1. Unidad Educativa “Alberto Enríquez”
NOMBRE: Cristina Chuma
CURSO: 1ro. Contabilidad
FECHA: 24/09/2019
LAS UNIDADES DE TIEMPO (HISTORIA)
Nuestros antepasados empezaron a medir el tiempo fijándose en las
estaciones. Se percataron de que las hojas empezaban a caerse y los
días se acortaban, los frutos maduraban y los ríos aumentaban sus
cabales. Semejantes observaciones les ayudaba a sobrevivir.
Desde la Prehistoria que el hombre intentó medir el tiempo con una
mayor o menor exactitud. En la cueva de Lascaux, en el sur de Francia,
fueron descubiertas pinturas rupestres con una antigüedad de
17.000 años que los especialistas determinan como muestras de
identificación del paso del tiempo mediante los cambios presentes
de la naturaleza.
Con el tiempo las primeras civilizaciones se fueron asentando, creciendo y desarrollándose,
aspirando a una precisión mucho mayor a la hora de medir el tiempo sin tener que
depender de los ciclos lunares, astrales y climáticos. Hace 4.000 años los mesopotamios y
más tarde los egipcios empezaron a dividir el día. Su inspiración fue el sol. Observando la
diferente proyección de la sombra a lo largo del día se creó el primer reloj solar. El reloj
solar era una invención revolucionaria y brillante pero que tenía un gran defecto, no
funcionaba durante la noche. Dividieron la noche con la ayuda de las estrellas, pero sus
cálculos no se aplicaban cuando estaba nublado. Se encontró una solución bastante
abstracta pero que parecía funcionar. El reloj de agua. El mecanismo era simple:
agujereaban un cubo y por la noche lo llenaban con agua. A medida que el agua se escurría
ellos utilizaban la gradación que había en las paredes del recipiente para guiarse.
Durante casi 3000 años fue el reloj solar el que ofreció la medida del paso del tiempo en
todo el mundo, aunque aún no se podía decir con exactitud la duración de una hora ya que
la sombra variaba dependiendo de la estación. Fue el astrónomo griego Hiparco el primero
en llegar a la conclusión de que el día duraba lo mismo que la noche durante la primavera
y el otoño. Esa suposición podría haber sido la base para calcular la duración de una hora,
pero a Hiparco le faltaron los medios necesarios para llevar a cabo el estudio.