Este poema de Gustavo Adolfo Bécquer explora el tema del amor y el paso del tiempo a través de seis estrofas. El yo lírico intenta recuperar un pasado perdido junto a su amada, pero concluye que el tiempo es irreversible y que lo vivido solo ocurre una vez. A través de metáforas sobre el mundo animal y vegetal, contrasta la idea de que la naturaleza sigue su curso con la imposibilidad de volver a vivir ese amor del pasado.
1. AMOR ETERNO
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Este poema está compuesto por seis estrofas de cuatro versos cada una. Los versos son
endecasílabos con la excepción del cuarto verso de cada estrofa que es heptasílabo. Podemos
notar que hay una rima asonante en los versos pares de cada estrofa.
El título de este poema no adelanta sobre el mismo, simplemente lo ubica numeralmente
dentro de Las Rimas. Este poema gira en torno de dos grandes temas: el tiempo y el amor. El
yo-lírico, en primera persona, intenta recuperar un pasado perdido junto a su amada, sólo para
concluir que el paso del tiempo es inevitable y que lo vivido sólo ocurre una vez.
Dentro de lo que es la estructura interna, podemos subdividir este poema agrupándolo en
estrofas de a dos. Las primeras dos estrofas tratan el tema del amor y el tiempo desde
metáforas en relación al mundo animal. Las estrofas tres y cuatro aluden al tema desde la
naturaleza, o el mundo vegetal. En las estrofas cinco y seis, vemos como el yo-lírico pasa a
hablar en términos más literales, haciendo referencia a lo humano. El tú-lírico es esta mujer del
pasado con la que el yo-lírico tenía cierta relación.
A su vez, notamos como las estrofas impares comienzan con la palabra “Volverán”, mientras
que las estrofas pares inician con “Pero”. Esto, aparte de ser una anáfora que crea un tono
monótono y repetitivo, muestra la contraposición entre estas estrofas. Mientras las estrofas
impares sugieren cierta ilusión, las estrofas pares destruyen esos sueños con un tono más
pesimista.
La primera estrofa habla de la relación a través del mundo animal, cómo el mundo animal
continúa repitiendo su ciclo a pesar de que el tiempo transcurra,
“Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar.”
Como ya dijimos, el verbo “Volverán” tiene connotaciones muy positivas con respecto a la
ilusión, como si fuera posible recuperar un tiempo perdido. El epíteto delante de golondrinas
“oscuras” nos permite crear una vívida imagen visual en un poema plagado de imágenes y
colores. Notamos que el segundo verso es un hipérbaton, porque el orden natural del
enunciado está invertido. A pesar de que la estructura externa de este poema es muy fija y
repetitiva, la estructura interna parece estar más desbarajustada a través de continuos
hiperbatons que alteran el orden natural de los enunciados. Podemos crear un paralelismo
entre esta idea y el tema principal del poema: lo general, lo externo, continuará repitiéndose;
pero lo particular nunca podrá volver a ocurrir.
La segunda parte de este cuarteto es una personificación de las golondrinas, que parecen
llamarla a ella como si fuesen humanos,
“y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán”.
La idea general de esta primera estrofa es cómo las golondrinas continuarán apareciendo en la
ventana del tú-lírico. Las golondrinas son animales que cambian su hábitat según la estación, y
a pesar de que el tiempo transcurra, las golondrinas continuarán apareciendo.
Esta idea de volver al pasado contrasta con la idea de la siguiente estrofa,
“Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar”
2. La palabra “Pero” implica cierta connotación negativa en relación a la estrofa anterior. Ahora, el
yo-lírico va de las golondrinas en general como en la estrofa anterior, a estas golondrinas más
particulares, “aquellas que el vuelo refrenaban.” En el verso a continuación, podemos
imaginarnos al yo-lírico y al tú-lírico juntos, y disfrutando de la felicidad que solían gozar.
El final de la estrofa es el más pesimista de estas dos estrofas,
“aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!”
Aquí el yo-lírico hace alusión a golondrinas particulares a través de una personificación donde
se le atribuyen cualidades humanas. Los signos de exclamación del último verso hablan de
mucha emotividad por parte del yo-lírico y se pueden relacionar con el movimiento Romántico.
La pausa que sugieren los puntos suspensivos se pueden interpretar como una pausa de dolor
por parte del yo-lírico respecto a lo que dirá a continuación. El final de este verso, “no volverán”
implica un claro contraste con el “Volverán” de la primer estrofa y muestra un cierre en esta
idea que circula a través del mundo animal: las golondrinas continuarán viviendo y emigrando,
pero aquellas golondrinas particulares que el yo-lírico solía admirar con su amada, esas nunca
las volverá a ver, porque uno no puede retroceder en el tiempo.
En la segunda parte de la estructura interna notamos una estructura muy similar a la primera,
con dos estrofas contrapuestas y similitud en los recursos literarios, pero esta vez el elemento
de importancia es la naturaleza,
“Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar.”
Nuevamente, la palabra “Volverán” sugiere el deseo del yo-lírico de recobrar ese pasado
perdido. Las “madreselvas” son unas plantas trepadoras muy comunes en España, con flores
blancas o rosadas. El epíteto “tupidas” nos permite imaginarnos con mayor vivacidad a estas
voluminosas plantas apoderándose de la pared. El hecho de que se use el verbo “escalar”
puede verse como una personificación, pues una planta crece, pero escalar es una actividad
más bien humana. A su vez, vemos que esta idea que recorre los dos versos también es un
hipérbaton, y notamos como Bécquer continúa desvirtuando el orden natural de los
enunciados, quizás sugiriendo, como la vida está lejos de ser ordenada.
El final de esta estrofa continúa reforzando esta idea de vida e ilusión,
“y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán”.
El nacimiento de flores es sinónimo de vida, de ilusión, de nuevas oportunidades. Esto es lo
que el yo-lírico anhela. Esta idea de vida y hermosura contrasta con la siguiente estrofa,
“Pero aquellas, cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar”
La palabra “Pero” nuevamente nos anticipa la negatividad de esta estrofa en relación con la
anterior. La primer metáfora “cuajadas de rocío” donde se le atribuye una característica de las
flores, crea la imagen visual de las flores cubiertas de rocío. El verbo en plural del segundo
verso “mirábamos” incluye ambos, yo-lírico y tú-lírico, y sugiere que esta era una de esas
actividades particulares que se almacena en la memoria del yo-lírico.
El final de la estrofa es nuevamente la conclusión pesimista del yo-lírico ante la imposibilidad
de volver al pasado,
“y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!”
El símil “como lagrimas del día” hace alusión a esas gotas de rocío que cuelgan de las flores.
3. El hecho de que lo compare con una “lágrima” colabora con el tono pesimista del poema,
considerando que una lágrima se asocia comúnmente con tristeza. Notamos que el verso final
de esta estrofa es una repetición exacta del final de la estrofa número dos, contrastando
nuevamente con el “Volverán” de la estrofa tres.
Los versos que abren la quinta estrofa remiten al mundo humano y a las palabras de amor,
“Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;”
Esas palabras “ardientes”, pasionales, pueden volver a repetirse en sus oídos, y quizás logren
que,
“tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará”.
Esta metáfora hace alusión a alguna característica del tú-lirico, donde parece que el amor
culminó porque ella dejó de sentirlo.
La estrofa final funciona a modo de conclusión del poema, donde se canta explícitamente que
nunca volverán a sentir tanto amor por ella,
“Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar.”
La repetición de la palabra “y” crea una enumeración que puede considerarse un asíndeton de
características que el yo-lírico utiliza para crear esta comparación, donde compara su devoción
por ella con la devoción por un Dios.
El final de la estrofa tiene la misma estructura que las otras estrofas pares, pero difiere en una
palabra que refuerza la particularidad de esa conclusión,
“como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!”
El símil anterior, los signos de exclamación, la pausa sugerida por los puntos suspensivos, son
la antesala de la conclusión de este poema que ya se podía anticipar: nunca la volverán a
querer así porque nunca se podrá revivir ese amor.
Como interpretación personal, podemos decir que hay un claro contraste entre dos
concepciones del tiempo. Por un lado el tiempo continúa transcurriendo: los animales siguen
emigrando, las enredaderas siguen creciendo, los humanos siguen viviendo y hablando. Esta
generalización se ve contrastada con la relación del yo-lírico con el tú-lírico, que quedó
estancada en el tiempo y parece irrecuperable. La conclusión parece muy pesimista respecto a
lo irreversible del paso del tiempo. Cómo mensaje podemos interpretar que las cosas solo
ocurren una vez en la vida y debemos aprovecharlas mientras duren.
En conclusión, podemos decir que Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los grandes románticos,
crea este poema de un gran ritmo y musicalidad, que a través del uso de repeticiones,
hipérbatos y metáforas, trata al amor desde una perspectiva nostálgica y melancólica por la
irreversibilidad del paso del tiempo.