1. Lectura: Mateo 26: 36-46 "La copa que el Padre Me ha dado, ¿no la he de beber?" Juan 18: 11
2. ¿Estás siendo llamado a probar alguna copa amarga de dolor o pérdida? ¿Estás siendo tentado a alejarla de ti? Puede que te estés preguntando: ¿Está Dios presente en esta situación? Si es así, recuerda la oscura y angustiante experiencia de Jesús y Su ejemplo en aquella noche en que fue traicionado. Nunca debemos olvidar que Jesús era Dios hecho hombre, teniendo tanto la naturaleza divina como humana. Por lo tanto, Él retrocedió ante la perspectiva de la agonizante crucifixión y la dura prueba de llevar amontonado el pecado del mundo sobre Su alma sin pecado. Y lo peor de todo, Él se estremeció ante la idea de ser abandonado por Su Padre. Así que suplicó: "Si es posible, pase de Mí esta copa" (Mateo 26:39). Sin embargo, después dijo en confiada sumisión: "La copa que el Padre Me ha dado, ¿no la he de beber?" (Juan 18:11). Él sabía que la mano que sostendría la copa para llevarla a Sus labios por nuestra redención, no sería la mano de Judas, Caifás o Pilato. Sería la mano de Su amoroso Padre que estaba decidido a redimir a nuestra perdida raza humana. Perplejos ante el misterio de semejante amor, adoptamos nuestra posición en el Calvario y creemos que cualquier copa que tomamos es llevada a nuestros labios por el Padre de amor y sabiduría inimaginables. La nuestra es una oración de confiada sumisión porque creemos que incluso la copa más amarga de la vida la sostiene la mano del Padre.
4. Lectura Bíblica: MATEO 26: Jesús ora en Getsemaní 36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. 40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. JUAN 11: Arresto de Jesús 1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. 2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. 3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. 4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? 5 Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. 6 Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. 7 Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno. 8 Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos; 9 para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno. 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa a que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Reina Valera Revisada (1960) . 1998 (electronic ed.) . Sociedades Biblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir . Mateo 26 26.39 Jesús no se rebelaba contra la voluntad de su Padre cuando pidió que, si era posible, lo librara de la copa. Al contrario, reiteró su deseo de que se hiciera la voluntad de Dios al decir: «Pero no sea como yo quiero, sino como tú». Su oración nos revela su terrible sufrimiento. Su agonía fue peor que la muerte ya que tuvo que pagar personalmente por todos los pecados y experimentar la separación de Dios. El Hijo de Dios inmaculado tomó nuestros pecados para salvarnos del sufrimiento y la separación. 26.39 En tiempos de sufrimiento a veces nos gustaría ver el futuro, o entender el porqué de nuestra angustia. Jesús sabía lo que le esperaba, y sabía por qué. Con todo, su batalla fue intensa, más dislocadora que cualquier otra batalla anterior. ¿Qué se necesita para poder decir: «Hágase tu voluntdad.» Se necesita confianza en los planes de Dios, oración y obediencia en cada paso del camino. Juan 18 18.10 , 11 Tratando de proteger a Jesús, Pedro desenvainó una espada e hirió al siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús dijo a Pedro que metiera su espada en la vaina y permitiera el despliegue del plan de Dios. A veces resulta tentador encargarnos de los asuntos, forzar la situación. La mayoría de las veces esas actitudes nos conducen al pecado. En lugar de eso debemos confiar que Dios llevará a cabo su plan. Considérelo: si Pedro lo hubiese hecho a su manera, Jesús no habría ido a la cruz, y el plan de redención de Dios se habría obstaculizado. 18.11 La copa significa el sufrimiento, el aislamiento y la muerte que Jesús debería soportar a fin de expiar los pecados del mundo.