La Carreta Chillona, la historia de una mujer chismosa
1. "La Carreta Chillona"
Es una historia que supuestamente sucedió en un
pueblecito situado en las faldas noroeste del Cerro Santa
Catalina, San Esteban, del Departamento de San Vicente.
Los lugareños creían en toda la gama fantasmagórica de la
rica mitología salvadoreña, tal como la Siguanaba, el
Cipitillo, el Duende, etc.
Esta Carreta Bruja le apareció a una mujer chismosa
llamada Cirinla. Era una carreta del tamaño normal sin
bueyes, pero en las puntas de los palos que componían el
estacado llevaba una calavera humana con grotesca mueca
de sonrisa. La carga de la carretera consistía en un
promontorio de cadáveres decapitados que se retorcían
como tentáculos de mil pulpos. Los arrieros, en vez de
cabeza tenían un pequeño manojo de zacate. En la mano
izquierda aseguraban una puya y en la mano derecha el
mango de enorme látigo negro. Danzaban y haciendo
estallar latigazos sobre los cuerpos gritaban y mencionaban
los nombres de todas las personas en el pueblo que eran
conocidas como mentirosas, falsas e hipócritas. Y mientras
decía los nombres, los chicotazos sonaban como estampidos
de balazos en los lomos desnudos de los cuerpos
torturados.
Era tal la curiosidad de Cirinla que cuando escuchó el ruido
de la Carreta Bruja salió de su casa a verla y su espanto fue
tan grande que al día siguiente amaneció muerta encima de
un charco de su propia sangre de curiosa, chismosa,
revoltosa, criticona y juzgona. Y desde entonces la Carreta
Bruja ya no se escuchaba rodar sobre el suelo empedrado de
las calles del apacible pueblecito.