Los cristianos en el norte de la Península Ibérica ofrecieron resistencia a los conquistadores musulmanes y poco a poco se organizaron en reinos y condados como Navarra, Asturias, Cataluña y Aragón. Más tarde, estos reinos se unieron y dividieron de diferentes maneras, resultando en la consolidación de las Coronas de Castilla, Aragón y el Reino de Portugal.