Este documento cuenta dos historias cortas del Cerro de Pasco, Perú. La primera historia trata sobre tres toros gigantes que aparecieron en el cerro de Santa Rosa y luego se convirtieron en yacimientos minerales importantes. La segunda historia es sobre un sastre endeudado que fingió su muerte para evitar pagar sus deudas, pero un zapatero insistió en que le pague lo que le debía.
2. LOS TRES TOROS
Se dice que el cerro de Santa Rosa (en las Proximidades de la estación del
ferrocarril del Cerro de Pasco) muchos años atrás era un pajonal, donde los
pastores emigraban con sus rebaños de vez en cuando. En una oportunidad se
presentaron allí, sucesivamente tres gigantescos toros de filudas astas, uno de
color blanco, otro de rojo fuego y el tercero negro carbón. El primero,
escarbaba el suelo, emitía sonoros bufidos, al ver el segundo. Se enfrentaron
en pelea salvaje.
3. Cuando este se alejó al ver al tercero coléricamente lo envistió y se queda dueño
del pastizal. No permitía que humano o animal alguno se aproximara.
La noticia cundió en los lugares aledaños. Afanosos de cazarlos 30 jóvenes a pie
y caballo, con palo, hondas, lanzas, y garrotes se dieron cita a Santa Rosa. Los
cornúpedos al ver a la muchedumbre corrieron en diferentes direcciones y
desaparecieron. El blanco enrumbó a Colquijirca, el negro por tras de los cerros
de Paragsha y el rojo hacia Lourdes. La expedición los siguió y no pudo
localizarlos. Pasó el tiempo y siguió indagando por los cornúpedos tiempo
después en las mismas direcciones, se descubrieron las minas de Plata de
Colquijirca, la de carbón de Goyllarisquizga y la de cobre y otros minerales de
lourdes. Se supo entonces que los toros se habian convertido en minerales y que
los caminos que siguieron en su destino se habían tomado en filones metálicos
de igual especie, respetivamente. Así se originaron los yacimientos mas
importantes de este departamento minero por excelencia.
4. EL SASTRE Y EL ZAPATERO
Hubo un sastre cerreño que por escasez de clientes y la implacable competencia,
habíacaído en la desgracia de deberle a medio mundo. Por másque se esforzaba, no
podía cancelar sus deudas que cadavez eran más cuantiosos.Un día, como fruto de sus
desesperadas meditaciones, llegóa una determinación que a su juicio, le salvaría de la
cárcel.Llamó a su mujer y le dijo:- Mira mujer, como le debo a todo el mundo y no le
puedopagar, será mejor que me haga el muerto, entonces todosmis acreedores me
perdonarán y así viviremos sin deudas.Para que todos lo crean, sal a la calle y grita
desesperada.
5. Cumpliendo con lo dispuesto, la mujer echó a lamentarse a
grito pelado de la “muerte” de su esposo. Tan convincente
y dramática era su actuación, que la mayoría de vecinos la consolaba y le decía que nose
preocupara, que le perdonaban sus deudas, pero entre estos vecinos, había un zapatero cojo
que decía a voz en cuello:- ¡A mí, me debe medio real y no le perdono!. Nosotros los
yanacanchin
os somos así…¡Usted tendrá que pagarme!…
Por la noche, como era costumbre en aquellos tiempos, llevaron al muerto a la iglesia de
Yanacancha hasta el momento de darle sepultura en el campo santo contiguo.El sastreiba
amortajado e inmóvil en la caja, satisfecho por lo bien que le había salido el embustey más
aún, pensando en el susto que se llevarían los acompañantes cuando se levantaradel ataúd
como que estuviera resucitado.
6. Dejaron la caja en la iglesia y al rato apareció el tozudo zapatero que rengueando yenojado destapó
la caja del féretro gritándole al sastre:Mira sastre de los demonios, si no me pagas mi medio real, te condenarás…¡Así que págame lo que
me debes!. Dame mi medio real, maldito!… ¡Dame mi medio real!.
A esa hora de la noche que se encontraba vociferando el zapatero rengo, oyó que abríanlas puertas
de la iglesia. Presa del terror, venciendo su cojera, fue a esconderse alconfesionario más próximo.
Los que habían ingresado, era un grupo de ladrones quequerían hacer el reparto de su botín. El jefe
de los malandrines, dijo:- Aquí hay cinco montones de monedas de oro que hemos robado. Como
nosotros nosomos más que cuatro, el quinto montón se lo llevará el que le dé un bofetón al
muertoque está en la caja.Todos callaron respetuosos, pero el más pequeño del grupo, acercándose
al difunto,dijo:- Yo le voy a dar no sólo uno, sino que por ese montón de oro, voy a propinarle
talcantidad de cachetadas, que todo el Cerro de Pasco lo va a escuchar. Llegó a la caja,levantó la
mano dispuesto a cumplir lo prometido, cuando el sastre se incorporó desúbito y sentándose
violentamente, gritó:- ¡ Ayúdenme aquí difuntos, que tengo mis cuatro puntos!