Este documento presenta varios templos y sitios arqueológicos de la antigua Sicilia, colonizada por los griegos. Describe brevemente las ruinas de Agrigento, incluyendo el famoso Valle de los Templos, con sus siete templos monumentales del siglo VI-V a.C. También menciona otros lugares como Siracusa, Selinunte y Megara Hyblaea, que contienen restos de la influencia griega en la isla a través de teatros, templos y acrópolis.
3. Magna grecia
Magna Grecia (Μεγάλή Eλλάς) es el nombre dado en la
Antigüedad al territorio colonizado por los griegos al sur
de Italia y Sicilia.
Para las nuevas ciudades, eligieron territorios costeros:
muchas de ellas se convirtieron en poderosas y
prósperas ciudades, como Nεάπολις (Nápoles) y Σύβαρις
(Síbaris).
Colonias importantes de la Magna Grecia fueron también
Συρακούσσες (Siracusa); Άκραγας (Agrigento); Σελινοΰς
(Selinunte); Tάρας (Tarento); Eλαία (Elea )...
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5. La isla goza de un clima mediterráneo, con inviernos suaves y
húmedos y veranos cálidos y muy áridos. En la primavera el
paisaje es verde y florido, en verano amarillento, sin flores. Las
costas son infinitas, con playas extensas y arenosas, pero también
con pequeñas calas pedregosas. El tono de la arena es muy
variable.
En general, los griegos debieron sentirse allí como en su propia
casa.
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7. Agrigento
Comprende una amplia zona al sur de la antigua ciudad
donde se construyeron, durante los siglos VI y V a. C.,
siete templos griegos monumentales. Actualmente
excavados y en parte restaurados, constituyen parte de
los edificios griegos más antiguos y mejor conservados
fuera de la propia Grecia.
Los templos mejor conservados son dos edificios muy
parecidos, atribuidos tradicionalmente a las diosas
Juno Lacinia y Concordia.
21. El complejo arqueológico actual se divide en cuatro zonas: Los Templos
Orientales, La Acrópolis, La Ciudad Antigua, y el santuario de
Malophoros. Los templos se nombran con letras ante la imposibilidad de
conocer con exactitud a la divinidad a la que estaban dedicados.
26. Aretusa (Αρέθουσα) fue una náyade hija de un dios fluvial. El río
Alfeo se enamoró de ella, pero Aretusa, que se había prometido
permanecer siempre virgen, pidió auxilio a su compañera Ártemis,
que la transformó en fuente para que huyera así de las solicitudes
del dios. Queriendo aún así materializar su amor, el río Alfeo
mezcló desde entonces sus aguas con las de la fuente Aretusa. La
ninfa fue divinizada por los habitantes del lugar, que le dedicaron
poemas y la representaron en las monedas rodeada de delfines.