2. AQUEL VIEJO LIBRO
En una vieja Biblioteca se encontraba el libro más antiguo de este lugar, su pasta y sus
hojas ya deterioradas, por el paso de los años y el uso de los estudiantes, se sentía cansado y
viejo y aunque su sabiduría era inmensa, quería verse como los libros nuevos, sus páginas
llenas de palabras de diferentes formas.
Una mañana sin querer, un niño rasgo las páginas del libro; la bibliotecaria le digo: que has
hecho, dañaste el tesoro más bello de este lugar, ahora tendremos que rehacer todas sus
páginas; con gran tristeza el libro pensó que lo iban a cambiar por otro libro, fue tanta su
tristeza que no se dio cuenta que lo iban a reparar; lo dejaron en un cesto, pensó que sus
días había terminado, de pronto se lo llevaron a un cuarto con hartas maquinas, observo que
allí entraban libros viejos como él, y salían nuevos; de repente se vio dentro de la maquina
y pensó, hasta aquí llegue yo.
Pasaron varios días, cuando de repente despertó, vio sus páginas de colores vivos y letras
grandes, una pasta dura, sin querer se había convertido en uno de los libros que tanto
envidiaba y a pesar de ser una edición nueva, siguió siendo el libro más importante de aquel
lugar.
Siempre que soñamos algo se nos hace realidad.
3. LAS ABEJITAS JUGUETONAS
En un panal había tres abejitas, que por primera vez iban a buscar néctar de las
flores del campo. La reina de las abejas le dio un cántaro vacío a cada una y
les ordenó traerlos bien llenos al caer la tarde. Las abejitas partieron volando a
cumplir su tarea. La abeja mayor empezó inmediatamente. La del medio, se
dedicó a escuchar las historias que le contaban las flores y los insectos. La
más pequeña juntó muestras de todos los colores que encontraba en las
florecillas. Sin que se dieran cuenta, de lo entretenidas que estaban, llegó la
hora de volver al panal. En la entrada las esperaba la reina y su corte.
La abejita mayor entregó su cántaro lleno y fue felicitada por todas las abejas.
Luego le tocó a la del medio. Cuando mostró su cántaro con solo la mitad con
néctar, la reina le dijo enojada: “¿Eso es todo lo que traes?” “No”, dijo la
abejita. “Además tengo muchas noticias y chismes que me contaron las
flores y los insectos.” Y así entretuvo a la reina y al panal por mucho tiempo.
Las abejas también la felicitaron.
Al final le tocó a la más pequeña. La reina le preguntó: “¿Y tú, cuánto néctar
traes?”, la chiquita dijo: “Yo, traigo un tercio del cántaro con néctar y
muchos colores, para que todas nos pintemos y nos veamos muy
lindas...” las abejas se pintaron e hicieron una fiesta.
“Duerme como oso, salta como rana, revolotea como mariposa y estudia con las mismas
ganas de las abejas al trabajar”
4. LOSCONEJITOSDE COLORES
Había una mamá coneja que tenía muchos conejitos. Todos eran muy blancos, y
también, como todos los niños, eran muy juguetones y un poquito locos. Así que
siempre estaban jugando por el campo.
Pero, un día, todo el paisaje apareció también blanco. ¡Había nevado!
Cuando la mamá coneja fue a buscar a sus pequeños, no los podía encontrar,
porque como eran blancos, se confundían con la nieve. Entonces fue a buscar
pinturas y pintó a sus conejitos de todos los colores. ¡Ahora sí podía verlos,
fácilmente, jugando en la nieve blanca!.
Todo anduvo bien, hasta que un día, al mirar al campo, no pudo encontrar
nuevamente, a sus conejitos queridos. ¡Había llegado la primavera con todo su
esplendoroso colorido!.
Llamó a sus niños y uno a uno los lavó y los volvió a su color natural, el blanco.
Ahora los podía observar tranquilamente como corrían por el florido campo.
Estaba muy feliz. Pero, un día, pasado el tiempo... ¡volvió a nevar!
“Ser cachorro es lo más lindo que hay, aprovecha para ser feliz...”
5. LA RANITADE LA VOZLINDA
En un charco, a orillas de un río, vivía un grupo de ranas. Se lo pasaban todo el día
croando y croando. ¡Croooc! ¡Croooc!...
Aquel día era muy especial porque las ranitas pequeñas cantarían por primera vez.
Una a una fueron cantando: ¡Crooc! ¡Crooc!. Hasta que saltó al escenario, que era
una piedra en medio del agua, una ranita, que en vez del famoso ¡Crooc! ¡Crooc!,
¡cantó una hermosa melodía, con una bellísima voz de soprano!.
Todos quedaron paralizados. Simplemente no lo podían creer. ¡Una rana que sí
cantaba bien!. La novedad corrió por todo el valle y llegó a oídos, de un
representante de artistas, que se apresuró a ir a buscar a la ranita cantora. La llevó a
los más grandes escenarios del mundo y grabó muchos discos. Todos la admiraban y
querían tomarse fotos con ella.
Sin embargo, la ranita no era feliz. Ella quería volver a su charco, con su familia y
sus amigos. Pero era esclava de su voz y de su fama. No podía volver.
Hasta que, en medio de un recital, en un reino muy lejano, la ranita cantora cambió
su dulce canto, por el canto natural de las ranas, el ronco ¡Crooc! ¡Crooc!... El
público la empezó a pifiar y las pifias eran música para la pequeña, porque se dió
cuenta que ahora podría volver a su charco añorado.
Ahora la ranita sí es feliz. Y cantando ¡Crooc! ¡Crooc! ¡Crooc!, pero con su familia,
sus amigos y su charco.
6. EL TREN QUE QUERÍA VOLAR
Había un tren, muy grande y pesado, que pasaba todo el tiempo pensando en
volar. Los otros trenes le decían que era imposible, que solo los pájaros y los
aviones volaban. Entonces el tren decía ¡Quiero ser un pájaro! ¡Quiero ser un
avión!, pero seguía siendo un pesado tren de carga que quería volar.
Hasta que un día, hubo una gran tormenta, la cual destruyó un puente que unía
dos cerros, justo cuando se acercaba el tren que quería volar. Frente a él se
encontraba el vacío. El maquinista aplicó el freno y saltó a tierra para salvar su
vida. En ese momento, el tren que quería volar vió su oportunidad. Desconectó
los frenos con un fuerte sacudón y aceleró directo al vacío. Y entonces voló,
voló, voló...
Y era tan fuerte su deseo de volar, que se mantuvo en el aire a pesar de su cuerpo
de hierro. Y sintió que era un pájaro. Y sintió que era un avión.
Se mantuvo en el aire mientras las nubes, que habían bajado a ver la hazaña,
pasaban sonriendo a su lado. Llegó volando al otro lado del barranco y las ruedas
tomaron su camino de metal. Desde ese día, el tren que quería volar fue
completamente feliz y se olvidó de ser un pájaro o un avión.
Entendió que lo suyo era ser un tren de carga y sonreía cuando alguien decía que
para un tren era imposible volar
7. EL RÍO
Allá en lo alto de la montaña cubierta por la nieve que se derrite, nace un
pequeño hilito de agua.
Serpenteando entre las rocas y la tierra dura, el agua helada se desliza tratando
por todos los medios de sobrevivir y llegar al hermoso valle que se distingue
lejano. A medida que baja, se le van uniendo más hilos de agua, que como él,
quieren llegar al valle. Y así va creciendo. Y creciendo.
Más abajo ya es un arroyo que con alegría y fuerza juvenil serpentea y canta
mientras baja entre las quebradas. Y así va creciendo. En cuanto llega al valle se
junta con otros arroyuelos. Y con la ayuda de estos nuevos amigos va creciendo y
bañando los campos de trigo. Ya es un río. Y creciendo.
Más adelante en unos cañones profundos se va uniendo a otros ríos, serio y
responsable. Trabajador. Nutre de vida los campos aledaños y calma la sed de los
animales que se acercan a su orilla.
El viaje continúa y ya es un gran caudal que tranquilo y reposado se desliza
suavemente para que los botes de los pescadores que lo navegan no se hundan.
Ya puede ver, a lo lejos, su final. El agua prometida, el mar.
Y en ese lugar el río muere para ser parte del océano que lo acoge después de tan
largo y feliz viaje.
8. EL VIAJE
Los patos silvestres que vivían en aquel estanque, notaron que el invierno se
acercaba. Tal vez porque los días eran más cortos o porque el aire estaba un poco
más frío. Había llegado el momento de buscar climas más cálidos. Y un buen día
echaron a volar iniciando un largo viaje siguiendo al sol.
Todos... menos uno.
Era un pato pequeño y débil que no había crecido tan rápido como los demás.
Los otros eran fuertes, con hermosas y poderosas alas para volar grandes
distancias.El patito miró con angustia, cómo la gran bandada se elevó rumbo al
norte, dejándolo solo en aquella tierra que empezaba a ser fría y que anunciaba el
crudo invierno. Agachó la cabeza y una lágrima rodó por su carita.
Pero en eso sintió un lejano graznido, luego otro y otro más. Levantó la cabeza y
a lo lejos distinguió un punto negro que crecía y crecía. ¡Era la bandada que
regresaba!
- “Hemos venido por tí, pequeño” le dijo el guía.
- “Te esperaremos el tiempo que sea necesario, para que crezcas, y puedas hacer
el viaje con nosotros. Eres uno de los nuestros y tus hermanos no te van a dejar
aquí solo”.
Y por la cara del patito ahora caían muchas lágrimas de felicidad. Pasaron dos
semanas, justo las que el pequeño necesitaba para poder volar, y emprendió junto
a sus hermanos, el largo viaje en busca del sol y de su calor.
“Tu hogar es tu refugio, tu alegría, el lugar donde compartir con tus seres
queridos... ¡Viva el hogar!”
9. LAS DOSGOTITAS
Aquel día llovía fuerte. Y en esa lluvia iban dos gotitas que eran muy amigas.
Mientras caían, iban conversando y preguntándose qué pasaría con ellas al llegar
a tierra. En eso estaban cuando el viento las separó.
Una gotita cayó en un lindo arroyuelo y feliz, se alejó cantando y gozando la
vida, en aquel húmedo y musical tobogán.
La otra gotita fue a dar a un desierto seco y feo. Ella pensó que su destino había
sido muy triste e inútil.
Pero mientras rodaba por la seca tierra del desierto, se encontró con una olvidada
y sedienta semillita.
La gotita se dejó beber por la semilla, e hizo posible que, en el medio del
desierto, naciera una hermosa flor.
La flor dió a beber de su néctar a las abejas. Las abejas hicieron, con el néctar,
una dulce y sabrosa miel. La miel endulzó la vida de mucha gente.
La gotita supo entonces que no importa donde vivas, lo que importa es lo que
hagas con tu vida.
“Tu hogar es tu refugio, tu alegría, el lugar donde compartir con tus seres
queridos... ¡Viva el hogar!”
10. OSCAR EL PINGÜINO DIFERENTE
Los pingüinos son mundialmente conocidos por lo elegantes que son. Siempre
visten de etiqueta y su andar es estirado y pomposo.
Un día estando Oscar, el pingüino, mojando sus patitas en el helado mar, notó
que flotando llegaba hasta él una hermosa caja. Rápidamente Oscar la abrió y
maravillado observó su contenido. No podía creer lo que sus ojos de pingüino
veían... ¡la caja contenía muchos frascos llenos de alucinantes colores!. Y Oscar
aprovechó la ocasión.
Pintó su elegante frac de fuertes azules y amarillos, su pechera blanca terminó
siendo anaranjada con puntos verdes. Se dibujó una corbata celeste y lila y sus
pies los pintó rojos con rayas moradas. Oscar resplandecía, porque el sol había
salido a iluminar tanto colorido, en la siempre blanca, nevada y helada antártica.
Entonces Oscar empezó su triunfal paseo. Los demás pingüinos quedaron
asombrados. Reían. Saltaban. Silbaban. Aplaudían. Ese día fue el gran día de
Oscar. Por fin, aunque fuera por poco tiempo, era diferente. Y la diferencia, lo
hizo feliz.
Entonces, Oscar cambió su nombre, ahora se llama Arcoíris, porque, aunque
volvió a vestir de etiqueta, lleva todos los colores en su corazón.
“Corre, salta, persigue tu sombra, trata de morder tu cola, ladra, aúlla, sáltale encima a tu
papá, embárrate y estarás sanito”
11. PUNTITO, EL ELEFANTE AMARILLITO
Como todos saben, los elefantes son grandes y de color gris. Hasta que nació
Puntito, el elefante enanito y amarillito... Como era diferente, los demás hacían
bromas y se reían de Puntito. Los elefantes grandes y grises se jactaban de su
fuerza y de los grandes pesos que eran capaces de mover. Puntito solo podía
llevar ramitas, hojas secas, pasto y granitos de maíz, en su pequeña trompa
amarilla.
Un día, un gran árbol cayó sobre el jefe de los elefantes, dejándolo atrapado.
Todos los fuertes elefantes corrieron a salvar a su jefe. Pero por más fuerza que
hacían, no podían levantar el árbol. Todos transpiraban y jadeaban tratando de
levantar aquel tremendo peso.
Pero no podían.
Hasta que de pronto, un relámpago amarillo llamado Puntito, saltó sobre el
tronco y con gran sorpresa para ellos, vieron que el árbol se levantó y el jefe
quedó libre. La fuerza de todos no pudo levantar el árbol porque faltaba un
poquito más... justamente la poquita fuerza del pequeño elefantito.
Y así fue que los grandes elefantes comprendieron que todos eran útiles, incluso
Puntito... el amarillito.
“Si tu mascota te mueve la cola quiere decir que te ama y que le gustaría salir a
jugar contigo”