1. Las fascias son tejidos que actúan como capas protectoras de todos los órganos mantienen unidos
la piel los músculos, huesos, órganos y sistemas y ofrece un escudo de protección y lubricación.
Los libros de medicina enumeran más de 100 tipos diferentes de fascias.
Las fascias son estructuras de energía chi a las que es posible cargar con grandes cantidades de
energía para fortalecerlas y conservarlas húmedas y flexibles. Cuando no tienen demasiada
energía, se endurecen y se vuelvan frágiles. Las fascias son como fines conductos de energía que
circulan por el cuerpo y los canales y meridianos de energía de los órganos pasan por las fascias.
Cuando la persona pierde su energía o no que circula bien, el cuerpo se endurece y los
movimientos pueden resultar dolorosos y poco armónicos. Las fascias sanas son sinónimo de
flexibilidad, de unidad estructural, es decir dispondremos de un cuerpo sano y vigoroso. La fascias
sanas es como láminas tirantes de material delgado y resistente que ofrece un escudo protector
flexible.
El abdomen tiene varias capas de fascias, en realidad allí es donde se encuentra la mayor
concentración de fascias del cuerpo. Mejorar nuestra energía equivale a mejorar nuestro sistema
fascial.
SISTEMA CONECTIVO FASCIAL
Somos una fascia grande. Nuestros nervios, músculos, capilares, huesos, etc. existen y pueden
realizar sus funciones gracias al orden y conexión que permiten las fascias. Este sistema fascial
mantiene al sistema nervioso en constante conexión con todo el organismo, es decir, ayuda junto
con los nervios a que todo el organismo esté interrelacionado.
2. Las fascias proveen de líquido lubricante a las diferentes estructuras con el fin de permitir el
movimiento y la nutrición de tejidos y órganos.
En los tendones y ligamentos las fascias presentan características distintas, aunque comparten con
la fascia general elementos como el colágeno, fibras elásticas y otras sustancias celulares. En estos
componentes especializados de las fascias existen mecano receptor y propio receptores que
envían información a la médula espinal y al cerebro sobre las posiciones corporales y los
diferentes movimientos que realizamos.
El tejido fascial también ayuda en la defensa del sistema inmunitario ante cualquier agresión, sea
ésta por impacto, por disminución del aporte nutritivo o de oxígeno, por el aumento de gas
carbónico y de desechos metabólicos, proliferación de microbios o por la irritación de los
receptores nerviosos. En estos casos las fascias tienden a inflamarse, enrojecerse, crear calor y
producir dolor. Aquí tiene lugar un proceso automático de reparación y cicatrización basado en
mecanismos complejos en los que el tejido fascial o conjuntivo juega un papel muy importante
gracias entre otros al LCR que circula en su interior.
Las fascias son tejidos de protección y unión que envuelven a todos y cada uno de los órganos de
nuestro cuerpo. Hacen posible que nuestra piel, músculos, huesos, todos nuestros órganos y
diferentes sistemas permanezcan unidos ofreciendo un escudo de protección y lubricación. Los
libros de medicina enumeran más de 100 tipos diferentes de fascias.
Las fascias son estructuras de energía Chi a las que se puede fortalecer y conservar húmedas y
flexibles cargándolas con grandes cantidades de energía. Son como finos conductos de energía
que circulan por el cuerpo. Los canales y meridianos de energía de los órganos pasan por las
fascias. Para mi entender las fascias son uno de los más importantes conductos físicos por donde
la energía, el alma y el espíritu se mueven y habitan.
Cuando las fascias no tienen demasiada energía, se endurecen y vuelven frágiles. Cuando la
persona pierde su energía o ésta no circula bien (como en el caso de una cicatriz), el cuerpo se
endurece y los movimientos pueden resultar dolorosos y poco armónicos. Sabemos que en la
mayoría de los casos de cicatrización el tejido dañado no recupera su suavidad ni calidad original.
Lo que predomina en estos casos es el tejido fibroso responsable del aspecto rígido denominado
fibrosis. Además, esta cicatrización va acompañada por adherencias responsables de diversas
patologías como son irritaciones, espasmos o fallos energéticos en dicha zona producidos por la
falta de comunicación eléctrica entre las células del tejido fascial y sus alrededores, así como el
acortamiento de tejidos (una operación donde hay cicatriz siempre tendrá estos inconvenientes).
Como ya hemos dicho, en el proceso de cicatrización se produce un acortamiento del tejido fascial
que tiende a compensar dicho acortamiento ocasionando un exceso de tensión en zonas distales
que posiblemente cause dolor o malestar en algún otro punto del cuerpo.
Vemos pues que a través de las cadenas musculares o fasciales estas cicatrices pueden producir
molestias en otras partes del cuerpo.
3. De igual manera, cuando una persona recibe un impacto en la cabeza su sistema fascial intenta
que el cerebro quede lo menos dañado mediante ajustes elásticos. Intenta protegerle
amortiguando dicho impacto como si fuera un muelle, es decir, absorbiendo los impulsos del golpe
y re-dirigiéndolo hacia zonas menos importantes.
Es como echar una piedra en un estanque: las ondas circulares que se forman tras el impacto de la
piedra en el agua son simplemente un sistema de amortiguación.
Este impacto se transmite por las fascias de las suturas craneales externas, las fascias internas, las
fascias longitudinales y transversales y por los envoltorios musculares del cuello.
Aunque es difícil percibir este principio en el tejido fascial, es cierto que tras un traumatismo
existe un movimiento dinámico del tejido fascial o aponeurótico ya que funciona como sistema
protector amortiguando el impacto.
Las fascias se caracterizan por su continuidad de una zona a otra, recubriendo completamente
todos y cada uno de nuestros elementos corporales y llegando incluso a todas las células del
organismo en un sistema complejo pero unificado y unitario.
Al hablar de fascias hablamos de diferentes tejidos que tienen la misma función. Dependiendo de
dónde se ubique la fascia, de dónde esté el tejido de relleno, recibirá un nombre u otro.
El tejido aponeurótico, el envoltorio que se encuentra entre músculo y músculo, es una fascia.
El hueso tiene su propio envoltorio, el periostio, otra fascia que protege y nutre al hueso.
Una arteria tiene diferentes hojas o túnicas que la envuelven y cuya función es la de proteger y
nutrir, pues bien, esto también forma parte del tejido fascial.
El abdomen tiene varias capas de fascias, en realidad allí es donde se encuentra la mayor
concentración de fascias del cuerpo de ahí la necesidad de mantener sano y energetizado todo el
abdomen. En técnicas orientales y en artes marciales mantienen esta zona, el punto hara como el
lugar donde almacenar la energía y donde sale el poder y fuerza descomunal que un practicante
necesita sacar en un momento dado.
Mejorar nuestra energía equivale a mejorar nuestro sistema fascial, especialmente si tenemos en
cuenta que las fascias son los distribuidores y almacenadores de la energía de nuestro cuerpo.
Las fascias sanas son como láminas tirantes de un material delgado y resistente que ofrece un
escudo protector flexible. Fascias sanas son sinónimo de flexibilidad, de unidad estructural y de
que disponemos de un cuerpo sano y vigoroso. Son ellas las responsables en gran medida de
nuestro estado de salud y es ahora cuando nos estamos dando cuenta de la importancia de este
tejido.
Como ya hemos dicho, la fascia posee una elasticidad y ésta le permite tanto mantener su forma
como responder a la deformación.
4. La deformación elástica es la capacidad de la fascia para recuperar su forma original cuando ha
desaparecido la carga.
Sin embargo, aunque la fascia tiene la capacidad de dar de sí cuando se la somete a una carga de
estiramiento constante, si esta carga es grande y se aplica durante un periodo de tiempo
prolongado, la fascia puede no ser capaz de recobrar su tamaño y formas originales pudiendo dar
lugar a una deformación plástica y pérdida de energía. A éste fenómeno se le llama histéresis.
Tras la relajación que se acompaña a esta nueva adaptación del tejido estirado, éste recibe un
desgaste y posteriormente dispone de menor resistencia a una segunda aplicación de carga. Éste
fenómeno es de importancia clínica para el terapeuta cuando se observan los efectos del tejido
conectivo o fascial provocados por lesiones agudas, micro-traumatismos repetitivos o debido a
una tensión constante.
Siguiendo el principio de “dañar lo menos posible a lo más importante” y gracias a la inherente
tendencia a la salud, supervivencia y conservación del cuerpo, este tejido siempre intentará alejar
el trauma físico de las zonas más importantes.
5. EL TEJIDO FASCIAL ES RESISTENTE Y SENSIBLE A LA VEZ
Podemos decir que las fascias son resistentes a los traumatismos y realizan un papel de
protección, pero sin embargo son sensibles a las energías de baja vibración o energías negativas.
Este tejido se da cuenta de muchas cosas que nosotros no nos damos cuenta, de muchas energías
que son o no son buenas para nuestro organismo. Este tejido tiene su propia inteligencia y
memoria y si ha sido dañado por ejemplo por los cafés o el alcohol, cuando queramos o tengamos
intención de tomar algo de esto, el cuerpo entero se pondrá malo incluso antes de haber tomado
nada. Es la sabiduría natural del cuerpo. El tejido fascial es extremadamente sensible a las
influencias energéticas del entorno y del interior.
La fascia está hecha de colágeno, elastina y ácidos. Esta constitución la convierte en una
estructura elástica, dura y resistente.
El tejido conjuntivo tiene la capacidad de responder a influencias mecánicas o químicas realizando
cambios en su estructura y forma.
Como ya hemos visto, una carga constante en el cuerpo hace que éste modifique su configuración
para acomodar dicha carga y como consecuencia puede dejar rasgos permanentes en el cuerpo.
Las experiencias traumáticas pueden provocar el acortamiento de un músculo y de sus fascias.
Bajo tensión los músculos se contraen, pero si esta tensión persiste, el acortamiento se puede
hacer permanente ya que la fascia empieza a unirse al músculo y a entremezclarse con éste en
patrones de acortamiento. Esto hace que el músculo se endurezca causando al conjunto del
cuerpo que se acople en una postura desviada o asimétrica.
Si las influencias externas dejan rasgos permanentes en la estructura del cuerpo, entonces
deducimos que al realizar el proceso inverso devolveremos al organismo su estructura corporal
correcta.
Veamos qué puede suceder tras un trauma físico o psíquico.
Un traumatismo físico puede ser una lesión o golpe tras un accidente de motociclismo o de
cualquier otro deporte y un trauma psíquico puede ser el ocasionado por un miedo intenso o por
el enorme sufrimiento por la pérdida de un ser querido.
Como consecuencia de un trauma lo normal es que la onda expansiva del tejido fascial adopte una
dirección determinada para protegernos y aliviar el dolor y que luego vuelva a su posición inicial.
No obstante, ocasionalmente en el proceso de retroceso las fibras no se alinean bien y se atascan.
Debido a que las fascias están repartidas por todo el cuerpo de forma continua y a que los
músculos se complementan y equilibran unos con otros, dicho traumatismo tensará y acortará el
músculo en la zona local, pero de igual manera se producirá una tensión compensatoria en otra
parte del cuerpo.
6. Al cabo de años o meses el sujeto puede tener problemas de pérdida de olfato, de oído, dolor de
hombro, molestias en el cuello, en la cabeza, problemas respiratorios, fallo de memoria, etc. que
difícilmente podremos asociar con algo que nos sucedió hace 3 ó 4 años.
Por supuesto el proceso de deterioro provocado por un traumatismo es reversible en la mayoría
de los casos. El cuerpo se puede manipular y dirigir a una posición mejorada, ya que el cuerpo es
maleable. Incluso los huesos están continuamente regenerándose y cambiando su estructura.
La energía del terapeuta cráneo-sacral calienta y libera las fascias de todo el cuerpo, ayudando al
paciente a recobrar su mejoría.
Aquí prestaremos especial interés a la duramadre raquídea o médula espinal.
La médula espinal es fuerte y resistente así como rica en fibras de colágeno. Su débil rigidez
proporciona cohesión entre las estructuras del cráneo internas y externas, la columna vertebral, el
sacro y el cóccix.
Debido a tan estrecha vinculación entre estos componentes del cuerpo humano, un problema en
el sacro repercute en la columna y en el cráneo, y viceversa.
Muchos problemas de origen psíquico, por no decir todos los problemas emocionales, mentales y
sentimentales que a lo largo de la vida sufrimos, derivan en auténticos traumas que afectan a
nuestras fascias.
Por ejemplo, situaciones emocionales traumáticas con los padres, con los hijos, con la pareja o
cualquier otra relación, repercuten en la tensión de las fascias de todo nuestro organismo.
Es muy posible que una discusión, una pena o tristeza, un enfado, una depresión, una duda o
incertidumbre, un no decir lo que uno quiere decir, o cualquier emoción negativa, pueda
producirnos tensión en el tejido fascial y dolor en alguna parte del cuerpo.
Nuestras emociones entristecen nuestro cuerpo, alma y espíritu, y como el tejido fascial
interconecta estos tres pilares del Ser, es de vital importancia el cuidado y relajación de este tejido
tan especializado.
Es importante que seamos conscientes de que si nos vamos llenando de pequeñas capas de
energía negativa o traumática sin aprender a liberarlas, al cabo del tiempo éstas se pueden
convertir en una distorsión psicológica y finalmente materializarse en una lesión física. Sin
embargo es muy posible que hasta que esto suceda continuemos viviendo sin apenas darnos
cuenta, sin demasiadas molestias palpables. Quizá seamos un poco más infelices o tengamos
cierta dosis de ansiedad hasta que estos estados “soportables” deriven en serios problemas, como
por ejemplo en una esquizofrenia o un cáncer.
Hasta la fecha aún no se han efectuado estudios que relacionen la causa con el efecto, o lo que es
lo mismo, lo psíquico-emocional con lo físico. Aunque sabido es por la comunidad científica que
casi un 80% de las enfermedades actuales son de tipo psicosomático
7. .
El sistema craneosacralesta basado en la comunicación energética a través de las fascias de todo el
organismo como una totalidad. Las fascias longitudinales son las que mas nos interesan, ya que
van a lo largo de la columna vertebral y comunican desde la cabeza hasta los pies en una unidad
funcional.
Aquí entonces podemos entender las terapias de la reflexología podal o la auricultura, en donde
tanto en el pie como en las orejas podemos encontrar todos los órganos reflejos en puntos de
acupuntura. Aquí es donde podemos entender que una fibra nerviosa o fascial trasporta mucha
información y energía de una parte distal a la otra. Estas fascias se caracterizan porque respiran el
movimiento respiratorio primario y por tanto tienen una movilidad deslizante.
A lo largo de las fascias o tejidos longitudinales, desde la cabeza hasta los pies encontramos unas
divisiones trasversas que llamamos diafragma.
Estos diafragmas tienen un tejido fascial que se orienta transversalmente respecto al cuerpo y
pueden en la mayoría de los casos, provocar un deterioro en el movimiento respiratorio primario y
por tanto en su deslizamiento longitudinal.
El diafragma torácico en el más importante por su funcionalidad y cantidad de tejidos importantes
que lo atraviesan. Este diafragma divide el cuerpo en las cavidades torácica y abdominal. Es como
un tabique musculofibroso muy importante para la respiración pulmonar. A través del diafragma
muscular atraviesan los nervios vagos, los nervios esplácnicos mayor y menor, los nervios frénicos,
el esófago, la aorta, la vena cava, los vasos sanguineos esofágicos, la arteria mamaria interna,
entre otros. Las fibras del pericardio penetran en este diafragma por arriba y contribuyen a la
fascia inferior del diafragma. Por la gran cantidad de tejidos importantes que lo atraviesan una
contractura o hipertonia del músculo del diafragma afectara a las fascias longitudinales y la salud
en general.
8. El tejido fascial afecta al aura humana y el aura humana afecta al tejido fascial