Reportaje Maletín Literario El Mercurio abril 2011
1. El Mercurio, 30 de abril de 2011
Después de 4 años Un programa sin evaluación:
¿Qué fue del maletín literario?
Era el proyecto estrella de la Dibam. En dos años se repartieron casi 400 mil cajas
con libros entre las familias más pobres. En medio de loas y cuestionamientos el
programa se implementó, pero -tras el terremoto- nunca más se supo de él ni del
eventual impacto de los siete mil millones de pesos invertidos.
Juan Ignacio Rodríguez Medina
El compromiso era claro. El 21 de mayo de 2007 Michelle Bachelet, entonces Presidenta de la
República, anunció que para el año 2010 no debería existir ningún hogar chileno que no
contara con libros: "Entregaremos lo que hemos llamado un maletín literario a 400 mil
familias", anunció la Mandataria en esa oportunidad.
El objetivo del plan era contribuir al desarrollo de los chilenos más pobres, "instalando el libro
y la experiencia lectora como instrumento de desarrollo creativo e intelectual". En palabras
simples, se trataba de introducir el libro en las familias más necesitadas y formar nuevos
lectores. Casi cuatro años después, cuando el maletín literario ya es algo del pasado, nadie
puede asegurar a ciencia cierta si tuvo algún impacto.
Libros por mil
El proyecto quedó a cargo de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), dirigida
entonces por Nivia Palma; y, dentro de dicha repartición, recayó en la subdirección de
Bibliotecas Públicas. Hubo polémicas sobre la efectividad del plan, algunos hablaron de
demagogia y hasta se dijo que los libros iban a terminar calefaccionando casas o vendiéndose
en las ferias libres. Otros respondieron que esos eran prejuicios y que acercar libros a esos
hogares ya era bueno. Las editoriales que ganaron aplaudieron y las que perdieron se quejaron.
Como sea, el plan se realizó en dos etapas. En la primera, correspondiente al año 2008, se
asignaron 133 mil maletines; y en la segunda, durante 2009, los restantes 267 mil. La selección
de textos la hicieron jurados en los que participaron, entre otros, José Miguel Varas, Marta
Blanco, Alberto Fuguet, Patricia May, Benito Baranda, Guillermo Blanco, Delia Domínguez y
Leonel Lienlaf.
Cada maletín tenía ocho o nueve libros que incluían obras de referencia, novela, poesía, cómics,
con títulos como "El Principito", "Libro de las preguntas", "Cabo de Hornos", "La
metamorfosis" y "Ogú y Mampato". ¿El resultado? Para diciembre de 2009 se entregaron
344.756 maletines, o sea, un 86,2% del material. El saldo pendiente (55.244 cajas) se explica
principalmente por cambios de domicilio de los beneficiarios, y debía entregarse durante el año
pasado.
Según cuenta Nivia Palma, se ideó hacer una tercera entrega en 2010 (distinta del proyecto
original); lo que -señala- fue "aprobado unánimemente por el Parlamento". Sin embargo, tras
el terremoto de febrero, esos dineros fueron redestinados al fondo para la reconstrucción y por
ahora no se avizora un renacimiento. Hasta ahí todo bien.
¿Y la evaluación?
Entregados los libros, la pregunta cae de madura: ¿El maletín literario logró o está logrando
algún impacto? O para ponerlo más bonito: ¿Fue una política efectiva para fomentar la lectura?
Respuesta: nadie sabe ni puede saberlo. ¿Por qué? Porque no hay ninguna evaluación.
Si bien junto a los maletines se entregaron unas cartillas que guiaban a las familias, y además
se hizo socios de las bibliotecas públicas a los beneficiados, el proyecto original no incluía
ninguna herramienta o parámetro para medir su eficacia. De hecho, hace algunas semanas el
actual subdirector de Bibliotecas Públicas, Gonzalo Oyarzún (que según cuenta Nivia Palma
formó parte del equipo a cargo del maletín), declaró que nunca hubo presupuesto para eso y
calificó el maletín como un "desastre", porque había sobrecargado a la Dibam.
2. Enzo Abbagliati, subdirector de Bibliotecas Públicas durante la primera etapa del proyecto,
explica que para 2009 solicitó al Ministerio de Hacienda recursos para hacer una evaluación,
pero "Hacienda decidió que se haría en 2010 con el universo completo de familias
beneficiadas". Nivia Palma confirma que en el presupuesto 2010 de la Dibam se incluyeron
alrededor de cien millones de pesos para dicha tarea; pero, ya sabemos, el terremoto truncó
todo.
Más allá de eso, Palma destaca que no fue una iniciativa aislada: "Si hubiese sido así me
parecería criticable. Pero esto se hacía mientras se construían bibliotecas comunales,
regionales, bibliometros; mientras se aumentaba la plata para comprar libros y para el fondo
del libro; mientras se creaban programas de bibliotecas en los jardines".
Abbagliati reconoce: "Fue una política pública bien focalizada, bien orientada a dotar de
material bibliográfico a los hogares de menores recursos, pero hubiese sido importante medir
el impacto real y, muy vinculado a lo anterior, haber tenido una estrategia de acompa-
ñamiento más sostenida en el tiempo".
Claro, hay algo así como una evaluación del impacto en los testimonios de distintos
coordinadores y directores de bibliotecas, y en las mismas palabras de algunos beneficiarios.
Eso se recoge en un libro publicado por la Dibam sobre el maletín. Allí se describen distintas
iniciativas de seguimiento que fueron apareciendo "espontáneamente": bibliotecarios que
enseñaban la importancia del libro, talleres de lectura en algunas regiones, padres que
aprendieron a leer con sus hijos, charlas literarias o profesores que incluyeron el maletín en los
planes de lectura. Pero eso es casuística, no datos duros.
Otra Quimantú
La fundación La Fuente se dedica a la promoción de la lectura (está a cargo de las Biblioteca
Viva), por ejemplo. Desde un principio se opusieron al maletín literario, pues pensaban que no
era "ni eficiente ni efectivo" en el fomento de la lectura.
Hoy, Claudio Aravena, encargado de proyectos sociales de la entidad, refrenda esa opinión:
"Nadie sabe muy bien qué pasó realmente, y frente a eso creemos que es una política que
fracasó. Sin una evaluación no sabes a qué atenerte. Programas que regalen libros a niños
existen en otros países -en Colombia, el Reino Unido, los países escandinavos-, pero hay un
seguimiento por parte del Estado".
¿Habría que efectuar un estudio ahora para no dejar en el aire el programa? Responde
Aravena: "Las evaluaciones hay que hacerlas antes y después, para poder comparar, y la
anterior ya no se hizo. Debió realizarse una en un momento cero, que hiciera un catastro a esas
personas, que les preguntara por sus hábitos de lectura, para al menos tomar un grupo y
hacerle, por ejemplo, un seguimiento; algo más concreto que sólo colocar un testimonio en la
página web, como pasó".
Nivia Palma cree, o al menos sospecha, que el plan sí impactó. Por un lado, asegura, hubo un
aumento en el uso de las bibliotecas públicas entre 2008 y 2009, que ella en parte atribuye al
maletín; por otro, se pregunta: "¿Habrá algún vínculo entre el mejoramiento en lenguaje que
hay en la prueba Simce tomada en 2009 y la entrega de maletines 2008-2009?". Por eso piensa
que sería interesante hacer la evaluación que no se hizo en 2010, posta que entrega a la actual
administración: "A este gobierno le correspondía distribuir los maletines restantes, seguir
incentivando el vínculo de las familias beneficiadas con las bibliotecas públicas y también hacer
la evaluación más cualitativa".
Surgen varias preguntas: ¿Se hará una evaluación? ¿Se piensa reflotar el plan? ¿Se entregaron
los libros que faltaban (en septiembre del año pasado el diputado Nicolás Monckeberg
denunció que habían quince mil maletines en bodegas, e incluso habló de libros perdidos)? Por
ahora no hay respuestas.
Gonzalo Oyarzún se excusó por encontrarse fuera de Chile, aun así explica que más allá del
calificativo de "desastre" su reflexión apuntaba a "algo más complejo y profundo", a las
opciones que se toman para hacer las cosas: "Hay un estudio realizado en una memoria de
grado de la Universidad de la Frontera, y es bastante claro al otorgarle un escaso valor cultural,
educativo y de lectura al maletín, lo que no es menor tratándose de un programa de más de 10
millones de dólares".
3. Por su parte, Magdalena Krebs, actual directora de la Dibam, prefirió no hablar del asunto,
pues estima que no hay nada nuevo que decir acerca del maletín.
Un maletín sobre el que hay más dudas que respuestas, más opiniones que certezas. Mientras
pasa algo (o no) valgan estas palabras de Enzo Abbagliati: "Siempre escucho hablar de lo que
hizo la editorial Quimantú como un ¡tremendo éxito! Que generó no sé cuántos lectores en
Chile, que incentivó la lectura. Pero cuando uno va a buscar los datos duros, no tiene la
capacidad de decir: 'Mira, efectivamente la editorial Quimantú generó o no un país más lector'.
Y ahí, al igual como va a empezar a pasar con el maletín, comienzan las valoraciones personales
respecto a si esa política pública sirve o no sirve".
5.840.664
Libros adquiridos
$7.042.062.454
Dinero invertido
55.244
Saldo de maletines, con 9 libros cada uno (aprox.), que debían entregarse en
2010.