2. En un castillo
encantado vivían unos
fantasmas muy malos
que asustaban a todos
las personas que vivían
en él. Por las noches,
los fantasmas se
paseaban alegremente
por el castillo,
aterrorizando a
cualquiera que se
encontraran.
3. Pero había uno que no se atrevía a salir a dar
sustos, porque tenía mucho miedo.
4. Este fantasma era cobarde porque no siempre
había sido un fantasma, sino que en realidad
era un niño que había sido castigado por una
señora a la que había asustado disfrazado con
una sábana. Resultó que la señora era una
bruja y le lanzó un hechizo que lo convirtió en
un fantasma de verdad.
5. El niño fantasma tuvo que huir de su pueblo y
refugiarse en un lugar donde hubiera más
fantasmas como él y así llegó hasta aquel
castillo encantado.
Cuando llegó a su nuevo hogar y sus
compañeros descubrieron que era un cobarde
al que le daban miedo los sustos, el niño
fantasma pasó a ser la diversión de los demás.
Para reírse de él, los demás fantasmas le daban
unos sustos tremendos, y le decían:
- ¡Uuuuh! ¡Uuuuuh! ¡Tengo mieduuuuuuuh!
Y así fue como le pusieron de nombre Mieduh.
6. Un día llegó al castillo una nueva
familia. Los muy incautos habían
comprado aquella propiedad a
los antiguos dueños que, hartos
de fantasmas, la habían vendido
a buen precio sin contarle a
nadie lo terrible que era vivir en
aquél lugar lleno de fantasmas.
Entre los recién llegados había
una niña muy guapa y muy
amable de la misma edad que
Mieduh llamada Alma
7. . Él quiso ir a visitarla para contarle lo que
pasaba en aquel castillo y decirle que no tenía
que tener miedo de él. En realidad él solo
quería que fueran amigos. Pero en cuanto lo
vio, Alma empezó a chillar aterrorizada y salió
huyendo de allí.
Mieduh, asustado por aquellos gritos histéricos,
corrió a esconderse. Los demás fantasmas se
rieron de Mieduh sin descanso durante horas.
- ¡Ja ja ja! Para un susto que vas a dar y huyes
muerto de miedo
- No fui a darle un susto -dijo Mieduh -. Sólo
quería que fuera mi amiga.
- ¿Tu amiga? Eres un fantasma. ¡No puedes
tener amigos!
- ¿Quién te va a querer a ti como amigo con lo
aburrido que eres? Si supieras asustar tendrías
amigos fantasmas.
8. Pero Mieduh no quería tener esa clase
de amigos. Él quería amigos de verdad,
de carne y hueso, aunque no sabía muy
bien cómo conseguir que Alma le hiciera
caso.
Esa misma noche, todos los fantasmas se
reunieron para darles una bienvenida
especial a los nuevos inquilinos.
- Nos separaremos -dijo el fantasma más
experimentado -. En grupos,
asustaremos a cada uno por separado y,
cuando se reúnan, entre todos
lanzaremos el Gran Susto.
Mieduh no quería que asustaran a Alma.
Ya había visto el Gran Susto en otras
ocasiones, y a más de uno se le había
parado el corazón con él. Así que se llenó
de valor y se preparó para hacer algo. Se
escondió en la habitación de Alma y, sin
salir para que no la viera, le dijo:
- ¡Ps, ps! ¡Hola! -dijo Mieduh desde
debajo de la cama.
- ¿Quién anda ahí? -preguntó la niña.
- Un habitante del castillo, pero no
tengas miedo, no te voy a hacer nada.
- ¿Eres el fantasma de antes? -dijo la
pequeña, un poco asustada.
- Bueno, no siempre he sido un
fantasma, y mi intención nunca fue
asustarte -.
9. Mieduh le contó que el castillo estaba lleno de fantasmas malos y le explicó lo que planeaban.
- Mis padres no se van a creer esto -dijo Alma-. Además, ni siquiera te veo. ¿Cómo voy a saber que eres de verdad un fantasma
y no un chiquillo del pueblo que viene a asustarme y a reírse de mí?
Mieduh salió de debajo de la cama con mucho cuidado y, temblando de miedo, le dijo:
- No chilles, por favor, que me asusto.
- ¡Vaya, pues es verdad! Eres un fantasma. ¿Por qué me ayudas?
- Porque estoy muy triste y necesito una amiga. Estos fantasmas son muy malos y me están haciendo la vida imposible.
- Tranquilo, ya sé como los echaremos. Tengo una idea pero tienes que ayudarme a darles a ellos un susto todavía mayor.
La niña habló con sus padres, y les dijo que quería organizar una noche de miedo en el castillo para divertirse un rato.
- Yo me encargo de todo. Invitaré a unos amigos y nos divertiremos.
Cuando los fantasmas salieron a dar sustos todo el mundo
se rió mucho de lo divertidos que eran los disfraces,
pensando que eran amigos de la muchacha invitados a la
fiesta.
10. Y mientras los fantasmas estaban confusos, Alma y Mieduh salieron metidos dentro de una gran sábana articulada que
soltaba humo y chispas, dando unos gritos y unos alaridos terribles.
Los fantasmas, que no se lo esperaban, salieron corriendo asustados ante aquella situación.
Mieduh y Alma se rieron mucho y, de la emoción, la muchacha besó al fantasma. Y, como suele pasar con estas cosas de
hechizos y besos, el encantamiento se desvaneció y Mieduh volvió a ser el niño de siempre.
Desde aquel día, el niño vive en el castillo con su nueva familia, y nunca más volvió a tener miedo. Y, aunque a veces se