El relato cuenta la historia de un hombre muy pobre pero generoso llamado Peralta que recibe la visita de dos forasteros, Jesús y Pedro, que en realidad son Jesucristo y uno de sus discípulos. Le otorgan a Peralta cinco deseos por su bondad. Peralta pide poderes sobrenaturales como ganar siempre en los juegos y detener a la muerte. Utiliza estos dones para hacer el bien hasta que enferma y acepta la muerte, quedando su alma en el purgatorio.
3. El relato da la impresión, en un principio, de ser un cuadro de costumbres que
relata la falta de carne en la cuaresma bonaerense de 183… Los
abastecedores de carne solo traen en días cuaresmales, al matadero, los
novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos. Sucedió pues,
en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa, que anego los caminos y las calles de
entrada y salida a la ciudad, que rebosaban de acuoso barro.
El rio la plata, creciendo embravecido, empujo esas aguas que venían
buscando su cause y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes,
arboledas, caseríos y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas
tierras.
Todas esas calamidades eran aprovechadas por los federales resistas, quienes
atreves de la iglesia, culpaban a los unitarios (opositores de la dictadura de
rosas) ante el pueblo, de ser culpables de la desgracia.
Por causa de la inundación estuvo quince días el matadero de la
convalecencia sin ver una sola cabeza vacuna; durante este tiempo, los pobres
niños y enfermos se alimentaban con huevos y gallinas.
Este estado de cosas trajo consigo la especulación y el encarecimiento de los
alimentos vitales, lo que degenero en tal hambruna, que mucha gente
adelanto su viaje al cielo. El gobierno, para calmar los ánimos de la población,
4. envió el decimosexto día de la carestía cincuenta novillos gordos, poca cosa
por cierto, para una población acostumbrada diariamente de 250 a 300
cabezas. A los gritos de ¡Viva el gobierno!, los corrales se llenaron de carniceros,
achuradores y curiosos.
La primera res que se mato fue toda entera de regalo a un líder del gobierno
ahí presente, hombre muy amigo del asado. Una comisión de carniceros
marcho a ofrecérselo a nombre de los federales del matadero, manifestándole
a vivas voces su agradecimiento por la acertada providencia del gobierno, su
adhesión ilimitada al dictador Rosas y su odio entrañable a los salvajes unitarios,
enemigos de Dios y de los hombres. Siguió la matanza y en un cuarto de hora,
cuarentainueve novillos se hallaban tendidos en la playa del matadero,
desarrollados unos, otros por desarrollar.
La visión del matadero era grotesca. Cuarentainueve reses estaban tendidas
sobre sus cueros y cerca de decientas personas hollaban aquel suelo de lado
regado con sangre. Las figuras más prominentes eran los carniceros con
cuchillos en mano, brazos y pecho desnudo, cabello largo y revuelto y chiripa y
rostro embadurnado en sangre.
5. En ese ambiente dantesco, se mesclaba la
gente mas necesitada, que pretendía en un
descuido hacerse de un sebo o de una tripa
para su sustento. Un novillo había quedado en
los corrales. Cuando fueron a matarlo, logro
huir debido a que el lazo que lo sujetaba
estaba flojo.
En su loca huida arremetió contra un niño a
quien decapito en un instante con una de sus
astas. El animal horrorizado por los griteríos
tomo hacia la ciudad donde anduvo en
distintas direcciones. Una hora después de su
fuga, el toro estaba otra vez en el matadero.
6.
7. Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni
una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Pero sí, hay algo. Hay un pueblo.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:
-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Faustino
dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por
encima de nuestras cabezas. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero
aquí cuesta trabajo. Aquí así son las cosas. Cae una gota de agua, grande,
gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un
salivazo. Cae sola. Pero no hay ninguna más. No llueve. El viento que viene del
pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la
gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.
¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?
Hemos vuelto a caminar. Nos habíamos detenido para ver llover. No llovió.
Ahora volvemos a caminar. Con todo, yo sé que desde que yo era muchacho,
no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.
No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches
trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a
no ser eso, no hay nada.
8. Antes andábamos a caballo y traíamos terciada una carabina. Por acá resulta
peligroso andar armado. Pero los caballos son otro asunto. De venir a caballo
ya hubiéramos probado el agua verde del río, y paseado nuestros estómagos
por las calles del pueblo para que se les bajara la comida. Pero también nos
quitaron los caballos junto con la carabina.
Vuelvo hacia todos lados y miro el Llano. Tanta y tamaña tierra para nada.
Nosotros preguntamos:
-¿El Llano?
-Sí, el Llano. Todo el Llano Grande.
Nosotros paramos la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Del río para
allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las
parameras y la tierra buena. No este duro
pellejo de vaca que se llama Llano.
-Es que el Llano, señor delegado...
-Son miles y miles de yuntas.
-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.
¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego.
-Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado
se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer
agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que
nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
9. -Eso manifiéstenlo por escrito.
-Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el
Centro.
Todo es contra el Llano... Así nos han dado esta tierra. Ni zopilotes. Melitón
dice:
-Esta es la tierra que nos han dado.
Yo pienso: "Melitón no tiene la cabeza en su lugar. Ha de ser
el calor el que lo hace hablar así. El calor, que le ha traspasado el sombrero
y le ha calentado la cabeza.
Melitón vuelve a decir:
-Servirá de algo. Servirá aunque sea para correr yeguas .
-¿Cuáles yeguas? -le pregunta Esteban.
Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Lleva puesto un gabán que
le llega al ombligo, y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una
gallina.
Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven
los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. -Allí escondida se te
va a ahogar. Mejor sácala al aire.
Él se la acomoda debajo del brazo y le sopla el aire caliente de su boca.
Luego dice:
10. -Estamos llegando al derrumbadero.
Se ve que ha agarrado a la gallina por las
patas y la zangolotea a cada rato, para no,
golpearle la cabeza contra las piedras.
Conforme bajamos, la tierra se hace buena.
Sube polvo desde nosotros como si fuera un
atajo de mulas lo que bajará por allí; pero
nos gusta llenarnos de polvo. Nos gusta. Por
encima del río, sobre las copas verdes de las
casuarinas, vuelan parvadas de
chachalacas verdes. Esteban ha vuelto a
abrazar su gallina cuando nos acercamos a
las primeras casas. Le desata las patas para
desentumecerla, y luego él y su gallina
desaparecen detrás de unos tepemezquites.
La tierra que nos han dado está allá arriba.
11.
12. El narrador cuenta que una noche estaba en "salón de Julia", un lugar donde se
bebía, bailaba y se alternaba con prostitutas en el Barrio Santa Rita que en ese
entonces era una zona rural en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires,
cuando entró Francisco Real, apodado El Corralero dándole un empellón a la
puerta. Era un hombre alto, fornido vestido de negro con una chalina color
bayo, que venía de otro barrio, del norte, en un coche acompañado de otros
hombres. Su actitud provocativa hace que primero el narrador y luego otros
concurrentes se le fueran encima para pelearlo, pero el recién llegado los
aparta mientras sigue hasta el fondo del lugar donde estaba Rosendo Juárez,
conocido como El Pegador. Este último era un hombre que trabajaba como
elemento de choque para un caudillo político y que por su coraje y habilidad
con el cuchillo era respetado todos y admirado por la mayoría de la gente del
barrio. Su mujer, conocida como La Lujan era era, entre las que iban al lugar, la
más codiciada por los hombres. El Corralero desafió a Rosendo diciéndole que
quería ver cuánto coraje y habilidad tenía, dada su fama de cuchillero y de
malo; todos los presentes se mantienen expectantes aguardado el duelo pero
El Pegador se negó a pelear. La Lujan era se le acercó, le sacó su cuchillo de
entre las ropas y se lo dio en la mano pero El Pegador lo lanzó por una ventana
que daba sobre el arroyo Maldonado. Entonces su mujer se arrimó al Corralero,
le dijo que dejaba a Rosendo porque era un cobarde y comenzaron a bailar
juntos. Los demás concurrentes hicieron lo mismo y al rato ambos se marcharon
abrazados. El narrador, que se sentía deshonrado y avergonzado, salió del salón
con falsas excusas y volvió poco después. Al rato entró la Lujan era sosteniendo
a El Corralero agonizante y en tanto lo veían morir contó que mientras estaban
afuera alguien desafió a El Corralero y le clavó un puñal; era alguien
13. desconocido, afirmó, no era Rosendo. Cuando
uno de los compañeros de Real acusó a la Lujan
era de ser la agresora, el narrador se interpuso, le
hizo ver que ella no hubiera tenido la fuerza
necesaria para dar la puñalada y se burló de
que un hombre con fama de fuerte en su barrio
como el difunto fuera a terminar muriendo en
ese lugar, donde nunca pasaba nada. En eso
escucharon que estaba acercándose la policía
a caballo y, queriendo evitar problemas, los
presentes arrojaron el cadáver de El Corralero al
arroyo por la ventana y continuaron bailando. Al
final, el narrador-personaje insinuó que él había
matado a El Corra
14.
15. Resumen de “A la diestra de dios padre” de Tomás Carrasquilla.
Un hombre muy pobre era demasiado generoso con todo el mundo. La
hermana lo recriminaba por estar dando lo que no tenia. Su casa estaba llena
de enfermos y desposeídos. Llegaron dos forasteros, uno viejo uno joven a la
casa y pidieron ayuda. Peralta los dejó entrar y le pidió a su hermana que
buscara en las alacenas a ver que había. Ella fue y busco de mala gana pero
encontró todo lleno de comida y de carne. La hermana pensó que era dios
que premiaba a su hermano por las buenas obras. A la mañana siguiente los
Forasteros habían abandonado la casa y Peralta encontró una bolsa llena de
onzas del rey. Peralta corrió a buscar los forasteros y cuando los alcanzó les
devolvió la bolsa con el dinero. Los forasteros se presentaron como Jesús de
Nazareno y Pedro el discípulo. Le dijeron que lo querían probar y como había
resultado ser bueno y honesto tenia derecho a 5 deseos. Peralte pidió: Ganar el
juego siempre que el quería. Que la muerte le llegue por delante y no a la
traición. Detener al que quiera por el tiempo que él quiera. Achiquitarse hasta el
tamaño de una hormiga. Y luego le pregunto a Jesús si el dueño de los
condenados era él, el padre eterno o el patas. Jesús le respondió que el espíritu
santo, dios y él eran los dueños de todo pero que los condenados le
pertenecían al diablo. Entonces Peralta pidió por ultimo que el patas no le
pudiera hacer trampa en el juego. Peralta ganó mucho dinero en el juego e
hizo miles de obras de caridad, su hermana compró casas y empezó a
comportarse como rica, sin embargo Peralta siguió vestido como un pordiosero.
16. Un día llegó la muerte. Un esqueleto con cabello
largo y una herramienta filosa. Peralta vengo por ti.
Le dijo. Peralta no se opuso pero le pidió un plazo
para hacer su testamento. Le dijo que se subiera a
un árbol y disfrutara del paisaje del pueblo. Peralta
utilizó su poder y la dejó paralizada ahí por siempre.
Nadie más volvió a morir. El cielo y los infiernos
entraron en crisis. La gente pensó que la muerte se
había muerto y no volvieron a misa. San pedro fue
a la casa delegado por dios y pidió a peralte que
les prestara la muerte, él la presto siempre y
cuando no le hiciera nada. La muerte se propago
rápidamente hasta cuando todo tomó su orden.
Luego peralta se enfermo de una pata y como ya
estaba cansado mandó a hacer su testamento y
cuando llego la pelona el se dejó. Peralta quedó
como un alma del purgatorio.
17. Cogió un camino que lo llevó hasta los infiernos y allí se echó a
jugar todo tipo de juegos con el diablo apostando su alma
contra las almas que él tenia y que estaban rondando sin
entrar al infierno. Así le gano millones de almas. El diablo no
quiso apostar las almas del infierno y se puso a llorar. Luego
mando a que echaran del infierno a Peralta. Este se fue para
el cielo y San Pedro lo cogió a trompadas. Peralta le dijo que
traía esa gente para que se la dejara entrar. San Pedro corrió
y le cerró la puerta. Busco al señor y le contó lo que pasaba. El
señor dijo que los condenados eran por toda la eternidad. El
señor mando a dos santas a que escribieran algo. Mando a
entrar a peralta y los tambores se silenciaron. La leyenda
decía” nos tomas de Aquino y santa teresa de Jesús, mayores
de dada y residenciadas en el cielo por mandato del señor
hemos venido a resolver esto. El documento aceptaba que
Peralta había ganado esas almas en juego limpio y que por
tanto le pertenecían pero que no podían entrar al cielo y
tenían que quedarse afuera.
18. Y que había que darle a Peralta un infierno
nuevo para que llevara sus almas. Y que dios
le regalaba treinta tres mil millones de
cuerpos para que metiera esas almas y
cuando morían los cuerpos eran llenados
por las almas de otros que venían
condenados desde la vida. así hasta el
juicio. Peralta se puso contento y vio las
plazas del cielo llenas de joyas preciosas.
Dios le dijo que escogiera su lugar en el cielo
por que él lo merecía. Peralta se hizo
pequeñito y se abrazó a la cruz y esta
sentado a la derecha del señor.