes son los pecados de las supersticiones que van contra el primer mandamiento, las cuatro
reglas en que se comprenden todas las supersticiones, las maneras y especies de las mismas,
nigromancia y xorguinería de las brujas, artes divinatorias, astrología, geomancia y sus
compañeras, agueros, sueños, salvas y desafíos, arte notoria, ensalmadores, nóminas,
aojamientos, saludadores, sacadores de los espíritus malos, conjuradores de nubes,
excomulgadores de la langosta y el pulgón, y oraciones con ceremonias vanas y supersticiosas.
23. Citado por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, pp. 184-186. Ediciones recientes, entre
otras, la de la Colección Joyas Bibliográficas (Madrid, 1952) y la realizada por Jesús Osacar
Flaquer (Zaragoza, Editorial Ateneo, 1989). Vid. EBERSOLE, A.V., "Pedro Ciruelo y su
Reprobación de hechicerías", Nueva Revista de Filología Hispánica, XVI, 1962.
10
De 1540 hay que datar la Relección del arte mágica del sobradamente conocido Francisco
de Vitoria, publicada en repetidas ocasiones como parte de sus Relecciones teológicas. Por los
mismos años el franciscano Alfonso de Castro (1495-1558), jurista y consejero de Felipe II24
,
escribe una serie de tratados, muy citados en su época, pero que han pasado relativamente
desapercibidos a los estudiosos del tema: Adversus omnes haereses (Lyon, 1541, Amberes, 1557
y 1565, París, 1561, 1564, 1565 y 1571), De sortilegiis et maleficiis et eorumque punitione
(Lyon, 1558), y De Iusta haereticorum punitione libri tres (Venecia, 1549, Amberes, 1568). Un
poco posterior es el Jardín de Flores curiosas de Antonio de Torquemada (1570), cuyo tratado
tercero versa sobre "qué cosas sean fantasmas, visiones, trasgos, encantadores, hechiceros, brujas,
saludadores, con algunos cuentos acaecidos y otras cosas curiosas y apacibles", y que tuvo una
gran difusión, según atestiguan las sucesivas ediciones de Zaragoza (1571), Lérida (1573),
Amberes (1575, 1599), Salamanca (1577), Medina del Campo (1587, 1599) y Barcelona (1621),
revelándose el autor como un buen conocedor de la literatura demonológica, por cuanto cita a
Francisco de Vitoria, el Fortalititum Fidei y el De Iusta Haereticorum Punitione de Alfonso de
Castro25
.
24. Algunas líneas sobre el personaje en ABELLAN, José Luis, Historia crítica del pensamiento
español, vol. 2, pp. 540-541.
25. TORQUEMADA, Antonio de, Jardín de flores curiosas, edición de Giovanni Allegra,
Madrid, Castalia, 1982, p. 81.
11
El jesuita Benito Perer (1535-1610), volcado hacia sus tareas docentes en Roma26
,
publicará en 1591 en Ingolstadt su Adversus fallaces et superstitiosas artes, organizado en tres
libros, dedicado el primero a la magia, el segundo a la observación de los sueños, y el tercero a la
astrología. Reimpreso en Lyon en 1592 y 1603, no ha merecido apenas la atención de los
historiadores españoles27
, aunque esta obra tuvo un cierto impacto en Europa central28
. Mucho
más conocidas serán las Disquisitionum magicum del también jesuita (y mucho más crédulo)
Martín del Río (1551-1608)29
, de padres españoles aunque nacido en Amberes, y profesor en las
universidades de Graz y Salamanca. Esta obra tuvo un éxito impresionante: tras la primera
edición de Lovaina de 1599-1600, le seguirían otras veinte en Bélgica, Alemania, Francia e Italia,
siendo las últimas las de Venecia (1745) y Colonia (1755), si bien ninguna estuvo realizada en
España, a lo que no debió ser ajena la vigilancia inquisitorial, por cuanto la prolijidad con la que
el autor describe todo lo relativo a magias y hechicerías, provocó que alguno, como el dominico
Fray Tomás de Maluenda en De Anticristo, adujera que su libro debía ser prohibido, por cuanto,
con el pretexto de combatir la magia, la enseñaba30
. La obra está organizada en 6 libros, dedicado
el primero a la magia (la superstición y sus especies, definición y clases de magia, magia natural,
artificial y alquimia), el segundo a la magia demoníaca (si existe, de dónde proviene,
clasificación, pacto expreso e implícito, poderes de los magos, demonios íncubos y súcubos,
asambleas nocturnas de las brujas, poderes del demonio, apariciones de demonios, poder de la
magia sobre los demonios), el tercero al maleficio y la vana observancia (qué es maleficio y sus
clases, maleficios de sueño, amatorio, hostil, qué personas pueden ser maleficiadas, porqué Dios
26. ABELLAN, José Luis, op. cit., vol. 2, pp. 575-577.
27. Le dedica unas líneas MENENDEZ PELAYO, Marcelino, op. cit., p. 258.
28. De hecho, es citada por EVANS, Robert J., La monarquía de los Habsburgo 1550-1700,
Barcelona, Labor, 1989, al igual que la obra de Martín del Río.
29. Cit, por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 91. Vid. CARO BAROJA, Julio, "Martín
del Río y sus Disquisiciones mágicas", El señor Inquisidor y otras vidas por oficio, 2º edición,
Madrid, Alianza, 1970. El libro II dedicado a la magia demoníaca ha sido traducido por Jesús
Moya y publicado en la editorial Hiperión en 1991.
30. CARO BAROJA, Julio, El señor Inquisidor, p. 189.
12
consiente los maleficios, la vana observancia), el cuarto a la adivinación (profecía, adivinación y
sus tipos, conjetura), el quinto al oficio del juez contra los maléficos y el sexto al oficio del
confesor.
Las reflexiones intelectuales surgidas a raíz del proceso contra las brujas de Zugarramurdi
y su corolario, el auto de fe de Logroño de 1610, provocarían la aparición de dos obras
radicalmente distintas: la hipercrédula Relación del auto de fe de 1610 publicada por Juan de
Mongastón31
y el escéptico Discurso acerca de los cuentos de las brujas de Pedro de Valencia
(1611)32
, sin olvidar tampoco los diferentes informes y memoriales del inquisidor Alonso de
Salazar y Frías33
. Francisco de Torreblanca Villalpando34
, abogado de la Real Chancillería de
Granada, publicará Epitomes delictorum in quibus aperta vel oculta invocatio daemonis
intervenit (Sevilla 1618, Lyon 1678), cuyo libro primero está dedicado a la magia adivinatoria
(astrología, fisiognomía, quiromancia, cábala, arte notoria, arte paulina, necromancia, aruspicina,
piromancia, augurio, auspicio, sortilegio) y el segundo a la magia operatriz (magia demoníaca,
magos, poder de los demonios sobre el alma, engaños de los sentidos, cambio de sexo, restitución
de la virginidad, maleficio de sueño, hacer hablar a los brutos, resucitar a los muertos,
apariciones de las almas, clases de demonios, íncubos y súcubos, gigantes y pigmeos, centauros,
sirenas y tritones, origen de las lamias, maleficio incendiario, ligamen e impotencia, aborto,
esterilidad, parto difícil, secarse la leche, curación y remedios contra los maleficios), con otros
31. Utilizada por HENNIGSEN, Gustav, El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición
española, Madrid, Alianza, 1983; ha sido publicada en varias ocasiones: en las Obras completas
de Leandro Fernández de Moratín (BAE, vol. 2), en FERNANDEZ NIETO, Manuel, Proceso a
la brujería, Madrid, Tecnos, 1989, y, más recientemente, en VALENCIA, Pedro de, Obras
completas, VII. Discurso acerca de los cuentos de las brujas, León, Universidad, 1997.
32. Obra publicada en la Revista de Extremadura, 2, 1900, y Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 2, 1904, con ediciones recientes en FERNANDEZ NIETO, Manuel, op. cit., pp. 95ss, y
el volumen VII de sus obras completas publicado por la Universidad de León en 1997.
33. Ediciones de sus memoriales en FERNANDEZ NIETO, Manuel, op. cit., y el ya citado
volumen VII de las obras completas de Pedro de Valencia.
34. NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol.2, p. 487.
13
dos libros donde aborda los castigos que han de aplicar las justicias eclesiástica y civil contra los
maléficos. En Daemonologia sive de magia naturali, daemoniaca, licita et illicita (Maguncia,
1623) vuelve a repetir estos contenidos, si bien añade una Defensa en favor de los libros
católicos de la magia con cinco pequeños capítulos (De la excelencia de la magia y de la
necesidad que hay de las letras humanas para las divinas, De los delitos de la magia y de la
verdad que tengan para su castigo, De las fuerzas de las estrellas en las cosas inferiores, Del
templo de Salomón comparado al del Escorial, De las Hespérides y sus huertos dónde fueron y
qué verdad tengan).
Las últimas piezas importantes del género demonológico proceden de tierras aragonesas,
donde en los años treinta del siglo XVII nos seguiremos encontrando con brotes brujeriles y
epidemias de endemoniados, como atestiguan los célebres posesos de Tramacastilla35
. A Gaspar
Navarro, canónigo de la iglesia de Jesús Nazareno de Montaragón, en Aranda de Moncayo, se le
deberá el Tribunal de superstición ladina (Huesca, 1631)36
, que no fue reeditada yque en muchas
ocasiones copia literalmente la obra de Ciruelo. Se plantea en dicho tratado cómo la sabiduría
hace a los hombre felices y así la desean todos, pero no es cristiano querer saberlo todo, el saber
que tiene el demonio para revelar a los adivinos, si el demonio puede maleficiar con fuego, las
cosas que hacen magos y hechiceros, poderes del demonio, íncubos ysúcubos, apariciones de los
espíritus malignos, revelaciones y visiones, apariciones del demonio, cuales apariciones son de
Dios y cuales del demonio, especies de supersticiones, nigromancia de brujas ybrujos ysus ritos,
maleficio de impotencia, maleficios contra la salud, maleficios de aborto, dificultad de parir,
secar la leche, si las cosas naturales pueden quitar el maleficio, si es lícito quitar el maleficio,
superstición en los sueños, agoreros y adivinos por suertes, ensalmadores y saludadores,
excomunión de langosta, ratones y otras sabandijas, los que conjuran los endemoniados con arte
de nigromancia, arte notoria, cabalística y paulina. No podemos olvidar tampoco Elogios de la
verdad e invectiva contra la mentira (Zaragoza, 1640) de Luisa María de Padilla Manrique y
Acuña, condesa de Aranda (1590-1646), cuyo capítulo 28 está dedicado a magos, hechiceros y
35. Vid. GARI LACRUZ, Angel, Brujería e Inquisición en el alto Aragón en la primera mitad
del siglo XVII, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1991.
36. NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 530.
14
supersticiosos como familiares y amigos de la mentira37
, ni a Patrocinio de ángeles y combate de
demonios (San Juan de la Peña, 1652), de Francisco de Blasco Lanuza (m.1664), abad del
monasterio de San Juan de la Peña y presidente de la Congregación Tarraconense y
Cesaraugustana de monjes benitos, cuya obra, en palabras del propio autor, pretende ser "una
ilustración de los beneficios que hacen los ángeles de la Guarda a los hombres desde que Dios
cría sus almas hasta que suban al cielo en la resurrección general. Y también de las astucias y
impugnaciones de los demonios"38
, y que en la tercera parte de su libro segundo dedica algún
capítulo a brujas y magos, aunque esta obra sea, en su conjunto, mucho más demonológica que
estrictamente brujeril.
37. SERRANO Y SANZ, Manuel, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas, II,
primera parte, BAE, vol. 270, Madrid, 1975, pp. 95-120.
38. BLASCO LANUZA, Francisco de, Patrocinio de ángeles y combate de demonios, San Juan
de la Peña, Juan Nogués, 1652. Esta obra no es citada por Nicolás Antonio, aunque sí unos
Beneficios del Angel de la Guarda impresos en Zaragoza en 1637 (NICOLAS ANTONIO, op.
cit., vol. 1, p. 409).
15
La literatura demonológica española no se agota, obviamente, con los tratados
específicamente dedicados a brujos y hechiceros. Un género muyinteresante son los manuales de
exorcismos, de los que podríamos destacar, por citar algunos ejemplos, la Fuga Satanae
Exorcismus (1619), Fasciculus exorcismorum contra daemones et contra tempestates (1626) de
Francisco Paschasio, Libro de conjuros contra tempestades, contra oruga...y contra todos
cualesquier animales de Diego de Céspedes (1641), Exorcismi contra locustas et animalia
corrosiva (1641), Práctica de exorcistas de Benito Remigio Noydens (1660), Fasciculum
exorcismorum, conjurationum, orationum ac benedictionum contra procellas, ventos, locustas,
aliosque vermes et animalia fructuum corrosiva (Zaragoza, 1672) de Antonio Gascón, Jugum
ferreum Luciferi seu Exorcismi terribles, de Diego Gómez Lodosa, (Valencia, 1676), Clypeus
defensionis sive exorcismi efficaces, de José Sánchez (1694), o la Práctica de conjurar (1721)39
de Fray Luis de la Concepción. Por lo que se refiere a la magia blanca, destacar la Magia natural
y artificial de Ribera y Andrada (1632), obra de la que solamente queda el título40
, yla Historia y
magia natural o ciencia de filosofía oculta (Madrid, 1649), de poco valor en opinión de Feijóo,
del jesuita gaditano Hernando Castrillo (1585?-1667), rector del colegio de la Compañía en
Cazorla41
. La misma está dividida en seis capítulos, donde se trata sucesivamente de la magia
natural, de su materia que es la tierra, del Paraíso, de los montes de la tierra, de los campos,
valles y bosques y de las yerbas y árboles que en ellos se crían, y de los metales y algunas piedras
de la tierra.
Es difícil saber qué nivel de difusión tuvo todo este género, por cuanto los estudios sobre
bibliotecas privadas son todavía escasos en España, y la mayor parte de la bibliografía se limita a
dar referencias globales sobre los temas predominantes, sin especificar las obras concretas. Pero
todo parece indicar que la penetración de la literatura demonológica es escasa y socialmente
39. Publicada recientemente por la editorial Humanitas (Barcelona, 1983).
40. GONZALEZ DE AMEZUA, Agustín, "Prólogo", en CASTAÑEGA, FrayMartín de, op. cit.,
p. XVII.
41. CAMBIASO Y VERDES, Nicolás María, Memorias para la biografía y para la bibliografía
de la Isla de Cádiz, reed., Cádiz, Caja de Ahorros, 1986, pp. 107-108, 368, CARO BAROJA,
Julio, Teatro popular y magia, Madrid, Revista de Occidente, 1074, pp. 92-93.
16
selectiva, limitándose, con escasas excepciones, a medios eclesiásticos e intelectuales. En la
Barcelona del siglo XVI podemos constatar la presencia de obras como la Silva de varia lección
de Pedro de Mexía (que dedica algún capítulo a la magia) y el Jardín de flores curiosas de
Torquemada (lo encontramos en bibliotecas de un canónigo, un jurista, un mercader, un
boticario, un estudiante, y, además, en un negocio librero)42
, así como el Fortalitium fidei de
Alfonso de Espina43
. Sabemos que en un importante centro universitario, Salamanca, estuvieron
presentes en las bibliotecas privadas Reformación de supersticiones y hechicerías de Pedro
Ciruelo, Malleus Maleficarum, Silva de varia lección de Pedro Mexía, y Defensa en favor de los
libros católicos de la magia de Torreblanca Villalpando44
. En la Lorca del Seiscientos, por su
parte, aparecen libros de exorcismos y conjuros contra las tempestades45
. Todavía en el siglo
XVIII, a pesar del creciente escepticismo reinante en algunos medios, había una cierta demanda
del género: en el negocio librero del sevillano Hermosilla (1720) encontramos dos ejemplares
espléndidamente encuadernados del Malleus Maleficarum, y algún eclesiástico hispalense era
propietario de las Disquisitiones Magiae de Martín del Río46
. Por lo que se refiere a las
bibliotecas eclesiásticas gaditanas, ya estudiadas por nosotros en otro lugar47
, espigando aquí y
allá detectamos la presencia de obras de este tenor: el canónigo Bartolomé de Escoto y
Bohórquez (fallecido en 1700) poseía un Directorium Inquisitorium, muy posiblemente el de
42. PEÑA DIAZ, Manuel, El laberinto de los libros. Historia cultural de la Barcelona del
Quinientos, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1997, p. 156.
43. PEÑA DIAZ, Manuel, op. cit., p. 356.
44. WERUAGA PRIETO, Angel, Libros y lectura en Salamanca del Barroco a la Ilustración
1650-1725, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1993.
45. CERDA DIAZ, Julio, Libros y lectura en la Lorca del siglo XVII, Murcia, Cajamurcia, 1986.
46. ALVAREZ SANTALO, León Carlos, "Librerías y bibliotecas en la Sevilla del siglo XVIII",
Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La documentación notarial y la
historia, vol. 2, Santiago de Compostela, Universidad, 1984.
47. MORGADO GARCIA, Arturo, "Bibliotecas clericales en el Cádiz del siglo XVIII", Hispania
Sacra, XLIII, 87, 1991.
17
Eymerich48
. El presbítero Juan García de Baeza (1705), por su parte, era propietario de El ente
dilucidado de Fuentelapeña, el Tratado donde se reprueban todas las supersticiones y
hechicerías de Castañega, y dos libros de autores foráneos, la Magia natural de Juan Baptista
della Porta, y De maleficiis de Aretino 49
. En la librería del presbítero Manuel Sarmiento de la
Peña (1730) encontramos una Práctica de exorcistas 50
, y otra más en la de Juan Martínez
(1755)51
. El obispo Armengual de la Mota (1730), por su parte, era propietario de un ejemplar del
Malleus Maleficarum 52
, en tanto el prelado Juan Acisclo de Vera y Delgado, fallecido en 1818,
poseía ejemplares de Martín del Río y la Opera omnia de Alfonso de Castro53
. Las bibliotecas
conventuales tampoco estuvieron ajenas a la difusión del género: la de los mercedarios de la
Almoraima (1821) contaba con un Tractatus maleficiarum54
, y los mercedarios de Vejer (1821)
poseían un ejemplar de la Práctica de exorcistas de Noydens55
.
La difusión de toda esta literatura parece ser, pues, relativamente limitada, aunque hay
que tener en cuenta que estas creencias no se transmitieron única y exclusivamente a través del
género demonológico. Y es que, como bien dice María Tausiet Carles, "aunque el número de
libros dedicados específicamente a la superstición en los siglos XVI y XVII no fue muy
alto...contamos con relaciones, discursos, informes, memoriales o incluso cartas, que en más de
48. ADC, Varios, leg. 1172.
49. ADC, Varios, leg. 907.
50. ADC, Varios, leg. 219.
51. ADC, Varios, leg. 803.
52. ADC, Varios, leg. 2230.
53. ADC, Varios, leg. 2304.
54. AHPC, Hacienda, caja 1236, exp. 6.
55. AHPC, Hacienda, caja 1239, exp. 24.
18
un caso constituyen auténticos tratados sobre la materia"56
. No podemos olvidar, por ejemplo, las
referencias literarias (Cervantes, Feijóo, Torres Villarroel, por citar algunos nombres) ni los
tratados de teología moral, como el ya citado de Francisco de Toledo, algunos de los cuales
contienen numerosas referencias sobre la hechicería, puesto que basta buscar el capítulo dedicado
a los pecados cometidos contra el primer mandamiento para que encontremos numerosas
alusiones mágico-brujeriles57
. Su amplia difusión en la España de los siglos XVI, XVII y XVIII,
motivaría que para muchos eclesiásticos y no pocos laicos, fuesen el marco de referencia por
antonomasia para estas cuestiones58
.
Estas obras, evidentemente, no han pasado desapercibidas ni mucho menos a los
historiadores españoles, comenzando por la tantas veces citada, ypara tantas cosas indispensable,
Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, pese a la lejanía de su primera
edición (nada menos que 1880); puesto que la misma dedica al tema sendos capítulos, titulados
"Artes mágicas y de adivinación. Astrología, prácticas supersticiosas en los períodos romano y
visigótico" (libro I, capítulo IV), "Artes mágicas, hechicerías y supersticiones en España desde el
siglo VIII al XV" (libro III, capítulo VII), y "Artes mágicas, hechicerías y supersticiones en los
siglos XVI y XVII" (libro V, capítulo IV); que todavía hoy constituyen una referencia
inexcusable. Pasando a trabajos más recientes, a Garrosa Resina se le debe una exhaustiva
recopilación de todas las referencias sobre magos, demonios y hechiceros aparecidos en la
literatura castellana medieval59
, en la misma línea que el hispanista Mario N. Pavia lo hiciera
(aunque solamente en lo qu se refiere al teatro) para los siglos XVI y XVII, si bien este último se
56. TAUSIET CARLES, María, "La imagen del sabbat en la España de los siglos XVI y XVII a
través de los tratados sobre brujería y superstición", Historia social, 17, 1993, p. 3.
57. Utilizados, por ejemplo, por SANCHEZ LORA, José Luis, op. cit., y "Claves mágicas de la
religiosidad barroca", La religiosidad popular, vol. 2, Barcelona, Anthropos, 1989.
58. Vid. MORGADO GARCIA, Arturo, "Pecado yconfesión en la España del Antiguo Régimen.
Los Manuales de confesores", Trocadero, 8-9, 1996-1997.
59. GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura castellana medieval,
Valladolid, Universidad, 1987.
19
limita a recopilar títulos y argumentos, sin apenas citas textuales, ycon unas pobres conclusiones
finales60
. Fernández Nieto en Proceso a la brujería publica las obras de Pedro de Valencia, Juan
de Mongastón y Leandro Fernández de Moratín. La abundante producción de Julio Caro Baroja
resulta de obligatoria consulta, especialmente su ya clásico Las brujas y su mundo, Witchcraft
and Catholic Theology61
, y Brujería vasca, por cuanto utiliza directamente buena parte de la
literatura demonológica (en el último de ellos glosa por extenso las obras de Arlés y Andosilla,
Mongastón, Salazar y Frías y Pedro de Valencia). Un talante más divulgativo tiene Las brujas en
la historia de España, de Carmelo Lisón Tolosana, si bien este mismo autor, en Demonios y
exorcismos en los siglos de Oro, ofrece como novedad el empleo de algunos manuales de
exorcistas, como el de Noydens. Muy interesante también es El diablo en España de Flores
Arroyuelo, por cuanto tiene la virtud de consultar obras apenas mencionadas en otros estudios
monográficos, como El ente dilucidado de Fuentelapeña.
Ante tan ilustres predecesores, este pequeño trabajo tiene como única pretensión la de
recoger y sistematizar los materiales más significativos publicados en la España del Antiguo
Régimen sobre demonios, magos y brujas, acudiendo a la consulta de las fuentes originales.
Nuestra perspectiva es asimismo conscientemente limitada, por cuanto nos interesa no la
brujomanía (la caza de brujas, aunque tengamos que aludir algunas veces a ella), ni la brujería (la
praxis concreta de las numerosas manifestaciones de pacto con el demonio), sino la brujología, es
decir, la reflexión teórica sobre el fenómeno brujeril (y, por extensión, demonológico)62
.
Ni que decir tiene que esta obra (y cualquier otra) no hubiera sido posible sin la ayuda de
varias personas, entre las cuales quisiera destacar la colaboración de Charo, la eficaz encargada
del préstamo interbibliotecario de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz, y de Gustavo, que
con tanta paciencia me soportó en mis continuas peticiones de libros del Fondo Antiguo de la
60. PAVIA, Mario N., Drama of the Siglo de Oro. A study of magic, witchcraft and other occult
beliefs, Nueva York, Hispanic Institute, 1959.
61. En ANKARLOO, Bernard, y HENNINGSEN, Gustav, Early European Witchcraft. Centres
and peripherias, Oxford, Clarendon Press, 1990.
62. GARCIA CARCEL, Ricardo, "La brujería en España", Historia 16, 80, 1982, p. 38.
20
Biblioteca Pública de Cádiz. Gracias a Internet pude acceder al catálogo Ariadna de la Biblioteca
Nacional y al Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español realizado por el
Ministerio de Cultura, lo que siempre facilita las cosas. Y, finalmente, siempre sentí la presencia,
en este caso no como bruja maligna, ni como trasgo revoltoso, de Loli, mi hada buena particular.
21
CAPÍTULO 1. LA IMAGEN DEL DEMONIO.
22
1. DIABLOS MEDIEVALES.
El diablo es un viejo conocido de los españoles. Ya Draconcio, monje bético del siglo V
de nuestra era, nos muestra a Lucifer como el verdadero origen del mal, presagio de desgracias y
fuente de sufrimiento de los hombres63
. Martín de Braga, en un conocido texto, identificaba a los
demonios con los dioses de los gentiles, por cuanto muchos de ellos, tras ser expulsados del
cielo, pasaron a residir en el mar, en los ríos, en las fuentes o en los bosques, siendo denominados
Neptuno en el mar, lamias en los ríos, ninfas en las fuentes o dianas en los bosques; si bien
siempre se tratará de diablos malignos y de malos espíritus que pervierten a los hombres infieles
(aunque nunca hagan tales cosas sin permiso divino)64
. Isidoro de Sevilla en sus enciclopédicas
Etimologías (VIII, 11) no podía dejar de lado la descripción de los demonios y sus poderes:
"Tienen conocimiento de muchas cosas futuras por lo que suelen proporcionar
alguna que otra respuesta. Se da en ellos un conocimiento de las cosas mayor que el de la
debilidad humana, en parte, por la agudeza de su inteligencia más viva; en parte, por la
experiencia de su dilatadísima vida; y en parte, por revelación angélica, de acuerdo con el
mandato de Dios. Estos, en cuanto a su naturaleza, gozan de cuerpos etéreos. Antes de su
rebeldía disfrutaban de cuerpos celestes. Pero después de su caída fueron transformados
en esencia etérea, y no se les permitió ocupar los espacios más puros de aquel aire, sino
otros más tenebrosos, que les sirven de prisión hasta que llegue el momento del juicio.
Son éstos los ángeles prevaricadores, cuyo príncipe es el diablo...en latín, Satanás quiere
ecir adversario o transgresor. Es adversario porque es enemigo de la verdad y dedica en
todo momento su empeño a poner dificultades a las virtudes de los santos. Y es también
transgresor porque, convertido en prevaricador, no se mantuvo en la verdad en la que fue
creador. Se le denomina igualmente tentador, porque su cometido es tentar la inocencia
de los justos"65
.
La primera vez que encontramos documentado este vocablo en lengua castellana será en
63. LISON TOLOSANA, Carmelo, Las brujas en la historia de España, Madrid, Temas de Hoy,
1992, p. 204.
64. BRAGA, Martín de, "Sobre la instrucción de los rústicos", Obras completas, edición de
Ursicino Domínguez del Val, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1990.
65. SEVILLA, Isidoro de, Etimologías. Edición bilingue, I (libros I-X), traducción de José Oroz
Reta y Manuel A. Marcos Casquero, Madrid, BAC, 1982.
23
las Glosas Emilianenses bajo la forma de diabolo, refiriéndose la anotación a un exempla que
narra un conciliábulo demonil en el que los diablos inferiores dan cuenta a Lucifer de las
maldades cometidas contra los hombres, prefiriendo la literatura medieval este término al de
demonio66
. Sea como fuere, los testimonios sobre su existencia serán constantes en la literatura
medieval castellana, encontrando, entre otras cosas, numerosas alusiones a sus múltiples
apariencias: en Sendebar se nos presenta con aspecto antropomórfico67
, en los Castigos e
documentos del rey don Sancho lo hallaremos disfrazado tanto de mujer (intentando, por
supuesto, tentar a un ermitaño), como de macho cabrío68
, en la Vida de Santa Oria de Gonzalo de
Berceo tomará la forma de serpiente (y, en opinión de Deyermond, con un claro significado
fálico)69
, en el ejemplo XX de los Milagros de Nuestra Señora acometerá a un clérigo
embriagado en forma de toro, perro rabioso, y león rugiente; aunque sea, probablemente, en la
Visión de Filiberto donde encontremos la descripción más viva al relatarnos cómo los demonios
pretenden llevarse el alma de un condenado (motivo, por otro lado, bastante corriente en la
literatura medieval):
"Diablos muy espantosos, negros más que pez y muy feos y de tan viles formas
que cuantos pintores son en el mundo no los podrían tan espantosos figurar, y lanzaban
flama de piedra azufre hediendo por la boca y habían los dientes de tres órdenes y así
fieros y grandes como azadones y por las ventanas de las narices no quedaban de caer
gusanos y otras cosas muy sucias, y salir serpientes como alacranes que no quedaban de
penar y de herir el ánima, y los ojos de ellos eran muy grandes relucían así que parecían
brasines cuando están bermejos, relucían con encendimiento de fuego y tenían en las
frentes cuernos y por los cabos de ellos no cesaban de manar veneno podrido que daba
muy gran hedor, tal que era cosa muy aborrecible de catar, que aquella sangre era de las
ánimas que despedazaban con los dientes y tragaban y vomitaban la sangre por las orejas
y por las gargantas, y traían en las manos horcas de hierro con garabatos, y las uñas que
tenían en los pies eran semejantes a colmillos de puerco jabalí salvo que eran muy más
66. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit.
67. GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura castellana medieval,
Valladolid, Universidad, 1987, p. 71.
68. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., pp. 74-75.
69. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit.
24
mayores y trabaron en un punto de la cola uñas y con las horcas, y en un punto la
lanzaron cerca del infierno"70
.
Pero el demonio en la literatura medieval es mucho más que un mero ente terrorífico, por
cuanto interviene continuamente en la vida de los humanos. No se tiene la menor duda acerca de
la posibilidad de engendrar hijos con él, ya que en Sendebar se narra el cuento de un hombre que
tuvo un hijo con una diablesa71
, en tanto a inicios del siglo XVI se publicaba en Burgos La
espantosa y admirable vida de Roberto el Diablo, hijo éste del demonio y de la duquesa Auberta
de Normandía, sin que tan diabólico origen impidiera la regeneración final del personaje (dicho
sea de paso, este tema conoció una gran fortuna en la literatura española de cordel)72
. No siempre,
empero, se es tan crédulo al respecto, negándose en El Victorial de Gutierre Díaz de Games que
Merlín fuese hijo del diablo, ya que éste, "por ser espíritu, no puede engendrar, provocar puede
cosas que sean de pecado, que éste es su oficio"73
.
70. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., pp. 231-232.
71. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 71.
72. CARO BAROJA, Julio, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente,
1969, p. 324.
73. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 516.
25
El pacto con el demonio para la obtención de poder, honores, o riquezas, es un motivo
bastante frecuente, iniciándose en el milagro de Teófilo74
incluido en los Milagros de Nuestra
Señora de Gonzalo de Berceo, y continuando en los capítulos LXXXII y LXXXIX de los
Castigos e documentos del rey don Sancho, el ejemplo XLV del Conde Lucanor, titulado "De lo
que aconteció a un hombre que se hizo amigo y vasallo del diablo", el Corbacho del Arcipreste
de Talavera y el Libro de los ejemplos por ABC. En la descripción de estos pactos se quiere ver
en alguna ocasión la descripción de un aquelarre, así, en la estrofa 734 de la citada obra de
Berceo75
, aunque, en nuestra opinión nada hay que justifique dicha aseveración, por cuanto
solamente se alude a "muy grandes gentes/ con ciriales en las manos y con cirios ardientes/ con
su rey en medio, feos, que no lucientes/ la querría don Teófilo ser con sus parientes"76
.
2. LOS PODERES DEL DEMONIO.
Los distintos tipos, propiedades, poderes y maleficios de los diablos serán una constante
en una literatura demonológica cada vez más desarrollada. Por citar alguna referencia
ultrapirenaica, Santo Tomás de Aquino hablará de ellos, entre otros lugares, en su Tratado del
gobierno del mundo incluido en su celebérrima Suma Teológica, mostrando cómo los demonios
combaten continuamente a los hombres, ora incitándolos a pecar, ora castigándolos, a la vez que
saben las cosas "que pasan exteriormente respecto a los hombres", si bien sólo Dios, "que pesa
las almas", conoce su auténtica condición interior. Aunque el demonio no pueda forzar la
voluntad humana, puede, sin embargo, "alterar de algún modo las potencias inferiores del
hombre, mediante las cuales, aunque no se coacciona a la voluntad, sí se la puede inclinar"77
.
74. Algunas notas sobre los orígenes de la leyenda de Teófilo en COHN, Norman, Los demonios
familiares de Europa, Madrid, Alianza, 1980, p. 295.
75. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 122.
76. BERCEO, Gonzalo de, "Milagros de Nuestra Señora", Obras completas, 3º edición, Logroño,
Instituto de Estudios Riojanos, 1977, p. 403.
77. AQUINO, Tomás de, Suma Teológica, vol. III, edición de Francisco Barbado Viejo, Madrid,
BAC, 1959, pp. 969-972.
26
Pero todo ello constituye un juego de niños ante la imagen demoníaca que nos muestra el Malleus
Maleficarum, donde, entre otras cosas, se abordan sus innumerables denominaciones:
"Según la Etimología, Diablo en griego significa encerrado en un ergástulo, lo
cual le conviene porque no le está permitido hacer tanto daño como querría. O también
diablo significa el que desciende, porque fluye, es decir, corre, según su ser y su
colocación. Se le llama también demonio, esto es, el que gusta de la sangre (o el
sanguinario), a saber, por el pecado, del que tiene sed y lo procura por la triple ciencia de
que dispone: la sutileza de su naturaleza, la experiencia y la revelación de los ángeles
buenos. Se le llama Belial, lo que se interpreta como el sin yugo o sin amo, porque lucha
con todas sus fuerzas contra aquél al que debería estar sometido. Se le llama también
Beelzebul, que significa el hombre de las moscas, es decir, de las almas pecadoras que
han abandonado al verdadero Esposo: Cristo. También Satanás, es decir, el adversario, de
donde aquello de San Pedro, vuestro adversario el diablo da vueltas buscando a quien
devorar. Igualmente Behemoth, es decir, la bestia que vuelve a los hombres bestiales.
Empero, el demonio de la fornicación y el príncipe de esta repugnancia se llama
Asmodeo, que significa fábrica de juicio, porque a causa de este vicio hubo un juicio
terrible sobre Sodoma y otras cuatro ciudades. De la misma manera al demonio del
orgullo se le llama Leviatán, lo que significa su exaltación...el demonio de la avaricia y
de las riquezas se llama Mammón"78
.
Hay demonios masculinos (íncubos) y femeninos (súcubos), y el motivo por el cual los
diablos se convierten en tales no es la búsqueda del placer carnal, por cuanto son espíritus y por
ello no tienen carne ni hueso, sino el deseo de herir por medio del nefasto vicio de la lujuria las
dos naturalezas del hombre, la corporal y la espiritual, a fin de hacerle más inclinado al vicio. Son
capaces de conservar el semen para proceder a la concepción de hombres que vivirán siempre
inmersos en el mal, y, de este modo, "el demonio íncubo puede, con el permiso de Dios, realizar
el coito, y no como si el semen viniese de él, sino utilizando el de otro hombre cuando éste lo
emite en el coito. Porque ocurre que el demonio que actúa de súcubo con el hombre se hace
íncubo con la mujer...si se pregunta que de quien es el hijo que nace, queda claro que no es hijo
del demonio, sino hijo del hombre, cuyo semen fue tomado...un demonio unido a una mujer
recogería el semen de otro demonio unido a un hombre"79
. Queda fuera de toda duda que los
78. KRAEMER Y SPRENGER, El martillo de las brujas para golpear a las brujas y sus
herejías con poderosa maza, traducción de Miguel Jiménez Monteserín, Madrid, Ediciones
Felmar, 1976, p. 77.
79. KRAEMER Y SPRENGER, op. cit., pp. 68-69.
27
demonios pueden provocar esterilidad en el varón, recogiéndose las cinco maneras en que son
capaces de efectuar esto incluidas por Pedro de la Palud en sus Sentencias: impedir que los
cuerpos se aproximen, sea directa o indirectamente (llegando hasta el punto, en ocasiones, de
interponerse el propio demonio entre ambos); enfriar el deseo del varón, turbar la imaginación a
fin de volver repugnante a una mujer, reprimir directamente la erección del miembro viril, y
obstruir las vías por las que fluye el semen. Sus poderes llegan hasta el punto de impedir la
relación con una mujer y no con las demás, o eliminar el deseo carnal solamente hacia una mujer
concreta80
. Son capaces de privar de la razón a los hombres, llamándose a sus víctimas
arrebatados o poseídos; así como de impulsar a los individuos a amores u odios desordenados81
.
España, por supuesto, no permanecerá ajena a todas estas elucubraciones. Algo anterior al
Malleus será el Fortalitium Fidei de Alonso de Espina82
, cuyo libro quinto se denomina,
precisamente, De bello daemonum, abordando en el mismo cuestiones tales si hay demonios, su
naturaleza, cualidad, ciencia, morada, malicia y propiedades; la guerra sostenida en los cielos
entre demonios y arcángeles y en la tierra con el género humano, su perdición y derrota final, la
guerra llevada a cabo por los demonios tras la venida de Cristo, la diversidad de los mismos,
puesto que hay nueve clases, la cualidad de los cuerpos en los cuales los demonios se aparecen, y
el fin de la guerra sostenida por los demonios.
80. KRAEMER Y SPRENGER, op. cit., pp. 122-123.
81. Ibidem, pp. 113-114.
82. ESPINA, Alonso de, Fortalititum Fidei in Universos Christianae Religionis Hostes
Judeorum et Saracenorum, Lyon, Joannes Moglin, 1525.
Nuestro hombre no alberga la menor duda acerca de su existencia, y recoge las distintas
28
denominaciones con que se le conoce: los judíos le llaman Husa y Azael, los musulmanes Aroth
y Maroth, los cristianos, por su parte, emplean muchos nombres, tales el diablo, Satanás, el
exterminador o destructor, el demonio, Leviathán, Behemoth, Belial y Belcebú. Los demonios
son ángeles, diviendose en nueve clases al igual que aquéllos. Son muy listos, e intentan imitar y
ridiculizar lo que Dios y los ángeles buenos hacen o han hecho, por lo que es muyimportante que
la gente no se engañe. Algunas personas ingenuas, por ejemplo, creen que hay mujeres, llamadas
fates o Parcae (es decir, hadas), que son hilanderas del destino de cada individuo en el mundo,
hilando y predestinando el futuro bien en el mismo momento del nacimiento, o durante la vida de
la persona. Pero todo ello pertenece solamente a Dios, por lo que las personas que creen haber
visto a estas mujeres en realidad han visto a demonios que intentan imitar los poderes divinos
acerca del futuro. Por lo que se refiere a los llamados duendes de las casas, son demonios que
aparecen durante la noche, moviendo y rompiendo cosas, sobre todo vasijas de vino, y robando
las mantas de las camas. Pero aunque parezca que los duendes han hecho mucho daño, todas
estas cosas aparecen en su sitio por la mañana. Los demonios pueden asimismo aparecer en
figura de hombre o de mujer (íncubos y súcubos), y tienen capacidad de procrear de la siguiente
manera: un demonio se convierte en súcubo o mujer, y seduce a un hombre en su lecho, pero tras
la cópula el demonio retiene el semen del hombre, convirtiéndose en un íncubo o demonio varón,
y al copular con una mujer implanta el semen en ella. De este modo los demonios efectúan una
transmisión de semen y las mujeres quedan embarazadas, siendo el ejemplo más famoso el del
mago Merlín. A menudo las mujeres, e incluso las monjas más piadosas, sufren las visitas de
estos íncubos, que las despiertan, las arrancan de la cama o las abrazan mientras estan rezando,
de modo que al despertarse de una especie de sueño se encuentran en un estado de polución, al
igual que una mujer que acaba de copular con un hombre. No hay manera de evitar esto, salvo
con la presencia de un crucifijo. Los íncubos son nueve veces más numerosos que los súcubos, y
así el demonio se aprovecha del hecho de que las mujeres tengan apetitos más desenfrenados que
los hombres.
No sería Alfonso de Espina el único preocupado por cuestiones demonológicas. Bernardo
Bassin, que escribe en las postrimerías del siglo XV, volverá a aludir a sus malignas propiedades:
trastornar los elementos, provocar tempestades, destruir montes, colinas, árboles e hierbas, tomar
la forma de animales y de hombres, producir enfermedades yla muerte, etc83
. Encontraremos más
83. BASSIN, Bernardo de, De Artibus Magicis ac Magorum Maleficiis Opus Praeclarissimum,
29
referencias en los Supra Genesis Commentaria redactados por el obispo abulense Alfonso de
Madrigal, "el Tostado", siendo las más conocidas las relativas, nuevamente, a íncubos ysúcubos
y su capacidad de procrear (Merlín, de nuevo, aparece como fruto de estas relaciones), mostrando
además cómo los hombres nacidos de estas uniones son muy fuertes y de gran estatura84
.
Dado que todas estas obras están escritas en latín, su conocimiento no debió trascender de
la minoría de clérigos e intelectuales capaces de leer con fluidez este idioma, pero a partir del
siglo XVI estas ideas se repetirán con bastante frecuencia en la literatura en romance.
Torquemada, en su Jardín de flores curiosas, señala que los demonios son espíritus puros, como
lo entienden autores de la talla de Juan Damasceno, Gregorio Magno o Tomás de Aquino, aunque
les está permitido aparecer como cuerpos visibles, al igual que los ángeles, y así toman cuerpos
que, aunque nosotros les llamamos fantásticos, porque pronto desaparecen, verdaderamente son
cuerpos visibles, formados de materia tan sutil y delicada que se deshace. No faltan, empero,
doctores que afirman que los demonios son corpóreos hasta el punto de tener necesidad de
mantenimientos con los que sustentarse y de huir de las armas, ya que padecen con los golpes85
.
Intentan por todos los medios la condenación de los hombres, incitándolos sobre todo al pecado
de la lujuria, haciéndoles soñar carnalidades y deleites, "hasta envolvernos en poluciones que,
deleitándonos en ellas, después que despertamos, son causa de que pequemos mortalmente", si
bien a otros les hace soñar con grandes riquezas86
. Parece que son más libres y abundantes en las
regiones nórdicas, y algunos dicen que éstas constituyen la principal habitación de los
demonios87
.
incluido en "Mallei Maleficorum ex Multis Authoribus Conflati", Lyon, Ioanam Iacobi Iuntae,
1584, p. 18.
84. MADRIGAL, Alfonso de, Alphonsi Tostati Hispani Abulensi Episcopi Opera Omnia, vol. 1.
Commentaria in Genesim, Colonia, Ioan Gymnici y Antonio Hierati, 1613, p. 120.
85. TORQUEMADA, Antonio de, Jardín de flores curiosas, edición de Giovanni Allegra,
Madrid, Castalia, 1982, pp. 281-282.
86. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., p. 329.
87. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 444-445.
30
También para Martín del Río, innúmeras son las facultades del demonio, aunque es de
notar que su poder tiene limitaciones: tiene poco o ninguno para resucitar a un hombre (si bien,
"podría...si Dios lo permitiese obligar a un ánima condenada a meterse en un cuerpo para
moverlo y hacer demostración de algunas operaciones en el mismo")88
, y no puede forzar la
voluntad humana (solamente inclinarla al pecado por medio de sugestiones, malos consejos y
otras tentaciones), de ahí que sea incapaz de evitar que cualquier pecador, ni siquiera las brujas,
se arrepienta y renuncie al pacto que con él firmó89
. En sucesivos capítulos de su obra, nuestro
autor se plantea si los demonios pueden cambiar la cantidad de los cuerpos, colocar un mismo
objeto en dos lugares separados o dos cosas en un mismo lugar, otorgar a los brutos inteligencia,
hacer que el hombre ni sienta ni padezca, permanezca largo tiempo dormido o resista sin comer,
mudar el sexo, devolver la juventud, separar el alma del cuerpo, y hacer que las ánimas o
espíritus de los difuntos se aparezcan a los vivos. Puede engañar la vista, el oído y los demás
sentidos, ayudar a la memoria, agudizar el entendimiento, y enseñar algunas artes y ciencias si él
lo desea y Dios se lo permite90
, condicionante este último que aparece citado en bastantes
ocasiones, contraponiéndose de este modo la omnipotencia divina con lo limitado de los poderes
demoníacos.
Torreblanca Villalpando nos muestra cómo el diablo es capaz de actuar sobre las tres
potencias del alma, a saber, incentivando la memoria, haciendo el intelecto más sutil y mejor, y,
aunque no puede forzar la voluntad, es capaz de influirla con visiones e imaginaciones e
inclinarla a las pasiones91
. Engaña a los sentidos y adopta formas fantásticas, como quimera,
88. RIO, Martín del, La magia demoníaca, Madrid, Hiperión, 1991, pp. 596-597.
89. RIO, Martín del, op. cit., pp. 409-419.
90. RIO, Martín del, op. cit., pp. 406ss.
91. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, Daemonologia sive De magia naturali,
daemoniaca licita et illicita, Maguncia, Teobaldo Schonwetteri, 1623, pp. 233-235.
31
cabra, león o dragón92
. Gaspar Navarro, en su Tribunal de superstición ladina, se plantea si el
demonio puede realizar un maleficio incendiario, si es capaz de transformar una cosa en otra
(como un hombre en una bestia) y cómo engaña los sentidos de los hombres, si puede conservar
un cuerpo vivo sin comer y cómo hace para que los cuerpos de los magos que ya han fallecido
hablen y se conserven sin corrupción93
. Aludirá además a los profundos conocimientos de los
demonios, por cuanto pueden conocer y tener noticia de todas las cosas corporales, que son
menos perfectas que ellos, y tienen ciencia de todo el curso de la naturaleza, saben los
movimientos de los cielos, los elementos, las virtudes de las estrellas, los eclipses, conjunciones,
y otros aspectos de los planetas, las propiedades de los metales, yerbas, medicamentos, peces,
aves, y animales. Saben la astrología, medicina y filosofía mejor que todos los sabios del mundo.
De todo ello, evidentemente, se sigue que los demonios saben muchos secretos, y los pueden
revelar a los hombres que les sirven.
Pero hay tres clases de cosas secretas, unas pasadas, otras presentes, y otras por venir. De
las cosas pasadas en el mundo, aunque los hombres las hayan olvidado, el demonio tiene tan gran
memoria que sabe cómo y de qué manera sucedieron, y las puede contar mejor que un gran
cronista. Y lo mismo se puede decir de las presentes, porque las ve donde quiera que estén, por
muy secretas y escondidas que se hallen, y así puede decir dónde haytesoros escondidos, ydónde
hay venas de agua en la tierra para poder sacar fuentes, aunque es incapaz de conocer los
pensamientos, que están en el corazón del hombre.
92. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, op. cit., p. 237.
93. NAVARRO, Gaspar, Tribunal de superstición ladina, Huesca, Pedro Blusón, 1631, pp. 22v-
24.
En cuanto a las cosas que están por venir, éstas son de tres clases: unas han de venir por
curso de naturaleza, porque pueden ser efectos de causas naturales, y proceden de las virtudes y
32
movimientos de los cielos, estrellas, elementos, humores y de los otros cuerpos naturales,
virtudes de piedras, metales y animales, etc. Y de éstas el demonio tiene ciencia cierta, ya que al
saber toda la astrología, filosofía y medicina, se lo puede revelar a los hombres. Y así, vemos que
los nigromantes dicen y aciertan en qué días, meses y años ha de llover, nevar, tronar, granizar,
cuales de ellos serán fríos, calientes, secos y húmedos, cuales serenos o nublados, claros y
oscuros, en cuales habrá cometas y terremotos, pestilencias y enfermedades, yotras cosas de este
tenor.
Hay otras cosas que han de venir por voluntad de los hombres, yque solamente dependen
de su libre albedrío, como casas, edificios, viñas, bandos, paces, casamientos, robos, tratos,
compras, ventas, etc. De éstas, el demonio no tiene ciencia cierta, porque dependen de la libre
voluntad de los hombres, y el diablo es incapaz de conocerlas, y ello es un lugar común de toda
esta literatura: Benito Perer afirma cómo el demonio siempre falla prediciendo el futuro al ser
incapaz de adivinar las cosas que dependen del libre arbitrio94
. Pero no es menos cierto que por
algunas conjeturas de los tiempos pasados, puede tener noticia de lo que ha de suceder, y,
también, porque como es tan astuto, sabe las naturalezas particulares e inclinaciones de cada uno,
pudiendo deducir lo que será o ha de hacer el hombre. Pero esto no lo sabe como algo cierto e
infalible, sino por conjeturas, y así lo revela a sus nigrománticos, hechiceros y adivinos.
Finalmente, hay otras cosas que han de venir por mero azar, y de ellas no puede el
demonio tener ciencia cierta, porque no tienen causas determinadas. Y así, en las tales cosas que
revela a sus adivinos, la mayor parte de las veces éstos se equivocan, ya que solamente a Dios
ninguna cosa le viene por hado o fortuna, porque todas las tiene presentes. De todo ello se
concluye, que el demonio algunas cosas sabe de cierto, otras por conjeturas, yotras no las sabe de
ningún modo, sino que anda adivinando95
.
Pero, ¿a qué se debe tamaña inquina del demonio hacia los hombres? Blasco de Lanuza
94. PERERII, Benedictus, Adversus fallaces et superstitiosas artes, Lyon, Horatium Cardon,
1603, p. 172.
95. NAVARRO, Gaspar, op. cit., pp. 6-8.
33
nos responde a esta pregunta, recogiendo las opiniones formuladas otrora por San Antonino de
Florencia: el demonio persigue al género humano por tres motivos, a saber, por malicia, soberbia
y envidia. La malicia, porque tiene odio capital a Dios, causante de sus tormentos, y pretende
vengarse apartando de su obediencia a cuantos pueda. La soberbia, por su parte, le da espuelas
para contraponer demonios tentando a los hombres al ver que Dios señala ángeles particulares
para que los guarden. La envidia, finalmente, porque no soporta la idea de que los hombres
vengan a disfrutar de lo que él ha perdido96
.
Son muy variadas las denominaciones del demonio, y de ello se ocupa Pedro de Medina
en su Libro de la verdad, donde expresa cómo dicha multiplicidad obedece a que por todos estos
nombres se demuestra su malicia. Es dicho demonio, que es lo mismo que el término griego mal
sabiente, porque el demonio, por la gran agudeza de ciencia que le fue dada, por su gran
experiencia del tiempo, por su gran inteligencia de la Escritura, y por la sutilidad de su ingenio,
tiene más conocimiento que los hombres. También es dicho diablo, que en hebraico quiere decir
debajo cayente, ya que al caer del cielo debido a su soberbia, se precipitó en el Infierno. Llámase
también Satán, que quiere decir adversario o contrario, puesto que por corrupción o malicia
siempre es adversario y contrario a Dios, su creador. Y además se le dice Beemoth, que quiere
decir animal o buey, porque así como los bueyes desean roer el heno así él desea roer con los
dientes de la tentación la vida de los corazones que es pura o limpia. También se le llama
Aleviatán, que quiere decir añedimiento, porque él añade mal a mal y no cesa de juntar pena con
pena. Y, finalmente, se le llama en griego Apolión, que quiere decir destructor97
. Benito Noydens
nos ofrece también su particular etimología, figurando entre los nombres del demonio Belial, que
quiere decir absque iugo (sin yugo o sin señor y amo, porque todas sus ansias se encaminan a
querer ser libre y no estar sujeto al creador), Beelzebub que significa vir muscarum (de las almas
que pecaron y dejaron a su verdadero esposo Jesucristo), Satanás, esto es, adversario (porque
siempre es contrario a nuestra salud ybienaventuranza), Behemot, que quiere decir bestia (porque
hace a los hombres semejantes a los brutos), Asmodeus, que significa Factura iudicii (porque por
96. BLASCO LANUZA, Francisco de, Patrocinio de ángeles y conbate de demonios, San Juan
de la Peña, Juan Nogués, 1652, pp. 468-469.
97. MEDINA, Pedro de, Libro de la verdad, Sevilla, Alonso de la Barrera, 1576, III parte,
diálogo XXI.
34
semejante pecado, recayó el espantoso juicio sobre Sodoma y las demás ciudades nefandas),
Leviatán o demonio de la soberbia (porque tentó a los primeros padres llamando a su soberbia), y
significa additamentum, porque les prometió añadidura de divinidad. Otras veces se le llama
Mamona, que es demonio de la avaricia. El término Taemon significa sanguinis sitiens, porque
tiene tanta sed y procura con tanto anhelo los pecados. El nombre de diabolus se deriva de a dia,
quod, est duo, y bolus, bocado, porque se come los dos bocados del hombre, cuerpo y alma.
También significa acusador, calumniador, y malsin, oiorque según San Benito, puesto que el
mismo es ayudador de nuestros pecados, y acusador, disfrutando con nuestra perdición, y
descubriendo nuestras obras98
. Francisco de Blasco Lanuza nos mostrará cómo Lucifer es el
príncipe de todos ellos, encabezando otros siete demonios que presiden a los vicios capitales que
a su vez son los adalides de todas las huestes infernales: Asmodeo encabeza la lujuria; Leviatán,
la soberbia; Mamona, la avaricia; Berith, la ira; Belphegor, la gula; Belcebú, la envidia; y
Astaroth, la pereza99
. Pero, independientemente del nombre que adopte, su aspecto es
sencillamente sobrecogedor, al menos según nos relata Pedro de Medina:
"Y cuanto a la figura del demonio aquel espíritu malo ysucio. Aquella espantable
bestia su vista es de tanto temor que vence todo género de tormento más de lo que acá en
el mundo se puede imaginar. Son más negros que la pez como aquéllos que toman la
color del fuego en que contino arden que es madre de todo negror. Sus caras son muy
espantosas, los ojos semillados, saltando de ellos centellas, las narices rebajadas o muy
romas o muy gruesas o muy altas o muy grandes o muy abiertas como aquéllos que
siempre fingen tragar, los dientes muy agudos, las gargantas muy anchas y todas las otras
hechuras por esta manera. Todos son bocas, todos uñas, de todos salen llamas de fuego
muy quemantes, por ojos, por orejas, por narices, por bocas. Y generalmente por todo el
cuerpo...en manera que tan feos y espantables son en sí mismos que solamente verlos es
muy grave tormento. Sus voces son muy doloridas, muy grandes, y muy enojosas de oir,
que sólo en oirlas ponen muy gran espanto. Sus condiciones son éstas: falsos, mentirosos,
engañosos, sucios, desordenados, disolutos, lujuriosos, escarnidores, tristes, enojosos,
contradecidores del bien, presumidores del mal, sospechosos, desmesurados,
desvergonzados, temerosos, rabiosos, avarientos, maldicientes, denostadores. Su
conversación es muy aborrecible porque entre ellos nunca jamás haypaz, nunca holganza
ni sosiego, nunca verdad ni fieldad, nunca amor ni amistad, mas siempre tienen guerra,
trabajo, revuelta, discordia, mentira, falsedad, engaño, envidia, tristeza, rencilla,
98. NOYDENS, Benito Remigio, Práctica de exorcistas y ministros de la Iglesia, Madrid,
Andrés García de la Iglesia, 1666, pp. 45-46.
99. BLASCO LANUZA, Francisco de, op. cit., p. 487.
35
malquerencia y desigualdad"100
.
Existen muchas clases de demonios, y varias son las clasificaciones empleadas por los
autores de la época, con una notable influencia de mitologías grecolatinas ynórdicas, acudiendo a
los modelos ofrecidos por el bizantino Miguel Psellos, Trithemio y Olao Magno101
, autor éste de
una Historia de gentibus septentrionalibus donde describe las numerosas maravillas que se
pueden encontrar en las regiones nórdicas. Torquemada nos habla de los seis tipos de demonios
existentes recogiendo la tipología empleada por Psellos (clasificación, por otro lado, que tuvo una
gran difusión en la época, encontrándola en El alguacil endemoniado y el demonio calabrés de
Quevedo102
): los primeros son los que quedaron en la suprema región del aire, a los cuales llaman
ángeles de fuego, por estar tan cerca de aquella región. Fueron los que tuvieron menor culpa,
puesto que son los que más cerca se hallan del cielo, y tienen por mayor y más principal pena la
contemplación de haberlo perdido por su maldad, y parece que no hacen tanto daño como los
segundos, que son los que se encuentran desde la media región del aire hasta cerca de la tierra.
Estos son los que algunas veces mueven los vientos con mayor furia de la acostumbrada, los que
congelan las espantosas nubes fuera de tiempo, y los que hacen venir los truenos, rayos,
relámpagos, y granizar y apedrear los panes y viñas y frutos de la tierra, y de ellos se aprovechan
los nigrománticos cuando quieren hacer todos estos daños. Los terceros están en la misma tierra,
y tienen como principal oficio perseguir a los hombres para hacerlos pecar y para que pierdan el
lugar que ellos tenían en el cielo, puesto que tienen envidia de que los hombres puedan venir a
gozarlo. Estos nos fatigan, nos dan trabajos, nos engañan y atraen todas las maldades que
hacemos y cometemos, y así, nos ponen acechanzas de día y de noche, con malas obras y malos
pensamientos, tentando nuestras almas y persuadiéndonos a que vamos por el camino de la
perdición. Los cuartos se encuentran en las aguas, así en la mar, como en los ríos, lagos yfuentes,
donde no cesan de provocar tempestades y de perseguir a los que navegan, poniéndolos en
100. MEDINA, Pedro de, op. cit., III parte, diálogo XLVI.
101. CARO BAROJA, Julio, Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y
carácter en la España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Sarpe, 1985, p. 80.
102. QUEVEDO, Francisco, Obras completas. Prosa, vol. 1, 6ª reimpresión, Madrid, Aguilar,
1988, pp. 147-148.
36
peligro con grandes y crecidas tormentas, y así, procuran destruir los navíos, llamando también
en su ayuda a las bestias que en el mar se crían; y lo mismo hacen en los ríos, conduciendo los
barcos de manera que se trastornen; y guían asimismo a los que nadan para que trabándose en
algunas rocas, o metiéndose en algunos remolinos, no puedan salir. Los quintos los encontramos
en las cuevas y concavidades de la tierra, donde persiguen a los que andan cavando las minas de
los metales y los pozos y otros edificios subterráneos, procurando que se caigan ypierdan la vida.
Son los que causan los temblores de tierra, trayendo en su ayuda la furia de los vientos que dentro
se encierran, de lo que se hunden a veces algunos lugares, principalmente los que están
edificados cerca del mar103
. A los sextos los hallaremos en los mismos abismos, cuyo propio
nombre es el Infierno, y tienen por principal oficio atormentar las almas de los condenados104
.
Martín del Río, por su parte, recoge la clasificación, prácticamente idéntica, incluida en la
obra de Trithemio, que también distingue seis clases de demonios. Los primeros son los llamados
ígneos, porque divagan en el entorno de la atmósfera superior. Los segundos son los aéreos,
porque errando por el aire viven siempre cerca de nosotros. Son de un humor violento y furioso,
lo que les lleva a maquinar muchas insidias. Cuando realizan sus ataques, por una parte desean
pasar desapercibidos, pero por otra ejercen la violencia. El tercer género es el que llamamos
terrestres, y algunos de éstos andan por los bosques y espesuras, poniendo trampas a los
cazadores. Otros, en cambio, están en campo abierto, y son los que de noche extravían a los
viandantes. Otros moran en antros y cavernas. Los restantes, menos furiosos y perturbados que
los demás, gustan de entretenerse con los hombres en la oscuridad. A veces residen, y así se lo
prometen a los nigromantes, en el interior de un recipiente de vidrio o cristal, o en un espejo, y a
la llamada de encantamientos responden a las mujercillas. El cuarto género de demonios se
denomina acuáticos, porque viven sumergidos a orillas de ríos y lagos. Son muy iracundos,
agitados e inquietos, amén de traicioneros, pues en la mar levantan tempestades, echan los barcos
a pique y a muchos quitan la vida en las aguas. Cuando estos demonios asumen cuerpo visible, es
casi siempre de apariencia femenina, siendo más raro verlos masculinos. El quinto género se
103. Sobre estos demonios subterráneos, SANCHEZ GOMEZ, José, "Magia, astrología y
ocultismo entre los mineros del siglo XVI", Studia Historica, VI, 1989.
104. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 254-261.
37
llama subterráneo, porque habita en grutas, cavernas y concavidades remotas de los montes.
Estos demonios son los más dispuestos a la destrucción del género humano. Atacan sobre todo a
los que cavan pozos y minas y a los buscadores de tesoros escondidos bajo tierra. Abren grietas
en la tierra, levantan vientos que vomitan llamas, y sacuden los cimientos de los edificios. A
veces, por la noche, salen en manadas de los montes al campo, y allí ejecutan danzas
maravillosas, y a una señal dada se desvanecen y retornan a sus recovecos. El sexto género de
demonios se llama lucífugo porque aborrecen y detestan sobre todo la luz, y así jamás se
aparecen de día ni pueden tomar cuerpo si no es de noche. Se trata de un género de demonios
inescrutable y de lo más tenebroso, agitado por furiosas pasiones, malicioso, inquieto y
perturbado. Acometen a los hombres y con violencia se posan sobre ellos en las horas nocturnas,
y con harta frecuencia, si Dios lo permite, causan la muerte con su aliento o su contacto. Uno de
estos demonios nocturnos es la princesa de las súcubas, que en hebreo se llama Lilit, derivado de
layela (la noche) porque tales demonios no suelen atacar a los varones sino de noche, aunque, en
cambio los demonios íncubos estan activos también de día105
.
Pero si tanto Torquemada como Martín del Río aluden a seis clases de demonios,
Torreblanca Villapando se lleva la palma, distinguiendo nada menos que diez y ocho géneros,
entre ellos los ígneos, aéreos, acuáticos, terrestres, los que plantean enigmas a los hombres (como
la esfinge), los que habitan en las casas, llamados larvas, lemures, o, en España, trasgos y
duendes; los que se aparecen bajo la forma de muchachas o de ninfas en parajes agradables, los
que se muestran en época de peste, los que se sienten por sus voces y sonidos, los que habitan en
los campamentos militares, los que viven en los monumentos, los que provocan tristeza, los
sátiros, los subterráneos y los lucífugos106
.
El demonio engaña a sus secuaces y familiares con el cebo de los actos carnales,
participando con las mujeres tomando cuerpo de varón (íncubos), y con los hombres tomando
cuerpo de mujer (súcubos). No obtiene deleite alguno en estos actos, ya que es puro espíritu, pero
sus ministros y familiares obtienen más placer que comunicando con hombres o mujeres, por
105. RIO, Martín del, op. cit., pp. 525-547.
106. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, op. cit., pp. 284-288.
38
cuanto "allí cesa todo lo que impide el deleite carnal, y suple o podría suplir el demonio por su
virtud natural todo lo que favorece para lo acrecentar"107
. Torquemada recoge nuevamente la idea
de que Merlín fue engendrado de esta manera (Gaspar Navarro incluye además a Hércules108
, el
dominico Tomás de Maluenda a Alejandro Magno y Julio César109
), aunque tiene por falso que
los demonios se aficionen de las mujeres, y si alguna vez lo muestran es mero fingimiento, ya que
lo que procuran es la perdición de su alma110
, narrando algunos casos al respecto para que nadie
se llame a engaño:
"Estando en la isla de Cerdeña, en la ciudad de Callar, donde entonces se trataba
de la Inquisición de algunas brujas, las cuales decían comunicarse con las de Francia y
Navarra, que había poco tiempo que fueran perseguidas y castigadas, y fue que una
doncella muy hermosa, de edad de diez y siete o diez y ocho años, atraída por una de
estas brujas, vino a tener sus inteligencias y comunicación con un demonio, el cual venía
algunas veces a visitarla en figura de una de los más hermosos y gentiles hombres del
mundo, y así, la traía engañada y tan a su voluntad como quería; porque la doncella se
enamoró extrañamente de su gentileza; el cual cuando ya vio que era tiempo, dio orden
como se descubriese el delito, y siendo la doncella presa por ello, jamás se pudo acabar
con ella que se reconciliase, antes muy obstinada en pensar que el demonio la había de
valer como le había prometido, y también en la afición y amor que con él había tomado,
sobre lo cual decía muchas cosas que espantaban a los que la oían, con su pertinacia y
engaño dejó meterse viva en el fuego, llamando siempre por él, adonde recibió el pago
que merecía de su locura, perdiendo juntamente el cuerpo y el ánima, que con tan gran
facilidad pudiera salvar, muriendo cristianamente y arrepintiéndose de su pecado y
recibiendo con paciencia la muerte"111
.
Martín del Río también se plantea si existen demonios íncubos o súcubos, no
107. CASTAÑEGA, Fray Martín de, Tratado de las supersticiones y hechicerías, Madrid,
Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1946, pp. 5758.
108. NAVARRO, Gaspar, op. cit., p. 20v.
109. MALUENDA, Fray Tomás de, De Antichristo, Roma, Carolum Vulliettum, 1604, pp. 78 y
79.
110. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 279-282.
111. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 282-283.
39
manifestando la menor duda sobre la posibilidad de que entablen relaciones sexuales con los
humanos (los maléficos y las lamias suelen tenerlas, aquéllos con súcubas yéstas con íncubos), y
que de ellas se siga descendencia (aunque los demonios no pueden engendrar por sí mismos,
recogiendo el proceso ya indicado en el Malleus por medio del cual el semen de un varón se
transmite a través de una mujer por intermedio de una relación con algún demonio). De estos
contactos se puede seguir incluso placer carnal para los humanos112
. Y todavía a mediados del
siglo XVII Francisco de Blasco Lanuza señalaba que el negar la existencia de íncubos y súcubos
sería "temeridad y desvergonzado atrevimiento", aunque existen remedios contra ellos, tales
asistir a los tmeplos, algunas fórmulas sagradas, la confesión y la comunión devotas, el agua
bendita y el Ave María, la devoción a San Benito (el autor era benedictino), los exorcismos de la
Iglesia y el mudar de lugar (porque a veces el demonio mora allí por maleficio), siendo estos
remedios eficaces siempre que se utilicen con viva fe113
. Las intromisiones del demonio en la
vida cotidiana de los hombres son continuas, por cuanto no se limitan a estos contactos carnales,
transmitiéndonos Torquemada algunos relatos al respecto:
"(Caso notable de un muchacho, que acaeció en la ciudad de Astorga) En el
pueblo adonde yo nací y me crié estaba un hombre letrado y honrado, el cual tenía dos
hijos, y el uno, que podría haber doce o trece años, hizo cierta travesura, de la cual en
tanta manera se enojó su madre, que comenzó a ofrecerle yencomendarle muchas veces a
los demonios que se lo llevasen delante. Esto era a las diez de la noche, que hacía muy
oscura; y como la madre no cesase de seguir sus maldiciones, el muchacho, con miedo, se
salió a un corral que en la casa había, y allí desapareció, de manera que, aunque le
buscaron con todo cuidado, no pudieron hallarle, estando muy maravillados, porque las
puertas estaban cerradas y no había por donde poderse haber salido, y habiéndose así
pasado más de dos horas, estando los padres fatigados, oyeron estruendo en una cámara
que estaba encima de ellos, y el muchacho, que con muy gran dolor parecía que estaba
gimiendo; y subiendo allá y abriendo la puerta, que también estaba con llave, halláronle
tan maltratado, que era la mayor lástima del mundo verle; porque demás de tener todos
los vestidos rasgados y hechos muchos pedazos, tenía la cara y las manos y casi todo el
cuerpo magullado y rasguñado como de espinas y estaba desfigurado y tan desmayado,
que en toda aquella noche no acabó de volver en sí. Los padres, lo mejor que pudieron, le
curaron y le hicieron todos los beneficios que les pareció que podían aprovecharle; yotro
día, que pareció el muchacho haber cobrado el juicio, le preguntaron qué era lo que en
aquella noche le había acaecido, y él les dijo que, estando en el corral, había visto cabe sí
unos hombres muy grandes y feos y espantables, los cuales, sin hablar palabra, le tomaron
112. RIO, Martín del, op. cit., pp. 312-319.
113. BLASCO LANUZA, Francisco de, op. cit., pp. 803-809.
40
y llevaron por el aire con tan gran velocidad, que no hay ave en el mundo que tanto
volase; y que, descendiendo a unos montes muy llenos de espinos, le habían traído
arrastrando por medio de ellos para una parte y para otra, de manera que le habían puesto
de la suerte que veían; y que al fin le acabaran de matar, sino que él tuvo tino de
encomendarse con gran voluntad a Nuestra Señora que le valiese, y que, a la hora,
aquellas visiones le habían vuelto por el aire y le habían metido por una ventana pequeña
que estaba en la cámara y que allí lo habían dejado, y se volvieron por donde había
venido. A este muchacho conocí yo después de mucho tiempo, y del trabajo que pasó
quedó sordo y adobado, de manera que nunca fue el que antes era y pesábale de que le
preguntasen o trajesen a la memoria lo que por él había pasado"114
.
Las Relaciones escritas en la época, por su parte, se hacen eco también de sucesos de este
tenor, como algunas de las recogidas por Ettinghausen, tales la Relación muy verdadera en la
cual se contienen dos obras dignas de grandísima admiración. La primera trata cómo en la villa
de Castro aparecieron treinta y cinco legiones de demonios. Dase cuenta de las cosas que
hicieron, y letras que en el suelo escribieron, en seis días que estuvieron en su término y lugar
(Murcia, 1613), o la Breve relación que declara y da cuenta de un caso maravilloso sucedido en
la ciudad de Alcaraz tierra de la Mancha con una mujer malediciente que habiendo parido
ofreció muy de veras al maligno su pecho (1671)115
.
3. EL DEMONIO EN LA LITERATURA.
En la literatura moderna española, por su parte, la presencia del demonio es bastante
frecuente. Gil Vicente, en su Auto de la Barca de la Gloria, utiliza el viejo recurso, tan
típicamente medieval, de presentar a una serie de personajes (Papa, Cardenal, Arzobispo, Obispo,
Emperador, Rey, Duque, Conde) que comparecen ante él116
. En el teatro de Diego Sánchez de
Badajoz, el Diablo es el polo opuesto a Cristo y la Virtud, ya que representa la fuerza negativa y
114. TORQUEMADA, Antonio de, pp. 257-259.
115. ETTINGHAUSEN, Henry, Noticias del siglo XVII: relaciones españolas de sucesos
naturales y sobrenaturales, Barcelona, Pulvill Libros, 1995.
116. VICENTE, Gil, "Auto de la barca de la gloria", Teatro, edición de Thomas R. Hart, Madrid,
Taurus, 1983.
41
el poder del mal. En algún caso, como en la Farsa del juego de cañas, se encuentra capitaneando
el ejército de los pecados, adquiriendo casi la categoría de antagonista de la divinidad.
Normalmente aparece en la escena, siempre "en figura de bestia fiera" como ángel caído, frente a
otros ángeles emisarios y representantes del poder divino, como en la Farsa de Santa Bárbara o
en la Farsa militar, en tanto en la Farsa de los doctores es el Pastor quien se enzarza en una
grotesca lucha con él117
.
Lo encontramos en 22 de los 38 autos sacramentales de Lope, donde aparece como
instigador de todos los crímenes y corroído por la envidia, encarnado como negro, serpiente o
dragón, o con su imagen más clásica de cuerno, rabo y pezuñas, representando la malicia, la
mentira, el error y la culpa. Es resentido y soberbio, enemigo del hombre, y desata terribles
fuerzas para llevarle al Infierno118
. Así, en La Maya, sale como el rey de las tinieblas. En
Barlaam y Josafat, como galán y en forma de mujer para tentar, cómo no, al ermitaño Josafat. En
San Nicolás de Tolentino, es mostrado de máscara y en diversas figuras, como leones, sierpes y
otras, siempre para atacar al santo. En San Isidro labrador de Madrid su máximo cuidado es
procurar que éste abandone la oración. En La creación del mundo y primera culpa del hombre,
Luzbel, tras presentarse al mismo nivel que la divinidad ("Tan bello en mi ser me vi/ que porque
admirar se pueda/ no sé si a Dios le conceda/ primero lugar que a mí/ Pues cuando de su
grandeza/ puso en mí tanto caudal/ pienso que hizo en mí otro igual/ poder, virtud y
belleza....igual le soy en poder/ igual en naturaleza/ en calidad, en belleza/ y si El ha podido
hacer/ esa creación, yo podría/ lo mismo hacer con mi ciencia") y producirse su caída, anuncia su
venganza: "Que importa que del cielo me haya echado/ injustamente Dios. Que importa ahora/ si
con la ciencia infusa me ha dejado...mas de una diabólica asechanza/ valerme intento, mi
inmortal cuidado/ guerra promete al hombre a espada y lanza"119
. Y tienta a comer la fruta
117. SANCHEZ DE BADAJOZ, Diego, Farsas, edición de Miguel Angel Pérez Priego, Madrid,
Cátedra, 1985, pp. 51-52.
118. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit., pp. 205ss. Vid. FLECNIAKOSKA, J.L., "Les roles
de Satan dans les autos de Lope de Vega", Bulletin Hispanique, LXVI, 1964.
119. VEGA, Lope de, Obras escogidas, volumen 3, edición de Federico Carlos Sainz de Robles,
5ª edición, Madrid, Aguilar, 1987, pp. 86-87.
42
prohibida, y pone a Caín en contra de Abel, y hace que Lamen mate a su padre Caín
accidentalmente.
En Satán, por su parte, Calderón personifica la tensión entre el bien yel mal. En La dama
duende, Lucifer se aparece en forma de doncella a un pastor. No hay cosa como callar esboza el
motivo de la venta del alma al diablo, en este caso para conseguir el amor de una dama. El
mágico prodigioso gira en torno a las manipulaciones del demonio que se introduce con
diferentes máscaras, ora aparece con la personalidad de un profesor de teología, caballero de capa
y espada, astrólogo que domina la magia, o cortesano alcahuete, revelándose finalmente como un
espíritu dañino. Nos encontraremos nuevamente en esta obra con el tema del pacto con el
demonio: en este caso, Cipriano pretenderá conseguir el amor de Justina, pero ésta vence todas
las tentaciones. El drama finaliza con la aparición espantosa del demonio sobre una sierpe,
manifestando la gloria de los dos mártires y su impotencia en sus esfuerzos por destruirlos. En
Las cadenas del demonio San Bartolomé le silencia esgrimiendo su báculo a modo de cruz, y
ahuyenta al demonio de la estatua a través de la que hablaba. La prueba decisiva del poder divino
se da con la curación de la endemoniada, Irene, que en un pacto había ofrecido voluntariamente
su alma al diablo, pero San Bartolomé consigue arrojarle del cuerpo de la doncella. El demonio
aparece en esta obra como el dios Astarot (se coloca el disfraz del poder), como la sacerdotisa
Selenisa (con la simulación de poseer la sabiduria), y, cuando confiesa su impotencia, lleva la
figura monstruosa que le atribuye la tradicion medieval. El José de las mujeres gira en torno a las
maquinaciones del demonio, que trata en vano de confundir y pervertir a Eugenia, la
protagonista, provocando numerosas dificultades para que no alcance, primero, la gracia de la
revelación, y, lograda ésta, para que su ejemplo de santidad cristiana no trascienda. El demonio se
disfraza con la efigie de Aurelio, caballero ya fallecido, para llevar a cabo su tarea con mayor
eficacia, pero Eugenia supera todas las pruebas. Aparece asimismo en 47 de sus autos
sacramentales , asociado con el pecado, la oscuridad, la noche y la culpa120
, así, en El gran duque
de Gandía (tentando a San Francisco de Borja), La devoción de la misa (vestido de soldado, al
igual que en Amar y ser amado), El año santo de Roma (sale como Luzbel, al igual que en La
primer flor del Carmelo y El pastor Fido), No hay más fortuna que Dios, El valle de la Zarzuela
120. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit., pp. 205ss. Vid. CILVETI, A.L., El demonio en el
teatro de Calderón, Valencia, 1977.
43
("vestido de pieles, y en la cabeza una media visera, en forma de testa de león, de quien penderá
un manto también de pieles, asidas las garras a los hombros", de esta guisa aparece también en El
indulto general), El diablo mudo, Andrómeda y Perseo, El cordero de Isaías, A tu prójimo como
a ti (vestido a lo bandolero), El verdadero Dios Pan, La nave del mercader (se nos hace ver al
hombre en medio del camino de la vida, engañado por el demonio, la lascivia y el mundo), El
laberinto del mundo, y Los alimentos del hombre121
.
En el teatro de Tirso de Molina destacan sus apariciones en La madrina del cielo, donde
muestra su eterno odio hacia el hombre, y, sobre todo, en El condenado por desconfiado, donde
procura y consigue la perdición del ermitaño Paulo, dubitativo ante la salvación de su alma122
.
Mira de Amescua, en El esclavo del demonio, desarrolla nuevamente el ya conocido tema del
pacto con el demonio, y en este caso el argumento se basa en la leyenda de Frei Gil de Santarem,
que habiendo vendido su alma al diablo a cambio de aprender los secretos de la magia negra, se
convierte ante una visión sobrenatural y rescata su alma gracias a la intervención de la Virgen. En
la obra de Mira de Amescua la venta del alma se hace por amor a una mujer, lo que es una
influencia de la leyenda de San Cipriano: de este modo, el demonio, vestido de galán y
presentándose con el irónico nombre de Angelio, declara al protagonista "Vivo espantado/ de lo
poco que has gozado/ gusto de juegos y damas/ Si predestinado estás/ la gloria tienes segura/ Si
no lo estás, ¿no es locura/ vivir sin gusto jamás?/ Si aprender nigromancia/ quieres, enseñarla
puedo/ que en la cueva de Toledo/ la aprendí, y en esta mía/ la enseño a algunos y ciencia/ para
vicios infinitos/ corriendo los apetitos/ sin freno de la conciencia/ Si a los infiernos conjuras/
sabrás futuros sucesos/ entre sepulcros y huesos/ noches y sombras oscuras...Y pues que tienes
amor/ a Leonor, aunque es incesto/ haré que la goces presto...Que del mismo Dios reniegues/ y
haciendo escrituras firmes/ de ser mi esclavo, las firmes/ con sangre, y la crisma niegues"123
.
121. CALDERON DE LA BARCA, Pedro, Obras completas, edición de Angel Valbuena Prat, 2ª
edición, Madrid, Aguilar, 1987, 3 vols.
122. TIRSO DE MOLINA, El condenado por desconfiado, edición de Ciriaco Morón y Rolena
Adorno, 9ª edición, Madrid, Cátedra, 1989; Obras dramáticas completas, edición de Blanca de
los Ríos, 4ª edición, Madrid, Aguilar, 1989.
123. MIRA DE AMESCUA, Teatro, edición de José M. Bella, Madrid, Espasa Calpe, 1972, vol.
1, pp. 69-71.
44
Mira de Amescua volverá a presentar al demonio en La mesonera del cielo, donde intenta tentar a
los anacoretas Abraham y María. Ruiz de Alarcón, por su parte, en Quien mal anda en mal
acaba, nos traerá una enésima versión de pacto con el demonio, y en esta ocasión hace que el
protagonista se pase por médico para obtener el amor de Aldonza124
. Este pacto también es
desarrollado por María de Zayas en El jardín engañoso: "mira qué me darás si yo hago el jardín
tan dificultoso que tu dama pide...pon tú el precio a lo que por mí quieres hacer, que aquí estoy
presto a otorgarlo...pues mándame el alma -dijo el demonio- y hazme una cédula firmada de tu
mano de que será mía cuando se aparte del cuerpo"125
.
En otras ocasiones, empero, el demonio toma un aspecto más amable. En uno de los
relatos de El Patrañuelo de Juan de Timoneda, los protagonistas acuden a un nigromante, el cual,
tras realizar sus ceremonias y conjuros con sus familiares, hace aparecer a un diablejo llamado
Zelbi, que es presentado ayudando a los humanos sin pedir nada a cambio126
. Luis Vélez de
Guevara, en El diablo cojuelo (personaje muy conocido y mencionado también por otros autores
de la época, como Rodrigo Caro127
) nos cuenta cómo el estudiante Cleofás Pérez Zambullo,
huyendo de la justicia por los tejados, entra en la buhardilla de un astrólogo en donde el diablo
cojo está encantado en una redoma. El diablillo, al ser desencantado por el joven, le lleva como
premio a diferentes lugares de la corte, entre ellos a los altos de la torre del Salvador, siendo
descrito con claros ribetes cómicos: "un hombrecillo de pequeña estatura, afirmado en dos
muletas, sembrado de chichones mayores de marca, calabacino de testa y badea de cogote, chato
de narices, la boca formidable y apuntalada en dos colmillos solos, que no tenían más muela ni
diente los desiertos de las encías, erizados los bigotes como si hubiera barbado en Hircanias, los
124. RUIZ DE ALARCON, Juan, Obras completas, vol. 3, edición de Agustín Millares Carló, 2ª
edición, México, FCE, 1977.
125. ZAYAS Y SOTOMAYOR, María de, Novelas amorosas y ejemplares, edición de José Luis
López de Zubiria, Barcelona, Orbis-Fabbri, 1994, p. 329.
126. TIMONEDA, Juan de, El Patrañuelo, edición de María del Pilar Cuarteto Sancho, Madrid,
Espasa Calpe, 1990, p. 51.
127. CARO, Rodrigo, Días geniales o lúdricos, Madrid, Espasa Calpe, 1978, pp. 203-205.
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  • 1. 1 Arturo Morgado García Demonios, magos y brujas en la España moderna. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1999. ISBN 84-7786-638-4, 170 pags.
  • 2. 2 INTRODUCCION: LA LITERATURA DEMONOLÓGICA EN LA ESPAÑA MODERNA. Bien sabido es cómo la Reforma Católica se planteó, entre otras muchas cosas, reconducir las creencias y las prácticas populares (y otras que no lo eran tanto)1 , condenando, persiguiendo y castigando todas aquellas desviaciones que no estaban en consonancia con las normas propuestas (e impuestas) por la jerarquía. España no constituyó, obviamente, una excepción a esta tendencia, y buena parte del inevitable esfuerzo represor correría a cargo de un aparato inquisitorial estrechamente conectado con la labor pastoral de los prelados: de este modo, entre 1540 y 1700 sobre un total de 3532 individuos recaería la acusación de lo que genéricamente se denomina "supersticiones", el 7,9% de todos cuantos fueron denunciados ante el tribunal, con una mayor incidencia en las inquisiciones de Logroño (recordemos que abarcaba el país vasconavarro), Zaragoza y Valencia2 . Pero los detenidos presentan un perfil muy complejo3 , por cuanto en su seno encontramos desde las brujas de Zugarramurdi hasta la hechicera valenciana, pasando por el astrólogo toledano o la gitana echadora de cartas, lo que supone una mezcolanza difícilmente deslindable de creencias cultas y prácticas populares, si bien, yello es importante señalarlo, todas ellas presentan como nexo común el ser condenadas como supersticiones, no por su falsedad, sino por ser producto del demonio4 ; contando siempre con todo un complejo aparato teológico, que abarcaba tanto las, aparentemente inocentes, artes adivinatorias, como las mucho más peligrosas brujas y los, a veces enormes, poderes de los magos. 1. Un esbozo de esta filosofía en DELUMEAU, Jean, El catolicismo de Lutero a Voltaire, Barcelona, Labor, 1973. 2. CONTRERAS, Jaime, "Estructura de la actividad procesal del Santo Oficio", Historia de la Inquisición en España y América, vol. 2, Madrid, BAC, 1993. 3. Una reflexión sobre esta complejidad en HENNINGSEN, Gustav, "La elocuencia de los números", en ALCALA, Angel, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, Ariel, 1984. 4. SANCHEZ LORA, José Luis, "Religiosidad popular: un concepto equívoco", SERRANO MARTIN, Eliseo, Muerte, religiosidad y cultura popular siglos XIII-XVIII, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994, p.69.
  • 3. 3 Como dijera a inicios del siglo XVII el jesuita Francisco de Toledo, superstición es "vana o falsa religión", aunque la tipología de la misma sea muy variada. Tendríamos, en primer lugar, una primera situación según la cual no se le da a Dios el culto que se le debe dar, donde entraría la adoración a reliquias o imágenes falsas, aunque el autor no se extiende en demasiados detalles sobre ello. Mayor atención le presta al segundo caso, es decir, cuando se da culto a quien no se le debe dar, distinguiendo a su vez varias especies: idolatría, arte mágica, adivinación, vana observancia y maleficio. La primera consistiría en "dar a los dioses falsos el culto que se debe al verdadero Dios". La segunda, "es una potestad para hacer lo que es sobre las fuerzas de la naturaleza. La una con favor de Dios sobrenatural y esto pertenece a la virtud de hacer milagros. De otra manera con ayuda del demonio y esto pertenece al arte mágico". La adivinación, por su parte, "es una afirmación desordenada de cosas que no se pueden saber naturalmente aunque cuando se hace con divina revelación no es adivinar pero sí lo es saberlo desordenadamente invocando para ello al demonio". La vana observancia consiste en invocar tácitamente al demonio. La última especie, el maleficio, "es un arte de hacer mal a otros con poder del demonio", incluyendo en el seno de este último a la brujería5 . Es fácil deducir que el punto de partida de toda esta reflexión es, sin duda alguna, el diablo. Y no es necesario insistir demasiado sobre esta cuestión, pues bien sabido es cómo la creencia en el demonio, en sus malignos poderes, y en sus servidores (mujeres, judíos yturcos en el ámbito de lo natural, brujas y hechiceros en el de lo sobrenatural), está presente por doquier durante el Antiguo Régimen, hasta el punto de constituir uno de los grandes miedos que afectaron a los hombres del momento. Y la imprenta contribuiría poderosamente a difundir dichos temores: el Malleus maleficarum, pieza maestra de la literatura demonológica, conoció 34 ediciones entre 1486 y 1699, lo que quiere decir que se imprimieron de 30 a 50.000 ejemplares en todo el continente, con un total de 14 ediciones en Francfort y las ciudades renanas, 11 en Lyon, 4 en Nuremberg, 3 en Venecia y 2 en París. En la segunda mitad del siglo XVI y sólo en Alemania se editaron más de 200.000 ejemplares relativos al mundo demoníaco. Por lo que se refiere a Francia, Robert Mandrou nos ofrecía una relación de 340 títulos sobre brujas y 5. TOLEDO, Francisco de, Instrucción de sacerdotes y summa de casos de conciencia, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1613, pp. 184v ss.
  • 4. 4 demonios, lo que hace un total aproximado de 340.000 ejemplares6 . Evidentemente, España no escapó incólume de todas estas reflexiones sobre el Maligno y sus servidores, si bien la literatura demonológica propiamente dicha es de un volumen bastante reducido en nuestro país, a juzgar por las escasas referencias aparecidas en la obra de Nicolás Antonio7 , que incluye las obras de este tenor en el apartado dedicado a literatura polémica "contra ateístas, magos y sortílegos". La consulta de otros repertorios bibliográficos, como el de Palau8 , tampoco nos ofrece mucho más, y lo mismo ocurre con los subsidia informáticos, como el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español elaborado por el Ministerio de Cultura, aunque éste sea de gran utilidad a la hora de localizar obras concretas y sus ediciones. 6. DELUMEAU, Jean, El miedo en Occidente, Madrid, Taurus, 1989, pp. 372-374. 7. NICOLAS ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova, reed., Madrid, 1996. 8. PALAU Y DULCET, Antonio, Manual del librero hispanoamericano, apéndice, voces "Demonio" y Brujas".
  • 5. 5 Se ha querido atribuir la notoria parvedad del género atendiendo a explicaciones cuasi metafísicas: si Menéndez Pelayo afirmaba categóricamente que España es el país menos supersticioso de la tierra9 (lo que, paradójicamente, no le impidió dedicar varios capítulos de sus Heterodoxos a las creencias y prácticas hechiceriles), Américo Castro mostraba cómo "la aceptación de la naturalidad del milagro fue eje de la historia hispánica...la simbiosis humano- divina fue solidaria de la simbiosis vivencia-mundo objetivo, y forma así como la espina dorsal de la vida y de la historia...de ahí procede el que hayan tenido tan escasa importancia en España las brujas, los espectros y los trasgos, mientras florecieron prósperamente en otros países...allí donde lo sobrenatural reinaba con soberanía legítima e indiscutida, las brujas significaban un lujo innecesario"10 . La realidad, como siempre, es mucho más prosaica, y será la vigilancia inquisitorial lo que explique esta relativa debilidad, ya que el Santo Oficio reprimió sin contemplaciones todas las obras de magia negra, e, incluso, mantenía una cierta desconfianza ante la magia natural, puesto que nunca estuvo muy definida la frontera con aquélla, y, aún cuando se aceptaba su licitud, muchas obras se prohibieron o mutilaron bajo la acusación de sostener creencias o doctrinas supersticiosas. Como reflejo de esta actitud, el Indice de 1583 prohibía "todos los libros y tratados para invocar demonios por cualquier vía y manera, ora sea por nigromancia, hidromancia, piromancia, aeromancia, oniomancia, quiromancia ygeomancia, ora por escritos y papeles de arte mágica, hechicerías, brujerías, agueros, encantamientos, conjuros, cercos, caracteres, sellos, sortijas yfiguras...los libros, tratados yescritos en la parte que tratan y dan reglas y hacen arte o ciencia para conocer por las estrellas y sus aspectos o por las rayas de las manos lo por venir que está en la libertad del hombre", disponiendo asimismo que en los conjuros y exorcismos contra demonios y tempestades solamente se permitía "lo que en los manuales eclesiásticos está recibido como uso de la Iglesia"11 . Y nada de ello se prohibe por su 9. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, Historia de los heterodoxos españoles, vol. 1, Madrid, BAC, 1965, p. 285. 10. CASTRO, Américo, España en su historia. Cristianos, moros y judíos, 2º edición, Barcelona, Crítica, 1983, pp. 215-216. 11. PARDO TOMAS, José, Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII, Madrid, CSIC, 1991, pp. 260-261, 375.
  • 6. 6 falsedad, sino por su carácter demoníaco: la credulidad de los eruditos y teólogos españoles es perfectamente comparable a la de sus homólogos europeos, si bien, dicha credulidad, y ello es algo que tiende a olvidarse, nacerá de una determinada concepción del mundo, y no de una supuesta debilidad mental. Si, al hojear esta literatura, sentimos la tentación de esbozar una sonrisa compasiva, no perdamos de vista que sandeces de mayor calibre son transmitidas diariamente por nuestros medios de comunicación en forma de sensacionales descubrimientos científicos, descripciones de un mundo feliz en el que "todo va bien", o acríticas genuflexiones ante el supuesto poder redentor de la técnica. Y, en lo que se refiere a "caza de brujas", no es precisamente nuestro siglo el que puede permitirse el lujo de tirar la primera piedra. Sea como fuere, ya en el siglo XIV localizamos en España ejemplos de literatura demonológica, con autores como Gonzalo de Cuenca y su Virginale, inspirado directamente por el demonio según Eymerich; Raimundo de Tárrega, con De invocatione daemonum, quemado por decreto del papa Gregorio XI, y el franciscano Tomás Scoto, famoso por invocar a los diablos12 . El más notable de sus impugnadores sería el dominico gerundense Nicolau Eymerich, inquisidor de Aragón, y autor de Contra daemonum invocatores, Contra astrologos imperitos atque nigromantes (1395)13 , y, sobre todo, Directorium Inquisitorum (1369)14 , libro que conoció numerosas ediciones impresas, tales las de Barcelona (1503), Roma (1578, 1579, 1585, 1587, 1595), y Venecia (1595, 1607), aunque en este último caso no nos encontramos ante un tratado específicamente dedicado a cuestiones demonológicas, sino ante un manual para inquisidores en el que se contemplan las actuaciones a seguir contra brujos y hechiceros. Directamente centrada en la materia es la obra de Fray Lope de Barrientos (1382-1469), obispo sucesivamente de Segovia, Avila yCuenca, Tratado de la adivinanza15 . Un poco posterior 12. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, Historia de los heterodoxos españoles, 2ª edición, vol. 1, Madrid, BAC, 1965, p. 603. 13. MENENDEZ PELAYO, Marcelino, op. cit., p. 606. 14. Publicado en castellano por las editoriales Fontamara (1974) y Muchnik (1983). 15. Esta obra ha merecido la atención de GETINO, Luis G.A., "Vida y obras de Fray Lope de Barrientos", Anales Salmantinos, vol. 1, Salamanca, 1927. Existe una edición moderna, con el
  • 7. 7 es la figura de Alonso de Madrigal, más conocido como "El Tostado" (1409-1455), obispo de Avila, que participara en el concilio de Basilea, y autor de Super Genesi Commentaria, donde dedica algunas líneas a estas cuestiones16 . Mayor impacto tendría la obra del obispo ypredicador de origen converso Alfonso de Espina, que en 1467 publicara en Estrasburgo Fortalititium fidei, obra de controversia doctrinal contra los judíos y musulmanes, pero que en su libro V, titulado "De bello daemonum", habla de las "Feminas que bruxe vel xurgine vulgariter nuncupantur". Esta obra conocería un cierto éxito editorial, por cuanto fue reimpresa en Lyon (1487 y 1525) y Nuremberg (1485 y 1494)17 . El canónigo zaragozano Bernardo Bassin, doctor en Teología por la universidad de París, será autor de De artibus magicis et magorum maleficiis 18 , un tratado corto, de apenas veinte páginas, publicado en París en 1483, 1492 y 1506, y en 1595 en Lyon, siendo impreso en algunas ocasiones junto al Malleus Maleficarum 19 . Al también canónigo, en esta ocasión de Pamplona, Martín de Arlés y Andosilla, le debemos el Tractatus de superstitionibus, publicado en Lyon en 1510 (pero que debió ser escrito en el tercer cuarto del siglo XV)20 con título de Tratado de la divinança, debida a Paloma Cuenca Muñoz (Cuenca, 1994). Unas cuantas líneas sobre el personaje en GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura castellana medieval, Valladolid, Universidad, 1987, pp. 625ss. 16. Un breve esbozo de esta figura en ABELLAN, José Luis, Historia crítica del pensamiento español, vol. 1, p. 318. 17. MACKAY, Angus, y WOOD, Richard, "Mujeres diabólicas", MUÑOZ, Angela, yGRAÑA, María del Mar (eds.), Religiosidad femenina: expectativas y realidades (ss. VII-XVIII), Madrid, Laya, 1991. Unas breves líneas en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. 2, Madrid, CSIC, 1973, p. 816. 18. RUSSELL, Peter E., "La Magia tema integral de La Celestina", Temas de la Celestina y otros estudios, Barcelona, Ariel, 1978. Citado por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 1, p. 222. 19. Así, en la edición consultada por nosotros, impresa en Lyon por Ioanam Iacobi Iuntae en 1584. 20. HANSEN, A history of the Inquisition of Spain, IV, p. 210, cit. por CARO BAROJA, Julio, Brujería vasca, San Sebastián, Txertoa, 1992, p. 15.
  • 8. 8 ediciones sucesivas en París (1517), Roma (1559), Francfort (1581) y Venecia (1584)21 . Hasta ahora, con la excepción de Barrientos, todos los autores escriben sus respectivos tratados en latín, lo que debió constituir un cierto freno a la difusión de los mismos en medios no eclesiásticos o eruditos. Pero en 1529 se edita en Logroño la primera muestra importante del género escrita en castellano, el Tratado muy sotil y bien fundado de las supersticiones y hechizerias, del franciscano de la provincia de Burgos Fray Martín de Castañega, siendo encargada esta obra al autor por el obispo calagurritano Alonso de Castilla ante los brotes de brujería aparecidos en su diócesis (en el prólogo el obispo confiesa "como en algunas partes de este nuestro obispado, permitiéndolo Dios Nuestro Señor, hayan padecido estos años pasados, tantos errores de supersticiones y hechicerías...por no estar bien introductos y doctrinados en la materia de las supersticiones y engaños diabólicos") y que fueran reprimidos por el inquisidor fray Juan de Zumárraga22 . Sus fuentes principales son San Agustín, San Isidoro de Sevilla, Santo Tomás y el Tractatus de erroribus circa artem magiam de Jean Gerson (que ejerció una gran influencia en toda esta literatura), pero a pesar de este bagaje erudito, tuvo una escasa fortuna editorial y cayó pronto en el olvido (nunca fue reeditado), a lo que no debió ser ajena la aparición casi simultánea del libro, mucho más elaborado intelectualmente, de Pedro Ciruelo. En capítulos sucesivos Castañega analiza cómo el demonio siempre desea ser honrado y adorado por dios, cómo dos son las congregaciones e iglesias de este mundo, la católica y la diabólica, los caracteres de esta última, los poderes de los consagrados al demonio y sus ritos y sacrificios, los saludadores y aojadores, las nóminas y reliquias no supersticiosas, las excomuniones contra langostas y otras sabandijas, los conjuros lícitos para maleficiados y hechizados y para nubes y 21. Publicado por GOÑI GAZTAMBIDE, "El tratado "De superstitionibus" de Martín de Andosilla", Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, III, 1971. Citado en NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 92, y CARO BAROJA, Julio, Inquisición, brujería y criptojudaísmo, Barcelona, Ariel, 1970, pp. 287-292. 22. Ediciones recientes, las de Agustín González de Amezúa (Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1946) y Juan Roberto Muro Abad (Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1994). Estudios específicos: DARST, David H., "Witchcraft in Spain: the testimony of Martin de Castañega", Proceedings of the American Philological Society, 123, 1979, pp. 298-322; GONZALEZ DE AMEZUA, Agustín, "Fray Martín de Castañega y su Tratado de las supersticiones y hechicerías", Opúsculos literarios, III, 1958; GRANJEL, Luis S., Aspectos médicos de la literatura antisupersticiosa española de los siglos XVI y XVII, Salamanca, 1953; LARRINAGA, Juan R. de, "Martín de Castañega y su obra sobre las supersticiones", Archivo Iberoamericano, 12, 1953. Esta obra es asimismo citada por Nicolás Antonio (vol. 2, p. 99).
  • 9. 9 tempestades, y los remedios para los endemoniados. Ese mismo año de 1529 se publicaba en Salamanca la obra del darocense Pedro Ciruelo (m. 1554), cuya trayectoria intelectual previa había sido bastante conspicua (licenciado en Salamanca, profesor de matemáticas en la universidad de París, catedrático de tomismo en Alcalá de Henares, canónigo magistral de Salamanca y propuesto como consejero de Felipe II), Reprobación de las supersticiones y hechicerías, libro que, a diferencia de la obra de Castañega, conoció bastante éxito editorial, por cuanto se imprimió una docena de veces en el siglo XVI (podemos destacar, entre otras, las ediciones de Salamanca de 1538, 1539, 1540, 1541 y1556, la de Alcalá de Henares de 1547, la de Sevilla de ese mismo año, y las de Medina del Campo de 1548 y 1551), con una última edición en Barcelona en 1628 (y el olvido posterior)23 . Mucho más elaborado y sistematizado que el tratado de Castañega, aborda en capítulos sucesivos cuán grandes son los pecados de las supersticiones que van contra el primer mandamiento, las cuatro reglas en que se comprenden todas las supersticiones, las maneras y especies de las mismas, nigromancia y xorguinería de las brujas, artes divinatorias, astrología, geomancia y sus compañeras, agueros, sueños, salvas y desafíos, arte notoria, ensalmadores, nóminas, aojamientos, saludadores, sacadores de los espíritus malos, conjuradores de nubes, excomulgadores de la langosta y el pulgón, y oraciones con ceremonias vanas y supersticiosas. 23. Citado por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, pp. 184-186. Ediciones recientes, entre otras, la de la Colección Joyas Bibliográficas (Madrid, 1952) y la realizada por Jesús Osacar Flaquer (Zaragoza, Editorial Ateneo, 1989). Vid. EBERSOLE, A.V., "Pedro Ciruelo y su Reprobación de hechicerías", Nueva Revista de Filología Hispánica, XVI, 1962.
  • 10. 10 De 1540 hay que datar la Relección del arte mágica del sobradamente conocido Francisco de Vitoria, publicada en repetidas ocasiones como parte de sus Relecciones teológicas. Por los mismos años el franciscano Alfonso de Castro (1495-1558), jurista y consejero de Felipe II24 , escribe una serie de tratados, muy citados en su época, pero que han pasado relativamente desapercibidos a los estudiosos del tema: Adversus omnes haereses (Lyon, 1541, Amberes, 1557 y 1565, París, 1561, 1564, 1565 y 1571), De sortilegiis et maleficiis et eorumque punitione (Lyon, 1558), y De Iusta haereticorum punitione libri tres (Venecia, 1549, Amberes, 1568). Un poco posterior es el Jardín de Flores curiosas de Antonio de Torquemada (1570), cuyo tratado tercero versa sobre "qué cosas sean fantasmas, visiones, trasgos, encantadores, hechiceros, brujas, saludadores, con algunos cuentos acaecidos y otras cosas curiosas y apacibles", y que tuvo una gran difusión, según atestiguan las sucesivas ediciones de Zaragoza (1571), Lérida (1573), Amberes (1575, 1599), Salamanca (1577), Medina del Campo (1587, 1599) y Barcelona (1621), revelándose el autor como un buen conocedor de la literatura demonológica, por cuanto cita a Francisco de Vitoria, el Fortalititum Fidei y el De Iusta Haereticorum Punitione de Alfonso de Castro25 . 24. Algunas líneas sobre el personaje en ABELLAN, José Luis, Historia crítica del pensamiento español, vol. 2, pp. 540-541. 25. TORQUEMADA, Antonio de, Jardín de flores curiosas, edición de Giovanni Allegra, Madrid, Castalia, 1982, p. 81.
  • 11. 11 El jesuita Benito Perer (1535-1610), volcado hacia sus tareas docentes en Roma26 , publicará en 1591 en Ingolstadt su Adversus fallaces et superstitiosas artes, organizado en tres libros, dedicado el primero a la magia, el segundo a la observación de los sueños, y el tercero a la astrología. Reimpreso en Lyon en 1592 y 1603, no ha merecido apenas la atención de los historiadores españoles27 , aunque esta obra tuvo un cierto impacto en Europa central28 . Mucho más conocidas serán las Disquisitionum magicum del también jesuita (y mucho más crédulo) Martín del Río (1551-1608)29 , de padres españoles aunque nacido en Amberes, y profesor en las universidades de Graz y Salamanca. Esta obra tuvo un éxito impresionante: tras la primera edición de Lovaina de 1599-1600, le seguirían otras veinte en Bélgica, Alemania, Francia e Italia, siendo las últimas las de Venecia (1745) y Colonia (1755), si bien ninguna estuvo realizada en España, a lo que no debió ser ajena la vigilancia inquisitorial, por cuanto la prolijidad con la que el autor describe todo lo relativo a magias y hechicerías, provocó que alguno, como el dominico Fray Tomás de Maluenda en De Anticristo, adujera que su libro debía ser prohibido, por cuanto, con el pretexto de combatir la magia, la enseñaba30 . La obra está organizada en 6 libros, dedicado el primero a la magia (la superstición y sus especies, definición y clases de magia, magia natural, artificial y alquimia), el segundo a la magia demoníaca (si existe, de dónde proviene, clasificación, pacto expreso e implícito, poderes de los magos, demonios íncubos y súcubos, asambleas nocturnas de las brujas, poderes del demonio, apariciones de demonios, poder de la magia sobre los demonios), el tercero al maleficio y la vana observancia (qué es maleficio y sus clases, maleficios de sueño, amatorio, hostil, qué personas pueden ser maleficiadas, porqué Dios 26. ABELLAN, José Luis, op. cit., vol. 2, pp. 575-577. 27. Le dedica unas líneas MENENDEZ PELAYO, Marcelino, op. cit., p. 258. 28. De hecho, es citada por EVANS, Robert J., La monarquía de los Habsburgo 1550-1700, Barcelona, Labor, 1989, al igual que la obra de Martín del Río. 29. Cit, por NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 91. Vid. CARO BAROJA, Julio, "Martín del Río y sus Disquisiciones mágicas", El señor Inquisidor y otras vidas por oficio, 2º edición, Madrid, Alianza, 1970. El libro II dedicado a la magia demoníaca ha sido traducido por Jesús Moya y publicado en la editorial Hiperión en 1991. 30. CARO BAROJA, Julio, El señor Inquisidor, p. 189.
  • 12. 12 consiente los maleficios, la vana observancia), el cuarto a la adivinación (profecía, adivinación y sus tipos, conjetura), el quinto al oficio del juez contra los maléficos y el sexto al oficio del confesor. Las reflexiones intelectuales surgidas a raíz del proceso contra las brujas de Zugarramurdi y su corolario, el auto de fe de Logroño de 1610, provocarían la aparición de dos obras radicalmente distintas: la hipercrédula Relación del auto de fe de 1610 publicada por Juan de Mongastón31 y el escéptico Discurso acerca de los cuentos de las brujas de Pedro de Valencia (1611)32 , sin olvidar tampoco los diferentes informes y memoriales del inquisidor Alonso de Salazar y Frías33 . Francisco de Torreblanca Villalpando34 , abogado de la Real Chancillería de Granada, publicará Epitomes delictorum in quibus aperta vel oculta invocatio daemonis intervenit (Sevilla 1618, Lyon 1678), cuyo libro primero está dedicado a la magia adivinatoria (astrología, fisiognomía, quiromancia, cábala, arte notoria, arte paulina, necromancia, aruspicina, piromancia, augurio, auspicio, sortilegio) y el segundo a la magia operatriz (magia demoníaca, magos, poder de los demonios sobre el alma, engaños de los sentidos, cambio de sexo, restitución de la virginidad, maleficio de sueño, hacer hablar a los brutos, resucitar a los muertos, apariciones de las almas, clases de demonios, íncubos y súcubos, gigantes y pigmeos, centauros, sirenas y tritones, origen de las lamias, maleficio incendiario, ligamen e impotencia, aborto, esterilidad, parto difícil, secarse la leche, curación y remedios contra los maleficios), con otros 31. Utilizada por HENNIGSEN, Gustav, El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española, Madrid, Alianza, 1983; ha sido publicada en varias ocasiones: en las Obras completas de Leandro Fernández de Moratín (BAE, vol. 2), en FERNANDEZ NIETO, Manuel, Proceso a la brujería, Madrid, Tecnos, 1989, y, más recientemente, en VALENCIA, Pedro de, Obras completas, VII. Discurso acerca de los cuentos de las brujas, León, Universidad, 1997. 32. Obra publicada en la Revista de Extremadura, 2, 1900, y Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 2, 1904, con ediciones recientes en FERNANDEZ NIETO, Manuel, op. cit., pp. 95ss, y el volumen VII de sus obras completas publicado por la Universidad de León en 1997. 33. Ediciones de sus memoriales en FERNANDEZ NIETO, Manuel, op. cit., y el ya citado volumen VII de las obras completas de Pedro de Valencia. 34. NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol.2, p. 487.
  • 13. 13 dos libros donde aborda los castigos que han de aplicar las justicias eclesiástica y civil contra los maléficos. En Daemonologia sive de magia naturali, daemoniaca, licita et illicita (Maguncia, 1623) vuelve a repetir estos contenidos, si bien añade una Defensa en favor de los libros católicos de la magia con cinco pequeños capítulos (De la excelencia de la magia y de la necesidad que hay de las letras humanas para las divinas, De los delitos de la magia y de la verdad que tengan para su castigo, De las fuerzas de las estrellas en las cosas inferiores, Del templo de Salomón comparado al del Escorial, De las Hespérides y sus huertos dónde fueron y qué verdad tengan). Las últimas piezas importantes del género demonológico proceden de tierras aragonesas, donde en los años treinta del siglo XVII nos seguiremos encontrando con brotes brujeriles y epidemias de endemoniados, como atestiguan los célebres posesos de Tramacastilla35 . A Gaspar Navarro, canónigo de la iglesia de Jesús Nazareno de Montaragón, en Aranda de Moncayo, se le deberá el Tribunal de superstición ladina (Huesca, 1631)36 , que no fue reeditada yque en muchas ocasiones copia literalmente la obra de Ciruelo. Se plantea en dicho tratado cómo la sabiduría hace a los hombre felices y así la desean todos, pero no es cristiano querer saberlo todo, el saber que tiene el demonio para revelar a los adivinos, si el demonio puede maleficiar con fuego, las cosas que hacen magos y hechiceros, poderes del demonio, íncubos ysúcubos, apariciones de los espíritus malignos, revelaciones y visiones, apariciones del demonio, cuales apariciones son de Dios y cuales del demonio, especies de supersticiones, nigromancia de brujas ybrujos ysus ritos, maleficio de impotencia, maleficios contra la salud, maleficios de aborto, dificultad de parir, secar la leche, si las cosas naturales pueden quitar el maleficio, si es lícito quitar el maleficio, superstición en los sueños, agoreros y adivinos por suertes, ensalmadores y saludadores, excomunión de langosta, ratones y otras sabandijas, los que conjuran los endemoniados con arte de nigromancia, arte notoria, cabalística y paulina. No podemos olvidar tampoco Elogios de la verdad e invectiva contra la mentira (Zaragoza, 1640) de Luisa María de Padilla Manrique y Acuña, condesa de Aranda (1590-1646), cuyo capítulo 28 está dedicado a magos, hechiceros y 35. Vid. GARI LACRUZ, Angel, Brujería e Inquisición en el alto Aragón en la primera mitad del siglo XVII, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1991. 36. NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 2, p. 530.
  • 14. 14 supersticiosos como familiares y amigos de la mentira37 , ni a Patrocinio de ángeles y combate de demonios (San Juan de la Peña, 1652), de Francisco de Blasco Lanuza (m.1664), abad del monasterio de San Juan de la Peña y presidente de la Congregación Tarraconense y Cesaraugustana de monjes benitos, cuya obra, en palabras del propio autor, pretende ser "una ilustración de los beneficios que hacen los ángeles de la Guarda a los hombres desde que Dios cría sus almas hasta que suban al cielo en la resurrección general. Y también de las astucias y impugnaciones de los demonios"38 , y que en la tercera parte de su libro segundo dedica algún capítulo a brujas y magos, aunque esta obra sea, en su conjunto, mucho más demonológica que estrictamente brujeril. 37. SERRANO Y SANZ, Manuel, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas, II, primera parte, BAE, vol. 270, Madrid, 1975, pp. 95-120. 38. BLASCO LANUZA, Francisco de, Patrocinio de ángeles y combate de demonios, San Juan de la Peña, Juan Nogués, 1652. Esta obra no es citada por Nicolás Antonio, aunque sí unos Beneficios del Angel de la Guarda impresos en Zaragoza en 1637 (NICOLAS ANTONIO, op. cit., vol. 1, p. 409).
  • 15. 15 La literatura demonológica española no se agota, obviamente, con los tratados específicamente dedicados a brujos y hechiceros. Un género muyinteresante son los manuales de exorcismos, de los que podríamos destacar, por citar algunos ejemplos, la Fuga Satanae Exorcismus (1619), Fasciculus exorcismorum contra daemones et contra tempestates (1626) de Francisco Paschasio, Libro de conjuros contra tempestades, contra oruga...y contra todos cualesquier animales de Diego de Céspedes (1641), Exorcismi contra locustas et animalia corrosiva (1641), Práctica de exorcistas de Benito Remigio Noydens (1660), Fasciculum exorcismorum, conjurationum, orationum ac benedictionum contra procellas, ventos, locustas, aliosque vermes et animalia fructuum corrosiva (Zaragoza, 1672) de Antonio Gascón, Jugum ferreum Luciferi seu Exorcismi terribles, de Diego Gómez Lodosa, (Valencia, 1676), Clypeus defensionis sive exorcismi efficaces, de José Sánchez (1694), o la Práctica de conjurar (1721)39 de Fray Luis de la Concepción. Por lo que se refiere a la magia blanca, destacar la Magia natural y artificial de Ribera y Andrada (1632), obra de la que solamente queda el título40 , yla Historia y magia natural o ciencia de filosofía oculta (Madrid, 1649), de poco valor en opinión de Feijóo, del jesuita gaditano Hernando Castrillo (1585?-1667), rector del colegio de la Compañía en Cazorla41 . La misma está dividida en seis capítulos, donde se trata sucesivamente de la magia natural, de su materia que es la tierra, del Paraíso, de los montes de la tierra, de los campos, valles y bosques y de las yerbas y árboles que en ellos se crían, y de los metales y algunas piedras de la tierra. Es difícil saber qué nivel de difusión tuvo todo este género, por cuanto los estudios sobre bibliotecas privadas son todavía escasos en España, y la mayor parte de la bibliografía se limita a dar referencias globales sobre los temas predominantes, sin especificar las obras concretas. Pero todo parece indicar que la penetración de la literatura demonológica es escasa y socialmente 39. Publicada recientemente por la editorial Humanitas (Barcelona, 1983). 40. GONZALEZ DE AMEZUA, Agustín, "Prólogo", en CASTAÑEGA, FrayMartín de, op. cit., p. XVII. 41. CAMBIASO Y VERDES, Nicolás María, Memorias para la biografía y para la bibliografía de la Isla de Cádiz, reed., Cádiz, Caja de Ahorros, 1986, pp. 107-108, 368, CARO BAROJA, Julio, Teatro popular y magia, Madrid, Revista de Occidente, 1074, pp. 92-93.
  • 16. 16 selectiva, limitándose, con escasas excepciones, a medios eclesiásticos e intelectuales. En la Barcelona del siglo XVI podemos constatar la presencia de obras como la Silva de varia lección de Pedro de Mexía (que dedica algún capítulo a la magia) y el Jardín de flores curiosas de Torquemada (lo encontramos en bibliotecas de un canónigo, un jurista, un mercader, un boticario, un estudiante, y, además, en un negocio librero)42 , así como el Fortalitium fidei de Alfonso de Espina43 . Sabemos que en un importante centro universitario, Salamanca, estuvieron presentes en las bibliotecas privadas Reformación de supersticiones y hechicerías de Pedro Ciruelo, Malleus Maleficarum, Silva de varia lección de Pedro Mexía, y Defensa en favor de los libros católicos de la magia de Torreblanca Villalpando44 . En la Lorca del Seiscientos, por su parte, aparecen libros de exorcismos y conjuros contra las tempestades45 . Todavía en el siglo XVIII, a pesar del creciente escepticismo reinante en algunos medios, había una cierta demanda del género: en el negocio librero del sevillano Hermosilla (1720) encontramos dos ejemplares espléndidamente encuadernados del Malleus Maleficarum, y algún eclesiástico hispalense era propietario de las Disquisitiones Magiae de Martín del Río46 . Por lo que se refiere a las bibliotecas eclesiásticas gaditanas, ya estudiadas por nosotros en otro lugar47 , espigando aquí y allá detectamos la presencia de obras de este tenor: el canónigo Bartolomé de Escoto y Bohórquez (fallecido en 1700) poseía un Directorium Inquisitorium, muy posiblemente el de 42. PEÑA DIAZ, Manuel, El laberinto de los libros. Historia cultural de la Barcelona del Quinientos, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1997, p. 156. 43. PEÑA DIAZ, Manuel, op. cit., p. 356. 44. WERUAGA PRIETO, Angel, Libros y lectura en Salamanca del Barroco a la Ilustración 1650-1725, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1993. 45. CERDA DIAZ, Julio, Libros y lectura en la Lorca del siglo XVII, Murcia, Cajamurcia, 1986. 46. ALVAREZ SANTALO, León Carlos, "Librerías y bibliotecas en la Sevilla del siglo XVIII", Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La documentación notarial y la historia, vol. 2, Santiago de Compostela, Universidad, 1984. 47. MORGADO GARCIA, Arturo, "Bibliotecas clericales en el Cádiz del siglo XVIII", Hispania Sacra, XLIII, 87, 1991.
  • 17. 17 Eymerich48 . El presbítero Juan García de Baeza (1705), por su parte, era propietario de El ente dilucidado de Fuentelapeña, el Tratado donde se reprueban todas las supersticiones y hechicerías de Castañega, y dos libros de autores foráneos, la Magia natural de Juan Baptista della Porta, y De maleficiis de Aretino 49 . En la librería del presbítero Manuel Sarmiento de la Peña (1730) encontramos una Práctica de exorcistas 50 , y otra más en la de Juan Martínez (1755)51 . El obispo Armengual de la Mota (1730), por su parte, era propietario de un ejemplar del Malleus Maleficarum 52 , en tanto el prelado Juan Acisclo de Vera y Delgado, fallecido en 1818, poseía ejemplares de Martín del Río y la Opera omnia de Alfonso de Castro53 . Las bibliotecas conventuales tampoco estuvieron ajenas a la difusión del género: la de los mercedarios de la Almoraima (1821) contaba con un Tractatus maleficiarum54 , y los mercedarios de Vejer (1821) poseían un ejemplar de la Práctica de exorcistas de Noydens55 . La difusión de toda esta literatura parece ser, pues, relativamente limitada, aunque hay que tener en cuenta que estas creencias no se transmitieron única y exclusivamente a través del género demonológico. Y es que, como bien dice María Tausiet Carles, "aunque el número de libros dedicados específicamente a la superstición en los siglos XVI y XVII no fue muy alto...contamos con relaciones, discursos, informes, memoriales o incluso cartas, que en más de 48. ADC, Varios, leg. 1172. 49. ADC, Varios, leg. 907. 50. ADC, Varios, leg. 219. 51. ADC, Varios, leg. 803. 52. ADC, Varios, leg. 2230. 53. ADC, Varios, leg. 2304. 54. AHPC, Hacienda, caja 1236, exp. 6. 55. AHPC, Hacienda, caja 1239, exp. 24.
  • 18. 18 un caso constituyen auténticos tratados sobre la materia"56 . No podemos olvidar, por ejemplo, las referencias literarias (Cervantes, Feijóo, Torres Villarroel, por citar algunos nombres) ni los tratados de teología moral, como el ya citado de Francisco de Toledo, algunos de los cuales contienen numerosas referencias sobre la hechicería, puesto que basta buscar el capítulo dedicado a los pecados cometidos contra el primer mandamiento para que encontremos numerosas alusiones mágico-brujeriles57 . Su amplia difusión en la España de los siglos XVI, XVII y XVIII, motivaría que para muchos eclesiásticos y no pocos laicos, fuesen el marco de referencia por antonomasia para estas cuestiones58 . Estas obras, evidentemente, no han pasado desapercibidas ni mucho menos a los historiadores españoles, comenzando por la tantas veces citada, ypara tantas cosas indispensable, Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, pese a la lejanía de su primera edición (nada menos que 1880); puesto que la misma dedica al tema sendos capítulos, titulados "Artes mágicas y de adivinación. Astrología, prácticas supersticiosas en los períodos romano y visigótico" (libro I, capítulo IV), "Artes mágicas, hechicerías y supersticiones en España desde el siglo VIII al XV" (libro III, capítulo VII), y "Artes mágicas, hechicerías y supersticiones en los siglos XVI y XVII" (libro V, capítulo IV); que todavía hoy constituyen una referencia inexcusable. Pasando a trabajos más recientes, a Garrosa Resina se le debe una exhaustiva recopilación de todas las referencias sobre magos, demonios y hechiceros aparecidos en la literatura castellana medieval59 , en la misma línea que el hispanista Mario N. Pavia lo hiciera (aunque solamente en lo qu se refiere al teatro) para los siglos XVI y XVII, si bien este último se 56. TAUSIET CARLES, María, "La imagen del sabbat en la España de los siglos XVI y XVII a través de los tratados sobre brujería y superstición", Historia social, 17, 1993, p. 3. 57. Utilizados, por ejemplo, por SANCHEZ LORA, José Luis, op. cit., y "Claves mágicas de la religiosidad barroca", La religiosidad popular, vol. 2, Barcelona, Anthropos, 1989. 58. Vid. MORGADO GARCIA, Arturo, "Pecado yconfesión en la España del Antiguo Régimen. Los Manuales de confesores", Trocadero, 8-9, 1996-1997. 59. GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura castellana medieval, Valladolid, Universidad, 1987.
  • 19. 19 limita a recopilar títulos y argumentos, sin apenas citas textuales, ycon unas pobres conclusiones finales60 . Fernández Nieto en Proceso a la brujería publica las obras de Pedro de Valencia, Juan de Mongastón y Leandro Fernández de Moratín. La abundante producción de Julio Caro Baroja resulta de obligatoria consulta, especialmente su ya clásico Las brujas y su mundo, Witchcraft and Catholic Theology61 , y Brujería vasca, por cuanto utiliza directamente buena parte de la literatura demonológica (en el último de ellos glosa por extenso las obras de Arlés y Andosilla, Mongastón, Salazar y Frías y Pedro de Valencia). Un talante más divulgativo tiene Las brujas en la historia de España, de Carmelo Lisón Tolosana, si bien este mismo autor, en Demonios y exorcismos en los siglos de Oro, ofrece como novedad el empleo de algunos manuales de exorcistas, como el de Noydens. Muy interesante también es El diablo en España de Flores Arroyuelo, por cuanto tiene la virtud de consultar obras apenas mencionadas en otros estudios monográficos, como El ente dilucidado de Fuentelapeña. Ante tan ilustres predecesores, este pequeño trabajo tiene como única pretensión la de recoger y sistematizar los materiales más significativos publicados en la España del Antiguo Régimen sobre demonios, magos y brujas, acudiendo a la consulta de las fuentes originales. Nuestra perspectiva es asimismo conscientemente limitada, por cuanto nos interesa no la brujomanía (la caza de brujas, aunque tengamos que aludir algunas veces a ella), ni la brujería (la praxis concreta de las numerosas manifestaciones de pacto con el demonio), sino la brujología, es decir, la reflexión teórica sobre el fenómeno brujeril (y, por extensión, demonológico)62 . Ni que decir tiene que esta obra (y cualquier otra) no hubiera sido posible sin la ayuda de varias personas, entre las cuales quisiera destacar la colaboración de Charo, la eficaz encargada del préstamo interbibliotecario de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz, y de Gustavo, que con tanta paciencia me soportó en mis continuas peticiones de libros del Fondo Antiguo de la 60. PAVIA, Mario N., Drama of the Siglo de Oro. A study of magic, witchcraft and other occult beliefs, Nueva York, Hispanic Institute, 1959. 61. En ANKARLOO, Bernard, y HENNINGSEN, Gustav, Early European Witchcraft. Centres and peripherias, Oxford, Clarendon Press, 1990. 62. GARCIA CARCEL, Ricardo, "La brujería en España", Historia 16, 80, 1982, p. 38.
  • 20. 20 Biblioteca Pública de Cádiz. Gracias a Internet pude acceder al catálogo Ariadna de la Biblioteca Nacional y al Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español realizado por el Ministerio de Cultura, lo que siempre facilita las cosas. Y, finalmente, siempre sentí la presencia, en este caso no como bruja maligna, ni como trasgo revoltoso, de Loli, mi hada buena particular.
  • 21. 21 CAPÍTULO 1. LA IMAGEN DEL DEMONIO.
  • 22. 22 1. DIABLOS MEDIEVALES. El diablo es un viejo conocido de los españoles. Ya Draconcio, monje bético del siglo V de nuestra era, nos muestra a Lucifer como el verdadero origen del mal, presagio de desgracias y fuente de sufrimiento de los hombres63 . Martín de Braga, en un conocido texto, identificaba a los demonios con los dioses de los gentiles, por cuanto muchos de ellos, tras ser expulsados del cielo, pasaron a residir en el mar, en los ríos, en las fuentes o en los bosques, siendo denominados Neptuno en el mar, lamias en los ríos, ninfas en las fuentes o dianas en los bosques; si bien siempre se tratará de diablos malignos y de malos espíritus que pervierten a los hombres infieles (aunque nunca hagan tales cosas sin permiso divino)64 . Isidoro de Sevilla en sus enciclopédicas Etimologías (VIII, 11) no podía dejar de lado la descripción de los demonios y sus poderes: "Tienen conocimiento de muchas cosas futuras por lo que suelen proporcionar alguna que otra respuesta. Se da en ellos un conocimiento de las cosas mayor que el de la debilidad humana, en parte, por la agudeza de su inteligencia más viva; en parte, por la experiencia de su dilatadísima vida; y en parte, por revelación angélica, de acuerdo con el mandato de Dios. Estos, en cuanto a su naturaleza, gozan de cuerpos etéreos. Antes de su rebeldía disfrutaban de cuerpos celestes. Pero después de su caída fueron transformados en esencia etérea, y no se les permitió ocupar los espacios más puros de aquel aire, sino otros más tenebrosos, que les sirven de prisión hasta que llegue el momento del juicio. Son éstos los ángeles prevaricadores, cuyo príncipe es el diablo...en latín, Satanás quiere ecir adversario o transgresor. Es adversario porque es enemigo de la verdad y dedica en todo momento su empeño a poner dificultades a las virtudes de los santos. Y es también transgresor porque, convertido en prevaricador, no se mantuvo en la verdad en la que fue creador. Se le denomina igualmente tentador, porque su cometido es tentar la inocencia de los justos"65 . La primera vez que encontramos documentado este vocablo en lengua castellana será en 63. LISON TOLOSANA, Carmelo, Las brujas en la historia de España, Madrid, Temas de Hoy, 1992, p. 204. 64. BRAGA, Martín de, "Sobre la instrucción de los rústicos", Obras completas, edición de Ursicino Domínguez del Val, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1990. 65. SEVILLA, Isidoro de, Etimologías. Edición bilingue, I (libros I-X), traducción de José Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero, Madrid, BAC, 1982.
  • 23. 23 las Glosas Emilianenses bajo la forma de diabolo, refiriéndose la anotación a un exempla que narra un conciliábulo demonil en el que los diablos inferiores dan cuenta a Lucifer de las maldades cometidas contra los hombres, prefiriendo la literatura medieval este término al de demonio66 . Sea como fuere, los testimonios sobre su existencia serán constantes en la literatura medieval castellana, encontrando, entre otras cosas, numerosas alusiones a sus múltiples apariencias: en Sendebar se nos presenta con aspecto antropomórfico67 , en los Castigos e documentos del rey don Sancho lo hallaremos disfrazado tanto de mujer (intentando, por supuesto, tentar a un ermitaño), como de macho cabrío68 , en la Vida de Santa Oria de Gonzalo de Berceo tomará la forma de serpiente (y, en opinión de Deyermond, con un claro significado fálico)69 , en el ejemplo XX de los Milagros de Nuestra Señora acometerá a un clérigo embriagado en forma de toro, perro rabioso, y león rugiente; aunque sea, probablemente, en la Visión de Filiberto donde encontremos la descripción más viva al relatarnos cómo los demonios pretenden llevarse el alma de un condenado (motivo, por otro lado, bastante corriente en la literatura medieval): "Diablos muy espantosos, negros más que pez y muy feos y de tan viles formas que cuantos pintores son en el mundo no los podrían tan espantosos figurar, y lanzaban flama de piedra azufre hediendo por la boca y habían los dientes de tres órdenes y así fieros y grandes como azadones y por las ventanas de las narices no quedaban de caer gusanos y otras cosas muy sucias, y salir serpientes como alacranes que no quedaban de penar y de herir el ánima, y los ojos de ellos eran muy grandes relucían así que parecían brasines cuando están bermejos, relucían con encendimiento de fuego y tenían en las frentes cuernos y por los cabos de ellos no cesaban de manar veneno podrido que daba muy gran hedor, tal que era cosa muy aborrecible de catar, que aquella sangre era de las ánimas que despedazaban con los dientes y tragaban y vomitaban la sangre por las orejas y por las gargantas, y traían en las manos horcas de hierro con garabatos, y las uñas que tenían en los pies eran semejantes a colmillos de puerco jabalí salvo que eran muy más 66. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit. 67. GARROSA RESINA, Antonio, Magia y superstición en la literatura castellana medieval, Valladolid, Universidad, 1987, p. 71. 68. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., pp. 74-75. 69. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit.
  • 24. 24 mayores y trabaron en un punto de la cola uñas y con las horcas, y en un punto la lanzaron cerca del infierno"70 . Pero el demonio en la literatura medieval es mucho más que un mero ente terrorífico, por cuanto interviene continuamente en la vida de los humanos. No se tiene la menor duda acerca de la posibilidad de engendrar hijos con él, ya que en Sendebar se narra el cuento de un hombre que tuvo un hijo con una diablesa71 , en tanto a inicios del siglo XVI se publicaba en Burgos La espantosa y admirable vida de Roberto el Diablo, hijo éste del demonio y de la duquesa Auberta de Normandía, sin que tan diabólico origen impidiera la regeneración final del personaje (dicho sea de paso, este tema conoció una gran fortuna en la literatura española de cordel)72 . No siempre, empero, se es tan crédulo al respecto, negándose en El Victorial de Gutierre Díaz de Games que Merlín fuese hijo del diablo, ya que éste, "por ser espíritu, no puede engendrar, provocar puede cosas que sean de pecado, que éste es su oficio"73 . 70. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., pp. 231-232. 71. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 71. 72. CARO BAROJA, Julio, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente, 1969, p. 324. 73. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 516.
  • 25. 25 El pacto con el demonio para la obtención de poder, honores, o riquezas, es un motivo bastante frecuente, iniciándose en el milagro de Teófilo74 incluido en los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, y continuando en los capítulos LXXXII y LXXXIX de los Castigos e documentos del rey don Sancho, el ejemplo XLV del Conde Lucanor, titulado "De lo que aconteció a un hombre que se hizo amigo y vasallo del diablo", el Corbacho del Arcipreste de Talavera y el Libro de los ejemplos por ABC. En la descripción de estos pactos se quiere ver en alguna ocasión la descripción de un aquelarre, así, en la estrofa 734 de la citada obra de Berceo75 , aunque, en nuestra opinión nada hay que justifique dicha aseveración, por cuanto solamente se alude a "muy grandes gentes/ con ciriales en las manos y con cirios ardientes/ con su rey en medio, feos, que no lucientes/ la querría don Teófilo ser con sus parientes"76 . 2. LOS PODERES DEL DEMONIO. Los distintos tipos, propiedades, poderes y maleficios de los diablos serán una constante en una literatura demonológica cada vez más desarrollada. Por citar alguna referencia ultrapirenaica, Santo Tomás de Aquino hablará de ellos, entre otros lugares, en su Tratado del gobierno del mundo incluido en su celebérrima Suma Teológica, mostrando cómo los demonios combaten continuamente a los hombres, ora incitándolos a pecar, ora castigándolos, a la vez que saben las cosas "que pasan exteriormente respecto a los hombres", si bien sólo Dios, "que pesa las almas", conoce su auténtica condición interior. Aunque el demonio no pueda forzar la voluntad humana, puede, sin embargo, "alterar de algún modo las potencias inferiores del hombre, mediante las cuales, aunque no se coacciona a la voluntad, sí se la puede inclinar"77 . 74. Algunas notas sobre los orígenes de la leyenda de Teófilo en COHN, Norman, Los demonios familiares de Europa, Madrid, Alianza, 1980, p. 295. 75. GARROSA RESINA, Antonio, op. cit., p. 122. 76. BERCEO, Gonzalo de, "Milagros de Nuestra Señora", Obras completas, 3º edición, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1977, p. 403. 77. AQUINO, Tomás de, Suma Teológica, vol. III, edición de Francisco Barbado Viejo, Madrid, BAC, 1959, pp. 969-972.
  • 26. 26 Pero todo ello constituye un juego de niños ante la imagen demoníaca que nos muestra el Malleus Maleficarum, donde, entre otras cosas, se abordan sus innumerables denominaciones: "Según la Etimología, Diablo en griego significa encerrado en un ergástulo, lo cual le conviene porque no le está permitido hacer tanto daño como querría. O también diablo significa el que desciende, porque fluye, es decir, corre, según su ser y su colocación. Se le llama también demonio, esto es, el que gusta de la sangre (o el sanguinario), a saber, por el pecado, del que tiene sed y lo procura por la triple ciencia de que dispone: la sutileza de su naturaleza, la experiencia y la revelación de los ángeles buenos. Se le llama Belial, lo que se interpreta como el sin yugo o sin amo, porque lucha con todas sus fuerzas contra aquél al que debería estar sometido. Se le llama también Beelzebul, que significa el hombre de las moscas, es decir, de las almas pecadoras que han abandonado al verdadero Esposo: Cristo. También Satanás, es decir, el adversario, de donde aquello de San Pedro, vuestro adversario el diablo da vueltas buscando a quien devorar. Igualmente Behemoth, es decir, la bestia que vuelve a los hombres bestiales. Empero, el demonio de la fornicación y el príncipe de esta repugnancia se llama Asmodeo, que significa fábrica de juicio, porque a causa de este vicio hubo un juicio terrible sobre Sodoma y otras cuatro ciudades. De la misma manera al demonio del orgullo se le llama Leviatán, lo que significa su exaltación...el demonio de la avaricia y de las riquezas se llama Mammón"78 . Hay demonios masculinos (íncubos) y femeninos (súcubos), y el motivo por el cual los diablos se convierten en tales no es la búsqueda del placer carnal, por cuanto son espíritus y por ello no tienen carne ni hueso, sino el deseo de herir por medio del nefasto vicio de la lujuria las dos naturalezas del hombre, la corporal y la espiritual, a fin de hacerle más inclinado al vicio. Son capaces de conservar el semen para proceder a la concepción de hombres que vivirán siempre inmersos en el mal, y, de este modo, "el demonio íncubo puede, con el permiso de Dios, realizar el coito, y no como si el semen viniese de él, sino utilizando el de otro hombre cuando éste lo emite en el coito. Porque ocurre que el demonio que actúa de súcubo con el hombre se hace íncubo con la mujer...si se pregunta que de quien es el hijo que nace, queda claro que no es hijo del demonio, sino hijo del hombre, cuyo semen fue tomado...un demonio unido a una mujer recogería el semen de otro demonio unido a un hombre"79 . Queda fuera de toda duda que los 78. KRAEMER Y SPRENGER, El martillo de las brujas para golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza, traducción de Miguel Jiménez Monteserín, Madrid, Ediciones Felmar, 1976, p. 77. 79. KRAEMER Y SPRENGER, op. cit., pp. 68-69.
  • 27. 27 demonios pueden provocar esterilidad en el varón, recogiéndose las cinco maneras en que son capaces de efectuar esto incluidas por Pedro de la Palud en sus Sentencias: impedir que los cuerpos se aproximen, sea directa o indirectamente (llegando hasta el punto, en ocasiones, de interponerse el propio demonio entre ambos); enfriar el deseo del varón, turbar la imaginación a fin de volver repugnante a una mujer, reprimir directamente la erección del miembro viril, y obstruir las vías por las que fluye el semen. Sus poderes llegan hasta el punto de impedir la relación con una mujer y no con las demás, o eliminar el deseo carnal solamente hacia una mujer concreta80 . Son capaces de privar de la razón a los hombres, llamándose a sus víctimas arrebatados o poseídos; así como de impulsar a los individuos a amores u odios desordenados81 . España, por supuesto, no permanecerá ajena a todas estas elucubraciones. Algo anterior al Malleus será el Fortalitium Fidei de Alonso de Espina82 , cuyo libro quinto se denomina, precisamente, De bello daemonum, abordando en el mismo cuestiones tales si hay demonios, su naturaleza, cualidad, ciencia, morada, malicia y propiedades; la guerra sostenida en los cielos entre demonios y arcángeles y en la tierra con el género humano, su perdición y derrota final, la guerra llevada a cabo por los demonios tras la venida de Cristo, la diversidad de los mismos, puesto que hay nueve clases, la cualidad de los cuerpos en los cuales los demonios se aparecen, y el fin de la guerra sostenida por los demonios. 80. KRAEMER Y SPRENGER, op. cit., pp. 122-123. 81. Ibidem, pp. 113-114. 82. ESPINA, Alonso de, Fortalititum Fidei in Universos Christianae Religionis Hostes Judeorum et Saracenorum, Lyon, Joannes Moglin, 1525. Nuestro hombre no alberga la menor duda acerca de su existencia, y recoge las distintas
  • 28. 28 denominaciones con que se le conoce: los judíos le llaman Husa y Azael, los musulmanes Aroth y Maroth, los cristianos, por su parte, emplean muchos nombres, tales el diablo, Satanás, el exterminador o destructor, el demonio, Leviathán, Behemoth, Belial y Belcebú. Los demonios son ángeles, diviendose en nueve clases al igual que aquéllos. Son muy listos, e intentan imitar y ridiculizar lo que Dios y los ángeles buenos hacen o han hecho, por lo que es muyimportante que la gente no se engañe. Algunas personas ingenuas, por ejemplo, creen que hay mujeres, llamadas fates o Parcae (es decir, hadas), que son hilanderas del destino de cada individuo en el mundo, hilando y predestinando el futuro bien en el mismo momento del nacimiento, o durante la vida de la persona. Pero todo ello pertenece solamente a Dios, por lo que las personas que creen haber visto a estas mujeres en realidad han visto a demonios que intentan imitar los poderes divinos acerca del futuro. Por lo que se refiere a los llamados duendes de las casas, son demonios que aparecen durante la noche, moviendo y rompiendo cosas, sobre todo vasijas de vino, y robando las mantas de las camas. Pero aunque parezca que los duendes han hecho mucho daño, todas estas cosas aparecen en su sitio por la mañana. Los demonios pueden asimismo aparecer en figura de hombre o de mujer (íncubos y súcubos), y tienen capacidad de procrear de la siguiente manera: un demonio se convierte en súcubo o mujer, y seduce a un hombre en su lecho, pero tras la cópula el demonio retiene el semen del hombre, convirtiéndose en un íncubo o demonio varón, y al copular con una mujer implanta el semen en ella. De este modo los demonios efectúan una transmisión de semen y las mujeres quedan embarazadas, siendo el ejemplo más famoso el del mago Merlín. A menudo las mujeres, e incluso las monjas más piadosas, sufren las visitas de estos íncubos, que las despiertan, las arrancan de la cama o las abrazan mientras estan rezando, de modo que al despertarse de una especie de sueño se encuentran en un estado de polución, al igual que una mujer que acaba de copular con un hombre. No hay manera de evitar esto, salvo con la presencia de un crucifijo. Los íncubos son nueve veces más numerosos que los súcubos, y así el demonio se aprovecha del hecho de que las mujeres tengan apetitos más desenfrenados que los hombres. No sería Alfonso de Espina el único preocupado por cuestiones demonológicas. Bernardo Bassin, que escribe en las postrimerías del siglo XV, volverá a aludir a sus malignas propiedades: trastornar los elementos, provocar tempestades, destruir montes, colinas, árboles e hierbas, tomar la forma de animales y de hombres, producir enfermedades yla muerte, etc83 . Encontraremos más 83. BASSIN, Bernardo de, De Artibus Magicis ac Magorum Maleficiis Opus Praeclarissimum,
  • 29. 29 referencias en los Supra Genesis Commentaria redactados por el obispo abulense Alfonso de Madrigal, "el Tostado", siendo las más conocidas las relativas, nuevamente, a íncubos ysúcubos y su capacidad de procrear (Merlín, de nuevo, aparece como fruto de estas relaciones), mostrando además cómo los hombres nacidos de estas uniones son muy fuertes y de gran estatura84 . Dado que todas estas obras están escritas en latín, su conocimiento no debió trascender de la minoría de clérigos e intelectuales capaces de leer con fluidez este idioma, pero a partir del siglo XVI estas ideas se repetirán con bastante frecuencia en la literatura en romance. Torquemada, en su Jardín de flores curiosas, señala que los demonios son espíritus puros, como lo entienden autores de la talla de Juan Damasceno, Gregorio Magno o Tomás de Aquino, aunque les está permitido aparecer como cuerpos visibles, al igual que los ángeles, y así toman cuerpos que, aunque nosotros les llamamos fantásticos, porque pronto desaparecen, verdaderamente son cuerpos visibles, formados de materia tan sutil y delicada que se deshace. No faltan, empero, doctores que afirman que los demonios son corpóreos hasta el punto de tener necesidad de mantenimientos con los que sustentarse y de huir de las armas, ya que padecen con los golpes85 . Intentan por todos los medios la condenación de los hombres, incitándolos sobre todo al pecado de la lujuria, haciéndoles soñar carnalidades y deleites, "hasta envolvernos en poluciones que, deleitándonos en ellas, después que despertamos, son causa de que pequemos mortalmente", si bien a otros les hace soñar con grandes riquezas86 . Parece que son más libres y abundantes en las regiones nórdicas, y algunos dicen que éstas constituyen la principal habitación de los demonios87 . incluido en "Mallei Maleficorum ex Multis Authoribus Conflati", Lyon, Ioanam Iacobi Iuntae, 1584, p. 18. 84. MADRIGAL, Alfonso de, Alphonsi Tostati Hispani Abulensi Episcopi Opera Omnia, vol. 1. Commentaria in Genesim, Colonia, Ioan Gymnici y Antonio Hierati, 1613, p. 120. 85. TORQUEMADA, Antonio de, Jardín de flores curiosas, edición de Giovanni Allegra, Madrid, Castalia, 1982, pp. 281-282. 86. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., p. 329. 87. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 444-445.
  • 30. 30 También para Martín del Río, innúmeras son las facultades del demonio, aunque es de notar que su poder tiene limitaciones: tiene poco o ninguno para resucitar a un hombre (si bien, "podría...si Dios lo permitiese obligar a un ánima condenada a meterse en un cuerpo para moverlo y hacer demostración de algunas operaciones en el mismo")88 , y no puede forzar la voluntad humana (solamente inclinarla al pecado por medio de sugestiones, malos consejos y otras tentaciones), de ahí que sea incapaz de evitar que cualquier pecador, ni siquiera las brujas, se arrepienta y renuncie al pacto que con él firmó89 . En sucesivos capítulos de su obra, nuestro autor se plantea si los demonios pueden cambiar la cantidad de los cuerpos, colocar un mismo objeto en dos lugares separados o dos cosas en un mismo lugar, otorgar a los brutos inteligencia, hacer que el hombre ni sienta ni padezca, permanezca largo tiempo dormido o resista sin comer, mudar el sexo, devolver la juventud, separar el alma del cuerpo, y hacer que las ánimas o espíritus de los difuntos se aparezcan a los vivos. Puede engañar la vista, el oído y los demás sentidos, ayudar a la memoria, agudizar el entendimiento, y enseñar algunas artes y ciencias si él lo desea y Dios se lo permite90 , condicionante este último que aparece citado en bastantes ocasiones, contraponiéndose de este modo la omnipotencia divina con lo limitado de los poderes demoníacos. Torreblanca Villalpando nos muestra cómo el diablo es capaz de actuar sobre las tres potencias del alma, a saber, incentivando la memoria, haciendo el intelecto más sutil y mejor, y, aunque no puede forzar la voluntad, es capaz de influirla con visiones e imaginaciones e inclinarla a las pasiones91 . Engaña a los sentidos y adopta formas fantásticas, como quimera, 88. RIO, Martín del, La magia demoníaca, Madrid, Hiperión, 1991, pp. 596-597. 89. RIO, Martín del, op. cit., pp. 409-419. 90. RIO, Martín del, op. cit., pp. 406ss. 91. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, Daemonologia sive De magia naturali, daemoniaca licita et illicita, Maguncia, Teobaldo Schonwetteri, 1623, pp. 233-235.
  • 31. 31 cabra, león o dragón92 . Gaspar Navarro, en su Tribunal de superstición ladina, se plantea si el demonio puede realizar un maleficio incendiario, si es capaz de transformar una cosa en otra (como un hombre en una bestia) y cómo engaña los sentidos de los hombres, si puede conservar un cuerpo vivo sin comer y cómo hace para que los cuerpos de los magos que ya han fallecido hablen y se conserven sin corrupción93 . Aludirá además a los profundos conocimientos de los demonios, por cuanto pueden conocer y tener noticia de todas las cosas corporales, que son menos perfectas que ellos, y tienen ciencia de todo el curso de la naturaleza, saben los movimientos de los cielos, los elementos, las virtudes de las estrellas, los eclipses, conjunciones, y otros aspectos de los planetas, las propiedades de los metales, yerbas, medicamentos, peces, aves, y animales. Saben la astrología, medicina y filosofía mejor que todos los sabios del mundo. De todo ello, evidentemente, se sigue que los demonios saben muchos secretos, y los pueden revelar a los hombres que les sirven. Pero hay tres clases de cosas secretas, unas pasadas, otras presentes, y otras por venir. De las cosas pasadas en el mundo, aunque los hombres las hayan olvidado, el demonio tiene tan gran memoria que sabe cómo y de qué manera sucedieron, y las puede contar mejor que un gran cronista. Y lo mismo se puede decir de las presentes, porque las ve donde quiera que estén, por muy secretas y escondidas que se hallen, y así puede decir dónde haytesoros escondidos, ydónde hay venas de agua en la tierra para poder sacar fuentes, aunque es incapaz de conocer los pensamientos, que están en el corazón del hombre. 92. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, op. cit., p. 237. 93. NAVARRO, Gaspar, Tribunal de superstición ladina, Huesca, Pedro Blusón, 1631, pp. 22v- 24. En cuanto a las cosas que están por venir, éstas son de tres clases: unas han de venir por curso de naturaleza, porque pueden ser efectos de causas naturales, y proceden de las virtudes y
  • 32. 32 movimientos de los cielos, estrellas, elementos, humores y de los otros cuerpos naturales, virtudes de piedras, metales y animales, etc. Y de éstas el demonio tiene ciencia cierta, ya que al saber toda la astrología, filosofía y medicina, se lo puede revelar a los hombres. Y así, vemos que los nigromantes dicen y aciertan en qué días, meses y años ha de llover, nevar, tronar, granizar, cuales de ellos serán fríos, calientes, secos y húmedos, cuales serenos o nublados, claros y oscuros, en cuales habrá cometas y terremotos, pestilencias y enfermedades, yotras cosas de este tenor. Hay otras cosas que han de venir por voluntad de los hombres, yque solamente dependen de su libre albedrío, como casas, edificios, viñas, bandos, paces, casamientos, robos, tratos, compras, ventas, etc. De éstas, el demonio no tiene ciencia cierta, porque dependen de la libre voluntad de los hombres, y el diablo es incapaz de conocerlas, y ello es un lugar común de toda esta literatura: Benito Perer afirma cómo el demonio siempre falla prediciendo el futuro al ser incapaz de adivinar las cosas que dependen del libre arbitrio94 . Pero no es menos cierto que por algunas conjeturas de los tiempos pasados, puede tener noticia de lo que ha de suceder, y, también, porque como es tan astuto, sabe las naturalezas particulares e inclinaciones de cada uno, pudiendo deducir lo que será o ha de hacer el hombre. Pero esto no lo sabe como algo cierto e infalible, sino por conjeturas, y así lo revela a sus nigrománticos, hechiceros y adivinos. Finalmente, hay otras cosas que han de venir por mero azar, y de ellas no puede el demonio tener ciencia cierta, porque no tienen causas determinadas. Y así, en las tales cosas que revela a sus adivinos, la mayor parte de las veces éstos se equivocan, ya que solamente a Dios ninguna cosa le viene por hado o fortuna, porque todas las tiene presentes. De todo ello se concluye, que el demonio algunas cosas sabe de cierto, otras por conjeturas, yotras no las sabe de ningún modo, sino que anda adivinando95 . Pero, ¿a qué se debe tamaña inquina del demonio hacia los hombres? Blasco de Lanuza 94. PERERII, Benedictus, Adversus fallaces et superstitiosas artes, Lyon, Horatium Cardon, 1603, p. 172. 95. NAVARRO, Gaspar, op. cit., pp. 6-8.
  • 33. 33 nos responde a esta pregunta, recogiendo las opiniones formuladas otrora por San Antonino de Florencia: el demonio persigue al género humano por tres motivos, a saber, por malicia, soberbia y envidia. La malicia, porque tiene odio capital a Dios, causante de sus tormentos, y pretende vengarse apartando de su obediencia a cuantos pueda. La soberbia, por su parte, le da espuelas para contraponer demonios tentando a los hombres al ver que Dios señala ángeles particulares para que los guarden. La envidia, finalmente, porque no soporta la idea de que los hombres vengan a disfrutar de lo que él ha perdido96 . Son muy variadas las denominaciones del demonio, y de ello se ocupa Pedro de Medina en su Libro de la verdad, donde expresa cómo dicha multiplicidad obedece a que por todos estos nombres se demuestra su malicia. Es dicho demonio, que es lo mismo que el término griego mal sabiente, porque el demonio, por la gran agudeza de ciencia que le fue dada, por su gran experiencia del tiempo, por su gran inteligencia de la Escritura, y por la sutilidad de su ingenio, tiene más conocimiento que los hombres. También es dicho diablo, que en hebraico quiere decir debajo cayente, ya que al caer del cielo debido a su soberbia, se precipitó en el Infierno. Llámase también Satán, que quiere decir adversario o contrario, puesto que por corrupción o malicia siempre es adversario y contrario a Dios, su creador. Y además se le dice Beemoth, que quiere decir animal o buey, porque así como los bueyes desean roer el heno así él desea roer con los dientes de la tentación la vida de los corazones que es pura o limpia. También se le llama Aleviatán, que quiere decir añedimiento, porque él añade mal a mal y no cesa de juntar pena con pena. Y, finalmente, se le llama en griego Apolión, que quiere decir destructor97 . Benito Noydens nos ofrece también su particular etimología, figurando entre los nombres del demonio Belial, que quiere decir absque iugo (sin yugo o sin señor y amo, porque todas sus ansias se encaminan a querer ser libre y no estar sujeto al creador), Beelzebub que significa vir muscarum (de las almas que pecaron y dejaron a su verdadero esposo Jesucristo), Satanás, esto es, adversario (porque siempre es contrario a nuestra salud ybienaventuranza), Behemot, que quiere decir bestia (porque hace a los hombres semejantes a los brutos), Asmodeus, que significa Factura iudicii (porque por 96. BLASCO LANUZA, Francisco de, Patrocinio de ángeles y conbate de demonios, San Juan de la Peña, Juan Nogués, 1652, pp. 468-469. 97. MEDINA, Pedro de, Libro de la verdad, Sevilla, Alonso de la Barrera, 1576, III parte, diálogo XXI.
  • 34. 34 semejante pecado, recayó el espantoso juicio sobre Sodoma y las demás ciudades nefandas), Leviatán o demonio de la soberbia (porque tentó a los primeros padres llamando a su soberbia), y significa additamentum, porque les prometió añadidura de divinidad. Otras veces se le llama Mamona, que es demonio de la avaricia. El término Taemon significa sanguinis sitiens, porque tiene tanta sed y procura con tanto anhelo los pecados. El nombre de diabolus se deriva de a dia, quod, est duo, y bolus, bocado, porque se come los dos bocados del hombre, cuerpo y alma. También significa acusador, calumniador, y malsin, oiorque según San Benito, puesto que el mismo es ayudador de nuestros pecados, y acusador, disfrutando con nuestra perdición, y descubriendo nuestras obras98 . Francisco de Blasco Lanuza nos mostrará cómo Lucifer es el príncipe de todos ellos, encabezando otros siete demonios que presiden a los vicios capitales que a su vez son los adalides de todas las huestes infernales: Asmodeo encabeza la lujuria; Leviatán, la soberbia; Mamona, la avaricia; Berith, la ira; Belphegor, la gula; Belcebú, la envidia; y Astaroth, la pereza99 . Pero, independientemente del nombre que adopte, su aspecto es sencillamente sobrecogedor, al menos según nos relata Pedro de Medina: "Y cuanto a la figura del demonio aquel espíritu malo ysucio. Aquella espantable bestia su vista es de tanto temor que vence todo género de tormento más de lo que acá en el mundo se puede imaginar. Son más negros que la pez como aquéllos que toman la color del fuego en que contino arden que es madre de todo negror. Sus caras son muy espantosas, los ojos semillados, saltando de ellos centellas, las narices rebajadas o muy romas o muy gruesas o muy altas o muy grandes o muy abiertas como aquéllos que siempre fingen tragar, los dientes muy agudos, las gargantas muy anchas y todas las otras hechuras por esta manera. Todos son bocas, todos uñas, de todos salen llamas de fuego muy quemantes, por ojos, por orejas, por narices, por bocas. Y generalmente por todo el cuerpo...en manera que tan feos y espantables son en sí mismos que solamente verlos es muy grave tormento. Sus voces son muy doloridas, muy grandes, y muy enojosas de oir, que sólo en oirlas ponen muy gran espanto. Sus condiciones son éstas: falsos, mentirosos, engañosos, sucios, desordenados, disolutos, lujuriosos, escarnidores, tristes, enojosos, contradecidores del bien, presumidores del mal, sospechosos, desmesurados, desvergonzados, temerosos, rabiosos, avarientos, maldicientes, denostadores. Su conversación es muy aborrecible porque entre ellos nunca jamás haypaz, nunca holganza ni sosiego, nunca verdad ni fieldad, nunca amor ni amistad, mas siempre tienen guerra, trabajo, revuelta, discordia, mentira, falsedad, engaño, envidia, tristeza, rencilla, 98. NOYDENS, Benito Remigio, Práctica de exorcistas y ministros de la Iglesia, Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1666, pp. 45-46. 99. BLASCO LANUZA, Francisco de, op. cit., p. 487.
  • 35. 35 malquerencia y desigualdad"100 . Existen muchas clases de demonios, y varias son las clasificaciones empleadas por los autores de la época, con una notable influencia de mitologías grecolatinas ynórdicas, acudiendo a los modelos ofrecidos por el bizantino Miguel Psellos, Trithemio y Olao Magno101 , autor éste de una Historia de gentibus septentrionalibus donde describe las numerosas maravillas que se pueden encontrar en las regiones nórdicas. Torquemada nos habla de los seis tipos de demonios existentes recogiendo la tipología empleada por Psellos (clasificación, por otro lado, que tuvo una gran difusión en la época, encontrándola en El alguacil endemoniado y el demonio calabrés de Quevedo102 ): los primeros son los que quedaron en la suprema región del aire, a los cuales llaman ángeles de fuego, por estar tan cerca de aquella región. Fueron los que tuvieron menor culpa, puesto que son los que más cerca se hallan del cielo, y tienen por mayor y más principal pena la contemplación de haberlo perdido por su maldad, y parece que no hacen tanto daño como los segundos, que son los que se encuentran desde la media región del aire hasta cerca de la tierra. Estos son los que algunas veces mueven los vientos con mayor furia de la acostumbrada, los que congelan las espantosas nubes fuera de tiempo, y los que hacen venir los truenos, rayos, relámpagos, y granizar y apedrear los panes y viñas y frutos de la tierra, y de ellos se aprovechan los nigrománticos cuando quieren hacer todos estos daños. Los terceros están en la misma tierra, y tienen como principal oficio perseguir a los hombres para hacerlos pecar y para que pierdan el lugar que ellos tenían en el cielo, puesto que tienen envidia de que los hombres puedan venir a gozarlo. Estos nos fatigan, nos dan trabajos, nos engañan y atraen todas las maldades que hacemos y cometemos, y así, nos ponen acechanzas de día y de noche, con malas obras y malos pensamientos, tentando nuestras almas y persuadiéndonos a que vamos por el camino de la perdición. Los cuartos se encuentran en las aguas, así en la mar, como en los ríos, lagos yfuentes, donde no cesan de provocar tempestades y de perseguir a los que navegan, poniéndolos en 100. MEDINA, Pedro de, op. cit., III parte, diálogo XLVI. 101. CARO BAROJA, Julio, Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Sarpe, 1985, p. 80. 102. QUEVEDO, Francisco, Obras completas. Prosa, vol. 1, 6ª reimpresión, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 147-148.
  • 36. 36 peligro con grandes y crecidas tormentas, y así, procuran destruir los navíos, llamando también en su ayuda a las bestias que en el mar se crían; y lo mismo hacen en los ríos, conduciendo los barcos de manera que se trastornen; y guían asimismo a los que nadan para que trabándose en algunas rocas, o metiéndose en algunos remolinos, no puedan salir. Los quintos los encontramos en las cuevas y concavidades de la tierra, donde persiguen a los que andan cavando las minas de los metales y los pozos y otros edificios subterráneos, procurando que se caigan ypierdan la vida. Son los que causan los temblores de tierra, trayendo en su ayuda la furia de los vientos que dentro se encierran, de lo que se hunden a veces algunos lugares, principalmente los que están edificados cerca del mar103 . A los sextos los hallaremos en los mismos abismos, cuyo propio nombre es el Infierno, y tienen por principal oficio atormentar las almas de los condenados104 . Martín del Río, por su parte, recoge la clasificación, prácticamente idéntica, incluida en la obra de Trithemio, que también distingue seis clases de demonios. Los primeros son los llamados ígneos, porque divagan en el entorno de la atmósfera superior. Los segundos son los aéreos, porque errando por el aire viven siempre cerca de nosotros. Son de un humor violento y furioso, lo que les lleva a maquinar muchas insidias. Cuando realizan sus ataques, por una parte desean pasar desapercibidos, pero por otra ejercen la violencia. El tercer género es el que llamamos terrestres, y algunos de éstos andan por los bosques y espesuras, poniendo trampas a los cazadores. Otros, en cambio, están en campo abierto, y son los que de noche extravían a los viandantes. Otros moran en antros y cavernas. Los restantes, menos furiosos y perturbados que los demás, gustan de entretenerse con los hombres en la oscuridad. A veces residen, y así se lo prometen a los nigromantes, en el interior de un recipiente de vidrio o cristal, o en un espejo, y a la llamada de encantamientos responden a las mujercillas. El cuarto género de demonios se denomina acuáticos, porque viven sumergidos a orillas de ríos y lagos. Son muy iracundos, agitados e inquietos, amén de traicioneros, pues en la mar levantan tempestades, echan los barcos a pique y a muchos quitan la vida en las aguas. Cuando estos demonios asumen cuerpo visible, es casi siempre de apariencia femenina, siendo más raro verlos masculinos. El quinto género se 103. Sobre estos demonios subterráneos, SANCHEZ GOMEZ, José, "Magia, astrología y ocultismo entre los mineros del siglo XVI", Studia Historica, VI, 1989. 104. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 254-261.
  • 37. 37 llama subterráneo, porque habita en grutas, cavernas y concavidades remotas de los montes. Estos demonios son los más dispuestos a la destrucción del género humano. Atacan sobre todo a los que cavan pozos y minas y a los buscadores de tesoros escondidos bajo tierra. Abren grietas en la tierra, levantan vientos que vomitan llamas, y sacuden los cimientos de los edificios. A veces, por la noche, salen en manadas de los montes al campo, y allí ejecutan danzas maravillosas, y a una señal dada se desvanecen y retornan a sus recovecos. El sexto género de demonios se llama lucífugo porque aborrecen y detestan sobre todo la luz, y así jamás se aparecen de día ni pueden tomar cuerpo si no es de noche. Se trata de un género de demonios inescrutable y de lo más tenebroso, agitado por furiosas pasiones, malicioso, inquieto y perturbado. Acometen a los hombres y con violencia se posan sobre ellos en las horas nocturnas, y con harta frecuencia, si Dios lo permite, causan la muerte con su aliento o su contacto. Uno de estos demonios nocturnos es la princesa de las súcubas, que en hebreo se llama Lilit, derivado de layela (la noche) porque tales demonios no suelen atacar a los varones sino de noche, aunque, en cambio los demonios íncubos estan activos también de día105 . Pero si tanto Torquemada como Martín del Río aluden a seis clases de demonios, Torreblanca Villapando se lleva la palma, distinguiendo nada menos que diez y ocho géneros, entre ellos los ígneos, aéreos, acuáticos, terrestres, los que plantean enigmas a los hombres (como la esfinge), los que habitan en las casas, llamados larvas, lemures, o, en España, trasgos y duendes; los que se aparecen bajo la forma de muchachas o de ninfas en parajes agradables, los que se muestran en época de peste, los que se sienten por sus voces y sonidos, los que habitan en los campamentos militares, los que viven en los monumentos, los que provocan tristeza, los sátiros, los subterráneos y los lucífugos106 . El demonio engaña a sus secuaces y familiares con el cebo de los actos carnales, participando con las mujeres tomando cuerpo de varón (íncubos), y con los hombres tomando cuerpo de mujer (súcubos). No obtiene deleite alguno en estos actos, ya que es puro espíritu, pero sus ministros y familiares obtienen más placer que comunicando con hombres o mujeres, por 105. RIO, Martín del, op. cit., pp. 525-547. 106. TORREBLANCA VILLALPANDO, Francisco, op. cit., pp. 284-288.
  • 38. 38 cuanto "allí cesa todo lo que impide el deleite carnal, y suple o podría suplir el demonio por su virtud natural todo lo que favorece para lo acrecentar"107 . Torquemada recoge nuevamente la idea de que Merlín fue engendrado de esta manera (Gaspar Navarro incluye además a Hércules108 , el dominico Tomás de Maluenda a Alejandro Magno y Julio César109 ), aunque tiene por falso que los demonios se aficionen de las mujeres, y si alguna vez lo muestran es mero fingimiento, ya que lo que procuran es la perdición de su alma110 , narrando algunos casos al respecto para que nadie se llame a engaño: "Estando en la isla de Cerdeña, en la ciudad de Callar, donde entonces se trataba de la Inquisición de algunas brujas, las cuales decían comunicarse con las de Francia y Navarra, que había poco tiempo que fueran perseguidas y castigadas, y fue que una doncella muy hermosa, de edad de diez y siete o diez y ocho años, atraída por una de estas brujas, vino a tener sus inteligencias y comunicación con un demonio, el cual venía algunas veces a visitarla en figura de una de los más hermosos y gentiles hombres del mundo, y así, la traía engañada y tan a su voluntad como quería; porque la doncella se enamoró extrañamente de su gentileza; el cual cuando ya vio que era tiempo, dio orden como se descubriese el delito, y siendo la doncella presa por ello, jamás se pudo acabar con ella que se reconciliase, antes muy obstinada en pensar que el demonio la había de valer como le había prometido, y también en la afición y amor que con él había tomado, sobre lo cual decía muchas cosas que espantaban a los que la oían, con su pertinacia y engaño dejó meterse viva en el fuego, llamando siempre por él, adonde recibió el pago que merecía de su locura, perdiendo juntamente el cuerpo y el ánima, que con tan gran facilidad pudiera salvar, muriendo cristianamente y arrepintiéndose de su pecado y recibiendo con paciencia la muerte"111 . Martín del Río también se plantea si existen demonios íncubos o súcubos, no 107. CASTAÑEGA, Fray Martín de, Tratado de las supersticiones y hechicerías, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1946, pp. 5758. 108. NAVARRO, Gaspar, op. cit., p. 20v. 109. MALUENDA, Fray Tomás de, De Antichristo, Roma, Carolum Vulliettum, 1604, pp. 78 y 79. 110. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 279-282. 111. TORQUEMADA, Antonio de, op. cit., pp. 282-283.
  • 39. 39 manifestando la menor duda sobre la posibilidad de que entablen relaciones sexuales con los humanos (los maléficos y las lamias suelen tenerlas, aquéllos con súcubas yéstas con íncubos), y que de ellas se siga descendencia (aunque los demonios no pueden engendrar por sí mismos, recogiendo el proceso ya indicado en el Malleus por medio del cual el semen de un varón se transmite a través de una mujer por intermedio de una relación con algún demonio). De estos contactos se puede seguir incluso placer carnal para los humanos112 . Y todavía a mediados del siglo XVII Francisco de Blasco Lanuza señalaba que el negar la existencia de íncubos y súcubos sería "temeridad y desvergonzado atrevimiento", aunque existen remedios contra ellos, tales asistir a los tmeplos, algunas fórmulas sagradas, la confesión y la comunión devotas, el agua bendita y el Ave María, la devoción a San Benito (el autor era benedictino), los exorcismos de la Iglesia y el mudar de lugar (porque a veces el demonio mora allí por maleficio), siendo estos remedios eficaces siempre que se utilicen con viva fe113 . Las intromisiones del demonio en la vida cotidiana de los hombres son continuas, por cuanto no se limitan a estos contactos carnales, transmitiéndonos Torquemada algunos relatos al respecto: "(Caso notable de un muchacho, que acaeció en la ciudad de Astorga) En el pueblo adonde yo nací y me crié estaba un hombre letrado y honrado, el cual tenía dos hijos, y el uno, que podría haber doce o trece años, hizo cierta travesura, de la cual en tanta manera se enojó su madre, que comenzó a ofrecerle yencomendarle muchas veces a los demonios que se lo llevasen delante. Esto era a las diez de la noche, que hacía muy oscura; y como la madre no cesase de seguir sus maldiciones, el muchacho, con miedo, se salió a un corral que en la casa había, y allí desapareció, de manera que, aunque le buscaron con todo cuidado, no pudieron hallarle, estando muy maravillados, porque las puertas estaban cerradas y no había por donde poderse haber salido, y habiéndose así pasado más de dos horas, estando los padres fatigados, oyeron estruendo en una cámara que estaba encima de ellos, y el muchacho, que con muy gran dolor parecía que estaba gimiendo; y subiendo allá y abriendo la puerta, que también estaba con llave, halláronle tan maltratado, que era la mayor lástima del mundo verle; porque demás de tener todos los vestidos rasgados y hechos muchos pedazos, tenía la cara y las manos y casi todo el cuerpo magullado y rasguñado como de espinas y estaba desfigurado y tan desmayado, que en toda aquella noche no acabó de volver en sí. Los padres, lo mejor que pudieron, le curaron y le hicieron todos los beneficios que les pareció que podían aprovecharle; yotro día, que pareció el muchacho haber cobrado el juicio, le preguntaron qué era lo que en aquella noche le había acaecido, y él les dijo que, estando en el corral, había visto cabe sí unos hombres muy grandes y feos y espantables, los cuales, sin hablar palabra, le tomaron 112. RIO, Martín del, op. cit., pp. 312-319. 113. BLASCO LANUZA, Francisco de, op. cit., pp. 803-809.
  • 40. 40 y llevaron por el aire con tan gran velocidad, que no hay ave en el mundo que tanto volase; y que, descendiendo a unos montes muy llenos de espinos, le habían traído arrastrando por medio de ellos para una parte y para otra, de manera que le habían puesto de la suerte que veían; y que al fin le acabaran de matar, sino que él tuvo tino de encomendarse con gran voluntad a Nuestra Señora que le valiese, y que, a la hora, aquellas visiones le habían vuelto por el aire y le habían metido por una ventana pequeña que estaba en la cámara y que allí lo habían dejado, y se volvieron por donde había venido. A este muchacho conocí yo después de mucho tiempo, y del trabajo que pasó quedó sordo y adobado, de manera que nunca fue el que antes era y pesábale de que le preguntasen o trajesen a la memoria lo que por él había pasado"114 . Las Relaciones escritas en la época, por su parte, se hacen eco también de sucesos de este tenor, como algunas de las recogidas por Ettinghausen, tales la Relación muy verdadera en la cual se contienen dos obras dignas de grandísima admiración. La primera trata cómo en la villa de Castro aparecieron treinta y cinco legiones de demonios. Dase cuenta de las cosas que hicieron, y letras que en el suelo escribieron, en seis días que estuvieron en su término y lugar (Murcia, 1613), o la Breve relación que declara y da cuenta de un caso maravilloso sucedido en la ciudad de Alcaraz tierra de la Mancha con una mujer malediciente que habiendo parido ofreció muy de veras al maligno su pecho (1671)115 . 3. EL DEMONIO EN LA LITERATURA. En la literatura moderna española, por su parte, la presencia del demonio es bastante frecuente. Gil Vicente, en su Auto de la Barca de la Gloria, utiliza el viejo recurso, tan típicamente medieval, de presentar a una serie de personajes (Papa, Cardenal, Arzobispo, Obispo, Emperador, Rey, Duque, Conde) que comparecen ante él116 . En el teatro de Diego Sánchez de Badajoz, el Diablo es el polo opuesto a Cristo y la Virtud, ya que representa la fuerza negativa y 114. TORQUEMADA, Antonio de, pp. 257-259. 115. ETTINGHAUSEN, Henry, Noticias del siglo XVII: relaciones españolas de sucesos naturales y sobrenaturales, Barcelona, Pulvill Libros, 1995. 116. VICENTE, Gil, "Auto de la barca de la gloria", Teatro, edición de Thomas R. Hart, Madrid, Taurus, 1983.
  • 41. 41 el poder del mal. En algún caso, como en la Farsa del juego de cañas, se encuentra capitaneando el ejército de los pecados, adquiriendo casi la categoría de antagonista de la divinidad. Normalmente aparece en la escena, siempre "en figura de bestia fiera" como ángel caído, frente a otros ángeles emisarios y representantes del poder divino, como en la Farsa de Santa Bárbara o en la Farsa militar, en tanto en la Farsa de los doctores es el Pastor quien se enzarza en una grotesca lucha con él117 . Lo encontramos en 22 de los 38 autos sacramentales de Lope, donde aparece como instigador de todos los crímenes y corroído por la envidia, encarnado como negro, serpiente o dragón, o con su imagen más clásica de cuerno, rabo y pezuñas, representando la malicia, la mentira, el error y la culpa. Es resentido y soberbio, enemigo del hombre, y desata terribles fuerzas para llevarle al Infierno118 . Así, en La Maya, sale como el rey de las tinieblas. En Barlaam y Josafat, como galán y en forma de mujer para tentar, cómo no, al ermitaño Josafat. En San Nicolás de Tolentino, es mostrado de máscara y en diversas figuras, como leones, sierpes y otras, siempre para atacar al santo. En San Isidro labrador de Madrid su máximo cuidado es procurar que éste abandone la oración. En La creación del mundo y primera culpa del hombre, Luzbel, tras presentarse al mismo nivel que la divinidad ("Tan bello en mi ser me vi/ que porque admirar se pueda/ no sé si a Dios le conceda/ primero lugar que a mí/ Pues cuando de su grandeza/ puso en mí tanto caudal/ pienso que hizo en mí otro igual/ poder, virtud y belleza....igual le soy en poder/ igual en naturaleza/ en calidad, en belleza/ y si El ha podido hacer/ esa creación, yo podría/ lo mismo hacer con mi ciencia") y producirse su caída, anuncia su venganza: "Que importa que del cielo me haya echado/ injustamente Dios. Que importa ahora/ si con la ciencia infusa me ha dejado...mas de una diabólica asechanza/ valerme intento, mi inmortal cuidado/ guerra promete al hombre a espada y lanza"119 . Y tienta a comer la fruta 117. SANCHEZ DE BADAJOZ, Diego, Farsas, edición de Miguel Angel Pérez Priego, Madrid, Cátedra, 1985, pp. 51-52. 118. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit., pp. 205ss. Vid. FLECNIAKOSKA, J.L., "Les roles de Satan dans les autos de Lope de Vega", Bulletin Hispanique, LXVI, 1964. 119. VEGA, Lope de, Obras escogidas, volumen 3, edición de Federico Carlos Sainz de Robles, 5ª edición, Madrid, Aguilar, 1987, pp. 86-87.
  • 42. 42 prohibida, y pone a Caín en contra de Abel, y hace que Lamen mate a su padre Caín accidentalmente. En Satán, por su parte, Calderón personifica la tensión entre el bien yel mal. En La dama duende, Lucifer se aparece en forma de doncella a un pastor. No hay cosa como callar esboza el motivo de la venta del alma al diablo, en este caso para conseguir el amor de una dama. El mágico prodigioso gira en torno a las manipulaciones del demonio que se introduce con diferentes máscaras, ora aparece con la personalidad de un profesor de teología, caballero de capa y espada, astrólogo que domina la magia, o cortesano alcahuete, revelándose finalmente como un espíritu dañino. Nos encontraremos nuevamente en esta obra con el tema del pacto con el demonio: en este caso, Cipriano pretenderá conseguir el amor de Justina, pero ésta vence todas las tentaciones. El drama finaliza con la aparición espantosa del demonio sobre una sierpe, manifestando la gloria de los dos mártires y su impotencia en sus esfuerzos por destruirlos. En Las cadenas del demonio San Bartolomé le silencia esgrimiendo su báculo a modo de cruz, y ahuyenta al demonio de la estatua a través de la que hablaba. La prueba decisiva del poder divino se da con la curación de la endemoniada, Irene, que en un pacto había ofrecido voluntariamente su alma al diablo, pero San Bartolomé consigue arrojarle del cuerpo de la doncella. El demonio aparece en esta obra como el dios Astarot (se coloca el disfraz del poder), como la sacerdotisa Selenisa (con la simulación de poseer la sabiduria), y, cuando confiesa su impotencia, lleva la figura monstruosa que le atribuye la tradicion medieval. El José de las mujeres gira en torno a las maquinaciones del demonio, que trata en vano de confundir y pervertir a Eugenia, la protagonista, provocando numerosas dificultades para que no alcance, primero, la gracia de la revelación, y, lograda ésta, para que su ejemplo de santidad cristiana no trascienda. El demonio se disfraza con la efigie de Aurelio, caballero ya fallecido, para llevar a cabo su tarea con mayor eficacia, pero Eugenia supera todas las pruebas. Aparece asimismo en 47 de sus autos sacramentales , asociado con el pecado, la oscuridad, la noche y la culpa120 , así, en El gran duque de Gandía (tentando a San Francisco de Borja), La devoción de la misa (vestido de soldado, al igual que en Amar y ser amado), El año santo de Roma (sale como Luzbel, al igual que en La primer flor del Carmelo y El pastor Fido), No hay más fortuna que Dios, El valle de la Zarzuela 120. LISON TOLOSANA, Carmelo, op. cit., pp. 205ss. Vid. CILVETI, A.L., El demonio en el teatro de Calderón, Valencia, 1977.
  • 43. 43 ("vestido de pieles, y en la cabeza una media visera, en forma de testa de león, de quien penderá un manto también de pieles, asidas las garras a los hombros", de esta guisa aparece también en El indulto general), El diablo mudo, Andrómeda y Perseo, El cordero de Isaías, A tu prójimo como a ti (vestido a lo bandolero), El verdadero Dios Pan, La nave del mercader (se nos hace ver al hombre en medio del camino de la vida, engañado por el demonio, la lascivia y el mundo), El laberinto del mundo, y Los alimentos del hombre121 . En el teatro de Tirso de Molina destacan sus apariciones en La madrina del cielo, donde muestra su eterno odio hacia el hombre, y, sobre todo, en El condenado por desconfiado, donde procura y consigue la perdición del ermitaño Paulo, dubitativo ante la salvación de su alma122 . Mira de Amescua, en El esclavo del demonio, desarrolla nuevamente el ya conocido tema del pacto con el demonio, y en este caso el argumento se basa en la leyenda de Frei Gil de Santarem, que habiendo vendido su alma al diablo a cambio de aprender los secretos de la magia negra, se convierte ante una visión sobrenatural y rescata su alma gracias a la intervención de la Virgen. En la obra de Mira de Amescua la venta del alma se hace por amor a una mujer, lo que es una influencia de la leyenda de San Cipriano: de este modo, el demonio, vestido de galán y presentándose con el irónico nombre de Angelio, declara al protagonista "Vivo espantado/ de lo poco que has gozado/ gusto de juegos y damas/ Si predestinado estás/ la gloria tienes segura/ Si no lo estás, ¿no es locura/ vivir sin gusto jamás?/ Si aprender nigromancia/ quieres, enseñarla puedo/ que en la cueva de Toledo/ la aprendí, y en esta mía/ la enseño a algunos y ciencia/ para vicios infinitos/ corriendo los apetitos/ sin freno de la conciencia/ Si a los infiernos conjuras/ sabrás futuros sucesos/ entre sepulcros y huesos/ noches y sombras oscuras...Y pues que tienes amor/ a Leonor, aunque es incesto/ haré que la goces presto...Que del mismo Dios reniegues/ y haciendo escrituras firmes/ de ser mi esclavo, las firmes/ con sangre, y la crisma niegues"123 . 121. CALDERON DE LA BARCA, Pedro, Obras completas, edición de Angel Valbuena Prat, 2ª edición, Madrid, Aguilar, 1987, 3 vols. 122. TIRSO DE MOLINA, El condenado por desconfiado, edición de Ciriaco Morón y Rolena Adorno, 9ª edición, Madrid, Cátedra, 1989; Obras dramáticas completas, edición de Blanca de los Ríos, 4ª edición, Madrid, Aguilar, 1989. 123. MIRA DE AMESCUA, Teatro, edición de José M. Bella, Madrid, Espasa Calpe, 1972, vol. 1, pp. 69-71.
  • 44. 44 Mira de Amescua volverá a presentar al demonio en La mesonera del cielo, donde intenta tentar a los anacoretas Abraham y María. Ruiz de Alarcón, por su parte, en Quien mal anda en mal acaba, nos traerá una enésima versión de pacto con el demonio, y en esta ocasión hace que el protagonista se pase por médico para obtener el amor de Aldonza124 . Este pacto también es desarrollado por María de Zayas en El jardín engañoso: "mira qué me darás si yo hago el jardín tan dificultoso que tu dama pide...pon tú el precio a lo que por mí quieres hacer, que aquí estoy presto a otorgarlo...pues mándame el alma -dijo el demonio- y hazme una cédula firmada de tu mano de que será mía cuando se aparte del cuerpo"125 . En otras ocasiones, empero, el demonio toma un aspecto más amable. En uno de los relatos de El Patrañuelo de Juan de Timoneda, los protagonistas acuden a un nigromante, el cual, tras realizar sus ceremonias y conjuros con sus familiares, hace aparecer a un diablejo llamado Zelbi, que es presentado ayudando a los humanos sin pedir nada a cambio126 . Luis Vélez de Guevara, en El diablo cojuelo (personaje muy conocido y mencionado también por otros autores de la época, como Rodrigo Caro127 ) nos cuenta cómo el estudiante Cleofás Pérez Zambullo, huyendo de la justicia por los tejados, entra en la buhardilla de un astrólogo en donde el diablo cojo está encantado en una redoma. El diablillo, al ser desencantado por el joven, le lleva como premio a diferentes lugares de la corte, entre ellos a los altos de la torre del Salvador, siendo descrito con claros ribetes cómicos: "un hombrecillo de pequeña estatura, afirmado en dos muletas, sembrado de chichones mayores de marca, calabacino de testa y badea de cogote, chato de narices, la boca formidable y apuntalada en dos colmillos solos, que no tenían más muela ni diente los desiertos de las encías, erizados los bigotes como si hubiera barbado en Hircanias, los 124. RUIZ DE ALARCON, Juan, Obras completas, vol. 3, edición de Agustín Millares Carló, 2ª edición, México, FCE, 1977. 125. ZAYAS Y SOTOMAYOR, María de, Novelas amorosas y ejemplares, edición de José Luis López de Zubiria, Barcelona, Orbis-Fabbri, 1994, p. 329. 126. TIMONEDA, Juan de, El Patrañuelo, edición de María del Pilar Cuarteto Sancho, Madrid, Espasa Calpe, 1990, p. 51. 127. CARO, Rodrigo, Días geniales o lúdricos, Madrid, Espasa Calpe, 1978, pp. 203-205.