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CORPORACIÓN PARA LA VIDA MUJERES QUE CREAN
“SIN MEMORIA, ME-MORÍA, SE MORÍAN”
CUATRO HISTORIAS DE VIDA
INFORME DE INVESTIGACIÓN
LAS MUJERES Y LA VIOLENCIA EN EL CONTEXTO DEL CONFLICTO SOCIOPOLÍTICO
ARMADO VIVIDO EN MEDELLÍN ENTRE 1988 Y 2008
Investigadora Principal:
Luz María Londoño F.
Co-investigadora:
Claudia Isabel Acevedo G.
Asistente de investigación:
Alba Nelly Londoño S.
Medellín, marzo de 2012
2
3
DE LO QUE CONTIENE
LA GRATITUD…
A MODO DE PRESENTACIÓN
CAPÍTULO 1. DE CÓMO HICIMOS ESTE EJERCICIO INVESTIGATIVO
1.1.	 LO QUE SE PROPUSO
1.1.1.	 En general
1.1.2.	 Específicamente
1.2.	 EL ENCUADRE
1.3.	 DECIDIR CON QUIÉN
1.4.	 CÓMO TRATAR LO RELATADO
1.4.1.	 Transcribiendo, organizando y analizando
1.4.2.	 Comprendiendo también con algunos conceptos
1.5.	 ACTUACIONES PARA CONSTRUIR CONOCIMIENTO CON OTRAS
CAPÍTULO 2. PRINCIPALES ABREVADEROS…
CAPÍTULO 3. SEMBLANZAS
3.1.	 ROSA: DESTERRADA DE SU SER SOCIAL, DE SU VIDA COMUNITARIA
3.2.	 GLORIA: ENTRE MIEDOS, DOLORES Y AMORES, ESAS VERDADES QUE ASUSTAN
4
3.3.	 MARÍA: DE LO HABLADO A LO QUE SILENCIA
3.4.	 ANA: DE LA INCONFORMIDAD A LA BÚSQUEDA Y EL REBUSQUE, Y DE AHÍ A LA
TRASGRESIÓN
CAPÍTULO 4. REFLEXIÓN FINAL
Y EL CONFLICTO SIGUE
BIBLIOGRAFÍA
5
LA GRATITUD…
A las mujeres participantes, que con generosidad y valentía compartieron con nosotras su historia, sus
palabras, su vida, y se unieron así a esta apuesta por la memoria y por las comprensiones de nosotras
las mujeres, del conflicto y de la vida en esta ciudad.
A la vida que nos ha dejado encontrar-nos, y entre recuerdos, reflexiones y afanes, irla haciendo, irla
viviendo.
A las mujeres que apoyan tras bambalinas esas labores y detalles que a veces parecen imperceptibles:
citar, transcribir, contratar y demás, pero que realmente son definitivas para hacer lo necesario, lo
propuesto, lo preciso y lo deseado.
A la agencia vasca SETEM Hego Haizea y a la diputación de Gipuzkoa, quienes han creído en nosotras
y en nuestras apuestas.
A todas y todos, nuestra gratitud.
6
7
A MODO DE PRESENTACIÓN
Entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar.
Jorge Luís Borges
En el marco del proyecto “Recuperando memorias para vivir sin violencias contra las mujeres”,
financiado por la agencia SETEM Hego Haizea con fondos de la Diputación de Gipuzkoa, la Corporación
para la Vida Mujeres que Crean concibió la realización de una investigación sobre las violencias
ejercidas contra ellas en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido en la ciudad de Medellín
entre 1988 y 2008, que buscaba rescatar y resignificar en la voz de las mujeres las muchas memorias
relacionadas con los fenómenos de violencia en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido
en la ciudad de Medellín en ese lapso en el que los hombres hicieron parte mayoritariamente de los
relatos noticiosos de la guerra y de las cifras de asesinatos diversos.
En el mes de octubre de 2010 se dio inicio al proyecto de investigación: “Sin memoria, me-moría,
se morían”. Cuatro historias de vida, que pretende evidenciar los efectos individuales y colectivos
causados por el conflicto en las mujeres, para fortalecer su actoría política y promover, en alianza con
organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos, acciones que conlleven a la exigibilidad
de sus derechos y a la reparación integral de dichos efectos en sus cuerpos y en sus vidas. Se busca con
ello incidir en la transformación de factores históricos, sociales, políticos y culturales que mantienen
y reproducen las violencias contra las mujeres, develando no sólo su carácter estructural sino su
exacerbación en contextos de conflicto armado, así como las graves consecuencias en el cuerpo, la
vida y la dignidad de las mujeres y en el desarrollo democrático de nuestras sociedades.
Dentro de este contexto, el ejercicio de recuperación de las memorias de las mujeres que vivieron
el conflicto armado de la ciudad de Medellín entre 1988 y 2008, partió de la necesidad de trabajar
los silencios, los dolores ocultos y emergentes, así como los imaginarios culturales que generan y
8
sostienen violencias fácticas y simbólicas contra ellas. Una sociedad que naturaliza las violencias contra
sus mujeres y no las ve en perspectiva histórica, se condena a reproducirlas y perpetuarlas como una
forma de vida, que además se transmite generacionalmente, haciéndolas un asunto colectivo en el
que se imbrican los ámbitos privado y público.
Llevado a cabo entre ocho mujeres cinco de ellas desde el relato de los procesos de victimización que
han vivido en el marco del conflicto urbano que ha azotado a Medellín en las últimas tres décadas, y las
otras tres como escuchas y como intérpretes1
, dicho proceso investigativo nos llevó sin habérnoslo
propuesto a transitar caminos inesperados y complejos y a replantearnos paradigmas de aproximación
y comprensión del papel que hemos jugado las mujeres en dicho conflicto y el que nos correspondería
jugar como agentes de construcción de paz.
Mediante los relatos de los acontecimientos que cuatro mujeres vivieron durante esas dos décadas,
buscamos construir las memorias históricas que habrán de darle paso a la reconstrucción de la memoria
social de las mujeres de esta ciudad en ese lapso.
1Luz María Londoño (investigadora principal), Claudia Isabel Acevedo (co-investigadora) y Alba Nelly Londoño (asistente de investigación).
9
CAPITULO 1
MEMORIA METODOLÓGICA:
DE CÓMO HICIMOS ESTE EJERCICIO INVESTIGATIVO
La inclusión de esta memoria como punto de partida del presente informe, pretende mostrar la trayectoria
recorrida en el transcurso de nuestro ejercicio investigativo, dando cuenta de los momentos, las
decisiones y operaciones asumidas a lo largo del proceso. Con ello buscamos compartir ese quehacer
particular que en las ciencias sociales denominamos “investigar”, que como muchos estudiosos y
estudiosas ya lo han dicho tiene como propósito ganar en la comprensión y explicación de fenómenos
sociales mediante la construcción de entramados de significación, que, a partir de unas preguntas
iniciales sobre situaciones que nos pre-ocupan y apoyándose en una serie de herramientas teóricas y
metodológicas, nos permitan entender mejor la realidad que nos rodea, en la búsqueda de una mejor
sociedad humana.
Como la construcción de esas tramas de sentido que constituyen la esencia de los procesos investigativos
en ciencias sociales tiene mucho del oficio de tejer de hilvanar sentidos, dedicaremos este capítulo
a dar cuenta de algunos de los hilos centrales de nuestra urdimbre.
LO QUE SE PROPUSO1.1.	
En general1.1.1.	
Identificar, analizar y visibilizar los efectos e impactos dejados en el cuerpo, la vida y los derechos
de las mujeres por la violencia ejercida contra ellas en el contexto del conflicto sociopolítico armado
de Medellín entre 1988 y 2008, y las estrategias con que ellas los han afrontado, como una forma de
reconstruir su memoria colectiva y una opción política de exigibilidad de sus derechos.
10
Específicamente1.1.2.	
Reconstruir el conflicto sociopolítico armado vivido en Medellín entre los años 1988 y 2008 desde­	
la voz de mujeres que han sido victimizadas dentro del mismo.
Identificar los principales efectos e impactos dejados en el cuerpo, la vida y los derechos de-	
mujeres afectadas por violencias de origen socio político ocurridas en ese período.
Explorar las formas en que estas mujeres han afrontado esos efectos e impactos y los resultados-	
obtenidos en términos de su recuperación física, emocional y sociopolítica.
Indagar por los imaginarios culturales que subyacen tanto a las afectaciones producidas por las-	
violencias vividas por ellas, como a las reacciones que han tenido frente a tales violencias.
Conforme con los anteriores objetivos, nuestras preguntas de investigación fueron las siguientes:
¿Cómo se configura entre 1988 y 2008 el conflicto sociopolítico armado vivido en Medellín desde­	
la voz de mujeres victimizadas dentro del mismo?
¿Qué se conoce sobre la violencia de origen sociopolítico ejercida en contra de las mujeres de­	
Medellín en ese lapso (magnitud, actores, modalidades)?
¿Qué efectos físicos, emocionales y sociales ha tenido esta violencia en el cuerpo, la vida y los­	
derechos de las mujeres que la han sufrido?
¿Qué impactos han tenido en sus vidas esas experiencias de violencia?­	
¿Cuáles han sido las estrategias de afrontamiento empleadas por las mujeres victimizadas y qué­	
resultados han tenido en su recuperación física, emocional y social?
¿Qué imaginarios culturales subyacen a las afectaciones producidas en estas mujeres por las­	
violencias vividas por ellas y a las reacciones que han tenido frente a los hechos violentos?
Considerando en cada historia aspectos como:
La modalidad de violencias ejercida y las circunstancias que rodean el hecho violento (actores,­
11
razones esgrimidas y modus operandi).
El contexto general donde ocurre la violencia y cómo este contexto afecta la experiencia vivida por­	
la mujer.
Los efectos e impactos físicos, emocionales y sociopolíticos producidos en la mujer victimizada, su­	
familia y organizaciones (entorno social).
Las estrategias de afrontamiento empleadas por las mujeres y los resultados obtenidos en términos­	
de la recuperación física, emocional y socio política.
Los imaginarios socio culturales que alimentan dicha violencia, las afectaciones producidas por ella­	
y las reacciones de las mujeres frente a la misma.
Los sentidos asignados (re-significaciones) por ellas a la violencia vivida (entrecruzamiento privado-­	
público: continuum de violencias).
EL ENCUADRE1.2.	
Con el propósito de aproximarse al entendimiento de las vivencias de mujeres víctimas de violencia
política en el contexto del conflicto socio político armado ocurrido en Medellín en las tres últimas
décadas, y de los ámbitos en los que se hacían realidad esas vivencias, desde un inicio nuestra
propuesta investigativa fue pensada con un enfoque fenomenológico. Dentro de este marco, se optó
por el desarrollo de un estudio exploratorio – descriptivo que, empleando como estrategia la historia
de vida, nos permitiera responder a las demandas de la tarea investigativa.
Desde la hermenéutica fenomenológica, los relatos y las narrativas en general, como ejercicio de
lenguaje, son formas de dejarse oír, que permiten ubicarse e identificar los lugares desde los que
comprendemos y hacemos el mundo y la vida misma. La interpretación es una dimensión intrínseca
del ser humano que da cuenta de que las experiencias nacen y se hacen sobre el trasfondo de las que
le anteceden y que es a través del lenguaje como se hace posible la auto comprensión.
La concepción diltheana de la hermenéutica como fundamento de las ciencias del espíritu, se torna
ya no sólo como una cuestión metodológica, sino “como una perspectiva de naturaleza filosófica que
12
habría de situarse en la base de la conciencia histórica y de la historicidad del hombre”2
, haciendo de la
comprensión un proceso hacia las vivencias del espíritu. La realidad nos remite entonces a procesos en
el tiempo, a aquello que nos es transmitido y que asimilamos/recibimos y retomamos, convocándonos
a entender las articulaciones que se hacen entre esas realidades para darle un lugar de relatividad y
parcialidad, tanto como de circunstancialidad.
Identificar pues, a la mujer, al hombre, al ser humano con el lenguaje, implica reconocer diversas aristas
de ese ser, que al entendido de Ricoeur3
, posibilita entender la hermenéutica como la restauración plena
del sentido, como manifestación que devela significados ocultos y trata de identificar motivaciones e
intereses escondidos.
En cuanto a la historia de vida, en tanto técnica conversacional ha sido utilizada como un instrumento
de reflexión teórica y de práctica metodológica para acceder a las interpretaciones respecto a cómo las
personas crean y reflejan su mundo social, sin la pretensión única o necesaria de escribir su biografía,
sino de construir organizadamente su punto de vista e incluso el de varios sujetos acerca de un
fenómeno determinado. Como su nombre lo indica, se apoya básicamente en el relato que hace un
sujeto de su vida o de aspectos específicos de ella, de su relación con el mundo social en el que se
desenvuelve, con su realidad social, y los modos como interpreta los contextos y crea los significados.
Por su carácter de particular, no puede esquematizarse en un patrón fijo, existiendo diferentes criterios
no sólo para su concepción, sino para su realización. 4
Dentro de este marco amplio, nuestro trabajo investigativo tuvo además como improntas:
El enfoque de género:-	 Parte de asumir que las experiencias de hombres y mujeres frente a todas
las formas de violencia-destrucción-reconstrucción son diferentes, tanto en la manera en que
las sufren, como en las estrategias con que las enfrentan. Busca hacer de la diferencia basada
2 Reale, Giovanni y Antiseri, Darío (1992). Historia del pensamiento filosófico y científico, Vol. I, 2° edición, Barcelona, Editorial Herder, p. 555.
3 Ricoeur, Paul (2002). Del texto a la acción. Ensayo de hermenéutica II. México, F.C.E., 2° edición, p.140.
4 Por considerarlos especialmente pertinentes para nuestro trabajo, destacamos los criterios a los cuales según Gareth Jones (citado por Hernández) debe ajustarse su
elaboración: a) Considerar a la persona historiada como miembro de una cultura, que capta el pasado, presente y futuro como parte del conocimiento de sentido común
a través de los esquemas interpretativos de ésta; b) Reconocer el papel de los otros significativos en la transmisión de la cultura, destacando el papel de la familia, los
líderes de opinión, entre otros; c) Especificar la acción social misma y las bases de la realidad social (esto es, las expectativas básicas, los postulados elementales que
se dan por supuestos en la conducta, los principales criterios con los que se define la situación y se orienta en ella el actor valores centrales, códigos de conducta,
mitos, ritos), con toda la racionalidad subyacente que se les atribuye); d) Demanda la reconstrucción y el seguimiento del hilo conductor que relaciona a través del
tiempo unas experiencias con otras en la vida del actor (la significación de unos hechos para el comportamiento posterior, las expectativas u objetivos de futuro como
hitos marcadores de la conducta a lo largo de la vida, los momentos de crisis en los que este hilo se quiebra, los cambios significativos en la definición de la realidad y
las conexiones de unos comportamientos con otros aparentemente desconectados); e) Reclama la recreación continua y simultánea de los contextos sociales asociados
con la persona y su acción social, ya que el contexto no puede disociarse de la conducta, puesto que no sólo la condiciona, sino que sirve de clave interpretativa para su
comprensión. Cfr. Hernández Moreno, Katia Susana (2009). “El método historia de vida: alcances y potencialidades”. [En línea]: http://www.gestiopolis.com/economia/
metodo-de-investigacion-cualitativa.htm
13
en el género un motor de la práctica investigativa, que conduzca a afinar la comprensión de las
experiencias personales y colectivas de hombres y mujeres y del  papel que juegan en ellas las
construcciones de género.
La perspectiva interseccional:-	 Reconoce la interacción de las construcciones de género con otros
marcadores de identidad (raza, clase, etnicidad, religión, orientación sexual…) y busca entender
las formas en que se entrecruzan y los efectos de tal entrecruzamiento.
El enfoque feminista:-	 concebido como un ejercicio de conocimiento y acción política, orientado a
incorporar la voz de las mujeres al entendimiento y comprensión del conflicto armado vivido en
Medellín durante las tres últimas décadas y a incidir en la transformación de factores históricos,
sociales, políticos y culturales que mantienen y reproducen las violencias contra las mujeres,
exacerbadas en contextos de conflicto armado. En concordancia con este enfoque, posiciona como
asuntos fundamentales de la práctica investigativa, entre otros:
La centralidad que ocupa el análisis de las°	 relaciones de poder, tanto en el contexto social que
es investigado, como en el proceso de investigación misma.
La reflexividad, entendida como el reconocimiento del peso que tienen las creencias y°	
comportamientos del investigador/investigadora y la importancia de su permanente análisis
crítico.
La búsqueda de comprensiones que trasciendan las caracterizaciones binarias, para abrirse a°	
representaciones paradójicas (víctimas y victimarias, víctimas y agentes…), en un esfuerzo por
mostrar las contradicciones de la vida humana afectada por la violencia.
En concordancia con los objetivos de la investigación y el tipo de estudio, se acordó utilizar como técnicas
de recolección de información primaria la entrevista a profundidad y la observación, considerada como
un elemento coadyuvante en la comprensión de los efectos de las violencias en la vida de las mujeres.
A partir de los objetivos propuestos y de las preguntas de investigación, se construyó entonces una
guía de entrevista que orientara grosso modo los diálogos que se realizarían con las participantes en
el estudio.
Simultáneamente se inició un primer momento de revisión bibliográfica en torno a los siguientes ejes
14
temáticos:
Conflicto sociopolítico armado urbano en Medellín (temporalidades, actores, expresiones,­	
dinámicas…)
Violencia(s): definiciones, tipos, violencia contra las mujeres, violencia en el contexto del conflicto­	
sociopolítico armado.
Aspectos socio-jurídicos: victima, victimario, victimización, normas, resoluciones, verdad, justicia,­	
reparación, derechos humanos, memoria.
Efectos e impactos de la violencia: Considerando como efectos aquellos de ocurrencia inmediata e­	
impactos los que se presentan a mediano o largo plazo.
Mecanismos de afrontamiento, agencia, resiliencia.­	
Este primer ejercicio de revisión bibliográfica nos fue aportando elementos de comprensión sobre
asuntos tales como la historia reciente del conflicto sociopolítico armado en Medellín, sus actores
principales, lo femenino y las mujeres en la cultura patriarcal, la memoria como una acción política,
los procesos de paz y la guerra misma, los derechos humanos de las mujeres, y en ellos la verdad, la
justicia y la reparación con sentido para las mujeres, entre otros.
DECIDIR CON QUIÉN1.3.	
Entendida nuestra práctica investigativa como la conjugación de formas dialógicas, buscamos las
mujeres e identificamos las que podrían participar en la investigación. Con tal fin, establecimos unos
criterios de participación que nos permitieran hacerles invitaciones provocadoras a re-latar, re-cuperar,
re-construir, sus memorias de esas dos décadas en ellas y en la ciudad, así como los imaginarios que
les subyacen. Esos criterios fueron:
Haber habitado la ciudad de Medellín en algún momento comprendido dentro del lapso determinado­	
por el estudio (1988-2008).
Haber sido victimizada por actores armados legales o ilegales con hechos de violencia derivados­	
directamente del conflicto sociopolítico armado existente en la ciudad durante ese período.
15
Tener de 18 años en adelante al momento de la investigación.­	
Tener interés en participar voluntariamente en el estudio.­	
Confirmar su disponibilidad para narrar acontecimientos personales vividos en el marco del conflicto­	
y que pudieran representar la reminiscencia de dolores y malestares.
Una vez establecidos estos criterios, se socializó el estudio y sus propósitos con mujeres participantes
en procesos de acompañamiento psicosocial llevados a cabo por organizaciones de mujeres, para
provocar en ellas su vinculación a esta iniciativa, así como también con integrantes del movimiento
social de mujeres en la ciudad, específicamente de la Ruta Pacifica de las Mujeres por la Resolución
Pacífica del Conflicto Armado.
De esta socialización resultaron tres mujeres con amplia disponibilidad para articularse a la
investigación, con quienes iniciamos las entrevistas a la espera de poder hacerlo con una cuarta,
que nos habría de permitir adentrarnos en historias de violencias relacionadas con las dinámicas del
narcotráfico en la ciudad y ejercidas en contra de mujeres de estratos medios y altos5
. La búsqueda
de la cuarta participante se hizo en diferentes instancias y sectores: desde el cotidiano, indagando
entre las mujeres conocidas y con las cercanas; hasta el institucional que lleva a cabo acciones con
las víctimas en la ciudad.
Con todo, no fue posible encontrar una mujer con esas características que quisiera participar en el
estudio, entre otras razones porque son poco visibles las mujeres víctimas del narcotráfico. Muchas de
las que se conocen-reconocen como tales no habitan en el territorio colombiano o lo hacen de manera
discontinua, alternando entre éste y algún otro país para protegerse entre otros de los resultados que
les dejó lo acaecido, o llevadas por el deseo de no enfrentarse a la historia vivida. Otras, conscientes
de la vigencia de las estructuras narcotraficantes, expresaron temor a participar en cualquier asunto
que rememore lo relacionado con estas mafias, de las que saben su poderío, atrocidad y abyección.
No obstante, con los relatos de las tres mujeres iniciales empezamos a adelantar el trabajo investigativo
y a identificar los efectos e impactos dejados por la violencia del conflicto socio político armado en sus
cuerpos, vidas y derechos. Con la idea de profundizar en sus historias y de ampliar la comprensión que
5 Dos razones impulsaron nuestra búsqueda de un caso con esas particularidades: de un lado, lo poco que se ha investigado en nuestro medio sobre los procesos de
victimización de las mujeres a manos de estos actores, y de otro, por el deseo de romper la tendencia predominante de circunscribir este tipo de investigaciones a los
estratos socioeconómicos más bajos o a los sectores populares, como si los fenómenos relacionados con la violencia fuesen privativos de esta población.
16
de cada caso íbamos teniendo, pensamos en los aportes que podrían proporcionarnos otras narrativas
de personas cercanas a ellas y a sus relatos, por lo que decidimos indagar con las tres acerca de esta
posibilidad.
En uno de los casos, la mujer entrevistada nos sugirió conversar con una hija, lo que a la postre se
convirtió efectivamente en un apoyo que permitió ahondar en comprensiones de lo pretendido en la
investigación. En otro de los casos la respuesta fue negativa, pues esta mujer, víctima de violencia
sexual por parte de paramilitares, nunca hasta entonces había hablado con otras personas acerca
de esta experiencia y manifestó su deseo de que no se involucrara a nadie más. En el tercer caso su
protagonista nos propuso hablar con una familiar que podía tener una mirada distinta y más completa
que la suya sobre el conflicto de la ciudad en ese momento, razón por la cual decidimos establecer
contacto con ellas.
De las conversaciones iniciales con esta nueva cuarta mujer, se fueron desprendiendo cuestionamientos
y reflexiones que nos exigían una ruta de comprensiones diferente, perfilándose así como el cuarto
caso a incluir en nuestra investigación. Mientras en los tres primeros casos las mujeres victimizadas
fueron transitando hacia la búsqueda de protección con diferentes estrategias el resguardo en la
rutina diaria de la vida doméstica, el aquietamiento comunitario y la resistencia no armada, en
este último la vida de su protagonista, llena también de privaciones, de soledad y de exigencias, sin
condiciones para cumplirlas en medio de un conflicto creciente, fue anudando las alternativas armadas
y sociales que éste le ofrecía a sus anhelos libertarios y justicieros, en busca de una vida que se
soñaba para todos sin penurias ni limitaciones extremas.
Sus vínculos con el conflicto armado fueron un entresijo sobre el que construyó su vida, que si bien
no estuvo exenta de dolores y pérdidas, al igual que para las demás mujeres, se configuró también a
base de transgresiones que dejaron para otros quebrantos y sufrimientos, convertidos en eslabones
que anillaban las vidas la suya y la de muchos y muchas en la ciudad a una historia de guerra que
pareciera nunca acabar. Los primeros contactos con ella habrían de hacernos girar la mirada que hasta
ese momento habíamos tenido sobre los procesos de victimización de las mujeres dentro del conflicto
urbano acaecido en Medellín, pues en su condición dual de víctima-victimaria se constituyó para
nosotras en la oportunidad y el reto de analizar otras vivencias de las mujeres en contextos similares
y de aproximarnos a sus memorias en clave de comprensión de las esferas en las que la vida de la
17
ciudad y de las mujeres en ella deviene historia y posibilidad de construir una paz activa y colectiva.
Dimos entonces continuidad a nuestras conversaciones con esta cuarta mujer, en el mismo marco
que las habíamos desarrollado hasta entonces con las demás, es decir, partiendo de consideraciones
éticas acordes a nuestras apuestas y posturas, tales como la plena información del estudio a realizar,
sus objetivos y metodología; el reconocimiento de su voluntad para la realización de cada una de las
actividades que las implicaran en desarrollo del mismo, y de nuestro compromiso infranqueable con la
preservación de su intimidad e integridad6
.
Como parte de ello, y con conciencia clara de que los procesos de reconstrucción de memoria de lo
vivido en contextos de conflicto pueden resultar muy dolorosos para las víctimas, a todas ellas se les
ofreció la posibilidad de recibir apoyo psicológico dentro de la Corporación en caso de requerirlo7
.
Así mismo, y por considerarlo necesario también para descargar los sentimientos de dolor y angustia
que el acercamiento a este tipo de situaciones produce en quienes conforman los equipos de
investigación, buena parte de nuestros encuentros de trabajo se centraron en analizar y compartir
este tipo de sentimientos, lo que nos permitió también a nosotras irlos elaborando y asimilando de la
mejor manera.
1.4. CÓMO TRATAR LO RELATADO
1.4.1. Transcribiendo, organizando y analizando
Tan pronto se iniciaron las entrevistas con las participantes, se contrataron las personas encargadas
de su transcripción y edición, de absoluta confianza del equipo de investigación. Simultáneamente las
investigadoras íbamos realizando la revisión y análisis de las mismas, lo que nos permitió ajustar y
profundizar sobre ciertos aspectos que emergían en los encuentros con las mujeres y que coadyuvaban
en la comprensión de asuntos planteados en el estudio.
El paso siguiente consistió en la elaboración de una matriz de análisis, en la cual fuimos consignando
no sólo la información ya clasificada según las categorías propuestas al inicio del proceso investigativo,
sino las que fueron emergiendo en el transcurso del análisis mismo, como también las reflexiones
6 En esta dirección, las entrevistas realizadas fueron sometidas después de su transcripción a un riguroso proceso de edición, encaminado a eliminar cualquier tipo de
información que pudiese comprometer la seguridad de las mujeres participantes. Por igual razón, en este informe aparecen con nombres ficticios.
7 A la postre dos de ellas lo solicitaron y lo han venido recibiendo desde entonces.
18
suscitadas por las conversaciones con las mujeres participantes y entre nosotras mismas, y los
elementos teóricos de los que íbamos echando mano para su interpretación y comprensión, lo cual
nos permitió incorporar diversos elementos de análisis e irle dando cuerpo al informe que aquí se
presenta.
1.4.2. Comprendiendo también con algunos conceptos
Dentro de los referentes teóricos que nos guiaron se destacan algunos conceptos propuestos por
las teorías sociales y feministas, como también algunas ideas-nociones construidas con las mujeres
participantes, en tanto la generación de información y sus reflexiones al respecto entregaron elementos
para proponer conceptualizaciones propias de las vivencias de las mujeres. Entre los temas y conceptos
trabajados están, entre otros, los de conflicto socio-político, violencia, victimización, acontecimiento,
poderío, política, memoria, subjetividad, patriarcalismo/patriarcado, efectos, impactos, agencia,
agencia de las mujeres.
1.5. ACTUACIONES PARA CONSTRUIR CONOCIMIENTO CON OTRAS
Los discernimientos llevados a cabo en conversaciones en las que se compartieron las miradas y
percepciones de los relatos, nos permitieron acercarnos a los lugares que han habitado las mujeres en
el conflicto de la ciudad: los del silencio por miedo y amenazas; los de la protección de sus familias,
con los riesgos que implica; los del protagonismo activo en acciones diversas, tanto sociales como
domésticas; y otros que habremos de develar en el transcurso del análisis y de la escritura.
Así, las mujeres participantes, en su diversidad e inmersas en la cultura patriarcal que las reduce a
desempeñarse en el ámbito privado, se perfilan en ese momento de la ciudad con incipientes asomos
de presencia pública, sin mucha configuración como actoras visibles o protagónicas en ese ámbito.
Ellas hacen gala de modos particulares, igualmente íntimos, de afrontar las diferentes situaciones y
vicisitudes del conflicto armado que las ha afectado y que les ha provocado cambios, así como también
les ha dejado hacer cambios, enunciando que la posibilidad de concienciación marca la diferencia entre
tomar decisiones y aceptarlas u obedecerlas.
Los hallazgos que identificamos se organizaron para obtener un texto articulado que dé cuenta de lo
propuesto con el ejercicio investigativo y que permita proyectar reflexiones para las mujeres y para
19
una sociedad que pretende configurarse como una democracia incluyente de las mismas y de sus
habilidades como ciudadanas plenas.
20
21
CAPÍTULO 2
PRINCIPALES ABREVADEROS…
La necesidad de contar puede caer en el silencio, en la imposibilidad de hacerlo, por la inexistencia de oídos
abiertos dispuestos a escuchar.
Elizabeth Jelin
Conforme a la identificación hecha desde un comienzo por el equipo de investigación de los principales
ejes temáticos sobre los que se hacía necesario profundizar a lo largo del proceso investigativo,
la revisión bibliográfica realizada sobre los diversos temas y, de manera especial, la necesidad de
encontrar marcos interpretativos que nos permitieran ir logrando una mayor comprensión de los
distintos tópicos que emergían del análisis de las entrevistas realizadas con las mujeres participantes,
nos permitió ir definiendo los que serían los principales abrevaderos teóricos de los cuales habríamos
de “beber” a lo largo de la investigación.
En relación con el primero de los ejes temáticos identificados al inicio de nuestro trabajo el conflicto
armado vivido en Medellín entre 1988 y 2008, nos fueron particularmente útiles una serie de análisis
desarrollados sobre el tema por autoras y autores diversos8
, en cuanto nos proporcionaron insumos
importantes para entender la conflictividad vivida en la ciudad durante ese período, sus lógicas,
actores, expresiones y dinámicas, pues si bien el conflicto mismo no fue objeto directo de nuestro
trabajo, el acercamiento al mismo resultaba un imperativo por ser justamente el contexto donde las
mujeres habían tejido sus memorias.
En la medida que avanzábamos en la lectura de textos de estudiosos y estudiosas del conflicto urbano,
pudimos ir ubicando los aconteceres que las mujeres nos narraban en las diferentes fases en las
que se ha temporalizado el conflicto de acuerdo con las dinámicas y actores prevalecientes en los
8 Entre ellos: Angarita, Pablo Emilio; Blair, Elsa y otras; Jaramillo, Ana María y colaboradores (ver la citación completa de estas fuentes en la bibliografía final).
22
distintos momentos. Así, lo fuimos recorriendo desde la época de los primeros combos9
y bandas10
,
la emergencia y posterior decaimiento de las milicias urbanas11
, la irrupción del narcotráfico como
constituyente y detonante del conflicto12
, el afianzamiento del paramilitarismo y el papel que jugaron
en su consolidación las operaciones realizadas por las fuerzas armadas del Estado13
, pasando por la
creciente mercenarización del conflicto14
hasta llegar a esa “paz a medias” con que las mujeres definen
la época más reciente. Y atravesándolo todo, las permanentes hibridaciones de actores y dinámicas,
imprimiéndole al conflicto vivido en la ciudad durante el período estudiado (1988-2008) un sello
camaleónico de violencias imbricadas y de deslizamientos múltiples de los actores entre los distintos
bandos comprometidos en la confrontación.
Además del recorrido histórico realizado a través del tiempo, y lo que ello nos aportaba en términos
de hacer un mejor encuadre de los relatos de las mujeres de nuestro estudio, un texto de Blair,
Grisales y Muñoz sobre el conflicto en Medellín (2009)15
nos resultó crucial para el logro de una mejor
comprensión de las dinámicas de la conflictividad efectivamente vivida por ellas. De hecho, el llamado
que hacen en él sus autoras a leer el conflicto vivido en la ciudad tanto en una clave nacional, que lo
explica como una proyección del conflicto sociopolítico armado más amplio vivido en el país vertiente
esta que ha primado en el análisis, como en una clave más local, que propugna por articular al
análisis de lo acontecido en Medellín a otras conflictividades, de orden más barrial, que no han recibido
9 Caracterizados por Jaramillo y colaboradores como grupo constituidos mayoritariamente por delincuentes de bajo perfil y con un fuerte asentamiento territorial, cons-
tituyendo sus “parches” o lugares de reunión (esquinas, aceras, mangas) su principal referente de identidad y de pertenencia al grupo. Cfr. Jaramillo, Ana María; Villa,
Marta Inés y Ceballos, Ramiro (2001). “Actores recientes del conflicto armado en Medellín”- En: De Sousa Santos, Boaventura y García Villegas, Mauricio. El caleidoscopio
de las justicias en Colombia: análisis socio jurídico, Volumen 2, Bogotá: Siglo del Hombre Editores, p. 436.
10 Entendidas como formas organizadas de la delincuencia que se articulan de diferentes maneras a la confrontación armada.
11 Jaramillo y colaboradores ubican sus antecedentes en la organización de autodefensas surgidas a mediados de la década de los 80. Sobre su aparición y accionar en
Medellín, dicen: “[…] las acciones de los escuadrones de la muerte y grupos de “limpieza” que venían operando en la ciudad desde finales de la década del 60 y que co-
braron la vida de numerosos simpatizantes y líderes de izquierda crearon un ambiente favorable al ejercicio de la justicia por mano propia en la cual se insertó el proyecto
miliciano. […] Las milicias fueron también depositarias de la experiencia de bandas de delincuencia común que cumplían con la función de proteger los barrios. […] Se
dieron a conocer en 1991, proclamándose como el poder armado en los barrios, aunque de manera menos pública ya la gente conocía su existencia como grupos que
parecían dispuestos a exterminar delincuentes y drogadictos, […]”. Según señalan estos autores, inicialmente surgieron las Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo
(MP/PP), seguidas por las Milicias Populares del Valle de Aburrá (MPVA), que, según advierten, funcionaron en un principio bajo la égida del ELN pero se separaron después
de esta organización guerrillera e iniciaron una vida propia. Cfr. Jaramillo et al, Op. Cit, pp. 428-430.
12 Ubicado por diversos estudiosos y estudiosas del tema durante las décadas de 1980 y 1990, este fenómeno constituye aún en nuestros días un elemento que atraviesa
de manera central la guerra que se ha vivido en Colombia. Como es ampliamente conocido, Medellín ha sido históricamente uno de los epicentros de la problemática aso-
ciada al narcotráfico, especialmente a principios de los 90, cuando la ciudad, convertida en el principal campo de batalla del llamado “Cartel de Medellín”, vivió un período
de violencia extrema que la llevó a ocupar un lugar preponderante en las estadísticas de criminalidad a nivel nacional e internacional y llenó de luto miles de hogares.
13 De manera especial las operaciones militares “Mariscal” y “Orión”. Llevadas a cabo durante el año 2002 en los barrios 20 de Julio, El Salado, Las Independencias y
Nuevos Conquistadores, ubicados en la comuna 13 −donde residen en condiciones marginalidad unas 34.000 personas−, contaron con la participación de las Fuerzas
Militares, la Policía Nacional, la Fuerza Aérea, la Fiscalía y el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y tuvieron como propósito sacar de la zona a las milicias
de las FARC, el ELN y los CAP (Comandos Armados del Pueblo). Según lo han denunciado diversos organismos de Derechos Humanos, se contó para ello con el apoyo de
grupos paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), representadas allí por el Bloque Cacique Nutibara.
14 El texto de Vilma Franco Restrepo “Violencias, conflictos urbanos y guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década de los noventa” resulta especialmente
pertinente para profundizar en este tema (ver citación completa de esta fuente en la bibliografía final).
15 Blair, Elsa; Grisales Hernández, Marisol y Muñoz Guzmán, Ana María (2009). “Conflictividades urbanas vs. «guerra» urbana: otra «clave» para leer el conflicto en
Medellín”. En Universitas Humanística, núm. 67, enero-junio, 2009, pp. 29-54, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, [En línea]: http://redalyc.uaemex.
mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=79118958003
23
suficiente atención por parte de los análisis más macro16
, nos impulsó a incorporar y realzar en nuestro
análisis aspectos que hablaban de la intervención de ese otro orden de conflictividades al que aluden
las autoras mencionadas.
En cuanto al segundo de los ejes temáticos propuestos cuyo objetivo era profundizar en torno al tema
de la(s) violencia(s) ejercidas contra las mujeres en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido
en Medellín entre 1988 y 2008, dos campos resultaron ser de nuestro particular interés, relacionados
de un lado con la necesidad de precisar qué entendíamos por violencia sociopolítica (pues era claro
que nuestra indagación tenía que ver con los efectos, impactos y resistencias de mujeres afectadas
por este tipo de violencia); y de otro, de profundizar en el temas de violencias contra las mujeres y en
lo que teóricas feministas han planteado acerca de la existencia de un continuum de violencia contra
ellas, por considerar que este último planteamiento podía enriquecer nuestra comprensión de lo vivido
por ellas en el marco del conflicto.
Sobre el primero de los temas, encontramos contribuciones importantes en trabajos realizados por
la Corporación AVRE. En el Módulo Salud Mental y Derechos Humanos del Proceso de Formación
de Terapeutas Populares y Multiplicadores en Acciones Psicosociales en un Contexto de Violencia
Sociopolítica, Gloria Amparo Camilo, citada por García, habla de la violencia sociopolítica como una
“relación de fuerza entre dos o más partes en la que una parte pretende mediante el daño lograr
un propósito y esta acción tiene un efecto en la persona y en quienes la rodean”17
. El elemento de
intencionalidad de esta forma de violencia es resaltado por Gómez, de la misma Corporación, quien la
define como “aquella que tiene la intencionalidad de producir daño mediante la fuerza, para afectar las
capacidades individuales y colectivas de la construcción de alternativas democráticas”.18
Siguiendo los desarrollos realizados por AVRE, para efectos de nuestro trabajo entendemos como
16 Señalan estas autoras al respecto: “El conflicto urbano en Medellín, entre 1995 y 2005, ha sido analizado, fundamentalmente, como una guerra urbana que se explicaría
a partir del conflicto político armado a nivel nacional. La presencia de actores armados vinculados a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) –fundamentalmente el
Bloque Cacique Nutibara– y a las guerrillas [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN)], permitió a muchos analistas
explicar el conflicto en Medellín como «expresión local» del conflicto político a nivel nacional. […] En este artículo cuestionamos esa tesis. Sostenemos que más que una
«guerra» urbana, explicable desde el ámbito de lo nacional y bajo una concepción muy estatal e «instrumental/racional» de lo político o del poder, Medellín ha vivido
insertada en una multiplicidad de conflictos que se articulan de maneras específicas y que involucran aspectos bastante más subjetivos, presentes en dinámicas barriales
pre-existentes a la «guerra», que justo por eso preferimos llamar «conflictividades urbanas». Sobre la base de lo encontrado en la investigación, sugerimos a los expertos
en violencia urbana algunas nuevas «claves» de interpretación del conflicto en Medellín. Una de ellas está atada a aspectos o a dimensiones subjetivas de la vida barrial
que intervienen significativamente en la dinámica de los conflictos, incluidos los conflictos políticos”. Cfr. Blair et al, Op. Cit, p. 30.
17 Camilo, Gloria Amparo (Ed., 2002). “El Impacto de la Violencia Sociopolítica”. En Salud Menta y Derechos Humanos, Proceso de formación de terapeutas populares y
multiplicadores en acciones psicosociales en un contexto de violencia sociopolítca”. Citado en: García Méndez, Hada Luz: “La violencia sociopolítica, una realidad colom-
biana. Abordaje desde la psicología jurídica”. En ALPJF, Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense, 01-09-2011, [En línea]: http://psicologiajuridica.
org/archives/719
18 Gómez Córdoba, Oscar (2006). Aspectos psicosociales de la reparación integral. Voces de Memoria y dignidad. Bogotá: Corporación AVRE, p. 9. [en línea]:http://
psicologiajuridica.org/archives/719
24
violencia sociopolítica “aquella ejercida como medio de lucha político social, ya sea con el fin de
mantener, modificar, sustituir o destruir un modelo de Estado o sociedad; reprimir a un grupo humano
con identidad dentro de la sociedad por su afinidad social, política, gremial, étnica, religiosa, cultural
e ideológica, esté o no organizado. […] busca la dominación y control sobre las personas, sobre
sectores sociales, bienes y territorios, así como eliminar a cualquier individuo u organización que de
alguna manera obstaculice este propósito”.19
Esta violencia puede ser ejercida por agentes del Estado
o particulares que actúan con el apoyo, tolerancia o aquiescencia de autoridades del Estado (en cuyo
caso se tipifica como violación a los Derechos Humanos); por grupos insurgentes que combaten
contra el Estado o contra el orden social vigente (tipificada como acciones bélicas, o como infracciones
al Derecho Internacional Humanitario cuando se apartan de las normas que regulan los conflictos
bélicos); o por grupos o personas ajenas al Estado y a la insurgencia, motivados por la lucha en torno
al poder político o por la intolerancia frente a otras ideologías, razas, etnias, religiones, culturas o
sectores sociales, estén o no organizados. 20
Un aporte adicional de especial valor para el entendimiento de las violencias relatadas por las mujeres
participantes en nuestro estudio, lo constituyó la aproximación hecha por Mugarik Gabe a lo que se
entiende por violencia estructural. Según esta ONG del país Vasco, este término aplica a “aquellas
situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas
(supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación
social, es decir, sin necesidad de formas de violencia directa”, y “remite a la existencia de un conflicto
entre dos o más grupos de una sociedad (normalmente caracterizados en términos de género, etnia,
clase, nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es
resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los
mecanismos de estratificación social”. De acuerdo con Mugarik, su utilidad “reside en el reconocimiento
de la existencia de conflicto en el uso de los recursos materiales y sociales y, como tal, es útil para
entender y relacionarlo con manifestaciones de violencia directa (cuando alguno de los grupos quiere
cambiar o reforzar su posición en la situación conflictiva por la vía de la fuerza) o de violencia cultural
(legitimizaciones de las otras dos formas de violencia, como, por ejemplo, el racismo, sexismo, clasismo
o eurocentrismo)”. 21
19 Corporación AVRE (2002). Guía de orientaciones para atención en salud mental y trabajo psicosocial a población desplazada en Colombia. Bogotá, CHF INTERNACIO-
NAL - CORPORACIÓN AVRE, p. 11. [En línea]: http://www.disaster-info.net/desplazados/documentos/avre/2003/guiaatpsico/guiaatencionpsicosocial.pdf
20 CINEP (2001). Justicia y Paz, Panorama de Derechos Humanos y Violencia Política en Colombia, en Noche y Niebla, p. 8. Citado en: Corporación AVRE (2002). Guía
de orientaciones…, Op. Cit, pp. 11-12.
21 Mugarik Gabe (s/d). “¿Cómo entiende Mugarik Gabe las violencias machistas”, p. 7. [En línea]:http://ezetz.net/files/2011/01/MG-y-Violencias-Machistas.pdf
25
En el campo relacionado de manera más directa con la violencia contra la mujer y siguiendo también
a Mugarik Gabe, que toma su definición del Informe de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer
realizada en Beijing en 199522
, entendemos como tal “todo acto de violencia basado en el género
que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la
coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada”.
Puede asumir formas diversas (física, sexual y psicológica) y ser ejercida en cualquier ámbito: en el de
la familia, a nivel de la comunidad en general (tales como violaciones, abusos sexuales, hostigamiento
e intimidación sexual en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros ámbitos, trata de mujeres,
prostitución forzada), o perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.23
En esta misma
línea, y tomando la definición de la Ley Catalana, Mugarik emplea el término de Violencia machista para
referirse a “[…] aquella que se ejerce contra las mujeres como manifestación de la discriminación y de
la situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de poder de los hombres sobre
las mujeres y que, producida por medios físicos, económicos o psicológicos incluidas las amenazas,
las intimidaciones y las coacciones, tenga como resultado un daño o un sufrimiento físico, sexual o
psicológico, tanto si se produce en el ámbito público como en el privado”24
Como ya lo señaláramos, dentro de los aportes realizados por el feminismo a la comprensión de las
violencias contra las mujeres, el tema del contínuum de violencias que contra ellas se ejerce es, a
nuestro modo de ver, uno de los más significativos. En este sentido, los trabajos de Olga Amparo
Sánchez25
, Cecilia Barraza26
y Patricia Muñoz27
nos resultaron particularmente enriquecedores.
En un documento resultante de una investigación sobre violencias contra las mujeres en nueve zonas
del país, la primera de ellas hace una crítica a la manera dicotómica en que se continúa analizando
esta problemática, fruto de la separación que suele hacerse de las esferas pública y privada, que,
en una sociedad en guerra como la colombiana, no permite leerla en toda su complejidad y tener
una comprensión más afinada del continuum de violencias contra las mujeres. Según lo plantea
Sánchez, se hace necesario entonces redefinir el espacio privado y lo personal, en cuanto explícita
22 El informe completo puede verse en:http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/Beijing%20full%20report%20S.pdf
23 Mugarik Gabe (s/d). “¿Cómo entiende Mugarik Gabe…”, Op. Cit., p. 4.
24 Ibíd, p. 5.
25 Sánchez G., Olga Amparo (2008). Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra. Bogotá: Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas.
26 Barraza Morelle, Cecilia (2009). “Continuum de la violencia: un desafío para las políticas públicas”. Ponencia presentada en el foro «Mujer y construcción de ciudadanía
en Cali», organizado por el Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, Universidad del Valle, con el auspicio de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar
Social de la Alcaldía de Santiago de Cali, y realizado en la Biblioteca Departamental, Cali, Nov. 12 al 14, 2008. En La manzana de la discordia, enero- junio, 2009. Vol.
4, No. 1:19-25.
27 Muñoz Cabrera, Patricia (2011). Violencias Interseccionales. Debates Feministas y Marcos Teóricos en el tema de Pobreza y Violencia contra las Mujeres en Latinoamé-
rica. Tegucigalpa: Central América Women’s Network (CAWN). [En línea]: http://www.cawn.org/assets/Violencias%20Interseccionales.pdf
26
o implícitamente se abordan como categorías desligadas e incluso opuestas a lo público, a lo social,
altamente valorado, en contraposición con el espacio de lo privado, lo personal, lo cotidiano, objeto
de escasa valoración.28
En esta misma línea se inscribe la reflexión de Barraza, quien señala que el análisis y la atención del
problema de violencia contra las mujeres se constriñe muchas veces a determinadas expresiones
concretas de dicha violencia, sin establecer las posibles relaciones que existen entre ellas, siendo
necesario desde una perspectiva feminista visibilizar el hilo conductor que las une y que las lleva
a constituir el contínuum de la violencia contra las mujeres. Desde su punto de vista, la utilidad
fundamental de esta noción de contínuum reside en la posibilidad de visualizar los distintos tipos
de violencia contra las mujeres psicológica, verbal, física, sexual… como parte de una misma
estrategia patriarcal para el mantenimiento y la reproducción del orden establecido.29
Advierte Barraza
que en términos de política pública, se desprende de allí la necesidad imperiosa de reconocer dicha
violencia como un continuo en el tiempo, que va tomando diversas formas y se reproduce en todos los
escenarios sociales, tanto en tiempos de paz como en el marco de conflictos armados, donde si bien
se exacerban o reproducen esas prácticas con mayor crueldad, no son necesariamente expresiones
nuevas o desconocidas, puesto que también están basadas en la subordinación de las mujeres en la
cultura patriarcal y se practican por el hecho mismo de ser mujeres.30
De otro lado, a la par que el concepto de contínuum, la mirada interseccional que empiezan a incorporar
los estudios sobre la violencia contra las mujeres nos dio también pistas claves para abordar las
memorias reconstruidas por las partícipes en nuestro estudio. Sobre este tema se pronuncia también
Sánchez en el trabajo que acabamos de citar, quien al afirmar que la categoría “mujer” no es única,
puesto que las mujeres experimentan y viven múltiples identidades, reconoce, aunque sin desarrollarlo
a cabalidad, la importancia que tiene el enfoque interseccional para la comprensión de las violencias
que contra ellas se ejercen.31
Con todo, es el trabajo de la académica feminista Patricia Muñoz sobre
pobreza y violencia contra las mujeres en Latinoamérica, el que pone en evidencia la necesidad
de recurrir al paradigma de la interseccionalidad para poder dar cuenta de manera más fina de los
vínculos existentes entre ambas (la pobreza y el contínuum de violencia que afecta a las mujeres).
28	 Sánchez G., Olga Amparo, Op. Cit., pp. 35-36.
29	 Barraza Morelle, Cecilia. Op. Cit., p. 9.
30	 Ibíd, p. 23.
31	 Sánchez G., Olga Amparo, Op. Cit., p. 9.
27
Recuperando los desarrollos sobre interseccionalidad hechos por Kimberlé Williams Crenshaw32
y otras
feministas afroestadounidenses, Muñoz plantea la necesidad de hacer una revisión radical del concepto
de “mujer” enunciado en el paradigma teórico de la violencia contra las mujeres (VCM), por considerar
que si bien ésta afecta a todas las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, en la vida de mujeres
indígenas, mujeres afrodescendientes, mujeres lesbianas, mujeres de sectores populares en zonas
rurales y urbanas, la VCM proviene de un complejo engranaje de poder que no puede ser interpretado
en su totalidad por variables aisladas sino, por el contrario, por un enfoque integrador u holístico. Hace
énfasis entonces en la necesidad de asumir el sujeto “mujer” como una categoría diversa, heterogénea
y compleja; sugiere que un marco analítico que busque entrelazar las múltiples estructuras de opresión
en contra de las mujeres permite hacer una lectura más holística y estructural de la violencia contra
las mujeres y su vinculación con otros mecanismos de opresión cómo raza/etnicidad, edad, clase,
sexualidad, entre otros, y destaca la importancia de investigar en mayor profundidad el cruce entre
violencia material y simbólica, particularmente los procesos mediante los cuales múltiples formas de
dominación, abuso y violencia cotidiana son naturalizadas por instituciones, culturas e ideologías, al
punto de dar forma y fondo a la vida cotidiana de las mujeres.33
En relación ya con las lecturas que emprendimos para profundizar en el eje temático relacionado con
aspectos socio-jurídicos de la violencia sociopolítica ejercida contra las mujeres sujetos de nuestro
estudio, más allá de las concepciones que manejan diversos autores y autoras sobre los conceptos de
víctima y victimario, sustentadas todas ellas en la diferenciación entre quien padece el daño víctima
y quien lo infringe victimario, encontramos dos insumos especialmente pertinentes para sustentar
nuestra interpretación de los relatos de las mujeres que nos acompañaron como sujetos del trabajo
investigativo.
El primero de ellos, relacionado con el tema de la victimización, provino del abogado peruano Alejandro
Tapia, que habla de ella como un proceso en el que además de la existencia de actores diversos que
ocupan lugares variables, el contexto, la historia y los discursos ideológicos circulantes desempeñan
un papel fundamental. Según él lo propone, se trata de un proceso social en el que la confluencia de
esos tres elementos en un sujeto le otorga a éste un lugar específico de poder.
32 Fue ella quien en 1995 acuño el término, el cual define como “la expresión de un “sistema complejo de estructuras opresión que son múltiples y simultáneas”. Para
Cranshaw, “la subordinación interseccional es con frecuencia la consecuencia de un factor de discriminación que, al interactuar con otros mecanismos de opresión ya exis-
tentes crean, en conjunto, una nueva dimensión de desempoderamiento”. Precisa Muñoz que el paradigma creado por Crenshaw, sustentado en dos marcos conceptuales
(“riesgo múltiple” y “opresiones entrelazadas”), “recupera el concepto de violencias entrelazadas al tiempo que enfatiza que el contínuum de violencia contra las mujeres,
en particular cuando se trata de mujeres pobres, migrantes de color y afrodescendientes responde a una diversidad de factores y no puede ser explicado de manera cabal
sólo por su condición de género”. Cfr. Muñoz Patricia, Op. Cit., p. 8.
33 Ibíd, pp. 7-11.
28
De acuerdo con su concepción, la historia registra las etapas en las que se suceden unos hechos
vulneradores, mostrando cómo éstos han sido una construcción social que se va configurando hasta
llegar a dejar a alguien en condición de víctima y/o de victimario. La contextualización de los hechos,
por su parte, dilucida los factores sociológicos que evidencian la subyugación, la segregación, exclusión
y vulnerabilidad a las cuales las lógicas del poder someten a los sujetos, identificando en ese entorno
la combinación de ese conjunto de elementos que deja ver los hechos como un producto de las
construcciones sociales de un momento histórico. En cuanto a los discursos ideológicos circulantes,
ellos propenden de cierto modo por el posicionamiento de determinadas ideas sobre la realidad y los
sistemas en general desde los que se busca conservar, instaurar, transformar o restaurar prácticas
sociales que logren el carácter de colectivas. Cumplen, pues, un papel dinamizador en el proceso de
victimización, toda vez que actúan como mecanismos de legitimación producidos por la sociedad a
través de la legislación, las políticas, los criterios para concebir el desarrollo y la creación de opinión
pública, entre otros, que se alimentan de versiones pasadas y presentes desde diferentes voces, como
una memoria de lo sucedido.34
El concepto de victimización nos ayudó a la interpretación de las condiciones en las que las mujeres
participantes devienen actoras, en distintas formas y niveles, del conflicto armado que se mantiene en
la ciudad, y que se configura y transforma, permaneciendo sin embargo como problemática social en la
que también ellas tienen distintos lugares. Tal noción nos permitió, además, ganar en comprensiones
que develan cómo las interacciones sociales están marcadas por unos hechos resultantes del accionar
humano en el tiempo y de sus propias concepciones de sí y del poder, que cambian haciéndose
efectivas y en ocasiones legitimas a través de mecanismos de fuerza y coerción, de persuasión y
consenso, de construcción dialógica colectiva, o de una combinación entre tales mecanismos en todos
los ámbitos y esferas de la vida cotidiana.
En relación también con los procesos de victimización, el otro autor clave que marcó la reflexión que
realizamos sobre el tema fue Iván Orozco Abad, hasta el punto de constituirse sus puntos de vista
sobre la naturaleza de dichos procesos en el caso colombiano y las implicaciones que ello tiene,
en un eje medular de nuestro trabajo de investigación. A través de los diversos textos que de él
consultamos, fue ganando fuerza su argumentación central, que, basada en la diferenciación que
establece entre procesos verticales y horizontales de victimización, apunta sustancialmente a “hilar
34 Tapia, Alejandro (2007). “La victimización: un concepto anascópico”. Viernes 25 de mayo de 2007. [En línea]:http://lamiradadelasvctimas.blogspot.com/2007/05/
la-victimizacin-un-concepto-anascpico.html
29
más fino” al momento de abordar los temas de justicia y reconciliación en Colombia.
De hecho, en sus trabajos sobre las diferentes clases de procesos de victimización que se dan en
contextos de dictaduras o de guerra, este autor expone una tesis que si bien le agrega complejidad
al abordaje del tema, resulta sumamente pertinente para entender las dinámicas propias del conflicto
colombiano y sus implicaciones en términos de entrever posibles caminos de construcción de paz en
el país. En el ámbito de procesos de victimización masiva y colectiva, establece Orozco una distinción
entre los que denomina procesos de victimización vertical unidireccional para referirse a aquellos
“donde los perpetradores tienen el monopolio de la violencia, mientras que las víctimas indefensas e
inocentes poseen tan solo el monopolio de la legitimidad”, situación que ilustra por excelencia el caso
de los campos de exterminio de la Alemania nazi, y los que llama procesos de victimización horizontal
bidireccional, entendidos como aquellos donde dos o más partes de un conflicto armado “se victimizan
recíprocamente bajo condiciones carentes de claridad en lo relacionado con la justicia”. Mientras en el
primero de los casos existe una ostensible separación entre los roles de las víctimas y los victimarios,
y junto a ello, la posibilidad de discernir con claridad quiénes son los “buenos” y quiénes los “malos”,
los segundos entre los cuales ubica el conflicto armado colombiano se caracterizan porque se
produce “un colapso” de los roles de la víctima y del victimario, y, en consecuencia, no resulta clara la
distinción entre quienes son los “buenos” y quiénes los “malos”. En esta última situación, cada actor
armado y las bases sociales que los apoyan, son entonces, al mismo tiempo, víctimas y victimarios
de graves violaciones de los derechos humanos, presentándose en tal situación abundantes “zonas
grises”, caracterizadas por la existencia de límites difusos entre ambas condiciones (víctima/victimario),
donde no es posible tener la suficiente claridad cognitiva y moral para determinar claramente el papel
que han jugado dentro de la confrontación.35
En términos de las implicaciones concretas que tienen los anteriores planteamientos, se destaca el
llamado que hace Orozco acerca de la importancia que tiene el contexto en la definición de las opciones
y mecanismos de la justicia transicional. En este sentido, advierte sobre los peligros que entraña
desconocer las necesidades particulares de países en situación de conflicto, donde a veces resulta
difícil distinguir a víctimas de victimarios, y asumir sin más los parámetros de justicia transicional
promulgados desde los países del centro, olvidando que “la justicia es una construcción histórica y
no un conjunto de valores que surgen en vacíos políticos”. En consecuencia, insta a la búsqueda por
35 Orozco Abad, Iván (2005). Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. Bogotá: Temis, pp. 12-13.
30
parte de los países periféricos de fórmulas creativas de solución y negociación de sus conflictos, y
demanda para ello que se les reconozcan a estos países espacios de maniobra, “como lo tuvieron en
algún momento aquellos que hoy los enfrentan con un marco normativo hegemónico y limitado”.36
Frente al tema de la construcción de memoria histórica, objeto central de nuestra indagación, los
planteamientos de Orozco constituyeron también un aporte de suma importancia. A partir de la
caracterización que hace del conflicto colombiano como uno donde han primado los procesos de
victimización horizontal bidireccional, afirma que la historia colombiana “no puede ser pensada y
narrada sino en cuanto apuntalada en la dialéctica entre la memoria y el olvido”. Al igual que Todorov37
,
advierte sobre los peligros que entraña el abuso de la memoria cuando es empleada por parte de
individuos y colectivos sociales y políticos como estrategia política en sus luchas por la verdad y
por la justicia, asunto que se torna especialmente conflictivo en conflictos armados prolongados y
degradados como el colombiano, en los que muy frecuentemente las víctimas se transforman
en victimarios y los victimarios en víctimas, con lo que casi nunca es posible establecer con absoluta
claridad quiénes son los buenos y quiénes los malos. Tal como él lo explicita, “Para hacer aparecer a
los unos o a los otros como victimarios o como víctimas basta con invisibilizar un aspecto u otro de
su realidad ambivalente y compactada”38
, aseveración de Orozco que tuvo en nosotras una particular
resonancia, en cuanto suscitó fecundas discusiones sobre los múltiples roles de las mujeres en el
conflicto colombiano, y la responsabilidad sentida de aportar a procesos de construcción de memoria
histórica que los recojan en toda su complejidad.
En una línea de pensamiento similar, aunque ya en el contexto de los trágicos sucesos acontecidos
en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, se inscriben los aportes de la teórica feminista
norteamericana Judith Butler en su libro Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. De las
innumerables reflexiones que su lectura nos suscitó en torno a las posturas que puede asumir una
determinada sociedad frente a hechos particularmente graves de violencia que se viven en su seno,
destacamos dos.
La primera tiene que ver con la importancia que reviste la incorporación de múltiples voces en las
narrativas que esa sociedad construya sobre esos hechos, y el riesgo que entraña la estigmatización
36 Orozco Abad, Iván (2005). “Reflexiones impertinentes: sobre la memoria y el olvido, sobre el castigo y la clemencia”. En: Rettberg, Angelika (Comp.). Entre el perdón y el
paredón: preguntas y dilemas de la justicia transicional. Bogotá, Ediciones Uniandes, p. 171. [En línea]: http://idl-bnc.idrc.ca/dspace/bitstream/10625/30921/4/121252.
pdf
37 Todorov, Tzvetan (2000). Los Abusos de la memoria. Barcelona, Paidos.
38 Orozco Abad, Iván (2005). “Reflexiones impertinentes…”, Op. Cit.
31
de algunas de ellas por considerar que no se ajustan a lo que, según un determinado criterio, resulta
“políticamente correcto”. En tal sentido, advierte esta autora: “La esfera pública está constituida en
parte por lo que no puede ser dicho y lo que no puede ser mostrado. Los límites de lo decible, los
límites de lo que puede aparecer, circunscriben el campo en el que funciona el discurso político y en el
que ciertos tipos de sujetos aparecen como actores viables”.39
Señala a continuación cómo el disenso y el debate en torno a la interpretación de esos hechos de
violencia dependen de la inclusión de todos aquellos que sostengan un punto de vista crítico, y como
acusar a los que ejercen ese punto de vista crítico de traición, relativismo moral o calificativos similares,
“es tratar de destruir la credibilidad no del punto de vista que allí se sostiene, sino de las personas
que lo sostienen”, cercenando así la posibilidad de disenso. En palabras de la autora, “Lo que se
produce entonces es un clima de miedo en el cual manifestar ciertos puntos de vista es arriesgarse a
la vergüenza y a ser etiquetado con una apelación odiosa”.40
En este mismo sentido, en un capítulo titulado Explicación o absolución, o lo que podemos escuchar,
a propósito del binarismo propuesto por Bush tras los ataques del 11 de septiembre y la postura
asumida por buena parte de la sociedad norteamericana frente a los mismos “O se está con
nosotros o se está con los terroristas”, advierte Butler sobre cómo con frecuencia la búsqueda de
explicación de los fenómenos de violencia es descalificada como un intento más de absolución de las
responsabilidades frente a los mismos. Advierte a propósito cómo “junto con la experiencia de violencia
surge un marco para poder pensarla”, el cual funciona tanto para prevenir cierto tipo de preguntas y
de análisis históricos, como para justificar una determinada postura moral frente a los hechos vividos,
y la importancia que reviste prestarle atención a ese marco, en cuanto es el que decide lo que puede
escucharse, “si una postura va a ser tomada como una explicación o como una absolución, si seremos
capaces de percibir la diferencia y de aceptarla”. Señala a renglón seguido cómo con frecuencia se
tiene la tendencia a rechazar cualquier esfuerzo de explicación de los hechos, “como si explicarlos
les concediera racionalidad, como si explicarlos nos llevara a identificarnos con el opresor, como si
entenderlos implicara construir un marco que los justifique”, y aboga por la construcción de narrativas
polifónicas de los hechos de violencia que den cabida a las múltiples voces de los implicados. 41
En cuanto a los restantes ejes temáticos de nuestra investigación los efectos e impactos causados
39 Butler, Judith (2006). Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires, Paidós, pp. 21-22. (El resaltado es nuestro).
40 Ibíd.
41 Ibíd, pp. 28 y 32.
32
en las mujeres por la violencia sociopolítica ejercida contra ellas en el marco del conflicto armado
vivido en Medellín entre 1988 y 200842
; y los mecanismos de afrontamiento que han empleado para
hacerles frente, cabe destacar como “marcas” sustanciales del abordaje que hicimos de los mismos
las siguientes:
El valor concedido a la dimensión subjetiva. En este sentido, buscamos ahondar en el peso atribuido-	
por las mujeres a los eventos victimizantes, en procura de establecer cuál o cuáles de ellos las habían
marcado más. Nos respaldamos para ello en el concepto de acontecimiento, entendido como un
“fenómeno imprevisible pero infinitamente frecuente…”43
, una reconstitución retroactiva de huellas
y hechos, un inventario de todos los elementos de la situación. Así, el acontecimiento resulta ser
un suceso o una concatenación de ciertos sucesos singulares que irrumpen en la vida de un sujeto
o de una sociedad y la fraccionan, marcando rupturas que inducen a re significaciones subjetivas
en el individuo y societales en los grupos humanos, al punto de dividir su percepción de la vida
en “un antes” y “un después”. No obstante la relatividad y la complejidad en la conceptualización
del acontecimiento, su inscripción en lo temporal le da un carácter histórico no lineal, es decir que
ese tiempo escapa a la sucesión de hechos y en cambio se compone y se expresa en múltiples
dimensiones con las que el sujeto particulariza su vida y la compone desde sus relaciones consigo,
con los demás y con el mundo, hace parte de su proceso de subjetivación.
Ahora bien, la estrecha relación existente entre acontecimiento y subjetividad, y las implicaciones
que tiene su abordaje, son puestas claramente de manifiesto por Anabelle Lee, quien afirma: “El
concepto de subjetividad se temporaliza, adquiere un sentido próximo al de modo de existencia.
La subjetividad no remite al sujeto, ni a la persona, ni al yo, sino a modos de existencia, al modo
de pensar, de sentir, de actuar, al modo de relación que cada uno realiza consigo mismo, con los
demás y con el universo. El concepto de subjetividad en su mutua apropiación con el concepto de
acontecimiento se vuelve un problema que concierne al pensamiento, a la ética y la política”.44
La importancia concedida a la agencia desarrollada por las mujeres victimizadas, que, inscrita en-	
la tendencia reciente a contemplarlas no sólo en su carácter innegable de seres sufrientes, busca
visibilizar las múltiples formas en que ellas se resisten frente a la adversidad y logran hacerle frente.
42Considerando como efectos aquellos de ocurrencia inmediata, y como impactos los que se presentan a mediano o largo plazo.
43 Marzouk El-Ouariachi, K. (s/f). “Acontecimiento”. Universidad de Fez (Marruecos). [En línea]:http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/A/acontecimiento.pdf
44 Lee Teles, Annabel (2006). “Acontecimiento y subjetividad”. [En línea]:http://epensamiento.com/index.php?option=com_content&view=article&id=49:acontecimient
o-y-subjetividad&catid=34:articulos&Itemid=53
33
Esto nos llevó a profundizar sobre el tema, particularmente sobre los conceptos de agenciamiento,
potenciación y empoderamiento, fundamentales para la comprensión del mismo.
En este campo, los desarrollos realizados por Naila Kabeer45
nos hicieron un aporte invaluable.
Después de explicitar que una manera de pensar sobre el poder es en términos de la capacidad
de optar46
, usa el término empoderamiento para referirse “a los procesos por los cuales aquéllos
que han estado privados de la capacidad de hacer opciones adquieren tal capacidad”, mientras
estar desempoderado es estar privado de elegir. Hace énfasis en que el empoderamiento implica
un proceso de cambio, de superación de una situación de desempoderamiento, y destaca que
“empieza a menudo desde adentro e involucra cambios en cómo las personas se ven a sí mismas
(su sentido de auto-valoración) y su capacidad para la acción”.
Según Kabeer, el concepto de empoderamiento puede explorarse a través de tres dimensiones
estrechamente interrelacionadas: la agencia, que corresponde a cómo se hace efectiva la opción,
y abarca tanto la acción observable en el ejercicio de opción toma de decisión, protesta, trato,
negociación, como el significado, la motivación y el propósito que los individuos le asignan a
sus acciones, es decir, su sentido de agencia. Relacionada con el empoderamiento, para Kabeer
la agencia implica no sólo ejercer activamente la opción, sino también hacerlo de maneras que
desafíe las relaciones de poder; los recursos, que son el medio de poder. Distribuidos a través de
las varias instituciones y relaciones en las sociedades, que rara vez son igualitarias, le otorgan a
ciertos actores una posición privilegiada sobre otros en lo concerniente a cómo se interpretan las
reglas institucionales, las normas y convenciones, así como también en cómo éstas se ponen en
efecto en virtud de la posición que ocupan en una sociedad dada47
; y los logros, entendidos como
el punto hasta el cual este potencial se realiza o falla en ser realizado, es decir, los resultados del
esfuerzo ejecutado48
.
Otro elemento importante de los desarrollos hechos por Kabeer, es la distinción que establece entre
45  Kaber, Naila (2006). Lugar preponderante del género en la erradicación de la pobreza y las metas del milenio. México D.F, Plaza y Valdés S.A. [En línea]: http://www.
ccee.edu.uy/ensenian/catgenyeco/Materiales/2011-08-10%20M4%20-%20Kabeer(2006)LugarPreponderanteDelGeneroEnLaErradicacion.pdf
46  Considera Kabber que para que haya una posibilidad real de optar se requieren dos condiciones: a) la existencia de alternativas es decir, debe existir la capacidad
de escoger algo diferente, y b) las alternativas no sólo deben existir, sino que ellas también deben ser vistas para existir. Menciona al respecto que el género opera
a menudo a través de una aceptación incuestionada del poder, que determina que la persona no vea otras opciones distintas, dándose en la práctica una ausencia de
opción. Ibíd.
47 En relación con este punto, Kabeer señala que “Las condiciones en que las personas ganan el acceso a los recursos son tan importantes en los procesos de empo-
deramiento como los recursos en sí mismos”, queriendo decir con ello que estas condiciones también son materia de consideración y que tendrán mayores efectos de
empoderamiento en la medida que contribuyan a fortalecer la posición de la persona para negociar. Ibíd.
48  En lo que atañe al empoderamiento, advierte Kabeer que los logros tienen que ser mirados en términos tanto de de la agencia ejercitada como a sus consecuencias,
según éstas faciliten condiciones para un mayor o menor empoderamiento, siendo especialmente favorables aquellas asociadas a la ampliación de oportunidades, la mayor
auto-confianza, el afianzamiento del sentido de independencia, entre otras. Ibíd.
34
“una agencia eficaz” y una “agencia transformativa”. En relación con las mujeres precisa la autora
la primera hace alusión a su mayor eficacia llevando a cabo sus roles dados y responsabilidades,
mientras la segunda es entendida como un ejercicio de agencia que “actúa contra el hilo de los valores
patriarcales”, y se relaciona con “su habilidad de cuestionar, reinterpretar y quizás cambiar estos
papeles y responsabilidades”.49
Hecho este resumen de las principales fuentes donde “bebimos” conocimiento, pasaremos a continuación
a entrar de lleno en las historias de vida de las mujeres protagonistas de nuestra investigación,
contadas en sus propias voces y desde la lectura que hicimos de ellas.
49 En su trabajo sobre pobreza y empoderamiento, Kabeer se centra en esas formas transformativas de agencia, lo cual, afirma, conduce a formularse una serie de
preguntas de la siguiente índole: ¿Cómo se perciben las mujeres a sí mismas y cómo son percibidas por parte de personas cercanas así como de otras distantes en la
sociedad?, ¿Cómo se tratan las mujeres a sí mismas y cómo son tratadas por otros?, ¿Son capaces de tomar las decisiones importantes sobre asuntos relacionados con
ellas mismas (su propio bienestar) y con sus hijos, particularmente con sus hijas?, ¿Qué tipo de participación tienen ellas en otros aspectos de toma de decisión dentro de
la familia?, ¿Tienen alguna influencia en asuntos relativos a la comunidad y la sociedad en qué ellas viven y esta influencia es decisiva o meramente simbólica?. Ibíd.
35
CAPÍTULO 3
SEMBLANZAS
Este capítulo contempla rasgos básicos de cada una de las participantes en este ejercicio investigativo,
de su humanidad, que entre las líneas de la interpretación, despliega breves trazos de la historia de
sus vidas, tan prolíficas en experiencias. Presentarlas desde los generosos relatos de sus vivencias
como mujeres, seres humanos que han vivido, sufrido y resistido acontecimientos en medio de un
contexto adverso, en esta ciudad, en este momento histórico, está en función de avivar la reflexión
sobre el acto memorioso de narrar y sobre el hecho responsable de comunicar para in-formar, para
sanar, para evitar, para responder y no repetir sin olvidar.
ROSA: DESTERRADA DE SU SER SOCIAL, DE SU VIDA COMUNITARIA1.1.	
Rosa, serena y cada vez instalada, con el pelo pintado de experiencia, las manos colocadas y la voz dispuesta
a contarse, cual la rosa de los vientos, guía, orienta su historia con los recuerdos y nos ubica en el relato, en el
conflicto, en el tiempo de la ciudad. Ella, su familia, el apoyo y la compañía que cuida, sus consejos, la “Doctora
Corazón”. En ella toda, el servicio y la ayuda. A ella de nosotras la gratitud.
Luz María, Claudia, Alba Nelly
La experiencia de Rosa, contada a dos voces y en dos momentos, se amalgama con el relato que su
hija hace de su propia vida, para dar cuenta de un momento común en el tiempo y el espacio, disímil
en las vivencias pero afín a la experiencia que las han hecho compañeras de destierro, enriqueciendo
las posibles comprensiones de la vida en el conflicto.
DE SÍ: LA EMANCIPACIÓN	1.1.1.	
[…] a ver, yo nací aquí en Medellín, llegué aquí al frente de donde vivo, pero de seis meses salí a
vivir ahí [barrio comuna nororiental], ya luego de ahí para acá toda mi vida la viví allá. Me casé,
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tengo 11 hijos yo les comenté, o tuve, que ya se me murieron dos, eh… pues, un hogar normal con
familia normal, eh… mis hijos, pues tengo varios profesionales casi todos, sobre todo las mujeres
y... ya de hace 15 años, 15… casi 20 años nos vinimos a vivir aquí a [Barrio de la comuna diez]…
yo en mis tiempos estudié hasta cuarto de bachillerato que era pues lo que uno estudiaba y luego
estudié secretariado comercial… y salí y corrí y me casé antes de cumplir los 17 años, porque si uno
no se casaba a los 17 “se quedaba” pues según las historias de las abuelas […]
A sus 74 años de edad, viuda y con condiciones económicas estables, Rosa, rodeada por veinte nietas
y nietos, diez bisnietos, ocho hijas y un hijo, dedica su tiempo a algunas actividades domésticas y a
actuar en la organización social de mujeres en la que participa con convicción. Estudió secretariado
comercial y ayudó en la crianza de su hermana menor que nació cuando ella tenía su cuarta hija.
Se autopercibe como una mujer decidida, ecuánime, organizada, no dócil, “vaga pues casi nunca
ha trabajado”, servicial, amada y respetada por sus nietos y nietas así como por sus hijas, “pegona
y maltratadora” de sus hijas e hijos sobre todo de los tres mayores cuando eran niños, y muy
sociable. Como mujer de su tiempo, respondió a algunos de los mandatos que estaban establecidos
para las mujeres, pero en un acto de transgresión de los mismos, resolvió que al crecer sus hijos e
hijas terminaba su período de crianza y con ello la vida de pareja con su esposo, a quien concebía
como borracho, celoso y machista, y se “independiza de él”, aunque continúan compartiendo el mismo
techo.
Participa en grupos sociales con los que considera aporta a su proceso de “liberación femenina”,
fortaleciendo la decisión de cambiar su vida y de enseñar a los más jóvenes sobre los derechos;
pasa por grupos de gimnasia, grupos comunitarios de capacitación para la participación y la veeduría
ciudadana hasta ingresar al programa “Hacia la Nueva Mujer”, orientado por la pastoral social de la
ciudad, donde recibe formación más específica sobre el ser y el hacer de las mujeres, y desde allí se
articula al movimiento social de mujeres de la ciudad.
Gozaba del reconocimiento de sus vecinos, al punto de autonombrarse como “la Doctora Corazón” por
su actitud de escucha y de consejería a quienes lo solicitaban. También tenía cierta independencia de
su esposo, lograda principalmente por las posibilidades que había en su familia de origen de apoyarla
económicamente en caso de que él decidiera no responder económica y materialmente por sus hijas
e hijos.
37
Rosa, con un nivel educativo que para la época no era del común de las mujeres (básica secundaria
y secretariado comercial), logra combinar su vida entre lo doméstico-hogareño de tinte patriarcal
que decreta la maternidad y la crianza de hijos e hijas como una labor definitoria e identitaria de una
mujer, y la vida social-pública que le dejaba saberse útil, reconocida por sus cercanos en relación con
otras y otros que también deberían como ella, ir “saliendo del coco”.
En ese reconocimiento implícito de sociabilidad, alberga Rosa la posibilidad de desdibujar esas
“fronteras” instituidas entre lo privado la casa, la familia y lo público los vecinos, la calle del
barrio, los grupos, como una forma de redireccionar y dimensionar su vida, de hacerla pública en
tanto lugar para la sociabilidad fluida y las múltiples relaciones. Desde su resistencia a vivir su vida
relegada de las relaciones sociales amplias y a ser vista como una mujer sumisa, tomaba decisiones
que le permitieran vivir armónicamente su vida familiar-hogareña y social-vecinal.
De lo anterior, surgen elementos “provocadores” de un análisis orientado a revisar la mirada de lo
privado entendido como privación, y así, como esfera reservada exclusivamente para las mujeres.50
Dicha revisión deja percibir la característica sistémica que tienen lo privado y lo público es decir,
su articulación dinámica, que obliga a la vez a considerar la necesidad de redefinir el concepto de
privacidad, que comporta diferencias con el de privación. Para las mujeres, esa histórica asimilación de
la privacidad con la ausencia, con la imposibilidad, ha sido un elemento productor de deficiencias en
la construcción de sus identidades que marginadas de lo político por considerarse un ámbito con roles
asignados a los varones y contrarios al mandato patriarcal de lo femenino, refuerzan y promueven la
desigualdad al repartir las condiciones para el relacionamiento social.
La sociabilidad es para Rosa una condición personal y sobre todo vital, en la que no sólo proyecta
sino que reafirma su subjetividad, esa misma desde la que concibe un modelo de mundo en el que la
asociación a otros y otras pasa de ser un lazo para convertirse en vínculos sociales en los que se tienen
otras márgenes de acción, que se traducen en posibilidad de hacerse ella misma, de autodeterminarse.
Esa aspiración, que en ella se ha ido haciendo principio de vida, le viene también de su historia
inicial, en la que la libertad se asomaba desde sus condiciones familiares y personales con guiños de
potencialidad que le dejaron llevar hasta su lenguaje la idea de “liberarse” para tomar la decisión de
50 En palabras de Soledad Murillo, “es así que lo privado se bifurca dependiendo del universo que represente: hombres y mujeres se alinean a ambos lados. En su acep-
ción positiva “propio” o en su sentido negativo ”privación”. La primera coincidiría con las definiciones históricas que conjugan la privacidad con individualidad,
la segunda se ceñiría a una función articulada en torno a la negación de lo propio”. Citado en: Fuentes, Melisa (s/d). “Las esferas de lo público y lo privado: ¿Fronteras
permeables o compartimientos estancos?”. En: Suite101.net. Historia siglo XXI. [En línea]: http://melisafuentes.suite101.net/las-esferas-de-lo-publico-y-lo-privado-
a7867#ixzz1mea7ekli
38
“independizarse”:
[…] ya pues en este momento él murió [su marido], pero entonces ya pues yo… es decir, yo hace
20 años o un poquito más que hice apoyo a la liberación femenina, entonces logré pues digamos
independizarme de él; no nos dejamos, siempre vivíamos en la misma casa; pero yo le dije: “Hasta
aquí, ya crié mis hijos, ya este tiempo que queda es mío, si usted quiere nos vamos a grupos de la
tercera edad o no, haga lo que quiera pero este tiempo es mío”. Ya empecé a salir con programas
distintos, al primer programa que yo entré así pues más o menos con esos procesos de liberación
fue a [nombre del programa], que me llevó una amiga a hacer ejercicio, pero entonces ahí teníamos
tutores y nos enseñaron pues que ahí saliendo del coco y todas esas cosas y resulta que yo me lo
tomé muy en serio; y bueno, ya después fue cuando de verdad ya dije “hasta aquí no más” […].
Se recuerda de su infancia “como niña mimada”, evadiendo las tareas domésticas de hacer mandados,
y luego en su juventud, como esposa y madre muy ayudada siempre como ella dice, “cargada”,
pues en su hogar paterno era la hija mayor, que tuvo once hijos y a la que sus hermanas y hermano
auxiliaron económicamente, además de que su padre y su madre siempre estuvieron presentes para
ayudarle a suplir sus necesidades y las de sus hijos e hijas.
Recuerda también que ella, hija de una madre de carácter muy fuerte que no se ocupaba del cuidado
de ningún enfermo, y de un padre también fuerte pero que se diferenciaba por las posibilidades
de transar que ella logró con él, ha sido “privilegiada” por sus condiciones económicas y por haber
recibido siempre el apoyo material y físico de su madre y su padre. Repasa en sus memorias, vuelve
una y otra vez sobre sus relaciones familiares en las que ve su vida transcurrir entre la enfermedad
y muerte de sus padres, y el nacimiento y crianza de su propia descendencia. Ella es el centro, es
la vara de la fortaleza en la que se cimentaron y aún hoy se fijan las acciones y las decisiones de la
familia; lo mismo que ahora le deja saberse reconocida, líder, pero también exiliada y despojada de
su actividad pública.
Entre sus recuerdos está la muerte de su padre a causa de un cáncer que se resolvió muy pronto,
en un lapso de un mes de diagnosticado; la de su madre 4 años después de su abuela, y que ha
representado su más expresado dolor y sus últimas lágrimas; el deceso de su hijo y su hija, ambos
por enfermedades físicas, no por violencia, y la de su hermano y otros familiares, que en medio del
contexto conflictivo fueron tocando su diario vivir.
39
Pero también recapitula la vida, que para ese entonces también se concretaba en sus once hijos a
quienes criaba al mismo tiempo que a su hermana menor, y quienes según ella, marcaron la llegada de
su sufrimiento por los problemas y las dificultades que traían cotidianamente en medio del contexto de
ciudad que se hacía más adverso y que empezaba a mostrar algunas de las expresiones violentas del
narcotráfico. Elige además evocar la vida en las fiestas de navidad, en las que el encuentro con todos
era el principal regalo, y en el apoyo mutuo y constante que les ha permitido sostenerse como grupo
familiar en medio de las circunstancias y las vicisitudes de la vida diaria:
[…] entonces a mí me tocó como a la fuerza, ¿me entiende?, son cosas como que… que van forzando
a uno, a mí me tocó con mi papá y hacer las vueltas y el entierro y todo esto, entonces yo creo que
eso lo va… pues yo antes no había tenido como cosas graves, yo creo que para mí lo primero grave
fue la muerte de mi papá, entonces yo creo que ahí empezó como… como a saber que yo tenía que
estar ahí, que yo era la que estaba ahí, y con mis hermanas es igual.
Por ello, para Rosa, todo eso acabó vigorizándola para afrontar la vida y dejándole saber hoy, que su
fortaleza es un “don del cielo” que deriva en racional calma y en capacidad de discernimiento para
lograr soluciones, aunque también se la explica como “una virtud” venida de su capacidad intelectual-
mental, alimentada con el hábito “compulsivo” de leer, que es para ella lo que le ofrece alternativas de
comprensión de la vida y le aporta formación con la que puede remediar dificultades y problemas:
[…] yo me considero que como que estoy por encima de todos los problemas… Imagínese que a mí,
pues por la mañana hay un problema tan horrible, “que vea, que esto pues que… Virgen Santísima,
¿qué va a pasar?, hay que ponele la velita a la Virgen”, y yo muy confundida, pero de pronto suena
cualquier bolero, cualquier canción de cualquier cosa… y de pronto yo cualquier carajada, se me
olvidó el problema, lo dejé de lado, hasta que vuelvo y me acuerdo: “iAh!, eso está muy horrible,
no, si es que es muy horrible y yo tan contenta”. Yo soy capaz de estar cantando en un velorio
de un hijo, y así por el estilo, entonces yo digo pues… no sé, no sé… realmente yo misma no me
comprendo, pero sí sé que tengo ese espíritu de… de que tenga problemas y que si hay forma de
solucionarlos pues a hacerlo.
Del mismo modo, rememora su vida social como líder del barrio, donde realizaba actividades conjuntas
para lograr el mejoramiento del barrio (mediante la construcción de la cancha deportiva y de viviendas)
y de la vida de sus vecinas que ya empezaban a saber del conflicto por sus hijos que participaban
de él bien fuera directa o indirectamente. De esos recuerdos extrae también lo que de su vida social
40
cambió a partir de la salida de su barrio querido: ya no era más la líder, la vecina conocida y reconocida
que conversaba y aconsejaba, la mujer referente de ayuda a los demás, la que tenía cercanía con
sus contiguos. En esas experiencias vitales y esas formas de insertarse en la vida a medida que esta
transcurre, se percibe la memoria social con la que ella va reconstruyendo la historia y otorgando
sentidos tanto a lo sucedido como a su vida presente, que lee también a la luz del conflicto mismo que
se vive en la ciudad.
De la familia: la que salva•	
Rosa siente que las condiciones de su familia de origen la han hecho una mujer con otras posibilidades
y que ello se vio reflejado en opciones para ella, muy distintas a las del grueso de las mujeres. Creció
en un hogar de amplias condiciones económicas, compuesto por su padre, su madre, dos hermanas
y un hermano, a estos últimos los deja un tanto en la memoria guardada de sus años jóvenes, solo su
hermana menor quien se cría con sus hijos y como uno de ellos, aparece en su relato interactuando
en los sucesos que viven sus hijos, como parte de su familia que vive unida tanto en las satisfacciones
como en las crisis.
Criada por su abuela, ve en su madre una figura de mujer algo diferente a la que en esa época se
concebía, pues trabajaba para ayudar a su abuela en el sustento de sus hermanos que eran bastantes
y lo siguió haciendo hasta cuando se casó con su padre, al que Rosa reconoce como trabajador y
estricto por ejemplo en el control de los horarios.
[…] yo vengo de un hogar normal, pues, pero tenía una gran ventaja sobre todos los demás y era
que mi mamá trabajaba, que acuérdese que en tiempos atrás las mujeres no trabajaban, pero mi
mamá, como también venía de una familia numerosa, eh… se puso a, ella era modista, entonces
se puso a coser y, y… para ayudarle a mi abuela pues a sacar toda esa familia adelante también.
Entonces ya, pues, a mí me tocó una parte muy buena de mi mama y era que ella siguió trabajando,
entonces nosotros, pues sí, éramos personas como, digamos con muy… buenos, muchos lujos, con
muchas cosas que no se tenían mucho en ese tiempo, pero era porque yo tenía una ventaja, de que
los dos papás trabajaban, y nosotros éramos poquitos, éramos sino dos mujeres y un hombre.
Luego conforma un hogar con un hombre adicto al alcohol, controlador y con el que tuvo dificultades
relacionales frecuentes pero que logró sobrellevar también porque ella reconoce que si bien no era
sumisa, era “controlada” y tomaba decisiones que le permitían sortearlas de modo que vivieron en la
41
misma casa hasta que él murió.
Según ella, “era un hogar más o menos normal… con una familia normal”, en el que las relaciones
estaban mediadas por las normas y códigos de comportamiento que incluían para los hijos e hijas
responder al estudio que era su único deber, no permanecer en la calle y solo compartirla con sus
amigos en los momentos de juego; y para las mujeres estaba además el quehacer de los oficios
domésticos. Eran una familia alegre, que celebraba con fiestas y baile todos los sucesos cotidianos,
que además los hacía ver como “los ricos del barrio” que aceptaban y compartían con los vecinos.
El de Rosa es un grupo familiar con hijos e hijas que dieron nietos y nietas numerosos, a los que
también se les fueron transmitiendo esos valores con los que se habían hecho y criado sus padres y
madres. Dentro de ellos y de manera especial, el valor de la unidad como factor de protección frente a
todas las vicisitudes, pero también como estilo de vida que lleva implícita la alegoría de la liberación,
lo salvífico:
[…] nosotros hemos tenido la gran ventaja de eso, la unión familiar, eso es lo que nos ha salvado
pues de tanta de tanta cosa, pues aprender a superarla… que a nosotros nos salvó la unión o nos ha
salvado la unión familiar, esa ha sido la parte, pues una fortaleza que tiene mi familia sobre muchas
[…], la unión de la casa, nosotros tenemos esa gran ventaja, es que todos estamos ahí; entonces
pues si es pa’ bailar, bueno; si es pa’ beber, todo el mundo bebe menos yo; pero si, pues pa’ lo que
sea; pero si es para un dolor de estos, todo el mundo está ahí también; no están sólo mis hijos, mis
nietos, sino mis sobrinos, pues mi casa es el centro de todos, allí en mi casa siempre nos juntamos
57 personas, únicamente la familia […].
De su vida en los barrios: del consejo y la acción al silencio•	
Su vida ha transcurrido entre el barrio que actualmente habita en el centro de la ciudad y el barrio de
su vida en la Comuna 3, del que salió desplazada y al que considera muy reconocido por violento, no
sólo en la ciudad misma, sino en el país y el mundo. En este último barrio hizo de los lazos vecinales
el centro de su cotidianidad que le permitía relacionarse y participar comunitariamente en diversos
asuntos, configurando también su accionar político de un modo particular, menos institucionalizado
pero legitimado por su comunidad más cercana.
Allí, Rosa actuaba desde las formas más básicas de la participación: la colaboración con encuentros
42
comunes en los que las vecinas acudían a las conversaciones para recibir consejos frente a la crianza y
corrección de los hijos y para resolver problemas relacionales cotidianos, pasando por la participación
en grupos en los que el cuidado físico del cuerpo era un objetivo central incorporado a las reflexiones
sobre su forma de vida, por ello con este grupo es que decide “tomárselo en serio” y actuar, “salir
del coco”; para llegar a hasta la formación como procuradora comunitaria con una organización no
gubernamental de la ciudad, a través de la que fortaleció su vuelo social, enseñando los derechos
humanos en el barrio y en los colegios. A esta labor desempeñada socialmente le adjudica el papel de
medio de expresión, articulación y ejecución de algunas necesidades de la comunidad:
[…] era un barriecito donde todos nos conocíamos, era una cuadrita en cuadro en que todos éramos
amigos, vecinos y conocidos; todos ayudábamos a la acción comunal, todos hicimos, ayudábamos
a hacer las casas, trabajábamos en… porque las casas las hicimos fue en la acción comunal y era
que usted me ayudaba a mí, entonces hacíamos esta casita, después nos íbamos donde otro; eh…
los maridos, los esposos trabajaban todos los sábados, se iban y habían mujeres, aportábamos la
comida y los frescos para los que trabajaban. Entonces éramos gente muy conocida […].
Estos actos se perciben entonces como alternativas políticas que las mujeres han buscado para
enfrentar no sólo las realidades cotidianas y locales mismas, sino la exclusión que se hace desde la
asignación exclusiva de roles que rompen la articulación entre los escenarios público y privado.
Ese interés de Rosa por involucrarse en los asuntos públicos, evidencia otra concepción y forma de
hacer política que no necesariamente está inscrita dentro de las formas convencionales, además de
que postula miradas diferenciadas al problema redistributivo del poder, en el que algunas mujeres no
han querido quedarse sin esa otra esencia de su existencia: la pública.
Con todo, en las actuaciones de Rosa subyace una idea de poder que diferencia las perspectivas en las
que éste se da como una forma de acuerdos y decisiones colectivas, de esas otras concepciones que
lo entienden y lo viven como una fuerza coercitiva de usos amenazantes. En ella el poder se percibe
desde una representación que contempla un sentido ético, que se dispone a obrar en colectivo y
socialmente como un poder organizado para unos objetivos de beneficio colectivo.
Sin embargo, después de llegar al segundo barrio el que habita en la actualidad la actividad social
de Rosa se transforma reduciéndose, pues allí casi sólo transita. El desconocimiento de sus vecinos,
la falta de actividades colectivas con ellos, y por lo tanto, de reconocimiento de ella y su trabajo, han
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Investigación " SIN MEMORIA, ME-MORÍA, SE MORÍAN"

  • 1. 1 CORPORACIÓN PARA LA VIDA MUJERES QUE CREAN “SIN MEMORIA, ME-MORÍA, SE MORÍAN” CUATRO HISTORIAS DE VIDA INFORME DE INVESTIGACIÓN LAS MUJERES Y LA VIOLENCIA EN EL CONTEXTO DEL CONFLICTO SOCIOPOLÍTICO ARMADO VIVIDO EN MEDELLÍN ENTRE 1988 Y 2008 Investigadora Principal: Luz María Londoño F. Co-investigadora: Claudia Isabel Acevedo G. Asistente de investigación: Alba Nelly Londoño S. Medellín, marzo de 2012
  • 2. 2
  • 3. 3 DE LO QUE CONTIENE LA GRATITUD… A MODO DE PRESENTACIÓN CAPÍTULO 1. DE CÓMO HICIMOS ESTE EJERCICIO INVESTIGATIVO 1.1. LO QUE SE PROPUSO 1.1.1. En general 1.1.2. Específicamente 1.2. EL ENCUADRE 1.3. DECIDIR CON QUIÉN 1.4. CÓMO TRATAR LO RELATADO 1.4.1. Transcribiendo, organizando y analizando 1.4.2. Comprendiendo también con algunos conceptos 1.5. ACTUACIONES PARA CONSTRUIR CONOCIMIENTO CON OTRAS CAPÍTULO 2. PRINCIPALES ABREVADEROS… CAPÍTULO 3. SEMBLANZAS 3.1. ROSA: DESTERRADA DE SU SER SOCIAL, DE SU VIDA COMUNITARIA 3.2. GLORIA: ENTRE MIEDOS, DOLORES Y AMORES, ESAS VERDADES QUE ASUSTAN
  • 4. 4 3.3. MARÍA: DE LO HABLADO A LO QUE SILENCIA 3.4. ANA: DE LA INCONFORMIDAD A LA BÚSQUEDA Y EL REBUSQUE, Y DE AHÍ A LA TRASGRESIÓN CAPÍTULO 4. REFLEXIÓN FINAL Y EL CONFLICTO SIGUE BIBLIOGRAFÍA
  • 5. 5 LA GRATITUD… A las mujeres participantes, que con generosidad y valentía compartieron con nosotras su historia, sus palabras, su vida, y se unieron así a esta apuesta por la memoria y por las comprensiones de nosotras las mujeres, del conflicto y de la vida en esta ciudad. A la vida que nos ha dejado encontrar-nos, y entre recuerdos, reflexiones y afanes, irla haciendo, irla viviendo. A las mujeres que apoyan tras bambalinas esas labores y detalles que a veces parecen imperceptibles: citar, transcribir, contratar y demás, pero que realmente son definitivas para hacer lo necesario, lo propuesto, lo preciso y lo deseado. A la agencia vasca SETEM Hego Haizea y a la diputación de Gipuzkoa, quienes han creído en nosotras y en nuestras apuestas. A todas y todos, nuestra gratitud.
  • 6. 6
  • 7. 7 A MODO DE PRESENTACIÓN Entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. Jorge Luís Borges En el marco del proyecto “Recuperando memorias para vivir sin violencias contra las mujeres”, financiado por la agencia SETEM Hego Haizea con fondos de la Diputación de Gipuzkoa, la Corporación para la Vida Mujeres que Crean concibió la realización de una investigación sobre las violencias ejercidas contra ellas en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido en la ciudad de Medellín entre 1988 y 2008, que buscaba rescatar y resignificar en la voz de las mujeres las muchas memorias relacionadas con los fenómenos de violencia en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido en la ciudad de Medellín en ese lapso en el que los hombres hicieron parte mayoritariamente de los relatos noticiosos de la guerra y de las cifras de asesinatos diversos. En el mes de octubre de 2010 se dio inicio al proyecto de investigación: “Sin memoria, me-moría, se morían”. Cuatro historias de vida, que pretende evidenciar los efectos individuales y colectivos causados por el conflicto en las mujeres, para fortalecer su actoría política y promover, en alianza con organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos, acciones que conlleven a la exigibilidad de sus derechos y a la reparación integral de dichos efectos en sus cuerpos y en sus vidas. Se busca con ello incidir en la transformación de factores históricos, sociales, políticos y culturales que mantienen y reproducen las violencias contra las mujeres, develando no sólo su carácter estructural sino su exacerbación en contextos de conflicto armado, así como las graves consecuencias en el cuerpo, la vida y la dignidad de las mujeres y en el desarrollo democrático de nuestras sociedades. Dentro de este contexto, el ejercicio de recuperación de las memorias de las mujeres que vivieron el conflicto armado de la ciudad de Medellín entre 1988 y 2008, partió de la necesidad de trabajar los silencios, los dolores ocultos y emergentes, así como los imaginarios culturales que generan y
  • 8. 8 sostienen violencias fácticas y simbólicas contra ellas. Una sociedad que naturaliza las violencias contra sus mujeres y no las ve en perspectiva histórica, se condena a reproducirlas y perpetuarlas como una forma de vida, que además se transmite generacionalmente, haciéndolas un asunto colectivo en el que se imbrican los ámbitos privado y público. Llevado a cabo entre ocho mujeres cinco de ellas desde el relato de los procesos de victimización que han vivido en el marco del conflicto urbano que ha azotado a Medellín en las últimas tres décadas, y las otras tres como escuchas y como intérpretes1 , dicho proceso investigativo nos llevó sin habérnoslo propuesto a transitar caminos inesperados y complejos y a replantearnos paradigmas de aproximación y comprensión del papel que hemos jugado las mujeres en dicho conflicto y el que nos correspondería jugar como agentes de construcción de paz. Mediante los relatos de los acontecimientos que cuatro mujeres vivieron durante esas dos décadas, buscamos construir las memorias históricas que habrán de darle paso a la reconstrucción de la memoria social de las mujeres de esta ciudad en ese lapso. 1Luz María Londoño (investigadora principal), Claudia Isabel Acevedo (co-investigadora) y Alba Nelly Londoño (asistente de investigación).
  • 9. 9 CAPITULO 1 MEMORIA METODOLÓGICA: DE CÓMO HICIMOS ESTE EJERCICIO INVESTIGATIVO La inclusión de esta memoria como punto de partida del presente informe, pretende mostrar la trayectoria recorrida en el transcurso de nuestro ejercicio investigativo, dando cuenta de los momentos, las decisiones y operaciones asumidas a lo largo del proceso. Con ello buscamos compartir ese quehacer particular que en las ciencias sociales denominamos “investigar”, que como muchos estudiosos y estudiosas ya lo han dicho tiene como propósito ganar en la comprensión y explicación de fenómenos sociales mediante la construcción de entramados de significación, que, a partir de unas preguntas iniciales sobre situaciones que nos pre-ocupan y apoyándose en una serie de herramientas teóricas y metodológicas, nos permitan entender mejor la realidad que nos rodea, en la búsqueda de una mejor sociedad humana. Como la construcción de esas tramas de sentido que constituyen la esencia de los procesos investigativos en ciencias sociales tiene mucho del oficio de tejer de hilvanar sentidos, dedicaremos este capítulo a dar cuenta de algunos de los hilos centrales de nuestra urdimbre. LO QUE SE PROPUSO1.1. En general1.1.1. Identificar, analizar y visibilizar los efectos e impactos dejados en el cuerpo, la vida y los derechos de las mujeres por la violencia ejercida contra ellas en el contexto del conflicto sociopolítico armado de Medellín entre 1988 y 2008, y las estrategias con que ellas los han afrontado, como una forma de reconstruir su memoria colectiva y una opción política de exigibilidad de sus derechos.
  • 10. 10 Específicamente1.1.2. Reconstruir el conflicto sociopolítico armado vivido en Medellín entre los años 1988 y 2008 desde­ la voz de mujeres que han sido victimizadas dentro del mismo. Identificar los principales efectos e impactos dejados en el cuerpo, la vida y los derechos de- mujeres afectadas por violencias de origen socio político ocurridas en ese período. Explorar las formas en que estas mujeres han afrontado esos efectos e impactos y los resultados- obtenidos en términos de su recuperación física, emocional y sociopolítica. Indagar por los imaginarios culturales que subyacen tanto a las afectaciones producidas por las- violencias vividas por ellas, como a las reacciones que han tenido frente a tales violencias. Conforme con los anteriores objetivos, nuestras preguntas de investigación fueron las siguientes: ¿Cómo se configura entre 1988 y 2008 el conflicto sociopolítico armado vivido en Medellín desde­ la voz de mujeres victimizadas dentro del mismo? ¿Qué se conoce sobre la violencia de origen sociopolítico ejercida en contra de las mujeres de­ Medellín en ese lapso (magnitud, actores, modalidades)? ¿Qué efectos físicos, emocionales y sociales ha tenido esta violencia en el cuerpo, la vida y los­ derechos de las mujeres que la han sufrido? ¿Qué impactos han tenido en sus vidas esas experiencias de violencia?­ ¿Cuáles han sido las estrategias de afrontamiento empleadas por las mujeres victimizadas y qué­ resultados han tenido en su recuperación física, emocional y social? ¿Qué imaginarios culturales subyacen a las afectaciones producidas en estas mujeres por las­ violencias vividas por ellas y a las reacciones que han tenido frente a los hechos violentos? Considerando en cada historia aspectos como: La modalidad de violencias ejercida y las circunstancias que rodean el hecho violento (actores,­
  • 11. 11 razones esgrimidas y modus operandi). El contexto general donde ocurre la violencia y cómo este contexto afecta la experiencia vivida por­ la mujer. Los efectos e impactos físicos, emocionales y sociopolíticos producidos en la mujer victimizada, su­ familia y organizaciones (entorno social). Las estrategias de afrontamiento empleadas por las mujeres y los resultados obtenidos en términos­ de la recuperación física, emocional y socio política. Los imaginarios socio culturales que alimentan dicha violencia, las afectaciones producidas por ella­ y las reacciones de las mujeres frente a la misma. Los sentidos asignados (re-significaciones) por ellas a la violencia vivida (entrecruzamiento privado-­ público: continuum de violencias). EL ENCUADRE1.2. Con el propósito de aproximarse al entendimiento de las vivencias de mujeres víctimas de violencia política en el contexto del conflicto socio político armado ocurrido en Medellín en las tres últimas décadas, y de los ámbitos en los que se hacían realidad esas vivencias, desde un inicio nuestra propuesta investigativa fue pensada con un enfoque fenomenológico. Dentro de este marco, se optó por el desarrollo de un estudio exploratorio – descriptivo que, empleando como estrategia la historia de vida, nos permitiera responder a las demandas de la tarea investigativa. Desde la hermenéutica fenomenológica, los relatos y las narrativas en general, como ejercicio de lenguaje, son formas de dejarse oír, que permiten ubicarse e identificar los lugares desde los que comprendemos y hacemos el mundo y la vida misma. La interpretación es una dimensión intrínseca del ser humano que da cuenta de que las experiencias nacen y se hacen sobre el trasfondo de las que le anteceden y que es a través del lenguaje como se hace posible la auto comprensión. La concepción diltheana de la hermenéutica como fundamento de las ciencias del espíritu, se torna ya no sólo como una cuestión metodológica, sino “como una perspectiva de naturaleza filosófica que
  • 12. 12 habría de situarse en la base de la conciencia histórica y de la historicidad del hombre”2 , haciendo de la comprensión un proceso hacia las vivencias del espíritu. La realidad nos remite entonces a procesos en el tiempo, a aquello que nos es transmitido y que asimilamos/recibimos y retomamos, convocándonos a entender las articulaciones que se hacen entre esas realidades para darle un lugar de relatividad y parcialidad, tanto como de circunstancialidad. Identificar pues, a la mujer, al hombre, al ser humano con el lenguaje, implica reconocer diversas aristas de ese ser, que al entendido de Ricoeur3 , posibilita entender la hermenéutica como la restauración plena del sentido, como manifestación que devela significados ocultos y trata de identificar motivaciones e intereses escondidos. En cuanto a la historia de vida, en tanto técnica conversacional ha sido utilizada como un instrumento de reflexión teórica y de práctica metodológica para acceder a las interpretaciones respecto a cómo las personas crean y reflejan su mundo social, sin la pretensión única o necesaria de escribir su biografía, sino de construir organizadamente su punto de vista e incluso el de varios sujetos acerca de un fenómeno determinado. Como su nombre lo indica, se apoya básicamente en el relato que hace un sujeto de su vida o de aspectos específicos de ella, de su relación con el mundo social en el que se desenvuelve, con su realidad social, y los modos como interpreta los contextos y crea los significados. Por su carácter de particular, no puede esquematizarse en un patrón fijo, existiendo diferentes criterios no sólo para su concepción, sino para su realización. 4 Dentro de este marco amplio, nuestro trabajo investigativo tuvo además como improntas: El enfoque de género:- Parte de asumir que las experiencias de hombres y mujeres frente a todas las formas de violencia-destrucción-reconstrucción son diferentes, tanto en la manera en que las sufren, como en las estrategias con que las enfrentan. Busca hacer de la diferencia basada 2 Reale, Giovanni y Antiseri, Darío (1992). Historia del pensamiento filosófico y científico, Vol. I, 2° edición, Barcelona, Editorial Herder, p. 555. 3 Ricoeur, Paul (2002). Del texto a la acción. Ensayo de hermenéutica II. México, F.C.E., 2° edición, p.140. 4 Por considerarlos especialmente pertinentes para nuestro trabajo, destacamos los criterios a los cuales según Gareth Jones (citado por Hernández) debe ajustarse su elaboración: a) Considerar a la persona historiada como miembro de una cultura, que capta el pasado, presente y futuro como parte del conocimiento de sentido común a través de los esquemas interpretativos de ésta; b) Reconocer el papel de los otros significativos en la transmisión de la cultura, destacando el papel de la familia, los líderes de opinión, entre otros; c) Especificar la acción social misma y las bases de la realidad social (esto es, las expectativas básicas, los postulados elementales que se dan por supuestos en la conducta, los principales criterios con los que se define la situación y se orienta en ella el actor valores centrales, códigos de conducta, mitos, ritos), con toda la racionalidad subyacente que se les atribuye); d) Demanda la reconstrucción y el seguimiento del hilo conductor que relaciona a través del tiempo unas experiencias con otras en la vida del actor (la significación de unos hechos para el comportamiento posterior, las expectativas u objetivos de futuro como hitos marcadores de la conducta a lo largo de la vida, los momentos de crisis en los que este hilo se quiebra, los cambios significativos en la definición de la realidad y las conexiones de unos comportamientos con otros aparentemente desconectados); e) Reclama la recreación continua y simultánea de los contextos sociales asociados con la persona y su acción social, ya que el contexto no puede disociarse de la conducta, puesto que no sólo la condiciona, sino que sirve de clave interpretativa para su comprensión. Cfr. Hernández Moreno, Katia Susana (2009). “El método historia de vida: alcances y potencialidades”. [En línea]: http://www.gestiopolis.com/economia/ metodo-de-investigacion-cualitativa.htm
  • 13. 13 en el género un motor de la práctica investigativa, que conduzca a afinar la comprensión de las experiencias personales y colectivas de hombres y mujeres y del papel que juegan en ellas las construcciones de género. La perspectiva interseccional:- Reconoce la interacción de las construcciones de género con otros marcadores de identidad (raza, clase, etnicidad, religión, orientación sexual…) y busca entender las formas en que se entrecruzan y los efectos de tal entrecruzamiento. El enfoque feminista:- concebido como un ejercicio de conocimiento y acción política, orientado a incorporar la voz de las mujeres al entendimiento y comprensión del conflicto armado vivido en Medellín durante las tres últimas décadas y a incidir en la transformación de factores históricos, sociales, políticos y culturales que mantienen y reproducen las violencias contra las mujeres, exacerbadas en contextos de conflicto armado. En concordancia con este enfoque, posiciona como asuntos fundamentales de la práctica investigativa, entre otros: La centralidad que ocupa el análisis de las° relaciones de poder, tanto en el contexto social que es investigado, como en el proceso de investigación misma. La reflexividad, entendida como el reconocimiento del peso que tienen las creencias y° comportamientos del investigador/investigadora y la importancia de su permanente análisis crítico. La búsqueda de comprensiones que trasciendan las caracterizaciones binarias, para abrirse a° representaciones paradójicas (víctimas y victimarias, víctimas y agentes…), en un esfuerzo por mostrar las contradicciones de la vida humana afectada por la violencia. En concordancia con los objetivos de la investigación y el tipo de estudio, se acordó utilizar como técnicas de recolección de información primaria la entrevista a profundidad y la observación, considerada como un elemento coadyuvante en la comprensión de los efectos de las violencias en la vida de las mujeres. A partir de los objetivos propuestos y de las preguntas de investigación, se construyó entonces una guía de entrevista que orientara grosso modo los diálogos que se realizarían con las participantes en el estudio. Simultáneamente se inició un primer momento de revisión bibliográfica en torno a los siguientes ejes
  • 14. 14 temáticos: Conflicto sociopolítico armado urbano en Medellín (temporalidades, actores, expresiones,­ dinámicas…) Violencia(s): definiciones, tipos, violencia contra las mujeres, violencia en el contexto del conflicto­ sociopolítico armado. Aspectos socio-jurídicos: victima, victimario, victimización, normas, resoluciones, verdad, justicia,­ reparación, derechos humanos, memoria. Efectos e impactos de la violencia: Considerando como efectos aquellos de ocurrencia inmediata e­ impactos los que se presentan a mediano o largo plazo. Mecanismos de afrontamiento, agencia, resiliencia.­ Este primer ejercicio de revisión bibliográfica nos fue aportando elementos de comprensión sobre asuntos tales como la historia reciente del conflicto sociopolítico armado en Medellín, sus actores principales, lo femenino y las mujeres en la cultura patriarcal, la memoria como una acción política, los procesos de paz y la guerra misma, los derechos humanos de las mujeres, y en ellos la verdad, la justicia y la reparación con sentido para las mujeres, entre otros. DECIDIR CON QUIÉN1.3. Entendida nuestra práctica investigativa como la conjugación de formas dialógicas, buscamos las mujeres e identificamos las que podrían participar en la investigación. Con tal fin, establecimos unos criterios de participación que nos permitieran hacerles invitaciones provocadoras a re-latar, re-cuperar, re-construir, sus memorias de esas dos décadas en ellas y en la ciudad, así como los imaginarios que les subyacen. Esos criterios fueron: Haber habitado la ciudad de Medellín en algún momento comprendido dentro del lapso determinado­ por el estudio (1988-2008). Haber sido victimizada por actores armados legales o ilegales con hechos de violencia derivados­ directamente del conflicto sociopolítico armado existente en la ciudad durante ese período.
  • 15. 15 Tener de 18 años en adelante al momento de la investigación.­ Tener interés en participar voluntariamente en el estudio.­ Confirmar su disponibilidad para narrar acontecimientos personales vividos en el marco del conflicto­ y que pudieran representar la reminiscencia de dolores y malestares. Una vez establecidos estos criterios, se socializó el estudio y sus propósitos con mujeres participantes en procesos de acompañamiento psicosocial llevados a cabo por organizaciones de mujeres, para provocar en ellas su vinculación a esta iniciativa, así como también con integrantes del movimiento social de mujeres en la ciudad, específicamente de la Ruta Pacifica de las Mujeres por la Resolución Pacífica del Conflicto Armado. De esta socialización resultaron tres mujeres con amplia disponibilidad para articularse a la investigación, con quienes iniciamos las entrevistas a la espera de poder hacerlo con una cuarta, que nos habría de permitir adentrarnos en historias de violencias relacionadas con las dinámicas del narcotráfico en la ciudad y ejercidas en contra de mujeres de estratos medios y altos5 . La búsqueda de la cuarta participante se hizo en diferentes instancias y sectores: desde el cotidiano, indagando entre las mujeres conocidas y con las cercanas; hasta el institucional que lleva a cabo acciones con las víctimas en la ciudad. Con todo, no fue posible encontrar una mujer con esas características que quisiera participar en el estudio, entre otras razones porque son poco visibles las mujeres víctimas del narcotráfico. Muchas de las que se conocen-reconocen como tales no habitan en el territorio colombiano o lo hacen de manera discontinua, alternando entre éste y algún otro país para protegerse entre otros de los resultados que les dejó lo acaecido, o llevadas por el deseo de no enfrentarse a la historia vivida. Otras, conscientes de la vigencia de las estructuras narcotraficantes, expresaron temor a participar en cualquier asunto que rememore lo relacionado con estas mafias, de las que saben su poderío, atrocidad y abyección. No obstante, con los relatos de las tres mujeres iniciales empezamos a adelantar el trabajo investigativo y a identificar los efectos e impactos dejados por la violencia del conflicto socio político armado en sus cuerpos, vidas y derechos. Con la idea de profundizar en sus historias y de ampliar la comprensión que 5 Dos razones impulsaron nuestra búsqueda de un caso con esas particularidades: de un lado, lo poco que se ha investigado en nuestro medio sobre los procesos de victimización de las mujeres a manos de estos actores, y de otro, por el deseo de romper la tendencia predominante de circunscribir este tipo de investigaciones a los estratos socioeconómicos más bajos o a los sectores populares, como si los fenómenos relacionados con la violencia fuesen privativos de esta población.
  • 16. 16 de cada caso íbamos teniendo, pensamos en los aportes que podrían proporcionarnos otras narrativas de personas cercanas a ellas y a sus relatos, por lo que decidimos indagar con las tres acerca de esta posibilidad. En uno de los casos, la mujer entrevistada nos sugirió conversar con una hija, lo que a la postre se convirtió efectivamente en un apoyo que permitió ahondar en comprensiones de lo pretendido en la investigación. En otro de los casos la respuesta fue negativa, pues esta mujer, víctima de violencia sexual por parte de paramilitares, nunca hasta entonces había hablado con otras personas acerca de esta experiencia y manifestó su deseo de que no se involucrara a nadie más. En el tercer caso su protagonista nos propuso hablar con una familiar que podía tener una mirada distinta y más completa que la suya sobre el conflicto de la ciudad en ese momento, razón por la cual decidimos establecer contacto con ellas. De las conversaciones iniciales con esta nueva cuarta mujer, se fueron desprendiendo cuestionamientos y reflexiones que nos exigían una ruta de comprensiones diferente, perfilándose así como el cuarto caso a incluir en nuestra investigación. Mientras en los tres primeros casos las mujeres victimizadas fueron transitando hacia la búsqueda de protección con diferentes estrategias el resguardo en la rutina diaria de la vida doméstica, el aquietamiento comunitario y la resistencia no armada, en este último la vida de su protagonista, llena también de privaciones, de soledad y de exigencias, sin condiciones para cumplirlas en medio de un conflicto creciente, fue anudando las alternativas armadas y sociales que éste le ofrecía a sus anhelos libertarios y justicieros, en busca de una vida que se soñaba para todos sin penurias ni limitaciones extremas. Sus vínculos con el conflicto armado fueron un entresijo sobre el que construyó su vida, que si bien no estuvo exenta de dolores y pérdidas, al igual que para las demás mujeres, se configuró también a base de transgresiones que dejaron para otros quebrantos y sufrimientos, convertidos en eslabones que anillaban las vidas la suya y la de muchos y muchas en la ciudad a una historia de guerra que pareciera nunca acabar. Los primeros contactos con ella habrían de hacernos girar la mirada que hasta ese momento habíamos tenido sobre los procesos de victimización de las mujeres dentro del conflicto urbano acaecido en Medellín, pues en su condición dual de víctima-victimaria se constituyó para nosotras en la oportunidad y el reto de analizar otras vivencias de las mujeres en contextos similares y de aproximarnos a sus memorias en clave de comprensión de las esferas en las que la vida de la
  • 17. 17 ciudad y de las mujeres en ella deviene historia y posibilidad de construir una paz activa y colectiva. Dimos entonces continuidad a nuestras conversaciones con esta cuarta mujer, en el mismo marco que las habíamos desarrollado hasta entonces con las demás, es decir, partiendo de consideraciones éticas acordes a nuestras apuestas y posturas, tales como la plena información del estudio a realizar, sus objetivos y metodología; el reconocimiento de su voluntad para la realización de cada una de las actividades que las implicaran en desarrollo del mismo, y de nuestro compromiso infranqueable con la preservación de su intimidad e integridad6 . Como parte de ello, y con conciencia clara de que los procesos de reconstrucción de memoria de lo vivido en contextos de conflicto pueden resultar muy dolorosos para las víctimas, a todas ellas se les ofreció la posibilidad de recibir apoyo psicológico dentro de la Corporación en caso de requerirlo7 . Así mismo, y por considerarlo necesario también para descargar los sentimientos de dolor y angustia que el acercamiento a este tipo de situaciones produce en quienes conforman los equipos de investigación, buena parte de nuestros encuentros de trabajo se centraron en analizar y compartir este tipo de sentimientos, lo que nos permitió también a nosotras irlos elaborando y asimilando de la mejor manera. 1.4. CÓMO TRATAR LO RELATADO 1.4.1. Transcribiendo, organizando y analizando Tan pronto se iniciaron las entrevistas con las participantes, se contrataron las personas encargadas de su transcripción y edición, de absoluta confianza del equipo de investigación. Simultáneamente las investigadoras íbamos realizando la revisión y análisis de las mismas, lo que nos permitió ajustar y profundizar sobre ciertos aspectos que emergían en los encuentros con las mujeres y que coadyuvaban en la comprensión de asuntos planteados en el estudio. El paso siguiente consistió en la elaboración de una matriz de análisis, en la cual fuimos consignando no sólo la información ya clasificada según las categorías propuestas al inicio del proceso investigativo, sino las que fueron emergiendo en el transcurso del análisis mismo, como también las reflexiones 6 En esta dirección, las entrevistas realizadas fueron sometidas después de su transcripción a un riguroso proceso de edición, encaminado a eliminar cualquier tipo de información que pudiese comprometer la seguridad de las mujeres participantes. Por igual razón, en este informe aparecen con nombres ficticios. 7 A la postre dos de ellas lo solicitaron y lo han venido recibiendo desde entonces.
  • 18. 18 suscitadas por las conversaciones con las mujeres participantes y entre nosotras mismas, y los elementos teóricos de los que íbamos echando mano para su interpretación y comprensión, lo cual nos permitió incorporar diversos elementos de análisis e irle dando cuerpo al informe que aquí se presenta. 1.4.2. Comprendiendo también con algunos conceptos Dentro de los referentes teóricos que nos guiaron se destacan algunos conceptos propuestos por las teorías sociales y feministas, como también algunas ideas-nociones construidas con las mujeres participantes, en tanto la generación de información y sus reflexiones al respecto entregaron elementos para proponer conceptualizaciones propias de las vivencias de las mujeres. Entre los temas y conceptos trabajados están, entre otros, los de conflicto socio-político, violencia, victimización, acontecimiento, poderío, política, memoria, subjetividad, patriarcalismo/patriarcado, efectos, impactos, agencia, agencia de las mujeres. 1.5. ACTUACIONES PARA CONSTRUIR CONOCIMIENTO CON OTRAS Los discernimientos llevados a cabo en conversaciones en las que se compartieron las miradas y percepciones de los relatos, nos permitieron acercarnos a los lugares que han habitado las mujeres en el conflicto de la ciudad: los del silencio por miedo y amenazas; los de la protección de sus familias, con los riesgos que implica; los del protagonismo activo en acciones diversas, tanto sociales como domésticas; y otros que habremos de develar en el transcurso del análisis y de la escritura. Así, las mujeres participantes, en su diversidad e inmersas en la cultura patriarcal que las reduce a desempeñarse en el ámbito privado, se perfilan en ese momento de la ciudad con incipientes asomos de presencia pública, sin mucha configuración como actoras visibles o protagónicas en ese ámbito. Ellas hacen gala de modos particulares, igualmente íntimos, de afrontar las diferentes situaciones y vicisitudes del conflicto armado que las ha afectado y que les ha provocado cambios, así como también les ha dejado hacer cambios, enunciando que la posibilidad de concienciación marca la diferencia entre tomar decisiones y aceptarlas u obedecerlas. Los hallazgos que identificamos se organizaron para obtener un texto articulado que dé cuenta de lo propuesto con el ejercicio investigativo y que permita proyectar reflexiones para las mujeres y para
  • 19. 19 una sociedad que pretende configurarse como una democracia incluyente de las mismas y de sus habilidades como ciudadanas plenas.
  • 20. 20
  • 21. 21 CAPÍTULO 2 PRINCIPALES ABREVADEROS… La necesidad de contar puede caer en el silencio, en la imposibilidad de hacerlo, por la inexistencia de oídos abiertos dispuestos a escuchar. Elizabeth Jelin Conforme a la identificación hecha desde un comienzo por el equipo de investigación de los principales ejes temáticos sobre los que se hacía necesario profundizar a lo largo del proceso investigativo, la revisión bibliográfica realizada sobre los diversos temas y, de manera especial, la necesidad de encontrar marcos interpretativos que nos permitieran ir logrando una mayor comprensión de los distintos tópicos que emergían del análisis de las entrevistas realizadas con las mujeres participantes, nos permitió ir definiendo los que serían los principales abrevaderos teóricos de los cuales habríamos de “beber” a lo largo de la investigación. En relación con el primero de los ejes temáticos identificados al inicio de nuestro trabajo el conflicto armado vivido en Medellín entre 1988 y 2008, nos fueron particularmente útiles una serie de análisis desarrollados sobre el tema por autoras y autores diversos8 , en cuanto nos proporcionaron insumos importantes para entender la conflictividad vivida en la ciudad durante ese período, sus lógicas, actores, expresiones y dinámicas, pues si bien el conflicto mismo no fue objeto directo de nuestro trabajo, el acercamiento al mismo resultaba un imperativo por ser justamente el contexto donde las mujeres habían tejido sus memorias. En la medida que avanzábamos en la lectura de textos de estudiosos y estudiosas del conflicto urbano, pudimos ir ubicando los aconteceres que las mujeres nos narraban en las diferentes fases en las que se ha temporalizado el conflicto de acuerdo con las dinámicas y actores prevalecientes en los 8 Entre ellos: Angarita, Pablo Emilio; Blair, Elsa y otras; Jaramillo, Ana María y colaboradores (ver la citación completa de estas fuentes en la bibliografía final).
  • 22. 22 distintos momentos. Así, lo fuimos recorriendo desde la época de los primeros combos9 y bandas10 , la emergencia y posterior decaimiento de las milicias urbanas11 , la irrupción del narcotráfico como constituyente y detonante del conflicto12 , el afianzamiento del paramilitarismo y el papel que jugaron en su consolidación las operaciones realizadas por las fuerzas armadas del Estado13 , pasando por la creciente mercenarización del conflicto14 hasta llegar a esa “paz a medias” con que las mujeres definen la época más reciente. Y atravesándolo todo, las permanentes hibridaciones de actores y dinámicas, imprimiéndole al conflicto vivido en la ciudad durante el período estudiado (1988-2008) un sello camaleónico de violencias imbricadas y de deslizamientos múltiples de los actores entre los distintos bandos comprometidos en la confrontación. Además del recorrido histórico realizado a través del tiempo, y lo que ello nos aportaba en términos de hacer un mejor encuadre de los relatos de las mujeres de nuestro estudio, un texto de Blair, Grisales y Muñoz sobre el conflicto en Medellín (2009)15 nos resultó crucial para el logro de una mejor comprensión de las dinámicas de la conflictividad efectivamente vivida por ellas. De hecho, el llamado que hacen en él sus autoras a leer el conflicto vivido en la ciudad tanto en una clave nacional, que lo explica como una proyección del conflicto sociopolítico armado más amplio vivido en el país vertiente esta que ha primado en el análisis, como en una clave más local, que propugna por articular al análisis de lo acontecido en Medellín a otras conflictividades, de orden más barrial, que no han recibido 9 Caracterizados por Jaramillo y colaboradores como grupo constituidos mayoritariamente por delincuentes de bajo perfil y con un fuerte asentamiento territorial, cons- tituyendo sus “parches” o lugares de reunión (esquinas, aceras, mangas) su principal referente de identidad y de pertenencia al grupo. Cfr. Jaramillo, Ana María; Villa, Marta Inés y Ceballos, Ramiro (2001). “Actores recientes del conflicto armado en Medellín”- En: De Sousa Santos, Boaventura y García Villegas, Mauricio. El caleidoscopio de las justicias en Colombia: análisis socio jurídico, Volumen 2, Bogotá: Siglo del Hombre Editores, p. 436. 10 Entendidas como formas organizadas de la delincuencia que se articulan de diferentes maneras a la confrontación armada. 11 Jaramillo y colaboradores ubican sus antecedentes en la organización de autodefensas surgidas a mediados de la década de los 80. Sobre su aparición y accionar en Medellín, dicen: “[…] las acciones de los escuadrones de la muerte y grupos de “limpieza” que venían operando en la ciudad desde finales de la década del 60 y que co- braron la vida de numerosos simpatizantes y líderes de izquierda crearon un ambiente favorable al ejercicio de la justicia por mano propia en la cual se insertó el proyecto miliciano. […] Las milicias fueron también depositarias de la experiencia de bandas de delincuencia común que cumplían con la función de proteger los barrios. […] Se dieron a conocer en 1991, proclamándose como el poder armado en los barrios, aunque de manera menos pública ya la gente conocía su existencia como grupos que parecían dispuestos a exterminar delincuentes y drogadictos, […]”. Según señalan estos autores, inicialmente surgieron las Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo (MP/PP), seguidas por las Milicias Populares del Valle de Aburrá (MPVA), que, según advierten, funcionaron en un principio bajo la égida del ELN pero se separaron después de esta organización guerrillera e iniciaron una vida propia. Cfr. Jaramillo et al, Op. Cit, pp. 428-430. 12 Ubicado por diversos estudiosos y estudiosas del tema durante las décadas de 1980 y 1990, este fenómeno constituye aún en nuestros días un elemento que atraviesa de manera central la guerra que se ha vivido en Colombia. Como es ampliamente conocido, Medellín ha sido históricamente uno de los epicentros de la problemática aso- ciada al narcotráfico, especialmente a principios de los 90, cuando la ciudad, convertida en el principal campo de batalla del llamado “Cartel de Medellín”, vivió un período de violencia extrema que la llevó a ocupar un lugar preponderante en las estadísticas de criminalidad a nivel nacional e internacional y llenó de luto miles de hogares. 13 De manera especial las operaciones militares “Mariscal” y “Orión”. Llevadas a cabo durante el año 2002 en los barrios 20 de Julio, El Salado, Las Independencias y Nuevos Conquistadores, ubicados en la comuna 13 −donde residen en condiciones marginalidad unas 34.000 personas−, contaron con la participación de las Fuerzas Militares, la Policía Nacional, la Fuerza Aérea, la Fiscalía y el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y tuvieron como propósito sacar de la zona a las milicias de las FARC, el ELN y los CAP (Comandos Armados del Pueblo). Según lo han denunciado diversos organismos de Derechos Humanos, se contó para ello con el apoyo de grupos paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), representadas allí por el Bloque Cacique Nutibara. 14 El texto de Vilma Franco Restrepo “Violencias, conflictos urbanos y guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década de los noventa” resulta especialmente pertinente para profundizar en este tema (ver citación completa de esta fuente en la bibliografía final). 15 Blair, Elsa; Grisales Hernández, Marisol y Muñoz Guzmán, Ana María (2009). “Conflictividades urbanas vs. «guerra» urbana: otra «clave» para leer el conflicto en Medellín”. En Universitas Humanística, núm. 67, enero-junio, 2009, pp. 29-54, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, [En línea]: http://redalyc.uaemex. mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=79118958003
  • 23. 23 suficiente atención por parte de los análisis más macro16 , nos impulsó a incorporar y realzar en nuestro análisis aspectos que hablaban de la intervención de ese otro orden de conflictividades al que aluden las autoras mencionadas. En cuanto al segundo de los ejes temáticos propuestos cuyo objetivo era profundizar en torno al tema de la(s) violencia(s) ejercidas contra las mujeres en el contexto del conflicto sociopolítico armado vivido en Medellín entre 1988 y 2008, dos campos resultaron ser de nuestro particular interés, relacionados de un lado con la necesidad de precisar qué entendíamos por violencia sociopolítica (pues era claro que nuestra indagación tenía que ver con los efectos, impactos y resistencias de mujeres afectadas por este tipo de violencia); y de otro, de profundizar en el temas de violencias contra las mujeres y en lo que teóricas feministas han planteado acerca de la existencia de un continuum de violencia contra ellas, por considerar que este último planteamiento podía enriquecer nuestra comprensión de lo vivido por ellas en el marco del conflicto. Sobre el primero de los temas, encontramos contribuciones importantes en trabajos realizados por la Corporación AVRE. En el Módulo Salud Mental y Derechos Humanos del Proceso de Formación de Terapeutas Populares y Multiplicadores en Acciones Psicosociales en un Contexto de Violencia Sociopolítica, Gloria Amparo Camilo, citada por García, habla de la violencia sociopolítica como una “relación de fuerza entre dos o más partes en la que una parte pretende mediante el daño lograr un propósito y esta acción tiene un efecto en la persona y en quienes la rodean”17 . El elemento de intencionalidad de esta forma de violencia es resaltado por Gómez, de la misma Corporación, quien la define como “aquella que tiene la intencionalidad de producir daño mediante la fuerza, para afectar las capacidades individuales y colectivas de la construcción de alternativas democráticas”.18 Siguiendo los desarrollos realizados por AVRE, para efectos de nuestro trabajo entendemos como 16 Señalan estas autoras al respecto: “El conflicto urbano en Medellín, entre 1995 y 2005, ha sido analizado, fundamentalmente, como una guerra urbana que se explicaría a partir del conflicto político armado a nivel nacional. La presencia de actores armados vinculados a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) –fundamentalmente el Bloque Cacique Nutibara– y a las guerrillas [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN)], permitió a muchos analistas explicar el conflicto en Medellín como «expresión local» del conflicto político a nivel nacional. […] En este artículo cuestionamos esa tesis. Sostenemos que más que una «guerra» urbana, explicable desde el ámbito de lo nacional y bajo una concepción muy estatal e «instrumental/racional» de lo político o del poder, Medellín ha vivido insertada en una multiplicidad de conflictos que se articulan de maneras específicas y que involucran aspectos bastante más subjetivos, presentes en dinámicas barriales pre-existentes a la «guerra», que justo por eso preferimos llamar «conflictividades urbanas». Sobre la base de lo encontrado en la investigación, sugerimos a los expertos en violencia urbana algunas nuevas «claves» de interpretación del conflicto en Medellín. Una de ellas está atada a aspectos o a dimensiones subjetivas de la vida barrial que intervienen significativamente en la dinámica de los conflictos, incluidos los conflictos políticos”. Cfr. Blair et al, Op. Cit, p. 30. 17 Camilo, Gloria Amparo (Ed., 2002). “El Impacto de la Violencia Sociopolítica”. En Salud Menta y Derechos Humanos, Proceso de formación de terapeutas populares y multiplicadores en acciones psicosociales en un contexto de violencia sociopolítca”. Citado en: García Méndez, Hada Luz: “La violencia sociopolítica, una realidad colom- biana. Abordaje desde la psicología jurídica”. En ALPJF, Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense, 01-09-2011, [En línea]: http://psicologiajuridica. org/archives/719 18 Gómez Córdoba, Oscar (2006). Aspectos psicosociales de la reparación integral. Voces de Memoria y dignidad. Bogotá: Corporación AVRE, p. 9. [en línea]:http:// psicologiajuridica.org/archives/719
  • 24. 24 violencia sociopolítica “aquella ejercida como medio de lucha político social, ya sea con el fin de mantener, modificar, sustituir o destruir un modelo de Estado o sociedad; reprimir a un grupo humano con identidad dentro de la sociedad por su afinidad social, política, gremial, étnica, religiosa, cultural e ideológica, esté o no organizado. […] busca la dominación y control sobre las personas, sobre sectores sociales, bienes y territorios, así como eliminar a cualquier individuo u organización que de alguna manera obstaculice este propósito”.19 Esta violencia puede ser ejercida por agentes del Estado o particulares que actúan con el apoyo, tolerancia o aquiescencia de autoridades del Estado (en cuyo caso se tipifica como violación a los Derechos Humanos); por grupos insurgentes que combaten contra el Estado o contra el orden social vigente (tipificada como acciones bélicas, o como infracciones al Derecho Internacional Humanitario cuando se apartan de las normas que regulan los conflictos bélicos); o por grupos o personas ajenas al Estado y a la insurgencia, motivados por la lucha en torno al poder político o por la intolerancia frente a otras ideologías, razas, etnias, religiones, culturas o sectores sociales, estén o no organizados. 20 Un aporte adicional de especial valor para el entendimiento de las violencias relatadas por las mujeres participantes en nuestro estudio, lo constituyó la aproximación hecha por Mugarik Gabe a lo que se entiende por violencia estructural. Según esta ONG del país Vasco, este término aplica a “aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de formas de violencia directa”, y “remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos de una sociedad (normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase, nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social”. De acuerdo con Mugarik, su utilidad “reside en el reconocimiento de la existencia de conflicto en el uso de los recursos materiales y sociales y, como tal, es útil para entender y relacionarlo con manifestaciones de violencia directa (cuando alguno de los grupos quiere cambiar o reforzar su posición en la situación conflictiva por la vía de la fuerza) o de violencia cultural (legitimizaciones de las otras dos formas de violencia, como, por ejemplo, el racismo, sexismo, clasismo o eurocentrismo)”. 21 19 Corporación AVRE (2002). Guía de orientaciones para atención en salud mental y trabajo psicosocial a población desplazada en Colombia. Bogotá, CHF INTERNACIO- NAL - CORPORACIÓN AVRE, p. 11. [En línea]: http://www.disaster-info.net/desplazados/documentos/avre/2003/guiaatpsico/guiaatencionpsicosocial.pdf 20 CINEP (2001). Justicia y Paz, Panorama de Derechos Humanos y Violencia Política en Colombia, en Noche y Niebla, p. 8. Citado en: Corporación AVRE (2002). Guía de orientaciones…, Op. Cit, pp. 11-12. 21 Mugarik Gabe (s/d). “¿Cómo entiende Mugarik Gabe las violencias machistas”, p. 7. [En línea]:http://ezetz.net/files/2011/01/MG-y-Violencias-Machistas.pdf
  • 25. 25 En el campo relacionado de manera más directa con la violencia contra la mujer y siguiendo también a Mugarik Gabe, que toma su definición del Informe de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing en 199522 , entendemos como tal “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada”. Puede asumir formas diversas (física, sexual y psicológica) y ser ejercida en cualquier ámbito: en el de la familia, a nivel de la comunidad en general (tales como violaciones, abusos sexuales, hostigamiento e intimidación sexual en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros ámbitos, trata de mujeres, prostitución forzada), o perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.23 En esta misma línea, y tomando la definición de la Ley Catalana, Mugarik emplea el término de Violencia machista para referirse a “[…] aquella que se ejerce contra las mujeres como manifestación de la discriminación y de la situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y que, producida por medios físicos, económicos o psicológicos incluidas las amenazas, las intimidaciones y las coacciones, tenga como resultado un daño o un sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto si se produce en el ámbito público como en el privado”24 Como ya lo señaláramos, dentro de los aportes realizados por el feminismo a la comprensión de las violencias contra las mujeres, el tema del contínuum de violencias que contra ellas se ejerce es, a nuestro modo de ver, uno de los más significativos. En este sentido, los trabajos de Olga Amparo Sánchez25 , Cecilia Barraza26 y Patricia Muñoz27 nos resultaron particularmente enriquecedores. En un documento resultante de una investigación sobre violencias contra las mujeres en nueve zonas del país, la primera de ellas hace una crítica a la manera dicotómica en que se continúa analizando esta problemática, fruto de la separación que suele hacerse de las esferas pública y privada, que, en una sociedad en guerra como la colombiana, no permite leerla en toda su complejidad y tener una comprensión más afinada del continuum de violencias contra las mujeres. Según lo plantea Sánchez, se hace necesario entonces redefinir el espacio privado y lo personal, en cuanto explícita 22 El informe completo puede verse en:http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/Beijing%20full%20report%20S.pdf 23 Mugarik Gabe (s/d). “¿Cómo entiende Mugarik Gabe…”, Op. Cit., p. 4. 24 Ibíd, p. 5. 25 Sánchez G., Olga Amparo (2008). Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra. Bogotá: Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas. 26 Barraza Morelle, Cecilia (2009). “Continuum de la violencia: un desafío para las políticas públicas”. Ponencia presentada en el foro «Mujer y construcción de ciudadanía en Cali», organizado por el Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, Universidad del Valle, con el auspicio de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social de la Alcaldía de Santiago de Cali, y realizado en la Biblioteca Departamental, Cali, Nov. 12 al 14, 2008. En La manzana de la discordia, enero- junio, 2009. Vol. 4, No. 1:19-25. 27 Muñoz Cabrera, Patricia (2011). Violencias Interseccionales. Debates Feministas y Marcos Teóricos en el tema de Pobreza y Violencia contra las Mujeres en Latinoamé- rica. Tegucigalpa: Central América Women’s Network (CAWN). [En línea]: http://www.cawn.org/assets/Violencias%20Interseccionales.pdf
  • 26. 26 o implícitamente se abordan como categorías desligadas e incluso opuestas a lo público, a lo social, altamente valorado, en contraposición con el espacio de lo privado, lo personal, lo cotidiano, objeto de escasa valoración.28 En esta misma línea se inscribe la reflexión de Barraza, quien señala que el análisis y la atención del problema de violencia contra las mujeres se constriñe muchas veces a determinadas expresiones concretas de dicha violencia, sin establecer las posibles relaciones que existen entre ellas, siendo necesario desde una perspectiva feminista visibilizar el hilo conductor que las une y que las lleva a constituir el contínuum de la violencia contra las mujeres. Desde su punto de vista, la utilidad fundamental de esta noción de contínuum reside en la posibilidad de visualizar los distintos tipos de violencia contra las mujeres psicológica, verbal, física, sexual… como parte de una misma estrategia patriarcal para el mantenimiento y la reproducción del orden establecido.29 Advierte Barraza que en términos de política pública, se desprende de allí la necesidad imperiosa de reconocer dicha violencia como un continuo en el tiempo, que va tomando diversas formas y se reproduce en todos los escenarios sociales, tanto en tiempos de paz como en el marco de conflictos armados, donde si bien se exacerban o reproducen esas prácticas con mayor crueldad, no son necesariamente expresiones nuevas o desconocidas, puesto que también están basadas en la subordinación de las mujeres en la cultura patriarcal y se practican por el hecho mismo de ser mujeres.30 De otro lado, a la par que el concepto de contínuum, la mirada interseccional que empiezan a incorporar los estudios sobre la violencia contra las mujeres nos dio también pistas claves para abordar las memorias reconstruidas por las partícipes en nuestro estudio. Sobre este tema se pronuncia también Sánchez en el trabajo que acabamos de citar, quien al afirmar que la categoría “mujer” no es única, puesto que las mujeres experimentan y viven múltiples identidades, reconoce, aunque sin desarrollarlo a cabalidad, la importancia que tiene el enfoque interseccional para la comprensión de las violencias que contra ellas se ejercen.31 Con todo, es el trabajo de la académica feminista Patricia Muñoz sobre pobreza y violencia contra las mujeres en Latinoamérica, el que pone en evidencia la necesidad de recurrir al paradigma de la interseccionalidad para poder dar cuenta de manera más fina de los vínculos existentes entre ambas (la pobreza y el contínuum de violencia que afecta a las mujeres). 28 Sánchez G., Olga Amparo, Op. Cit., pp. 35-36. 29 Barraza Morelle, Cecilia. Op. Cit., p. 9. 30 Ibíd, p. 23. 31 Sánchez G., Olga Amparo, Op. Cit., p. 9.
  • 27. 27 Recuperando los desarrollos sobre interseccionalidad hechos por Kimberlé Williams Crenshaw32 y otras feministas afroestadounidenses, Muñoz plantea la necesidad de hacer una revisión radical del concepto de “mujer” enunciado en el paradigma teórico de la violencia contra las mujeres (VCM), por considerar que si bien ésta afecta a todas las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, en la vida de mujeres indígenas, mujeres afrodescendientes, mujeres lesbianas, mujeres de sectores populares en zonas rurales y urbanas, la VCM proviene de un complejo engranaje de poder que no puede ser interpretado en su totalidad por variables aisladas sino, por el contrario, por un enfoque integrador u holístico. Hace énfasis entonces en la necesidad de asumir el sujeto “mujer” como una categoría diversa, heterogénea y compleja; sugiere que un marco analítico que busque entrelazar las múltiples estructuras de opresión en contra de las mujeres permite hacer una lectura más holística y estructural de la violencia contra las mujeres y su vinculación con otros mecanismos de opresión cómo raza/etnicidad, edad, clase, sexualidad, entre otros, y destaca la importancia de investigar en mayor profundidad el cruce entre violencia material y simbólica, particularmente los procesos mediante los cuales múltiples formas de dominación, abuso y violencia cotidiana son naturalizadas por instituciones, culturas e ideologías, al punto de dar forma y fondo a la vida cotidiana de las mujeres.33 En relación ya con las lecturas que emprendimos para profundizar en el eje temático relacionado con aspectos socio-jurídicos de la violencia sociopolítica ejercida contra las mujeres sujetos de nuestro estudio, más allá de las concepciones que manejan diversos autores y autoras sobre los conceptos de víctima y victimario, sustentadas todas ellas en la diferenciación entre quien padece el daño víctima y quien lo infringe victimario, encontramos dos insumos especialmente pertinentes para sustentar nuestra interpretación de los relatos de las mujeres que nos acompañaron como sujetos del trabajo investigativo. El primero de ellos, relacionado con el tema de la victimización, provino del abogado peruano Alejandro Tapia, que habla de ella como un proceso en el que además de la existencia de actores diversos que ocupan lugares variables, el contexto, la historia y los discursos ideológicos circulantes desempeñan un papel fundamental. Según él lo propone, se trata de un proceso social en el que la confluencia de esos tres elementos en un sujeto le otorga a éste un lugar específico de poder. 32 Fue ella quien en 1995 acuño el término, el cual define como “la expresión de un “sistema complejo de estructuras opresión que son múltiples y simultáneas”. Para Cranshaw, “la subordinación interseccional es con frecuencia la consecuencia de un factor de discriminación que, al interactuar con otros mecanismos de opresión ya exis- tentes crean, en conjunto, una nueva dimensión de desempoderamiento”. Precisa Muñoz que el paradigma creado por Crenshaw, sustentado en dos marcos conceptuales (“riesgo múltiple” y “opresiones entrelazadas”), “recupera el concepto de violencias entrelazadas al tiempo que enfatiza que el contínuum de violencia contra las mujeres, en particular cuando se trata de mujeres pobres, migrantes de color y afrodescendientes responde a una diversidad de factores y no puede ser explicado de manera cabal sólo por su condición de género”. Cfr. Muñoz Patricia, Op. Cit., p. 8. 33 Ibíd, pp. 7-11.
  • 28. 28 De acuerdo con su concepción, la historia registra las etapas en las que se suceden unos hechos vulneradores, mostrando cómo éstos han sido una construcción social que se va configurando hasta llegar a dejar a alguien en condición de víctima y/o de victimario. La contextualización de los hechos, por su parte, dilucida los factores sociológicos que evidencian la subyugación, la segregación, exclusión y vulnerabilidad a las cuales las lógicas del poder someten a los sujetos, identificando en ese entorno la combinación de ese conjunto de elementos que deja ver los hechos como un producto de las construcciones sociales de un momento histórico. En cuanto a los discursos ideológicos circulantes, ellos propenden de cierto modo por el posicionamiento de determinadas ideas sobre la realidad y los sistemas en general desde los que se busca conservar, instaurar, transformar o restaurar prácticas sociales que logren el carácter de colectivas. Cumplen, pues, un papel dinamizador en el proceso de victimización, toda vez que actúan como mecanismos de legitimación producidos por la sociedad a través de la legislación, las políticas, los criterios para concebir el desarrollo y la creación de opinión pública, entre otros, que se alimentan de versiones pasadas y presentes desde diferentes voces, como una memoria de lo sucedido.34 El concepto de victimización nos ayudó a la interpretación de las condiciones en las que las mujeres participantes devienen actoras, en distintas formas y niveles, del conflicto armado que se mantiene en la ciudad, y que se configura y transforma, permaneciendo sin embargo como problemática social en la que también ellas tienen distintos lugares. Tal noción nos permitió, además, ganar en comprensiones que develan cómo las interacciones sociales están marcadas por unos hechos resultantes del accionar humano en el tiempo y de sus propias concepciones de sí y del poder, que cambian haciéndose efectivas y en ocasiones legitimas a través de mecanismos de fuerza y coerción, de persuasión y consenso, de construcción dialógica colectiva, o de una combinación entre tales mecanismos en todos los ámbitos y esferas de la vida cotidiana. En relación también con los procesos de victimización, el otro autor clave que marcó la reflexión que realizamos sobre el tema fue Iván Orozco Abad, hasta el punto de constituirse sus puntos de vista sobre la naturaleza de dichos procesos en el caso colombiano y las implicaciones que ello tiene, en un eje medular de nuestro trabajo de investigación. A través de los diversos textos que de él consultamos, fue ganando fuerza su argumentación central, que, basada en la diferenciación que establece entre procesos verticales y horizontales de victimización, apunta sustancialmente a “hilar 34 Tapia, Alejandro (2007). “La victimización: un concepto anascópico”. Viernes 25 de mayo de 2007. [En línea]:http://lamiradadelasvctimas.blogspot.com/2007/05/ la-victimizacin-un-concepto-anascpico.html
  • 29. 29 más fino” al momento de abordar los temas de justicia y reconciliación en Colombia. De hecho, en sus trabajos sobre las diferentes clases de procesos de victimización que se dan en contextos de dictaduras o de guerra, este autor expone una tesis que si bien le agrega complejidad al abordaje del tema, resulta sumamente pertinente para entender las dinámicas propias del conflicto colombiano y sus implicaciones en términos de entrever posibles caminos de construcción de paz en el país. En el ámbito de procesos de victimización masiva y colectiva, establece Orozco una distinción entre los que denomina procesos de victimización vertical unidireccional para referirse a aquellos “donde los perpetradores tienen el monopolio de la violencia, mientras que las víctimas indefensas e inocentes poseen tan solo el monopolio de la legitimidad”, situación que ilustra por excelencia el caso de los campos de exterminio de la Alemania nazi, y los que llama procesos de victimización horizontal bidireccional, entendidos como aquellos donde dos o más partes de un conflicto armado “se victimizan recíprocamente bajo condiciones carentes de claridad en lo relacionado con la justicia”. Mientras en el primero de los casos existe una ostensible separación entre los roles de las víctimas y los victimarios, y junto a ello, la posibilidad de discernir con claridad quiénes son los “buenos” y quiénes los “malos”, los segundos entre los cuales ubica el conflicto armado colombiano se caracterizan porque se produce “un colapso” de los roles de la víctima y del victimario, y, en consecuencia, no resulta clara la distinción entre quienes son los “buenos” y quiénes los “malos”. En esta última situación, cada actor armado y las bases sociales que los apoyan, son entonces, al mismo tiempo, víctimas y victimarios de graves violaciones de los derechos humanos, presentándose en tal situación abundantes “zonas grises”, caracterizadas por la existencia de límites difusos entre ambas condiciones (víctima/victimario), donde no es posible tener la suficiente claridad cognitiva y moral para determinar claramente el papel que han jugado dentro de la confrontación.35 En términos de las implicaciones concretas que tienen los anteriores planteamientos, se destaca el llamado que hace Orozco acerca de la importancia que tiene el contexto en la definición de las opciones y mecanismos de la justicia transicional. En este sentido, advierte sobre los peligros que entraña desconocer las necesidades particulares de países en situación de conflicto, donde a veces resulta difícil distinguir a víctimas de victimarios, y asumir sin más los parámetros de justicia transicional promulgados desde los países del centro, olvidando que “la justicia es una construcción histórica y no un conjunto de valores que surgen en vacíos políticos”. En consecuencia, insta a la búsqueda por 35 Orozco Abad, Iván (2005). Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. Bogotá: Temis, pp. 12-13.
  • 30. 30 parte de los países periféricos de fórmulas creativas de solución y negociación de sus conflictos, y demanda para ello que se les reconozcan a estos países espacios de maniobra, “como lo tuvieron en algún momento aquellos que hoy los enfrentan con un marco normativo hegemónico y limitado”.36 Frente al tema de la construcción de memoria histórica, objeto central de nuestra indagación, los planteamientos de Orozco constituyeron también un aporte de suma importancia. A partir de la caracterización que hace del conflicto colombiano como uno donde han primado los procesos de victimización horizontal bidireccional, afirma que la historia colombiana “no puede ser pensada y narrada sino en cuanto apuntalada en la dialéctica entre la memoria y el olvido”. Al igual que Todorov37 , advierte sobre los peligros que entraña el abuso de la memoria cuando es empleada por parte de individuos y colectivos sociales y políticos como estrategia política en sus luchas por la verdad y por la justicia, asunto que se torna especialmente conflictivo en conflictos armados prolongados y degradados como el colombiano, en los que muy frecuentemente las víctimas se transforman en victimarios y los victimarios en víctimas, con lo que casi nunca es posible establecer con absoluta claridad quiénes son los buenos y quiénes los malos. Tal como él lo explicita, “Para hacer aparecer a los unos o a los otros como victimarios o como víctimas basta con invisibilizar un aspecto u otro de su realidad ambivalente y compactada”38 , aseveración de Orozco que tuvo en nosotras una particular resonancia, en cuanto suscitó fecundas discusiones sobre los múltiples roles de las mujeres en el conflicto colombiano, y la responsabilidad sentida de aportar a procesos de construcción de memoria histórica que los recojan en toda su complejidad. En una línea de pensamiento similar, aunque ya en el contexto de los trágicos sucesos acontecidos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, se inscriben los aportes de la teórica feminista norteamericana Judith Butler en su libro Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. De las innumerables reflexiones que su lectura nos suscitó en torno a las posturas que puede asumir una determinada sociedad frente a hechos particularmente graves de violencia que se viven en su seno, destacamos dos. La primera tiene que ver con la importancia que reviste la incorporación de múltiples voces en las narrativas que esa sociedad construya sobre esos hechos, y el riesgo que entraña la estigmatización 36 Orozco Abad, Iván (2005). “Reflexiones impertinentes: sobre la memoria y el olvido, sobre el castigo y la clemencia”. En: Rettberg, Angelika (Comp.). Entre el perdón y el paredón: preguntas y dilemas de la justicia transicional. Bogotá, Ediciones Uniandes, p. 171. [En línea]: http://idl-bnc.idrc.ca/dspace/bitstream/10625/30921/4/121252. pdf 37 Todorov, Tzvetan (2000). Los Abusos de la memoria. Barcelona, Paidos. 38 Orozco Abad, Iván (2005). “Reflexiones impertinentes…”, Op. Cit.
  • 31. 31 de algunas de ellas por considerar que no se ajustan a lo que, según un determinado criterio, resulta “políticamente correcto”. En tal sentido, advierte esta autora: “La esfera pública está constituida en parte por lo que no puede ser dicho y lo que no puede ser mostrado. Los límites de lo decible, los límites de lo que puede aparecer, circunscriben el campo en el que funciona el discurso político y en el que ciertos tipos de sujetos aparecen como actores viables”.39 Señala a continuación cómo el disenso y el debate en torno a la interpretación de esos hechos de violencia dependen de la inclusión de todos aquellos que sostengan un punto de vista crítico, y como acusar a los que ejercen ese punto de vista crítico de traición, relativismo moral o calificativos similares, “es tratar de destruir la credibilidad no del punto de vista que allí se sostiene, sino de las personas que lo sostienen”, cercenando así la posibilidad de disenso. En palabras de la autora, “Lo que se produce entonces es un clima de miedo en el cual manifestar ciertos puntos de vista es arriesgarse a la vergüenza y a ser etiquetado con una apelación odiosa”.40 En este mismo sentido, en un capítulo titulado Explicación o absolución, o lo que podemos escuchar, a propósito del binarismo propuesto por Bush tras los ataques del 11 de septiembre y la postura asumida por buena parte de la sociedad norteamericana frente a los mismos “O se está con nosotros o se está con los terroristas”, advierte Butler sobre cómo con frecuencia la búsqueda de explicación de los fenómenos de violencia es descalificada como un intento más de absolución de las responsabilidades frente a los mismos. Advierte a propósito cómo “junto con la experiencia de violencia surge un marco para poder pensarla”, el cual funciona tanto para prevenir cierto tipo de preguntas y de análisis históricos, como para justificar una determinada postura moral frente a los hechos vividos, y la importancia que reviste prestarle atención a ese marco, en cuanto es el que decide lo que puede escucharse, “si una postura va a ser tomada como una explicación o como una absolución, si seremos capaces de percibir la diferencia y de aceptarla”. Señala a renglón seguido cómo con frecuencia se tiene la tendencia a rechazar cualquier esfuerzo de explicación de los hechos, “como si explicarlos les concediera racionalidad, como si explicarlos nos llevara a identificarnos con el opresor, como si entenderlos implicara construir un marco que los justifique”, y aboga por la construcción de narrativas polifónicas de los hechos de violencia que den cabida a las múltiples voces de los implicados. 41 En cuanto a los restantes ejes temáticos de nuestra investigación los efectos e impactos causados 39 Butler, Judith (2006). Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires, Paidós, pp. 21-22. (El resaltado es nuestro). 40 Ibíd. 41 Ibíd, pp. 28 y 32.
  • 32. 32 en las mujeres por la violencia sociopolítica ejercida contra ellas en el marco del conflicto armado vivido en Medellín entre 1988 y 200842 ; y los mecanismos de afrontamiento que han empleado para hacerles frente, cabe destacar como “marcas” sustanciales del abordaje que hicimos de los mismos las siguientes: El valor concedido a la dimensión subjetiva. En este sentido, buscamos ahondar en el peso atribuido- por las mujeres a los eventos victimizantes, en procura de establecer cuál o cuáles de ellos las habían marcado más. Nos respaldamos para ello en el concepto de acontecimiento, entendido como un “fenómeno imprevisible pero infinitamente frecuente…”43 , una reconstitución retroactiva de huellas y hechos, un inventario de todos los elementos de la situación. Así, el acontecimiento resulta ser un suceso o una concatenación de ciertos sucesos singulares que irrumpen en la vida de un sujeto o de una sociedad y la fraccionan, marcando rupturas que inducen a re significaciones subjetivas en el individuo y societales en los grupos humanos, al punto de dividir su percepción de la vida en “un antes” y “un después”. No obstante la relatividad y la complejidad en la conceptualización del acontecimiento, su inscripción en lo temporal le da un carácter histórico no lineal, es decir que ese tiempo escapa a la sucesión de hechos y en cambio se compone y se expresa en múltiples dimensiones con las que el sujeto particulariza su vida y la compone desde sus relaciones consigo, con los demás y con el mundo, hace parte de su proceso de subjetivación. Ahora bien, la estrecha relación existente entre acontecimiento y subjetividad, y las implicaciones que tiene su abordaje, son puestas claramente de manifiesto por Anabelle Lee, quien afirma: “El concepto de subjetividad se temporaliza, adquiere un sentido próximo al de modo de existencia. La subjetividad no remite al sujeto, ni a la persona, ni al yo, sino a modos de existencia, al modo de pensar, de sentir, de actuar, al modo de relación que cada uno realiza consigo mismo, con los demás y con el universo. El concepto de subjetividad en su mutua apropiación con el concepto de acontecimiento se vuelve un problema que concierne al pensamiento, a la ética y la política”.44 La importancia concedida a la agencia desarrollada por las mujeres victimizadas, que, inscrita en- la tendencia reciente a contemplarlas no sólo en su carácter innegable de seres sufrientes, busca visibilizar las múltiples formas en que ellas se resisten frente a la adversidad y logran hacerle frente. 42Considerando como efectos aquellos de ocurrencia inmediata, y como impactos los que se presentan a mediano o largo plazo. 43 Marzouk El-Ouariachi, K. (s/f). “Acontecimiento”. Universidad de Fez (Marruecos). [En línea]:http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/A/acontecimiento.pdf 44 Lee Teles, Annabel (2006). “Acontecimiento y subjetividad”. [En línea]:http://epensamiento.com/index.php?option=com_content&view=article&id=49:acontecimient o-y-subjetividad&catid=34:articulos&Itemid=53
  • 33. 33 Esto nos llevó a profundizar sobre el tema, particularmente sobre los conceptos de agenciamiento, potenciación y empoderamiento, fundamentales para la comprensión del mismo. En este campo, los desarrollos realizados por Naila Kabeer45 nos hicieron un aporte invaluable. Después de explicitar que una manera de pensar sobre el poder es en términos de la capacidad de optar46 , usa el término empoderamiento para referirse “a los procesos por los cuales aquéllos que han estado privados de la capacidad de hacer opciones adquieren tal capacidad”, mientras estar desempoderado es estar privado de elegir. Hace énfasis en que el empoderamiento implica un proceso de cambio, de superación de una situación de desempoderamiento, y destaca que “empieza a menudo desde adentro e involucra cambios en cómo las personas se ven a sí mismas (su sentido de auto-valoración) y su capacidad para la acción”. Según Kabeer, el concepto de empoderamiento puede explorarse a través de tres dimensiones estrechamente interrelacionadas: la agencia, que corresponde a cómo se hace efectiva la opción, y abarca tanto la acción observable en el ejercicio de opción toma de decisión, protesta, trato, negociación, como el significado, la motivación y el propósito que los individuos le asignan a sus acciones, es decir, su sentido de agencia. Relacionada con el empoderamiento, para Kabeer la agencia implica no sólo ejercer activamente la opción, sino también hacerlo de maneras que desafíe las relaciones de poder; los recursos, que son el medio de poder. Distribuidos a través de las varias instituciones y relaciones en las sociedades, que rara vez son igualitarias, le otorgan a ciertos actores una posición privilegiada sobre otros en lo concerniente a cómo se interpretan las reglas institucionales, las normas y convenciones, así como también en cómo éstas se ponen en efecto en virtud de la posición que ocupan en una sociedad dada47 ; y los logros, entendidos como el punto hasta el cual este potencial se realiza o falla en ser realizado, es decir, los resultados del esfuerzo ejecutado48 . Otro elemento importante de los desarrollos hechos por Kabeer, es la distinción que establece entre 45 Kaber, Naila (2006). Lugar preponderante del género en la erradicación de la pobreza y las metas del milenio. México D.F, Plaza y Valdés S.A. [En línea]: http://www. ccee.edu.uy/ensenian/catgenyeco/Materiales/2011-08-10%20M4%20-%20Kabeer(2006)LugarPreponderanteDelGeneroEnLaErradicacion.pdf 46 Considera Kabber que para que haya una posibilidad real de optar se requieren dos condiciones: a) la existencia de alternativas es decir, debe existir la capacidad de escoger algo diferente, y b) las alternativas no sólo deben existir, sino que ellas también deben ser vistas para existir. Menciona al respecto que el género opera a menudo a través de una aceptación incuestionada del poder, que determina que la persona no vea otras opciones distintas, dándose en la práctica una ausencia de opción. Ibíd. 47 En relación con este punto, Kabeer señala que “Las condiciones en que las personas ganan el acceso a los recursos son tan importantes en los procesos de empo- deramiento como los recursos en sí mismos”, queriendo decir con ello que estas condiciones también son materia de consideración y que tendrán mayores efectos de empoderamiento en la medida que contribuyan a fortalecer la posición de la persona para negociar. Ibíd. 48 En lo que atañe al empoderamiento, advierte Kabeer que los logros tienen que ser mirados en términos tanto de de la agencia ejercitada como a sus consecuencias, según éstas faciliten condiciones para un mayor o menor empoderamiento, siendo especialmente favorables aquellas asociadas a la ampliación de oportunidades, la mayor auto-confianza, el afianzamiento del sentido de independencia, entre otras. Ibíd.
  • 34. 34 “una agencia eficaz” y una “agencia transformativa”. En relación con las mujeres precisa la autora la primera hace alusión a su mayor eficacia llevando a cabo sus roles dados y responsabilidades, mientras la segunda es entendida como un ejercicio de agencia que “actúa contra el hilo de los valores patriarcales”, y se relaciona con “su habilidad de cuestionar, reinterpretar y quizás cambiar estos papeles y responsabilidades”.49 Hecho este resumen de las principales fuentes donde “bebimos” conocimiento, pasaremos a continuación a entrar de lleno en las historias de vida de las mujeres protagonistas de nuestra investigación, contadas en sus propias voces y desde la lectura que hicimos de ellas. 49 En su trabajo sobre pobreza y empoderamiento, Kabeer se centra en esas formas transformativas de agencia, lo cual, afirma, conduce a formularse una serie de preguntas de la siguiente índole: ¿Cómo se perciben las mujeres a sí mismas y cómo son percibidas por parte de personas cercanas así como de otras distantes en la sociedad?, ¿Cómo se tratan las mujeres a sí mismas y cómo son tratadas por otros?, ¿Son capaces de tomar las decisiones importantes sobre asuntos relacionados con ellas mismas (su propio bienestar) y con sus hijos, particularmente con sus hijas?, ¿Qué tipo de participación tienen ellas en otros aspectos de toma de decisión dentro de la familia?, ¿Tienen alguna influencia en asuntos relativos a la comunidad y la sociedad en qué ellas viven y esta influencia es decisiva o meramente simbólica?. Ibíd.
  • 35. 35 CAPÍTULO 3 SEMBLANZAS Este capítulo contempla rasgos básicos de cada una de las participantes en este ejercicio investigativo, de su humanidad, que entre las líneas de la interpretación, despliega breves trazos de la historia de sus vidas, tan prolíficas en experiencias. Presentarlas desde los generosos relatos de sus vivencias como mujeres, seres humanos que han vivido, sufrido y resistido acontecimientos en medio de un contexto adverso, en esta ciudad, en este momento histórico, está en función de avivar la reflexión sobre el acto memorioso de narrar y sobre el hecho responsable de comunicar para in-formar, para sanar, para evitar, para responder y no repetir sin olvidar. ROSA: DESTERRADA DE SU SER SOCIAL, DE SU VIDA COMUNITARIA1.1. Rosa, serena y cada vez instalada, con el pelo pintado de experiencia, las manos colocadas y la voz dispuesta a contarse, cual la rosa de los vientos, guía, orienta su historia con los recuerdos y nos ubica en el relato, en el conflicto, en el tiempo de la ciudad. Ella, su familia, el apoyo y la compañía que cuida, sus consejos, la “Doctora Corazón”. En ella toda, el servicio y la ayuda. A ella de nosotras la gratitud. Luz María, Claudia, Alba Nelly La experiencia de Rosa, contada a dos voces y en dos momentos, se amalgama con el relato que su hija hace de su propia vida, para dar cuenta de un momento común en el tiempo y el espacio, disímil en las vivencias pero afín a la experiencia que las han hecho compañeras de destierro, enriqueciendo las posibles comprensiones de la vida en el conflicto. DE SÍ: LA EMANCIPACIÓN 1.1.1. […] a ver, yo nací aquí en Medellín, llegué aquí al frente de donde vivo, pero de seis meses salí a vivir ahí [barrio comuna nororiental], ya luego de ahí para acá toda mi vida la viví allá. Me casé,
  • 36. 36 tengo 11 hijos yo les comenté, o tuve, que ya se me murieron dos, eh… pues, un hogar normal con familia normal, eh… mis hijos, pues tengo varios profesionales casi todos, sobre todo las mujeres y... ya de hace 15 años, 15… casi 20 años nos vinimos a vivir aquí a [Barrio de la comuna diez]… yo en mis tiempos estudié hasta cuarto de bachillerato que era pues lo que uno estudiaba y luego estudié secretariado comercial… y salí y corrí y me casé antes de cumplir los 17 años, porque si uno no se casaba a los 17 “se quedaba” pues según las historias de las abuelas […] A sus 74 años de edad, viuda y con condiciones económicas estables, Rosa, rodeada por veinte nietas y nietos, diez bisnietos, ocho hijas y un hijo, dedica su tiempo a algunas actividades domésticas y a actuar en la organización social de mujeres en la que participa con convicción. Estudió secretariado comercial y ayudó en la crianza de su hermana menor que nació cuando ella tenía su cuarta hija. Se autopercibe como una mujer decidida, ecuánime, organizada, no dócil, “vaga pues casi nunca ha trabajado”, servicial, amada y respetada por sus nietos y nietas así como por sus hijas, “pegona y maltratadora” de sus hijas e hijos sobre todo de los tres mayores cuando eran niños, y muy sociable. Como mujer de su tiempo, respondió a algunos de los mandatos que estaban establecidos para las mujeres, pero en un acto de transgresión de los mismos, resolvió que al crecer sus hijos e hijas terminaba su período de crianza y con ello la vida de pareja con su esposo, a quien concebía como borracho, celoso y machista, y se “independiza de él”, aunque continúan compartiendo el mismo techo. Participa en grupos sociales con los que considera aporta a su proceso de “liberación femenina”, fortaleciendo la decisión de cambiar su vida y de enseñar a los más jóvenes sobre los derechos; pasa por grupos de gimnasia, grupos comunitarios de capacitación para la participación y la veeduría ciudadana hasta ingresar al programa “Hacia la Nueva Mujer”, orientado por la pastoral social de la ciudad, donde recibe formación más específica sobre el ser y el hacer de las mujeres, y desde allí se articula al movimiento social de mujeres de la ciudad. Gozaba del reconocimiento de sus vecinos, al punto de autonombrarse como “la Doctora Corazón” por su actitud de escucha y de consejería a quienes lo solicitaban. También tenía cierta independencia de su esposo, lograda principalmente por las posibilidades que había en su familia de origen de apoyarla económicamente en caso de que él decidiera no responder económica y materialmente por sus hijas e hijos.
  • 37. 37 Rosa, con un nivel educativo que para la época no era del común de las mujeres (básica secundaria y secretariado comercial), logra combinar su vida entre lo doméstico-hogareño de tinte patriarcal que decreta la maternidad y la crianza de hijos e hijas como una labor definitoria e identitaria de una mujer, y la vida social-pública que le dejaba saberse útil, reconocida por sus cercanos en relación con otras y otros que también deberían como ella, ir “saliendo del coco”. En ese reconocimiento implícito de sociabilidad, alberga Rosa la posibilidad de desdibujar esas “fronteras” instituidas entre lo privado la casa, la familia y lo público los vecinos, la calle del barrio, los grupos, como una forma de redireccionar y dimensionar su vida, de hacerla pública en tanto lugar para la sociabilidad fluida y las múltiples relaciones. Desde su resistencia a vivir su vida relegada de las relaciones sociales amplias y a ser vista como una mujer sumisa, tomaba decisiones que le permitieran vivir armónicamente su vida familiar-hogareña y social-vecinal. De lo anterior, surgen elementos “provocadores” de un análisis orientado a revisar la mirada de lo privado entendido como privación, y así, como esfera reservada exclusivamente para las mujeres.50 Dicha revisión deja percibir la característica sistémica que tienen lo privado y lo público es decir, su articulación dinámica, que obliga a la vez a considerar la necesidad de redefinir el concepto de privacidad, que comporta diferencias con el de privación. Para las mujeres, esa histórica asimilación de la privacidad con la ausencia, con la imposibilidad, ha sido un elemento productor de deficiencias en la construcción de sus identidades que marginadas de lo político por considerarse un ámbito con roles asignados a los varones y contrarios al mandato patriarcal de lo femenino, refuerzan y promueven la desigualdad al repartir las condiciones para el relacionamiento social. La sociabilidad es para Rosa una condición personal y sobre todo vital, en la que no sólo proyecta sino que reafirma su subjetividad, esa misma desde la que concibe un modelo de mundo en el que la asociación a otros y otras pasa de ser un lazo para convertirse en vínculos sociales en los que se tienen otras márgenes de acción, que se traducen en posibilidad de hacerse ella misma, de autodeterminarse. Esa aspiración, que en ella se ha ido haciendo principio de vida, le viene también de su historia inicial, en la que la libertad se asomaba desde sus condiciones familiares y personales con guiños de potencialidad que le dejaron llevar hasta su lenguaje la idea de “liberarse” para tomar la decisión de 50 En palabras de Soledad Murillo, “es así que lo privado se bifurca dependiendo del universo que represente: hombres y mujeres se alinean a ambos lados. En su acep- ción positiva “propio” o en su sentido negativo ”privación”. La primera coincidiría con las definiciones históricas que conjugan la privacidad con individualidad, la segunda se ceñiría a una función articulada en torno a la negación de lo propio”. Citado en: Fuentes, Melisa (s/d). “Las esferas de lo público y lo privado: ¿Fronteras permeables o compartimientos estancos?”. En: Suite101.net. Historia siglo XXI. [En línea]: http://melisafuentes.suite101.net/las-esferas-de-lo-publico-y-lo-privado- a7867#ixzz1mea7ekli
  • 38. 38 “independizarse”: […] ya pues en este momento él murió [su marido], pero entonces ya pues yo… es decir, yo hace 20 años o un poquito más que hice apoyo a la liberación femenina, entonces logré pues digamos independizarme de él; no nos dejamos, siempre vivíamos en la misma casa; pero yo le dije: “Hasta aquí, ya crié mis hijos, ya este tiempo que queda es mío, si usted quiere nos vamos a grupos de la tercera edad o no, haga lo que quiera pero este tiempo es mío”. Ya empecé a salir con programas distintos, al primer programa que yo entré así pues más o menos con esos procesos de liberación fue a [nombre del programa], que me llevó una amiga a hacer ejercicio, pero entonces ahí teníamos tutores y nos enseñaron pues que ahí saliendo del coco y todas esas cosas y resulta que yo me lo tomé muy en serio; y bueno, ya después fue cuando de verdad ya dije “hasta aquí no más” […]. Se recuerda de su infancia “como niña mimada”, evadiendo las tareas domésticas de hacer mandados, y luego en su juventud, como esposa y madre muy ayudada siempre como ella dice, “cargada”, pues en su hogar paterno era la hija mayor, que tuvo once hijos y a la que sus hermanas y hermano auxiliaron económicamente, además de que su padre y su madre siempre estuvieron presentes para ayudarle a suplir sus necesidades y las de sus hijos e hijas. Recuerda también que ella, hija de una madre de carácter muy fuerte que no se ocupaba del cuidado de ningún enfermo, y de un padre también fuerte pero que se diferenciaba por las posibilidades de transar que ella logró con él, ha sido “privilegiada” por sus condiciones económicas y por haber recibido siempre el apoyo material y físico de su madre y su padre. Repasa en sus memorias, vuelve una y otra vez sobre sus relaciones familiares en las que ve su vida transcurrir entre la enfermedad y muerte de sus padres, y el nacimiento y crianza de su propia descendencia. Ella es el centro, es la vara de la fortaleza en la que se cimentaron y aún hoy se fijan las acciones y las decisiones de la familia; lo mismo que ahora le deja saberse reconocida, líder, pero también exiliada y despojada de su actividad pública. Entre sus recuerdos está la muerte de su padre a causa de un cáncer que se resolvió muy pronto, en un lapso de un mes de diagnosticado; la de su madre 4 años después de su abuela, y que ha representado su más expresado dolor y sus últimas lágrimas; el deceso de su hijo y su hija, ambos por enfermedades físicas, no por violencia, y la de su hermano y otros familiares, que en medio del contexto conflictivo fueron tocando su diario vivir.
  • 39. 39 Pero también recapitula la vida, que para ese entonces también se concretaba en sus once hijos a quienes criaba al mismo tiempo que a su hermana menor, y quienes según ella, marcaron la llegada de su sufrimiento por los problemas y las dificultades que traían cotidianamente en medio del contexto de ciudad que se hacía más adverso y que empezaba a mostrar algunas de las expresiones violentas del narcotráfico. Elige además evocar la vida en las fiestas de navidad, en las que el encuentro con todos era el principal regalo, y en el apoyo mutuo y constante que les ha permitido sostenerse como grupo familiar en medio de las circunstancias y las vicisitudes de la vida diaria: […] entonces a mí me tocó como a la fuerza, ¿me entiende?, son cosas como que… que van forzando a uno, a mí me tocó con mi papá y hacer las vueltas y el entierro y todo esto, entonces yo creo que eso lo va… pues yo antes no había tenido como cosas graves, yo creo que para mí lo primero grave fue la muerte de mi papá, entonces yo creo que ahí empezó como… como a saber que yo tenía que estar ahí, que yo era la que estaba ahí, y con mis hermanas es igual. Por ello, para Rosa, todo eso acabó vigorizándola para afrontar la vida y dejándole saber hoy, que su fortaleza es un “don del cielo” que deriva en racional calma y en capacidad de discernimiento para lograr soluciones, aunque también se la explica como “una virtud” venida de su capacidad intelectual- mental, alimentada con el hábito “compulsivo” de leer, que es para ella lo que le ofrece alternativas de comprensión de la vida y le aporta formación con la que puede remediar dificultades y problemas: […] yo me considero que como que estoy por encima de todos los problemas… Imagínese que a mí, pues por la mañana hay un problema tan horrible, “que vea, que esto pues que… Virgen Santísima, ¿qué va a pasar?, hay que ponele la velita a la Virgen”, y yo muy confundida, pero de pronto suena cualquier bolero, cualquier canción de cualquier cosa… y de pronto yo cualquier carajada, se me olvidó el problema, lo dejé de lado, hasta que vuelvo y me acuerdo: “iAh!, eso está muy horrible, no, si es que es muy horrible y yo tan contenta”. Yo soy capaz de estar cantando en un velorio de un hijo, y así por el estilo, entonces yo digo pues… no sé, no sé… realmente yo misma no me comprendo, pero sí sé que tengo ese espíritu de… de que tenga problemas y que si hay forma de solucionarlos pues a hacerlo. Del mismo modo, rememora su vida social como líder del barrio, donde realizaba actividades conjuntas para lograr el mejoramiento del barrio (mediante la construcción de la cancha deportiva y de viviendas) y de la vida de sus vecinas que ya empezaban a saber del conflicto por sus hijos que participaban de él bien fuera directa o indirectamente. De esos recuerdos extrae también lo que de su vida social
  • 40. 40 cambió a partir de la salida de su barrio querido: ya no era más la líder, la vecina conocida y reconocida que conversaba y aconsejaba, la mujer referente de ayuda a los demás, la que tenía cercanía con sus contiguos. En esas experiencias vitales y esas formas de insertarse en la vida a medida que esta transcurre, se percibe la memoria social con la que ella va reconstruyendo la historia y otorgando sentidos tanto a lo sucedido como a su vida presente, que lee también a la luz del conflicto mismo que se vive en la ciudad. De la familia: la que salva• Rosa siente que las condiciones de su familia de origen la han hecho una mujer con otras posibilidades y que ello se vio reflejado en opciones para ella, muy distintas a las del grueso de las mujeres. Creció en un hogar de amplias condiciones económicas, compuesto por su padre, su madre, dos hermanas y un hermano, a estos últimos los deja un tanto en la memoria guardada de sus años jóvenes, solo su hermana menor quien se cría con sus hijos y como uno de ellos, aparece en su relato interactuando en los sucesos que viven sus hijos, como parte de su familia que vive unida tanto en las satisfacciones como en las crisis. Criada por su abuela, ve en su madre una figura de mujer algo diferente a la que en esa época se concebía, pues trabajaba para ayudar a su abuela en el sustento de sus hermanos que eran bastantes y lo siguió haciendo hasta cuando se casó con su padre, al que Rosa reconoce como trabajador y estricto por ejemplo en el control de los horarios. […] yo vengo de un hogar normal, pues, pero tenía una gran ventaja sobre todos los demás y era que mi mamá trabajaba, que acuérdese que en tiempos atrás las mujeres no trabajaban, pero mi mamá, como también venía de una familia numerosa, eh… se puso a, ella era modista, entonces se puso a coser y, y… para ayudarle a mi abuela pues a sacar toda esa familia adelante también. Entonces ya, pues, a mí me tocó una parte muy buena de mi mama y era que ella siguió trabajando, entonces nosotros, pues sí, éramos personas como, digamos con muy… buenos, muchos lujos, con muchas cosas que no se tenían mucho en ese tiempo, pero era porque yo tenía una ventaja, de que los dos papás trabajaban, y nosotros éramos poquitos, éramos sino dos mujeres y un hombre. Luego conforma un hogar con un hombre adicto al alcohol, controlador y con el que tuvo dificultades relacionales frecuentes pero que logró sobrellevar también porque ella reconoce que si bien no era sumisa, era “controlada” y tomaba decisiones que le permitían sortearlas de modo que vivieron en la
  • 41. 41 misma casa hasta que él murió. Según ella, “era un hogar más o menos normal… con una familia normal”, en el que las relaciones estaban mediadas por las normas y códigos de comportamiento que incluían para los hijos e hijas responder al estudio que era su único deber, no permanecer en la calle y solo compartirla con sus amigos en los momentos de juego; y para las mujeres estaba además el quehacer de los oficios domésticos. Eran una familia alegre, que celebraba con fiestas y baile todos los sucesos cotidianos, que además los hacía ver como “los ricos del barrio” que aceptaban y compartían con los vecinos. El de Rosa es un grupo familiar con hijos e hijas que dieron nietos y nietas numerosos, a los que también se les fueron transmitiendo esos valores con los que se habían hecho y criado sus padres y madres. Dentro de ellos y de manera especial, el valor de la unidad como factor de protección frente a todas las vicisitudes, pero también como estilo de vida que lleva implícita la alegoría de la liberación, lo salvífico: […] nosotros hemos tenido la gran ventaja de eso, la unión familiar, eso es lo que nos ha salvado pues de tanta de tanta cosa, pues aprender a superarla… que a nosotros nos salvó la unión o nos ha salvado la unión familiar, esa ha sido la parte, pues una fortaleza que tiene mi familia sobre muchas […], la unión de la casa, nosotros tenemos esa gran ventaja, es que todos estamos ahí; entonces pues si es pa’ bailar, bueno; si es pa’ beber, todo el mundo bebe menos yo; pero si, pues pa’ lo que sea; pero si es para un dolor de estos, todo el mundo está ahí también; no están sólo mis hijos, mis nietos, sino mis sobrinos, pues mi casa es el centro de todos, allí en mi casa siempre nos juntamos 57 personas, únicamente la familia […]. De su vida en los barrios: del consejo y la acción al silencio• Su vida ha transcurrido entre el barrio que actualmente habita en el centro de la ciudad y el barrio de su vida en la Comuna 3, del que salió desplazada y al que considera muy reconocido por violento, no sólo en la ciudad misma, sino en el país y el mundo. En este último barrio hizo de los lazos vecinales el centro de su cotidianidad que le permitía relacionarse y participar comunitariamente en diversos asuntos, configurando también su accionar político de un modo particular, menos institucionalizado pero legitimado por su comunidad más cercana. Allí, Rosa actuaba desde las formas más básicas de la participación: la colaboración con encuentros
  • 42. 42 comunes en los que las vecinas acudían a las conversaciones para recibir consejos frente a la crianza y corrección de los hijos y para resolver problemas relacionales cotidianos, pasando por la participación en grupos en los que el cuidado físico del cuerpo era un objetivo central incorporado a las reflexiones sobre su forma de vida, por ello con este grupo es que decide “tomárselo en serio” y actuar, “salir del coco”; para llegar a hasta la formación como procuradora comunitaria con una organización no gubernamental de la ciudad, a través de la que fortaleció su vuelo social, enseñando los derechos humanos en el barrio y en los colegios. A esta labor desempeñada socialmente le adjudica el papel de medio de expresión, articulación y ejecución de algunas necesidades de la comunidad: […] era un barriecito donde todos nos conocíamos, era una cuadrita en cuadro en que todos éramos amigos, vecinos y conocidos; todos ayudábamos a la acción comunal, todos hicimos, ayudábamos a hacer las casas, trabajábamos en… porque las casas las hicimos fue en la acción comunal y era que usted me ayudaba a mí, entonces hacíamos esta casita, después nos íbamos donde otro; eh… los maridos, los esposos trabajaban todos los sábados, se iban y habían mujeres, aportábamos la comida y los frescos para los que trabajaban. Entonces éramos gente muy conocida […]. Estos actos se perciben entonces como alternativas políticas que las mujeres han buscado para enfrentar no sólo las realidades cotidianas y locales mismas, sino la exclusión que se hace desde la asignación exclusiva de roles que rompen la articulación entre los escenarios público y privado. Ese interés de Rosa por involucrarse en los asuntos públicos, evidencia otra concepción y forma de hacer política que no necesariamente está inscrita dentro de las formas convencionales, además de que postula miradas diferenciadas al problema redistributivo del poder, en el que algunas mujeres no han querido quedarse sin esa otra esencia de su existencia: la pública. Con todo, en las actuaciones de Rosa subyace una idea de poder que diferencia las perspectivas en las que éste se da como una forma de acuerdos y decisiones colectivas, de esas otras concepciones que lo entienden y lo viven como una fuerza coercitiva de usos amenazantes. En ella el poder se percibe desde una representación que contempla un sentido ético, que se dispone a obrar en colectivo y socialmente como un poder organizado para unos objetivos de beneficio colectivo. Sin embargo, después de llegar al segundo barrio el que habita en la actualidad la actividad social de Rosa se transforma reduciéndose, pues allí casi sólo transita. El desconocimiento de sus vecinos, la falta de actividades colectivas con ellos, y por lo tanto, de reconocimiento de ella y su trabajo, han