2. CAUSAS En julio de 1909 estalló en Barcelona una crisis conocida como la Semana Trágica, cuyas secuelas terminaron con el Gobierno largo de Maura. En este conflicto convergieron varios problemas políticos y sociales: Antimilitarismo tradicional catalán. Negativa a la actuación militar exterior por parte de los partidos y sindicatos socialistas y anarquistas. El del catalanismo político. El de los nuevos grupos republicanos como el partido Radical de Lerroux. El del movimiento obrero. La situación de Marruecos.
3. EL PROBLEMA DEL CATALANISMO POLÍTICO El catalanismo estaba representado, a principios del s. XX, por la Lliga Regionalista, fundada en 1901 y liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Su objetivo era lograr cierto grado de autonomía administrativa; a cambio colaboraría con la monarquía. En noviembre de 1905 se produjo un grave incidente en Cataluña: unos oficiales del ejército, ofendidos por una caricatura aparecida en la revista satírica nacionalista Cu-Cut, asaltaron los locales de la publicación y también los de La Veu de Catalunya, el periódico de la Lliga Regionalista. Este tipo de ataques se habían producido con frecuencia en varios lugares de España desde la Guerra de Cuba, pero en esta ocasión provocaron la aprobación, con apoyo del rey, de la Ley de Jurisdicciones (1906), por la que los delitos contra la patria y el ejército serían juzgados por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron constituyendo Solidaritat Catalana, una coalición de todos los partidos antidinásticos o antimonárquicos que aglutinaba desde republicanos federales hasta carlistas, y que obtuvo resultados espectaculares en las elecciones de 1907, pese al fraude electoral habitual. Los enfrentamientos en Cataluña demostraron que las relaciones entre el ejército, que no comprendía el fenómeno del nacionalismo, y el pueblo catalán eran muy difíciles.
4. EL PROBLEMA DE LOS REPUBLICANOS No todos los republicanos se integraron en Solidaritat Catalana. Un grupo se reunió en torno a Alejandro Lerroux, antimonárquico y enemigo del nacionalismo catalán que estaba respaldado por parte de la burguesía. En 1901 fue elegido diputado por Barcelona y en 1908 creó su propio grupo, el Partido Republicano Radical. Se hizo muy popular entre los obreros de Barcelona, debido a sus mítines, caracterizados por la demagogia revolucionaria, el anticlericalismo feroz y las apelaciones a la violencia.
5. EL PROBLEMA DEL MOVIMIENTO OBRERO El sindicalismo catalán, tradicionalmente apolítico e influido por el anarquismo, había encontrado un nuevo instrumento de lucha, la huelga general; con ella se podía paralizar la sociedad y derribar al capitalismo. En 1902 ya se había organizado una huelga general en Barcelona y sus alrededores; aunque no tuvo éxito, mostró la capacidad de movilización sindical. En 1907, los sindicatos formaron una Federación de Sociedades Obreras a la que llamaron Solidaridad Obrera; que nació en Barcelona y se extendió por el resto de Cataluña. A pesar de que la federación era apolítica, los anarquistas y los radicales de Lerroux pugnaban por su control. Por su parte, el sindicato socialista UGT, muy influyente en Asturias, Vizcaya y Madrid, era minoritario en Cataluña y se mostraba reacio a convocar huelgas generales.
6. EL EJÉRCITO Y LA ACTUACIÓN EN MARRUECOS Después del 98 España se replegó y se ocupó de sus asuntos internos y de sus posesiones del norte de África, donde se había iniciado una explotación colonial. Marruecos, protectorado compartido con Francia, proporcionaba al ejército un campo de actuación autónomo, sin controles civiles, alejados de las críticas a su gestión por parte de los políticos y de la prensa; además, como consecuencia de la Ley de Jurisdicciones de 1906, aparecían ante la opinión pública como un colectivo receloso y corporativo. A finales de 1884, en la Conferencia de Berlín, se establece que toda potencia, que tenga posesiones en la costa africana, puede reivindicar la zona anterior correspondiente, si se ocupa efectivamente y se comunica a las demás potencias. Como consecuencia, España tuvo que asegurar sus enclaves africanos: Ceuta, Melilla, el Sahara y los territorios del golfo de Guinea. El 3 de octubre de 1904, Francia y España firman un tratado sobre Marruecos: La influencia de España queda reducida a la zona del Rif. Reconocen la integridad marroquí bajo la soberanía del sultán. Tánger queda bajo la influencia española, pero adquiere un carácter especial de ciudad libre.
7. EL EJÉRCITO Y LA SITUACIÓN EN MARRUECOS El 16 de enero de 1906 se celebra la Conferencia de Algeciras para discutir sobre el futuro de Marruecos. Intervienen España, Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Italia, Holanda, Portugal, Rusia, Suecia y Marruecos. Los temas principales tratan: De la policía, formada por tropas marroquíes instruidas por oficiales españoles y franceses. De la economía, creándose el Banco de Estado de Marruecos. También se especifica que España, Francia y Marruecos se encarguen de luchar contra el contrabando. En 1908 la Compañía Española de Minas del Rif, que explotaba el mineral de hierro, intenta construir un ferrocarril para unir las minas con Melilla, desde donde se exportaría el mineral. Como los nativos impidiesen su construcción, el Gobierno envía una expedición de castigo y de protección. Para ello se llama a los reservistas. La hostilidad del pueblo a las guerras en tierras lejanas y el recuerdo del desastre del 98 crean un clima de tensión social.
8. LOS SUCESOS DE JULIO DE 1909 La crisis estalló en julio de 1909 cuando el Gobierno de Maura obligó a reclutar tropas con destino a la Guerra de Marruecos, llamando a filas a los reservistas, muchos de ellos casados y con hijos. La medida provocó numerosas protestas, especialmente en Cataluña: el 26 de julio, las organizaciones obreras convocaron una huelga general de protesta en Barcelona y las localidades vecinas. La huelga, que no tuvo éxito en el resto de España, degeneró en un motín que duró aproximadamente una semana (Semana Trágica): se construyeron barricadas en las calles y los insurrectos se enfrentaron con las tropas; hubo actos de proclamación de la república y murieron unas ochenta personas. Más de sesenta edificios religiosos fueron incendiados. Proclamada la ley marcial, la represión corre a cargo del ejército que restaura el orden y detiene a unos dos mil ciudadanos, a los que se aplica la Ley de Jurisdicciones. Hay cinco condenas a muerte, una de ellas la del anarquista Francesc Ferrer i Guardia, considerado autor moral e impulsor de todos los desmanes, sin pruebas concluyentes. Además de los anarquistas en la Semana Trágica participaron también los republicanos de Lerroux (Partido Radical), aunque el partido como tal no asumiera la revuelta.
9. CONSECUENCIAS El recurso a la violencia como intento de solución de los problemas fundamentales. La crisis del turno y de la monarquía parlamentaria. El desarrollo del nacionalismo y del movimiento obrero catalán al margen de la política oficial. El desarrollo del incendiarismo y del anticlericalismo, (que suponían la destrucción de lo que representaba la religión y la autoridad). A pesar de que el levantamiento se había iniciado como una protesta contra la guerra, no fue atacada ninguna guarnición militar. Entre los políticos de la Restauración existirá la idea de que los movimientos populares de reforma conducían al desorden violento y no solucionaban los problemas contra los cuales se alzaban. En general, la burguesía catalana apoya claramente la represión llevada a cabo por el ejército. La represión fue espectacular: se dictaron cinco penas de muerte, entre ellas la de Francesc Ferrer i Guardia, un educador de una escuela libertaria (de inspiración anarquista) que no había intervenido en el movimiento, pero que fue declarado, sin pruebas, responsable de su organización. Su ejecución provocó una gran campaña de protesta en la prensa y manifestaciones populares de obreros y republicanos en toda España. La campaña contra las ejecuciones traspasó las fronteras españolas y provocó la repulsa de los sectores progresistas europeos, ante quienes Ferrer aparecía como víctima de la intolerancia tradicional de las derechas españolas. Maura se vio obligado a dimitir. El líder liberal Moret exigió su dimisión o, en caso contrario, los liberales no colaborarían en las tareas parlamentarias. Alfonso XIII decidió sustituir a Maura por el propio Moret, cuyo gobierno duró sólo cuatro meses, pues, además de la oposición de los conservadores, se vio enfrentado a la coalición republicano-socialista.