Este documento presenta una exposición temporal titulada "La dieta que nos hizo humanos" que explora cómo nuestra dieta ha evolucionado a lo largo del tiempo y cómo ha influenciado nuestra evolución. La exposición describe los diferentes métodos que los investigadores usan para estudiar las pautas alimentarias del pasado, como analizar los restos de animales y plantas encontrados en yacimientos arqueológicos y estudiar marcas en los huesos dejadas por herramientas de piedra. También explica cómo los análisis
2. Juan Vicente Herrera Campo
Presidente de la Junta de Castilla y León
María José Salgueiro Cortiñas
Consejera de Cultura y Turismo
Alberto Gutiérrez Alberca
Viceconsejero de Cultura
José Rodríguez Sanz-Pastor
Secretario General de la Consejería de Cultura y Turismo
José Luis Fernández de Dios
Director General de la Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León
Javier Vicente Domingo
Director Gerente del Sistema Atapuerca
4. Exposición temporal, diciembre 2010 - abril 2011
MUSEO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
EXPOSICIÓN
CATÁLOGO
ORGANIZAN
EDITA
Museo de la Evolución Humana (MEH) y Cátedra Tomás
Pascual Sanz-CENIEH
Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo
Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León
COMISARIADO CIENTÍFICO
TEXTOS
Dra. Ana Mateos Cachorro y Dr. Jesús Rodríguez Méndez
(CENIEH).
Ana Mateos y Jesús Rodríguez.
Cátedra Tomás Pascual Sanz-CENIEH
COORDINACIÓN GENERAL
MAQUETACIÓN
Aurora Martín Nájera (MEH)
A. Labarga y T. Sánchez
COORDINADORA CENIEH
IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN
Chitina Moreno-Torres (CENIEH)
Amábar
DISEÑO EXPOSITIVO
ISBN: 9
DEPÓSITO LEGAL: -2010.
ampestudio
IMAGEN Y SONIDO
Asociación Numero F
Imágenes cedidas por CENIEH, Universidad de Burgos
e IPHES
COLABORAN
Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA)
Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución
Humana (CENIEH) de Burgos
Universidad Rovira i Virgili e Instituto Catalán de
Paleoecología Humana y Evolución Social (URV-IPHES)
de Tarragona
SierrActiva
Universidad de Barcelona
Universidad de Burgos (UBU)
Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, Madrid
Centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamientos
Humanos de Madrid
5. C
onocer cómo hemos ido cambiando en nuestros hábitos alimenticios, entender alguna de sus causas y consecuencias o ser conscientes de la importancia de la dieta en términos biológicos y culturales, son cuestiones relacionadas estrechamente con nuestra evolución y, por tanto, con la temática del
Museo de la Evolución Humana. Pero también es una cuestión de actualidad que interesa a buena parte
de la sociedad, cada vez más concienciada de la importancia de la alimentación en nuestra vida y de los
efectos nocivos que una dieta inapropiada o insuficiente puede tener para nuestra salud.
Estos aspectos se manifiestan en esta exposición temporal que, bajo el título La Dieta que nos hizo Humanos, aborda un contenido de los muchos que se tratan en el Museo desde un punto de vista interdisciplinar. La exposición surge de la colaboración entre el Museo de la Evolución Humana y la Cátedra Tomás
Pascual Sanz-Cenieh: los investigadores de este Centro proporcionan el rigor científico de la propuesta y
el Museo se convierte en el referente cercano de muchas de estas cuestiones, ofreciendo la transversalidad necesaria para obtener una visión global. Por su parte, el diseño museográfico de la exposición aporta
una puesta en escena lúdica y actual que atraerá la atención de muy diferente tipo de público.
El discurso del Museo hace hincapié en la interacción del hombre con su entorno ambiental y cultural,
explicando su adaptación al cambio de los ecosistemas. La exposición abunda en este discurso, profundizando en la importancia de la dieta en términos evolutivos y enfrentándonos a nuestros actuales hábitos alimentarios. En último extremo, lo que se pretende es abrir el debate y la reflexión sobre aquellos
aspectos que pueden influir en el futuro del hombre: el cambio climático y sus consecuencias, la tecnología aplicada a los alimentos, el aprovechamiento de los recursos naturales y su distribución, enfermedades y patologías relacionadas con la nutrición, las nuevas tendencias alimentarias, etc.
Con estos planteamientos, el Museo de la Evolución Humana se ofrece como plataforma de aprendizaje
para la divulgación de nuestra evolución y expresa su deseo de convertirse en un espacio para la sensibilización y la experiencia participativa. Ello implica el reto de llegar a ser un centro de dinamización y
de creación de entornos de colaboración y cooperación entre instituciones que trabajen en temáticas
afines. En este sentido, nos sentimos muy satisfechos de la colaboración expositiva iniciada con el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, que se enmarca en el ámbito de las relaciones
recíprocas que estamos empezando a establecer.
MUSEO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
6. Estimado visitante:
B
ienvenido a la exposición “La dieta que nos hizo humanos” que nos ofrece un viaje a
través de la historia desde los primeros antecesores del género Homo hasta el hombre actual, viaje que abarca un periodo de varios millones de años.
Los organizadores han cuidado especialmente los aspectos evolutivos relacionados con
los hábitos alimentarios y las habilidades desarrolladas por nuestros antecesores en la
preparación y cocinado de los alimentos. Conocemos especies animales capaces de recolectar y almacenar alimentos, otras aprenden y transmiten conductas que facilitan el
acceso y aprovechamiento de alimentos bien protegidos por gruesas cubiertas u otros
mecanismos y, por último, otras especies muestran una plasticidad extraordinaria en sus
dietas, adaptándolas a muy diferentes hábitats. Sin embargo ninguna especie animal,
salvo el hombre y sus predecesores, han desarrollado la habilidad de preparar y cocinar
alimentos. Cocinar es uno de los rasgos distintivos de los humanos.
Cocinar ha permitido al hombre aumentar su despensa haciendo digerible e inocuo lo indigerible o tóxico, mejorar el valor calórico y la disponibilidad de nutrientes de los alimentos. Todo ello al servicio de un cerebro cuyo aumento en volumen y alto gasto energético
exigió alimentos densos en energía como la carne y la grasa de la médula ósea de los
animales, ahorrar tiempo y calorías gastados en la masticación y como dicen algunos expertos modificar nuestra anatomía “cambiando tripa por cerebro”. Pero cazar, o competir
por lo cazado por otro, también implicó interacción, planear y ejecutar algo en común,
comunicar intenciones y experiencias, desarrollar un lenguaje, en definitiva diferenciarnos progresivamente como género único.
La evolución del género Homo es un proceso no acabado que comenzó hace 2,4 millones de años aproximadamente y durante el cual sólo una especie, el Homo sapiens, ha
sobrevivido. Nuestro genoma, nuestros rasgos hereditarios, y nuestro metabolismo han
sido moldeados en este largo periodo de adaptación a diferentes hábitats, diferentes
7. amenazas y también diferentes dietas. Cualquier ventaja que en el pasado se tradujo en una mayor descendencia fue seleccionada y transmitida hasta el presente, la capacidad para detectar el sabor amargo
o el gusto por las especias son aspectos sencillos y relativamente bien conocidos por los expertos.
Paradójicamente, rasgos genéticos que antaño fueron favorables y por ello seleccionados, hoy día, con
unos hábitos de alimentación y conducta radicalmente distintos a los de nuestros antepasados, pueden
ser desventajosos y quizás estén en el origen de las enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, por citar las más importantes) que afectan a parte de la población. Los
expertos mantienen un intenso debate sobre esta paradoja, debate alimentado por los descubrimientos
derivados hace una década de la secuenciación del genoma humano y los resultados preliminares del
Proyecto 1000 Genomas cuyo propósito es justamente identificar la mayoría de las variantes presentes
en la especie humana e investigar su relación con la predisposición a ciertas enfermedades. La reciente
secuenciación del genoma neandertal, el otro homínido coetáneo con el Homo sapiens, aporta datos
complementarios a esta polémica.
En el Instituto Tomás Pascual Sanz estamos convencidos de que para entender realmente la nutrición
y fisiología del hombre de hoy debemos conocer la del hombre del pasado y por ello nos complace
patrocinar esta exposición.
No podía faltar un párrafo de agradecimiento dedicado a los comisarios de la Exposición, Dra. Ana
Mateos Cachorro, Directora de la Cátedra Tomás Pascual Sanz-CENIEH y Dr. Jesús Rodríguez Méndez,
investigador del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, por la ilusión, empeño y
conocimiento que han puesto en esta iniciativa así como a todos sus equipos y al MEH por la ayuda y
experiencia volcadas en la exposición.
Por último, deseamos a todos los visitantes una entretenida y provechosa visita.
RICARDO MARTÍ FLUXÁ
Presidente del Instituto Tomás Pascual Sanz
8.
9. I. Introducción
LA ALIMENTACIÓN,
CLAVE DE NUESTRA EVOLUCIÓN
Nuestra especie, Homo sapiens, tiene una dieta tan variada como lo es la
diversidad cultural que puebla el planeta Tierra, y que no es más que un
reflejo de las adquisiciones biológicas y comportamentales de nuestros ancestros más lejanos. En esencia, la alimentación es una de las claves para
entender nuestro pasado, presente y futuro como especie humana. Muchos de nuestros éxitos adaptativos pueden atribuirse a los cambios metabólicos y fisiológicos que la evolución ha ido modelando, pero también
a nuestras habilidades para el aprovisionamiento, preparación y consumo
del alimento. Todo ello permitió a los humanos adaptarse a los cambios
ambientales que se sucedieron en el planeta a lo largo de más de cuatro
millones de años. Nuestro modelo de historia biológica, la expansión cerebral, algunas modificaciones dentales e, incluso, la evolución tecnológica
y cultural son, en parte, resultado de los cambios en la dieta a lo largo de
nuestra evolución.
¿CÓMO LO SABEMOS?
Para conocer las pautas alimentarias del pasado los investigadores cuentan
con varias metodologías que se complementan. Entre los métodos indirec-
16. Menú de hace
3 millones de años
Virutas de mandioca
~
Ensalada de hojas de acacia
~
Gusanos en papillote
~
Caracoles de tierra en su jugo
~
Crujiente de termitas
~
Macedonia de frutas
~
Nueces en su cáscara al aire africano
~
Degustación de carroña de gacela al
aroma de tres días
17. II. La dieta de
nuestros ancestros
más lejanos
COMEDORES DE FRUTA,
HOJAS, INSECTOS Y DE CASI TODO…
En la actualidad hay más de 240 especies de primates, casi todas ellas
adaptadas a la vida en los árboles en bosques y selvas de las regiones
tropicales y subtropicales. Sus dientes son bajos y relativamente anchos,
normalmente con cuatro tubérculos principales. Este tipo de dentición es
apropiada para triturar y permite procesar distintos alimentos. El modo de
vida arborícola condiciona su alimentación, pues la mayoría de las especies
busca su comida en las copas de los árboles. Así se explica que en torno
a la mitad de las especies se alimente de fruta u otras partes vegetales,
mientras que una pequeña proporción está especializada en el consumo
de invertebrados. Al resto los consideramos omnívoros, pues tienen una
alimentación que incluye cantidades importantes de invertebrados, fruta
y otros vegetales. Dentro de los vegetarianos son numerosos los que se
alimentan fundamente de hojas tiernas y brotes (folívoros).
Si nos fijamos en las cuatro especies más próximas a nosotros, los orangutanes son fundamentalmente frugívoros y consumen gran cantidad de
higos silvestres, aunque esporádicamente también comen insectos y quizás huevos de aves. Hay también algunos indicios de que podrían consumir
carroña, al menos ocasionalmente. Los gorilas son casi íntegramente vegetarianos, aunque algunas poblaciones consumen termitas regularmente.
18. 18 LA DIETA DE NUESTROS ANCESTROS MÁS LEJANOS
Lemures
Galagos
Loris
Tarseros
Marmosetas
y capuchinos
Titís
22. 22 LA DIETA QUE NOS HIZO HUMANOS
Los estudios de los isótopos del carbono obtenidos de sus restos óseos
nos indican que consumían habitualmente vegetales y frutas jugosas. Algunas evidencias sugieren también que, al menos algunas de estas especies,
podrían haber consumido carne. Según sus descubridores, los restos de la
especie Australopithecus garhi, que vivió en el este africano, aparecieron
asociados a fragmentos de huesos de herbívoros que presentaban en su
superficie marcas de corte realizadas con lascas de piedra. De ser así estaría evidenciando que esta especie tenía un comportamiento que hasta
ahora se suponía propio del género Homo. Recientemente a otra especie
de australopiteco se le atribuyó también el uso de herramientas y consumo
de carne, pero una buena parte de la comunidad científica ha recibido estas interpretaciones con escepticismo. El debate está servido.
LOS PARÁNTROPOS, CASCANUECES
VIVIENTES
Hace unos 2.6 millones de años el clima de la Tierra se hizo más frío y árido.
En África parte de los bosques dejaron paso a paisajes abiertos y zonas donde
antes existían sabanas con árboles se tornaron más despejadas. Estos cambios
en el paisaje alteraron drásticamente los recursos alimentarios que el entorno
ofrecía a los homínidos. Las plantas de regiones semiáridas o regiones donde
existe al menos una aridez estacional, son muy diferentes de la vegetación de
los ambientes más húmedos donde vivían los Australopitecos. La vegetación
que se extendió por el este y sur de África en ese momento tenía adaptaciones para ahorrar agua y resistir la sequía. Entre las adaptaciones típicas a la
aridez están las hojas coriáceas, cubiertas de ceras de difícil digestión, las espinas en los tallos y la carencia de frutos suculentos. También es frecuente la
aparición de rizomas (tallos subterráneos) o tubérculos en los que las plantas
acumulan agua y nutrientes para resistir la época desfavorable.
28. 28 LA DIETA QUE NOS HIZO HUMANOS
Menú de hace
1 millón de años
Sesos de vecino
~
Hígado de paisano con frutos de la tierra
~
Jamón de gamo macerado al sol
~
Patitas de rinoceronte al aroma de tomillo
~
Ensalada de avellanas y bellotas con salsa
de escaramujo
~
Frescura de frutas del bosque
~
Tuétano de caballo sobre lecho de brotes
tiernos
~
Carpaccio de Perretxico
~
Huevos estrellados de avutarda
34. 34 LA DIETA QUE NOS HIZO HUMANOS
EL CANIBALISMO UNA PRÁCTICA PECULIAR PERO MUY DIFUNDIDA
El canibalismo es un comportamiento documentado en muchos animales.
Prácticamente todas las especies que consumen carne practican de forma
esporádica el canibalismo, y los primates no somos una excepción. Entre
nuestros parientes más cercanos se conocen casos de canibalismo en chimpancés y orangutanes. La evidencia más antigua de canibalismo en homínidos está documentada en la Sierra de Atapuerca (H. antecessor) pero
ha sido un comportamiento relativamente frecuente a lo largo de nuestra
historia evolutiva que se ha registrado también en H. neanderthalensis y
H. sapiens, que ha sido históricamente documentada en numerosas culturas y que aún sigue presente en nuestros días.
En el yacimiento de Trinchera Elefante de la Sierra de Atapuerca hay evidencias de que hace más de un millón de años ya se practicó el canibalismo. Pero es en el nivel TD6 de la Gran Dolina donde mejor está documentado este comportamiento ancestral. Los restos hallados en ese nivel
permiten constatar que hace 900.000 años nueve individuos de la especie
Homo antecessor, siete de ellos menores de 13 años y los otros dos de entre 15 y 18 años, fueron consumidos por otros humanos. Posteriormente,
sus restos fueron abandonados mezclados con los de otros animales que
también fueron consumidos, junto a los utensilios líticos que se emplearon
para procesar los cadáveres. Quizá nunca lleguemos a conocer de manera
cierta los motivos de este comportamiento y las causas de la muerte de los
individuos canibalizados. Podemos preguntarnos si se trató de un comportamiento repetido a lo largo del tiempo o si, por el contrario, fue un mero
suceso puntual. Se puede pensar que estos individuos fueron muertos y
consumidos por los propios componentes de su grupo. Pero esta práctica
sería, con toda probabilidad, anómala e insólita. Algo así sólo podría suceder en situaciones de extrema necesidad, sería el llamado canibalismo
46. Menú de hace
300.000 años
Compota de moras “achuchás”
~
Crudités de hongos con aire de romero
~
Bocadito de sesos de cervatillo
~
Flanecitos de grasa de bisonte
~
Costillas de potro despeñado
~
Solomillo de bisonte fileteado al bifaz
~
Cecina de león de las cavernas
~
Espuma de castañas con flores
silvestres
47. IV. Homo sapiens,
un viajero con nuevas
costumbres
AVES, PECES Y
MOLUSCOS
Uno de los mayores éxitos evolutivos de Homo sapiens ha sido la versatilidad y amplitud de nuestras dietas. Reconocemos a las poblaciones del final
del Pleistoceno como cazadores recolectores del Paleolítico superior, que
conocían muy bien su entorno. Sabedor de que los ciclos naturales llevan
sus propios ritmos y que los animales y las plantas se acomodan a ellos, el
H. sapiens desarrolló formas adecuadas de supervivencia. Estos humanos
eran conscientes de que los animales se desplazaban buscando nuevos
pastos cada estación, conocían sus rutas de migración en cada época del
año y los vigilaban para atacar a las manadas en momentos de descuido y
debilidad. En definitiva, planificaban de forma sofisticada sus tácticas para
asegurarse el éxito en las batidas de caza.
Hace 30.000 años, las poblaciones de H. sapiens perfeccionaron sus sistemas técnicos. El utillaje de los cazadores paleolíticos se enriqueció con
nuevas herramientas, armas y proyectiles, no sólo en piedra sino también
en hueso, asta o marfil que obtenían de las presas cobradas. Esta tecnología (Modo 4) posibilitó avanzadas modalidades de caza a larga distancia
favoreciendo el abatimiento de presas de gran tamaño, asegurando una
muerte más rápida del animal y el cobro de la pieza en menor tiempo. Las
lanzas, flechas, venablos y arcos se complementaban con el uso de hondas,
54. 54 LA DIETA QUE NOS HIZO HUMANOS
Menú de hace
40.000 años
Mejillones y tortuga a la plancha
~
Lengua de abuelo al Sidrón
~
Consomé de huesos de yegüa
~
Ahumado de bisonte al brezo
~
Entrecot de Rinoceronte lanudo
~
Ensalada templada de brotes verdes
con nueces y arándanos
~
Gélido de reno al aroma de líquenes
~
Sorpresa de fresas
62. 62 LA DIETA QUE NOS HIZO HUMANOS
Bibliografía recomendada
Arsuaga J.L. 2002. Los aborígenes. La alimentación en la evolución humana. Ed. RBA. Barcelona. 165 pp.
Campillo J.E. 2004. El mono obeso. La evolución humana y las enfermedades de la opulencia: diabetes, hipertensión y arteriosclerosis. Ed. Crítica
Drakontos. Barcelona. 235pp.
Harris M.1989. Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. ������
Alianza Editorial. Antropología. 331pp.
Standford C. & H. Bunn. (Eds.) 2001. The Early Human Diet: the role of meat.
Oxford. Oxford University Press.
Ungar P. S. & M. F. Teaford. (Eds). 2002. Human Diet. Its origins and evolution. London. Bergin & Garvey.
Ungar P. S. (Ed.). 2007. Evolution of the human diet. The know, the unknown and the unknowable. Oxford. Oxford University Press.
63. 63
Agradecimientos
Los autores quieren manifestar su agradecimiento a todas aquellas personas e instituciones que han prestado su inestimable colaboración para la
realización de este catálogo.
Gracias al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana
(CENIEH) y a su director, José Mª Bermúdez de Castro, asi como al Museo
de la Evolución Humana (MEH). Al grupo liderado por Alejandro PérezPérez de la Universidad de Barcelona, Laura M. Martínez y Ferrán Estebaranz, por su apreciada colaboración en el estudio de la microestriación
dental en primates y homínidos. A Antonio Rosas, del Museo Nacional de
Ciencias Naturales de Madrid (MNCN, CSIC) por su contribución en el tema
del canibalismo de los neandertales de El Sidrón. A Belén Márquez, del Museo Arqueológico Regional de Madrid. A Josep Mª Vergés, Isabel Cáceres,
Palmira Saladié, Marina Lozano, Josep Vallverdú y Lluís Batista, del Institut
Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) de Tarragona,
por hacernos partícipes de sus investigaciones sobre distintos aspectos
del tema. A Eduardo Cerdá y su equipo de SierrActiva y a Rodrigo Alcalde
y Marcos Terradillos, del Departamento de Didáctica y Dinamización del
MEH. A Aurora Martín Nájera (MEH) y a Chitina Moreno-Torres (CENIEH)
por su valiosa contribución.