1. El realismo mágico
novelas latinoamericanas
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2. Contenidos
Artículos
Caracteres del género 1
Novela 1
Un género propio 15
Boom latinoamericano 15
Realismo mágico 24
Representantes del género 27
Gabriel García Márquez 27
La casa de los espíritus 45
Como agua para chocolate (novela) 53
Referencias
Fuentes y contribuyentes del artículo 55
Fuentes de imagen, Licencias y contribuyentes 56
Licencias de artículos
Licencia 57
3. 1
Caracteres del género
Novela
La novela (del italiano novella, noticia) es, según la RAE, una obra literaria en prosa en la que se narra una acción
fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o
en lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres.
Características
Las bases de una novela son las siguientes:
• Una narrativa extensa: las novelas tienen,
generalmente, entre 60.000 y 200.000 palabras, o de
300 a 1.300 páginas o más.
Aquí radica la diferencia con el "cuento". Existe una zona
difusa entre cuento y novela que no es posible separar en
forma tajante. A veces se utiliza el término nouvelle o
novela corta para designar los textos que parecen
demasiado cortos para ser novela y demasiado largos para
ser 'cuento'; pero esto no significa que haya un tercer
género (por el contrario, duplicaría el problema porque
entonces habría dos límites para definir en lugar de uno).
Hay otras diferencias entre novela y cuento: el relato
aparece como una trama más complicada o intensa, con
mayor número de personajes que además están más
sólidamente trazados, ambientes descritos
pormenorizadamente, etcétera.
• Es de ficción, lo que la hace diferente de otros géneros
en prosa como la historia o el ensayo.
• En prosa, lo que la separa de los relatos ficticios
Portada de la 4.ª edición del Quijote (1605), probablemente la
extensos en forma rimada. No obstante, Eugenio primera novela moderna.
Oneguin, de Aleksandr Pushkin, se considera una
novela, aunque está en verso.
Tipología
La novela es el reino de la libertad de contenido y de forma. Es un género proteico que presenta a lo largo de la
historia múltiples formas y puntos de vista.
Para clasificar este género ha de tenerse en cuenta que existen diversos criterios para clasificar empleados por las
distintas tipologías propuestas:
• Por el tono que mantiene la obra, se habla de:
• novela satírica.
• novela humorística.
4. Novela 2
• novela didáctica.
• Por la forma:
• autobiográfica.
• epistolar.
• dialogada.
• ligera.
• Según el público al que llegue o el modo de distribución, se habla de:
• novela trivial.
• Superventas o "best-seller".
• Novela por entregas o novela folletinesca.
• Atendiendo a su contenido, las novelas pueden ser:
• De aventuras.
• Bizantina.
• Caballeresca.
• Libros de caballerías.
• De ciencia ficción.
• Cortesana.
• Costumbrista o de costumbres: describe el ambiente en que se mueven y las formas de vida cotidiana de un
grupo social concreto: costumbres, personajes típicos. Dentro de este tipo de novela, según el estilo, se dio
lugar al realismo y al naturalismo. Es un género típico del siglo XIX, con autores como Balzac y Zola en
Francia; Dickens; Gogol y Turgueniev en Rusia; y en España: Fernán Caballero, F. Trigo, Pardo Bazán, Pereda
o Blasco Ibáñez.
• De espías y thrillers.
• Fantástica.
• Ficción criminal.
• Gótica.
• Histórica.
• Morisca.
• Negra.
• Pastoril.
• Picaresca.
• Policial.
• Romántica.
• Sentimental.
• Social: disminuye en lo posible la descripción de vidas individuales, sustituyéndolas por una colectividad, pues
no importa el ser humano en sí, sino como parte de un grupo o clase social. Su actitud es crítica, con afán de
denunciar situaciones, ambientes y modos de vida de un grupo. Fue cultivada en España en los años 1950:
novela social española.
• De terror.
• Westerns.
Hay que añadir a esta lista otras tipologías que toman como criterio el estilo de la obra y entonces se habla de:
• Realista.
• Naturalista.
• Existencial.
O, si se consideran sus argumentos, puede hablarse de
5. Novela 3
• Psicológica.
• Novela de tesis. Es la que da más importancia a las intenciones del autor, generalmente ideológicas, que a la
narración. Muy cultivada en el siglo XIX, especialmente por Fernán Caballero y el Padre Coloma.
• Novela testimonio.
Desde finales del periodo victoriano hasta la actualidad, algunas de estas variedades se han convertido en auténticos
subgéneros (ciencia ficción, novela rosa) muy populares, aunque a menudo ignorados por los críticos y los
académicos; en tiempos recientes, las mejores novelas de ciertos subgéneros han empezado a ser reconocidas como
literatura seria.
Historia
La novela es el más tardío de todos los géneros literarios. Aunque tiene precedentes en la Edad Antigua no logró
implantarse hasta la Edad Media.
Precedentes
Existe toda una tradición de largos relatos narrativos, en verso, propias de tradiciones orales, como la sumeria
(Epopeya de Gilgamesh), y la hindú (Ramayana y Mahábharata)
Estos relatos épicos en verso se dieron igualmente en Grecia (Homero) y Roma (Virgilio). Es aquí donde se
encuentran las primeras ficciones en prosa, tanto en su modalidad satírica (con El Satiricón de Petronio, las
increíbles historia de Luciano de Samosata y la obra protopicaresca de Lucio Apuleyo El Asno de Oro). Dos géneros
aparecen en la época helenística que se retomarían en el Renacimiento y están en el origen de la novela moderna: la
novela bizantina (Heliodoro de Émesa) y la novela pastoril (Dafnis y Cloe, de Longo)
Edad Media
La novela de Genji o Genji Monogatari, es una novela clásica de
la literatura japonesa y está considerada una de las novelas más
antiguas de la historia.
En Occidente, en los siglos XI y XII, surgieron los romances, que
eran largas narraciones de ficción en verso, que se llamaron así por
estar escritos en lengua romance. Se dedicaron especialmente a
temas histórico-legendarios, en torno a personajes como el Cid o el
ciclo artúrico.
En el Siglo XIII, el mallorquín Ramon Llull escribe las primeras
novelas modernas occidentales: Blanquerna y Félix o libro de las
maravillas, así como otros relatos breves en prosa como el Libro Los peregrinos entreteniéndose con cuentos; grabado
de las bestias. en madera de la edición de Caxton, 1486, de Los
cuentos de Canterbury de Chaucer.
En los siglos XIV y XV surgieron los primeros romances en prosa:
largas narraciones sobre los mismos temas caballerescos, sólo que
evitando el verso rimado. Aquí se encuentra el origen de los libros de caballerías.
Junto a estos libros de caballerías, surgieron en el siglo XIV las colecciones de cuentos, que tienen en Boccaccio y
Chaucer sus más destacados representantes. Solían recurrir al artificio de la "historia dentro de la historia": no son así
los autores, sino sus personajes, los que relatan los cuentos. Así, en El Decamerón, un grupo de florentinos huye de
la peste y se entretienen unos a otros narrando historias de todo tipo; en los Cuentos de Canterbury, son unos
peregrinos que van a Canterbury a visitar la tumba de Tomás Becket y cada uno escoge cuentos que se relacionan
con su estado o su carácter. Así los nobles cuentan historias más "románticas", mientras que los de clase inferior
6. Novela 4
prefieren historias de la vida cotidiana. De esta forma, los verdaderos autores, Chaucer y Boccaccio, justificaban
estas historias de trampas y travesuras, de amores ilícitos e inteligentes intrigas en las que se reía de profesiones
respetables o de los habitantes de otra ciudad.
A finales del siglo XV surge en España la novela sentimental, como última derivación de las convencionales teorías
provenzales del amor cortés. La obra fundamental del género fue la Cárcel de amor (1492) de Diego de San Pedro.[1]
El cambio de un siglo a otro estuvo dominado por los libros de caballerías. En Valencia, este tipo de prosa novelesca
se difundió al idioma catalán, con obras como Tirante el Blanco "Tirant lo Blanc" de Joanot Martorell (1460-1464) o
la novela anónima Curial e Güelfa (mediados del Siglo XV). La obra más representativa del género fue el Amadís de
Gaula (1508). Este género siguió cultivándose el siglo siguiente, con dos ciclos de novelas: los Amadises y los
Palmerines.....[1]
Edad Moderna
Siglo XVI
La difusión de la imprenta incrementó la comercialización de las novelas y los romances, aunque los libros impresos
eran caros. La alfabetización fue más rápida en cuanto a la lectura que en cuanto a la escritura.
Todo el siglo estuvo dominado por el subgénero de la novela pastoril, que situaba el asunto amoroso en un entorno
bucólico. Puede considerarse iniciada con La Arcadia (1502), de Jacopo Sannazaro y se expandió a otros idiomas,
como el portugués (Menina y moza, 1554, de Bernardim Ribeiro) o el inglés (La Arcadia, 1580, de Sidney).
No obstante, a mediados de siglo, se produjo un cambio de ideas hacia un mayor realismo, superando en este punto
las novelas pastoriles y caballerescas. Así se advierte en el Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais y en la
Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554), origen esta última de la novela picaresca.
Siglo XVII
La novela moderna, como técnica y género literario está en el siglo
XVII en la lengua española, siendo su mejor ejemplo Don Quijote
de la Mancha (1605) de Miguel de Cervantes. Se considera como
la primera novela moderna del mundo, ya que innova respecto a
los modelos clásicos de la literatura greco-romana como lo eran la
epopeya o la crónica. Incorpora ya una estructura episódica según
un propósito fijo premeditadamente unitario. Se inició como una
sátira del Amadis, que había hecho que Don Quijote perdiera la
cabeza. Los defensores del Amadís criticaron la sátira porque
apenas podía enseñar algo: Don Quijote ni ofrecía un héroe al que
emular ni satisfacía con bellos diálogos; todo lo que podía ofrecer
es hacer burla de los ideales nobles. Don Quijote fue la primera
obra auténticamente anti-romance de este periodo; gracias a su
forma que desmitifica la tradición caballeresca y cortés, representa
la primera obra literaria que se puede clasificar como novela.
Con posterioridad al Quijote, Cervantes publicó las Novelas
Retrato de Miguel de Cervantes Saavedra, por Juan de Ejemplares (1613). Por "novela" se entendía en el siglo XVII la
Jáuregui. narración breve intermedia entre el cuento y la novela extensa, o
sea lo que hoy llamamos novela corta.[2] Las Novelas ejemplares
de Cervantes son originales, no siguen modelos italianos, y frente a la crítica al Quijote, que se decía que no
enseñaba nada, pretendían ofrecer un comportamiento moral, una alternativa a los modelos heroico y satírico. No
obstante, siguió suscitando críticas: Cervantes hablaba de adulterio, celos y crimen. Si estas historias proporcionaban
7. Novela 5
ejemplo de algo, era de acciones inmorales. Los defensores de la "novela" respondieron que sus historias
proporcionaban buenos y malos ejemplos. El lector podía aún sentir compasión y simpatía con las víctimas de los
crímenes y las intrigas, si se narraban ejemplos de maldad.
Surgió entonces como respuesta a estas novelas dudosas un romance más noble y elevado, con incursiones al mundo
bucólico, siendo La Astrea (1607-27) de Honoré d'Urfé, la más famosa. Se criticaron estos romances por su falta de
realismo, a lo que sus defensores replicaban que se trataba en realidad de "novelas en clave" (roman à clef), en los
que, de forma encubierta, se hacía referencia a personajes del mundo real. Esta es la línea que siguió Madeleine de
Scudéry, con tramas ambientadas en el mundo antiguo pero cuyo contenido estaba tomado de la vida real, siendo sus
personajes, en realidad, sus amigos de los círculos literarios de París.
Veinte años más tarde, Madame de La Fayette dio el paso decisivo, siendo su obra más conocida La princesa de
Clèves (1678), en la que tomaba la técnica de la novela española, pero la adaptaba al gusto francés: en lugar de
orgullosos españoles que se batían en duelo para vengar su reputación, reflejaba detalladamente los motivos de sus
personajes y el comportamiento humano. Era una "novela" sobre una virtuosa dama, que tuvo la oportunidad de
arriesgarse en un amor ilícito y no sólo resistió a la tentación, sino que acrecentó su infelicidad confesando sus
sentimientos a su marido. La melancolía que su historia creaba era enteramente nueva y sensacional.
A finales del siglo XVII se escribieron y divulgaron, sobre todo por Francia, Alemania y Gran Bretaña, novelitas
francesas que cultivaban el escándalo. Los autores sostenían que las historias eran verdaderas y no se narraban para
escandalizar, sino para proporcionar lecciones morales. Para probarlo, ponían nombres ficticios a sus personajes y
contaban las historias como si fueran novelas. También surgieron colecciones de cartas, que incluían estas
historietas, y que llevaron al desarrollo de la novela epistolar.
Es entonces cuando aparecen las primeras "novelas" originales en inglés, gracias a Aphra Behn y William Congreve.
Siglo XVIII
El cultivo de la novela escandalosa dio lugar a diversas críticas. Se
quiso superar este género mediante el regreso al "romance", según lo
entendieron autores como François Fénelon, famoso por su obra
Telémaco (1699/1700). Nació así un género de pretendido "romance
nuevo". Los editores ingleses de Fénelon, sin embargo, evitaron el
término "romance", prefiriendo publicarlo como "nueva épica en
prosa" (de ahí los prefacios).
Las novelas y los romances de comienzos del siglo XVIII no eran
considerados parte de la "literatura", sino otro elemento más con el que
comerciar. El centro de este mercado estaba dominado por ficciones
que sostenían que eran ficciones y que se leían como tales.
Comprendían una gran producción de romances y, al final, una Portada de la versión inglesa del Telémaco de
producción opuesta de romances satíricos. En el centro, la novela había Fénelon (Londres: E. Curll, 1715). No califica su
crecido, con historias que no eran heroicas ni predominantemente obra como "novela", como habían hecho Aphra
Behn y William Congreve.
satíricas, sino realistas, cortas y estimulantes con sus ejemplos de
conductas humanas.
Sin embargo, se daban también dos extremos. Por un lado, libros que pretendían ser romances, pero que realmente
eran todo menos ficticios. Delarivier Manley escribió el más famoso de ellos, su New Atalantis, llena de historias que
la autora sostenía que había inventado. Los
8. Novela 6
censores se veían impotentes: Manley vendía historias que
desacreditaban a los whigs en el poder, pero que supuestamente
ocurrían en una isla de fantasía llamada Atalantis, lo que les impedía
demandar a la autora por difamación, salvo que acreditasen que eso era
lo que ocurría en Inglaterra. En el mismo mercado aparecieron
historias privadas, creando un género diferente de amor personal y
batallas públicas sobre reputaciones perdidas.
En sentido opuesto, otras novelas sostenían que eran estrictamente de
no ficción, pero que se leían como novelas. Así ocurre con Robinson
Crusoe de Daniel Defoe, en cuyo prefacio se manifiesta:
Portada de Robinson Crusoe de Defoe (Londres:
W. Taylor, 1719), tampoco califica su obra de
"novela".
SI alguna vez la historia de las aventuras de un hombre particular en el mundo, merecían que se
hicieran públicas, y que se aceptasen al ser publicadas, el editor de este relato cree que será ésta.
(...) El editor cree que es una justa historia de hechos; no hay ninguna apariencia de ficción en
ella...[3]
Esta obra ya advertía en su cubierta que no se trataba de una novela ni de un romance, sino de una historia. Sin
embargo, el diseño de página recordaba demasiado al "romance nuevo" con el que Fénelon se había hecho famoso. Y
ciertamente, tal como se entendía el término en aquella época, esta obra es cualquier cosa menos una novela. No era
una historia corta, ni se centraba en la intriga, ni se contaba en beneficio de un final bien cortado. Tampoco es
Crusoe el antihéroe de un romance satírico, a pesar de hablar en primera persona del singular y haber tropezado con
toda clase de miserias. Crusoe no invita realmente a la risa (aunque los lectores con gusto sabrán, por supuesto,
entender como humor sus proclamas acerca de ser un hombre real). No es el autor real sino el fingido el que es serio,
la vida le ha arrastrado a las más románticas aventuras: ha caído en las garras de los piratas y sobrevivido durante
años en una isla desierta. Es más, lo ha hecho con un heroísmo ejemplar, siendo como era un mero marinero de
York. No se puede culpar a los lectores que la leyeron como un romance, tan lleno está el texto de pura imaginación.
Defoe y su editor sabían que todo lo que se decía resultaba totalmente increíble, y sin embargo afirmaban que era
cierto (o, que si no lo era, seguía mereciendo la pena leerlo como una buena alegoría).
La publicación de Robinson Crusoe, sin embargo, no condujo directamente a la reforma del mercado de mediados
del dieciocho. Se publicó como historia dudosa, por lo que entraban en el juego escandaloso del mercado del XVIII.
La reforma en el mercado de libros inglés de principios del
dieciocho vino de la mano de la producción de clásicos. En los
años 1720 se reeditaron en Londres gran cantidad de títulos de
novela clásica europea, desde Maquiavelo a Madame de La
Fayette. Las "novelas" de Aphra Behn habían aparecido en
conjunto en colecciones, y la autora del siglo XVII se había
convertido en un clásico. Fénelon ya lo era desde hacía años, al
igual que Heliodoro. Aparecieron las obras de Petronio y Longo.
La interpretación y el análisis de los clásicos ponía a los lectores
de ficción en una posición más ventajosa. Había una gran
diferencia entre leer un romance, perdiéndose en un mundo
imaginario, o leerlo con un prefacio que informaba sobre los Clásicos de la novela desde el siglo XVI en adelante:
portada de Colección selecta de novelas (1720-22).
9. Novela 7
griegos, romanos o árabes que habían producido títulos como Las etiópicas o Las mil y una noches (que se publicó
por primera vez en Europa entre 1704 a 1715, en francés, traducción en la que se basaron la edición inglesa y
alemana).
Poco después aparecieron Los viajes de Gulliver (1726), sátira de Jonathan Swift, cruel y despiadada frente al
optimismo que emana de Robinson Crusoe y su confianza en la capacidad del hombre para sobreponerse.
Cambió el diseño de las portadas: las nuevas novelas no
pretendieron vender ficciones al tiempo que amenazaban con
revelar secretos reales. Ni aparecían como falsas "historias
verdaderas". El nuevo título ya indicaría que la obra era de ficción,
e indicaba cómo debía tratarlas el público. Pamela, de Samuel
Richardson (1740) fue uno de los títulos que introdujo un nuevo
formato de título, con su fórmula [...], o [...] ofreciendo un
ejemplo: "Pamela, o la virtud recompensada - Ahora publicada por
vez primera para cultivar los principios de la virtud y la relgión en
las mentes de los jóvenes de ambos sexos, una narrativa que tiene
el fundamento en la verdad y la naturaleza; y al mismo tiempo
entretiene agradablemente". Así dice el título, y deja claro que es
una obra creada por un artista que pretende lograr un efecto
determinado, pero para ser discutido por el público crítico.
Décadas más tarde, las novelas ya no necesitaron ser más que
novelas: ficción. Richardson fue el primer novelista queunió a la
forma sentimental una intención moralizadora, a través de
personajes bastante ingenuos. Semejante candor se ve en El Samuel Richardson, autor de Pamela (1741), novela
vicario de Wakefield, de Oliver Goldsmith (1766). publicada con intenciones claras: "Ahora publicada por
primera vez para cultivar los principios de la virtud y la
Mayor realismo tiene la obra de Henry Fielding, que es influido religión en las mentes de los jóvenes de ambos sexos,
tanto por Don Quijote como por la picaresca española. Su obra una narración que tiene el fundamento en la verdad y la
naturaleza; y al mismo tiempo entretiene
más conocida es Tom Jones (1749).
agradablemente..."
En la segunda mitad de siglo se afianzó la crítica literaria, un
discurso crítico y externo sobre la poesía y la ficción. Se abrió con ella la interacción entre participantes separados:
los novelistas escribirían para ser criticados y el público observaría la interacción entre la crítica y los autores. La
nueva crítica de finales del siglo XVIII implicaba un cambio, al establecer un mercado de obras merecedoras de ser
discutidas, mientras que el resto del mercado continuaría existiendo, pero perdería la mayor parte de su atractivo
público. Como resultado, el mercado se dividió en un campo inferior de ficción popular y una producción literaria
crítica. Sólo las obras privilegiadas podían discutirse como obras creadas por un artista que quería que el público
discutiera esto y no otra historia.
Desapareció del mercado el escándalo producido por DuNoyer o Delarivier Manley. No atraía a la crítica seria y se
perdía si permanecía sin discutir. Necesitó al final su propio tipo de periodismo escandaloso, que se desarrolló hasta
convertirse en la prensa amarilla. El mercado inferior de la ficción en prosa siguió enfocando la inmediata
satisfacción de un público que disfrutaba su permanencia en el mundo ficticio. El mercado más sofisticado se hizo
complejo, con obras que jugaban nuevos juegos.
En este mercado alto, podía verse dos tradiciones que se desarrollaban: obras que jugaban con el arte de la ficción —
Laurence Sterne y su Tristram Shandy entre ellas — el otro más cercano a las discusiones que prevalían y modos de
su audiencia. El gran conflicto del siglo XIX, de si el artista debe escribir para satisfacer al público o para producir el
arte por el arte, aún no había llegado.
10. Novela 8
La ilustración francesa utilizó la novela como instrumento de expresión de ideas filosóficas. Así, Voltaire, escribió el
cuento satírico Cándido o El optimismo (1759), contra el optimismo de ciertos pensadores. Poco después, sería
Rousseau el que reflejaría su entusiasmo por la naturaleza y la libertad en la novela sentimental Julia o la nueva
Eloísa (1761) y en la larga novela pedagógica Emilio (1762).
La novela sentimental se manifiesta en Alemania con Las cuitas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe
(1774), se situó a la encabezada del nuevo movimiento, y forjó tal sentimiento de compasión y comprensión que
muchos estaban preparados a seguir a Werther en su suicidio. En esta época también se hizo popular se hizo popular
Bernardin de Saint-Pierre, con su novela Pablo y Virginia (1787), que narra el amor desgraciado entre dos
adolescentes en una isla tropical.
Edad contemporánea
Siglo XIX
A finales del siglo XVIII aparecen unas novelas cargadas de un sentimentalismo melancólico que abren el período
romántico que se desarrolla plenamente en el siglo XIX con la aparición de la novela histórica, psicológica, poética y
social. El género alcanza su perfección técnica con el realismo y el naturalismo. Es en esta época en la que la novela
alcanza su madurez como género. Su forma y su estética ya no cambiaron más hasta el siglo XX: su división en
capítulos, la utilización del pasado narrativo y de un narrador omnisciente.
Uno de los primeros exponentes de la novela en este siglo es la novela gótica. Desde comienzos del siglo XVII la
novela había sido un género realista contrario al romance y su desmesurada fantasía. Se había tornado después hacia
el escándalo y por esto había sufrido su primera reforma en el siglo XVIII. Con el tiempo, la ficción se convirtió en
el campo más honorable de la literatura. Este desarrollo culminó en una ola de novelas de fantasía en el tránsito hacia
el siglo XIX, en las que se acentuó la sensibilidad y se convirtió a las mujeres en sus protagonistas. Es el nacimiento
de novelas gótica. El clásico de la novela gótica clásico es Los misterios de Udolfo (1794), en la que, como en otras
novelas góticas, la noción de lo sublime (teoría estética del siglo XVIII) es crucial. Los elementos sobrenaturales
también son básicos en éstas novelas y la susceptibilidad que estas heroínas mostraban hacia ellos acabó
convirtiéndose en una exagerada hipersensibilidad que fue parodiada por Jane Austen con La abadía de Northanger
(1803). La novela de Jane Austen introdujo un estilo diferente de escritura, la "comedia de costumbres". Sus novelas
a menudo son no sólo cómicas, sino también mordazmente críticas de la cultura restrictiva y rural de principios del
siglo XIX. Su novela más conocida es Orgullo y prejuicio (1811).
También es en este siglo cuando se desarrolla el Romanticismo, que
contrariamente a lo que se pudiera pensar, no empleó la cultivó tanto el
género novelístico. Byron, Schiller, Lamartine o Leopardi prefirieron el
drama o la poesía, pero aun así fueron los primeros en otorgar un lugar a la
novela dentro de sus teorías estéticas.
En Francia, sin embargo, los autores prerrománticos y románticos se
consagraron más ampliamente a la novela. Se puede citar a Madame de Staël,
Chateaubriand, Vigny (Stello, Servidumbre y grandeza militar, Cinq-mars),
Mérimée (Crónica del reinado de Carlos IX , Carmen, Doble error), Musset
(Confesión de un hijo del siglo), George Sand (Lélia, Indiana) e incluso el
Victor Hugo de (Nuestra Señora de París).
En Inglaterra, la novela romántica encuentra su máxima expresión con las
hermanas Brontë (Emily Brontë, Charlotte Brontë y Anne Brontë) y Walter
El gato Murr de E.T.A. Hoffmann, Scott, cultivador de una novela histórica de carácter tradicional y
edición de 1855.
11. Novela 9
conservador, ambientada en Escocia (Waverley, Rob Roy) o la Edad Media (Ivanhoe o Quintin Durward). En
Estados Unidos, cultivó este tipo de novela Fenimore Cooper, siendo su obra más conocida El último mohicano. En
Rusia, puede citarse la novela en verso de Pushkin, Eugenio Oneguin y en Italia, Los Novios de Alessandro Manzoni
(1840-1842).
Las obras de Jean Paul y E.T.A. Hoffmann están dominadas por la imaginación, pero conservaron la estética
heteróclita del siglo XVIII, de Laurence Sterne y de la novela gótica.
Por otro lado está la novela realista, que se caracteriza por la verosimilitud de las intrigas, que a menudo están
inspiradas por hechos reales, y también por la riqueza de las descripciones y de la psicología de los personajes. La
voluntad de construir un mundo novelístico a la vez coherente y completo vio su culminación con La Comedia
humana de Honoré de Balzac, así como con las obras de Flaubert y Maupassant y acabó evolucionando hacia el
naturalismo de Zola y hacia la novela psicológica.
En Inglaterra encontramos autores como Charles Dickens, William Makepeace Thackeray, George Eliot y Anthony
Trollope, en Portugal, Eça de Queiroz y en Francia a Octave Mirbeau, los cuales tratan de presentar una "imagen
global" de toda la sociedad. En Alemania y en Austria, se impone el estilo Biedermeier, una novela realista con
rasgos moralistas (Adalbert Stifter).
Este es el gran siglo de la literatura rusa, que dio numerosas obras maestras al género novelístico, especialmente en
el estilo realista: Ana Karenina de Leon Tolstoy (1873-1877), Padres e hijos de Ivan Turgueniev (1862), Oblómov
de Iván Goncharov (1858), y también la obra novelística de Dostoievski puede por ciertos aspectos ser relacionada
con este movimiento.
Es en el siglo XIX cuando el mercado de la novela se separa en "alta" y "baja" producción. La nueva producción
superior puede verse en términos de tradiciones nacionales, a medida que el género novelístico reemplazaba a la
poesía como medio de expresión privilegiado de la conciencia nacional, es decir, se buscaba la creación de un corpus
de literaturas nacionales. Pueden citarse como ejemplo La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne (Estados Unidos,
1850), Eugenio Oneguin de Aleksandr Pushkin (Rusia, 1823-1831), Soy un gato de Natsume Sôseki (Japón, 1905),
Memorias póstumas de Blas Cubas de Machado de Assis (Brasil, 1881) o La muerte de Alexandros Papadiamantis
(Grecia, 1903).
La producción inferior se organizaba más bien en géneros por un esquema que se deriva del espectro de géneros de
los siglos XVII y XVIII, aunque vio el nacimiento de dos nuevos géneros novelísticos populares: la novela policiaca
con Wilkie Collins y Edgar Allan Poe y la novela de ciencia-ficción con Julio Verne y H. G. Wells.
Con la separación en la producción la novela probó que era un medio para una comunicación tanto íntima (las
novelas pueden leerse privadamente mientras que las obras de teatro son siempre un acontecimiento público) como
públicamente (las novelas se publican y así se convierten en algo que afecta al público, si no a la nación, y sus
intereses vitales), un medio de un punto de vista personal que puede abarcar el mundo. Nuevas formas de interacción
entre los autores y el público reflejaban estos desarrollos: los autores hacían lecturas públicas, recibían premios
prestigiosos, ofrecían entrevistas en los medios de comunicación y actuaban como la conciencia de su nación. Este
concepto del novelista como una figura pública apareció a lo largo del siglo XIX.
Siglo XX
El inicio del siglo XX trajo consigo cambios que afectarían a la vida diaria de las personas y también de la novela. El
nacimiento del psicoanálisis, la lógica de Wittgenstein y Russell, del relativismo y los avances de la lingüística
provocan que la técnica narrativa intente también adecuarse a una nueva era. Las vanguardias en las artes plásticas y
la conmoción de las dos guerras mundiales, también tienen un gran peso en la forma de la novela del siglo XX. Por
otro lado, la producción de novelas y de los autores que se dedican a ellas vio en este siglo un crecimiento tal, y se ha
manifestado en tan variadas vertientes que cualquier intento de clasificación será sesgado.
Una de la primeras características que pueden apreciarse en la novela moderna es la influencia del psicoanálisis.
Hacia finales del siglo XIX, numerosas novelas buscaban desarrollar un análisis psicológico de sus personajes.
12. Novela 10
Algunos ejemplos son las novelas tardías de Maupassant, Romain Rolland, Paul Bourget, Colette o D.H. Lawrence.
La intriga, las descripciones de lugares y, en menor medida, el estudio social, pasaron a un segundo plano. Henry
James introdujo un aspecto suplementario que se tornaría central en el estudio de la historia de la novela: el estilo se
convierte en el mejor medio para reflejar el universo psicológico de los personajes. El deseo de aproximarse más a la
vida interior de éstos hace que se desarrolle la técnica del monólogo interior, como ejemplifican El teniente Güstel,
de Arthur Schnitzler (1901), Las olas de Virginia Woolf (1931), y el Ulises de James Joyce (1922).
Por otro lado, en el siglo XX también se manifiesta una vuelta al realismo con la novela vienesa, con la que se
buscaba recuperar el proyecto realista de Balzac de construir una novela polifónica que reflejara todos los aspectos
de una época. Así, encontramos obras como El hombre sin cualidades de Robert Musil (publicado póstumamente en
1943) y Los Sonámbulos de Hermann Broch (1928-1931). Estas dos novelas integran largos pasajes de reflexiones y
comentarios filosóficos que esclarecen la dimensión alegórica de la obra. En la tercera parte de Los sonámbulos,
Broch alarga el horizonte de la novela mediante la yuxtaposición de diferentes estilos: narrativa, reflexión,
autobiografía, etcétera.
Podemos encontrar también esta ambición realista en otras novelas vienesas de la época, como las obras de: (Arthur
Schnitzler, Heimito von Doderer, Joseph Roth) y con más frecuencia en otros autores en lengua alemana como
Thomas Mann, que analiza los grandes problemas de nuestro tiempo, fundamentalmente la guerra y la crisis
espiritual en Europa con obras como La montaña mágica, y también Alfred Döblin o Elias Canetti, o el francés
Roger Martin du Gard en Les Thibault (1922-1929) y el americano John Dos Passos, en su trilogía U.S.A.
(1930-1936).
La búsqueda y la experimentación son otros
dos factores de la novela en este siglo. Ya a
comienzos, y quizá antes, nace la novela
experimental. En este momento la novela
era un género conocido y respetado, al
menos en sus expresiones más elevadas (los
"clásicos") y con el nuevo siglo muestra un
giro hacia la relatividad y la individualidad:
la trama a menudo desaparece, no existe
necesariamente una relación entre la
representación espacial con el ambiente, la
andadura cronológica se sustituye por una
En busca del tiempo perdido, con correcciones del autor.
disolución del curso del tiempo y nace una
nueva relación entre el tiempo y la trama.
Con En busca del tiempo perdido de Marcel Proust y el Ulises de James Joyce, la concepción de la novela como un
universo encuentra su fin. En cierta manera es también una continuación de la novela de análisis psicológico. Estas
dos novelas tienen igualmente la particularidad de proponer una visión original del tiempo: el tiempo cíclico de la
memoria en Proust, el tiempo de un solo día dilatado infinitamente de Joyce. En este sentido, estas novelas marcan
una ruptura con la concepción tradicional del tiempo en la novela, que estaba inspirado en la historia. En este sentido
también podemos aproximar la obra de Joyce con la de la autora inglesa Virginia Woolf y el americano William
Faulkner.
13. Novela 11
La entrada del modernismo y el humanismo en la filosofía occidental,
así como la conmoción causada por dos guerras mundiales consecutivas
provocaron un cambio radical en la novela. Las historias se tornaron más
personales, más irreales o más formales. El escritor se encuentra con un
dilema fundamental, escribir, por un lado, de manera objetiva, y por el
otro transmitir una experiencia personal y subjetiva. Es por esto que la
novela de principios del siglo XX se ve dominada por la angustia y la
duda. La novela existencialista de la que se considera a Søren
Kierkegaard como su precursor inmediato con novelas como Diario de
un seductor es un claro ejemplo de esto.
Otro de los aspectos novedosos de la literatura de comienzos de siglo es
la novela corta caracterizada por una imaginación sombría y grotesca,
como es el caso de las novelas de Franz Kafka, también de corte
existencialista, como El proceso o La metamorfosis.
Especialmente en los años 30 podemos encontrar diversas novelas de
corte existencialista. Estas novelas son narradas en primera persona,
Portada de la primera edición de La como si fuera un diario, y los temas que más aparecen son la angustia, la
metamorfosis de Franz Kafka.
soledad , la búsqueda de un sentido para la existencia y la dificultad
comunicativa. Estos autores son generalmente herederos del estilo de
Dostoievski, y su obra más representativa es La náusea de Jean-Paul Sartre. Otros autores existencialistas notables
son Albert Camus, cuyo estilo minimalista le sitúa en un contraste directo con Sartre, Knut Hamsun,
Louis-Ferdinand Céline, Dino Buzzati, Cesare Pavese y la novela absurdista de Boris Vian. La novela japonesa de
después de la guerra también comparte similitudes con el existencialismo, como puede apreciarse en autores como
Yukio Mishima, Yasunari Kawabata, Kōbō Abe o Kenzaburō Ōe.
La dimensión trágica de la historia del siglo XX se encuentra largamente reflejada en la literatura de la época. Las
narraciones o testimonios de aquellos que combatieron en ambas guerras mundiales, los exiliados y los que
escaparon de un campo de concentración trataron de abordar esa experiencia trágica y de grabarla para siempre en la
memoria de la humanidad. Todo esto tuvo consecuencias en la forma de la novela, pues vemos aparecer gran
cantidad de relatos que no son ficción que emplean la técnica y el formato de la novela, como pueden ser Si esto es
un hombre (Primo Levi, 1947), La noche (Elie Wiesel, 1958) La especie humana (Robert Antelme, 1947) o Ser sin
destino (Imre Kertész, 1975). Este tipo de novela influenciaría después otras novelas autobiográficas de autores
como Georges Perec o Marguerite Duras.
También en el siglo XX, aparece la distopía o antiutopía. En estas novelas la dimensión política es esencial, y
describen un mundo dejado a la arbitrariedad de una dictadura. Entre las obras más notables se encuentran El
proceso de Franz Kafka, 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley, y Nosotros de Yevgeni
Zamiatin.
Boom latinoamericano
También después de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla el llamado boom latinoamericano, con exponentes
notables y talentosos, situación que se presenta en los años 60, alcanzando su apogeo en la década de los 70 y
principios de los 80. Entre éstos se puede citar a Julio Cortázar y su obra Rayuela (1963); Gabriel García Márquez,
colombiano, cuyo libro más conocido es Cien años de soledad (1967), de quien el género más destacado es el
llamado realismo mágico; Octavio Paz, el mexicano de quien cabe destacar el ensayo El laberinto de la soledad,
aunque tiene muchas otras obras; Mario Vargas Llosa, peruano, autor de La ciudad y los perros, Los jefes, Los
cachorros, La tía Julia y el escribidor, Quién mató a Palomino Molero, etc..
14. Novela 12
La nueva novela sudamericana
La generación de los hijos y nietos del boom latinoamericano, ha sido crítica de la estética de esa movida literaria
que terminó en la trompada deicida de Vargas Llosa contra el creador de Macondo. La invención del boom generó
una imagen falsa de Sudamérica adecuada a la Europa antiamericana de los sesenta: los latinoamericanos (falso:
sudamericanos) son los buenos salvajes con las venas abiertas por los norteamericanos. Es una Sudamérica de color
local, donde la fórmula son personajes con grandes sombreros, cacatuas por todos lados, culebrones familiares,
dictaduras, la gente todo el día bailando salsa; una visión simple y falsa de los americanos del sur. Hubo otro boom,
el de pensadores sudamericanos silenciados, ninguneados por la intelligentsia europea. Roberto Bolaño, Juan José
Saer, César Aira, incluímos también a otro sudamericano de alma, aunque nacido en la periferia de España, en
Barcelona, Enrique Vila-Matas. Agregamos uno más reciente, Raúl Silanes cofundador del movimiento literario y
filosófico "Sudamérica replegante". Todos estos autores agradecen otro pasado, no el seudobarroquismo mágico,
sino los que ellos llaman "del refilón", como Antonio Di Benedetto, el Julio Cortázar cuentista, o el injustamente
ponderado como el Robin de la literatura borgiana: Adolfo Bioy Casares. Todos estos autores ajustan sus verdaderas
renovaciones formales a los nuevos contenidos que drenan o trasvasan de la realidad.
Véase también
• Anexo:Novelas importantes de la literatura universal
• Historia de la novela
• Literatura
• Ficción
• Cuento
• Novela corta
• Romance (narración)
• Novela bizantina
• Teatro y drama
• Poesía
• NaNoWriMo
Referencias
[1] García López, J.
[2] García López, J. p. 158
[3] http:/ / www. pierre-marteau. com/ editions/ 1719-robinson-crusoe/ p-iii. html
Para saber más
Puntos de vista contemporáneos
• 1651: Paul Scarron, The Comical Romance, capítulo XXI. "Que quizás no se encuentre muy entretenido"
(Londres, 1700). Alegato de Scarron por una producción francesa que rivalizada con las "novelas" españolas.
Marteau (http://www.pierre-marteau.com/library/e-1700-0002.html#c21)
• 1670: Pierre Daniel Huet, "Traitté de l'origine des Romans", Prefacio a la obra de la condesa de La Fayette,
Zayde, histoire espagnole (París, 1670). Una historia mundial de la ficción. Edición en pdf de Gallica France
(http://visualiseur.bnf.fr/Visualiseur?Destination=Gallica&O=NUMM-57594)
• 1683: [Du Sieur], "Sentimens sur l’histoire" de: Sentimens sur les lettres et sur l’histoire, avec des scruples sur le
stile (París: C. Blageart, 1680). Las nuevas novelas, tal como han sido publicadas magistralmente por Marie de
LaFayette . Marteau (http://www.pierre-marteau.com/editions/1683-1712-novels.html)
15. Novela 13
• 1702: Abbe Bellegarde, "Lettre à une Dame de la Cour, qui lui avoit demandé quelques Reflexions sur l’Histoire"
en: Lettres curieuses de littérature et de morale (La Haya: Adrian Moetjens, 1702). Paráfrasis del texto de Du
Sieur. Marteau (http://www.pierre-marteau.com/editions/1683-1712-novels.html)
• 1705/1708/1712: [Anon.] En inglés, francés y alemán, el Prefacio a La historia secreta de la reina Zarah y los
zarazianos (Albigion, 1705). El artículo de Bellegarde plagiado. Marteau (http://www.pierre-marteau.com/
editions/1683-1712-novels.html)
• 1713: Deutsche Acta Eruditorum, crítica alemana de la traducción francesa de la obra New Atalantis 1709, de
Delarivier Manley (Leipzig: J. L. Gleditsch, 1713). Un raro ejemplo de una novela política discutida por un diario
literario. Marteau (http://www.pierre-marteau.com/editions/1712-atalantis.html)
• 1715: Jane Barker, prefacio a su Exilius or the Banish’d Roman. A New Romance (Londres: E. Curll, 1715).
Alegato por un "nuevo romance" después del Telémaco de Fénelon. Marteau (http://www.pierre-marteau.com/
library/e-1715-0008.html)
• 1718: [Johann Friedrich Riederer], "Satyra von den Liebes-Romanen", de: Die abentheuerliche Welt in einer
Pickelheerings-Kappe, 2 (Núremberg, 1718). Sátira alemana sobre la amplia difusión de la lectura de novelas y
romances. Marteau (http://www.pierre-marteau.com/editions/1718-liebes-romane.html)
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16. Novela 14
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(edición revisada edición). Lanham, MD: Scarecrow Press. ISBN 0-8108-5708-1. Edición actualizada de tipología
pionera e historia de cerca de 50 géneros; índice de tipos y técnica, y una detallada cronología.
Enlaces externos
• La novela española. Estudio histórico-filosófico desde su nacimiento a nuestros días, por Abdón de Paz, Madrid,
1879.
• Artículo "Filosofía de la novela: El "Quijote" como género de la modernidad" (http://descargas.cervantesvirtual.
com/servlet/SirveObras/02580626666036806432268/hispanismo_03.pdf) de Julio Quesada en Cervantes
Virtual
• Artículo "La novela histórica a debate" (http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/
01476286655936517554480/p0000040.htm#I_120_) por Juan A. Ríos en Cervantes Virtual
• Artículo "Una teoría dieciochesca de la novela y algunos conceptos de poética" (http://www.cervantesvirtual.
com/servlet/SirveObras/01476286655936517554480/p0000019.htm#I_56_)por Jesús Pérez Magallón en
Cervantes Virtual.
• Lista de Modern Library (subdivisión de Random House) con las 100 mejores novelas (http://www.
randomhouse.com/modernlibrary/100bestnovels.html) (en inglés)
• Cómo escribir una novela en 100 días o menos (http://www.peacecorpswriters.org/pages/depts/resources/
resour_writers/100daysbook/bk100da.html) (en inglés)
17. 15
Un género propio
Boom latinoamericano
El Boom latinoamericano fue un movimiento literario que surgió entre los años 1960 y 1970, cuando el trabajo de
un grupo de novelistas latinoamericanos relativamente joven fue ampliamente distribuido en Europa y en todo el
mundo. El boom está más relacionado con los autores Gabriel García Márquez de Colombia, Julio Cortázar de
Argentina, Carlos Fuentes de México y Mario Vargas Llosa del Perú. Por el movimiento de América Latina de la
Vanguardia, estos escritores desafiaron las convenciones establecidas de la literatura latinoamericana. Su trabajo es
experimental y, debido al clima político de la América Latina de la década de 1960, también muy política. El crítico
Gerald Martin escribe: "No es una exageración para afirmar que si el continente del Sur fue conocido por dos cosas
por encima de todos los demás en la década de 1960, éstas fueron, en primer lugar, la Revolución Cubana y su
impacto tanto en América Latina y el Tercer Mundo en general, y en segundo lugar, el auge de la literatura
latinoamericana, cuyo ascenso y caída coincidió con el auge y caída de las percepciones Liberales de Cuba entre
1959 y 1971".[1]
El éxito repentino de los autores del Boom fue en gran parte debido al hecho de que sus obras se encuentran entre las
primeras novelas de América Latina que se publicaron en Europa, por las editoriales de Barcelona, en España.[2] De
hecho, Frederick M. Nunn escribe que: "novelistas latinoamericanos se hicieron mundialmente famosos a través de
sus escritos y su defensa de la acción política y social, y porque muchos de ellos tuvieron la fortuna de llegar a los
mercados y las audiencias más allá de América Latina a través de la traducción y los viajes y, a veces a través del
exilio".[3]
Antecedentes históricos
Las decadas de 1960 y 1970 fueron décadas de agitación
política en toda América Latina, en un clima político y
diplomático fuertemente influenciado por la dinámica de la
Guerra Fría. Este clima sirvió de base para los trabajos de
los escritores del boom latinoamericano, y definió el
contexto en el que sus ideas, a veces radicales, tenían que
funcionar. La Revolución Cubana en 1959 y los intentos
frustrados de Estados Unidos de atravesar la Bahía de
Cochinos puede considerarse como el inicio de este
período.[4] La vulnerabilidad de Cuba llevó a estrechar
Gabriel Garcia Marquez Uno de los principales protagonistas
lazos con la URSS, dando lugar a la crisis de los misiles en del Boom de la literatura latinoamericana.
Cuba de 1962, cuando los estadounidenses y los sovieticos
se acercaban peligrosamente a la Guerra nuclear.[5] A lo
largo de los años 1960 y 1970, regímenes militares autoritarios gobernaron Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú
y muchos otros países. Por ejemplo, el 11 de septiembre de 1973, el Presidente democráticamente electo Salvador
Allende en Chile fue derrocado y reemplazado por el general Augusto Pinochet, que habría de gobernar hasta el final
de la década de 1980.[6] [7] [8] Muchos tienen la creencia que estos gobiernos cooperaron entre sí en términos de
tortura o eliminación de opositores políticos para "disponer de sus órganos" en la llamada Operación Cóndor".[9]
18. Boom latinoamericano 16
En el período comprendido entre 1950 y 1975 pero en las zonas de por allá se produjeron cambios importantes en la
forma en que la historia y la literatura se plantean en términos de interpretación y escritura.[10] También se produjo
un cambio en la auto percepción del español por novelistas estadounidenses. El desarrollo de las ciudades, la
mayoría de edad de una clase media grande, la Revolución Cubana, la Alianza para el Progreso, un aumento en la
comunicación entre los países de América Latina y una mayor atención a América del norte de los Estados Unidos y
Europa contribuyeron a este cambio.[11] Los acontecimientos políticos más importantes de la época eran los golpes
de Estado en Cuba en 1959 y en Chile en 1973, la caída del general Perón en Argentina, la lucha violenta y
prolongada de la guerrilla urbana, brutalmente reprimidas en Argentina y Uruguay, y la violencia sin fin en
Colombia[10] también se ven afectados los escritores, ya que genera las explicaciones, o testimonios, o proporcionan
un contexto preocupante por su trabajo.
La mayor atención prestada a los novelistas españoles de América y su éxito internacional en la década de 1960, un
fenómeno que se llamó el Boom, afecta a todos los Escritores y Lectores en ese período. Lo que principalmente llevó
escritores juntos y se centró la atención del mundo sobre la América española fue el triunfo de la Revolución Cubana
en 1959, que prometía una nueva era. El período de euforia se puede considerar cerrada cuando en 1971 el gobierno
de Cuba endureció su línea de partido y el poeta Heberto Padilla fue obligado a rechazar en un documento público su
llamado visitas decadente y desviadas. El furor sobre el caso de Padilla puso fin a la afinidad entre los intelectuales
españoles de América y el mito de inspiración cubana.[12] El caso de Padilla es considerado por algunos como han
señalado el comienzo del fin del auge del Boom Latinoamericano.[13]
Las influencias literarias
El auge de la literatura latinoamericana comenzó con los escritos de José Martí, Rubén Darío y las salidas
modernista José Asunción Silva en el canon literario europeo. En Europa escritores modernistas como James Joyce
también han influido en los escritores del Boom, al igual que los escritores latinoamericanos del movimiento
Vanguardia.[14] Elizabeth Coonrod Martínez sostiene que los escritores de la Vanguardia fueron los precursores de
la verdad a la pluma, la escritura novelas innovador y desafiante antes de Borges y otros de la idea convencional de
que las principales inspiraciones de América Latina para el movimiento de mediados del siglo XX.[15]
Con el éxito de la pluma, el trabajo de una generación anterior de escritores tuvo un acceso a un público nuevo y
ampliado. Estos precursores son: Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti y
Juan Rulfo.[16]
Orígenes
Aunque la mayoría de los críticos coinciden en que el Boom comenzó en algún momento del 1960, hay cierto
desacuerdo en cuanto a cual obra debe ser considerada la primera novela del Boom. Para algunos (como Alfred
McAdam) sería Rayuela, de Julio Cortázar(1963), mientras que otros prefieren La ciudad y los perros de Vargas
Llosa, que ganó el Premio Biblioteca Breve en 1962.[17] Fernando Alegría considera Hijo de hombre de Augusto
Roa Bastos (que fue publicada en 1959) como la obra inaugural del Boom, aunque, como señala Shaw[17] se podría
aún remontarse a 1949 con Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias.[18]
Otra variante es la articulada por Randolph D. Pope: "La historia del auge podría empezar cronológicamente con El
señor Presidente de Miguel Ángel Asturias (publicada en 1946, pero empezada en 1922). Otro punto de partida
podría ser El túnel de Sabato (1948) o El pozo de Onetti (1939). O yendo aún más atrás, a los movimientos
vanguardistas de la década de 1920. Sin embargo, los escritores del Boom se declararon huérfanos y sin ningún
modelo autóctono, atrapados entre su admiración por Proust, Joyce, Mann, Sartre y otros escritores europeos y su
necesidad de tener una voz propia hispanoamericana, aunque rechazando a los más respetados escritores de
Hispanoamérica indigenistas, criollistas, y mundonovistas."[12]
19. Boom latinoamericano 17
Los representantes más importantes del Boom afirmaron que eran "huérfanos" de generación literaria, sin ningún
"padre" latinoamericano de influencia, sin embargo, reconocieron que debían gran parte de su innovación estilística a
los vanguardistas.[19] Jean Franco señala como una característica marcada del Boom "la negativa a identificarse con
narraciones rurales o anacrónicas, como la novela de la tierra."[20]
Señas de identidad
Las novelas del boom son esencialmente modernistas. Tratan al tiempo de una manera no lineal, suelen utilizar más
de una perspectiva o la voz narrativa y cuentan con un gran número de neologismos (la acuñación de nuevas palabras
o frases), juegos de palabras e incluso blasfemias. Como escribe el escritor Pope, en referencia al estilo de la Pluma:
"Se basaba en una superposición cubista de diferentes puntos de vista, hacía tiempo y el progreso lineal cuestionable,
y que era técnicamente complejo. Lingüísticamente segura de si misma, se utiliza la lengua vernácula, sin
excusas."[21] Otras características notables del Boom son el tratamiento de los ajustes, tanto rural y urbano", el
internacionalismo, el énfasis tanto en la histórica y la política, así como "interrogatorio de regionales, así como, o
más, identidad nacional, el conocimiento de hemisferio en todo el mundo, así como las cuestiones económicas e
ideológicas; polemicas, y la oportunidad."[22] La literatura del Boom rompe las barreras entre lo fantástico y lo
mundano, la transformación de esta mezcla en una nueva realidad. De los escritores del boom, Gabriel García
Márquez está más estrechamente relacionada con el uso del realismo mágico, de hecho, se le atribuye traerlo "de
moda" después de la publicación de Cien años de soledad en 1966.[23]
Realismo Mágico
Véase también: Realismo mágico
En los extremos de la literatura, Brett Levinson afirma que el realismo mágico, "un modo estético clave dentro de la
ficción reciente de América Latina... se materializa cuando la historia de América Latina se revela como incapaz de
explicar su propio origen, una incapacidad que tradicionalmente representa... una demanda de un mito: los mitos
como un medio para explicar los principios que escapan a la narración de la historia."[24] Los escritos de los
Cronistas de Indias, representa lo exótico "nuevo mundo" y sus relatos de la conquista de nuevas tierras extrañas se
aceptó como la historia.[25] Estas historias fantásticas a menudo ayudó a conseguir una nueva estética, que se
transformó en el realismo mágico y "(tal como la concibió Alejo Carpentier), el realismo maravilloso o lo real
maravilloso. De acuerdo con esta estética, las cosas irreales son tratadas como si realista y cosas mundanas, y
mundanos como elementos si Parcelas irreal., mientras que a menudo se basan en experiencias reales, incorporar
extraña, fantástica y legendaria, los pueblos ajustes míticos, especulativo, y los personajes que, aunque plausible,
también podría ser irreal, y combinar la verdad, lo imaginario y lo inexistente, de manera tal que son difíciles de
separar".[26]
La ficción histórica
Un interés por la historia es otra característica de las novelas del período de auge.[27] El paradigma de ello es la
Novela del dictador, donde las figuras y acontecimientos históricos fueron retratados de manera que las conexiones
entre ellas y los acontecimientos contemporáneos en América Latina no podía ponerse en duda. Un ejemplo es el de
Roa Bastos Yo el Supremo, que representa el siglo 19 la dictadura paraguaya de José Gaspar Rodríguez de Francia,
pero fue publicado en el apogeo del régimen de Alfredo Stroessner, escribe que "los novelistas del Boom se
mostraba una comprensión sofisticada de la capacidad de su género para describir las historias paralelas y
alternativas. Y participaron activamente en los debates culturales y políticos de la región que cuestionaron el
significado y el valor de la historia."[28]
20. Boom latinoamericano 18
Principales representantes
Quién es y quién no debe ser incluido en el auge ha sido ampliamente debatido y no resuelto. Por otro lado, algunos
escritores que ejerce gran influencia e indiscutible. Aunque los nombres de muchos otros escritores pueden añadirse
a la lista, el siguiente no puede ser omitido:
Julio Cortázar
Julio Cortázar nació en Bélgica en 1914 y vivía con sus padres en Suiza hasta que se mudó a Buenos Aires a la edad
de cuatro.[29] Al igual que otros escritores del boom, Cortázar llegó a cuestionar la política de su país: su oposición a
Juan Domingo Perón lo llevó a dejar su puesto de profesor en la Universidad de Mendoza y en última instancia, a su
exilio.[30]
Se trasladó a Francia, donde pasó la mayor parte de su vida profesional y, en
1981, se convirtió en un ciudadano francés.[31] como García Márquez, Cortázar
apoyo al gobierno cubano de Fidel Castro, así como de la izquierda el presidente
chileno Salvador Allende y apoyo a otros movimientos de ultraizquierda, como
los sandinistas en Nicaragua.[31]
Cortázar fue influenciado por Borges, así como de Edgar Allan Poe.[32] Su obra
más importante, y el que lo catapultó al reconocimiento internacional, es la novela
altamente experimental Rayuela en (1963).[31] Esta se compone de 155 capítulos,
99 de los cuales son "fungibles", que se puede leer en varios pedidos de acuerdo a
la predilección de los lectores.
Sus otros trabajos incluyen las colecciones de cuentos cortos Bestiario (1951),
Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), Todos los fuegos el fuego
Julio Cortázar.
(1966). También escribió novelas como Los premios (1960) y La vuelta al día en
ochenta mundos (1967), y el inclasificable Historias de cronopios y de famas
(1962). Cortázar murió en París, Francia en 1984.
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes comenzó a publicar en la década de 1950.[33] Él es el hijo de un
diplomático mexicano y ha vivido en ciudades como Buenos Aires, Quito,
Montevideo y Río de Janeiro, así como Washington D. C..[34] Sus experiencias
lucharon contra la discriminación de México en los Estados Unidos le llevó a
examinar más de cerca la cultura mexicana.[35] Su novela La muerte de Artemio
Cruz (1962) describe la vida de un ex revolucionario mexicano en su lecho de
muerte, cambios innovadores que emplean en un punto de vista. Otros trabajos
importantes incluyen La región más transparente (1959), Aura (1962), Terra
Nostra (1975), y el post-Boom novela Gringo Viejo (1985).
Fuentes no sólo escribió algunas de las novelas más importantes de la época,
también fue un crítico y publicista de latinoamérica . En 1955, Fuentes y
Emmanuel Carballo fueron fundadores de la Revista Mexicana de Literatura, que Carlos Fuentes.
introdujo los latinoamericanos a las obras modernistas de Europa y las ideas de
Jean-Paul Sartre y Albert Camus.[36] En 1969 publicó la obra crítica importante, La nueva novela hispanoamericana.
Fuentes ocupó el cargo de profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Columbia (1978) y en Harvard
(1987).[37] En una ocasión dijo que "el llamado Boom, en realidad, es el resultado de cuatro siglos, literariamente,
21. Boom latinoamericano 19
llegado a un momento de urgencia en que la ficción se convirtió en la manera de organizar las lecciones del
pasado."[38]
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez es sin duda, junto a Mario Vargas Llosa, quien mayor
proyección internacional ha logrado entre los escritores del boom. Gabo como
tambien se le conoce, empezó como periodista y ha escrito muchos
aclamado-ficción y relatos cortos; sus escritos publicados antes eran historias
cortas que aparecían en el diario El Espectador de Bogotá en la década de
1940.[39]
Él es mejor conocido por novelas como Cien años de soledad (1967) por la cual
recibió el Premio Nobel de Literatura, y El otoño del patriarca (1975), El coronel
no tiene quien le escriba (1962), y post-Boom, como El amor en los tiempos del
cólera (1985). Que ha logrado elogios de la crítica y éxito comercial general,
sobre todo para la introducción de lo que se ha denominado realismo mágico para
el mundo literario. Experimentó con los métodos tradicionales más o menos a la
Gabriel García Márquez.
realidad, de modo que "el más espantoso, las cosas más insólitas se dice con la
expresión impasible".[40] Un ejemplo comúnmente citado es el físico y espiritual
de ascender al cielo de un personaje, mientras que cuelga la ropa a secar en Cien años de soledad. García Márquez,
es ahora considerado como uno de los autores más significativos del siglo XX, como lo atestigua su galardonado con
el Premio Nobel de Literatura en 1982.
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de literatura del año 2010, es un escritor
peruano que tambien ostenta la nacionalidad española; es uno de los mas
prolíficos en lengua castellana, desenvolviéndose como novelista, ensayista,
cuentista, dramaturgo, periodista y crítico literario y de política. Es, junto a
Gabriel Garcia Marquez, quien mayor proyeccion internacional ha logrado de
entre los escritores del boom.[41] Estudió en la Universidad de San Marcos de
Lima y, posteriormente, obtuvo un doctorado en literatura latinoamericana en
España.[42] De hecho, su tesis doctoral fue sobre Gabriel García Márquez: García
Márquez: historia de un deicidio.[43]
Mario Vargas Llosa.
Mario saltó a la fama con su novela La ciudad y los perros (1962), la cual
sorprendió por la sofisticación de su técnica narrativa; esta novela es a la vez una
mordaz crítica de la crueldad y la corrupción en un colegio militar peruano (y, por extensión, de la sociedad
peruana).
Vargas Llosa también escribió La casa verde (1966), Los cachorros (1967), Conversación en La Catedral (1969),
Pantaleón y las visitadoras (1973); y post-Boom las novelas: La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin
del mundo (1981), Historia de Mayta (1984), El hablador (1987), Elogio de la madrastra (1988), Lituma en los
Andes (1993), Los cuadernos de don Rigoberto (1997), La fiesta del chivo (2000), El paraíso en la otra esquina
(2003), Travesuras de la niña mala (2006) y El sueño del celta (2010). Ha sido galardonado con los más importantes
premios y distinciones a escala mundial, y sus libros han sido traducidos a casi todos los idiomas.
Luego de una estancia prolongada por diversas ciudades de Europa, regresó al Perú en 1974, aunque continuó
viajando por América y Europa, por razones de su profesión de escritor y docente. Postuló a la presidencia de su país
en 1990 que perdió frente al ingeniero Alberto Fujimori. Esta experiencia politica la recogió en su obra
22. Boom latinoamericano 20
autobiográfica El pez en el agua (1993)
Luego pasó a Londres y a España, donde se le concedió la nacionalidad española y fue incorporado como miembro
de la Real Academia Española. En el 2000 y tras la caída de Fujimori, retornó al Perú, pero ha vivido desde entonces
alternativamente entre su patria y España.
El 7 de octubre de 2010 se anunció que fue galardonado con el premio Nobel de Literatura, que acabó con la
conocida racha de ser el eterno candidato como antes había sucedido también con Borges (aunque éste no recibió tal
distinción). Este premio le llegó al escritor a sus 74 años por su «cartografía de las estructuras del poder y aceradas
imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo», según explicó la Academia Sueca.
Otras Figuras
Otros autores han sido asociados con el Boom. Juan Rulfo, el autor de dos libros, sólo uno de ellos una novela, fue el
maestro reconocido incorporado a posterior, un escritor que los saldos de preocupación social, la experimentación
verbal y un estilo único. Augusto Roa Bastos de Paraguay, escribió Hijo de hombre, considerado por algunos como
la primera novela del Boom. Su altamente experimental, Yo el Supremo ha sido comparado con el Ulises de Joyce, y
es "una de las obras más respetadas de la historia de ficción que ha dado América del Sur."[44] Manuel Puig,
argentino, es una figura central, a lo largo de con Vargas Llosa, del mundo editorial Seix-Barral. José Donoso,
escritor chileno tanto de la expansión económica y la post-Boom, en su libro, Historia Personal del "Boom",
menciona a otros escritores asociados con el movimiento como: Jorge Amado, de Brasil, Salvador Garmendia,
Adriano González León de Venezuela y David Viñas de Argentina entre muchos otros.[16]
Editorial de América Latina
La publicación desempeñó un papel crucial en el advenimiento de la pluma. Las principales casas editoriales con
sede en La Habana, Ciudad de México, Buenos Aires, Montevideo, Asunción o Santiago fueron los responsables de
publicar la mayoría de las novelas del boom, y estas ciudades se convirtieron en centros importantes de la innovación
cultural.[45]
• Santiago de Chile, es presidido por la crítica de Alone, mientras que la generación anterior de Benjamín
Subercaseaux, Eduardo Barrios, Marta Brunet y Manuel Rojas fueron discretamente sustituido por José Donoso.
Otros escritores, como Enrique Lafourcade, tienen un público nacional grande.
• Cuba es un centro cultural vivo, primero con el grupo de Orígenes, y luego con Lunes de Revolución.[45]
• En Colombia las novelas rurales de Caballero Calderón fueron desplazados por García Márquez, que fue seguido
por Álvarez Gardeazábal.[45]
• México continúa con una fuerte tradición de escritores regionales y diversas escuelas de la escritura, de Yáñez a
Sainz, con novelistas como Luis Spota o Sergio Fernández, el primero de una popular, la otra un refinado escritor,
tanto más conocida en México que en el extranjero.[26]
Cabe señalar, sin embargo, que este período se produjo la publicación de novelas del boom en Barcelona, lo que
refleja el nuevo interés de las editoriales españolas en el mercado español de América. Sin embargo, como señala
Alejandro Herrero-Olaizola, los ingresos generados por la publicación de estas novelas dio un impulso a la economía
española, aun cuando las obras fueron sometidos a la censura de Franco.[46] Algunos de los Seix-Barral publicó
novelas incluyen Mario Vargas Llosa La ciudad y los perros (1963) y su Pantaleón y las visitadoras (1973), Manuel
Puig y La traición de Rita Hayworth (1971).[47] Una figura importante "en la promoción de la literatura
latinoamericana en España" (y en otros lugares) fue el "super-agente" Carmen Balcells, a quien Vargas Llosa se
refiere como "La Mamá Grande de la novela latinoamericana."[48]
23. Boom latinoamericano 21
Crítica
Una crítica común de la prosperidad es que es demasiado experimental y tiene una "tendencia hacia el elitismo."[49]
En su estudio de la Post-boom, Donald L. Shaw escribió que Mario Benedetti fue muy crítico de los escritores Boom
como García Márquez que, en vista de Benedetti, "representan una clase privilegiada que tenían acceso a la cultura
universal y por lo tanto fueron completamente no representativos de la gente promedio en América Latina."[50] En su
artículo sobre la ruptura de Donoso de la Swanson Philip Boom articula otra crítica de la "nueva novela "(es decir,
Boom novela): "Aunque era esencialmente una reacción frente a un estancamiento percibe en el realismo
convencional, muchos de los experimentos y las innovaciones formales de la ficción moderna se han convertido en
características estándar de la escritura moderna, dando lugar a otra forma de tradicionalismo, donde un conjunto de
estereotipos se ha sustituido por otro."[51] también criticó a menudo se hace hincapié en el auge de la masculinidad,
tanto en el hecho de que todos los representantes del movimiento fueron varones y el tratamiento de los personajes
femeninos en las novelas. El énfasis de la ficción Boom en la historia y lo fantástico también ha sido objeto de
críticas, ya que se alegó que es demasiado alejados de la realidad de la situación política de América Latina de que se
criticara.[52]
Impacto
El boom tuvo un impacto inmediato, ya que cambió la forma en que la cultura latinoamericana fue vista en todo el
mundo.[53] Por supuesto, la traducción desempeña un papel importante en el éxito de los escritores del boom, ya que
les dio una audiencia mucho mayor. Estos autores siguieron a producir mejores tiendas durante cuatro décadas.[54]
Además, el auge abrió la puerta a nuevos escritores de América Latina en términos de la escena internacional. Una
prueba de impacto global del Boom es el hecho de que "arriba y los escritores internacionales que vienen" mirar a la
gente como Fuentes, García Márquez o de Vargas Llosa como sus mentores majagual city 2010greys feria.[54]
El Post-Boom
Véase también: Post-Boom
Desde la década de 1980 se ha hecho común hablar de post-escritores del boom, la mayoría de los cuales nacieron
durante los años 1940, 1950 y 1960. Es difícil situar claramente el Post-boom "como muchos de sus escritores se
activa antes del final del boom. De hecho, algunos escritores, como José Donoso, se podría decir que pertenecen a
ambos movimientos. Su novela El obsceno pájaro de la noche (1970) se considera, como señala Philip Swanson,
"uno de los clásicos de la pluma."[55] Su obra posterior, sin embargo, se adapta con mayor comodidad en el
Post-boom.[56] Manuel Puig y Severo Sarduy se consideran escritores cuyas obras representan la transición del auge
a la Post-Boom.[57] Es importante señalar que esta inquietud en la categorización se perpetúa por el hecho de que los
principales escritores del Boom (Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa) continuaron escribiendo con cacay
después del final del boom. El auge posterior es distinta de la Pluma en varios aspectos, sobre todo en la presencia de
las autoras como Isabel Allende, Luisa Valenzuela, Giannina Braschi, Cristina Peri Rossi, Elena Poniatowska.[58]
Mientras que Valenzuela y Poniatowska, fueron activos los escritores durante el período de auge,[59] Allende se
considera "un producto de la pluma."[60] Shaw también identifica a Antonio Skármeta, Rosario Ferré y Gustavo
Sainz como escritores Post-boom.[61] Los escritores del boom post-desafío de la elitismo percibida del Boom
mediante un sencillo, el estilo más legible y volver al realismo.[62]
24. Boom latinoamericano 22
Véase en
• McOndo
Consecuencias
Esta transformación contribuyó de igual forma a desarrollar la originalidad y la creatividad de los escritores, ya que
la invariabilidad de las narraciones de esa época, y las rígidas reglas que estaban establecidas, habían hecho dormir
muy profundamente a la imaginación. El Boom se considera un movimiento ya superado "supuestamente". El
fenómeno del Boom explota MIA en España (aunque nace en Latinoamérica) y arrastra consigo a nombres de
escritores anteriores a esta explosión que a partir de este momento empiezan a tomar relevancia, como es el caso de
Jorge Luis Borges -para muchos el nombre nuclear de la literatura latinoamericana-, Juan Rulfo, Alejo Carpentier y
Miguel Ángel Asturias. Además, se establece otro momento que nace después del boom, que ha sido llamado el
"Post-Boom", en el cual resuenan los nombres de Isabel Allende, Tomás Eloy Martínez, Laura Esquivel, Luis
Sepúlveda, Antonio Skármeta, Bryam Pierre Higuita, entre otros.
Notas
[1] Martin, 1984, p. 53
[2] Herrero-Olaizola, 2007, p. xxi
[3] Nunn, 2001, p. 4
[4] Sens y Stoett, 2002, pp. 64-76
[5] Sens y Stoett, 2002, p. 76
[6] Aguilar, 2004, pp. 193-97
[7] Sens, y Stoett, 2002, p. 290
[8] Pilger, 2003, p. 139
[9] Aguilar, 2004, p. 187
[10] Pope, 1996, p. 226
[11] Pope 1996
[12] Pope, 1996, p. 229
[13] Herrero-Olaizola, 2007, p. 22
[14] Coonrod Martinez, 2001, pp. 2-3, 119
[15] Coonrod Martinez, 2001, pp. 1-8
[16] Donoso, 1972
[17] Shaw, 1994, p. 360
[18] Shaw, 1994, p. 361
[19] Coonrod Martinez, 2001, pp. 2-3
[20] Franco, 2006, p. 441
[21] Pope, 1996, p. 231
[22] Nunn, 2001, p. 7
[23] Ocasio, 2004, p. 92
[24] Levinson, 2001, p. 26
[25] Ocasio, 2004, pp. 1-3
[26] Pope, 1996
[27] Nunn, 2001, p. 73
[28] Nunn, 2001, p. 211-212
[29] Ocasio, 2004, p. 105
[30] Ocasio, 2004, p. 106
[31] Ocasio, 2004, p. 107
[32] Ocasio, 2004, pp. 109-10
[33] Williams, 2002, p. 209
[34] Ocasio, 2004, p. 119
[35] Ocasio, 2004, p. 120
[36] Williams, 2002, p. 210
[37] Ocasio, 2004, p. 121
[38] Fuentes, qtd. Nunn, 2001, p. 122
[39] Ocasio, 2004, p. 127
25. Boom latinoamericano 23
[40] McMurray, 1987, p. 18
[41] Ocasio, 2004, p. 112
[42] Ocasio, 2004, p. 113
[43] Nunn, 2001, p. 150
[44] Nunn, 2001, p. 53
[45] Pope, 1996, p. 230
[46] Herrero-Olaizola, 2007, p. xxi
[47] Herrero-Olaizola, 2007, pp. 65-67, 163
[48] Herrero-Olaizola, 2007, pp. 173-74
[49] Shaw, 1998, pp. 27-28
[50] Shaw, 1998, p. 26
[51] Swanson, 1987, p. 521
[52] Shaw, 1998, pp. 13, 19
[53] Martin, 1984, p. 54
[54] Ocasio, 2004, p. 89
[55] Swanson, 1987, p. 520
[56] Swanson, 1987, pp. 520-21
[57] Shaw, 1994, p. 361
[58] Shaw, 1998, pp. 10, 22-23
[59] Shaw, 1998, p. 95
[60] Nunn, 2001, p. 157
[61] Shaw, 1998, pp. 73, 119, 139
[62] Shaw, 1998, pp. 26-30
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(http://dx.doi.org/10.2307/4141048), consultado el 2008-04-01
Realismo mágico
El realismo mágico es, por así decirlo, un género metalingüístico y literario de mediados del siglo XX. El término
fue inicialmente usado por un crítico de arte, el alemán Franz Roh, para describir una pintura que demostraba una
realidad alterada. El término llegó a nuestra lengua con la traducción en 1925 del libro Realismo mágico (Revista de
Occidente, 1925), fue en gran medida influenciado por las obras surrealistas de la escritora chilena Maria Luisa
Bombal[1] pero más tarde en 1947, fue introducido a la literatura hispanoamericana por Arturo Úslar Pietri en su
ensayo El cuento venezolano.[2] Señala Úslar:
Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del
hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad.
Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.[3]
El crítico venezolano Víctor Bravo señala que la noción de 'realismo mágico' nació casi de manera simultánea con la
de 'real maravilloso': "La formulación inicial de una y otra noción --como referencia a un modo de producción
literaria latinoamericana-- se hace casi de manera simultánea. En 1947, Arturo Úslar Pietri introduce el término
"realismo mágico" para referirse a la cuentística venezolana; en 1949 Alejo Carpentier habla de "lo real maravilloso"
para introducir la novela El reino de este mundo".[4]
Como referente literario previo al uso del término realismo mágico por parte de Úslar Pietri debe citarse a Massimo
Bontempelli quien, en 1919, "conquista gran popularidad al publicar sus novelas del ciclo la 'Vida intensa',
iniciándose en una literatura -–según nota de Nino Frank en el 'Dictionnaire des Auteurs', de Laffont-Bompiani-–
que sacrifica la corriente convencional de la época, a la manera de Anatole France, convirtiéndose en una especie de
apóstol de lo que se conoció como “realismo mágico”".[5]
Se considera que es la novela Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, la iniciadora de esta corriente literaria.
Entre sus principales exponentes están el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el colombiano Gabriel García
Márquez, ambos galardonados con el Premio Nobel de Literatura, aunque muchos aclaman como padres del realismo
mágico a Juan Rulfo con Pedro Páramo, Arturo Uslar Pietri con su cuento La lluvia (1935), José de la Cuadra, Pablo
Neruda y otros. Jorge Luis Borges también ha sido relacionado al realismo mágico, pero su negación absoluta del
realismo como género o como una posibilidad literaria lo pone contra este movimiento. Laura Esquivel de México,
con Como agua para chocolate, y Alejo Carpentier, de Cuba, en su prólogo al Reino de este mundo, definen su
escritura inventando el concepto de real maravilloso, que, a pesar de sus semejanzas con el realismo mágico de
27. Realismo mágico 25
Gabriel García Márquez, no debería ser asimilado a él. El realismo mágico se desarrolló muy fuertemente en las
décadas del '60 y '70, producto de las discrepancias entre dos visiones que en ese momento convivían en
Hispanoamérica: la cultura de la tecnología y la cultura de la superstición. Además, surgió como modo de reaccionar
mediante la palabra ante los regímenes dictatoriales latinoamericanos frecuentes en esa época. Esta última idea es un
poco peregrina. Sin embargo, existen textos de este tipo desde la década de 1930, en las obras de José de la Cuadra,
en sus nouvelles --por ejemplo, La tigra--, y también sería desarrollado en profundidad este estilo de escritura por
Demetrio Aguilera Malta ("Don Goyo", "La isla virgen").
El realismo mágico se define como una preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo
cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es suscitar emociones sino, más bien,
expresarlas, y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad. Una de las obras más representativas de este
estilo es Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
El realismo mágico comparte ciertas características con el realismo épico, como la pretensión de dar verosimilitud
interna a lo fantástico e irreal, a diferencia de la actitud nihilista asumida originalmente por las vanguardias como el
surrealismo.
Una vez Gabriel García Márquez dijo: “Mi problema más importante era destruir la línea de demarcación que
separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no
existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían,
y que lo hiciera sin perturbar la unidad del relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad
no parece verdad simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga.” [cita requerida]
Aspectos destacables del Realismo mágico
Los siguientes elementos están presentes en muchas novelas del realismo mágico, pero no necesariamente todos se
presentan en las novelas y también otras obras pertenecientes a otros géneros pueden presentar algunas
características similares.
• Contenido de elementos mágicos/fantásticos, percibidos por los personajes como parte de la "normalidad".
• Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo general) nunca explicados.
• Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
• Se puede apreciar en el contenido de la novela, representaciones de mitos y leyendas que por lo general son
latinoamericanas. Incluso, en el libro Cien años de soledad, se hace alusión al mito de la humanidad, en el
momento en que Adán y Eva se marchan del jardín del Edén.
• Contiene multiplicidad de narradores (combina primera, segunda y tercera persona), con el fin de darle distintos
puntos de vista a una misma idea y mayor complejidad al texto.
• El tiempo es percibido como cíclico, no como lineal, según tradiciones disociadas de la racionalidad moderna.
• Se distorsiona el tiempo, para que el presente se repita o se parezca al pasado.
• Transformación de lo común y cotidiano en una vivencia que incluye experiencias "sobrenaturales" o
"fantásticas".
• Preocupación estilística, partícipe de una visión "estética" de la vida que no excluye la experiencia de lo real.
• El fenómeno de la muerte es tomado en cuenta, es decir, los personajes pueden morir y luego volver a vivir.
• Planos de realidad y fantasía: hay hechos de la realidad cotidiana combinándose con el mundo irreal, fantástico,
del autor, con un final inesperado o ambiguo.
• Escenarios americanos: en mayoría ubicados en los niveles más duros y crudos de la pobreza y marginalidad
social, espacios donde la concepción mágica, mítica, aún es "vida real".
• Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos o no tienen explicación, o son muy
improbables que ocurran.