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César Vallejo
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo
de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta y escritor peruano considerado
entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en
opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después
de Dante".
La obra renovadora de
César Vallejo muestra
con claridad la
diversidad que brota de
la vanguardia y va más
allá de cuanto sus
protagonistas
imaginaron. De origen
cholo o mestizo, se
dice que sus abuelos
eran sacerdotes
españoles y sus dos
abuelas indígenas.
Vallejo trabajo en
diversos oficios,
estudió en Trujillo y
tuvo como maestro a
Ciro Alegría.
Hacia 1915 formó parte del grupo de “bohemios”, entre
los que se contaba Víctor Raúl Haya de la Torre,
fundador del partido político peruano Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA).
Su mentor literario fue Antenor Orrego y hacia 1918 estaba en Lima, como
profesor particular, donde conoció a José María Eguren y a Manuel
González Prada.
Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918),
que reúne poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación
modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una
diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de
un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del
vanguardismo a nivel mundial.
A finales de 1920 fue encarcelado, acusado de participar en los disturbios
callejeros, experiencia que reflejará en su libro Trilce (1922), aunque
algunos de los poemas de dicho libro se compusieron ya a partir de 1918.
Con anterioridad había dado a la imprenta Los heraldos negros (1918),
poemario de estética modernista aunque contiene ya atisbos de su estilo
posterior.
En 1923 sale de Perú y,
a pesar de algunas
declaraciones en las que
se planteaba el regreso
a la patria, permaneció
en el exilio hasta su
muerte en París; con
algunas breves
estancias en Madrid y en
otras ciudades europeas
en las que estuvo de
paso. Ese mismo año da
a la prensa su primera
obra narrativa: Escalas,
colección de estampas y
relatos, algunos ya
vanguardistas.
En la capital francesa conectó con la vanguardia literaria y artística y pasó
de un cristianismo primitivo (que nunca llegó a abandonar, pese a sus
concepciones políticas) a la militancia en el partido comunista.
La amistad personal con el poeta español Juan Larrea le llevo a participar
en los dos números de la efímera revista Favorables-París-Poemas (1926).
A través de Larrea entró pronto en contacto con los poetas españoles,
especialmente con Gerardo Diego y José Bergamín.
Tras la proclamación de
la de la Segunda
República española vivió
algún tiempo en Madrid,
con algunos viajes a la
URSS, país sobre el que
escribió un libro, Rusia en
1931, reflexiones al pie
del Kremlin, que alcanzó
un cierto éxito de público,
y la novela Tungsteno,
influida por el realismo
socialista.
Pero el ambiente le resultaba agobiante, como
manifiesta en su correspondencia, y el estallido
de la Guerra Civil española le sorprende en París,
donde se encontraba desde 1932, tras su
matrimonio con Georgette. Representa a Perú en
el Congreso Internacional de Escritores
Antifascistas, celebrado en Valencia y Madrid en
1937, y participa directamente en la formación de
comités y en actividades propagandísticas en
apoyo de sus amigos españoles.
Poco antes de morir y en poco más de tres
meses escribe España, aparta de mí este cáliz,
que será, sin duda, el mejor libro poemático
sobre la tragedia española. A comienzos de
1932 había iniciado la redacción de su libro
Poemas humanos, así como de los Poemas en
prosa que algunos críticos sitúan entre 1923 y
1929.
Una buena parte de la obra de Vallejo ha planteado
graves problemas textuales. Georgette de Vallejo
ofreció una versión basada en copias mecanografiadas
de la poeta, no siempre aceptada por la crítica.
Posteriormente Juan Larrea realizó una edición (1978)
con un cierto aparato crítico. Los problemas textuales,
sin embargo, no han ensombrecido la capacidad
renovadora que posee la poesía de Vallejo.
Creador de un lenguaje propio brotado del Modernismo, lírico en sus
manifestaciones, simbólico y oscuro, atento a los hallazgos del surrealismo
aunque sin participar en el movimiento, el poeta consigue piezas de intenso
dramatismo. Parte de una aventura personal en la que se conjugan varias y
hasta contradictorias influencias y en la que el poeta atraviesa por
constantes problemas económicos que le llevan al hambre y a la
enfermedad.
El profundo compromiso que mantiene con su tiempo le
torna lúcido en sus actitudes, pero, salvando el magnífico
libro dedicado a la Guerra Civil española, su poesía
permanece sólo comprometida por un humanismo
trascendido por su sentido de la historia.
Por otra parte, ya
en Trilce el poeta
había imaginación
y experiencia en
poemas donde se
combinaban
también diversos
motivos
sentimentales y
eróticos. En el
poema “Simbolista”
parecía exaltar una
escuela en la que
no faltaba, entre
los franceses, el
nombre de Darío;
pero incluso allí
Vallejo iba mucho
más lejos.
Su peculiar utilización
de la sintaxis, de la
rima y el ritmo,
magistralmente
diverso, son el
resultado de su
angustiada búsqueda
de la verdad humana,
que continuamente se
le escapa, dejándole
entre las manos
ráfagas de instantes,
frases en cuyo fondo
brilla la ternura y que,
pese a su aparente
sinsentido logran
remover y expresar
una dimensión de la
existencia previa a
toda denominación
coherente.
Se trata –como escribió Atenor Orrego– de
“una manera personal y directa con la que
el poeta rompe a hablar porque acaba de
descubrir el verbo.” De ahí que Vallejo se
torné más y más original a medida que su
esfuerzo se concentra en penetrar en los
orígenes del hombre, en la arbitrariedad del
lenguaje, que no es sino el espejo de la
arbitrariedad humana.
No es difícil
advertir que
Vallejo,
incomprendido
muchas veces
y tachado
otras de
ininteligible e
incongruente,
ha paso a ser
una de las más
peculiares
voces
latinoamerican
as de la
modernidad.
Antología
Masa
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar.
Absoluta
Color de ropa antigua. Un julio a sombra,
y un agosto recién segado. Y una
mano de agua que injertó en el pino
resinoso de un tedio malas frutas.
Ahora que has anclado, oscura ropa,
tornas rociada de un suntuoso olor
a tiempo, a abreviación... Y he cantado
el proclive festín que se volcó.
Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte,
contra el límite, contra lo que acaba?
¡Ay, la llaga en color de ropa antigua,
cómo se entreabre y huele a miel quemada!
¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos!
¡Amor contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
un solo ritmo: ¡Dios!
Y al encogerse de hombros los linderos
en un bronco desdén irreductible,
hay un riego de sierpes
en la doncella plenitud del 1.
¡Una arruga, una sombra!
Los heraldos negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Y si después de tantas palabras
¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
SIMBOLISTA
Yo digo para mí: ¡por fin escapo al ruido!; 
¡nadie me ve que voy a la nave sagrada! 
Altas sombras acuden: ¡James, Samain y Maeterlinck, 
y Darío que llora con su lira enlutada!
¡Con paso innumerable sale la dulce Musa, 
y a ella van mis ojos, cual polluelos al grano! 
La acosan tules de éter y azabaches dormidos, 
mientras sueña la vida, como un mirlo, en su mano.
¡Dios mío, eres piadoso, porque hiciste esta nave, 
donde hacen estos brujos azules sus oficios. 
Dios mío eres tristeza porque ellos se parecen 
a ti…! Y de sus trenzas fabrican sus cilicios.
¡Como ánimas que buscan entierros de oro absurdo, 
aquellos simbolistas cantores del Dolor, 
se internan, y aparecen . . . y, hablándonos de lejos, 
nos lloran el suicidio monótono de Dios..!
César Vallejo

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César Vallejo

  • 2. César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta y escritor peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después de Dante".
  • 3. La obra renovadora de César Vallejo muestra con claridad la diversidad que brota de la vanguardia y va más allá de cuanto sus protagonistas imaginaron. De origen cholo o mestizo, se dice que sus abuelos eran sacerdotes españoles y sus dos abuelas indígenas. Vallejo trabajo en diversos oficios, estudió en Trujillo y tuvo como maestro a Ciro Alegría.
  • 4. Hacia 1915 formó parte del grupo de “bohemios”, entre los que se contaba Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del partido político peruano Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
  • 5. Su mentor literario fue Antenor Orrego y hacia 1918 estaba en Lima, como profesor particular, donde conoció a José María Eguren y a Manuel González Prada.
  • 6. Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), que reúne poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial.
  • 7. A finales de 1920 fue encarcelado, acusado de participar en los disturbios callejeros, experiencia que reflejará en su libro Trilce (1922), aunque algunos de los poemas de dicho libro se compusieron ya a partir de 1918. Con anterioridad había dado a la imprenta Los heraldos negros (1918), poemario de estética modernista aunque contiene ya atisbos de su estilo posterior.
  • 8. En 1923 sale de Perú y, a pesar de algunas declaraciones en las que se planteaba el regreso a la patria, permaneció en el exilio hasta su muerte en París; con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Ese mismo año da a la prensa su primera obra narrativa: Escalas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas.
  • 9. En la capital francesa conectó con la vanguardia literaria y artística y pasó de un cristianismo primitivo (que nunca llegó a abandonar, pese a sus concepciones políticas) a la militancia en el partido comunista.
  • 10. La amistad personal con el poeta español Juan Larrea le llevo a participar en los dos números de la efímera revista Favorables-París-Poemas (1926). A través de Larrea entró pronto en contacto con los poetas españoles, especialmente con Gerardo Diego y José Bergamín.
  • 11. Tras la proclamación de la de la Segunda República española vivió algún tiempo en Madrid, con algunos viajes a la URSS, país sobre el que escribió un libro, Rusia en 1931, reflexiones al pie del Kremlin, que alcanzó un cierto éxito de público, y la novela Tungsteno, influida por el realismo socialista.
  • 12. Pero el ambiente le resultaba agobiante, como manifiesta en su correspondencia, y el estallido de la Guerra Civil española le sorprende en París, donde se encontraba desde 1932, tras su matrimonio con Georgette. Representa a Perú en el Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia y Madrid en 1937, y participa directamente en la formación de comités y en actividades propagandísticas en apoyo de sus amigos españoles.
  • 13. Poco antes de morir y en poco más de tres meses escribe España, aparta de mí este cáliz, que será, sin duda, el mejor libro poemático sobre la tragedia española. A comienzos de 1932 había iniciado la redacción de su libro Poemas humanos, así como de los Poemas en prosa que algunos críticos sitúan entre 1923 y 1929.
  • 14. Una buena parte de la obra de Vallejo ha planteado graves problemas textuales. Georgette de Vallejo ofreció una versión basada en copias mecanografiadas de la poeta, no siempre aceptada por la crítica. Posteriormente Juan Larrea realizó una edición (1978) con un cierto aparato crítico. Los problemas textuales, sin embargo, no han ensombrecido la capacidad renovadora que posee la poesía de Vallejo.
  • 15. Creador de un lenguaje propio brotado del Modernismo, lírico en sus manifestaciones, simbólico y oscuro, atento a los hallazgos del surrealismo aunque sin participar en el movimiento, el poeta consigue piezas de intenso dramatismo. Parte de una aventura personal en la que se conjugan varias y hasta contradictorias influencias y en la que el poeta atraviesa por constantes problemas económicos que le llevan al hambre y a la enfermedad.
  • 16. El profundo compromiso que mantiene con su tiempo le torna lúcido en sus actitudes, pero, salvando el magnífico libro dedicado a la Guerra Civil española, su poesía permanece sólo comprometida por un humanismo trascendido por su sentido de la historia.
  • 17. Por otra parte, ya en Trilce el poeta había imaginación y experiencia en poemas donde se combinaban también diversos motivos sentimentales y eróticos. En el poema “Simbolista” parecía exaltar una escuela en la que no faltaba, entre los franceses, el nombre de Darío; pero incluso allí Vallejo iba mucho más lejos.
  • 18. Su peculiar utilización de la sintaxis, de la rima y el ritmo, magistralmente diverso, son el resultado de su angustiada búsqueda de la verdad humana, que continuamente se le escapa, dejándole entre las manos ráfagas de instantes, frases en cuyo fondo brilla la ternura y que, pese a su aparente sinsentido logran remover y expresar una dimensión de la existencia previa a toda denominación coherente.
  • 19. Se trata –como escribió Atenor Orrego– de “una manera personal y directa con la que el poeta rompe a hablar porque acaba de descubrir el verbo.” De ahí que Vallejo se torné más y más original a medida que su esfuerzo se concentra en penetrar en los orígenes del hombre, en la arbitrariedad del lenguaje, que no es sino el espejo de la arbitrariedad humana.
  • 20. No es difícil advertir que Vallejo, incomprendido muchas veces y tachado otras de ininteligible e incongruente, ha paso a ser una de las más peculiares voces latinoamerican as de la modernidad.
  • 22. Masa Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporose lentamente, abrazó al primer hombre; echose a andar.
  • 23. Absoluta Color de ropa antigua. Un julio a sombra, y un agosto recién segado. Y una mano de agua que injertó en el pino resinoso de un tedio malas frutas. Ahora que has anclado, oscura ropa, tornas rociada de un suntuoso olor a tiempo, a abreviación... Y he cantado el proclive festín que se volcó. Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte, contra el límite, contra lo que acaba? ¡Ay, la llaga en color de ropa antigua, cómo se entreabre y huele a miel quemada! ¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos! ¡Amor contra el espacio y contra el tiempo! Un latido único de corazón; un solo ritmo: ¡Dios! Y al encogerse de hombros los linderos en un bronco desdén irreductible, hay un riego de sierpes en la doncella plenitud del 1. ¡Una arruga, una sombra!
  • 24. Los heraldos negros Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
  • 25. Y si después de tantas palabras ¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra! ¡Si después de las alas de los pájaros, no sobrevive el pájaro parado! ¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo y acabemos! ¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte! ¡Levantarse del cielo hacia la tierra por sus propios desastres y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla! ¡Más valdría, francamente, que se lo coman todo y qué más da...! ¡Y si después de tanta historia, sucumbimos, no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la casa o ponerse a cavilar! ¡Y si luego encontramos, de buenas a primeras, que vivimos, a juzgar por la altura de los astros, por el peine y las manchas del pañuelo! ¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo, desde luego! Se dirá que tenemos en uno de los ojos mucha pena y también en el otro, mucha pena y en los dos, cuando miran, mucha pena... Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
  • 26. SIMBOLISTA Yo digo para mí: ¡por fin escapo al ruido!;  ¡nadie me ve que voy a la nave sagrada!  Altas sombras acuden: ¡James, Samain y Maeterlinck,  y Darío que llora con su lira enlutada! ¡Con paso innumerable sale la dulce Musa,  y a ella van mis ojos, cual polluelos al grano!  La acosan tules de éter y azabaches dormidos,  mientras sueña la vida, como un mirlo, en su mano. ¡Dios mío, eres piadoso, porque hiciste esta nave,  donde hacen estos brujos azules sus oficios.  Dios mío eres tristeza porque ellos se parecen  a ti…! Y de sus trenzas fabrican sus cilicios. ¡Como ánimas que buscan entierros de oro absurdo,  aquellos simbolistas cantores del Dolor,  se internan, y aparecen . . . y, hablándonos de lejos,  nos lloran el suicidio monótono de Dios..!