5. Rafael Alberti LO QUE DEJÉ POR TI Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de la vida. Dejé un temblor, dejé una sacudida, un resplandor de fuegos no apagados, dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la despedida. Dejé palomas tristes sobre un río caballos sobre el sol de las arenas, dejé de oler la mar, dejé de verte. Dejé por ti todo lo que era mío. Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, tanto como dejé para tenerte. R. Alberti, Roma, peligro para caminantes .
6. León Felipe (1884-1968), la voz más vibrante y fuerte de todas la que anduvieron por el exilio. Hay dos Españas Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y ésta es la canción del poeta vagabundo: Soldado, tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola. Mía es la voz antigua de la tierra. Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo... Mas yo te dejo mudo... ¡mudo! y ¿cómo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción?
7. Sé todos los cuentos Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos. Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos.
8. Sé todos los cuentos Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos. Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos.
19. PORQUE TODO ES IGUAL Y TÚ LO SABES, has llegado a tu casa y has cerrado la puerta con aquel mismo gesto con que se tira un día, con que se quita la hoja atrasada al calendario cuando todo es igual y tú lo sabes. Has llegado a tu casa, y, al entrar, has sentido la extrañeza de tus pasos que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras, y encendiste la luz, para volver a comprobar que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año, y después, te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida, y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas, y te has sentido solo, humanamente solo, definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes. La casa encendida
20.
21. En 1944, Dámaso Alonso publicó su libro Hijos de la ira como una reacción existencial y llena de angustia ante la situación que se vivía en España. Nace lo que él mismo bautizó como “la poesía desarraigada”.
22. Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
31. Ciudad Cero Una revolución. Luego una guerra. En aquellos dos años -que eran la quinta parte de toda mi vida-, yo había experimentado sensaciones distintas. Imaginé más tarde lo que es la lucha en calidad de hombre. Pero como tal niño, la guerra, para mí, era tan sólo: suspensión de las clases escolares, Isabelita en bragas en el sótano,
32. c ementerios de coches, pisos abandonados, hambre indefinible, sangre descubierta en la tierra o las losas de la calle, un terror que duraba lo que el frágil rumor de los cristales después de la explosión, y el casi incomprensible dolor de los adultos, sus lágrimas, su miedo, su ira sofocada, que, por algún resquicio, entraban en mi alma para desvanecerse luego, pronto,
33. ante uno de los muchos prodigios cotidianos: el hallazgo de una bala aún caliente, el incendio de un edificio próximo, los restos de un saqueo – papeles y retratos – en medio de la calle... Todo pasó, todo es borroso ahora, todo menos eso que apenas percibía en aquel tiempo y que, años más tarde, resurgió en mi interior, ya para siempre: este miedo difuso, esta ira repentina, estas imprevisibles y verdaderas ganas de llorar. Ángel González: Tratado de urbanidad (1967)
34. Jaime Gil de Biedma Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. dejar huella quería y marcharme entre aplausos -envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra. Las personas del verbo.
35. Otros poetas de los 60: José A. Goytisolo PALABRAS PARA JULIA Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego. Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido.
36. Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso . La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor. Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente. Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
37. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo. La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos. Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio. Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino. Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
38.
39. PERE GIMFERRER Arde el mar Oh ser un capitán de quince años viejo lobo marino las velas desplegadas las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el cielo de zinc los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo en las aguas con sordo estampido el humo en los cafetines Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara los relatos de pulpos serpientes y ballenas de oro enterrado y de filibusteros Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar bajo los cocoteros.
40. Guillermo Carnero Concertado Qué míseras las voces. Llamean, imploran, gimen, se desatan en llanto. En la espesura surte una liviana flauta, tímidamente vibra, y resonante asciende y vigorosa turba los reinos de la sombra. Vibración de la música derrumba las altísimas vidrieras. Qué deseo para que brote el arpa, fluya el clave continuo, irrumpa a contratiempo la vida. En las noches de estío qué míseras las voces. "Dibujo de la muerte "
45. Padre nuestro que estás en la tierra, Donde tienes tu gloria y tu infierno Y tu limbo; que estás en los cafés Donde los pudientes beben su refresco. Padre nuestro que estás en la tierra, En un banco del Prado leyendo. Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo. Padre nuestro que estás en la tierra, En la cigarra, en el beso, En la espiga, en el pecho De todos los que son buenos. Padre que habitas en cualquier sitio, Dios que penetras en cualquier hueco, Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra, Padre nuestro que sí que te vemos Los que luego hemos de ver, Donde sea, o ahí en el cielo.
46. CARMEN CONDE (1907-1996) Amor Ofrecimiento. Acércate. Junto a la noche te espero. Nádame. Fuentes profundas y frías avivan mi corriente. Mira qué puras son mis charcas. ¡Qué gozo el de mi yelo!