1. El primer premio (Alberto Velásquez)
Mi poema favorito de todos los tiempos, de un autor Alberto Velásquez. Muy triste:
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–El primer premio–
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También fue una tarde del mes de los muertos
También hubo premios en nuestro colegio,
Inmenso gentío, risueño y apuesto
llenaba el salón donde se daban los premios.
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Allí, con sus padres, amigos y deudos
Cien niños charlaban alegres, contentos
Y al par recibían sonrisas y besos.
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A tanta algazara impuso silencio
Un timbre argentino de sonido intenso.
Leyó el secretario
Y el nombre primero que oyose en la sala
Fue el nombre de Alberto
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¡Alberto mi amigo!, un niño modelo
De faz sonrosada de rubios cabellos.
Airoso uniforme cubría su cuerpo
Flexible, menudo y esbelto;
Estaba de luto, y en señal de duelo
Un moño negro cubría su brazo izquierdo.
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Con paso inseguro, la vista en el suelo,
Acercose el niño a recibir su premio,
Y cuando entre aplausos volvía a su asiento,
Bañaban dos lagrimas sus ojos de cielo.
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Caía la tarde
Del sol, los reflejos doraban apenas los montes excelsos.
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Formando contraste con sus compañeros
que el patio llenaban de alegres gorjeos.
Alberto sombrío, la vista en el suelo,
Se quedó solito, de pie y descubierto.
Traía en sus manos artístico premio
Un álbum riquísimo de vistas, templos,
Marinos paisajes, dibujos y cuentos.
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2. Como era mi amigo, como era tan bueno,
Llegue y echándole los brazos al hombro
Le dije al oído, ¿Que tienes Alberto?,
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Clavó en mí sus ojos en llanto deshecho
Y un hondo suspiro retumbó en su pecho
¿qué tengo, me dices? ¿Tú quieres saberlo?
Pues oye, mi amigo, y guarda el secreto.
¡Yo quiero morirme!, ¡yo quiero irme al cielo!
¡Yo quiero a mi madre llevarle este premio!
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Aún puedo escuchar aquel triste acento.
Aún veo su rostro demudado y yerto.
Un mes aún no hacía su madre había muerto
Su madre adorada, su dicha, su cielo.
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No llores, le dije haciendo un esfuerzo.
No llores y vente conmigo al recreo
veamos los santos que tiene tu premio
Olvida esas cosas, no caigas enfermo.
¿Olvidar esas cosas? Repitió gimiendo
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No, no es posible,
Pensando en mi madre, soñando en sus besos,
Cuán fácil me ha sido ganar este premio,
Y hoy, ¡mira! no viene para darme un beso
¿Por que madre mía? ¿Porque yo no he muerto?
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Qué noche, Dios mío. Qué noche de invierno
Bramaban los vientos, La nieve caía.
Y el pobre Albertito llamaba a su madre:
¡Aquí estoy, madre mía!
Haciendo en el aire abrazos y besos.
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Y luego, gimiendo, decía con júbilo:
¡Aquí tengo el premio!
¿Por qué no venías? ¡Qué alegre me encuentro!
¡Qué buena, qué hermosa! ¿Me llevas al Cielo?
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Alberto durmiose. Después, vino el medico
Hablo de neuralgia, de ataque al cerebro
Y de otras mil cosas que ya no recuerdo.
Al toque del alba voló el niño al cielo
Y allá en las alturas se oyeron dos besos.