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NO ME DEJES
CAER
2º TRILOGÍA
PHARTIAN
MARY
SHEPHERD
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DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS
A mi familia, por estar siempre ahí, dándome cariño y apoyo, por su
aliento, comprensión y sobre todo, su amor.
A Berta y Lucía Vargas, por ser mis primeras lectoras y las promotoras
de este sueño. Gracias por acompañarme y animarme. Os quiero
mucho.
A mis niñas/os de mi página en Facebook, sin vosotras/os este sueño
no sería posible, sois, no solo los mejores compañeros de viaje, también,
los mejores publicistas. Gracias por estar siempre ahí, acompañándome
y dándome ánimos.
A Raquel y Lucía Calafell, mis cómplices y compañeras, correctoras y
animadoras y sobre todo, mis amigas, sois únicas. Gracias, gracias,
gracias. Os quiero mucho.
Y a todas las personas que me acompañan en esta aventura, desde
que empezasteis a mi lado con la Saga Curvas Maduras, formáis parte
de mi vida, cada letra, cada sueño, cada aventura es, por y para
vosotras/os. Un fuerte abrazo.
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INTRODUCCIÓN
En el año 3114 la Tierra está totalmente desolada. Después de la
Tercera guerra mundial, en el año 2446, donde todo fue prácticamente
arrasado y hubo que empezar una reconstrucción masiva y desde los
mismísimos cimientos, con una población bajo mínimos, con exiguos
recursos y un mundo en ruinas, una nueva forma de vivir y de hacer
leyes se estableció. La Tierra pasó a estar gobernada por un consejo
central, formado por ciento cincuenta personas, hombres y mujeres;
ingenieros, científicos, médicos y economistas. Las leyes fueron
estrictas y restrictivas, entre ellas, la más importante, quedó
totalmente prohibida cualquier arma de destrucción masiva.
~ 5 ~
La gran mayoría de las tierras se dieron por perdidas, totalmente
devastadas. Con una gran cantidad de los acuíferos secos o
contaminados.
Millones y millones de personas muertas. Un minúsculo grupo de
personas, apenas unos miles, sobrevivieron a aquella masacre,
buscaron un lugar donde asentarse, donde poder vivir y dos pequeños
asentamientos humanos fueron creados. Uno en lo que fue el centro de
Europa y el segundo entre Norteamérica y Canadá. El resto fue
abandonado, nada crecía allí, era desperdiciar esfuerzos y los pocos
recursos que se tenían.
Durante más de quinientos años, la población apenas creció, es más,
se redujo drásticamente. Abortos, malformaciones, niños que morían
sin llegar a la edad adulta, jóvenes y adultos que apenas podían
procrear, hambruna y escasez de agua.
Pero poco a poco se alcanzó una estabilidad gracias a los pequeños
guetos y comunas que se crearon. Y los niños, al fin, empezaron a llegar
de forma natural. La intimidad se había perdido; las personas vivían
en grandes edificios, los solteros en pequeños habitáculos de un
dormitorio, cocina y baño. Las familias optaban a un hogar de dos
dormitorios. En los baños no había ni duchas ni bañeras. Estas,
estaban situadas en unos baños comunes, donde una vez a la semana
se abastecía de agua durante unas horas. Para esos baños había que
utilizar el pase que todos los ciudadanos tenían. Todo perfectamente
controlado para no despilfarrar ni una sola gota del líquido más
preciado y escaso: el agua.
El agua era cortada cada noche hasta el día siguiente, cada gota era
valiosa. Se crearon máquinas especiales para reciclar una y otra vez
todo el líquido posible. La salinidad del mar había crecido tanto que era
inútil depurarla. Se perdió la flora y fauna marina.
Pero la Tierra seguía, a pesar de que empezaron a recuperar
pequeñas parcelas, muriendo lentamente. Apenas unos centenares de
miles de acres servían para plantación.
Se invirtió mucho tiempo y recursos a la investigación espacial y se
consiguió conocer otras vidas y planetas, pero todos desconfiaban de
la Tierra, conocían sus antecedentes y preferían mantenerse apartados
de ellos. A penas conseguían comerciar, dados los escasos recursos,
con algún que otro planeta.
Vista la situación y dado que la población empezaba a crecer y
seguían los problemas de abastecimiento, se pensó en buscar otros
~ 6 ~
lugares donde vivir y sobre todo, apartarse de todas aquellas tierras
“viciadas”.
Seiscientos años después de la gran guerra, habían avanzado tanto,
que se hicieron colonias en la luna y en Marte y desde allí consiguieron
establecer un pequeño, pero constante, flujo de comercio con el resto
de planetas.
¿Pero quién se estableció allí? Por supuesto, las personas ricas e
influyentes, los eruditos y el mismísimo consejo, que salían huyendo
de un planeta desgastado, pobre y abusado.
La Tierra pasó a ser la despensa de esas colonias.
Los que no tenían ni el dinero ni el poder suficiente, se quedaron a
trabajar la tierra, las granjas, en las que ahora, por fin, crecía el
número de animales, las pocas minas que aún seguían regalando sus
minerales y la sal extraída al mar.
Y a pesar de seguir haciendo conexiones y comercio con otros
planetas, estos no quisieron agotar sus existencias por un planeta que
se moría lentamente. Todo era más caro para la Tierra y era casi
imposible que aquellas gentes quisieran mezclarse con los terrestres,
por eso, era mínimo el mestizaje entre ellos.
Se crearon dos portales dimensionales, uno más grande en Marte,
que comunicaba con el resto de planetas y otro pequeño en la luna,
que comunicaba con Marte. La Tierra no estaba preparada para tener
y mantener la energía suficiente para esos portales. Para trasladarse
de la Tierra a la luna, el consejo facilitaba el transporte, unas pequeñas
naves custodiadas en pequeños hangares y en puntos estratégicos de
los cuales solo tenían información un pequeño grupo de hombres, a
parte del consejo. El viaje a la luna era de apenas seis horas.
Los pases estaban restringidos y eran casi imposibles de conseguir,
debías tener un coeficiente muy alto o haber hecho un importante
trabajo para el consejo, si no, eras un simple obrero, un número y un
productor para las colonias.
Pero había que controlar a esos “obreros” y se establecieron unas
normas básicas y rígidas, muy rígidas:
1ª A todas las personas se le implantarán chips con todos los idiomas
conocidos.
2ª Las niñas serán vacunadas para controlar la natalidad.
~ 7 ~
Para poder ser madre se tiene que convivir, al menos, un año con el
mismo hombre. Entonces se procederá a revertir el efecto de la vacuna.
Una mujer sólo podrá ser madre una sola vez en su vida.
Las mujeres no podrán ser madres en solitario; si el padre fallece
antes de nacer el feto, se procederá a una interrupción del embarazo.
Si muere siendo el niño menor de edad, la madre deberá pasar a
convivir con otro hombre, elegido por el consejo, con características
similares al padre.
3ª Prohibido manifestarse, organizar mítines y revueltas.
Cualquier desorden, caos, manifestación, evasión, robo, asalto u
homicidio, será castigado con la cárcel. No hay pena de muerte, pero
si, trabajos forzados y nada de privilegios. Al salir de prisión, el
ciudadano será altamente vigilado, durante un periodo no inferior a
dos años.
4ª No se podrá acceder a las colonias sin un pase exclusivo, expedido
por el consejo. Sólo el consejo tiene el poder para decidir quién es
residente de las colonias. Y el puesto apto para cada persona.
5ª El consejo abastecerá de agua, alimentos, ropa, vivienda y
medicinas a la población.
Y más importante, dada la escasez del agua, esta estará controlada
por el consejo. Los baños serán comunitarios y una vez semanales,
pudiendo quedar restringidos en periodos de máxima carencia, siendo
su único uso el alimentario.
Ahora, casi cien años después de establecerse en las colonias, la
Tierra sigue agonizando, el agua ha pasado de escasear a
prácticamente ser inexistente, la gente tiene sed, y las tierras empiezan
a quedar yermas.
El consejo busca y pide ayuda a todos los planetas conocidos en
mayor o menor profundidad, pero nadie quiere ayudar, nadie “tiene”
agua para la Tierra, nadie quiere compartir sus recursos con un
planeta tan consumido.
Solo uno contesta a la petición desesperada de la Tierra: Phartian.
Pero solo quiere una cosa a cambio.
¿Oro? ¿Cobre? ¿Alimentos?
No.
~ 8 ~
Algo que la Tierra posee y en Phartian es tan escaso que es más
hermoso y valioso que todo eso, mujeres.
Seis meses han pasado desde el primer intercambio y la Tierra
recibe, asombrada, la noticia de que todas y cada una de las
mujeres del primer intercambio, han encontrado a sus parejas.
Hoy, una delegación phartiana viaja desde el planeta Phartian
a la Tierra para un nuevo intercambio.
~ 9 ~
CAPÍTULO 1
Evelyn se giró y miró a su amiga.
-¿De verdad lo crees, Elisa?
-Sí, totalmente, es la solución a todos tus problemas.
Ella hizo una mueca.
-A todos no sé.
Su amiga se levantó y se acercó a ella.
-A todos, estoy segura. Mira, los del departamento escolar están con
la mosca detrás de la oreja y están mirando todos tus actos con lupa y
en cuanto informen al consejo central, los tendrás encima como lobos
y esos siempre arreglan las cosas del mismo modo.
Ella resopló.
-Y según esas lumbreras, ¿qué puede hacer una mujer como yo?
¡Maldita sea! Si no me dejan participar en las escaramuzas por mi
estúpida cojera.
Su amiga la miró enfadada.
-No es por eso y lo sabes.
~ 10 ~
Evelyn rio.
-¡Ah, es cierto! No es la cojera, es que soy torpe, patosa…
Su amiga la miró sonriendo.
-Mmm…tal vez sí sea lo de la cojera.
Ella se echó a reír.
-Vale, puede que sí, soy un pelín, pero sólo un pelín, desmañada. ¿O
no?
-Bueno cariño, contra eso, la verdad es que no tengo mucho que
alegar. Desde que te conozco no ha pasado una semana entera que no
hayas provocado algún lío.
Evelyn volvió a hacer una mueca, era cierto.
-Pero, si dices que esos hombres son tan hermosos y espectaculares
que hacen que las bragas se desintegren a su paso, ¿tú crees que
estarán interesados en una cosa como yo?
Su amiga le dio un tirón de pelo.
-Y dale, no me gusta que te degrades así, Evelyn, eres hermosa.
-¡Dios, Elisa! No lo decía por lo de mi cojera, si no por lo de la torpeza.
Prometo que si al final acepto tu idea, llevaré una pata de conejo
colgada de una oreja. Y vale, sí, soy preciosa, hermosísima, hago que
los hombres caigan rendidos a mis pies, tengo tantos, que por eso mi
vibrador se queda sin pilas una vez al mes, ¿no? Venga, Elisa, desde
que me conoces, ¿cuántas parejas me has visto?
Elisa se quedó callada y concentrada.
-Vale, te ayudaré yo, no quiero que tus sesos terminen haciéndose
papilla. Ninguno. Nos conocemos desde hace casi cuatro años y no he
tenido relaciones con ningún hombre durante ese tiempo.
-Los hombres son gilipollas.
Evelyn sonrió.
-Ya sabía yo que había una explicación lógica para mi sequía sexual.
-Pero eso puede acabar, Evelyn, si te vas a Phartian. Los he visto esta
mañana cuando han llegado, son enormes y hermosos, todos y cada
uno de ellos. El líder del grupo es un tal Kurt-Aiman y ha venido con
su pareja, Tracy, que es una mujer de la Tierra y se ven muy
~ 11 ~
enamorados. Además, de las treinta mujeres que se fueron en el primer
intercambio, todas han conseguido su pareja.
Pues seguro que si se iba ella rompería todos los cálculos y
esquemas. ¿Irse? ¡Ah!, maldita sea, ¿qué podía hacer?
-Mira, esta tarde se presentaran las mujeres que quieren hacer el
intercambio. Ven conmigo, échales un vistazo a esos hombres y
decides. ¿Qué puedes perder? Además, ¿qué es lo que te sujeta aquí?
No tienes nada y en cambio, sí que tienes mucho que perder si te
quedas aquí. Piénsatelo. Por la tarde vendré a por ti, ¿vale?
Se despidió de su amiga con un beso.
En realidad sabía muy bien porqué Elisa la estaba empujando a irse.
Era cierto que la quería y apoyaba y que estaba preocupada, pero su
máxima inquietud era su pareja, un gilipollas de primera, que había
ido mermando, poco a poco, la poca personalidad de su amiga. El mulo
aquel, iba de gallo de corral y ahora se había encaprichado con ella.
Tal vez podía ser porque nunca había tonteado con él y las dos o tres
veces que se le había insinuado, ella, más que calabazas, le había dado
un maldito campo de ellas. Y ahora se sentía herido en su amor propio.
La buscaba, la acorralaba y siempre estaba haciéndole ojitos (gilipollas
de mierda) y ahora, por su culpa, Elisa estaba emperrada en que se
fuera, no sólo de la ciudad, si no del planeta.
También era cierto que no tenía mucho que perder. Con treinta y
siete años, lo único que tenía era el pequeño apartamento donde vivía.
Sus padres habían muerto. No tenía pareja, ni había en su horizonte,
por muy lejos que mirara, ni siquiera con prismáticos, nadie. No tenía
un hijo y lo deseaba, con locura. Pero sin pareja era imposible tenerlo.
No podía ayudar a los revolucionarios, porque, entre su discapacidad
y su torpeza, la habían terminado echando de todos los grupos. Lo
único que podía hacer ahora, lo hacía desde su trabajo como profesora,
pero si tenía a los del departamento encima, seguro que al final
terminarían pillándola, fijo, seguro y más con su costumbre de
estropear las cosas, que era única para eso.
Tal vez no era mala idea irse. Según todas las informaciones, que no
es que fueran muchas, la verdad, Phartian era un hermoso planeta,
con exceso de recursos y con buenos hombres y mujeres.
¿Qué podía perder? En el caso de que las cosas salieran mal, en seis
meses estaría de vuelta.
~ 12 ~
Pero ¿y si encontraba una pareja? Evidentemente, su vibrador se lo
agradecería y su vagina haría una fiesta.
Hacía años que no estaba con un hombre. Y no es que no le gustara
el sexo, al contrario, según su primer novio, era una “exprimidora”
capaz de dejarlo seco. Tampoco es que fuera una ninfómana, pero
adoraba el sexo, el buen sexo y de eso, la verdad, es que había
conseguido poco, para ser sinceras, casi nada, tirando a nada. Sus
compañeros de catre, mmm, por decirlo fino, habían sido malos guías,
se perdían el punto G o se lo pasaban de largo o simplemente, ni tenían
repajolera idea de lo que era eso y encima, la torpeza de ella, ejem, la
acompañaba y seguía, sin excusas, hasta la mismísima cama si era
necesario. Así que los muchachotes no se habían escapado sin su
ronda de “pequeños accidentes” y salieron por patas. Era eso o hacerse
un condenado seguro por riesgos “laborales”.
Primero fue Jerome, con él perdió su virginidad, bueno, la perdió pero
tela lo que tardó. La primera vez apenas llegó a “tocar el timbre” fue
bajarse los calzoncillos y rozar su vagina y el tío se corrió. En su
defensa diría que los dos eran vírgenes. La segunda vez que lo
intentaron, llegó hasta la “puerta” pero apenas dio dos toquecitos y se
volvió a correr, de nuevo se quedó con el “cerrojo” echado. La tercera al
fin lo consiguió, sí, pero ella se quedó a dos velas.
Para la próxima vez ya se había documentado. Jerome era un
velocista, pero no de fondo, así que cuando tuvo su orgasmo ella tomó
su pene y se dedicó a excitarlo y entonces, sí, disfrutó, tuvo su merecido
y añorado orgasmo. Esa fue la tónica en sus relaciones y descubrió que
le gustaba el sexo.
Pero claro, dos meses haciendo el amor diariamente, como mínimo
con dos orgasmos, al final de ese tiempo, la barriga de Jerome había
hecho frente común con su columna y de perfil tenía la misma línea
que un papel de fumar. Y si a eso le sumabas los “intermitentes sucesos
funestos”, lo raro es que hubiera aguantado tanto.
Una noche, después de su segundo orgasmo, en el que poco más
muere infartado y después de que se le clavara en el culo, el tenedor
que ella se había dejado olvidado en el sofá, salió prácticamente
reptando, diciéndole que ella era una súcubo de semen y ya no lo volvió
a ver.
Durante una buena temporada pensó que era una “extractora de
orgasmos, con patas”, pero al final, se convenció que su sexualidad era
muy sana, sólo que Jerome era un “tirador indiscriminado”.
~ 13 ~
Con Alfred las cosas no fueron mucho mejor, era algo más experto y
disfrutó mucho en la cama, pero claro, cuando acabas con un esguince
de muñeca por intentar sujetarte al lanzarse ella a sus brazos, con el
culo quemado porque ella se olvidó la tostadora sobre la silla y cuando
poco más y pierde el ojo cuando ella, sin darse cuenta, claro, le metió
uno de los palillos que sujetaba su melena. Lo raro es que el pobre
hombre no saliera despavorido antes.
Y fue igual con Mark, Nils y Parker, todos acabaron bastante
contusionados. Fin de la historia. Tenía algo así como un imán para
provocar desastres, tanto que la habían llegado a catalogar de viuda
negra. Era aparecer ella y todos los hombres a su alrededor huían en
estampida.
Con semejante panorama no era raro que llevara más de cinco años
manteniendo una sana y estable relación con sus vibradores, al menos
los accidentes no los hacían salir pitando, terminaban en el cubo de la
basura y ella pasaba a capturar a su siguiente sustituto.
***
Esa tarde estaba frente al espejo, esperando a Elisa para dirigirse a
la Sala del Consejo.
Lucía su melena negra suelta, un jersey en color verde oscuro y unos
pantalones vaqueros. Siempre vestía con pantalones, evidentemente,
no disimulaban su leve cojera, pero se sentía más cómoda y segura con
ellos. Igual que siempre llevaba blusas y jerséis amplios y no era para
disimular su figura, si no por el problema de sus pechos. La bendita
naturaleza la había dotado con unos pechitos normales, cucos ellos,
chiquitines pero juguetones. Pero con lo que le habían hecho una
verdadera putada fue con sus pezones. Eran enormes y cuando ella
decía enormes, quería decir colosales, sumamente grandes,
ostensibles. Y encima, súper-mega-extra sensibles, una leve diferencia
de temperatura, un simple roce o sus nervios haciéndole una mala
jugada y ¡pum! se mostraban en todo su fastuosidad y pasaban a ser
dos puntas de iceberg. ¿Puntas de iceberg?, ¡qué narices! parecían el
Everest en todo su esplendor, antes de caer desmoronado, el pobre,
dos picos a coronar, dos pomos donde colocar las perchas de la
~ 14 ~
colección entera de otoño-invierno. Por eso mismo tenía estrictamente
prohibido llevar nada ajustado, era capaz de atraer toda la atención
hacia aquellos faros en plena asamblea escolar, fiesta o reunión y
erecciones incómodas, miradas cabreadas de mujeres celosas y las
ansiosas de los pervertidos maridos.
Por lo demás toda ella en conjunto era normalita, con su larga melena
morena, con tendencia a rizarse. Unos ojos marrón claro muy grandes
y una boca que mientras mantuviera cerrada estaba bien, pero en
cuanto la abría pasaba a ser la entrada a un túnel, enormemente
grande, la cual era demasiado evidente porque había sido dotada con
la innata capacidad de reírse por todo, hasta de su propia “mala pata”,
literal y figurativamente.
Su altura no estaba mal, medía uno setenta y dos centímetros.
Caderas redondeadas, cintura pequeña, culo prominente y para
sostener todo eso, un pedazo de piernas largas, con una ligeramente
más corta y con unos muslos…mmm, sólo había una palabra para
definirlos: gordos, sí, justo esa definición. Y un par de brazos a juego.
Brazos con “cuerpo y fundamento”. Toda en conjunto hacían de ella,
tal vez no una mujer despampanante, pero sí…resultona, atractiva.
Después de prepararse, esperó pacientemente a Elisa, pero claro, su
paciencia era limitada, muy limitada. Por eso dos minutos después
bajaba la escalera y cinco más tarde, después de avisar a Elisa, decidió
dejar de esperarla en la puerta de los apartamentos donde residía y
echar andar hasta el Consejo.
Cuando llegó a la puerta, esperó “pacientemente” otros tres minutos
antes de ver llegar a su amiga, acompañada del asqueroso de su
compañero, que pasó a echarle un vistazo de arriba abajo y a guiñarle
un ojo, relamiéndose los labios. Maldito asqueroso.
Ella miró fijamente a su amiga, después de apartar los ojos del
asqueroso aquel y notó la mirada avergonzada de ella. Sí, el idiota
estaba haciendo un buen trabajo con el ego de Elisa y por mucho que
ella había intentado explicárselo y hacérselo ver, ella estaba tan
enamorada, que era ciega y sorda a todos sus comentarios y tal como
decía el dicho: cuando no puedas con tu enemigo, alíate con él. En fin,
no es que estuviera decidida a aliarse con el gilipollas, pero dejó de
intentar y aconsejar y meterse todas sus buenas recomendaciones por
la mismísima rabadilla.
-¿Por qué narices te has traído a este?
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No es que él le cayera bien ni mal, pero a pesar de hablar de él así,
su amiga Elisa se había dado cuenta del interés de su compañero
mostraba por ella, interés que ella jamás había animado, pero a
algunos hombres no hacía falta animarlos, tenían las manos, la
bragueta y la mente demasiado suelta.
Elisa hizo una mueca.
-Sólo me ha traído, pero ya se va.
Después de que Elisa se despidiera de Elliot, subieron los escalones
hasta el edificio del Consejo.
-¿Estás nerviosa?
Evelyn miró a Elisa sonriendo.
-¿Qué me ha delatado? Ya, ya sé, que he tropezado en los veintinueve
escalones de los treinta que hay, ¿verdad? Bueno, podría culpar a mi
cojera pero, sí, confieso que estoy nerviosa.
Elisa la miró sonriendo.
-Ya verás que en cuanto los veas y sobre todo, hables con Tracy,
todos esos nervios desaparecerán.
Cinco minutos después, Evelyn pensaba que sería con la segunda
opción, porque verlos, pero verlos bien vistos, la habían puesto, aparte
de como a una moto, más nerviosa.
¡La madre que los parió! Aquellos hombres no podían ser reales,
estaban cuadrados totalmente, enormes, musculosos, hermosos, eran
una tentación a todos y cada uno de sus sentidos, hasta los pequeños
colmillos de su boca, eran sexys.
Miró a Elisa que seguía con la mirada pegada a ella.
-¿Dónde narices está la pega?
Elisa empezó a reír.
-Tu ríete, puñetera, pero aquí debe haber algo, ¿tienen voz de pito?
En ese mismo momento se escuchó la voz ronca de uno de ellos y
Evelyn gimió, lo que consiguió hacer reír más a su amiga.
-¿Eunucos?
-Vamos, Evelyn. ¿Cómo puedes decir algo así? Necesitan mujeres y
todas las del anterior intercambio se han emparejado, además, cuando
~ 16 ~
veas la cara de Tracy comprenderás que una mujer que no tiene a un
buen macho a su lado, no puede lucir así.
Efectivamente, en cuanto Tracy apareció tomada de la mano de su
pareja, quedó confirmado que aquellos hombres debían de tener
apéndice reproductor y encima, saber usarlo. La cara de ella mirando
a su pareja evidenciaba que estaba más que satisfecha con aquel
hombre. Y lo más sorprendente, la cara de él era de puro embeleso
mirándola a ella.
Miró a Elisa y bajó la voz.
-Maldita sea, esa mujer tiene cara de que saben hacerla muy feliz. Es
hasta vergonzoso, si estoy viendo hasta los brillitos que salen de sus
ojos. Espero que no me hayan visto tropezar con los jodidos escalones,
si no, me mandarán de vuelta antes de que tenga tiempo de decir ¡Hola!
Elisa la miró enfadada pero no pudo contestarle porque en ese
momento empezó a hablar Tracy.
-Hola a todas. Primero quiero presentarme. Mi nombre es Tracy, soy
de la Tierra como vosotras y participé en el primer intercambio con
Phartian. -Se volvió hacia su compañero, el cual no había soltado su
mano en ningún momento- Él es mi compañero, Kurt-Aiman.
El hombre sonrió y besó la mano de Tracy. ¡Por Dios! Ese hombre
estaba enamorado hasta las cejas de su mujer, se notaba por la
sonrisa, el beso y hasta por los ojitos de cordero degollado con los que
la miraba.
-Queremos dar las gracias a todas por estar aquí y haber decidido
hacer este nuevo intercambio.
Y ella seguía rezando para que no hubieran visto su “entrada
triunfal”, que se estaba viendo venir una despedida antes, siquiera, de
empezar a presentarse.
-Sólo hay dos condiciones para poder viajar a Phartian con nosotros.
“Pues recemos para que una no sea estar libre y exenta de torpeza,
porque si no, las llevo claras”
-No tener pareja aquí, eso es más que evidente y acompañarnos por
decisión propia, sin coacciones ni presiones de ningún tipo.
Bien por ella, habían eliminado de la lista de requisitos lo de “tropezar
con cualquier cosa, persona u objeto invisible”, estaba salvada…por
ahora.
~ 17 ~
-Sé que tendréis muchas preguntas y os las iremos respondiendo
todas, pero dado el escaso tiempo que tenemos, iremos sólo a las
principales y a las que realmente os preocupen. Puedo deciros que la
vida en Phartian es buena, que es un hermoso planeta donde abundan
toda clase de recursos y que no pasaréis hambre, ni viviréis explotadas.
¿Preguntas? Ella tenía algo así como unas quinientas veinte, así por
encima, pero las resumiría en dos: ¿Todos los hombres eran igual de
imponentes? Y dos y muy, muy importante, ¿estaban preparados para
la hecatombe que se les venía encima? Lo mismo tenía suerte y
desaparecía su torpeza nada más pisar el planeta, pero se estaba
viendo venir que no, eso era algo innato en ella, solo era cuestión de
acostumbrarse ¿o no?
Una de las mujeres levantó su mano. Tracy la miró sonriendo.
-¿Qué quieres saber?
-¿Por qué seis meses?
Tracy miró a su compañero y este dio un paso al frente.
-Es el periodo que duran nuestras piedras Airean fuera del planeta,
por eso hacemos el intercambio pasado ese periodo.
Otra de las mujeres preguntó qué pasaría si en ese tiempo no
encontraban pareja.
Tracy volvió a sonreír.
-Podréis elegir entre volver a la Tierra o seguir en Phartian, puede que
podáis conocer a vuestro compañero más tarde, pero en el caso de que
no lo consiguierais, podríais vivir definitivamente en Phartian.
Evelyn miraba a Tracy y a todos los hombres reunidos en la sala. La
sala era enorme, con grandes butacones y varias mesas diseminadas
por toda ella. Sólo había seis hombres de la Tierra en la sala. Soldados,
vestidos con su uniforme estándar.
Los hombres phartianos vestían una especie de monos de piel,
adaptados a sus enormes cuerpos, con los brazos descubiertos. Todos
tenían uno de ellos tatuado. Eran altos, fuertes y de largas melenas.
Tracy vestía unos pantalones y casaca en color azul y llevaba su larga
melena suelta.
Volvió a recorrerlos con la vista y vio a varios de ellos mirándola
fijamente, apreciando su figura.
~ 18 ~
“Eso, que miren y que sepan que yo también los voy a mirar, si se
piensan que pueden examinarme para ver si doy la talla, que tengan
clarito que yo voy a hacerles el mismo examen. Y ya pueden prepararse,
porque mi listón está alto, muy alto y no pienso dejar que se me cuele
por debajo ningún inepto más, ea, que una también tiene sus gustos,
preferencias y deseos”.
Las mujeres fueron perdiendo el miedo y acercándose cada vez más
a Tracy y su compañero.
-Pero, eso que estás diciendo, es como si Phartian fuera perfecto,
¿no?
Tracy sonrió pícaramente.
-Bueno, es casi perfecto y más desde que llegamos nosotras.
Un coro de resoplidos masculinos se escucharon y Evelyn miró
pasmada a Tracy y después a su compañero que seguía sonriendo
ahora con ironía.
-Al principio me aterrorizó que fueran tan machistas y trogloditas.
-¡Tracy!
Evelyn miró a Kurt-Aiman, esperando encontrar una cara
malhumorada pero se encontró con una mirada llena de reproches pero
con la misma sonrisa, mientras que los hombres detrás de él
empezaron a reír a carcajadas. Tracy se volvió con cara inocente hacia
su compañero.
-¿Puedes negarlo, mi amor?-volvió la cara hacia ellas- Sus mujeres
no trabajaban.
La verdad es que ella había estado callada, mucho tiempo dado la
lengua suelta que solía tener, pero en ese momento ya no pudo
sujetarla.
-¿No trabajaban? -Tracy negó con la cabeza- Entonces, ¿qué hacían?
La miró de forma conspiradora.
-Vivían para cuidar la casa, los niños y a la panda cavernícolas de
sus compañeros.
Los resoplidos volvieron a escucharse, esta vez más fuerte, pero en
ningún momento hubo ninguna mala cara.
Bueno, ella podía verse cuidando a uno de esos armarios
empotrados. Mmm, sería delicioso poder “cuidarlo” de arriba abajo y
~ 19 ~
desde todas posiciones y ángulos, pero evidentemente entendía que
una mujer, aparte de disfrutar de semejantes cuerpazos, cuando ellos
no estuvieran, no podía mantenerse sólo de recuerdos placenteros.
Volvió a mirar a Tracy.
-¿Y ahora sí pueden trabajar?
-Sí, nos costó un poco, porque tienen la cabeza cuadrada, pero al
final los hemos convencido que queremos los mismos derechos que
ellos, hay un par de cosillas que todavía no hemos podido conseguir,
pero tiempo al tiempo.
Ahora el que resopló con fuerza fue su compañero.
-Pequeña, no tengo ninguna duda que al final lo conseguirás.
¿Pequeña? Que le trajeran en ese mismo instante los papeles, los iba
a firmar hasta con sangre si hacía falta. Ella quería uno de esos, al
completo, para ella sola y le importaba un pepino si era bizco, manco
o tenía siete dedos en una mano. ¿Un hombre dulce y tierno y en
público? Que intentaran retenerla, iba a dejar a más de cuatro calvos.
Ella volvió a clavar la vista en la pareja.
-Pero, entonces, ¿no tendremos ningún problema en elegir trabajo?
Tracy la miró sonriendo.
-No, hace cinco meses se aprobó que las mujeres pudieran estudiar
en la universidad y poder trabajar. Pero como había muchísima
reticencia, fue en fase de prueba, pero aquí los cavernícolas -una nueva
tanda de resoplidos acompañaron al comentario de la mujer- han
comprobado que somos igual o más capaces que ellos mismos de poder
hacer las cosas con nuestras propias manos y han ratificado el
acuerdo.
Tracy miró a su pareja y los dos se sonrieron.
Efectivamente, en cuanto llegara a su casa, iba a preparar su
equipaje y acamparía toda la noche, amarrada a la nave espacial, para
que ni de casualidad, se le escapara aquella panda de macizos.
La reunión duró algo más de una hora y en ese tiempo se enamoró
totalmente de todo lo concerniente a Phartian, habló bastante con Tracy
y le encantó, hasta tuvo un par de frases con Kurt-Aiman y pasó a ser
su ídolo. Qué hombre, totalmente pendiente de su compañera, siempre
cerca, acariciándola sutilmente, mirándola con ternura y siempre con
una sonrisa.
~ 20 ~
En cuanto llegara a Phartian iba a plantarse en un expositor hasta
que apareciera uno interesado en ella, le iba a echar mano y no lo iban
a despegar de él ni con agua caliente, iba a ser peor que una chinche.
Cuando al atardecer salieron de la sala, su amiga Elisa la miró.
-Entonces, ¿te vas?
-¿Qué si me voy? He estado a punto de subirme a la nave ya para
que no se vayan sin mí.
~ 21 ~
CAPÍTULO 2
Cuatro días después, en Phartian.
Dreena clavó su mirada en Josk-Darc.
-¿Acabas de decir que no?
El hombre se giró hasta ella, acercando la cara a su altura.
-No estás sorda, Dreena, me has oído perfectamente.
Ella lo miró muy seria.
-No te puedes negar.
Josk-Darc sonrió irónicamente.
-Pues me niego, he dicho no y es no.
Dreena se levantó de la silla de un golpe.
-Me importa un darig que digas que no, Josk-Darc, esto es
indiscutible e innegociable.
El hombre la miró fijamente.
-Dreena, no estoy obligado a hacerlo. Además, hay más médicos.
~ 22 ~
-Quiero que seas tú.
Él entrecerró los ojos.
-¿Por qué?
-¿Cómo que por qué? Pues porque eres uno de los mejores médicos
y además te conozco, somos amigos desde pequeños, nos criamos
juntos, confío en ti y sé que la ayudarás.
-Bueno, pues ve buscándote otro idiota al que liar, porque yo me
niego.
-Esto no es una petición, Josk-Darc, es una orden.
Él la miró sonriendo cínicamente.
-¿Tuya?
Dreena se acercó en tres pasos a él.
-Puede que Arnoox sea el phartok, pero yo soy su compañera,
deberías de tenerme el mismo respeto. Pero sí, es una orden de tu
phartok.
Él resopló.
-Escúchame, Dreena, no pienso colaborar con ella.
-¿Es porque es mujer? No pensaba que tú fueras un machista y un
troglodita. Siempre pensé que eras un hombre de ideas y mente abierta,
pero ahora veo que eres más terco que un calaam, asqueroso
cavernícola.
Josk-Darc rio con fuerza.
-Estar tan unida a Tracy ha hecho de ti toda una guerrera. Pero mi
respuesta sigue siendo no. Si al menos tuviera un compañero…
Mierda, sabía que no había tenido que soltar esa última frase, ahora
Dreena se tiraría sobre él como un Phardook hambriento, lista para
despedazarlo lentamente.
-¿Todo esto es todavía por la zorra de Thayna?
Él se dejó caer con fuerza en la silla. ¿Cuándo aprendería a tener la
boca cerrada? Dreena sabía perfectamente todo lo que había pasado.
-No, no es por Thayna.
~ 23 ~
-Por supuesto que es por ella. Por eso no has ido a ninguna de las
presentaciones de las mujeres, por eso no quieres mujeres sin
emparejar cerca de ti. ¿Cuándo vas a dejar de culparte por lo que pasó?
La miró fijamente.
-Fui el culpable de lo que pasó, Dreena.
Ella se acercó hasta él y se arrodilló en frente.
-No, tú no eres culpable de nada. Thayna era una zorra, ella sólo
quería un hombre poderoso entre sus manos, por eso iba de uno en
otro. ¿Crees que eras el único con el que se acostaba?
-No, sé perfectamente que se abría de piernas de forma constante,
pero fue a mí al que pillaron con ella en la cama.
Dreena le soltó una sonora bofetada. ¡Maldita sea!
-Lo preparó, idiota, ella sabía perfectamente que Kort-Mgon os iba a
pillar, le mandó un mensaje para que supiera dónde estaba.
Josk clavó la mirada en Dreena.
-No puedo apartar de mi mente la mirada de Kort-Mgon, se sintió
traicionado.
Dreena volvió a darle otra bofetada.
-¿Quieres dejar de hacer eso, Dreena?
-No, quiero que espabiles. Kort-Mgon no se sintió traicionado por ti,
si no por ella. Tú no sabías que él era el compañero de Thayna, no se
lo había dicho a nadie. Él mismo se había enterado sólo dos días atrás
y cuando se lo dijo a ella, se rio, la muy zorra, se rio de él, diciéndole
que jamás sería la compañera de un apestoso trabajador de la tierra,
ella quería algo más.
Josk volvió a clavar la mirada triste en ella.
-No lo entiendes, Dreena, él se fue en esa misión porque nos vio.
Dreena se levantó y lo miró fríamente.
-¿Cuándo dejareis los hombres de haceros los mártires? Kort-Mgon
se había apuntado para la misión el mismo día en que Thayna lo
rechazó.
Se levantó y se plantó ante Dreena.
-¿Cómo sabes eso?
~ 24 ~
-Porque él me lo dijo. Cuando ella lo rechazó vino a decírmelo,
también era mi amigo y cuando se despidió de mí para irse a la misión,
me dijo que lo sentía por ti, porque Thayna había jugado contigo.
Josk pasó sus dedos por el pelo tirando con fuerza.
-¡Por todas las malditas lunas! ¿Y me lo dices ahora?
-¿Y cuándo se supone que querías que te lo dijera? No me dejaste
nombrarlo después de Kort-Mgon muriera en aquella estúpida misión.
Cuando te dije que tú no eras el culpable, no me creíste, seguiste
lamentándote, estabas idiotizado por ella.
-No, eso es lo que no entiendes, Dreena. Yo no quería a Thayna, ni
me gustaba siquiera, pero en cuanto entré aquel día en mi cuarto se
lanzó sobre mí, estaba desnuda y…malditas estrellas, no voy a hablar
contigo de sexo, sólo te diré que era bastante habilidosa.
Dreena sonrió.
-Era una zorra, Josk-Darc, ¿qué esperabas? Y los hombres sois tan
sumamente idiotas cuando una mujer se os ofrece. Pero ese no es el
tema. El tema es que quiero que ayudes a Evelyn a montar la guardería.
Él sonrió.
-Eres insistente, pero lo siento, mi respuesta sigue siendo no.
Además, ¿qué es todo eso de una guardería? Ni me lo has explicado,
sólo que tengo que hacer de guía de una mujer de la Tierra. Pensé que
ella era médico.
-No, no es médico, es profesora. Ella cuidará de los niños de las
mujeres que trabajen. Hemos pensado que ya que en la sala infantil del
hospital hay tanto espacio, podríamos montarla aquí. Los padres se
sentirán más seguros si saben que están cerca los médicos por si
sucede algo. Todavía quedan muchos hombres reacios a que las
mujeres trabajen, si pasara algo intentarían volver a lo de antes. No
quiero que tengan la más mínima excusa.
-Es una buena idea, Dreena, pero no cuentes conmigo, a no ser que
ella esté emparejada.
Dreena lo miró fijamente.
-Está bien. Hasta luego, Josk-Darc.
Y se fue.
~ 25 ~
Él no se quedó ni una pizca tranquilo, conocía a Dreena de toda la
vida y sabía de su carácter decidido y ahora, impulsado por su propio
compañero y las mujeres de la Tierra, era todavía más lanzada.
¿Tranquilo? Ni un poco, se olía que le iban a encasquetar la jodida
misión. Él no quería estar cerca de mujeres sin compañeros, él no
quería una compañera, no sentía que tenía ese derecho. Lo perdió el
día que Kort-Mgon murió. Y qué mejor manera de no caer en la
tentación que mantenerse apartado de ella.
No, no y mil veces no.
***
Evelyn estaba en su cuarto, había decidido mantenerse ahí,
quietecita, sin estornudar siquiera cerca de cualquier cosa que osara
tener el más libre movimiento.
¡Joder!, su torpeza parecía haberse multiplicado por diez desde que
puso los pies en Phartian. Ella adoraba ese planeta. Cierto que apenas
llevaba allí tres días, pero los suficientes para que le gustara la limpieza
y tranquilidad de sus calles, la espontaneidad de sus gentes, su
cultura, sus dos lunas de color azul claro, su cielo y agua en malva, los
tonos anaranjados de su flora, los espacios abiertos y el aroma limpio
del aire. ¿Y los hombres? Dios debía de estar de muy buen humor
cuando mandó crearlos, qué digo buen humor, fue el mejor día de su
vida. Todos eran enormes, bellos, duros, fuertes y al mismo tiempo, tan
dulces, tan educados, tan calientes...
¿Y las comodidades? ¿Y los baños? ¡Oh, los baños! Eso era lo mejor,
poder meterte en una bañera sin contabilizar los segundos en ella. ¿Y
qué decir de las tarjetas depilatorias? Eran el mejor invento de todos
los mundos, te la pasabas por encima y adiós al vello por una buena
temporada, sin dolores, ni quemaduras, ni… ni que fuera la
patrocinadora oficial de las dichosas tarjetas. Sí, se sentía feliz en
Phartian, desde el mismo momento que había puesto los pies en el
planeta.
Cuando llegaron, las recibió Arnoox, el phartok del planeta y su
compañera, Dreena. Desde ese momento la mujer se había dedicado en
~ 26 ~
exclusivo a hacerlas sentir como en casa. Las había acompañado a un
paseo por la ciudad, mostrado sus habitaciones y respondido a cada
una de sus preguntas.
A pesar de la triste despedida con Elisa, se sentía feliz con la decisión
tomada. Se estaba enamorando de Phartian y, encontrase o no pareja,
sabía que nunca se iría de allí. No se sentía ni vigilada ni presionada,
era libre por primera vez en su vida y cuando Dreena y Tracy le
hablaron de la idea de la guardería se ofreció entusiasmada. Sí, ese era
su sitio, lo intuía. Bueno, si no terminaban metiéndola en una nave y
mandarla al espacio para que flotara por allí hasta el fin de sus días.
¡Mierda! ¿Qué estaba mal con ella? estaba a punto de echarlo todo a
perder por su maldita torpeza, por eso y por su boca. No paraba de
hablar y preguntar, había vuelto locos a todos los hombres, mujeres y
niños del planeta, era verla venir y sólo podía ver el rastro que dejaban
sus cuerpos al salir zumbando. Salvo Dreena y Tracy, que seguían
estando a su lado y sonriendo. Hasta el pobre phartok arrugaba su
nariz cada vez que la veía venir.
Hasta el día de hoy, cuando vio al hombre suspirar ruidosamente,
mirarla con ojos asesinos y enterrar su cabeza entre las manos, hasta
ese mismo momento todavía tenía esperanzas de poder quedarse, pero
ahora, ahora estaba viéndose con un sello en la frente en el que dijera:
“mantener apartada de la sociedad, peligro, arma capaz del exterminio”
y lanzada por el portal más cercano. Por eso salió escopeteada del salón
y decidió mantenerse en su cuarto hasta que se le olvidará todo lo
ocurrido. Aún podía escuchar su voz resignada cuando le preguntó a
Brenck-Vayr: "¿y ahora, qué cojones ha hecho?"
No había empezado con muy buen pie, ni izquierdo ni derecho, la
había cagado a base de bien. Primero fueron los diez u once jarrones
que se había cargado. ¿Qué culpa tenía ella que los pusieran en
aquellos odiosos pedestales? Cierto que parecía una cabra dispuesta a
triscar de peñasco en peñasco, pero se sentía tan feliz que andaba
correteando, desgarbadamente, por todas las salas, con el consiguiente
caos a su paso.
Luego lo de las bandejas. A ver, que aquello podía pasarle al más
pintado, ¿quién narices no ha tropezado nunca y ha tirado las bandejas
de una mesa? Pues parecía que allí, hasta ahora, nadie y no sólo habían
sido las del primer desayuno, no, también se sumaron, las de la
comida, la cena, el siguiente desayuno… ¡por todos los infiernos!
Tendría que terminar dándole la razón a Arnoox, cuando había dicho
que ella era peor que una plaga de endox en una plantación de alphiv.
~ 27 ~
Y lo peor no sólo era eso, no, lo peor es que siempre, pero siempre,
siempre, acababa encima de Brenck-Vayr, que la miraba, entre cara de
fastidio o querer hacerse un gorro con su piel.
Lo de la noche anterior tampoco fue totalmente culpa suya, cierto
que vivía un poco en las nubes, pero estaba tan emocionada con toda
aquella nueva experiencia, que de nuevo volvió a hacérsele tarde.
Trotaba hasta el comedor para reunirse con todos a la hora de la cena,
cuando el guerrero de la puerta la vio venir intentó abrirle la puerta y
todo se torció en ese momento, su pie se enganchó con el borde de la
alfombra y cayó de bruces contra el hombre, que golpeó contra la
puerta entreabierta. En ese momento, Brenck-Vayr (¡cómo no!)
intentaba salir y cayeron los tres juntos al suelo en un manojo de
piernas y brazos. Las miradas pasmadas de ellos se entre cruzaron con
la suya de disculpa.
Pero lo de esta mañana, lo de esta mañana había sido la gota que
colmó el vaso. ¿Enviarla al espacio en una nave? La pondrían al borde
del planeta y de una buena patada en sus posaderas la mandarían a
revolotear por ahí, hasta ella misma estaba tentada de hacerlo. Tracy
y Dreena le habían comentado lo de crear una guardería. ¡Oh! Se sentía
tan apreciada y útil, estaba emocionada, feliz, hasta había olvidado la
angustia que sentía por no tener aún un compañero cuando ocho
mujeres ya lo habían conseguido en esos pocos días y ella seguía sin
conseguir uno. Cuando Dreena se marchó para hablar con el médico
que les ayudaría a crearla, ella se marchó con Tracy y varias mujeres
más a visitar el Kunn, le fascinó ver las salas de entrenamiento y toda
esa cantidad de armas.
-Entonces, ¿las mujeres no pueden luchar?
Tracy la miró sonriendo.
-Eh, no. Todavía no nos está permitido, pero no pierdo la esperanza.
Ella miró fascinada las armas, hacía años que no tocaba una.
Se acercó a uno de los guerreros.
-¿Podría practicar con una?
El hombre la miró pasmado.
-No…no puedo dejarte utilizar el arma.
Ella sonrió dulcemente y se la cogió de la mano, el guerrero se
resistió, ella volvió a tirar del arma y entonces ¡pum! se armó la gorda
o la coja en este caso. El gatillo del arma era bastante sensible y con
~ 28 ~
tanto forcejeo, el arma empezó a soltar rayos laser de forma
indiscriminada, sólo fueron seis segundos, lo juraba, pero fueron los
suficientes para que todos y cada uno de los guerreros terminaran con
el pecho aplastado en el suelo, las mujeres acuclilladas y la mirada de
Brenck-Vayr no prometía nada bueno. Se acercó a ella en tres pasos y
le quitó el arma de las manos con violencia.
-Nunca, me oyes, nunca vuelvas a tocar un arma, mujer, eres un
maldito peligro andante.
Y tomándola del brazo la arrastró tras de él y se dirigió al Gumnarium.
Ella intentaba seguirle el paso y al mismo tiempo pedía disculpas y
juraba que no volvería tocar un arma, ni un simple cuchillo, ni volvería
a acercarse a un maldito tenedor, es más, hasta quemaría los palillos,
no quería que la acusaran de utilizar armas de destrucción masiva.
Pero el hombre pasó olímpicamente de ella y siguió arrastrándola tras
de él mientras refunfuñaba y maldecía. Cuando abrió la puerta de la
sala donde estaba el phartok, el hombre levantó la cabeza y se los quedó
mirando fijamente, hizo una mueca de resignación y entonces soltó lo
de:
-¿Y ahora, qué cojones ha hecho?
El hombre la miraba fijamente mientras que Brenck-Vayr le relataba
lo sucedido y el muy capullo no se guardó ni un sólo detalle. Ella se fue
empequeñeciendo al mismo tiempo que la mirada de total fastidio de
Arnoox crecía. El phartok enterró su cabeza entre las manos, no sin
que antes pudiera ver la mirada asesina que le dirigió.
Cuando él le pidió que saliera de la sala, ella corrió hasta su cuarto
y se encerró allí. Tal vez dentro de dos o tres meses se habrían olvidado
de lo sucedido ¿Verdad? Y entonces ella podría volver a salir de allí ¿A
que sí?
Cuando la puerta se abrió, cinco minutos después, alzó la cabeza
asustada, pero en la puerta estaba Dreena y la miraba sonriendo.
-Te has enterado, ¿verdad?
-¿De lo del Kunn?
Ella asintió.
-Sí, no te preocupes, Evelyn. Tracy me lo ha contado y me ha parecido
de lo más gracioso.
Ella puso cara de fastidio.
~ 29 ~
-Díselo a todos esos hombres. Creo que más de cuatro habrán tenido
que cambiarse los calzoncillos, maldita sea, no sé porque me pasan
estas cosas, de verdad que no lo entiendo.
Dreena sonrió.
-No te preocupes, Evelyn, no ha sido para tanto. Olvídalo. Venga,
acompáñame. Voy a enseñarte el hospital y la sala que queremos
utilizar para la guardería.
-¿No temes que termine pegándole fuego?
Dreena meneó la cabeza sonriendo.
-Exagerada.
~ 30 ~
CAPÍTULO 3
Exagerada, ¿no?
¿Cómo podían pasarle estas cosas a ella? De verdad que iba a tener
que terminar metiéndose las manitas en los bolsillos y luego cosérselos.
En esos momentos miraba pasmada el lío que acababa de montar.
¡Por todos los demonios!
Todo había ido bien, muy bien, tal vez demasiado bien y eso debería
haberle dado una buena pista, pero no, ella seguía en ese país
multicolor que se había formado.
Dreena le enseñó la sala, era enorme, con grandes ventanales y
pintada en tonos turquesa. En ese momento estaba vacía pero ella ya
se la había imaginado con pequeñas mesas y sillas, alfombras de
colores chillones y cientos de dibujos de los chiquillos pegadas en la
pared. Sí, era totalmente adecuada.
Después, Dreena le enseñó el hospital. Era grande, espacioso, con
habitaciones individuales de grandes camas y cómodos sofás. Las salas
de reconocimiento también eran grandiosas y estaban dotadas de gran
cantidad de instrumental y maquinaria y todas las paredes decoradas
con cuadros del planeta, reflejando toda su hermosura.
~ 31 ~
Acababan de entrar al laboratorio, cuando llegó uno de los hombres
del phartok. Arnoox quería comentarle algo a Dreena y ella le dijo que
siguiera echando un vistazo, que volvería en unos minutos.
Aquello fue una mala idea, lo supo en cuanto se quedó sola.
Ella y su estúpida manía de toquetearlo todo. Empezó a trastear con
los tarros que había por allí y sin saber cómo, golpeó una de las mesas
y unos cuantos tarros cayeron al suelo. Se levantó un gran humo, tal
vez al mezclarse los diversos contenidos y buscó algo con lo que sofocar
el dichoso humo. Había una cama en un rincón, así que arrancó las
sábanas y las echó encima. Otra pésima idea, el humo quedó ahogado,
sí, pero aparecieron las asquerosas llamas, ¡sí! Allí mismo, ante sus
narices, las odiosas sábanas empezaron a arder, sutilmente pero
ardían las condenadas, ¡mierda! ¿Ahora qué?
Buscó alrededor desesperada, otro movimiento torpe y ¡zas! Más
tarros volcados y vuelta de nuevo al humo del principio, molesto, pero
a fin de cuentas, sólo humo, hasta que decidió llamear y no aquellas
primeras y tímidas llamitas, no. Aquello empezó a arder con fuerza,
¡joder!
¿Y ahora con qué apagaba el fuego? No había extintores cerca, o algo
que se les pareciera. ¿Salía a llamar a alguien? Dada su suerte, era
capaz de encontrarse con Brenck-Vayr y entonces sí que iban a saltar
chispas.
Otra mirada alrededor y se dio cuenta de que no habían ni sábanas
ni mantas con lo que sofocar el fuego, ni una puñetera ventana por la
que airear todo aquello o saltar y largarse, dejando atrás semejante
estropicio.
De repente, otra idea, seguro que mala, vino a su cabeza. Soltó los
cordones del vestido que llevaba, se lo quitó y empezó a apagar el fuego
con eso.
Tres segundos después descubrió que la idea había sido otro triste y
calamitoso error. Se quedó mirando horrorizada cómo su vestido ardía
y sus ojos empezaron a irritarse y ya no sabía si era por el maldito
humo o porque se sentía devastada por aquella hecatombe.
Estaba a punto de salir a pedir ayuda cuando la puerta se abrió y
escuchó una maldición.
-¡Maldita sea! ¿Qué cojones ha pasado aquí?
~ 32 ~
¡Uf! La respuesta correcta sería: “Yo, he pasado yo”. Tomó aire y se
dispuso a confesar el crimen y sacrificarse en honor a la causa, la
causa de total gilipollez que la perseguía y que era su cruz.
Se dio la vuelta para encontrarse tras ella el tío más hermoso que
había visto en su vida. Se quedó observándolo con la boca abierta,
¡madre mía! ¿De dónde había salido aquel espécimen? Era enorme, algo
normal por allí, se ve que cogían un pedrusco, los tallaban y listo.
Encima era un tío hermosísimo, melena en color miel, ojos azules y un
corpachón de esos que te dan ganas de recorrerlos, tipo mochilera.
¡Hala!, a lanzarse a la aventura y perderse por todos esos valles y
montañas.
Y las palabras se quedaron atascadas en su garganta, una a una se
apelotonaron, haciendo una especie de bola enorme. Y por primera en
su vida y sin que sirviera de precedente, se quedó callada, muda.
Al hombre-muro no le dio tiempo a preguntar nada más, ni a ella de
contestar, cuando una especie de alarma sonó, la puerta se cerró de
golpe y el hombre volvió maldecir. Él corrió hacia un armario y de allí
sacó una especie de extintor y apagó el fuego en unos minutos.
Después, apretó un interruptor que accionó unos pequeños
extractores de humo, situados estratégicamente en cada esquina de la
habitación. Ni que se hubieran olido que ella iba a venir al planeta, ni
cosa más parecida, oye.
Cuando todo estuvo apagado el hombre se giró hasta ella, hecho un
basilisco pero todo lo que tuviera que decir se quedó atascado en su
garganta y clavó la mirada en ella atontado. Bueno en ella, sí, pero no
en toda ella, sus ojos se quedaron más debajo de su cuello. Ella miró
qué es lo que había pasmado al hombre y entonces todo su cuerpo
enrojeció violentamente, ¡por todos los infiernos! Estaba desnuda, sólo
llevaba sus bragas y sus pezones, al verse tan atentamente estudiados,
lucían totalmente erectos. Evelyn se los cubrió con las manos, el
hombre tragó con violencia y la miró, ¡por fin! a los ojos.
-¿Quién eres? ¿Y qué haces desnuda en el laboratorio?
-So-soy Evelyn. ¿Y tú?
El hombre la miró estupefacto y señalándola.
-Soy Josk-Darc. Y ahora responde. ¿Qué haces desnuda?
Uf, bueno, explicar aquello iba a resultar embarazoso, por lo menos
para ella. Y lo intentó, de verdad que lo intentó y puso tanto entusiasmo
que se olvidó de su desnudez, de sus pezones y hasta de sus palabras
~ 33 ~
atascadas, que empezaron a emerger de forma vertiginosa y empezó a
gesticular. Cuando lo vio respirar con dificultad, pensó que era por
culpa del maldito humo, así que se acercó hasta él, solo faltaba que le
diera algo y cayera muerto a sus pies, entonces sí que podía despedirse
de Phartian y de forma definitiva, estaba más que segura que la
declaraban “persona no grata” junto con un: “peligro y riesgo inminente
de destrucción masiva”.
-¿Estás bien?
Él asintió con la cabeza.
-¿Estás seguro? Estás pálido y transpirando, ¿no te estarás poniendo
malo o algo así?
Él negó con la cabeza mientras seguía sudando y empezó
prácticamente a jadear.
-No te estará dando un infarto, ¿verdad? Tú dirás lo que quieras pero
tienes una pinta muy rara, ¿te duele algo?
El hombre no contestó, pero la tomó fuertemente de los hombros y
la pegó a él.
-Oye, ¿qué estás haciendo?
Tal vez quería inspeccionarla por si se había quemado, ¿no?
-La verdad es que no estoy herida. Raro, lo sé, sobre todo con lo que
se ha liado aquí. Pero puedo jurar que no tengo nada, ni una sola
ampollita. ¿Es eso lo que buscas?
¿Se había quedado mudo o qué?
El muy capullo pasó de ella, de sus preguntas y pegó la boca a la
suya. Empezó a succionar sus labios, al principio sin ninguna
delicadeza, pero cuando ella dejó de luchar y se dejó caer contra el calor
de su cuerpo, el beso se volvió más cálido, dulce y exigente, lamiendo
suavemente sus labios y deslizando su lengua en su cálida y húmeda
boca.
¿Aquella era la forma de inspeccionar del planeta? Si era así,
prometía seguir quemando todo lo que se encontrara a su paso, un
cometido que estaba más que segura no le iba a costar mucho. ¡Dios,
qué forma de besar!
Pero aquello no estaba bien, claro que no. Lo conocía apenas cinco
minutos y salvo sus nombres, no habían intercambiado nada más,
~ 34 ~
bueno, ahora sí, ahora mismo intercambiaban saliva y de forma
masiva.
Aquel hombre estaba besándola y haciendo un estrago con ella y sus
hormonas. Cuando sintió las manos de él abarcar sus pechos y
acariciar sus erectos pezones, separó su boca de la de él.
-Mira, no sé qué te has creído, pero yo no voy besando a la gente y
dejándome toquetear por ella sin conocernos y… mmm.
Un gemido se le escapó, él se había introducido su pezón muy dentro
de su boca, chupándolo con fuerza.
-Eso, eso es fantástico, de verdad, pero… ¡maldita sea!
El hombre seguía chupando con fuerza el pezón mientras que arañó
el otro con sus uñas y deslizó su mano hasta su vulva.
-Oye, mira, de verdad… ¡oh madre mía! ¡Oh qué pedazo de boca!
Tenía manos mágicas y una boca que era un pecado, su pezón
izquierdo había quedado agradablemente chupado y ahora estaba
siendo mordisqueado por aquel pedazo de bruto. Sus manos seguían,
una, entretenida acariciando su otro pezón y la otra, su raja, deslizando
los dedos entre sus pliegues húmedos.
-Es…esto no es…tá bien, no pue…des hacer eso.
-Hablas demasiado, mujer.
Pedazo insolente. Sí, era un insolente y además ella tenía una regla…
¿Cuál era la regla? Si él dejara de absorber de aquella manera sus
pezones podría recordar la maldita regla.
-Y tu tie…nes las manitas muy lar…gas, ¡oh! ¡Oh Dios!
El hombre tenía una boca prodigiosa y era toda una bomba
succionadora y a piñón fijo.
¡Ah, sí! Ya sabía cuál era la regla de las narices: “No pasar de un beso
en la primera cita”. ¿Pero aquello se podía considerar cita? No,
evidentemente, no. ¿Y lo del beso? Mierda, mierda y más mierda,
tendría que imponerse una nueva regla: “Nada de dejarse devorar los
pezones, ni tocar su rajita, ni lamer, ni…mmm, menudo lengüetazo…
¿qué? ¿Qué estaba pensando ella hace un par de segundos?
Intentó volver a quejarse, a decirle que aquello no estaba bien, pero
cuando abrió la boca, él plantó dos dedos dentro de su coño y su lengua
~ 35 ~
dentro de su boca y lo único que pudo hacer fue gemir dentro de aquella
húmeda y cálida cueva.
Y sobre todo, se olvidó de… ¿de qué? ¡Ah, sí! La regla…mmm… ¿Qué
regla? Mmm….mmm
***
Josk-Darc sabía que aquello no estaba bien, igual que sabía que
aquella mujer era y significaba problemas, pero había algo en ella que
lo atraía de manera descontrolada. Y esos pezones, esos pezones
deberían de estar prohibidos, parecían dos jugosos moong, tan
hermosos, tan grandes, eran toda una tentación, como dos luces
atrayéndolo.
Desde que había visto su desnudez no escuchó ninguna de las
palabras que ella había dicho y había dicho un montón. Hablaba
mucho, demasiado, pero gemía de una manera que hacía estremecer a
su pene y endurecerse a sus testículos. La quería, quería gozar de ese
cuerpo.
Intentó no acercarse siquiera, sabía que tenía que ser de la Tierra y
que no estaría emparejada, pero no había “olido” nada, salvo el
condenado humo. Pero tuvo que acercarse, maldita sea y tuvo que
probarla y en cuanto lo hizo supo que estaba perdido. Su sabor era tan
dulce, su boca era algo adictivo, su vagina era estrecha pero rezumaba
humedad constantemente, como una pequeña piedra Airean.
No quería que se negara a él ni a su toque, por eso no dejó su boca
en ningún momento, acariciando su cuerpo sin cesar hasta que la oyó
gemir con fuerza y dejar su cuerpo rendido contra el de él.
Siguió diciéndose que aquella era la peor idea de todas las ideas que
había tenido en su vida y mira que había tenido unas cuantas, la
verdad. ¿Pero reculó? No, ni siquiera lo intentó, se dejó gobernar por
su verga y su lujuria, como un calaam en celo.
Lentamente la fue conduciendo hasta la cama, miró y vio que había
utilizado las sábanas para intentar apagar el fuego. El desnudo colchón
no era, tal vez, el mejor lugar, pero no había ningún otro sitio y no
pensaba tomarla en el suelo o contra la pared.
~ 36 ~
Se arrancó la camiseta mientras que ella rebotaba suavemente en el
colchón donde la había dejado caer. Antes del segundo rebote, había
lanzado sus botas debajo de la cama y entre el tercero y cuarto, se
había despojado de sus pantalones y calzoncillos y mostraba su
erección. Ella se quedó pasmada mirándola. Tampoco es que fuera un
súper dotado para que lo mirara de aquella manera, su pene era
grande, sí; grueso, también y con una enorme cabeza, muy cierto,
aunque tal vez lo que la alarmara fueran las gruesas venas que lo
recorrían de arriba abajo, pero no iba a iniciar una charla con ella sobre
eso en ese instante.
-Mira, yo creo que…
No, ella no creía nada, ella sólo tenía que sentir y punto. Porque él
sólo quería estar enterrado dentro de ese dulce y mojado coño. ¿Por
qué? Ni maldita idea, pero por todas las estrellas que no la iba a dejar
escapar, algo en ella lo reclamaba como un loco y él no podía dejarlo
pasar.
Cuando se dejó caer sobre ella lo miró algo malhumorada.
-No sé qué habrás pensado al verme desnuda, pero no estaba
buscando un lío, de verdad, tienes que entender...
-Di mi nombre.
Ella lo miró extrañada mientras que él lamía con suavidad su pezón
y ella soltó un jadeo. La mujer lo miraba extrañada y tal vez
preguntándose para qué cojones quería que dijera su nombre, estuvo
tentado en mentirle y decirle que aquello era el permiso para follársela.
-Di mi nombre, Evelyn.
Ella tenía los ojos nublados de deseo, sus pezones erectos y húmedos
y los dedos que clavó dentro de su vagina estaban totalmente
empapados.
Ella parecía estar teniendo dificultades para concentrarse o en
recordar su nombre. Se juró, que si no llegaba a recordarlo, lo iba a
gritar tantas veces que no volvería a decirlo, por lo menos, sin
humedecerse.
-Josk-Darc.
-Quiero que lo repitas sin parar, no quiero que vuelvas a nombrar a
otro hombre cuando te posea.
Ella agitó su cabeza.
~ 37 ~
-¿Otro hombre?
Él no le dio tiempo si quiera a terminar la frase cuando se introdujo
con fuerza dentro de ella.
-Ese Dios, Evelyn, no quiero que vuelvas a llamarlo, di mi nombre.
Ella intentó sonreír o decir algo, pero él empezó a empujar con fuerza
dentro de ella, tanto que sus pelotas azotaban suavemente el culo de
ella.
-Mi nombre, Evelyn.
Paró el empuje de sus caderas y la miró firmemente. Ella agitó su
cabeza y empezó a susurrar su nombre.
-Josk-Darc, Josk, Josk-Darc.
Volvió a empujar con fuerza su polla dentro de ella con fuerza. Su
orgasmo se acercaba con premura, retorció sus caderas contra ella y el
gemido ronco de Evelyn lo lanzó a empujar con más fuerza. Retorció su
clítoris entre dos dedos y lo tironeó. Evelyn empezó a agitarse bajo él,
ciñéndolo entre sus piernas y lanzó un ronco gemido mientras que él
se vaciaba en ella gritando su nombre. La abrazó fuertemente mientras
que se dejó caer desmadejado contra su sudoroso cuerpo e intentando
encontrar su respiración, que parecía haber emigrado.
-¡Qué preciosidad de mujer!
Evelyn alzó su cabeza mientras que él se apartó de ella gritando
fuertemente.
-¡No, no y mil veces no! Por todas las malditas estrellas, ¡no!
Josk miró pasmado al hombre que estaba tras ellos. ¡Joder! No podía
ser verdad, no podía, no, la vida no podía ser tan injusta con él. Se
levantó de la pequeña cama y empezó a golpear su cabeza contra la
pared mientras repetía sin cesar: "¡No! ¡No! ¡No!"
~ 38 ~
CAPÍTULO 4
Evelyn miraba con asombro al hombre al lado de la cama. Era
exactamente igualito al que acaba de hacerle el amor y que ahora
golpeaba su cabeza contra la pared. ¿Cómo narices había entrado?
¿Quién era? Por el parecido debía ser hermano gemelo de Josk-Darc.
-Eres una cosita preciosa. Me gustas, mujer, eres muy hermosa,
compañera.
¿Compañera? ¡Oh Dios! Entonces ¿él era el oiyu? Maldita fuera ella
y su mente dispersa. No recordaba todo, bueno, en realidad no
recordaba casi nada de la conversación de Dreena sobre el tema del
oiyu, salvo que aparecía tras haber hecho el amor por primera vez con
el verdadero compañero y que era una parte de él mismo. ¿Por qué
tenía que tener su mente siempre en cualquier cosa menos en lo que
se hablaba?
~ 39 ~
Miró al hombre que estaba totalmente desnudo y con una enorme
erección. Era igual, bueno realmente no tan igual a Josk, los ojos del
oiyu no eran tan azules, eran más bien tirando a violetas y el color de
su pelo era igual, salvo por un mechón negro que le caía sobre la frente.
-Entonces, ¿eres mi compañero?
-Sí, preciosa, lo somos.
-¡No!
Josk-Darc rugió mientras que seguía utilizando su cabeza como bola
de demolición.
-¿Está haciendo una nueva abertura para salir de aquí?
El oiyu sonrió.
-Creo que esa es la forma que tiene de reacomodar las ideas. No te
preocupes por él, preciosa y déjame que te demuestre cómo se
comporta realmente un compañero.
Se acercó lentamente hasta ella y se sentó al borde de la cama,
mirándola muy tiernamente.
-Tienes que recordar que él es Josk y yo soy Darc.
Evelyn lo miró extrañada.
-¿Compartís el nombre?
-No, cuando nacemos se nos da un nombre compuesto, uno para
cada uno de nosotros.
Aquella era la conversación más surrealista que había tenido en su
vida, ¿cómo narices podía estar hablando, desnuda y tan campante,
con aquel hombre? ¡Ay, Dios!, definitivamente, acaba de despedir de
forma contundente y conjuntamente con sus inhibiciones, a su
vibrador y sin carta de recomendación.
Mientras hablaba, él se había ido acercando más a ella y ahora su
boca estaba a escasos milímetros de la suya. Debería estar asustada o
por lo menos mostrar algo más de cautela, pero había algo en ellos que
la subyugaba por completo y cuando él la besó no se resistió.
El rugido de Josk se intensificó.
-¡Por todas las estrellas! Apártate de ella, Darc.
Las manos del oiyu se deslizaban por su cintura y subían lentamente
hasta sus pechos, cuando llegó a su altura los levantó suavemente y
~ 40 ~
juntando los pezones se los metió a la boca, succionándolos con fuerza.
Ella sólo pudo dejar escapar un gemido. Aquellos hombres eran
capaces de excitarla tan sólo con mirarla y si la tocaban la volvían una
masa de sensaciones y placer.
-Maldita sea, Darc, ¿no lo entiendes? No quiero una compañera.
Darc soltó lentamente sus pezones.
-Yo sí y si no estás interesado, siéntate y mira o sigue remodelando
el laboratorio con tu enorme cabezón.
Josk se quedó embobado mirando cómo Darc la besaba, seguro que
notaba cómo ella se iba excitando. La humedad de la boca de Darc la
calentaba y al mismo tiempo, excitaba y sumía en una vorágine de
sensaciones.
Darc seguía disfrutando de esos tiernos pezones y ella oyó refunfuñar
a Josk algo así como “te recuerdo que tu cabezón es idéntico al mío,
idiota.”
-Esto...esto no está bien, Darc.
-Esto está perfecto, preciosa, perfecto.
Sonrió y lentamente se acercó a su cuello y empezó a chuparlo y
lamerlo, la humedad de su saliva la empapó y se filtró por su piel,
haciéndola calentarse y agitarse, sus pezones se endurecieron y
tensaron aún más.
-¿Cómo…qué…qué haces?
Darc no contestó, lentamente la giró y poniéndola sobre su vientre
empezó a deslizar su lengua por toda su espalda. Escuchó el gemido
de Josk.
-¿Estás sordo, Darc? Por todas las lunas, tú y yo no queremos una
compañera.
-Habla por ti, yo estoy más que satisfecho con semejante cosita.
Sigue a lo tuyo mientras que yo disfruto de ella.
¡Dios! Aquello era una locura…o ¿una tortura? Tanto tiempo
deseando un hombre que la hiciera estremecer, volverse loca y
ahora…ahora eran dos los que estaban haciendo estremecerse hasta
las uñas de sus dedos de los pies. Mmm, qué lengua, qué manejo de
ese musculo, qué destreza, qué, mmm, ¡ah, qué porras! No podía ni
quería pensar, sólo sentir.
~ 41 ~
Ella no dejaba de retorcerse y por más que intentara resistirse -Y una
mierda resistirte mona, si paran, eres capaz de atarlos y montarlos
hasta dejarlos secos y con las neuronas haciendo un curso de primeros
auxilios- Sí, por más que intentara refrescar su memoria con la maldita
regla, su conciencia tenía más razón que un santo, ella los montaría,
ella los dejaría secos y ella volvería a empezar de nuevo, en cuanto se
recuperaran.
Su cuerpo parecía arder, Darc no dejaba de lamerla de arriba abajo,
mordisqueando y chupándola por entero y aunque quiso resistirse, no
pudo, era incapaz de hilvanar dos ideas seguidas, sólo podía sentir,
sentir y disfrutar.
Sintió los dedos de Darc acariciando su ano, deslizándolos
lentamente por su apertura, hasta que clavó uno de ellos muy adentro,
se sintió llena pero a pesar de que nunca había tenido a un hombre
“allí” no sintió dolor, al contrario.
-Eres una cosita deliciosa, Evelyn, una adicción para nosotros, estás
tan apretada aquí atrás.
Ella notó cómo él clavaba otro dedo más, mientras que con su otra
mano jugueteaba con su henchido clítoris. No pudo evitar el gemido
que escapó de sus labios ni el estremecimiento de su cuerpo y se olvidó
de que tenía que protestar y pedir tiempo. Empujó con fuerza su culo
hasta esos dedos invasores, como una posesa.
-Relájate, preciosa y sigue empujando, estás lista, ¿verdad? Eres
una cosita linda, una hermosura de mujer, nuestra mujer. No pienses,
compañera y disfruta, estamos aquí para ti.
¿Cómo podía sentirse tan bien y al mismo tiempo tan mortificada?
¡Maldita sea!, era imposible resistirse a ellos, su cuerpo no respondía a
su mente, intentaba resistirse con todas sus fuerzas, pero un toque de
ellos y a tomar por saco todas sus convicciones.
Darc deslizó los dedos que había estado jugueteando con su clítoris
hasta la entrada de su vagina y con delicadeza insertó dos de ellos
dentro, empezó a mecerlos suavemente por su canal hasta que
encontró ese punto que la descontroló y comenzó a friccionarlo con
rotundidad. Ella dejó escapar varios grititos agudos, estaba ahí, justo,
un calor se extendió desde ese punto llegando a todas y cada una de
sus terminaciones nerviosas.
-¡Oh Dios! ¡Oh Dios!
Escuchó un gruñido tras ella y un movimiento brusco en el colchón.
~ 42 ~
-Y un cuerno, Evelyn, en nuestra cama sólo gemirás nuestros
nombres.
El tipo de la bola de demolición por cabeza, acababa de subirse a la
cama y la miraba con cara de querer follársela o darle una azotaina. Y
a su maldita mente le dio exactamente igual cual opción fuera la
elegida.
***
Había aguantado firmemente y cuando decía firmemente no sólo se
refería a su mente, no, también a su maldito cuerpo. Su polla había
entrado en estado de dureza máxima apenas Darc empezó a acariciar
a Evelyn. Intentó cerrar sus oídos a los gemidos de ella y los ruidos de
succión de Darc, intentó hacer recuento de todos y cada uno de los
viales, pastillas, cápsulas y hasta de las condenadas gasas que habían
en el botiquín, pero su mente seguía emperrada en volver a lo que
sucedía en la cama y su pene parecía un radar, insistiendo en señalar
y buscar el coño de su pareja.
¿Resistirse? Ja! ¿Renegar de su pareja? Sí claro, como si su verga
estuviera de acuerdo en semejante opción. Y cuando la volvió escuchar
nombrar a ese Dios, toda su lujuria se desató, bueno, realmente no es
que los amarres hubieran sido muy fuertes, un par de hilos de coser
apenas y se lanzó a la cama a por ella. Había sido fuerte y resistido por
todos unos… ¿ocho malditos minutos? Nadie podía culparlo por tomar
a su pareja y ahora mismo no recordaba siquiera el por qué no la quería
ni a causa de qué, sólo sabía que tenía que tenerla, que reclamarla,
que hacerla suya definitivamente y los porqués y demás menudencias
los dejaría para después.
Nada más subir a la cama, la tomó firmemente de los brazos y la
sentó a horcajadas sobre sus caderas, la piel de ella estaba enrojecida,
sus pezones erectos y su coño rezumaba sin parar, sus ojos no
enfocaban, sus pupilas estaban totalmente dilatadas y respiraba
ansiosamente, estaba sumida en una espiral de placer, nada más rozar
su boca ella gimió con fuerza.
-Maldita sea, Darc, ¿no ves lo que has hecho con ella? Está sufriendo.
-Si en vez de dedicarte a hacer nuevos planos para el hospital te
hubieras dedicado a satisfacer a nuestra mujer, ella no estaría en este
estado.
~ 43 ~
Josk clavó los ojos en su oiyu.
-¿Eres tan incompetente que no sabes cuándo debes parar o cuando
debes tomarla?
Darc lo miró desafiante.
-¿Y tú eres tan imbécil que no sabes reconocer que eres su
compañero y actuar como tal?
Darc acababa de subir, con ese comentario, a lo más alto del podio,
tenía razón, toda la razón.
Miró a Evelyn que seguía con su mirada desenfocada y la besó con
suavidad. Darc se acercó a ellos y besó su cuello, dejando deslizar su
lengua por todo él, hasta llegar a su clavícula y mordisquearla. Josk
mamó de su pezón, chupándolo con fuerza, mordisqueándolo y
girándolo con su lengua, Evelyn no dejaba de gemir y había deslizado
sus manos hasta sujetarlo con fuerza de su cabello.
-Vamos a tomarte, Evelyn, vamos a hacerte nuestra, los dos a la vez,
¿lo entiendes?
Ella afirmó con la cabeza.
Josk tomó su pene y lo guio hasta la vagina de ella, lo deslizó con
suavidad por toda su raja, estaba totalmente mojada, arqueó sus
caderas y con un fuerte empuje entró dentro de ella.
-¡Oh Di…Josk! ¡Por todos los infiernos! Creo que acabas de
descolocarme hasta los empastes.
Él sonrió por primera vez desde que la había conocido, su compañera
era muy especial, diferente a cualquier mujer que hubiera conocido.
Sintió a Darc acercarse más a Evelyn, cruzó las piernas con las de
él, sentándose detrás de ella, le alzaron suavemente las caderas y con
precisión, la verga de Darc fue encajando en su culo, deslizándola hasta
quedarse enterrado, hasta las bolas, dentro de él.
-¡Oh…oh! Chicos creo que no voy a poder con los dos, ¡mierda! Habéis
mandado a mis ovarios a hacerle una visita a mi estómago.
Josk no pudo reprimir la carcajada y terminó uniéndose a la de Darc.
-Preciosa, eres capaz de hacer subir el ego a un hombre.
Ella giró la cabeza hacia él.
~ 44 ~
-¿Subir el ego? Maldita sea, pregúntale a mis ovarios, los pobres no
paran de rebotar entre los riñones y el hígado. Sois muy grandes. De
verdad que creo que esto no va a funcionar muy bien, ¿no sería mejor
ir pasito a pasito o, en este caso, pene a pene?
Josk movió sus caderas debajo de su compañera y se volvió a
empalar con fuerza en ella, haciéndola gemir de nuevo.
-Puedes con nosotros, Evelyn.
Ella resopló con fuerza.
-Sí, claro, como no, pero luego seréis vosotros los encargados de
hacer la reconstrucción de mi aparato reproductor.
Josk sonrió antes de besarla con intensidad y Darc empezó a mecer
sus caderas. Un lento y constante bamboleo de ellas hicieron que en,
apenas unos minutos, los tres estuvieran gimiendo con intensidad.
Darc lo miró fijamente.
-Creo que no voy a poder aguantar mucho más, Josk, Evelyn es una
cosita caliente y me tiene al límite.
Josk sólo asintió antes de empezar a empujar con más fuerza y clavar
sus colmillos en el cuello de ella, Evelyn abrió los ojos y los clavó en los
de él.
-¡Joder! ¿Sois vampiros también?
Darc se arqueó tras ella y lamió el otro lado de su cuello.
-No, preciosa, esto es una manera más de emparejarte a nosotros.
Y clavó los colmillos en su cuello, en ese momento una descarga de
calor se filtró en el cuerpo de Josk, haciéndolo rugir, sus movimientos
se volvieron más fuertes y rápidos, no podía dejar de empujar su polla
en el calor de Evelyn, sentía el pene de Darc empujando en el ano de
ella, la fricción, el calor y la estimulación de la saliva de su oiyu, los
llevaron a un frenesí de placer.
Evelyn se abrazó con fuerza a su cintura, mordiéndolo en el cuello,
con la misma intensidad que la mordían ellos.
Eran un revoltijo de manos, bocas y piernas, intensamente
abrazados los tres, ellos dos empujando con fuerza sus caderas y ella
anclada firmemente a ellos. El calor se hizo insoportable y las
respiraciones eran jadeos y resuellos y cuando unos pequeños puntitos
negros, amarillos y hasta rojos se plantaron frente a él sintió a Evelyn
estremecerse entre sus brazos y jadear en su cuello y entonces se dejó
~ 45 ~
ir, alcanzando su orgasmo, combinado con el de Darc y alargando el de
su compañera. Jadeantes, sudorosos y temblorosos, sus cuerpos
siguieron abrazados unos minutos más. Josk intentaba respirar
acompasadamente, cuando de repente…
-¡Oh, Oh, Oh! Sois compañeros, Evelyn, sois compañeros.
Por todas las lunas y malditas todas y cada una de las piedras Airean,
¿de todas las personas del planeta tenía que ser ella quien los pillara?
-¿Puedes dejarnos solos un momento, Dreena?
Ella lo miró sonriendo y guiñándole un ojo.
-Por supuesto, Josk, os dejo solos. Qué alegría, compañeros, espera
cuando se lo cuente a Arnoox y a Tracy, oh, claro y a Kurt y Brenck,
compañeros, qué alegría.
¿Y él esperaba pasar de su compañera? ¿Actuar como si nada
hubiera pasado? Con semejante charlatana, en menos de diez minutos
lo sabría todo el planeta, maldita suerte la suya.
~ 46 ~
CAPÍTULO 5
Seguía sin entender nada de nada y hacía algo más de una hora que
estaba recluida en su habitación.
Después de la marcha de Dreena, Josk y Darc se habían levantado
de la cama, dejándolas a las dos, a la cama y a una servidora,
totalmente vacías y desiertas y mientras que Darc desaparecía en el
cuerpo de Josk despidiéndose con un tierno beso, el imbécil de Josk
había salido a medio vestir, despotricando, del laboratorio. Hasta que
ella no le gritó que seguía desnuda y sin nada que ponerse, el muy
idiota no reparó en eso. Volvió apenas un minuto después con una
sábana, una cochina sábana y volvió a salir de nuevo dejándola allí,
tirada. No le quedó más remedio que liarse en la sábana de las narices,
volver a su cuarto, viendo las miradas asombradas de todos los
hombres y mujeres que se encontró por el camino.
~ 47 ~
Desde entonces se había dado una ducha, se había vuelto a vestir
con uno de aquellos vestidos, casi impúdicos, totalmente abiertos a los
lados y con tan solo unos cordones cruzados y esperaba pacientemente
por su compañero.
Porque a pesar de su dispersa e incoherente mente sí que podía
recordar parte de la conversación de Dreena sobre los compañeros. Es
lo que tenía el tener una mente discontinua pero selectiva, que la
puñetera se quedaba con lo que le salía de las narices dentro, así que
nunca tenia los datos suficientes para tener un referente claro y
certero en sus opiniones, pero eso sí, se quedaba con lo que le creía
conveniente y podía recordar con muchísima precisión que Dreena dijo
que un compañero jamás, nunca, pero nunca, podía prescindir de su
compañera. Que jamás de los jamases, nones de nones, en absoluto,
de ningún modo, podría traicionarla y que con el paso del tiempo se
harían imprescindibles uno del otro y que nacería el amor, así que
estaba más contenta que un borracho en una destilería.
¡Un compañero! Un verdadero hombre para ella, dispuesto a amarla,
a pesar de sus defectos, dispuesto a crear una familia con ella, ¡por
todos los infiernos! Estaba tan contenta que era capaz de hacer mil
millas a la pata coja, literalmente, con un par de mulas colgadas a la
espalda. Qué felicidad, qué locura, qué…bueno, que en una hora tu
compañero pasara de ti después de la follada del siglo no era una buena
referencia. ¿Estaría nervioso?, o tal vez, ¿preparando la casa para ella?
o ¿una cena romántica? ¡Joder!, qué suerte la suya, un compañero en
apenas tres días y además, para más inri, el tío sabía follar, vamos, que
no había que darle una brújula ni nada, había dado con el punto G sin
siquiera darle una referencia.
Estaba tan feliz, tan emocionada y seguro que él estaba igual de feliz,
lo había notado un poquito reticente, pero era normal, para él también
había sido una sorpresa descubrir que estaban emparejados.
Ojalá no tardara mucho en venir a por ella, ojalá.
***
-No quiero una compañera, ¿Qué narices no entiendes de eso,
Arnoox?
~ 48 ~
Dreena estaba situada al lado de su compañero y lo miraba con cara
de querer destriparlo y darle sus intestinos a los Phardook, pero eso sí,
después de haberlos pisoteado ella misma, a conciencia.
-Eres un maldito egoísta y un cobarde de mierda.
Tanto él como Arnoox la miraron fijamente y totalmente asombrados.
-Dreena, cariño, ¿por qué no me dejas hablar a mí con él, a solas?
Dreena miró a su compañero, sonriendo.
-Porque quiero estar presente cuando decidas hacerte un maldito
abrigo con su piel y porque quiero ayudarte a despellejarlo vivo.
-Sabes que te dije que no quería una compañera, Dreena.
-La has tomado, tú y tu oiyu, es tuya. ¿No entiendes que ya no es tu
decisión? Todo el proceso del acoplamiento ha sido realizado, Josk-
Darc, no puedes vivir sin ella y ella no podrá vivir sin ti, me parece
mentira que siendo hombre y además, médico, no sepas de qué va esto,
cacho calaam.
Sabía que ella tenía razón, por supuesto que la tenía y no podía
entender cómo podía seguir resistiéndose a todo eso, pero algo en su
interior seguía rebelándose, aunque su oiyu llevaba, desde la
separación de Evelyn, maldiciendo y llamándolo por toda la clase de
insultos, debía de haberse estudiado el diccionario de ellos y todos y
cada uno de sus sinónimos.
-Dreena, compréndeme…
-No, no te comprendo ni te entiendo, ni quiero hacerlo, no te ha
importado tomarla, reclamarla como tuya y ahora pretendes
abandonarla. No, no lo pienso tolerar y si lo haces, te juro por nuestras
dos lunas que soy capaz de castrarte con mis propias manos.
Arnoox se levantó en ese momento y lo miró fijamente.
-Ya basta. Escúchame, Josk-Darc, me importa una mierda tus
deseos y tus “tiernos sentimientos”, me importa otra mierda que todo
esto sea por lo que te pasó antes, ¿me entiendes? Si estoy teniéndote
tanta consideración es por mi compañera, ella te quiere como a un
hermano, aunque no entiendo por qué, eres el tío más desagradable y
huraño de todo el planeta, pero si no fuera por eso, te habría mandado
de una patada con tu compañera, una maldita orden y tendrías que
obedecerme, ¿te queda claro?
Tragó con fuerza y miró seriamente a Arnoox.
~ 49 ~
-Lo entiendo perfectamente, phartok, pero…
-No quiero escuchar ni una réplica más, tengo ya suficientes
problemas y calentamientos de cabeza para que tú vengas intentando
amasarme las pelotas.
-Realmente, me gustaría…
Arnoox se dejó caer de nuevo en su sillón y clavó la mirada
enfurruñada en él.
-Y a mí me gustaría que los hombres de este planeta dejaran de
pensar con el badajo y pensaran con la cabeza. Tomé la resolución de
hacer tratos con la Tierra por vosotros y desde ese maldito momento
no dejáis de tocarme las narices. Escúchame y escúchame bien, Josk-
Darc, porque no pienso repetirme y recuerda que en cuanto salgas por
esa puerta, irás directo a llevarte a tu compañera, ¿comprendido?
Maldita sea, se sentía como un niño ante su padre, aguantando toda
una reprimenda.
-Primero, mi mujer está embarazada…
Dreena resopló en ese momento.
-Arnoox, ¿qué narices no entiendes de mantenerlo en secreto?
Maldita sea, sólo te falta ponerme un letrero en la frente y pasearme
por todo el planeta, ni que fueras el primer hombre en procrear.
Arnoox sonrió complacido y él los miró alternativamente, estaban
felices y él había venido a trastocar toda esa felicidad con su amargura.
-¡Enhorabuena! Me alegro muchísimo por los dos.
Dreena lo miró enternecida…durante un segundo, pasado ese
segundo, lo miró como una furia descontrolada.
-Sería muchísimo mejor si un idiota no hubiera venido a joder el día.
Él carraspeó nervioso y Arnoox tomo de nuevo el mando de la
conversación.
-Pues como iba diciendo, Dreena está embarazada y no necesita
tener sobresaltos y disgustos y tú estás haciendo todo lo contrario.
Repito que si no fuera por el cariño que te tiene, ahora mismo estarías
luciendo de pendón en el mástil de la entrada al Gumnarium. Segundo,
Trioghan se ha enterado de nuestro trato con la Tierra y quiere que
hagamos lo mismo con ellos.
Josk lo miró fijamente y puso cara de asco.
~ 50 ~
-¿Trioghan?
Arnoox asintió.
-Sí, esa misma fue mi expresión cuando recibí el mensaje, la altura
mínima de los trioghanos es de más de dos metros y veintitantos
centímetros, es casi igual de imposible el saltarlos que el rodearlos, son
enormes en todas sus dimensiones, pero eso no es lo peor, no, lo peor
es su pelo, ¡por todas las jodidas lunas!, si no parpadean o hablan es
imposible saber dónde tienen la boca y los ojos, no quiero ni pensar
cómo cojones podrías encontrar sus otros “huecos”.
El temblor los recorrió a los tres.
-Y si, por si todo esto no fuera bastante para perder la cabeza,
ahora la Tierra está empeñada en que ocultamos algo. Les parece
imposible que todas las mujeres quedaran emparejadas, quieren venir
a ver qué es lo que hacemos realmente con ellas y al mismo tiempo,
analizar nuestras piedras. Creen que les hemos mandado piedras con
“temporizador”. Con todo esto, ¿crees que lo que tú quieras me
preocupa?
No evidentemente, no, seguro, pero no pudo responder porque el
phartok seguía hablando.
-Pues no, no me importa ni una mierda, así de claro, más aún, si
decides no tomar a tu compañera, ¿cómo piensas que se lo tomarían
en la Tierra? Crees que ella, una mujer abandonada y despechada, ¿iría
hablando bien de nosotros? No, ¿verdad? Pues por eso mismo, vas a
salir de aquí, vas a recogerla y te la vas a llevar. Lo que hagas cuando
estés en tu casa a mí me la suda, como si te quieres llenar las manos
de callos de tanto pajearte, no me importa. Ese, Josk-Darc será tu
maldito problema, pero al planeta tú no le vas a crear más de los que
tiene, ¿entendido?
¿Qué más quedaba por decir? Asintió vigorosamente y salió del
despacho seguido de Dreena.
-Te voy a llevar con Evelyn y te juro que si me entero que la haces
sufrir, no vas a volver a recolocarte las pelotas nunca más, porque
pienso cortártelas y echárselas a los Phardook. Ella ni es Thayna ni es
culpable de lo que te hizo esa guarra, ¿entendido?
La miró fijamente.
-Te has explicado con claridad, Dreena, y se perfectamente que ella
no tiene nada que ver con lo que pasó con Thayna, no culpo a todas las
~ 51 ~
mujeres, me culpo a mí mismo por haber sido tan imbécil y por eso no
quería recompensarme con una compañera.
-Eres idiota, Josk-Darc.
Bueno, no estaba sola en esa descripción, esa era la opinión
general, empezando por su oiyu.
~ 52 ~
CAPÍTULO 6
Cuando vio entrar a Dreena con Josk estuvo a punto de dar saltos
de alegría. ¡No la había olvidado! Sabía que estaba actuando como una
niña de quince años y no como la mujer que era, pero después de tantos
fracasos, de sentirse sola, mirada por encima del hombro, saber que
ese hombre era suyo, suyo por siempre, capaz de serle fiel y de poder
llegar a amarla a ella por encima de las demás, ¡la leche! Era para estar
feliz, ¿no?
La verdad es que él hablaba poco, ella iba instalada en el vehículo
al lado de él y comentando todo lo que veía con entusiasmo. Claro que
Josk estaría más que harto de ver todo aquello, vivía allí, pero para ella,
viniendo de un planeta donde todo estaba manga por hombro, donde
las ruinas eran más abundantes que las de la antigua Grecia que había
visto en los libros y el aire que respirabas te producía irritación hasta
de colon, ver la hermosura de Phartian era todo un espectáculo. Pero
por lo menos podía hacer algo más que gruñir, ¿no? Que estaba un
poco molesta con tanta expresividad: "¡grr!", "¡mmm!", "¡ajá!" y
asentimientos de cabeza. Hasta un loro haría más sonidos que él.
~ 53 ~
Cuando llegaron a su casa, Josk cargó con su maleta mientras que
ella lo seguía. La casa era grande, espaciosa y luminosa y…sosa, muy
sosa.
Toda ella estaba decorada en tonos blancos y grises, eso sí, todo
enorme, sillones, mesas, sillas y hasta las camas.
Josk le hizo un recorrido rápido de la casa y después se quedó
como un pasmarote frente a ella, en medio del salón.
-¿Estás molesto conmigo, Josk?
En un colmo de elocuencia él le soltó un:
- No
-¿Con el mundo en general?
Él la miró serio.
-No, no estoy molesto con nadie, Evelyn.
Ella tuvo que resoplar.
Pues que Dios la ayudara cuando el chico estuviera molesto. ¿Qué
haría? ¿Morderse los tobillos? ¿Cortarse las uñas con una amoladora?
-Verás, Josk, yo soy una persona que habla mucho…
-Me he dado cuenta.
La mueca que puso de fastidio la hizo cabrearse y mucho. Cierto
que ella era una mujer muy, muy paciente, pero cuando le tocaban las
molares saltaba como si le hubiera pinchado un erizo y lo malo es que
no había nadie que pudiera frenarla cuando se encrespaba. Así que
pasó de morderse la lengua, entendía que podía estar sorprendido, ella
lo estaba; asustado, ella también y hasta incómodo con la situación y
¡por todos los infiernos! que ella también, pero no por eso ella lo
culpaba a él de nada.
-Mira Josk, sé que esta situación es muy repentina y puede que
hasta incomoda, pero que decidas mirarme como si quisiera robarte tu
vida, que me eches miradas de reproche y que me trates como si fuera
el botón de la cisterna, no va a ayudarnos en nada, ¡maldita sea! Ni que
te hubiera violado, ¡joder!
-Sé perfectamente que tú no eres la culpable de esta situación.
¿Ya? ¿Esa era toda la explicación que iba a darle? Oh, él no sabía
con quién estaba jugándose las habichuelas, no. Ella podía parecer una
~ 54 ~
persona dulce, agradable y tierna, pero tenía una mala leche de tres
pares de narices cuando le tocaban las ídem.
-Quisiera que me aclararas algo, Josk. A ver, me imagino que una
mujer se volverá loca de contenta y emocionada cuando su compañero
la reclama, tiene que ser algo así como cuando después de un día duro
de trabajo te pegas una buena ducha y te colocas unas bragas limpias,
una emoción indescriptible, un placer sublime, el súmmum de todos
los súmmum del universo, ¿voy acertada?
Josk había empezado a mirarla seriamente para pasar a cara de
pasmado. Que se jodiera el muy idiota si no captaba todo el tono irónico
de sus frases.
-Pero imagina, no sé, que tu compañero te produce urticaria,
vómitos o hasta incontinencia urinaria, nada más verlo. ¿Qué se
supone que tiene que hacer entonces la mujer? Tal vez, ¿vivir
eternamente con pañales? O ¿pegada al bote de antihistamínicos?
-Realmente no sé qué estás intentando decirme, Evelyn.
-Pobrecito, tal vez es mi manera de expresarme, como soy de la
Tierra y encima mujer, debe ser algo así como si de repente un maldito
calaam decidiera liarse a hablar. Intentaré expresarme de forma que
tú, un hombre y encima phartiano, me entiendas.
Josk cayó sentado en el sillón tras él y la miró con los ojos
entrecerrados.
-¿Estás enfadada?
-No, porque debería, ¿verdad? Es decir, vengo a este planeta
esperando empezar una nueva vida y a la primera de cambio, un
pedazo animal enorme se me lanza encima, me folla como una bestia y
luego aparece su puñetero doble y me follan los dos, sin mediar
prácticamente palabra y para colmo, resulta que ese par de brutos
bípedos, dicen que son mis compañeros. ¡Eureka! Tengo pareja, pero,
sorpresa de toda la madre de las sorpresas: el tío me quiere
despatarrada en la cama, pero no en su casa, ni en su vida y hasta
empiezo a sospechar, vete tú a saber por qué, que ni en el maldito
planeta, ¿voy encaminada?
-Evelyn, no lo entiendes…
Ella se plantó frente a él en dos pasos.
-No, no lo entiendo. Que sepas, guapo, que no eres un bendito
premio, eres estúpido, un bruto, eres un borde y encima, soso; tienes
~ 55 ~
el peor gusto del mundo decorando y gruñes como un animal, menudo
chollo. ¿No quieres una compañera? Fácil, me largo de nuevo al
Gumnarium y punto pelota, todo olvidado. Total, sólo tenemos en
común un par de polvos y para que lo sepas, tampoco han sido tan
espectaculares.
Bueno, eso no era verdad, en su vida le habían hecho el amor de
aquella forma tan espléndida, hasta fundirle los sesos, pero el capullo
aquel no se merecía ni una sola palabra de estímulo, ánimo o aliento.
Se marchó directa a la habitación, que se suponía iban a
compartir, a por su maleta y salió rodándola tras ella. Andando,
reptando o pegando botes, pero ella se iba de allí y dejaba a aquel
gilipollas que siguiera viviendo en su fantástico mundo en blanco y gris.
¡Maldita sea! Sabía que, evidentemente, no era una especie de
Helena de Troya. Ella era profesora y había estudiado la mitología
griega y no, efectivamente, ella no era una mujer que llevaría a un
hombre a la guerra por ella, pero nunca había dudado de que, a pesar
de sus defectos, fuera una mujer por lo menos, atractiva. Pero el pedazo
de idiota aquel, le estaba haciendo dudar, no sólo de si era más o menos
bonita, si no, hasta de su maldito atractivo sexual.
¡Imbécil! ¡Presuntuoso! ¡Terco! Uf, tenía un buen arsenal de
epítetos para aquel mulo, vaya que sí.
***
Estaba intentando asimilar todo lo ocurrido.
Él era un hombre inteligente, de mente medianamente abierta y
con las ideas muy claras. Evidentemente, su mundo acababa de pegar
un giro de ciento ochenta grados; de tener claro que viviría eternamente
solo, a pasar a tener compañera y no una compañera normal, no, una
mujer de la Tierra, despampanante, con una profesión, torpe y
habladora, mucho, tanto que era capaz de hacer que sus neuronas
llevaran ahora mismo todas los cascos puestos y las pobres que se
habían quedado sin uno, estaban, metafóricamente hablando,
golpeándose la cabeza contra un muro.
~ 56 ~
Por si todo eso no era bastante, la actitud chulesca, prepotente y
perdonavidas de su oiyu, le estaba dando dolor de cabeza.
“La estás cabreando, no puedes tratarla como si fuera un trozo de
carne ni uno de los androides sexuales de la casa Lux. Es nuestra
compañera y tío, estás cagándola a lo grande con ella.”
Lo sabía, maldita sea, no era idiota del todo, pero no podía dejar
de rumiar todo lo que había ocurrido en las últimas horas, cómo todo
su mundo se había vuelto del revés.
“Claro y ella estará encantada de la vida, feliz. Imagínate, tío, qué
pedazo de suerte ha tenido, de todos los hombres de este planeta has
tenido que ser tú su compañero, el único idiota capaz de despreciarla y
hacerla sentir como una prostituta. Está tan feliz que lo mismo nos
prepara una fiesta de bienvenida. Yo de ti me iba preparando para la
lluvia de confetis, aunque votaría mejor por una andanada de tortas.”
“Ya sé que no tiene que estar entusiasmada. Realmente no me he
comportado como un hombre interesado en ella y mucho menos, como
un buen compañero.”
“¿En serio? ¿Tú crees? No, yo creo que no ha tenido que notarlo
siquiera, no le has dado ni una sola pista sobre eso.”
Maldita sea, se sentía tan mal. Y por si fuera poco, la maldita
erección no cedía. Desde que la había vuelto a ver estaba duro de
nuevo, viajar con ella, apenas unos minutos, cierto, pero los suficientes
para aspirar su aroma, absorbiéndolo de tal manera que parecía que
fuera el único oxigeno que necesitara, no estaba ayudando en nada y
cuando la vio en su casa su maldito pene decidió que quería darle la
bienvenida en la cama, en la mesa, tal vez, en alguna de las sillas, en
todos los sillones y si podía ser, en el baño. Estaba tan malditamente
duro que si le pusieran una luz en la punta de la verda, parecería uno
de los postes de alumbrado de las calles.
“Pues acabas de hacer méritos para ello, majo. Tranquilo que sólo nos
va a hacer falta la bombilla, porque lo que es la polla, la vamos a tener
eternamente dura. Nos deja, idiota y ¿debo recalcar de quién ha sido
toda la culpa o lo adivinas tú solito?”
Puestas las cosas así, quedaba más que evidenciado que estaba
cabreada, al cuadrado. La vio salir arrastrando la maleta tras ella y
todo su cuerpo se tensó.
“Mira, me importa una mierda que quieras o no compañera, pero esto
lo arreglas ya, no me importa que no quieras tirártela, me basto yo solito
~ 57 ~
para satisfacerla, por mí, puedes meterte una piedra Airean por el culo
y hacer de surtidor en una fuente, en serio, no me preocupa lo más
mínimo tú, tu polla y toda tu vida sexual, pero yo sí quiero a nuestra
compañera.”
“Maldita sea, Darc, no quería una compañera, pero ella es mía y no
se va a ir, me tragaré todo mi orgullo, mis miedos y dudas y arreglaré
esto.”
“Pues ve tragándotelos rapidito porque acaba de salir por la puerta y
con cojera o no, corre que se las pela. Me-ne-a el maldito culo y ve a por
ella”.
Salió corriendo tras ella y la vio al final de la calle. ¿Cómo podía andar
tan rápido? Cuando llegó a su altura, la cogió con fuerza del brazo.
-Vuelve a casa, Evelyn.
Ella intentó zafarse de su apretón.
-No y suelta mi brazo inmediatamente. Me vuelvo con Dreena, en este
momento hasta Brenck-Vayr me parece fascinante al lado tuyo.
¿Qué narices tenía que ver allí Brenck-Vayr?
-Lo siento, Evelyn, por favor, vuelve a la casa y hablemos.
Ella lo miró fastidiada.
-Ah, pero ¿tú sabes hacer eso?
Se tuvo que morder el interior de la boca para no sonreír, su
compañera era una mujer sarcástica.
-Aunque no lo creas, sí. Sin embargo, me suelo expresar mucho
mejor con gruñidos.
Ella sonrió y todo su mundo volvió a desencajarse y su polla creció
algún centímetro más, tal vez debería patentar la sonrisa de ella como
nuevo método de alargamiento del pene.
-Eso lo dices para tomarme el pelo. Venga ya, ¿tú gruñir? Qué chispa
tienes, capullo.
Él acarició su brazo con suavidad.
-Sé que no he sido muy agradable, de verdad que lo siento, pero te
prometo que voy a cambiar mi actitud.
Ella lo miró fijamente.
~ 58 ~
-Está bien, volvamos a casa.
Cuando entraron en la casa, ella se volvió a mirarlo.
-Creo que tenemos que hablar, aclarar y definir nuestra relación,
Josk, yo creo que esto se nos ha ido un poco de las manos, porque
hemos ido muy rápido.
“No, de rápido nada. Así es como se hacen las cosas en este planeta
y entre compañeros. Déjaselo claro, Josk.”
Ella siguió con su monólogo.
-La verdad es que creo que todo se puede arreglar si hablamos más…
“Bueno, ella que hable, nosotros a lo nuestro. Tú escúchame a mí,
Josk, que estoy viéndome venir a donde nos conduce todo esto.”
Evelyn iba entusiasmándose, cada vez más, con su soliloquio.
-...para conocernos mejor, creo que tenemos que ir más despacio…
“¿No te lo he dicho? Tú ni caso, que sí, que podemos conocernos, pero
la mejor forma de hacerlo es conociendo el inestimable roce de nuestras
pieles. Esto es cursi, lo sé, pero es lo que me inspira el cuerpo de nuestra
compañera, así que tú ahí, aguanta estoico, fuerte y no afirmes a nada,
total, eres el puto amo del no, no te va a costar nada seguir por ese
camino, ¿verdad?”
-Sí, esa es la solución, iremos más despacio. Ante todo, lo primero es
ser…
“Escúchame Josk, ahora viene el momento decisivo, joder, mantente
firme, que ya sé lo que sigue. No, es no, ¡eh!, ¡eh!, mirándome y no te me
despistes, los ojos en mí y negando en tres, dos…”
-Amigos, sí, primero tenemos que ser amigos.
“Eso, pues claro y luego jugamos una partidita con el ordenador, nada,
tu ahí, firme, pasando del tema, ¿amigos? Sí claro, con beneficios, no te
jode. Tú céntrate y hazme caso a mí, que esta se nos ha enardecido con
el tema y se ha ido demasiado arriba, venga, no es no. ¿Entendido?”
-¿Estás de acuerdo, Josk?
“Hala, dile que te parece su fantástica idea, que no, preciosa, que
podemos ser amigos, pero somos compañeros, mucho mejor, dónde va a
parar y los compañeros follan, así que, gracias, pero no.”
-Sí, Evelyn, estoy de acuerdo.
~ 59 ~
“¡¡¿Qué?!! A ver, llevas toda tu maldita vida diciendo que no a todo y
cuando lo tienes que decir, sueltas un sí. ¿Tú eres tonto o qué? ¿Amigos?
Y un cuerno, es nuestra compañera. Tú es que cuando yo te hablo ¿me
oyes como un ruido de fondo o que leches pasa?”
Ella clavó su mirada en él sonriendo.
-Es perfecto, Josk, de verdad. Podremos ir conociéndonos y con el
paso de los días nos sentiremos tan cómodos que podremos retomar
nuestra relación de pareja.
“¿Cómodos? Y una mierda cómodos, estaremos tan solidificados que
pasaremos a formar parte de las estatuas del parque. Haz algo capullo,
que me veo pintándonos las uñas, escribiendo en un diario y separando
todas las braguitas por colores.”
-Tomaremos todo el tiempo que necesitemos, Evelyn, todo esto es tan
nuevo para mí como para ti, empezaremos desde cero. ¿Qué te parece?
“A ella no lo sé, a mí, por si te importa, que ya veo que no, una maldita
jodienda. ¿Qué coño te ha pasado por la mente? Venga, déjate de
monsergas y aclara esto, repite conmigo: podemos conocernos mucho
mejor, metiéndome entre tus dulces y cálidas piernas.”
“Eres un asqueroso pervertido, por mucho que lo endulces con
palabritas cursis, Darc, creo que ella tiene razón. Yo no quería una
compañera y ahora la tengo a ella, pero Evelyn no sabe nada de mí ni
yo de ella. Para dejar atrás el pasado lo mejor, es conocer el presente
para poder tener un futuro”
“Qué bonito, qué poético, qué profundo, se me saltan las lágrimas, de
verdad, fantástico, eso va a quedar precioso como epitafio cuando
muramos por recalentamiento, imbécil.”
Evelyn se acercó hasta él y le dio un ligero beso en la mejilla.
-Gracias, Josk, por ser tan comprensivo.
“Yo lo definiría como idiota, más que comprensivo, pero bueno, para
gustos los colores. Espero que cuando se te endurezca la “comprensión”
y estén a punto de reventarte la “tolerancia” te sirva toda esa “amistad”
para bajarte el calentón.”
-Pondré mis cosas en la habitación al lado de la tuya.
“Eso, encima ni cama vamos a compartir, vaya un futuro. Me veo de
nuevo las manos llenas de callos de tanto hacer “esgrima” con el
“miembro viril” ¿es lo suficiente cursi para ti, idiota? ¡Qué triste!, qué
~ 60 ~
efímera ha sido mi alegría, ¡hala! Voy a ver si me suicido cortándome las
venas con una de esas tarjetas depilatorias, patético.”
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Un nuevo intercambio con Phartian

  • 2. ~ 2 ~ NO ME DEJES CAER 2º TRILOGÍA PHARTIAN MARY SHEPHERD
  • 3. ~ 3 ~ DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS A mi familia, por estar siempre ahí, dándome cariño y apoyo, por su aliento, comprensión y sobre todo, su amor. A Berta y Lucía Vargas, por ser mis primeras lectoras y las promotoras de este sueño. Gracias por acompañarme y animarme. Os quiero mucho. A mis niñas/os de mi página en Facebook, sin vosotras/os este sueño no sería posible, sois, no solo los mejores compañeros de viaje, también, los mejores publicistas. Gracias por estar siempre ahí, acompañándome y dándome ánimos. A Raquel y Lucía Calafell, mis cómplices y compañeras, correctoras y animadoras y sobre todo, mis amigas, sois únicas. Gracias, gracias, gracias. Os quiero mucho. Y a todas las personas que me acompañan en esta aventura, desde que empezasteis a mi lado con la Saga Curvas Maduras, formáis parte de mi vida, cada letra, cada sueño, cada aventura es, por y para vosotras/os. Un fuerte abrazo.
  • 4. ~ 4 ~ INTRODUCCIÓN En el año 3114 la Tierra está totalmente desolada. Después de la Tercera guerra mundial, en el año 2446, donde todo fue prácticamente arrasado y hubo que empezar una reconstrucción masiva y desde los mismísimos cimientos, con una población bajo mínimos, con exiguos recursos y un mundo en ruinas, una nueva forma de vivir y de hacer leyes se estableció. La Tierra pasó a estar gobernada por un consejo central, formado por ciento cincuenta personas, hombres y mujeres; ingenieros, científicos, médicos y economistas. Las leyes fueron estrictas y restrictivas, entre ellas, la más importante, quedó totalmente prohibida cualquier arma de destrucción masiva.
  • 5. ~ 5 ~ La gran mayoría de las tierras se dieron por perdidas, totalmente devastadas. Con una gran cantidad de los acuíferos secos o contaminados. Millones y millones de personas muertas. Un minúsculo grupo de personas, apenas unos miles, sobrevivieron a aquella masacre, buscaron un lugar donde asentarse, donde poder vivir y dos pequeños asentamientos humanos fueron creados. Uno en lo que fue el centro de Europa y el segundo entre Norteamérica y Canadá. El resto fue abandonado, nada crecía allí, era desperdiciar esfuerzos y los pocos recursos que se tenían. Durante más de quinientos años, la población apenas creció, es más, se redujo drásticamente. Abortos, malformaciones, niños que morían sin llegar a la edad adulta, jóvenes y adultos que apenas podían procrear, hambruna y escasez de agua. Pero poco a poco se alcanzó una estabilidad gracias a los pequeños guetos y comunas que se crearon. Y los niños, al fin, empezaron a llegar de forma natural. La intimidad se había perdido; las personas vivían en grandes edificios, los solteros en pequeños habitáculos de un dormitorio, cocina y baño. Las familias optaban a un hogar de dos dormitorios. En los baños no había ni duchas ni bañeras. Estas, estaban situadas en unos baños comunes, donde una vez a la semana se abastecía de agua durante unas horas. Para esos baños había que utilizar el pase que todos los ciudadanos tenían. Todo perfectamente controlado para no despilfarrar ni una sola gota del líquido más preciado y escaso: el agua. El agua era cortada cada noche hasta el día siguiente, cada gota era valiosa. Se crearon máquinas especiales para reciclar una y otra vez todo el líquido posible. La salinidad del mar había crecido tanto que era inútil depurarla. Se perdió la flora y fauna marina. Pero la Tierra seguía, a pesar de que empezaron a recuperar pequeñas parcelas, muriendo lentamente. Apenas unos centenares de miles de acres servían para plantación. Se invirtió mucho tiempo y recursos a la investigación espacial y se consiguió conocer otras vidas y planetas, pero todos desconfiaban de la Tierra, conocían sus antecedentes y preferían mantenerse apartados de ellos. A penas conseguían comerciar, dados los escasos recursos, con algún que otro planeta. Vista la situación y dado que la población empezaba a crecer y seguían los problemas de abastecimiento, se pensó en buscar otros
  • 6. ~ 6 ~ lugares donde vivir y sobre todo, apartarse de todas aquellas tierras “viciadas”. Seiscientos años después de la gran guerra, habían avanzado tanto, que se hicieron colonias en la luna y en Marte y desde allí consiguieron establecer un pequeño, pero constante, flujo de comercio con el resto de planetas. ¿Pero quién se estableció allí? Por supuesto, las personas ricas e influyentes, los eruditos y el mismísimo consejo, que salían huyendo de un planeta desgastado, pobre y abusado. La Tierra pasó a ser la despensa de esas colonias. Los que no tenían ni el dinero ni el poder suficiente, se quedaron a trabajar la tierra, las granjas, en las que ahora, por fin, crecía el número de animales, las pocas minas que aún seguían regalando sus minerales y la sal extraída al mar. Y a pesar de seguir haciendo conexiones y comercio con otros planetas, estos no quisieron agotar sus existencias por un planeta que se moría lentamente. Todo era más caro para la Tierra y era casi imposible que aquellas gentes quisieran mezclarse con los terrestres, por eso, era mínimo el mestizaje entre ellos. Se crearon dos portales dimensionales, uno más grande en Marte, que comunicaba con el resto de planetas y otro pequeño en la luna, que comunicaba con Marte. La Tierra no estaba preparada para tener y mantener la energía suficiente para esos portales. Para trasladarse de la Tierra a la luna, el consejo facilitaba el transporte, unas pequeñas naves custodiadas en pequeños hangares y en puntos estratégicos de los cuales solo tenían información un pequeño grupo de hombres, a parte del consejo. El viaje a la luna era de apenas seis horas. Los pases estaban restringidos y eran casi imposibles de conseguir, debías tener un coeficiente muy alto o haber hecho un importante trabajo para el consejo, si no, eras un simple obrero, un número y un productor para las colonias. Pero había que controlar a esos “obreros” y se establecieron unas normas básicas y rígidas, muy rígidas: 1ª A todas las personas se le implantarán chips con todos los idiomas conocidos. 2ª Las niñas serán vacunadas para controlar la natalidad.
  • 7. ~ 7 ~ Para poder ser madre se tiene que convivir, al menos, un año con el mismo hombre. Entonces se procederá a revertir el efecto de la vacuna. Una mujer sólo podrá ser madre una sola vez en su vida. Las mujeres no podrán ser madres en solitario; si el padre fallece antes de nacer el feto, se procederá a una interrupción del embarazo. Si muere siendo el niño menor de edad, la madre deberá pasar a convivir con otro hombre, elegido por el consejo, con características similares al padre. 3ª Prohibido manifestarse, organizar mítines y revueltas. Cualquier desorden, caos, manifestación, evasión, robo, asalto u homicidio, será castigado con la cárcel. No hay pena de muerte, pero si, trabajos forzados y nada de privilegios. Al salir de prisión, el ciudadano será altamente vigilado, durante un periodo no inferior a dos años. 4ª No se podrá acceder a las colonias sin un pase exclusivo, expedido por el consejo. Sólo el consejo tiene el poder para decidir quién es residente de las colonias. Y el puesto apto para cada persona. 5ª El consejo abastecerá de agua, alimentos, ropa, vivienda y medicinas a la población. Y más importante, dada la escasez del agua, esta estará controlada por el consejo. Los baños serán comunitarios y una vez semanales, pudiendo quedar restringidos en periodos de máxima carencia, siendo su único uso el alimentario. Ahora, casi cien años después de establecerse en las colonias, la Tierra sigue agonizando, el agua ha pasado de escasear a prácticamente ser inexistente, la gente tiene sed, y las tierras empiezan a quedar yermas. El consejo busca y pide ayuda a todos los planetas conocidos en mayor o menor profundidad, pero nadie quiere ayudar, nadie “tiene” agua para la Tierra, nadie quiere compartir sus recursos con un planeta tan consumido. Solo uno contesta a la petición desesperada de la Tierra: Phartian. Pero solo quiere una cosa a cambio. ¿Oro? ¿Cobre? ¿Alimentos? No.
  • 8. ~ 8 ~ Algo que la Tierra posee y en Phartian es tan escaso que es más hermoso y valioso que todo eso, mujeres. Seis meses han pasado desde el primer intercambio y la Tierra recibe, asombrada, la noticia de que todas y cada una de las mujeres del primer intercambio, han encontrado a sus parejas. Hoy, una delegación phartiana viaja desde el planeta Phartian a la Tierra para un nuevo intercambio.
  • 9. ~ 9 ~ CAPÍTULO 1 Evelyn se giró y miró a su amiga. -¿De verdad lo crees, Elisa? -Sí, totalmente, es la solución a todos tus problemas. Ella hizo una mueca. -A todos no sé. Su amiga se levantó y se acercó a ella. -A todos, estoy segura. Mira, los del departamento escolar están con la mosca detrás de la oreja y están mirando todos tus actos con lupa y en cuanto informen al consejo central, los tendrás encima como lobos y esos siempre arreglan las cosas del mismo modo. Ella resopló. -Y según esas lumbreras, ¿qué puede hacer una mujer como yo? ¡Maldita sea! Si no me dejan participar en las escaramuzas por mi estúpida cojera. Su amiga la miró enfadada. -No es por eso y lo sabes.
  • 10. ~ 10 ~ Evelyn rio. -¡Ah, es cierto! No es la cojera, es que soy torpe, patosa… Su amiga la miró sonriendo. -Mmm…tal vez sí sea lo de la cojera. Ella se echó a reír. -Vale, puede que sí, soy un pelín, pero sólo un pelín, desmañada. ¿O no? -Bueno cariño, contra eso, la verdad es que no tengo mucho que alegar. Desde que te conozco no ha pasado una semana entera que no hayas provocado algún lío. Evelyn volvió a hacer una mueca, era cierto. -Pero, si dices que esos hombres son tan hermosos y espectaculares que hacen que las bragas se desintegren a su paso, ¿tú crees que estarán interesados en una cosa como yo? Su amiga le dio un tirón de pelo. -Y dale, no me gusta que te degrades así, Evelyn, eres hermosa. -¡Dios, Elisa! No lo decía por lo de mi cojera, si no por lo de la torpeza. Prometo que si al final acepto tu idea, llevaré una pata de conejo colgada de una oreja. Y vale, sí, soy preciosa, hermosísima, hago que los hombres caigan rendidos a mis pies, tengo tantos, que por eso mi vibrador se queda sin pilas una vez al mes, ¿no? Venga, Elisa, desde que me conoces, ¿cuántas parejas me has visto? Elisa se quedó callada y concentrada. -Vale, te ayudaré yo, no quiero que tus sesos terminen haciéndose papilla. Ninguno. Nos conocemos desde hace casi cuatro años y no he tenido relaciones con ningún hombre durante ese tiempo. -Los hombres son gilipollas. Evelyn sonrió. -Ya sabía yo que había una explicación lógica para mi sequía sexual. -Pero eso puede acabar, Evelyn, si te vas a Phartian. Los he visto esta mañana cuando han llegado, son enormes y hermosos, todos y cada uno de ellos. El líder del grupo es un tal Kurt-Aiman y ha venido con su pareja, Tracy, que es una mujer de la Tierra y se ven muy
  • 11. ~ 11 ~ enamorados. Además, de las treinta mujeres que se fueron en el primer intercambio, todas han conseguido su pareja. Pues seguro que si se iba ella rompería todos los cálculos y esquemas. ¿Irse? ¡Ah!, maldita sea, ¿qué podía hacer? -Mira, esta tarde se presentaran las mujeres que quieren hacer el intercambio. Ven conmigo, échales un vistazo a esos hombres y decides. ¿Qué puedes perder? Además, ¿qué es lo que te sujeta aquí? No tienes nada y en cambio, sí que tienes mucho que perder si te quedas aquí. Piénsatelo. Por la tarde vendré a por ti, ¿vale? Se despidió de su amiga con un beso. En realidad sabía muy bien porqué Elisa la estaba empujando a irse. Era cierto que la quería y apoyaba y que estaba preocupada, pero su máxima inquietud era su pareja, un gilipollas de primera, que había ido mermando, poco a poco, la poca personalidad de su amiga. El mulo aquel, iba de gallo de corral y ahora se había encaprichado con ella. Tal vez podía ser porque nunca había tonteado con él y las dos o tres veces que se le había insinuado, ella, más que calabazas, le había dado un maldito campo de ellas. Y ahora se sentía herido en su amor propio. La buscaba, la acorralaba y siempre estaba haciéndole ojitos (gilipollas de mierda) y ahora, por su culpa, Elisa estaba emperrada en que se fuera, no sólo de la ciudad, si no del planeta. También era cierto que no tenía mucho que perder. Con treinta y siete años, lo único que tenía era el pequeño apartamento donde vivía. Sus padres habían muerto. No tenía pareja, ni había en su horizonte, por muy lejos que mirara, ni siquiera con prismáticos, nadie. No tenía un hijo y lo deseaba, con locura. Pero sin pareja era imposible tenerlo. No podía ayudar a los revolucionarios, porque, entre su discapacidad y su torpeza, la habían terminado echando de todos los grupos. Lo único que podía hacer ahora, lo hacía desde su trabajo como profesora, pero si tenía a los del departamento encima, seguro que al final terminarían pillándola, fijo, seguro y más con su costumbre de estropear las cosas, que era única para eso. Tal vez no era mala idea irse. Según todas las informaciones, que no es que fueran muchas, la verdad, Phartian era un hermoso planeta, con exceso de recursos y con buenos hombres y mujeres. ¿Qué podía perder? En el caso de que las cosas salieran mal, en seis meses estaría de vuelta.
  • 12. ~ 12 ~ Pero ¿y si encontraba una pareja? Evidentemente, su vibrador se lo agradecería y su vagina haría una fiesta. Hacía años que no estaba con un hombre. Y no es que no le gustara el sexo, al contrario, según su primer novio, era una “exprimidora” capaz de dejarlo seco. Tampoco es que fuera una ninfómana, pero adoraba el sexo, el buen sexo y de eso, la verdad, es que había conseguido poco, para ser sinceras, casi nada, tirando a nada. Sus compañeros de catre, mmm, por decirlo fino, habían sido malos guías, se perdían el punto G o se lo pasaban de largo o simplemente, ni tenían repajolera idea de lo que era eso y encima, la torpeza de ella, ejem, la acompañaba y seguía, sin excusas, hasta la mismísima cama si era necesario. Así que los muchachotes no se habían escapado sin su ronda de “pequeños accidentes” y salieron por patas. Era eso o hacerse un condenado seguro por riesgos “laborales”. Primero fue Jerome, con él perdió su virginidad, bueno, la perdió pero tela lo que tardó. La primera vez apenas llegó a “tocar el timbre” fue bajarse los calzoncillos y rozar su vagina y el tío se corrió. En su defensa diría que los dos eran vírgenes. La segunda vez que lo intentaron, llegó hasta la “puerta” pero apenas dio dos toquecitos y se volvió a correr, de nuevo se quedó con el “cerrojo” echado. La tercera al fin lo consiguió, sí, pero ella se quedó a dos velas. Para la próxima vez ya se había documentado. Jerome era un velocista, pero no de fondo, así que cuando tuvo su orgasmo ella tomó su pene y se dedicó a excitarlo y entonces, sí, disfrutó, tuvo su merecido y añorado orgasmo. Esa fue la tónica en sus relaciones y descubrió que le gustaba el sexo. Pero claro, dos meses haciendo el amor diariamente, como mínimo con dos orgasmos, al final de ese tiempo, la barriga de Jerome había hecho frente común con su columna y de perfil tenía la misma línea que un papel de fumar. Y si a eso le sumabas los “intermitentes sucesos funestos”, lo raro es que hubiera aguantado tanto. Una noche, después de su segundo orgasmo, en el que poco más muere infartado y después de que se le clavara en el culo, el tenedor que ella se había dejado olvidado en el sofá, salió prácticamente reptando, diciéndole que ella era una súcubo de semen y ya no lo volvió a ver. Durante una buena temporada pensó que era una “extractora de orgasmos, con patas”, pero al final, se convenció que su sexualidad era muy sana, sólo que Jerome era un “tirador indiscriminado”.
  • 13. ~ 13 ~ Con Alfred las cosas no fueron mucho mejor, era algo más experto y disfrutó mucho en la cama, pero claro, cuando acabas con un esguince de muñeca por intentar sujetarte al lanzarse ella a sus brazos, con el culo quemado porque ella se olvidó la tostadora sobre la silla y cuando poco más y pierde el ojo cuando ella, sin darse cuenta, claro, le metió uno de los palillos que sujetaba su melena. Lo raro es que el pobre hombre no saliera despavorido antes. Y fue igual con Mark, Nils y Parker, todos acabaron bastante contusionados. Fin de la historia. Tenía algo así como un imán para provocar desastres, tanto que la habían llegado a catalogar de viuda negra. Era aparecer ella y todos los hombres a su alrededor huían en estampida. Con semejante panorama no era raro que llevara más de cinco años manteniendo una sana y estable relación con sus vibradores, al menos los accidentes no los hacían salir pitando, terminaban en el cubo de la basura y ella pasaba a capturar a su siguiente sustituto. *** Esa tarde estaba frente al espejo, esperando a Elisa para dirigirse a la Sala del Consejo. Lucía su melena negra suelta, un jersey en color verde oscuro y unos pantalones vaqueros. Siempre vestía con pantalones, evidentemente, no disimulaban su leve cojera, pero se sentía más cómoda y segura con ellos. Igual que siempre llevaba blusas y jerséis amplios y no era para disimular su figura, si no por el problema de sus pechos. La bendita naturaleza la había dotado con unos pechitos normales, cucos ellos, chiquitines pero juguetones. Pero con lo que le habían hecho una verdadera putada fue con sus pezones. Eran enormes y cuando ella decía enormes, quería decir colosales, sumamente grandes, ostensibles. Y encima, súper-mega-extra sensibles, una leve diferencia de temperatura, un simple roce o sus nervios haciéndole una mala jugada y ¡pum! se mostraban en todo su fastuosidad y pasaban a ser dos puntas de iceberg. ¿Puntas de iceberg?, ¡qué narices! parecían el Everest en todo su esplendor, antes de caer desmoronado, el pobre, dos picos a coronar, dos pomos donde colocar las perchas de la
  • 14. ~ 14 ~ colección entera de otoño-invierno. Por eso mismo tenía estrictamente prohibido llevar nada ajustado, era capaz de atraer toda la atención hacia aquellos faros en plena asamblea escolar, fiesta o reunión y erecciones incómodas, miradas cabreadas de mujeres celosas y las ansiosas de los pervertidos maridos. Por lo demás toda ella en conjunto era normalita, con su larga melena morena, con tendencia a rizarse. Unos ojos marrón claro muy grandes y una boca que mientras mantuviera cerrada estaba bien, pero en cuanto la abría pasaba a ser la entrada a un túnel, enormemente grande, la cual era demasiado evidente porque había sido dotada con la innata capacidad de reírse por todo, hasta de su propia “mala pata”, literal y figurativamente. Su altura no estaba mal, medía uno setenta y dos centímetros. Caderas redondeadas, cintura pequeña, culo prominente y para sostener todo eso, un pedazo de piernas largas, con una ligeramente más corta y con unos muslos…mmm, sólo había una palabra para definirlos: gordos, sí, justo esa definición. Y un par de brazos a juego. Brazos con “cuerpo y fundamento”. Toda en conjunto hacían de ella, tal vez no una mujer despampanante, pero sí…resultona, atractiva. Después de prepararse, esperó pacientemente a Elisa, pero claro, su paciencia era limitada, muy limitada. Por eso dos minutos después bajaba la escalera y cinco más tarde, después de avisar a Elisa, decidió dejar de esperarla en la puerta de los apartamentos donde residía y echar andar hasta el Consejo. Cuando llegó a la puerta, esperó “pacientemente” otros tres minutos antes de ver llegar a su amiga, acompañada del asqueroso de su compañero, que pasó a echarle un vistazo de arriba abajo y a guiñarle un ojo, relamiéndose los labios. Maldito asqueroso. Ella miró fijamente a su amiga, después de apartar los ojos del asqueroso aquel y notó la mirada avergonzada de ella. Sí, el idiota estaba haciendo un buen trabajo con el ego de Elisa y por mucho que ella había intentado explicárselo y hacérselo ver, ella estaba tan enamorada, que era ciega y sorda a todos sus comentarios y tal como decía el dicho: cuando no puedas con tu enemigo, alíate con él. En fin, no es que estuviera decidida a aliarse con el gilipollas, pero dejó de intentar y aconsejar y meterse todas sus buenas recomendaciones por la mismísima rabadilla. -¿Por qué narices te has traído a este?
  • 15. ~ 15 ~ No es que él le cayera bien ni mal, pero a pesar de hablar de él así, su amiga Elisa se había dado cuenta del interés de su compañero mostraba por ella, interés que ella jamás había animado, pero a algunos hombres no hacía falta animarlos, tenían las manos, la bragueta y la mente demasiado suelta. Elisa hizo una mueca. -Sólo me ha traído, pero ya se va. Después de que Elisa se despidiera de Elliot, subieron los escalones hasta el edificio del Consejo. -¿Estás nerviosa? Evelyn miró a Elisa sonriendo. -¿Qué me ha delatado? Ya, ya sé, que he tropezado en los veintinueve escalones de los treinta que hay, ¿verdad? Bueno, podría culpar a mi cojera pero, sí, confieso que estoy nerviosa. Elisa la miró sonriendo. -Ya verás que en cuanto los veas y sobre todo, hables con Tracy, todos esos nervios desaparecerán. Cinco minutos después, Evelyn pensaba que sería con la segunda opción, porque verlos, pero verlos bien vistos, la habían puesto, aparte de como a una moto, más nerviosa. ¡La madre que los parió! Aquellos hombres no podían ser reales, estaban cuadrados totalmente, enormes, musculosos, hermosos, eran una tentación a todos y cada uno de sus sentidos, hasta los pequeños colmillos de su boca, eran sexys. Miró a Elisa que seguía con la mirada pegada a ella. -¿Dónde narices está la pega? Elisa empezó a reír. -Tu ríete, puñetera, pero aquí debe haber algo, ¿tienen voz de pito? En ese mismo momento se escuchó la voz ronca de uno de ellos y Evelyn gimió, lo que consiguió hacer reír más a su amiga. -¿Eunucos? -Vamos, Evelyn. ¿Cómo puedes decir algo así? Necesitan mujeres y todas las del anterior intercambio se han emparejado, además, cuando
  • 16. ~ 16 ~ veas la cara de Tracy comprenderás que una mujer que no tiene a un buen macho a su lado, no puede lucir así. Efectivamente, en cuanto Tracy apareció tomada de la mano de su pareja, quedó confirmado que aquellos hombres debían de tener apéndice reproductor y encima, saber usarlo. La cara de ella mirando a su pareja evidenciaba que estaba más que satisfecha con aquel hombre. Y lo más sorprendente, la cara de él era de puro embeleso mirándola a ella. Miró a Elisa y bajó la voz. -Maldita sea, esa mujer tiene cara de que saben hacerla muy feliz. Es hasta vergonzoso, si estoy viendo hasta los brillitos que salen de sus ojos. Espero que no me hayan visto tropezar con los jodidos escalones, si no, me mandarán de vuelta antes de que tenga tiempo de decir ¡Hola! Elisa la miró enfadada pero no pudo contestarle porque en ese momento empezó a hablar Tracy. -Hola a todas. Primero quiero presentarme. Mi nombre es Tracy, soy de la Tierra como vosotras y participé en el primer intercambio con Phartian. -Se volvió hacia su compañero, el cual no había soltado su mano en ningún momento- Él es mi compañero, Kurt-Aiman. El hombre sonrió y besó la mano de Tracy. ¡Por Dios! Ese hombre estaba enamorado hasta las cejas de su mujer, se notaba por la sonrisa, el beso y hasta por los ojitos de cordero degollado con los que la miraba. -Queremos dar las gracias a todas por estar aquí y haber decidido hacer este nuevo intercambio. Y ella seguía rezando para que no hubieran visto su “entrada triunfal”, que se estaba viendo venir una despedida antes, siquiera, de empezar a presentarse. -Sólo hay dos condiciones para poder viajar a Phartian con nosotros. “Pues recemos para que una no sea estar libre y exenta de torpeza, porque si no, las llevo claras” -No tener pareja aquí, eso es más que evidente y acompañarnos por decisión propia, sin coacciones ni presiones de ningún tipo. Bien por ella, habían eliminado de la lista de requisitos lo de “tropezar con cualquier cosa, persona u objeto invisible”, estaba salvada…por ahora.
  • 17. ~ 17 ~ -Sé que tendréis muchas preguntas y os las iremos respondiendo todas, pero dado el escaso tiempo que tenemos, iremos sólo a las principales y a las que realmente os preocupen. Puedo deciros que la vida en Phartian es buena, que es un hermoso planeta donde abundan toda clase de recursos y que no pasaréis hambre, ni viviréis explotadas. ¿Preguntas? Ella tenía algo así como unas quinientas veinte, así por encima, pero las resumiría en dos: ¿Todos los hombres eran igual de imponentes? Y dos y muy, muy importante, ¿estaban preparados para la hecatombe que se les venía encima? Lo mismo tenía suerte y desaparecía su torpeza nada más pisar el planeta, pero se estaba viendo venir que no, eso era algo innato en ella, solo era cuestión de acostumbrarse ¿o no? Una de las mujeres levantó su mano. Tracy la miró sonriendo. -¿Qué quieres saber? -¿Por qué seis meses? Tracy miró a su compañero y este dio un paso al frente. -Es el periodo que duran nuestras piedras Airean fuera del planeta, por eso hacemos el intercambio pasado ese periodo. Otra de las mujeres preguntó qué pasaría si en ese tiempo no encontraban pareja. Tracy volvió a sonreír. -Podréis elegir entre volver a la Tierra o seguir en Phartian, puede que podáis conocer a vuestro compañero más tarde, pero en el caso de que no lo consiguierais, podríais vivir definitivamente en Phartian. Evelyn miraba a Tracy y a todos los hombres reunidos en la sala. La sala era enorme, con grandes butacones y varias mesas diseminadas por toda ella. Sólo había seis hombres de la Tierra en la sala. Soldados, vestidos con su uniforme estándar. Los hombres phartianos vestían una especie de monos de piel, adaptados a sus enormes cuerpos, con los brazos descubiertos. Todos tenían uno de ellos tatuado. Eran altos, fuertes y de largas melenas. Tracy vestía unos pantalones y casaca en color azul y llevaba su larga melena suelta. Volvió a recorrerlos con la vista y vio a varios de ellos mirándola fijamente, apreciando su figura.
  • 18. ~ 18 ~ “Eso, que miren y que sepan que yo también los voy a mirar, si se piensan que pueden examinarme para ver si doy la talla, que tengan clarito que yo voy a hacerles el mismo examen. Y ya pueden prepararse, porque mi listón está alto, muy alto y no pienso dejar que se me cuele por debajo ningún inepto más, ea, que una también tiene sus gustos, preferencias y deseos”. Las mujeres fueron perdiendo el miedo y acercándose cada vez más a Tracy y su compañero. -Pero, eso que estás diciendo, es como si Phartian fuera perfecto, ¿no? Tracy sonrió pícaramente. -Bueno, es casi perfecto y más desde que llegamos nosotras. Un coro de resoplidos masculinos se escucharon y Evelyn miró pasmada a Tracy y después a su compañero que seguía sonriendo ahora con ironía. -Al principio me aterrorizó que fueran tan machistas y trogloditas. -¡Tracy! Evelyn miró a Kurt-Aiman, esperando encontrar una cara malhumorada pero se encontró con una mirada llena de reproches pero con la misma sonrisa, mientras que los hombres detrás de él empezaron a reír a carcajadas. Tracy se volvió con cara inocente hacia su compañero. -¿Puedes negarlo, mi amor?-volvió la cara hacia ellas- Sus mujeres no trabajaban. La verdad es que ella había estado callada, mucho tiempo dado la lengua suelta que solía tener, pero en ese momento ya no pudo sujetarla. -¿No trabajaban? -Tracy negó con la cabeza- Entonces, ¿qué hacían? La miró de forma conspiradora. -Vivían para cuidar la casa, los niños y a la panda cavernícolas de sus compañeros. Los resoplidos volvieron a escucharse, esta vez más fuerte, pero en ningún momento hubo ninguna mala cara. Bueno, ella podía verse cuidando a uno de esos armarios empotrados. Mmm, sería delicioso poder “cuidarlo” de arriba abajo y
  • 19. ~ 19 ~ desde todas posiciones y ángulos, pero evidentemente entendía que una mujer, aparte de disfrutar de semejantes cuerpazos, cuando ellos no estuvieran, no podía mantenerse sólo de recuerdos placenteros. Volvió a mirar a Tracy. -¿Y ahora sí pueden trabajar? -Sí, nos costó un poco, porque tienen la cabeza cuadrada, pero al final los hemos convencido que queremos los mismos derechos que ellos, hay un par de cosillas que todavía no hemos podido conseguir, pero tiempo al tiempo. Ahora el que resopló con fuerza fue su compañero. -Pequeña, no tengo ninguna duda que al final lo conseguirás. ¿Pequeña? Que le trajeran en ese mismo instante los papeles, los iba a firmar hasta con sangre si hacía falta. Ella quería uno de esos, al completo, para ella sola y le importaba un pepino si era bizco, manco o tenía siete dedos en una mano. ¿Un hombre dulce y tierno y en público? Que intentaran retenerla, iba a dejar a más de cuatro calvos. Ella volvió a clavar la vista en la pareja. -Pero, entonces, ¿no tendremos ningún problema en elegir trabajo? Tracy la miró sonriendo. -No, hace cinco meses se aprobó que las mujeres pudieran estudiar en la universidad y poder trabajar. Pero como había muchísima reticencia, fue en fase de prueba, pero aquí los cavernícolas -una nueva tanda de resoplidos acompañaron al comentario de la mujer- han comprobado que somos igual o más capaces que ellos mismos de poder hacer las cosas con nuestras propias manos y han ratificado el acuerdo. Tracy miró a su pareja y los dos se sonrieron. Efectivamente, en cuanto llegara a su casa, iba a preparar su equipaje y acamparía toda la noche, amarrada a la nave espacial, para que ni de casualidad, se le escapara aquella panda de macizos. La reunión duró algo más de una hora y en ese tiempo se enamoró totalmente de todo lo concerniente a Phartian, habló bastante con Tracy y le encantó, hasta tuvo un par de frases con Kurt-Aiman y pasó a ser su ídolo. Qué hombre, totalmente pendiente de su compañera, siempre cerca, acariciándola sutilmente, mirándola con ternura y siempre con una sonrisa.
  • 20. ~ 20 ~ En cuanto llegara a Phartian iba a plantarse en un expositor hasta que apareciera uno interesado en ella, le iba a echar mano y no lo iban a despegar de él ni con agua caliente, iba a ser peor que una chinche. Cuando al atardecer salieron de la sala, su amiga Elisa la miró. -Entonces, ¿te vas? -¿Qué si me voy? He estado a punto de subirme a la nave ya para que no se vayan sin mí.
  • 21. ~ 21 ~ CAPÍTULO 2 Cuatro días después, en Phartian. Dreena clavó su mirada en Josk-Darc. -¿Acabas de decir que no? El hombre se giró hasta ella, acercando la cara a su altura. -No estás sorda, Dreena, me has oído perfectamente. Ella lo miró muy seria. -No te puedes negar. Josk-Darc sonrió irónicamente. -Pues me niego, he dicho no y es no. Dreena se levantó de la silla de un golpe. -Me importa un darig que digas que no, Josk-Darc, esto es indiscutible e innegociable. El hombre la miró fijamente. -Dreena, no estoy obligado a hacerlo. Además, hay más médicos.
  • 22. ~ 22 ~ -Quiero que seas tú. Él entrecerró los ojos. -¿Por qué? -¿Cómo que por qué? Pues porque eres uno de los mejores médicos y además te conozco, somos amigos desde pequeños, nos criamos juntos, confío en ti y sé que la ayudarás. -Bueno, pues ve buscándote otro idiota al que liar, porque yo me niego. -Esto no es una petición, Josk-Darc, es una orden. Él la miró sonriendo cínicamente. -¿Tuya? Dreena se acercó en tres pasos a él. -Puede que Arnoox sea el phartok, pero yo soy su compañera, deberías de tenerme el mismo respeto. Pero sí, es una orden de tu phartok. Él resopló. -Escúchame, Dreena, no pienso colaborar con ella. -¿Es porque es mujer? No pensaba que tú fueras un machista y un troglodita. Siempre pensé que eras un hombre de ideas y mente abierta, pero ahora veo que eres más terco que un calaam, asqueroso cavernícola. Josk-Darc rio con fuerza. -Estar tan unida a Tracy ha hecho de ti toda una guerrera. Pero mi respuesta sigue siendo no. Si al menos tuviera un compañero… Mierda, sabía que no había tenido que soltar esa última frase, ahora Dreena se tiraría sobre él como un Phardook hambriento, lista para despedazarlo lentamente. -¿Todo esto es todavía por la zorra de Thayna? Él se dejó caer con fuerza en la silla. ¿Cuándo aprendería a tener la boca cerrada? Dreena sabía perfectamente todo lo que había pasado. -No, no es por Thayna.
  • 23. ~ 23 ~ -Por supuesto que es por ella. Por eso no has ido a ninguna de las presentaciones de las mujeres, por eso no quieres mujeres sin emparejar cerca de ti. ¿Cuándo vas a dejar de culparte por lo que pasó? La miró fijamente. -Fui el culpable de lo que pasó, Dreena. Ella se acercó hasta él y se arrodilló en frente. -No, tú no eres culpable de nada. Thayna era una zorra, ella sólo quería un hombre poderoso entre sus manos, por eso iba de uno en otro. ¿Crees que eras el único con el que se acostaba? -No, sé perfectamente que se abría de piernas de forma constante, pero fue a mí al que pillaron con ella en la cama. Dreena le soltó una sonora bofetada. ¡Maldita sea! -Lo preparó, idiota, ella sabía perfectamente que Kort-Mgon os iba a pillar, le mandó un mensaje para que supiera dónde estaba. Josk clavó la mirada en Dreena. -No puedo apartar de mi mente la mirada de Kort-Mgon, se sintió traicionado. Dreena volvió a darle otra bofetada. -¿Quieres dejar de hacer eso, Dreena? -No, quiero que espabiles. Kort-Mgon no se sintió traicionado por ti, si no por ella. Tú no sabías que él era el compañero de Thayna, no se lo había dicho a nadie. Él mismo se había enterado sólo dos días atrás y cuando se lo dijo a ella, se rio, la muy zorra, se rio de él, diciéndole que jamás sería la compañera de un apestoso trabajador de la tierra, ella quería algo más. Josk volvió a clavar la mirada triste en ella. -No lo entiendes, Dreena, él se fue en esa misión porque nos vio. Dreena se levantó y lo miró fríamente. -¿Cuándo dejareis los hombres de haceros los mártires? Kort-Mgon se había apuntado para la misión el mismo día en que Thayna lo rechazó. Se levantó y se plantó ante Dreena. -¿Cómo sabes eso?
  • 24. ~ 24 ~ -Porque él me lo dijo. Cuando ella lo rechazó vino a decírmelo, también era mi amigo y cuando se despidió de mí para irse a la misión, me dijo que lo sentía por ti, porque Thayna había jugado contigo. Josk pasó sus dedos por el pelo tirando con fuerza. -¡Por todas las malditas lunas! ¿Y me lo dices ahora? -¿Y cuándo se supone que querías que te lo dijera? No me dejaste nombrarlo después de Kort-Mgon muriera en aquella estúpida misión. Cuando te dije que tú no eras el culpable, no me creíste, seguiste lamentándote, estabas idiotizado por ella. -No, eso es lo que no entiendes, Dreena. Yo no quería a Thayna, ni me gustaba siquiera, pero en cuanto entré aquel día en mi cuarto se lanzó sobre mí, estaba desnuda y…malditas estrellas, no voy a hablar contigo de sexo, sólo te diré que era bastante habilidosa. Dreena sonrió. -Era una zorra, Josk-Darc, ¿qué esperabas? Y los hombres sois tan sumamente idiotas cuando una mujer se os ofrece. Pero ese no es el tema. El tema es que quiero que ayudes a Evelyn a montar la guardería. Él sonrió. -Eres insistente, pero lo siento, mi respuesta sigue siendo no. Además, ¿qué es todo eso de una guardería? Ni me lo has explicado, sólo que tengo que hacer de guía de una mujer de la Tierra. Pensé que ella era médico. -No, no es médico, es profesora. Ella cuidará de los niños de las mujeres que trabajen. Hemos pensado que ya que en la sala infantil del hospital hay tanto espacio, podríamos montarla aquí. Los padres se sentirán más seguros si saben que están cerca los médicos por si sucede algo. Todavía quedan muchos hombres reacios a que las mujeres trabajen, si pasara algo intentarían volver a lo de antes. No quiero que tengan la más mínima excusa. -Es una buena idea, Dreena, pero no cuentes conmigo, a no ser que ella esté emparejada. Dreena lo miró fijamente. -Está bien. Hasta luego, Josk-Darc. Y se fue.
  • 25. ~ 25 ~ Él no se quedó ni una pizca tranquilo, conocía a Dreena de toda la vida y sabía de su carácter decidido y ahora, impulsado por su propio compañero y las mujeres de la Tierra, era todavía más lanzada. ¿Tranquilo? Ni un poco, se olía que le iban a encasquetar la jodida misión. Él no quería estar cerca de mujeres sin compañeros, él no quería una compañera, no sentía que tenía ese derecho. Lo perdió el día que Kort-Mgon murió. Y qué mejor manera de no caer en la tentación que mantenerse apartado de ella. No, no y mil veces no. *** Evelyn estaba en su cuarto, había decidido mantenerse ahí, quietecita, sin estornudar siquiera cerca de cualquier cosa que osara tener el más libre movimiento. ¡Joder!, su torpeza parecía haberse multiplicado por diez desde que puso los pies en Phartian. Ella adoraba ese planeta. Cierto que apenas llevaba allí tres días, pero los suficientes para que le gustara la limpieza y tranquilidad de sus calles, la espontaneidad de sus gentes, su cultura, sus dos lunas de color azul claro, su cielo y agua en malva, los tonos anaranjados de su flora, los espacios abiertos y el aroma limpio del aire. ¿Y los hombres? Dios debía de estar de muy buen humor cuando mandó crearlos, qué digo buen humor, fue el mejor día de su vida. Todos eran enormes, bellos, duros, fuertes y al mismo tiempo, tan dulces, tan educados, tan calientes... ¿Y las comodidades? ¿Y los baños? ¡Oh, los baños! Eso era lo mejor, poder meterte en una bañera sin contabilizar los segundos en ella. ¿Y qué decir de las tarjetas depilatorias? Eran el mejor invento de todos los mundos, te la pasabas por encima y adiós al vello por una buena temporada, sin dolores, ni quemaduras, ni… ni que fuera la patrocinadora oficial de las dichosas tarjetas. Sí, se sentía feliz en Phartian, desde el mismo momento que había puesto los pies en el planeta. Cuando llegaron, las recibió Arnoox, el phartok del planeta y su compañera, Dreena. Desde ese momento la mujer se había dedicado en
  • 26. ~ 26 ~ exclusivo a hacerlas sentir como en casa. Las había acompañado a un paseo por la ciudad, mostrado sus habitaciones y respondido a cada una de sus preguntas. A pesar de la triste despedida con Elisa, se sentía feliz con la decisión tomada. Se estaba enamorando de Phartian y, encontrase o no pareja, sabía que nunca se iría de allí. No se sentía ni vigilada ni presionada, era libre por primera vez en su vida y cuando Dreena y Tracy le hablaron de la idea de la guardería se ofreció entusiasmada. Sí, ese era su sitio, lo intuía. Bueno, si no terminaban metiéndola en una nave y mandarla al espacio para que flotara por allí hasta el fin de sus días. ¡Mierda! ¿Qué estaba mal con ella? estaba a punto de echarlo todo a perder por su maldita torpeza, por eso y por su boca. No paraba de hablar y preguntar, había vuelto locos a todos los hombres, mujeres y niños del planeta, era verla venir y sólo podía ver el rastro que dejaban sus cuerpos al salir zumbando. Salvo Dreena y Tracy, que seguían estando a su lado y sonriendo. Hasta el pobre phartok arrugaba su nariz cada vez que la veía venir. Hasta el día de hoy, cuando vio al hombre suspirar ruidosamente, mirarla con ojos asesinos y enterrar su cabeza entre las manos, hasta ese mismo momento todavía tenía esperanzas de poder quedarse, pero ahora, ahora estaba viéndose con un sello en la frente en el que dijera: “mantener apartada de la sociedad, peligro, arma capaz del exterminio” y lanzada por el portal más cercano. Por eso salió escopeteada del salón y decidió mantenerse en su cuarto hasta que se le olvidará todo lo ocurrido. Aún podía escuchar su voz resignada cuando le preguntó a Brenck-Vayr: "¿y ahora, qué cojones ha hecho?" No había empezado con muy buen pie, ni izquierdo ni derecho, la había cagado a base de bien. Primero fueron los diez u once jarrones que se había cargado. ¿Qué culpa tenía ella que los pusieran en aquellos odiosos pedestales? Cierto que parecía una cabra dispuesta a triscar de peñasco en peñasco, pero se sentía tan feliz que andaba correteando, desgarbadamente, por todas las salas, con el consiguiente caos a su paso. Luego lo de las bandejas. A ver, que aquello podía pasarle al más pintado, ¿quién narices no ha tropezado nunca y ha tirado las bandejas de una mesa? Pues parecía que allí, hasta ahora, nadie y no sólo habían sido las del primer desayuno, no, también se sumaron, las de la comida, la cena, el siguiente desayuno… ¡por todos los infiernos! Tendría que terminar dándole la razón a Arnoox, cuando había dicho que ella era peor que una plaga de endox en una plantación de alphiv.
  • 27. ~ 27 ~ Y lo peor no sólo era eso, no, lo peor es que siempre, pero siempre, siempre, acababa encima de Brenck-Vayr, que la miraba, entre cara de fastidio o querer hacerse un gorro con su piel. Lo de la noche anterior tampoco fue totalmente culpa suya, cierto que vivía un poco en las nubes, pero estaba tan emocionada con toda aquella nueva experiencia, que de nuevo volvió a hacérsele tarde. Trotaba hasta el comedor para reunirse con todos a la hora de la cena, cuando el guerrero de la puerta la vio venir intentó abrirle la puerta y todo se torció en ese momento, su pie se enganchó con el borde de la alfombra y cayó de bruces contra el hombre, que golpeó contra la puerta entreabierta. En ese momento, Brenck-Vayr (¡cómo no!) intentaba salir y cayeron los tres juntos al suelo en un manojo de piernas y brazos. Las miradas pasmadas de ellos se entre cruzaron con la suya de disculpa. Pero lo de esta mañana, lo de esta mañana había sido la gota que colmó el vaso. ¿Enviarla al espacio en una nave? La pondrían al borde del planeta y de una buena patada en sus posaderas la mandarían a revolotear por ahí, hasta ella misma estaba tentada de hacerlo. Tracy y Dreena le habían comentado lo de crear una guardería. ¡Oh! Se sentía tan apreciada y útil, estaba emocionada, feliz, hasta había olvidado la angustia que sentía por no tener aún un compañero cuando ocho mujeres ya lo habían conseguido en esos pocos días y ella seguía sin conseguir uno. Cuando Dreena se marchó para hablar con el médico que les ayudaría a crearla, ella se marchó con Tracy y varias mujeres más a visitar el Kunn, le fascinó ver las salas de entrenamiento y toda esa cantidad de armas. -Entonces, ¿las mujeres no pueden luchar? Tracy la miró sonriendo. -Eh, no. Todavía no nos está permitido, pero no pierdo la esperanza. Ella miró fascinada las armas, hacía años que no tocaba una. Se acercó a uno de los guerreros. -¿Podría practicar con una? El hombre la miró pasmado. -No…no puedo dejarte utilizar el arma. Ella sonrió dulcemente y se la cogió de la mano, el guerrero se resistió, ella volvió a tirar del arma y entonces ¡pum! se armó la gorda o la coja en este caso. El gatillo del arma era bastante sensible y con
  • 28. ~ 28 ~ tanto forcejeo, el arma empezó a soltar rayos laser de forma indiscriminada, sólo fueron seis segundos, lo juraba, pero fueron los suficientes para que todos y cada uno de los guerreros terminaran con el pecho aplastado en el suelo, las mujeres acuclilladas y la mirada de Brenck-Vayr no prometía nada bueno. Se acercó a ella en tres pasos y le quitó el arma de las manos con violencia. -Nunca, me oyes, nunca vuelvas a tocar un arma, mujer, eres un maldito peligro andante. Y tomándola del brazo la arrastró tras de él y se dirigió al Gumnarium. Ella intentaba seguirle el paso y al mismo tiempo pedía disculpas y juraba que no volvería tocar un arma, ni un simple cuchillo, ni volvería a acercarse a un maldito tenedor, es más, hasta quemaría los palillos, no quería que la acusaran de utilizar armas de destrucción masiva. Pero el hombre pasó olímpicamente de ella y siguió arrastrándola tras de él mientras refunfuñaba y maldecía. Cuando abrió la puerta de la sala donde estaba el phartok, el hombre levantó la cabeza y se los quedó mirando fijamente, hizo una mueca de resignación y entonces soltó lo de: -¿Y ahora, qué cojones ha hecho? El hombre la miraba fijamente mientras que Brenck-Vayr le relataba lo sucedido y el muy capullo no se guardó ni un sólo detalle. Ella se fue empequeñeciendo al mismo tiempo que la mirada de total fastidio de Arnoox crecía. El phartok enterró su cabeza entre las manos, no sin que antes pudiera ver la mirada asesina que le dirigió. Cuando él le pidió que saliera de la sala, ella corrió hasta su cuarto y se encerró allí. Tal vez dentro de dos o tres meses se habrían olvidado de lo sucedido ¿Verdad? Y entonces ella podría volver a salir de allí ¿A que sí? Cuando la puerta se abrió, cinco minutos después, alzó la cabeza asustada, pero en la puerta estaba Dreena y la miraba sonriendo. -Te has enterado, ¿verdad? -¿De lo del Kunn? Ella asintió. -Sí, no te preocupes, Evelyn. Tracy me lo ha contado y me ha parecido de lo más gracioso. Ella puso cara de fastidio.
  • 29. ~ 29 ~ -Díselo a todos esos hombres. Creo que más de cuatro habrán tenido que cambiarse los calzoncillos, maldita sea, no sé porque me pasan estas cosas, de verdad que no lo entiendo. Dreena sonrió. -No te preocupes, Evelyn, no ha sido para tanto. Olvídalo. Venga, acompáñame. Voy a enseñarte el hospital y la sala que queremos utilizar para la guardería. -¿No temes que termine pegándole fuego? Dreena meneó la cabeza sonriendo. -Exagerada.
  • 30. ~ 30 ~ CAPÍTULO 3 Exagerada, ¿no? ¿Cómo podían pasarle estas cosas a ella? De verdad que iba a tener que terminar metiéndose las manitas en los bolsillos y luego cosérselos. En esos momentos miraba pasmada el lío que acababa de montar. ¡Por todos los demonios! Todo había ido bien, muy bien, tal vez demasiado bien y eso debería haberle dado una buena pista, pero no, ella seguía en ese país multicolor que se había formado. Dreena le enseñó la sala, era enorme, con grandes ventanales y pintada en tonos turquesa. En ese momento estaba vacía pero ella ya se la había imaginado con pequeñas mesas y sillas, alfombras de colores chillones y cientos de dibujos de los chiquillos pegadas en la pared. Sí, era totalmente adecuada. Después, Dreena le enseñó el hospital. Era grande, espacioso, con habitaciones individuales de grandes camas y cómodos sofás. Las salas de reconocimiento también eran grandiosas y estaban dotadas de gran cantidad de instrumental y maquinaria y todas las paredes decoradas con cuadros del planeta, reflejando toda su hermosura.
  • 31. ~ 31 ~ Acababan de entrar al laboratorio, cuando llegó uno de los hombres del phartok. Arnoox quería comentarle algo a Dreena y ella le dijo que siguiera echando un vistazo, que volvería en unos minutos. Aquello fue una mala idea, lo supo en cuanto se quedó sola. Ella y su estúpida manía de toquetearlo todo. Empezó a trastear con los tarros que había por allí y sin saber cómo, golpeó una de las mesas y unos cuantos tarros cayeron al suelo. Se levantó un gran humo, tal vez al mezclarse los diversos contenidos y buscó algo con lo que sofocar el dichoso humo. Había una cama en un rincón, así que arrancó las sábanas y las echó encima. Otra pésima idea, el humo quedó ahogado, sí, pero aparecieron las asquerosas llamas, ¡sí! Allí mismo, ante sus narices, las odiosas sábanas empezaron a arder, sutilmente pero ardían las condenadas, ¡mierda! ¿Ahora qué? Buscó alrededor desesperada, otro movimiento torpe y ¡zas! Más tarros volcados y vuelta de nuevo al humo del principio, molesto, pero a fin de cuentas, sólo humo, hasta que decidió llamear y no aquellas primeras y tímidas llamitas, no. Aquello empezó a arder con fuerza, ¡joder! ¿Y ahora con qué apagaba el fuego? No había extintores cerca, o algo que se les pareciera. ¿Salía a llamar a alguien? Dada su suerte, era capaz de encontrarse con Brenck-Vayr y entonces sí que iban a saltar chispas. Otra mirada alrededor y se dio cuenta de que no habían ni sábanas ni mantas con lo que sofocar el fuego, ni una puñetera ventana por la que airear todo aquello o saltar y largarse, dejando atrás semejante estropicio. De repente, otra idea, seguro que mala, vino a su cabeza. Soltó los cordones del vestido que llevaba, se lo quitó y empezó a apagar el fuego con eso. Tres segundos después descubrió que la idea había sido otro triste y calamitoso error. Se quedó mirando horrorizada cómo su vestido ardía y sus ojos empezaron a irritarse y ya no sabía si era por el maldito humo o porque se sentía devastada por aquella hecatombe. Estaba a punto de salir a pedir ayuda cuando la puerta se abrió y escuchó una maldición. -¡Maldita sea! ¿Qué cojones ha pasado aquí?
  • 32. ~ 32 ~ ¡Uf! La respuesta correcta sería: “Yo, he pasado yo”. Tomó aire y se dispuso a confesar el crimen y sacrificarse en honor a la causa, la causa de total gilipollez que la perseguía y que era su cruz. Se dio la vuelta para encontrarse tras ella el tío más hermoso que había visto en su vida. Se quedó observándolo con la boca abierta, ¡madre mía! ¿De dónde había salido aquel espécimen? Era enorme, algo normal por allí, se ve que cogían un pedrusco, los tallaban y listo. Encima era un tío hermosísimo, melena en color miel, ojos azules y un corpachón de esos que te dan ganas de recorrerlos, tipo mochilera. ¡Hala!, a lanzarse a la aventura y perderse por todos esos valles y montañas. Y las palabras se quedaron atascadas en su garganta, una a una se apelotonaron, haciendo una especie de bola enorme. Y por primera en su vida y sin que sirviera de precedente, se quedó callada, muda. Al hombre-muro no le dio tiempo a preguntar nada más, ni a ella de contestar, cuando una especie de alarma sonó, la puerta se cerró de golpe y el hombre volvió maldecir. Él corrió hacia un armario y de allí sacó una especie de extintor y apagó el fuego en unos minutos. Después, apretó un interruptor que accionó unos pequeños extractores de humo, situados estratégicamente en cada esquina de la habitación. Ni que se hubieran olido que ella iba a venir al planeta, ni cosa más parecida, oye. Cuando todo estuvo apagado el hombre se giró hasta ella, hecho un basilisco pero todo lo que tuviera que decir se quedó atascado en su garganta y clavó la mirada en ella atontado. Bueno en ella, sí, pero no en toda ella, sus ojos se quedaron más debajo de su cuello. Ella miró qué es lo que había pasmado al hombre y entonces todo su cuerpo enrojeció violentamente, ¡por todos los infiernos! Estaba desnuda, sólo llevaba sus bragas y sus pezones, al verse tan atentamente estudiados, lucían totalmente erectos. Evelyn se los cubrió con las manos, el hombre tragó con violencia y la miró, ¡por fin! a los ojos. -¿Quién eres? ¿Y qué haces desnuda en el laboratorio? -So-soy Evelyn. ¿Y tú? El hombre la miró estupefacto y señalándola. -Soy Josk-Darc. Y ahora responde. ¿Qué haces desnuda? Uf, bueno, explicar aquello iba a resultar embarazoso, por lo menos para ella. Y lo intentó, de verdad que lo intentó y puso tanto entusiasmo que se olvidó de su desnudez, de sus pezones y hasta de sus palabras
  • 33. ~ 33 ~ atascadas, que empezaron a emerger de forma vertiginosa y empezó a gesticular. Cuando lo vio respirar con dificultad, pensó que era por culpa del maldito humo, así que se acercó hasta él, solo faltaba que le diera algo y cayera muerto a sus pies, entonces sí que podía despedirse de Phartian y de forma definitiva, estaba más que segura que la declaraban “persona no grata” junto con un: “peligro y riesgo inminente de destrucción masiva”. -¿Estás bien? Él asintió con la cabeza. -¿Estás seguro? Estás pálido y transpirando, ¿no te estarás poniendo malo o algo así? Él negó con la cabeza mientras seguía sudando y empezó prácticamente a jadear. -No te estará dando un infarto, ¿verdad? Tú dirás lo que quieras pero tienes una pinta muy rara, ¿te duele algo? El hombre no contestó, pero la tomó fuertemente de los hombros y la pegó a él. -Oye, ¿qué estás haciendo? Tal vez quería inspeccionarla por si se había quemado, ¿no? -La verdad es que no estoy herida. Raro, lo sé, sobre todo con lo que se ha liado aquí. Pero puedo jurar que no tengo nada, ni una sola ampollita. ¿Es eso lo que buscas? ¿Se había quedado mudo o qué? El muy capullo pasó de ella, de sus preguntas y pegó la boca a la suya. Empezó a succionar sus labios, al principio sin ninguna delicadeza, pero cuando ella dejó de luchar y se dejó caer contra el calor de su cuerpo, el beso se volvió más cálido, dulce y exigente, lamiendo suavemente sus labios y deslizando su lengua en su cálida y húmeda boca. ¿Aquella era la forma de inspeccionar del planeta? Si era así, prometía seguir quemando todo lo que se encontrara a su paso, un cometido que estaba más que segura no le iba a costar mucho. ¡Dios, qué forma de besar! Pero aquello no estaba bien, claro que no. Lo conocía apenas cinco minutos y salvo sus nombres, no habían intercambiado nada más,
  • 34. ~ 34 ~ bueno, ahora sí, ahora mismo intercambiaban saliva y de forma masiva. Aquel hombre estaba besándola y haciendo un estrago con ella y sus hormonas. Cuando sintió las manos de él abarcar sus pechos y acariciar sus erectos pezones, separó su boca de la de él. -Mira, no sé qué te has creído, pero yo no voy besando a la gente y dejándome toquetear por ella sin conocernos y… mmm. Un gemido se le escapó, él se había introducido su pezón muy dentro de su boca, chupándolo con fuerza. -Eso, eso es fantástico, de verdad, pero… ¡maldita sea! El hombre seguía chupando con fuerza el pezón mientras que arañó el otro con sus uñas y deslizó su mano hasta su vulva. -Oye, mira, de verdad… ¡oh madre mía! ¡Oh qué pedazo de boca! Tenía manos mágicas y una boca que era un pecado, su pezón izquierdo había quedado agradablemente chupado y ahora estaba siendo mordisqueado por aquel pedazo de bruto. Sus manos seguían, una, entretenida acariciando su otro pezón y la otra, su raja, deslizando los dedos entre sus pliegues húmedos. -Es…esto no es…tá bien, no pue…des hacer eso. -Hablas demasiado, mujer. Pedazo insolente. Sí, era un insolente y además ella tenía una regla… ¿Cuál era la regla? Si él dejara de absorber de aquella manera sus pezones podría recordar la maldita regla. -Y tu tie…nes las manitas muy lar…gas, ¡oh! ¡Oh Dios! El hombre tenía una boca prodigiosa y era toda una bomba succionadora y a piñón fijo. ¡Ah, sí! Ya sabía cuál era la regla de las narices: “No pasar de un beso en la primera cita”. ¿Pero aquello se podía considerar cita? No, evidentemente, no. ¿Y lo del beso? Mierda, mierda y más mierda, tendría que imponerse una nueva regla: “Nada de dejarse devorar los pezones, ni tocar su rajita, ni lamer, ni…mmm, menudo lengüetazo… ¿qué? ¿Qué estaba pensando ella hace un par de segundos? Intentó volver a quejarse, a decirle que aquello no estaba bien, pero cuando abrió la boca, él plantó dos dedos dentro de su coño y su lengua
  • 35. ~ 35 ~ dentro de su boca y lo único que pudo hacer fue gemir dentro de aquella húmeda y cálida cueva. Y sobre todo, se olvidó de… ¿de qué? ¡Ah, sí! La regla…mmm… ¿Qué regla? Mmm….mmm *** Josk-Darc sabía que aquello no estaba bien, igual que sabía que aquella mujer era y significaba problemas, pero había algo en ella que lo atraía de manera descontrolada. Y esos pezones, esos pezones deberían de estar prohibidos, parecían dos jugosos moong, tan hermosos, tan grandes, eran toda una tentación, como dos luces atrayéndolo. Desde que había visto su desnudez no escuchó ninguna de las palabras que ella había dicho y había dicho un montón. Hablaba mucho, demasiado, pero gemía de una manera que hacía estremecer a su pene y endurecerse a sus testículos. La quería, quería gozar de ese cuerpo. Intentó no acercarse siquiera, sabía que tenía que ser de la Tierra y que no estaría emparejada, pero no había “olido” nada, salvo el condenado humo. Pero tuvo que acercarse, maldita sea y tuvo que probarla y en cuanto lo hizo supo que estaba perdido. Su sabor era tan dulce, su boca era algo adictivo, su vagina era estrecha pero rezumaba humedad constantemente, como una pequeña piedra Airean. No quería que se negara a él ni a su toque, por eso no dejó su boca en ningún momento, acariciando su cuerpo sin cesar hasta que la oyó gemir con fuerza y dejar su cuerpo rendido contra el de él. Siguió diciéndose que aquella era la peor idea de todas las ideas que había tenido en su vida y mira que había tenido unas cuantas, la verdad. ¿Pero reculó? No, ni siquiera lo intentó, se dejó gobernar por su verga y su lujuria, como un calaam en celo. Lentamente la fue conduciendo hasta la cama, miró y vio que había utilizado las sábanas para intentar apagar el fuego. El desnudo colchón no era, tal vez, el mejor lugar, pero no había ningún otro sitio y no pensaba tomarla en el suelo o contra la pared.
  • 36. ~ 36 ~ Se arrancó la camiseta mientras que ella rebotaba suavemente en el colchón donde la había dejado caer. Antes del segundo rebote, había lanzado sus botas debajo de la cama y entre el tercero y cuarto, se había despojado de sus pantalones y calzoncillos y mostraba su erección. Ella se quedó pasmada mirándola. Tampoco es que fuera un súper dotado para que lo mirara de aquella manera, su pene era grande, sí; grueso, también y con una enorme cabeza, muy cierto, aunque tal vez lo que la alarmara fueran las gruesas venas que lo recorrían de arriba abajo, pero no iba a iniciar una charla con ella sobre eso en ese instante. -Mira, yo creo que… No, ella no creía nada, ella sólo tenía que sentir y punto. Porque él sólo quería estar enterrado dentro de ese dulce y mojado coño. ¿Por qué? Ni maldita idea, pero por todas las estrellas que no la iba a dejar escapar, algo en ella lo reclamaba como un loco y él no podía dejarlo pasar. Cuando se dejó caer sobre ella lo miró algo malhumorada. -No sé qué habrás pensado al verme desnuda, pero no estaba buscando un lío, de verdad, tienes que entender... -Di mi nombre. Ella lo miró extrañada mientras que él lamía con suavidad su pezón y ella soltó un jadeo. La mujer lo miraba extrañada y tal vez preguntándose para qué cojones quería que dijera su nombre, estuvo tentado en mentirle y decirle que aquello era el permiso para follársela. -Di mi nombre, Evelyn. Ella tenía los ojos nublados de deseo, sus pezones erectos y húmedos y los dedos que clavó dentro de su vagina estaban totalmente empapados. Ella parecía estar teniendo dificultades para concentrarse o en recordar su nombre. Se juró, que si no llegaba a recordarlo, lo iba a gritar tantas veces que no volvería a decirlo, por lo menos, sin humedecerse. -Josk-Darc. -Quiero que lo repitas sin parar, no quiero que vuelvas a nombrar a otro hombre cuando te posea. Ella agitó su cabeza.
  • 37. ~ 37 ~ -¿Otro hombre? Él no le dio tiempo si quiera a terminar la frase cuando se introdujo con fuerza dentro de ella. -Ese Dios, Evelyn, no quiero que vuelvas a llamarlo, di mi nombre. Ella intentó sonreír o decir algo, pero él empezó a empujar con fuerza dentro de ella, tanto que sus pelotas azotaban suavemente el culo de ella. -Mi nombre, Evelyn. Paró el empuje de sus caderas y la miró firmemente. Ella agitó su cabeza y empezó a susurrar su nombre. -Josk-Darc, Josk, Josk-Darc. Volvió a empujar con fuerza su polla dentro de ella con fuerza. Su orgasmo se acercaba con premura, retorció sus caderas contra ella y el gemido ronco de Evelyn lo lanzó a empujar con más fuerza. Retorció su clítoris entre dos dedos y lo tironeó. Evelyn empezó a agitarse bajo él, ciñéndolo entre sus piernas y lanzó un ronco gemido mientras que él se vaciaba en ella gritando su nombre. La abrazó fuertemente mientras que se dejó caer desmadejado contra su sudoroso cuerpo e intentando encontrar su respiración, que parecía haber emigrado. -¡Qué preciosidad de mujer! Evelyn alzó su cabeza mientras que él se apartó de ella gritando fuertemente. -¡No, no y mil veces no! Por todas las malditas estrellas, ¡no! Josk miró pasmado al hombre que estaba tras ellos. ¡Joder! No podía ser verdad, no podía, no, la vida no podía ser tan injusta con él. Se levantó de la pequeña cama y empezó a golpear su cabeza contra la pared mientras repetía sin cesar: "¡No! ¡No! ¡No!"
  • 38. ~ 38 ~ CAPÍTULO 4 Evelyn miraba con asombro al hombre al lado de la cama. Era exactamente igualito al que acaba de hacerle el amor y que ahora golpeaba su cabeza contra la pared. ¿Cómo narices había entrado? ¿Quién era? Por el parecido debía ser hermano gemelo de Josk-Darc. -Eres una cosita preciosa. Me gustas, mujer, eres muy hermosa, compañera. ¿Compañera? ¡Oh Dios! Entonces ¿él era el oiyu? Maldita fuera ella y su mente dispersa. No recordaba todo, bueno, en realidad no recordaba casi nada de la conversación de Dreena sobre el tema del oiyu, salvo que aparecía tras haber hecho el amor por primera vez con el verdadero compañero y que era una parte de él mismo. ¿Por qué tenía que tener su mente siempre en cualquier cosa menos en lo que se hablaba?
  • 39. ~ 39 ~ Miró al hombre que estaba totalmente desnudo y con una enorme erección. Era igual, bueno realmente no tan igual a Josk, los ojos del oiyu no eran tan azules, eran más bien tirando a violetas y el color de su pelo era igual, salvo por un mechón negro que le caía sobre la frente. -Entonces, ¿eres mi compañero? -Sí, preciosa, lo somos. -¡No! Josk-Darc rugió mientras que seguía utilizando su cabeza como bola de demolición. -¿Está haciendo una nueva abertura para salir de aquí? El oiyu sonrió. -Creo que esa es la forma que tiene de reacomodar las ideas. No te preocupes por él, preciosa y déjame que te demuestre cómo se comporta realmente un compañero. Se acercó lentamente hasta ella y se sentó al borde de la cama, mirándola muy tiernamente. -Tienes que recordar que él es Josk y yo soy Darc. Evelyn lo miró extrañada. -¿Compartís el nombre? -No, cuando nacemos se nos da un nombre compuesto, uno para cada uno de nosotros. Aquella era la conversación más surrealista que había tenido en su vida, ¿cómo narices podía estar hablando, desnuda y tan campante, con aquel hombre? ¡Ay, Dios!, definitivamente, acaba de despedir de forma contundente y conjuntamente con sus inhibiciones, a su vibrador y sin carta de recomendación. Mientras hablaba, él se había ido acercando más a ella y ahora su boca estaba a escasos milímetros de la suya. Debería estar asustada o por lo menos mostrar algo más de cautela, pero había algo en ellos que la subyugaba por completo y cuando él la besó no se resistió. El rugido de Josk se intensificó. -¡Por todas las estrellas! Apártate de ella, Darc. Las manos del oiyu se deslizaban por su cintura y subían lentamente hasta sus pechos, cuando llegó a su altura los levantó suavemente y
  • 40. ~ 40 ~ juntando los pezones se los metió a la boca, succionándolos con fuerza. Ella sólo pudo dejar escapar un gemido. Aquellos hombres eran capaces de excitarla tan sólo con mirarla y si la tocaban la volvían una masa de sensaciones y placer. -Maldita sea, Darc, ¿no lo entiendes? No quiero una compañera. Darc soltó lentamente sus pezones. -Yo sí y si no estás interesado, siéntate y mira o sigue remodelando el laboratorio con tu enorme cabezón. Josk se quedó embobado mirando cómo Darc la besaba, seguro que notaba cómo ella se iba excitando. La humedad de la boca de Darc la calentaba y al mismo tiempo, excitaba y sumía en una vorágine de sensaciones. Darc seguía disfrutando de esos tiernos pezones y ella oyó refunfuñar a Josk algo así como “te recuerdo que tu cabezón es idéntico al mío, idiota.” -Esto...esto no está bien, Darc. -Esto está perfecto, preciosa, perfecto. Sonrió y lentamente se acercó a su cuello y empezó a chuparlo y lamerlo, la humedad de su saliva la empapó y se filtró por su piel, haciéndola calentarse y agitarse, sus pezones se endurecieron y tensaron aún más. -¿Cómo…qué…qué haces? Darc no contestó, lentamente la giró y poniéndola sobre su vientre empezó a deslizar su lengua por toda su espalda. Escuchó el gemido de Josk. -¿Estás sordo, Darc? Por todas las lunas, tú y yo no queremos una compañera. -Habla por ti, yo estoy más que satisfecho con semejante cosita. Sigue a lo tuyo mientras que yo disfruto de ella. ¡Dios! Aquello era una locura…o ¿una tortura? Tanto tiempo deseando un hombre que la hiciera estremecer, volverse loca y ahora…ahora eran dos los que estaban haciendo estremecerse hasta las uñas de sus dedos de los pies. Mmm, qué lengua, qué manejo de ese musculo, qué destreza, qué, mmm, ¡ah, qué porras! No podía ni quería pensar, sólo sentir.
  • 41. ~ 41 ~ Ella no dejaba de retorcerse y por más que intentara resistirse -Y una mierda resistirte mona, si paran, eres capaz de atarlos y montarlos hasta dejarlos secos y con las neuronas haciendo un curso de primeros auxilios- Sí, por más que intentara refrescar su memoria con la maldita regla, su conciencia tenía más razón que un santo, ella los montaría, ella los dejaría secos y ella volvería a empezar de nuevo, en cuanto se recuperaran. Su cuerpo parecía arder, Darc no dejaba de lamerla de arriba abajo, mordisqueando y chupándola por entero y aunque quiso resistirse, no pudo, era incapaz de hilvanar dos ideas seguidas, sólo podía sentir, sentir y disfrutar. Sintió los dedos de Darc acariciando su ano, deslizándolos lentamente por su apertura, hasta que clavó uno de ellos muy adentro, se sintió llena pero a pesar de que nunca había tenido a un hombre “allí” no sintió dolor, al contrario. -Eres una cosita deliciosa, Evelyn, una adicción para nosotros, estás tan apretada aquí atrás. Ella notó cómo él clavaba otro dedo más, mientras que con su otra mano jugueteaba con su henchido clítoris. No pudo evitar el gemido que escapó de sus labios ni el estremecimiento de su cuerpo y se olvidó de que tenía que protestar y pedir tiempo. Empujó con fuerza su culo hasta esos dedos invasores, como una posesa. -Relájate, preciosa y sigue empujando, estás lista, ¿verdad? Eres una cosita linda, una hermosura de mujer, nuestra mujer. No pienses, compañera y disfruta, estamos aquí para ti. ¿Cómo podía sentirse tan bien y al mismo tiempo tan mortificada? ¡Maldita sea!, era imposible resistirse a ellos, su cuerpo no respondía a su mente, intentaba resistirse con todas sus fuerzas, pero un toque de ellos y a tomar por saco todas sus convicciones. Darc deslizó los dedos que había estado jugueteando con su clítoris hasta la entrada de su vagina y con delicadeza insertó dos de ellos dentro, empezó a mecerlos suavemente por su canal hasta que encontró ese punto que la descontroló y comenzó a friccionarlo con rotundidad. Ella dejó escapar varios grititos agudos, estaba ahí, justo, un calor se extendió desde ese punto llegando a todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. -¡Oh Dios! ¡Oh Dios! Escuchó un gruñido tras ella y un movimiento brusco en el colchón.
  • 42. ~ 42 ~ -Y un cuerno, Evelyn, en nuestra cama sólo gemirás nuestros nombres. El tipo de la bola de demolición por cabeza, acababa de subirse a la cama y la miraba con cara de querer follársela o darle una azotaina. Y a su maldita mente le dio exactamente igual cual opción fuera la elegida. *** Había aguantado firmemente y cuando decía firmemente no sólo se refería a su mente, no, también a su maldito cuerpo. Su polla había entrado en estado de dureza máxima apenas Darc empezó a acariciar a Evelyn. Intentó cerrar sus oídos a los gemidos de ella y los ruidos de succión de Darc, intentó hacer recuento de todos y cada uno de los viales, pastillas, cápsulas y hasta de las condenadas gasas que habían en el botiquín, pero su mente seguía emperrada en volver a lo que sucedía en la cama y su pene parecía un radar, insistiendo en señalar y buscar el coño de su pareja. ¿Resistirse? Ja! ¿Renegar de su pareja? Sí claro, como si su verga estuviera de acuerdo en semejante opción. Y cuando la volvió escuchar nombrar a ese Dios, toda su lujuria se desató, bueno, realmente no es que los amarres hubieran sido muy fuertes, un par de hilos de coser apenas y se lanzó a la cama a por ella. Había sido fuerte y resistido por todos unos… ¿ocho malditos minutos? Nadie podía culparlo por tomar a su pareja y ahora mismo no recordaba siquiera el por qué no la quería ni a causa de qué, sólo sabía que tenía que tenerla, que reclamarla, que hacerla suya definitivamente y los porqués y demás menudencias los dejaría para después. Nada más subir a la cama, la tomó firmemente de los brazos y la sentó a horcajadas sobre sus caderas, la piel de ella estaba enrojecida, sus pezones erectos y su coño rezumaba sin parar, sus ojos no enfocaban, sus pupilas estaban totalmente dilatadas y respiraba ansiosamente, estaba sumida en una espiral de placer, nada más rozar su boca ella gimió con fuerza. -Maldita sea, Darc, ¿no ves lo que has hecho con ella? Está sufriendo. -Si en vez de dedicarte a hacer nuevos planos para el hospital te hubieras dedicado a satisfacer a nuestra mujer, ella no estaría en este estado.
  • 43. ~ 43 ~ Josk clavó los ojos en su oiyu. -¿Eres tan incompetente que no sabes cuándo debes parar o cuando debes tomarla? Darc lo miró desafiante. -¿Y tú eres tan imbécil que no sabes reconocer que eres su compañero y actuar como tal? Darc acababa de subir, con ese comentario, a lo más alto del podio, tenía razón, toda la razón. Miró a Evelyn que seguía con su mirada desenfocada y la besó con suavidad. Darc se acercó a ellos y besó su cuello, dejando deslizar su lengua por todo él, hasta llegar a su clavícula y mordisquearla. Josk mamó de su pezón, chupándolo con fuerza, mordisqueándolo y girándolo con su lengua, Evelyn no dejaba de gemir y había deslizado sus manos hasta sujetarlo con fuerza de su cabello. -Vamos a tomarte, Evelyn, vamos a hacerte nuestra, los dos a la vez, ¿lo entiendes? Ella afirmó con la cabeza. Josk tomó su pene y lo guio hasta la vagina de ella, lo deslizó con suavidad por toda su raja, estaba totalmente mojada, arqueó sus caderas y con un fuerte empuje entró dentro de ella. -¡Oh Di…Josk! ¡Por todos los infiernos! Creo que acabas de descolocarme hasta los empastes. Él sonrió por primera vez desde que la había conocido, su compañera era muy especial, diferente a cualquier mujer que hubiera conocido. Sintió a Darc acercarse más a Evelyn, cruzó las piernas con las de él, sentándose detrás de ella, le alzaron suavemente las caderas y con precisión, la verga de Darc fue encajando en su culo, deslizándola hasta quedarse enterrado, hasta las bolas, dentro de él. -¡Oh…oh! Chicos creo que no voy a poder con los dos, ¡mierda! Habéis mandado a mis ovarios a hacerle una visita a mi estómago. Josk no pudo reprimir la carcajada y terminó uniéndose a la de Darc. -Preciosa, eres capaz de hacer subir el ego a un hombre. Ella giró la cabeza hacia él.
  • 44. ~ 44 ~ -¿Subir el ego? Maldita sea, pregúntale a mis ovarios, los pobres no paran de rebotar entre los riñones y el hígado. Sois muy grandes. De verdad que creo que esto no va a funcionar muy bien, ¿no sería mejor ir pasito a pasito o, en este caso, pene a pene? Josk movió sus caderas debajo de su compañera y se volvió a empalar con fuerza en ella, haciéndola gemir de nuevo. -Puedes con nosotros, Evelyn. Ella resopló con fuerza. -Sí, claro, como no, pero luego seréis vosotros los encargados de hacer la reconstrucción de mi aparato reproductor. Josk sonrió antes de besarla con intensidad y Darc empezó a mecer sus caderas. Un lento y constante bamboleo de ellas hicieron que en, apenas unos minutos, los tres estuvieran gimiendo con intensidad. Darc lo miró fijamente. -Creo que no voy a poder aguantar mucho más, Josk, Evelyn es una cosita caliente y me tiene al límite. Josk sólo asintió antes de empezar a empujar con más fuerza y clavar sus colmillos en el cuello de ella, Evelyn abrió los ojos y los clavó en los de él. -¡Joder! ¿Sois vampiros también? Darc se arqueó tras ella y lamió el otro lado de su cuello. -No, preciosa, esto es una manera más de emparejarte a nosotros. Y clavó los colmillos en su cuello, en ese momento una descarga de calor se filtró en el cuerpo de Josk, haciéndolo rugir, sus movimientos se volvieron más fuertes y rápidos, no podía dejar de empujar su polla en el calor de Evelyn, sentía el pene de Darc empujando en el ano de ella, la fricción, el calor y la estimulación de la saliva de su oiyu, los llevaron a un frenesí de placer. Evelyn se abrazó con fuerza a su cintura, mordiéndolo en el cuello, con la misma intensidad que la mordían ellos. Eran un revoltijo de manos, bocas y piernas, intensamente abrazados los tres, ellos dos empujando con fuerza sus caderas y ella anclada firmemente a ellos. El calor se hizo insoportable y las respiraciones eran jadeos y resuellos y cuando unos pequeños puntitos negros, amarillos y hasta rojos se plantaron frente a él sintió a Evelyn estremecerse entre sus brazos y jadear en su cuello y entonces se dejó
  • 45. ~ 45 ~ ir, alcanzando su orgasmo, combinado con el de Darc y alargando el de su compañera. Jadeantes, sudorosos y temblorosos, sus cuerpos siguieron abrazados unos minutos más. Josk intentaba respirar acompasadamente, cuando de repente… -¡Oh, Oh, Oh! Sois compañeros, Evelyn, sois compañeros. Por todas las lunas y malditas todas y cada una de las piedras Airean, ¿de todas las personas del planeta tenía que ser ella quien los pillara? -¿Puedes dejarnos solos un momento, Dreena? Ella lo miró sonriendo y guiñándole un ojo. -Por supuesto, Josk, os dejo solos. Qué alegría, compañeros, espera cuando se lo cuente a Arnoox y a Tracy, oh, claro y a Kurt y Brenck, compañeros, qué alegría. ¿Y él esperaba pasar de su compañera? ¿Actuar como si nada hubiera pasado? Con semejante charlatana, en menos de diez minutos lo sabría todo el planeta, maldita suerte la suya.
  • 46. ~ 46 ~ CAPÍTULO 5 Seguía sin entender nada de nada y hacía algo más de una hora que estaba recluida en su habitación. Después de la marcha de Dreena, Josk y Darc se habían levantado de la cama, dejándolas a las dos, a la cama y a una servidora, totalmente vacías y desiertas y mientras que Darc desaparecía en el cuerpo de Josk despidiéndose con un tierno beso, el imbécil de Josk había salido a medio vestir, despotricando, del laboratorio. Hasta que ella no le gritó que seguía desnuda y sin nada que ponerse, el muy idiota no reparó en eso. Volvió apenas un minuto después con una sábana, una cochina sábana y volvió a salir de nuevo dejándola allí, tirada. No le quedó más remedio que liarse en la sábana de las narices, volver a su cuarto, viendo las miradas asombradas de todos los hombres y mujeres que se encontró por el camino.
  • 47. ~ 47 ~ Desde entonces se había dado una ducha, se había vuelto a vestir con uno de aquellos vestidos, casi impúdicos, totalmente abiertos a los lados y con tan solo unos cordones cruzados y esperaba pacientemente por su compañero. Porque a pesar de su dispersa e incoherente mente sí que podía recordar parte de la conversación de Dreena sobre los compañeros. Es lo que tenía el tener una mente discontinua pero selectiva, que la puñetera se quedaba con lo que le salía de las narices dentro, así que nunca tenia los datos suficientes para tener un referente claro y certero en sus opiniones, pero eso sí, se quedaba con lo que le creía conveniente y podía recordar con muchísima precisión que Dreena dijo que un compañero jamás, nunca, pero nunca, podía prescindir de su compañera. Que jamás de los jamases, nones de nones, en absoluto, de ningún modo, podría traicionarla y que con el paso del tiempo se harían imprescindibles uno del otro y que nacería el amor, así que estaba más contenta que un borracho en una destilería. ¡Un compañero! Un verdadero hombre para ella, dispuesto a amarla, a pesar de sus defectos, dispuesto a crear una familia con ella, ¡por todos los infiernos! Estaba tan contenta que era capaz de hacer mil millas a la pata coja, literalmente, con un par de mulas colgadas a la espalda. Qué felicidad, qué locura, qué…bueno, que en una hora tu compañero pasara de ti después de la follada del siglo no era una buena referencia. ¿Estaría nervioso?, o tal vez, ¿preparando la casa para ella? o ¿una cena romántica? ¡Joder!, qué suerte la suya, un compañero en apenas tres días y además, para más inri, el tío sabía follar, vamos, que no había que darle una brújula ni nada, había dado con el punto G sin siquiera darle una referencia. Estaba tan feliz, tan emocionada y seguro que él estaba igual de feliz, lo había notado un poquito reticente, pero era normal, para él también había sido una sorpresa descubrir que estaban emparejados. Ojalá no tardara mucho en venir a por ella, ojalá. *** -No quiero una compañera, ¿Qué narices no entiendes de eso, Arnoox?
  • 48. ~ 48 ~ Dreena estaba situada al lado de su compañero y lo miraba con cara de querer destriparlo y darle sus intestinos a los Phardook, pero eso sí, después de haberlos pisoteado ella misma, a conciencia. -Eres un maldito egoísta y un cobarde de mierda. Tanto él como Arnoox la miraron fijamente y totalmente asombrados. -Dreena, cariño, ¿por qué no me dejas hablar a mí con él, a solas? Dreena miró a su compañero, sonriendo. -Porque quiero estar presente cuando decidas hacerte un maldito abrigo con su piel y porque quiero ayudarte a despellejarlo vivo. -Sabes que te dije que no quería una compañera, Dreena. -La has tomado, tú y tu oiyu, es tuya. ¿No entiendes que ya no es tu decisión? Todo el proceso del acoplamiento ha sido realizado, Josk- Darc, no puedes vivir sin ella y ella no podrá vivir sin ti, me parece mentira que siendo hombre y además, médico, no sepas de qué va esto, cacho calaam. Sabía que ella tenía razón, por supuesto que la tenía y no podía entender cómo podía seguir resistiéndose a todo eso, pero algo en su interior seguía rebelándose, aunque su oiyu llevaba, desde la separación de Evelyn, maldiciendo y llamándolo por toda la clase de insultos, debía de haberse estudiado el diccionario de ellos y todos y cada uno de sus sinónimos. -Dreena, compréndeme… -No, no te comprendo ni te entiendo, ni quiero hacerlo, no te ha importado tomarla, reclamarla como tuya y ahora pretendes abandonarla. No, no lo pienso tolerar y si lo haces, te juro por nuestras dos lunas que soy capaz de castrarte con mis propias manos. Arnoox se levantó en ese momento y lo miró fijamente. -Ya basta. Escúchame, Josk-Darc, me importa una mierda tus deseos y tus “tiernos sentimientos”, me importa otra mierda que todo esto sea por lo que te pasó antes, ¿me entiendes? Si estoy teniéndote tanta consideración es por mi compañera, ella te quiere como a un hermano, aunque no entiendo por qué, eres el tío más desagradable y huraño de todo el planeta, pero si no fuera por eso, te habría mandado de una patada con tu compañera, una maldita orden y tendrías que obedecerme, ¿te queda claro? Tragó con fuerza y miró seriamente a Arnoox.
  • 49. ~ 49 ~ -Lo entiendo perfectamente, phartok, pero… -No quiero escuchar ni una réplica más, tengo ya suficientes problemas y calentamientos de cabeza para que tú vengas intentando amasarme las pelotas. -Realmente, me gustaría… Arnoox se dejó caer de nuevo en su sillón y clavó la mirada enfurruñada en él. -Y a mí me gustaría que los hombres de este planeta dejaran de pensar con el badajo y pensaran con la cabeza. Tomé la resolución de hacer tratos con la Tierra por vosotros y desde ese maldito momento no dejáis de tocarme las narices. Escúchame y escúchame bien, Josk- Darc, porque no pienso repetirme y recuerda que en cuanto salgas por esa puerta, irás directo a llevarte a tu compañera, ¿comprendido? Maldita sea, se sentía como un niño ante su padre, aguantando toda una reprimenda. -Primero, mi mujer está embarazada… Dreena resopló en ese momento. -Arnoox, ¿qué narices no entiendes de mantenerlo en secreto? Maldita sea, sólo te falta ponerme un letrero en la frente y pasearme por todo el planeta, ni que fueras el primer hombre en procrear. Arnoox sonrió complacido y él los miró alternativamente, estaban felices y él había venido a trastocar toda esa felicidad con su amargura. -¡Enhorabuena! Me alegro muchísimo por los dos. Dreena lo miró enternecida…durante un segundo, pasado ese segundo, lo miró como una furia descontrolada. -Sería muchísimo mejor si un idiota no hubiera venido a joder el día. Él carraspeó nervioso y Arnoox tomo de nuevo el mando de la conversación. -Pues como iba diciendo, Dreena está embarazada y no necesita tener sobresaltos y disgustos y tú estás haciendo todo lo contrario. Repito que si no fuera por el cariño que te tiene, ahora mismo estarías luciendo de pendón en el mástil de la entrada al Gumnarium. Segundo, Trioghan se ha enterado de nuestro trato con la Tierra y quiere que hagamos lo mismo con ellos. Josk lo miró fijamente y puso cara de asco.
  • 50. ~ 50 ~ -¿Trioghan? Arnoox asintió. -Sí, esa misma fue mi expresión cuando recibí el mensaje, la altura mínima de los trioghanos es de más de dos metros y veintitantos centímetros, es casi igual de imposible el saltarlos que el rodearlos, son enormes en todas sus dimensiones, pero eso no es lo peor, no, lo peor es su pelo, ¡por todas las jodidas lunas!, si no parpadean o hablan es imposible saber dónde tienen la boca y los ojos, no quiero ni pensar cómo cojones podrías encontrar sus otros “huecos”. El temblor los recorrió a los tres. -Y si, por si todo esto no fuera bastante para perder la cabeza, ahora la Tierra está empeñada en que ocultamos algo. Les parece imposible que todas las mujeres quedaran emparejadas, quieren venir a ver qué es lo que hacemos realmente con ellas y al mismo tiempo, analizar nuestras piedras. Creen que les hemos mandado piedras con “temporizador”. Con todo esto, ¿crees que lo que tú quieras me preocupa? No evidentemente, no, seguro, pero no pudo responder porque el phartok seguía hablando. -Pues no, no me importa ni una mierda, así de claro, más aún, si decides no tomar a tu compañera, ¿cómo piensas que se lo tomarían en la Tierra? Crees que ella, una mujer abandonada y despechada, ¿iría hablando bien de nosotros? No, ¿verdad? Pues por eso mismo, vas a salir de aquí, vas a recogerla y te la vas a llevar. Lo que hagas cuando estés en tu casa a mí me la suda, como si te quieres llenar las manos de callos de tanto pajearte, no me importa. Ese, Josk-Darc será tu maldito problema, pero al planeta tú no le vas a crear más de los que tiene, ¿entendido? ¿Qué más quedaba por decir? Asintió vigorosamente y salió del despacho seguido de Dreena. -Te voy a llevar con Evelyn y te juro que si me entero que la haces sufrir, no vas a volver a recolocarte las pelotas nunca más, porque pienso cortártelas y echárselas a los Phardook. Ella ni es Thayna ni es culpable de lo que te hizo esa guarra, ¿entendido? La miró fijamente. -Te has explicado con claridad, Dreena, y se perfectamente que ella no tiene nada que ver con lo que pasó con Thayna, no culpo a todas las
  • 51. ~ 51 ~ mujeres, me culpo a mí mismo por haber sido tan imbécil y por eso no quería recompensarme con una compañera. -Eres idiota, Josk-Darc. Bueno, no estaba sola en esa descripción, esa era la opinión general, empezando por su oiyu.
  • 52. ~ 52 ~ CAPÍTULO 6 Cuando vio entrar a Dreena con Josk estuvo a punto de dar saltos de alegría. ¡No la había olvidado! Sabía que estaba actuando como una niña de quince años y no como la mujer que era, pero después de tantos fracasos, de sentirse sola, mirada por encima del hombro, saber que ese hombre era suyo, suyo por siempre, capaz de serle fiel y de poder llegar a amarla a ella por encima de las demás, ¡la leche! Era para estar feliz, ¿no? La verdad es que él hablaba poco, ella iba instalada en el vehículo al lado de él y comentando todo lo que veía con entusiasmo. Claro que Josk estaría más que harto de ver todo aquello, vivía allí, pero para ella, viniendo de un planeta donde todo estaba manga por hombro, donde las ruinas eran más abundantes que las de la antigua Grecia que había visto en los libros y el aire que respirabas te producía irritación hasta de colon, ver la hermosura de Phartian era todo un espectáculo. Pero por lo menos podía hacer algo más que gruñir, ¿no? Que estaba un poco molesta con tanta expresividad: "¡grr!", "¡mmm!", "¡ajá!" y asentimientos de cabeza. Hasta un loro haría más sonidos que él.
  • 53. ~ 53 ~ Cuando llegaron a su casa, Josk cargó con su maleta mientras que ella lo seguía. La casa era grande, espaciosa y luminosa y…sosa, muy sosa. Toda ella estaba decorada en tonos blancos y grises, eso sí, todo enorme, sillones, mesas, sillas y hasta las camas. Josk le hizo un recorrido rápido de la casa y después se quedó como un pasmarote frente a ella, en medio del salón. -¿Estás molesto conmigo, Josk? En un colmo de elocuencia él le soltó un: - No -¿Con el mundo en general? Él la miró serio. -No, no estoy molesto con nadie, Evelyn. Ella tuvo que resoplar. Pues que Dios la ayudara cuando el chico estuviera molesto. ¿Qué haría? ¿Morderse los tobillos? ¿Cortarse las uñas con una amoladora? -Verás, Josk, yo soy una persona que habla mucho… -Me he dado cuenta. La mueca que puso de fastidio la hizo cabrearse y mucho. Cierto que ella era una mujer muy, muy paciente, pero cuando le tocaban las molares saltaba como si le hubiera pinchado un erizo y lo malo es que no había nadie que pudiera frenarla cuando se encrespaba. Así que pasó de morderse la lengua, entendía que podía estar sorprendido, ella lo estaba; asustado, ella también y hasta incómodo con la situación y ¡por todos los infiernos! que ella también, pero no por eso ella lo culpaba a él de nada. -Mira Josk, sé que esta situación es muy repentina y puede que hasta incomoda, pero que decidas mirarme como si quisiera robarte tu vida, que me eches miradas de reproche y que me trates como si fuera el botón de la cisterna, no va a ayudarnos en nada, ¡maldita sea! Ni que te hubiera violado, ¡joder! -Sé perfectamente que tú no eres la culpable de esta situación. ¿Ya? ¿Esa era toda la explicación que iba a darle? Oh, él no sabía con quién estaba jugándose las habichuelas, no. Ella podía parecer una
  • 54. ~ 54 ~ persona dulce, agradable y tierna, pero tenía una mala leche de tres pares de narices cuando le tocaban las ídem. -Quisiera que me aclararas algo, Josk. A ver, me imagino que una mujer se volverá loca de contenta y emocionada cuando su compañero la reclama, tiene que ser algo así como cuando después de un día duro de trabajo te pegas una buena ducha y te colocas unas bragas limpias, una emoción indescriptible, un placer sublime, el súmmum de todos los súmmum del universo, ¿voy acertada? Josk había empezado a mirarla seriamente para pasar a cara de pasmado. Que se jodiera el muy idiota si no captaba todo el tono irónico de sus frases. -Pero imagina, no sé, que tu compañero te produce urticaria, vómitos o hasta incontinencia urinaria, nada más verlo. ¿Qué se supone que tiene que hacer entonces la mujer? Tal vez, ¿vivir eternamente con pañales? O ¿pegada al bote de antihistamínicos? -Realmente no sé qué estás intentando decirme, Evelyn. -Pobrecito, tal vez es mi manera de expresarme, como soy de la Tierra y encima mujer, debe ser algo así como si de repente un maldito calaam decidiera liarse a hablar. Intentaré expresarme de forma que tú, un hombre y encima phartiano, me entiendas. Josk cayó sentado en el sillón tras él y la miró con los ojos entrecerrados. -¿Estás enfadada? -No, porque debería, ¿verdad? Es decir, vengo a este planeta esperando empezar una nueva vida y a la primera de cambio, un pedazo animal enorme se me lanza encima, me folla como una bestia y luego aparece su puñetero doble y me follan los dos, sin mediar prácticamente palabra y para colmo, resulta que ese par de brutos bípedos, dicen que son mis compañeros. ¡Eureka! Tengo pareja, pero, sorpresa de toda la madre de las sorpresas: el tío me quiere despatarrada en la cama, pero no en su casa, ni en su vida y hasta empiezo a sospechar, vete tú a saber por qué, que ni en el maldito planeta, ¿voy encaminada? -Evelyn, no lo entiendes… Ella se plantó frente a él en dos pasos. -No, no lo entiendo. Que sepas, guapo, que no eres un bendito premio, eres estúpido, un bruto, eres un borde y encima, soso; tienes
  • 55. ~ 55 ~ el peor gusto del mundo decorando y gruñes como un animal, menudo chollo. ¿No quieres una compañera? Fácil, me largo de nuevo al Gumnarium y punto pelota, todo olvidado. Total, sólo tenemos en común un par de polvos y para que lo sepas, tampoco han sido tan espectaculares. Bueno, eso no era verdad, en su vida le habían hecho el amor de aquella forma tan espléndida, hasta fundirle los sesos, pero el capullo aquel no se merecía ni una sola palabra de estímulo, ánimo o aliento. Se marchó directa a la habitación, que se suponía iban a compartir, a por su maleta y salió rodándola tras ella. Andando, reptando o pegando botes, pero ella se iba de allí y dejaba a aquel gilipollas que siguiera viviendo en su fantástico mundo en blanco y gris. ¡Maldita sea! Sabía que, evidentemente, no era una especie de Helena de Troya. Ella era profesora y había estudiado la mitología griega y no, efectivamente, ella no era una mujer que llevaría a un hombre a la guerra por ella, pero nunca había dudado de que, a pesar de sus defectos, fuera una mujer por lo menos, atractiva. Pero el pedazo de idiota aquel, le estaba haciendo dudar, no sólo de si era más o menos bonita, si no, hasta de su maldito atractivo sexual. ¡Imbécil! ¡Presuntuoso! ¡Terco! Uf, tenía un buen arsenal de epítetos para aquel mulo, vaya que sí. *** Estaba intentando asimilar todo lo ocurrido. Él era un hombre inteligente, de mente medianamente abierta y con las ideas muy claras. Evidentemente, su mundo acababa de pegar un giro de ciento ochenta grados; de tener claro que viviría eternamente solo, a pasar a tener compañera y no una compañera normal, no, una mujer de la Tierra, despampanante, con una profesión, torpe y habladora, mucho, tanto que era capaz de hacer que sus neuronas llevaran ahora mismo todas los cascos puestos y las pobres que se habían quedado sin uno, estaban, metafóricamente hablando, golpeándose la cabeza contra un muro.
  • 56. ~ 56 ~ Por si todo eso no era bastante, la actitud chulesca, prepotente y perdonavidas de su oiyu, le estaba dando dolor de cabeza. “La estás cabreando, no puedes tratarla como si fuera un trozo de carne ni uno de los androides sexuales de la casa Lux. Es nuestra compañera y tío, estás cagándola a lo grande con ella.” Lo sabía, maldita sea, no era idiota del todo, pero no podía dejar de rumiar todo lo que había ocurrido en las últimas horas, cómo todo su mundo se había vuelto del revés. “Claro y ella estará encantada de la vida, feliz. Imagínate, tío, qué pedazo de suerte ha tenido, de todos los hombres de este planeta has tenido que ser tú su compañero, el único idiota capaz de despreciarla y hacerla sentir como una prostituta. Está tan feliz que lo mismo nos prepara una fiesta de bienvenida. Yo de ti me iba preparando para la lluvia de confetis, aunque votaría mejor por una andanada de tortas.” “Ya sé que no tiene que estar entusiasmada. Realmente no me he comportado como un hombre interesado en ella y mucho menos, como un buen compañero.” “¿En serio? ¿Tú crees? No, yo creo que no ha tenido que notarlo siquiera, no le has dado ni una sola pista sobre eso.” Maldita sea, se sentía tan mal. Y por si fuera poco, la maldita erección no cedía. Desde que la había vuelto a ver estaba duro de nuevo, viajar con ella, apenas unos minutos, cierto, pero los suficientes para aspirar su aroma, absorbiéndolo de tal manera que parecía que fuera el único oxigeno que necesitara, no estaba ayudando en nada y cuando la vio en su casa su maldito pene decidió que quería darle la bienvenida en la cama, en la mesa, tal vez, en alguna de las sillas, en todos los sillones y si podía ser, en el baño. Estaba tan malditamente duro que si le pusieran una luz en la punta de la verda, parecería uno de los postes de alumbrado de las calles. “Pues acabas de hacer méritos para ello, majo. Tranquilo que sólo nos va a hacer falta la bombilla, porque lo que es la polla, la vamos a tener eternamente dura. Nos deja, idiota y ¿debo recalcar de quién ha sido toda la culpa o lo adivinas tú solito?” Puestas las cosas así, quedaba más que evidenciado que estaba cabreada, al cuadrado. La vio salir arrastrando la maleta tras ella y todo su cuerpo se tensó. “Mira, me importa una mierda que quieras o no compañera, pero esto lo arreglas ya, no me importa que no quieras tirártela, me basto yo solito
  • 57. ~ 57 ~ para satisfacerla, por mí, puedes meterte una piedra Airean por el culo y hacer de surtidor en una fuente, en serio, no me preocupa lo más mínimo tú, tu polla y toda tu vida sexual, pero yo sí quiero a nuestra compañera.” “Maldita sea, Darc, no quería una compañera, pero ella es mía y no se va a ir, me tragaré todo mi orgullo, mis miedos y dudas y arreglaré esto.” “Pues ve tragándotelos rapidito porque acaba de salir por la puerta y con cojera o no, corre que se las pela. Me-ne-a el maldito culo y ve a por ella”. Salió corriendo tras ella y la vio al final de la calle. ¿Cómo podía andar tan rápido? Cuando llegó a su altura, la cogió con fuerza del brazo. -Vuelve a casa, Evelyn. Ella intentó zafarse de su apretón. -No y suelta mi brazo inmediatamente. Me vuelvo con Dreena, en este momento hasta Brenck-Vayr me parece fascinante al lado tuyo. ¿Qué narices tenía que ver allí Brenck-Vayr? -Lo siento, Evelyn, por favor, vuelve a la casa y hablemos. Ella lo miró fastidiada. -Ah, pero ¿tú sabes hacer eso? Se tuvo que morder el interior de la boca para no sonreír, su compañera era una mujer sarcástica. -Aunque no lo creas, sí. Sin embargo, me suelo expresar mucho mejor con gruñidos. Ella sonrió y todo su mundo volvió a desencajarse y su polla creció algún centímetro más, tal vez debería patentar la sonrisa de ella como nuevo método de alargamiento del pene. -Eso lo dices para tomarme el pelo. Venga ya, ¿tú gruñir? Qué chispa tienes, capullo. Él acarició su brazo con suavidad. -Sé que no he sido muy agradable, de verdad que lo siento, pero te prometo que voy a cambiar mi actitud. Ella lo miró fijamente.
  • 58. ~ 58 ~ -Está bien, volvamos a casa. Cuando entraron en la casa, ella se volvió a mirarlo. -Creo que tenemos que hablar, aclarar y definir nuestra relación, Josk, yo creo que esto se nos ha ido un poco de las manos, porque hemos ido muy rápido. “No, de rápido nada. Así es como se hacen las cosas en este planeta y entre compañeros. Déjaselo claro, Josk.” Ella siguió con su monólogo. -La verdad es que creo que todo se puede arreglar si hablamos más… “Bueno, ella que hable, nosotros a lo nuestro. Tú escúchame a mí, Josk, que estoy viéndome venir a donde nos conduce todo esto.” Evelyn iba entusiasmándose, cada vez más, con su soliloquio. -...para conocernos mejor, creo que tenemos que ir más despacio… “¿No te lo he dicho? Tú ni caso, que sí, que podemos conocernos, pero la mejor forma de hacerlo es conociendo el inestimable roce de nuestras pieles. Esto es cursi, lo sé, pero es lo que me inspira el cuerpo de nuestra compañera, así que tú ahí, aguanta estoico, fuerte y no afirmes a nada, total, eres el puto amo del no, no te va a costar nada seguir por ese camino, ¿verdad?” -Sí, esa es la solución, iremos más despacio. Ante todo, lo primero es ser… “Escúchame Josk, ahora viene el momento decisivo, joder, mantente firme, que ya sé lo que sigue. No, es no, ¡eh!, ¡eh!, mirándome y no te me despistes, los ojos en mí y negando en tres, dos…” -Amigos, sí, primero tenemos que ser amigos. “Eso, pues claro y luego jugamos una partidita con el ordenador, nada, tu ahí, firme, pasando del tema, ¿amigos? Sí claro, con beneficios, no te jode. Tú céntrate y hazme caso a mí, que esta se nos ha enardecido con el tema y se ha ido demasiado arriba, venga, no es no. ¿Entendido?” -¿Estás de acuerdo, Josk? “Hala, dile que te parece su fantástica idea, que no, preciosa, que podemos ser amigos, pero somos compañeros, mucho mejor, dónde va a parar y los compañeros follan, así que, gracias, pero no.” -Sí, Evelyn, estoy de acuerdo.
  • 59. ~ 59 ~ “¡¡¿Qué?!! A ver, llevas toda tu maldita vida diciendo que no a todo y cuando lo tienes que decir, sueltas un sí. ¿Tú eres tonto o qué? ¿Amigos? Y un cuerno, es nuestra compañera. Tú es que cuando yo te hablo ¿me oyes como un ruido de fondo o que leches pasa?” Ella clavó su mirada en él sonriendo. -Es perfecto, Josk, de verdad. Podremos ir conociéndonos y con el paso de los días nos sentiremos tan cómodos que podremos retomar nuestra relación de pareja. “¿Cómodos? Y una mierda cómodos, estaremos tan solidificados que pasaremos a formar parte de las estatuas del parque. Haz algo capullo, que me veo pintándonos las uñas, escribiendo en un diario y separando todas las braguitas por colores.” -Tomaremos todo el tiempo que necesitemos, Evelyn, todo esto es tan nuevo para mí como para ti, empezaremos desde cero. ¿Qué te parece? “A ella no lo sé, a mí, por si te importa, que ya veo que no, una maldita jodienda. ¿Qué coño te ha pasado por la mente? Venga, déjate de monsergas y aclara esto, repite conmigo: podemos conocernos mucho mejor, metiéndome entre tus dulces y cálidas piernas.” “Eres un asqueroso pervertido, por mucho que lo endulces con palabritas cursis, Darc, creo que ella tiene razón. Yo no quería una compañera y ahora la tengo a ella, pero Evelyn no sabe nada de mí ni yo de ella. Para dejar atrás el pasado lo mejor, es conocer el presente para poder tener un futuro” “Qué bonito, qué poético, qué profundo, se me saltan las lágrimas, de verdad, fantástico, eso va a quedar precioso como epitafio cuando muramos por recalentamiento, imbécil.” Evelyn se acercó hasta él y le dio un ligero beso en la mejilla. -Gracias, Josk, por ser tan comprensivo. “Yo lo definiría como idiota, más que comprensivo, pero bueno, para gustos los colores. Espero que cuando se te endurezca la “comprensión” y estén a punto de reventarte la “tolerancia” te sirva toda esa “amistad” para bajarte el calentón.” -Pondré mis cosas en la habitación al lado de la tuya. “Eso, encima ni cama vamos a compartir, vaya un futuro. Me veo de nuevo las manos llenas de callos de tanto hacer “esgrima” con el “miembro viril” ¿es lo suficiente cursi para ti, idiota? ¡Qué triste!, qué
  • 60. ~ 60 ~ efímera ha sido mi alegría, ¡hala! Voy a ver si me suicido cortándome las venas con una de esas tarjetas depilatorias, patético.”