1. NARRATIVA DE LOS AÑOS 40 A LOS 70
2º BACHILLERATO H
INSTITUTO CRISTÓBAL DE MONROY
ALCALÁ DE GUADAÍRA
(SEVILLA)
2. ESQUEMA
I. COORDENADAS HISTÓRICAS
a) Periodización
b) Ruptura
c) Literatura condicionada
II. NARRATIVA DESDE 1939
A) NOVELA DE POSGUERRA
1. Tremendsmo
2. Novela Existencial
B) REALISMO SOCIAL DE LOS 50
1. Objetivismo
2. Realismo crítico
C) LA RENOVACIÓN DE LOS 60
D) La novela del exilio
3. I. COORDENADAS HISTÓRICAS
A) PERIODIZACIÓN
• En el plano histórico, se distinguen dos principales etapas:
- DICTADURA (1939-1975)
- DEMOCRACIA (desde 1975)
• Literariamente, se distinguen cuatro periodos:
- La posguerra (años 40)
- La literatura social (años 50)
- Intentos renovadores (años 60-70)
- Literatura en Democracia (desde 1975)
4. B) RUPTURA
• La Guerra Civil y la Dictadura posterior suponen para la literatura y arte una ruptura: se
acaba con la llamada Edad de Plata.
• La ruptura afecta a los tres géneros:
1. La poesía presenta una ruptura total
2. La novela experimenta cambios, pero seguirá presente la técnica realista
3. El teatro renovador anterior a 1939 desaparece, pero las obras comerciales siguen
representándose
5. C) LITERATURA CONDICIONADA
• Durante la Dictadura la producción literaria estuvo condicionada por factores como:*
FACTOR
CENSURA Contenidos no afectos a la ideología oficial no
se permiten
DIRIGISMO CULTURAL Apoyo del Régimen a la literatura de su signo
ideológico
AISLAMIENTO Se desconocen las novedades europeas y
mundiales. Evolución propia
DESCONOCIMIENTO DEL Aquellos escritores e intelectuales de ideología
PASADO distinta al Régimen se excluyen de manuales,
de la enseñanza…
DESPRESTIGIO DE LA Rechazo de toda manifestación artística por
CULTURA parte del Franquismo que creó toda una forma
de sentir en la sociedad. Millán Astray: «Muera
la inteligencia»
• Tras la Dictadura, la literatura sufrirá el condicionamiento del mercado literario y de los circuitos
comerciales
6. II. LA NARRATIVA
A) LA POSGUERRA (AÑOS 40)
• Pobreza literaria muy notable
• Estéticamente la ruptura es total con las tendencias previas, tanto la rehumanizadora (novela
política de los años de guerra), como la vanguardista
• En estos años, va a haber dos posibilidades narrativas:
1. TREMENDISMO
2. NOVELA EXISTENCIAL
7. Hemos de reparar también en LA NOVELA DE EVASIÓN:
• Emplea técnicas realistas y ofrece tres tipos de obras
Novelas de los Novelas realistas- Humorismo
triunfadores costumbristas
Ideología conservadora Puro estilo decimonónico Escape de la realidad
Ensalza los valores del Recrean ambientes y Situaciones absurdas,
Régimen paisajes típicos cómicas, diálogos
disparatados
Basada en el glorioso Gonzalo Torrente Ballester: W. Fernández Flórez
pasado imperial Los gozos y las sombras
Rafael García Serrano: La José Mª. Gironella: Los
fiel infantería cipreses no creen en Dios
8. INTENTOS RENOVADORES
* A partir de 1942, algunos autores muestran en sus obras el deseo de superar la novela de evasión.
Hay dos formas de superarla:
9. LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE (Camilo José Cela)
Tenía una perrilla perdiguera -la Chispa-, medio ruin, medio bravía, pero que se entendía muy bien
conmigo; con ella me iba muchas mañanas hasta la Charca, a legua y media del pueblo hacia la raya de
Portugal, y nunca nos volvíamos de vacío para casa.
Al volver, la perra se me adelantaba y me esperaba siempre junto al cruce; había allí una piedra
redonda y achatada como una silla baja, de la que guardo tan grato recuerdo como de cualquier
persona; mejor, seguramente, que el que guardo de muchas de ellas. Era ancha y algo hundida y
cuando me sentaba se me escurría un poco el trasero (con perdón) y quedaba tan acomodado que
sentía tener que dejarla; me pasaba largos ratos sentado sobre la piedra del cruce, silbando, con la
escopeta entre las piernas, mirando lo que había de verse, fumando pitillos. La perrilla, se sentaba
enfrente de mí, sobre sus dos patas de atrás, y me miraba, con la cabeza ladeada, con sus dos ojillos
castaños muy despiertos; yo le hablaba y ella, como si quisiese entenderme mejor, levantaba un poco
las orejas; cuando me callaba aprovechaba para dar unas carreras detrás de los saltamontes, o
simplemente para cambiar de postura: Cuando me marchaba, siempre, sin saber por qué, había de
volver la cabeza hacia la piedra, como para despedirme, y hubo un día que debió parecerme tan triste
por mi marcha, que no tuve más suerte que volver sobre mis pasos a sentarme de nuevo.
La perra volvió a echarse frente a mí y volvió a mirarme; ahora me doy cuenta de que tenía la mirada
de los confesores, escrutadora y fría, como dicen que es la de los linces... un temblor recorrió todo mi
cuerpo; parecía como una corriente que forzaba por salirme por los brazos, el pitillo se me había
apagado; la escopeta, de un solo caño, se dejaba acariciar, lentamente, entre mis piernas. La perra
seguía mirándome fija, como si no me hubiera visto nunca, como si fuese a culparme de algo de un
momento a otro, y su mirada me calentaba la sangre de las venas de tal manera que se veía llegar el
momento en que tuviese que entregarme; hacía calor, un calor espantoso, y mis ojos se entornaban
dominados por el mirar, como un clavo, del animal.
Cogí la escopeta y disparé; volví a cargar y volví a disparar. La perra tenía una sangre oscura y
pegajosa que se extendía poco a poco por la tierra.
10. Nada (Carmen Laforet)
Infiltrándome entre aquella gente, empujando a algunos, logré escurrirme hasta el
apartado rincón del cuarto de baño. Me refugié allí, y cerré la puerta. Maquinalmente,
sin saber cómo, me encontré metida en la sucia bañera, desnuda como todos los días,
dispuesta a recibir el agua de la ducha. En el espejo me encontré reflejada,
miserablemente flaca y con los dientes chocándome como si me muriera de frío. La
verdad es que era todo tan espantoso que rebasaba mi capacidad de tragedia. Solté la
ducha y creo que me entró una risa nerviosa al encontrarme así, como si aquél fuese
un día como todos. Un día en que no hubiese sucedido nada. «Ya lo creo que estoy
histérica», pensaba mientras el agua caía sobre mí azotándome y refrescándome. Las
gotas resbalaban sobre los hombros y el pecho, formaban canales en el vientre,
barrían mis piernas. Arriba estaba Román tendido, sangriento […]
11. Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la cuidad comenzaban a acusar la
ofensiva de la estación. Por las calles había hojas amarillas que el viento, a
ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el
camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad. Tengo
impresos en mi cerebro los menores detalles de aquella mi primera experiencia
viajera. Los cascos caballos martilleaban las piedras de la calzada
rítmicamente, en tanto las ruedas, rígidas y sin ballestas, hacían saltar y crujir el
coche con gran desesperación de mi tío y extraordinario regocijo por mi parte.
Ignoro las calles que recorrimos hasta llegar a la placita silente donde habitaba
don Mateo. Era una plaza rectangular con una meseta en el centro, a la que se
llegaba merced al auxilio de tres escalones de piedra. En la meseta crecían
unos árboles gigantescos que Cobijaban bajo sí una fuente de agua cristalina,
llena de rumores y ecos extraños. Del otro lado de la plaza, cerraba sus
confines una mansión añosa e imponente, donde un extraño relieve, protegido
en una hornacina, hablaba de hombres y tiempos remotos; hombres y tiempos
idos, pero cuya historia perduraba amarrada a aquellas piedras milenarias.
La sombra del ciprés es alargada (Miguel Delibes)
12. B) EL REALISMO SOCIAL DE LOS 50
• Conforme avanza la década de los 50,
aparecen novelas que se alejan de la
evasión de los 40
• En ellas, los novelistas se centran en la
sociedad española del momento con su
falta de libertad, sus desigualdades y su
miseria
• Emplearán la técnica realista
• El Régimen no censuró estas novelas
porque necesitaba el apoyo internacional
• Dos obras marcan este cambio:
- La colmena (1950) de C. J. CELA
- La noria (1951) de Luis ROMERO
• Habrá dos tendencias:
- Objetivismo
- Realismo crítico
13. Objetivismo
Inspirado en movimientos extranjeros
(noveau roman, novela conductista)
Novela como testimonio de la época y
como instrumento de denuncia política y
social
Narrador objetivo
Predominio del diálogo
Realismo crítico
Condensación espacio-temporal
Evolución del objetivismo
Protagonistas individuales
representativos, también colectivos Intención de crítica política y social mucho
más explícita
Narración lineal
Autores comprometidos ideológicamente
Lenguaje sencillo, coloquial
Personajes: estereotipos que encarnan a
Temas: la sociedad de la época, la
la clase obrera, al burgués, al campesino
denuncia de injusticias y desigualdades, el
oprimido…
mundo rural, la vida urbana, las relaciones
laborales, la frívola burguesía… La piqueta (1959): A. Ferres
La mina (1960): A. López Salinas
Central eléctrica (1958): J. López Pacheco
El Jarama (1955): R. Sánchez Ferlosio
Entre visillos (1957). C. Martín Gaite
14. Inclinó la cabeza contra las manos que había enlazado fuertemente. Lo que siguió lo entendí más confuso porque se
puso a morderse los nudillos de los dedos, nerviosamente. Me contó que había estado a punto de ir a Suiza con su
padre y que la noche anterior se desesperaba asomada al balcón de su cuarto pensando que eso ya nunca se podría
remediar, que las cosas que podrían haber hecho en aquel viaje ya nunca las haría y la gente que podría haber conocido
ya no la conocería; y que pensando eso no se podía consolar. Que un viaje le puede cambiara uno la vida, hacérsela ver
de otra manera y a ella ese año se la habría cambiado. Le pregunté que por qué no había ido, pero no me contestó
directamente.
- Si usted no vive aquí- dijo-, no puede entender ciertas cosas. Hace poco que está aquí, ¿no?
- Tres días.
- Tres días- repitió-. No puede entender nada. Si le explico por qué no fui a Suiza se reirá, dirá que qué disparate, que
eso no puede ser. Creerá que lo ha entendido, pero no habrá entendido nada. Solamente uno que vive aquí metido
puede llegar a resignarse con las cosas que pasan aquí, y hasta puede llegar a creer que vive y que respira. ¡Pero yo
no! Yo me ahogo, yo no me resigno, yo me desespero.
Hablaba con rabia, con voz excitada, como si yo la estuviera contradiciendo. Había pasado de un tono a otro sin
transición. Tuve miedo de que nos oyeran los de la habitación, porque se había ido desplazando hacia el hueco de la
puerta y estábamos seguramente a la vista de las personas de dentro. Incluso parecía que ella se gozase en alzar la voz
como si con sus últimas frases quisiera desafiar a alguna de aquellas personas, o tal vez a todas ellas. Se me ocurrió
decirle que seguramente sacaba las cosas un poco de quicio bajo el peso de su desgracia, pero en seguida sentí que
me había equivocado tratando de consolarla por ese camino. Lo vi en sus ojos casi furiosos.
- Aquí tendría que estar usted hace diez días de la mañana a la noche, aquí en esta casa, a ver si se ahogaba o no se
ahogaba, como yo me ahogo. Oyendo cómo le dicen a uno de la mañana a la noche pobrecilla, pobre, pobrecilla. Día y
noche, sin tregua, día y noche. Y venga suspiros y de compasión y más compasión, para que no se pueda uno escapar.
Y compasión también para el muerto, compasión a toneladas para todos, todos enterrados, el muerto y los vivos y todos.
Usted ¿qué cree?, ¿que un muerto necesita tanta compasión?, ¿que necesita de los vivos para algo? Por lo menos a él,
que lo dejen en paz, ¿no le parece?
Entre visillos, Carmen Martín Gaite
15. "- A mi padre y a mí nos pilló la guerra en el pueblo
y en el pueblo nos quedamos. Cuando subí por
primera vez, después, aún quedaban muertos por
estos sitios. Ahí, sin ir más lejos –señaló a su
espalda-, a la puerta del chozo, había tres que
enterré yo.
Parecía extraño que aquellos parajes solos y mudos
pudieran haber visto la guerra de que el pastor
hablaba, el paso y la muerte de tantos hombres.
Aquel silencio amarillo y susurrante no podía haber
sido roto por una voz, un estruendo, un lamento;
parecía tierra inmutable, indiferente, donde todas las
cosas habrían de desaparecer irremisiblemente
como la piedra, en polvo calcinado, sin dejar huella
en su dormida nada«
J. Fernández Santos: Los bravos
16. C) LA RENOVACIÓN DE LOS 60
• Cansancio de la novela social (pobreza en calidad y poco eficaz)
• Se busca renovar
• Influencias de autores europeos e hispanoamericanos
• Esta novela dominará el panorama literario hasta el final de la Dictadura
• Obra clave: Tiempo de silencio de Luis Martín Santos (1962)
• En lo temático, se deja la crítica social y política, para pasar a temas como el autoconocimiento,
la memoria, la experiencia personal, los estados de conciencia
• Cambios en lo formal (ver tabla):
• Luis Martín Santos: Tiempo de silencio; J. Goytisolo: Señas de identidad, M. Delibes: Cinco horas
con Mario, Los santos inocentes J. Benet: Volverás a región, G. Torrente: La saga/fuga de JB
17. En un piso de la calle 52 Este de Nueva York, ante
los ojos conmovidos de una mujer y un hombre que
oyen tras las ventanas cerradas el viento del
invierno y el rumor como de catarata de la ciudad a
la que asoman muy pocas veces y encuentran en el
baúl de Ramiro Retratista lo que nunca han
buscado, lo que les perteneció siempre, sin que lo
supieran o lo desearan, las razones más antiguas
de su desarraigo y de su complicidad.
(...)
Ellos me hicieron, me engendraron, me lo legaron
todo, lo que poseían y lo que nunca tuvieron, las
palabras, el miedo, la ternura, los nombres, el dolor,
la forma de mi cara, el color de mis ojos, la
sensación de no haberme ido nunca de Mágina y de
verla perderse muy lejos, al fondo de la extensión de
la noche.
A. Muñoz Molina: El jinete polaco
18. Mucho más tarde, cuando Jaime Astarloa quiso
reunir los fragmentos dispersos de la tragedia e
intentó recordar cómo había empezado todo, la
primera imagen que le vino a la memoria fue la del
marqués. Y aquella galería abierta sobre los jardines
del Retiro, con los primeros calores del verano
entrando a raudales por las ventanas, empujados
por una luz tan cruda que obligaba a entornar los
ojos cuando hería la guarda bruñida de los floretes.
El marqués no estaba en forma; sus resoplidos
recordaban los de un fuelle roto, y bajo el peto se
veía la camisa empapada en sudor. Sin duda
expiaba así algún exceso nocturno de la víspera,
pero Jaime Astarloa se abstuvo, según su
costumbre, de hacer comentarios inoportunos. La
vida privada de sus clientes no era asunto suyo. Se
limitó a parar en tercia una pésima estocada que
habría hecho ruborizar a un aprendiz, y se tiró luego
a fondo. El flexible acero italiano se curvó al aplicar
un recio botonazo sobre el pecho de su adversario.
A. Pérez Reverte: El maestro de esgrima
19. Todos los días salía de casa subiéndose sus imaginarias solapas de espía, un
cigarrillo colgado del labio y la mirada esquinada de astucia. Deteniéndose en
los escaparates y simulando curiosidades imprevistas, angulando reojos,
hurtando el perfil, burlando persecuciones y salvando emboscadas, vencía sin
novedad la primera etapa del trayecto. A partir de allí, le esperaba otra suerte
de peligros. Si aguardaba la luz verde para cruzar una calle y se ponía a su
altura una mujer con alguna prenda negra, perdía una baza de semáforo. Si
azul, ganaba el derecho a acelerar el paso durante un minuto. Si alcanzaba a
un transeúnte ciego o cojo, no podía adelantarlo mientras no lo liberase algún
hombre con un peso a la espalda. Quedaba cautivo de una plaza si la estaban
regando o había un niño con un gorro, y no podía franquearla hasta que
cruzase un perro o levantase el vuelo una paloma. Pero si el perro se paraba a
hacer una necesidad, también él debía pararse y contener la respiración, pues
en caso contrario las reglas del juego lo obligaban a retroceder hasta encontrar
una monja o cualquier otra persona de uniforme. Por momentos la vida le
parecía apasionante.
Luis Landero: Juegos de la edad tardía
20. Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o cuando los matan. Y los
héroes de verdad nacen y mueren en la guerra. No hay héroes vivos, joven.
Todos están muertos. Muertos, muertos.
(...)
El soldado le está mirando; Sánchez Mazas también, pero sus ojos
deteriorados no entienden lo que ven: bajo el pelo empapado y la ancha frente
y las cejas pobladas de gotas la mirada del soldado no expresa compasión ni
odio, ni siquiera desdén, sino una especie de secreta o insondable alegría, algo
que linda con la crueldad y se resiste a la razón pero tampoco es instinto, algo
que vive en ella con la misma ciega obstinación con que la sangre persiste en
sus conductos y la tierra en su órbita inamovible y todos los seres en su terca
condición de seres, algo que elude a las palabras como el agua del arroyo
elude a la piedra, porque las palabras sólo están hechas para decirse a si
mismas, para decir lo decible, es decir todo excepto lo que nos gobierna o hace
vivir o concierne o somos o es este soldado anónimo y derrotado que ahora
mira a ese hombre cuyo cuerpo casi se confunde con la tierra y el agua marrón
de la hoya, y que grita con fuerza al aire sin dejar de mirarlo. «
Javier Cercas: Soldados de Salamina
21. D) LA NOVELA EN EL EXILIO
• Tras la Guerra Civil y durante gran parte de la Dictadura, bastantes escritores continuaron su
tarea en el exilio: Arturo Barea, Rosa Chacel, Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sender…
• En general, son novelas de temas sociales empleando técnicas realistas junto con
innovaciones formales
• Destacan como temas:
1. El pasado de España: la Guerra Civil (A. Barea: La forja de un rebelde)
2. La añoranza de España (Max Aub: Campo de los almendros)
3. La vida del exiliado
4. La condición humana
22. Aquellos muertos que íbamos encontrando, después
de días bajo el sol de África, que vuelve la carne en
vivero de gusanos en dos horas; aquellos cuerpos
mutilados, momias cuyos vientres explotaron. Sin
ojos o sin lengua, sin testículos, violados con
estacas de alambrada, las manos atadas con sus
propios intestinos, sin cabeza, sin brazos, sin
piernas, serrados en dos. ¡Oh, aquellos muertos!
A. Barea: La forja de un rebelde (II)