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ÍNDICE
Título                                             Página             Autor(a)
Introducción                                         1
¿Por qué un ministerio de mujer a mujer?             2      Alma de Alfaro, Sonia de
                                                            Rafaela, Diana de Whittle

El ministerio y la sumisión ¿hermanos o              6      Sandra Lowery de Paredes
enemigos?
La mujer que adora y ora a Dios                     10      Peggy W. de López
La oración                                          14      Diana de Whittle
Retiro de Oración                                   19      Bárbara de Orth
Una carta de amor de una “anciana” esposa de        22      Clarita de Lloret
pastor para sus colegas jóvenes en el ministerio

La capacitación de la líder                         24      Clarita de Lloret
El papel de la esposa en el matrimonio              25      Stanford Orth
¡Qué bonita pareja!                                 28      Beth Platt de Sandoval
Qué hacemos con los hijos cuando estamos en         31      Beth Platt de Sandoval
el ministerio… sin echarlo todo a perder

La disciplina y los hijos                           35      Elízabeth de Blue
Una herencia creativa para los hijos                38      Elízabeth de Blue
El ministerio de la hospitalidad                    40      Diana de Whittle
Practicando la hospitalidad en España               41      Lynne Hollingsworth
Amor en acción                                      42      Jenny Orth de Adams
Un corazón abierto                                  44      Ana Carolina de Davies
Mi pacto                                            45      Betty Stam
21 reglas “en esta casa”                            46      Ana Carolina de Davies
Como dar un testimonio personal                     47      Diana de Whittle
Ayudas prácticas en la preparación de mensaje       48      Clarita de Lloret
devocional
Guía para la elaboración de preguntas para grupos 51     Bárbara de Orth
de estudios bíblicos

El liderazgo de un grupo de estudio bíblico        59    Bárbara de Orth
Alcanzando a la mujer católica                     68    Bárbara de Orth
Ideas sin límites: planeando eventos evangelísticos 74   Bárbara de Orth
Un método de evangelismo para las muy ocupadas 82        Bárbara de Orth
Cómo desarrollar un ministerio de estudios         88    Bárbara de Orth
bíblicos evangelísticos para damas
Organización de ministerio de mujeres              92    Rosa María de Corbin
Cuestionario del ministerio de mujeres             95    Rosa María de Corbin
12 elementos esenciales del ministerio de mujeres 96     Rosa María de Corbin
La organización de eventos especiales              97    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Catálogo de eventos                                99    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Sugerencias de temas alrededor de los cuales      100    Elsa Amezcua de Balderas,
planean los adornos                                      Jayme J. de Hower

Cuestionario para la organización de evento       101    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Como manejar una evaluación                       102    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Organización de eventos especiales                103    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Descripción de trabajo de las comisiones          104    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Horario para la planeación de eventos             109    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Hoja de la contabilidad                           112    Elsa Amezcua de Balderas,
                                                         Jayme J. de Hower

Un plan de oración para el uso personal           113    Bárbara de Orth



                                                                                     2
INTRODUCCIÓN
                                                                               Diana de Whittle, editora


El compendio nació de un simposio que se celebró hace dos años. Ocho mujeres de diferentes países,
diferentes edades y distintas preparaciones se reunieron durante cuatro días para considerar el
ministerio e mujeres a mujeres. Hablamos de muchos temas relacionados con esta obra siempre con la
idea de fortalecer a la mujer cristiana en su fe y motivarla y apoyarla en su ministerio. Dos metas
concretas salieron del simposio. La primera, un boletín para mujeres -- ya se ha publicado dos
ediciones. La segunda meta, un manual para el ministerio de mujer a mujer. Es lo que este compendio
pretende lograr.

Un manual es un libro “que contiene abreviadas las nociones principales de un arte o una ciencia.” En
el transcurso del tiempo, nos hemos dado cuenta que el ministerio no es una ciencia y aunque tiene
características de un arte, tampoco lo es. El material que compone este libro no da instrucciones de
cómo armar un ministerio sino es una serie de artículos escritos por varias mujeres quienes comparten
la sabiduría de su conocimiento de Dios y su experiencia de práctica un ministerio de mujer a mujer.

Al reconocer que este trabajo no es definitivo, se decidió llamarlo “compendio” en lugar de manual.
Un compendio es una colección de artículos o ensayos y es lo que mejor describe el trabajo que hemos
hecho. Cada artículo presenta su propio tema, sin embargo, hay un hilo que une todo el compendio: la
transmisión del legado espiritual de mujer a mujer. El índice da el orden de los artículos que está
agrupados en temas: las bases bíblicas, la vida personal, la familia, la capacitación para el ministerio,
la hospitalidad, el evangelismo y la organización. Este compendio no es completo sino es un principio
del plan en que se comparten los dones y experiencia para el provecho de otras.

Las mujeres que han participado en este trabajo no se presentan como expertas en su obra pero son
mujeres que están sirviendo a su Señor con los dones que Él les ha dado y en el lugar donde las ha
colocado Dios. Es nuestro deseo que al leer estas páginas, una mujer diga, “yo también lo quiero
hacer,” o tal vez “puedo hacer esto con unos cambios.”

Hay lagunas, temas que no se tocan y otros que necesitan más desarrollo. Nuestro deseo y nuestra
oración es que unas que leen estas páginas tomen el reto de escribir las materias que faltan y así
compartan con un gran círculo de mujeres en México, España, toda América Central y entre hispanos
en América del Norte. Encontrarán aquí consejo, sabiduría espiritual que es fruto de vidas que
perseveran en los caminos de Dios, las experiencias de poner en práctica el ministerio, y también
instrucciones para escogidos ministerios.

Primero, ofrecemos todo este trabajo al Señor en ofrenda de todo lo que Él nos ha dado, y después,
ofrecemos este trabajo al cuerpo de Cristo con humildad y amor para la edificación de las mujeres que
completan la unidad de la iglesia.
¿POR QUÉ UN MINISTERIO DE MUJER A MUJER?
                                                                                       Alma de Alfaro
                                                                                    Sonia de Rafaelano
                                                                                      Diana de Whittle

Porque tenemos bases bíblicas para ello y muchas veces no las cumplimos. En ocasiones queremos
hacer otros ministerios sin cumplir con lo más sencillo y básico. En otras no encontramos qué
ministerio hacer y nos limitamos, habiendo tanto que hacer entre nosotras mismas. Por eso es
importante este ministerio de mujer a mujer. Veamos algunas bases bíblicas para realizar nuestros
ministerios con eficacia y seguridad.

En Génesis 1:27 dice que las mujeres también somos creadas a imagen de Dios… (“y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”) Aunque a causa del
pecado esta imagen fue desfigurada al igual que la del hombre (Gn. 3). Tenemos también la bendición
y el mandato de parte de Dios de “fructificad y multiplicaos…” en Gn. 1:28.

La salvación es para nosotras también, porque Gálatas 3:25-28 nos explica lo siguiente:
 “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús”

Somos parte del cuerpo de Cristo así como dice en 1 Corintios 12:12-13:
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo,
siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados
todos en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.”

Otras bases bíblicas nos dan variedad en lo que podemos hacer y estos son los dones espirituales, los
cuales son dados por el Espíritu Santo. “ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo… pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere.” 1 Co. 12:4, 11. Si en este capitulo 12 de 1 Corintios no encuentras tu don
para ministrarlo a otras mujeres estamos seguras que en Romanos 12:4-8 lo encontrarás.
       “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
       miembros tienen la misma función, así, nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en
       Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes
       dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de
       la fe, o si de servicio, en servir, o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la
       exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
       misericordia, con alegría.”

Mira la responsabilidad que tienes con tu don: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo
a otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10.

En realidad es un mandato el ministrar a otros miembros del cuerpo de Cristo; no sólo a los miembros
del cuerpo de Cristo sino también a las mujeres que todavía no lo son. Porque el mandato de
evangelizar en Mateo 28:19-20 incluye la responsabilidad de evangelizar de mujer a mujer. “Por
tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen.”

En Tito 2:3-5 tenemos lo que la Palabra de Dios nos enseña tocante o relacionada al ministerio entre
mujeres.

                                                                                                         2
“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas
        del vino, maestras del bien, que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos
        y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus
        maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”

Esperamos que estas bases bíblicas te ayuden a definir tu don para ministrarlo o si ya lo tienes
definido que lo hagas con eficacia y seguridad de mujer a mujer porque esto ha sido poco practicado
por nosotras, las mujeres. Sin embargo, esta misma realidad es la que nos ha impulsado para realizar
este proyecto de como mejorar el ministerio de mujer a mujer.

¿Cómo se desarrolla este ministerio?

La vida de una mujer tiene diferentes etapas. Es soltera, luego casada, con hijos pequeños, con
adolescentes y hasta cuando ya los hijos no están en la casa. Cada etapa tiene oportunidades y
limitaciones. Pero en cada una de las facetas de la vida de una mujer existe un ministerio que realizar.
Por ejemplo: enseñar, aconsejar, orar, ofrendar, evangelizar, visitar, cuidar del esposo y los hijos,
cuidar niños de otra persona, orar con alguien por teléfono, tomar una taza de café con otra mujer para
aconsejarle, ser ejemplo. En fin son muchísimas cosas que se pueden hacer por otra persona. El
ministerio no tiene límite ya que ministerio es cualquier acción que ayuda a otra persona a
acercarse más a Dios a través de Jesucristo.

Teniendo todo esto en mente, podemos ver que en la Palabra de Dios encontramos muchos ejemplos
de mujeres que ministraron eficazmente al pueblo de Dios.

Ejemplos del ministerio de mujeres del Antiguo Testamento

SARA (Génesis)
Esposa sumisa. Es un ejemplo de una mujer que amaba incondicionalmente a su esposo. Su fe es
ejemplo también par la mujer de hoy. Es la única mencionada en la lista de Hebreos 11.

MARÍA (Éxodo y Números)
Líder natural. Era músico y profeta, inteligente y dotada en la alabanza de Dios. La vida de esta mujer
nos deja una advertencia a toda líder. Solo Dios da o remueva los talentos y la importancia de una
persona. María permitió la entrada de los celos, cuando retó la autoridad dada a Moisés por Dios.

DÉBORA (Jueces)
Profetiza y juez de Israel. Además de ser esposa escuchaba a Dios, sierva, delegaba a otros alababa a
Dios, guiaba con autoridad de Dios. Fue una líder respetada

ANA (1 Samuel)
Una madre devota. Mujer de oración, fe en Dios en una sociedad materialista. En un acto de sacrificio
cumplió con el voto hecho a Dios. Ella entregó a su hijo, Samuel, al servicio de Dios.

ABIGAIL (1 Samuel)
Era una mujer bella, inteligente y discreta. Abigail es una buena ilustración para las esposas de hoy en
día, enseñando principios vitales de compostura y de prioridades concretas, así como la determinación
de tener la mejor salida a situaciones difíciles de la vida.

ESTER (Ester)
Su posición le permitió salvar al pueblo de Dios en un momento determinado de la historia. Nos
enseña el valor, la prudencia, la obediencia, la dependencia de Dios y el actuar basada en la confianza
en Dios.



                                                                                                        3
HULDA (2 Reyes)
Profetiza, mujer profundamente devota. Sus dones estuvieron disponibles a Dios. Fue obediente y fiel
al llevar la Palabra de Dios a su gente.

RUT (Rut)
Vivió en la historia como un modelo de lo que significa ser una buena nuera, sirviendo con gozo y
confianza en el Dios de Israel. Rompió con su pasado y tradiciones. Nos enseña que Dios usa a
mujeres ordinarias para cumplir su plan.

NOEMÍ (Rut)
Una suegra con sabiduría. Es ejemplo de amor, fe durante los días de adversidad, poseía un profundo
entendimiento espiritual. El resultado de su sabiduría brilla a través de toda la Escritura.


Ejemplos del ministerio de mujeres en el Nuevo Testamento

MARÍA, Madre de Jesús
Una mujer de obediencia y sumisión incondicional a la voluntad de Dios. Esta obediencia la llevó a
sacrificar muchas cosas: reputación, planes y a su hijo, Jesús. Fue una madre honorable, seguidora de
Jesucristo, valiente y madura espiritualmente.

MARÍA DE BETANIA (Lucas 10:38-42; Juan 11:17-44; 12:1-8)
Una seguidora comprometida, discípula de Cristo, le sirve y le adora. Entendió mucho de las
enseñanzas de Jesús y lo muestra en el acto de ungirlo.

MARTA (Lucas 10:38-42; Juan 11:17-44; 12:1-8)
Mujer trabajadora, hospitalaria, buena organizadora, generosa, mujer de mucha fe (Juan 11:27),
impulsiva, activa, gran amiga de Jesús y líder de su familia.

LA SAMARITANA (Juan 4)
Fue una llevadora de las buenas nuevas a los suyos. Dios no hace acepción de personas y esta mujer
es un claro ejemplo de esto.

MARÍA MAGDALENA (Marcos 16:9-11, Lucas 24:1-10, Juan 20:1-18)
Una discípula devota. Seguía y servía a Jesús y a sus necesidades. Era leal, fiel, cumplida,
perseverante, agradecida y dedicada. Estuvo con Jesús hasta el último momento. Fue la primera
persona que vio al Cristo resucitado y la primera que lo anunció.

DORCAS (Hechos)
Mujer ejemplo en su disposición para ayudar velozmente a los necesitados. Era una costurera y servía
con esto a los demás. Discípula de Cristo y abundaba en buenas obras.

LIDIA (Hechos 16:13-15)
Mujer de negocios, generosa, hospitalaria, tenía en orden sus prioridades.

PRISCILA (Hechos 18:1-3, Romanos 16:3, 1 Corintios 16:19; 2 Timoteo 4:19)
Respetable líder cristiana, hospitalaria. Involucrada activamente junto con su esposo. Era muy
conocedora de la doctrina cristiana. Algunos creen que era una teóloga en su tiempo.

EVODIA Y SINDIQUE (Filipenses)
Eran líderes en la iglesia de Filipos, reconocidas por su trabajo hasta por el apóstol Pablo. Pablo les
exhorta a mantener armonía y un mismo sentir para el bien de la obra.



                                                                                                          4
LOIDA Y EUNICE (1 Timoteo)
Mujeres llenas de fe, la cual transmitieron fielmente a Timoteo. Nos enseñan la importancia de la
mujer en el hogar como enseñadoras de la Palabra de Dios a los hijos.




                                                                                                    5
EL MINISTERIO Y LA SUMISIÓN -- ¿HERMANOS O ENEMIGOS?
                                                         Sandra Lowery de Paredes

¡Ministrar a mujeres! ¡Qué privilegio más grande, qué desafío más enorme, qué posibilidades más
ilimitadas nos enfrentan en este camino de la vida llamado el ministerio! Las que estamos ministrando
a mujeres reconocemos sin lugar a dudas, que el Señor nos ha llamado a servirle en un área muy cerca
del corazón de Dios.

Hoy en día, las mujeres tenemos innumerables oportunidades para ministrar en muchas y variadas
áreas de la vida eclesiástica. Probablemente más que en ningún otro momento de la historia humana,
la mujer cristiana en muchas partes del mundo está mejor preparada, en condiciones más favorables
para lograr grandes avances en el campo ministerial, por no decir en prácticamente todos los campos
seculares.

Esto nos lleva a la gran pregunta que todas nos hacemos. ¿Y qué de la sumisión de la mujer en el
ministerio? ¿La sumisión es aún vigente hoy en día, a pesar de todos los avances que hemos logrado?
El ministerio y la sumisión, ¿son hermanos o enemigos? A menudo no nos animamos a enfrentar
estas preguntas, sea por miedo, inconformidad, o por no saber cómo responder. Este artículo tiene
como propósito examinar brevemente estas preguntas inquietantes, sin pretender dar todas ni las
únicas soluciones a este dilema.

DIOS NOS HA LLAMADO AL MINISTERIO

Somos parte del cuerpo de Cristo.
Según Efesios 4:1-16, todos los que hemos creído en Cristo como nuestro Salvador personal, fuimos
introducidos al cuerpo de Cristo que es su iglesia, desde el momento de creer. Cada una de nosotras
somos un miembro importante de este cuerpo, y tenemos una participación especial en la edificación
en amor de todo el cuerpo.

Cada una tiene algo especial que aportar a la obra de Dios.
Dice este mismo pasaje en Efesios (4:11), como también 1 Corintios 12, Romanos 12:6-8 y 1 Pedro
4:10-11, que el Espíritu Santo nos ha dado “a cada uno” un don en particular. ¿Con qué propósito?
Especialmente para darle la gloria a Dios y para edificar a la iglesia.

Por eso estamos en el ministerio. Cada una de nosotras tiene dones especiales que ponemos a la
disposición de nuestro Señor, y le servimos en gratitud y en obediencia. Es interesante notar que los
dones no fueron dados según el sexo de la persona. No hay ningún pasaje, por ejemplo, que nos de la
idea que el don de enseñar, pastorear o presidir, fueron dados únicamente a los hombres.

Estoy convencida de que siempre habrá manera de usar nuestros dones y talentos si estamos
dispuestas a servirle a nuestro Señor. El no nos capacita, para después decirnos que no podemos
servirle. Pero entonces ¿tenemos las mujeres completa libertad para hacer lo que queremos en el
nombre del ministerio? ¿Hay algún límite para la mujer en el ministerio?

Dios nos ha llamado a la sumisión.
Hoy en día, se escucha a menudo de “pastoras” y “predicadoras” en congregaciones y diversas
denominaciones alrededor del mundo. En la vida personal, hay muchas mujeres quienes también son
las mandan en sus hogares. La mujer cristiana disfruta de una libertad tan especial en el Señor, que a
veces se siente con la libertad de ocupar cualquier puesto en el hogar o en el ministerio. Pero, ¿cuál
será la voluntad de Dios en cuanto a nuestro lugar, tanto en el hogar como en el ministerio? ¿Pueden
convivir el ministerio y la sumisión?




                                                                                                         6
Dios nos da un marco dentro de cual servirle.
La Biblia menciona unos parámetros para el ministerio de la mujer. Un pasaje clave que nos revela
esto es 1 Timoteo 2:11-14, donde Pablo expresa firmemente su posición en cuanto a la mujer que
enseña a los hombres. El contexto del pasaje es el culto público. Dice el versículo 12: “Porque no
permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” Haciendo un
estudio profundo, parece ser que a la mujer no le corresponde ejercer autoridad doctrinal sobre los
hombres en el culto. No es que no pueda enseñar del todo, pero no a los hombres en el culto público.
Aquí está la limitación del ministerio de la mujer. “Hasta aquí,” dice el Señor.

El movimiento feminista, y aquellas mujeres que anhelan hacer precisamente esto, afirman que estas
declaraciones fuero hechas en un momento histórico-cultural, en el cual la mujer no tenía valor, ni voz
ni voto y que, por lo tanto, ya no tienen validez para la mujer hoy en día. Sin embargo, al estudiar el
pasaje (que por cierto es inspirado por Dios como el resto de las Escrituras), vemos que Dios, a través
del autor bíblico, nos da dos razones por las cuales la mujer necesita someterse en esta área en el
ministerio. 1) “porque Adán fue formado primero, después Eva.” 2) “…y Adán no fue engañado,
sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.”

Es interesante notar que estas dos razones no tienen nada que ver con el momento histórico, ni la
cultura de Pablo ni la nuestra. Son hechos concretos, eventos reales ocurridos desde el comienzo de la
humanidad, y no se pueden saltar ni discutir ni obviar. Tenemos que aceptar también el hecho de que
Jesús, amando a las mujeres como lo hacía, y dándoles el honor y la dignidad que merecían, no
escogió a ninguna mujer como “apóstola” entre sus doce discípulos.

¿Por qué no? ¿Lo hubiera podido hacer? ¡Claro que sí! El es Dios mismo, y establecía el fundamento
de su iglesia, lo cual iba a ser un patrón para los siglos venideros. Si él hubiera querido que nosotras
las mujeres fuéramos las “líderes” máximas en su iglesia, nada le hubiera impedido al Rey de Reyes,
ni siquiera la cultura en la cual vivía. Para traer el evangelio a Samaria, por ejemplo, Jesús rompió
muchas tradiciones y reglas culturales al hablar con la mujer samaritana (lo cual no era aceptable en
ese momento histórico-cultural).

En los comienzos de la iglesia de Cristo, el Espíritu Santo no les inspiró a los autores novo-
testamentarios a hablar de “obispas” ni “ancianas” sobre las iglesias. ¿Por qué no? He aquí el
parámetro que Dios ha establecido para el ministerio de la mujer.

En el hogar, Dios nos manda a someternos. Efesios 5 nos dice claramente que nos debemos someter a
nuestros esposos, como un acto voluntario, una decisión personal en obediencia a Dios. La sumisión
no se logra por presiones externas. Los hombres y las mujeres debemos someternos los unos a los
otros, pero especialmente Dios nos recuerda a nosotras que nuestro deber es el de ser sumisas a
nuestros esposos.

Esta relación marido-esposa es muy importante porque Dios la usa para hacer una metáfora de la
relación entre Cristo y la iglesia. No es meramente una relación humana, sino que tiene implicaciones
espirituales muy profundas. Ante todo, Dios nos manda someternos a él. Nuestra sumisión mayor y
completa se la debemos a nuestro Padre Celestial. El es nuestra autoridad suprema y si en algún
momento otra autoridad subordinada a la suya nos pide hacer algo que contradice los mandatos y
principios divinos, nuestra sumisión y obediencia se la debemos en primer lugar a Dios.

Las reacciones hoy en día ante el tema de la sumisión son muy fuertes. Muchas mujeres rehúsan
aceptar el hecho de la sumisión en cualquier área de su vida. De hecho, el ser humano no es sumiso
por naturaleza así que le cuesta aceptar esta verdad. Pero es un principio importante a través de la
Biblia, y el mejor ejemplo de la sumisión lo tenemos en el mismo Señor Jesús, quien según Filipenses
2, “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta

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la muerte, y muerte de cruz.” El se sometió, dejó sus derechos, se humilló por amor a nosotros. Y se
nos pide tener esta misma actitud de humildad, “estimando cada uno a los demás como superiores a
él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”

Otras mujeres reaccionan ante el tema de la sumisión en el hogar, queriendo hacer la declaración que
la sumisión es igual a aceptar la agresión del hombre. Inmediatamente se considera equivocadamente
a la sumisión como algo negativo, peligroso – igual a la dominación y la agresión. Realmente son dos
temas distintos. Una mujer sumisa, por el hecho de serlo, no se pone automáticamente en una posición
que la exponga a ser agredida. Por otro lado, una mujer agredida no es, por el hecho de sufrir agresión,
necesariamente un buen ejemplo de una mujer sumisa.

Definitivamente hay límites a la sumisión en todos los niveles; la autoridad de Dios está sobre todo.
Sus principios deben ser acatados por encima de otros. La mujer que teme por su propia vida al estar
en una posición de agresión en el hogar, en ninguna manera se tiene que quedar sumisa ante su esposo
agresivo, hasta terminar con la muerte. Dios apoya las leyes de nuestros países en contra de los
criminales, y tal acción por parte del esposo es criminal. Pero el hecho de que esto suceda en unos (o
en muchos) casos, no nos libra a las demás de la obediencia a estos mandamientos de Dios sobre la
sumisión en el hogar y en el ministerio.

Este marco no nos encadena.
Hay un versículo precioso que Dios me mostró recientemente: “Y andaré en libertad, porque busqué
tus mandamientos” (Salmos 119:45). El buscar y obedecer los mandamiento de Dios en su Palabra no
nos enfrasca en un molde ofensivo, ni nos encadena, imposibilitando nuestro ministerio para el. No.
Más bien andamos en libertad cuando nos sometemos a los parámetro que el ha establecido para
nosotras.

Se cuenta de un pajarito que pasaba la mayor parte de su día golpeándose contra la vitrina de una
ventana. Vez tras vez se golpeaba, día tras día tras día, queriendo quitar la ofensiva vitrina de su
camino, sin querer aceptar el hecho de que no la podía pasar. Por perder todo su tiempo en este trabajo
tan infructuoso, no se daba cuenta que tenía todo un mundo por donde volar, muchísimos jardines
donde disfrutar, muchas flores que visitar, muchos huevos que poner, y nidos que construir.

Creo que muchas mujeres cristianas son como ese pajarito. Pasan la mayor parte de su tiempo
golpeándose vez tras vez contra la única limitación que Dios ha puesto en su ministerio, o no
queriendo aceptar la sumisión como su papel en el matrimonio. Y al hacer esto no se dan cuenta que el
Señor les ha dado infinidad de oportunidades para servirle, muchísimas áreas donde trabajar y poner a
funcionar sus dones.

Me viene a la mente el caso de Adán y Eva. Tenían a su disposición todo un huerto precioso,
tantísimos árboles con muchas frutas exquisitas, pero la fascinación de Eva, cautiva en su engaño, se
concentró precisamente en la única prohibición en todo el huerto, precisamente el único árbol del cual
no debía comer.

CONCLUSIÓN

El camino del ministerio tiene muchas facetas. Hay infinidad de oportunidades para ministrar,
tantísimas áreas donde poner a funcionar los dones, talentos, habilidades y conocimientos que Dios
nos ha dado.

El movimiento feminista está golpeando actualmente a la iglesia queriendo decirnos que no nos
sujetemos ni a nuestros esposos ni a las autoridades en la iglesia, porque esto nos despersonaliza y nos
rebaja. Se nos dice que tenemos la capacidad y el intelecto para llenar cualquier puesto en el hogar o
en el ministerio. Claro que tenemos habilidad, pero no se trata de nuestra capacidad, sino de nuestra

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obediencia a los parámetros eternos que Dios nos ha dejado en su Palabra. La sumisión es una
decisión personal de someternos, no porque valgamos menos o tengamos menos intelecto o capacidad.
Es reconocer los parámetros que Dios ha establecido para el buen funcionamiento tanto de nuestros
hogares como de nuestras iglesias.

Como siervas del Señor, ministrando a otras mujeres, es menester que conozcamos bien el contexto
actual de la mujer: su condición, sus problemas, los obstáculos y aún oportunidades que la enfrentan
hoy en día. Es necesario reconocer sin lugar a dudas, que la mujer es agredida a menudo y no vive en
un mundo perfecto donde su esposo, hijos y la gente a su alrededor la estimen y honren debidamente.
Pero en medio de un mundo imperfecto, siendo nosotras imperfectas también, deberíamos ser las
primeras en dar ejemplo de la sumisión bíblica a Dios en primer lugar (Santiago 4:7), la sumisión a
nuestros esposos en el hogar (Efesios 5), la sumisión ante los gobernantes (1 Pedro 2:13), ante las
autoridades de la iglesia (Hebreos 13-17), y nuestra sumisión en cuanto a las áreas donde podemos
ministrar.

Al obedecerle a Dios con estas actitudes, tendremos libertad para servirle con todo nuestro corazón y
tendremos más apoyo y valor al animar a las mujeres a las cuales ministramos, a vivir vidas
abundantes, llenas de significado, sirviendo al Señor en obediencia y sumisión. El Ministerio y la
Sumisión… ¡definitivamente pueden ser amigos… no enemigos!




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LA MUJER QUE ADORA Y ORA A DIOS

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                                   Cuando Dios paseaba en se creación,
                                   El hombre empezó a conocer a su Creador.
                                   Su gran Dios anegaba su imaginación,
                                   Y le despertó un inmenso temor, profundo amor.

                                   Tan poderoso es Dios, que le habló por el trueno;
                                   Tan gentil que respiraba en la brisa vespertina
                                   Tan tierno que veló mi profundo sueño;
                                   Tan sutil que despertó con su luz matutina.

                                   En aquella primera fresca tarde en el Edén,
                                   Dios abrió su corazón a la creación.
                                   Y el hombre escogió una palabra entre cien,
                                   Al llamarle SANTO, en su adoración.



Este poema nos describe el amor del gran Creador para sus creaturas, Adán y Eva. El había hecho el
universo y lo coronó con la creación de dos criaturas, hechas a su imagen, con quienes podía tener
comunión íntima. ¡Qué maravilla! Al contemplar esta verdad que la Palabra de Dios confirma a través
de sus páginas, ¿no te despierta un profundo anhelo de conocer a Dios, y poder comunicarte con esta
persona perfecta y santa? El libro de Hebreos, capítulo diez, nos invita a acercarnos a Dios por la
sangre de Cristo. El creyente tiene libertad de llegar al Padre por medio de su Hijo, Jesucristo. Lee los
versículos 19-22.

Luego después de convertirme a Cristo, sentí una nueva dimensión en mi vida. Había en mi ser un
deseo de hablar con Dios. Así empecé a orar, para pedir por mis necesidades. El en su misericordia me
contestaba algunas de mis oraciones. Pero aún así, no sentía que oraba bien y temía que no sabía como
hacerlo. Unos días después leí un libro sobre la oración que me exhortaba a orar en todo. El escritor
insistía que Dios quería contestar mis peticiones. Decía que la clave para tener buenos resultados era
perseverar en la oración y pedir lo que deseaba. Fue un buen consejo bíblico: “orad sin cesar por
todo”, pero en lo más profundo de mi ser sabía que algo me faltaba. ¿Qué necesitaba todavía?

Un día una amiga me contó de una pareja de creyentes que vivían en el noreste de los Estados Unidos.
Tenían la fama de ser dos personas cuyas oraciones Dios contestaba a menudo. Desde luego me dio
mucha curiosidad en saber como oraban. Ella me siguió relatando que un día se reunieron para orar
por unas necesidades urgentes. Sus amigos pasaron por lo menos media hora hablando con el Señor y
haciendo pausas largas, esperando en silencio delante de él. Finalmente, empezaban a suplicar con
tanta persistencia y sencillez por las necesidades mencionadas que ella fue profundamente bendecida.

Desde entonces he pensado muchas veces en esa pareja y me preguntaba como se conectaban en una
manera tan especial con Dios y por qué tenían la fama de que el Señor contestaba sus oraciones. No
hace mucho y de repente me di cuenta por qué: estos dos fieles creyentes exaltaban y adoraban a su
Dios y Señor antes de presentar sus peticiones. Así oró Moisés y el profeta Daniel y muchos otros
hombres y mujeres de Dios en las Sagradas Escrituras. Cristo también enseño a sus discípulos este
mismo principio para la oración.

¿Sientes que tus oraciones son mecánicas a veces, o el tiempo que has apartado para hablar con Dios a
menudo es aburrido o te invade la indiferencia? Tal vez tu mente se inunda de miles de

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preocupaciones, quehaceres y pensamientos tan variados que te sientes culpable por un tiempo de
oración tan insípido. Aprenderemos en las páginas de la Palabra de Dios como exaltar y adorar a Dios.
También notaremos como adorar al Señor personalmente, así como comunitariamente en la iglesia.
¿Qué relación hay entre la exaltación a Dios y la oración? ¿Cuál es esa relación? ¿Te has preguntado
alguna vez qué es la oración? Te daremos sugerencias para el estudio de este tema y como ser
espiritualmente creativa en tus oraciones a Dios.

COMO ADORAR A DIOS AUTÉNTICAMENTE
La palabra adorar es en verbo que tiene dos términos o vocablos. El prefijo “ad” y el verbo orar. El
prefijo “ad” quiere decir “junto a” o “que acompaña algo”. Entonces adorar indica una acción más allá
de la simple acción de orar. Adorar, entonces, incluye no solo la oración sino una serie de actitudes y
acciones del creyente que se acerca a Dios. La oración, podríamos decir, va precedida por la
adoración. La oración es una de las formas de adorar a Dios por lo que él es y por lo que él hace. Le
glorifica en todos sus aspectos.

Mi Dios es santo. Esto lo sabía y lo creía, pero por muchos años no tuve la menor idea del significado
de esta gran verdad. Sí, yo quería verdaderamente estar en la presencia de Dios, conversar con el,
adorarle y alabarlo, pero me había salteado un paso crucial: la confesión de mis pecados. Es urgente
restablecer la comunión que el pecado ha bloqueado. Tengo que llegar primero confesando cualquier
pecado que haya cometido por comisión, omisión, o ignorancia, para poder adorar a mi Dios.

INTRODUCCIÓN
2 Reyes 17:35-41, “no temeréis a otros dioses”… “Y aunque estas naciones temían al Señor, también
servían sus ídolos…” Su adoración no era auténtica, no verdadera de Dios.

El catequismo Westminster (presbiteriano) nos dice: “el fin magno (primero) del hombre es glorificar
a Dios y gozar de él para siempre.” Esta es la exaltación verdadera de Dios.

1. La descripción bíblica de la exaltación/adoración genuina. ¿Qué significa la palabra? Tenemos
que estudiar las Escrituras para entender el significado verdadero. ¿Cuántos creyentes, aún los líderes,
tienen la visión clara de la verdadera adoración?

   A. La definición del término adorar: reverenciar, honrar, amar al máximo.
   B. Terminología bíblica:
         1. Términos hebreos:
                  a) “Shechah” – postrarse, hincarse (Génesis 22:5)
                  b) “Abad” – servir (Jeremías 44:19)
         2. Términos griegos:
                  a) “proskuneo” – el acto de besar los pies o el ruedo del vestido de una persona
                  superior o de autoridad. (1 Corintios 14:24-25)
                  b)”Latreuo” – servir (Hechos 13:2-3) – en la oración, Romanos 15:1 – en el
                  ministerio de evangelismo; v. 27 – en la ofrenda
         3. Unas combinaciones de palabras hebreas y griegas:
                  a) "Shachah” y “Proskuneo” – homenaje a Dios desde el corazón mostrando la más
                  profunda reverencia y entrega personal.
                  b) “Abad” y “Latreuo” – sugieren un estilo de vida que indica una entrega total a
                  Dios. Es un regalo a Dios.
   C. La enseñanza de Cristo sobre la adoración – Juan 4:24 – adoran “en espíritu y en verdad”
   D. Hay una cosa que Dios busca y desea de nosotros – Juan 4:23. Él quiere que le adoremos sobre
todas las cosas. Las escrituras están repletas de narraciones y exhortaciones para exaltar a Dios desde
Génesis 3:8-10 hasta Apocalipsis 21:22.
         1. Pasajes de Antiguo Testamento



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a) Éxodo dedica 2 capítulos a la construcción del tabernáculo, el sitio en donde
                 tenían que adorar a Dios.
                 b) Los 27 capítulos de Levítico son un manual litúrgico.
                 c) Los salmos en su mayoría son un himnario de adoración
        2. Pasajes de Nuevo Testamento
                 a) Mateo 2:2 – Los magos
                 b) Juan 4:24 – La enseñanza de Jesucristo
                 c) Romanos 12:1-2 – El acto espiritual de adoración de los creyentes
                 d) Hebreos 10:1, 10 – el sacrificio de Cristo nos ha hecho santos para adorar a Dios
                 e) Apocalipsis – La exaltación/adoración a Dios en el cielo
        3. Definiciones de la adoración
                 a) Dice el Dr. Charles Ryrie que “la adoración es el servicio generado por la
                 reverencia y la sumisión a Dios quien es totalmente digno.”
                 b) El Dr. Leafblad nos dice que “la adoración es la comunión con Dios, en la cual los
                 creyentes por gracia centran toda la atención de sus mentes y el afecto de sus
                 corazones en el Señor, humildemente glorificándole en respuesta a su grandeza y a su
                 Palabra.”
                 c) El Dr. López cree que “la adoración es la comunicación con Dios, reconociendo su
                 total soberanía y expresando nuestra admiración con toda nuestra mente y emociones
                 por lo que él es y pos obra, especialmente su obra de redención en Cristo.”

2. La razón por qué adoramos y exaltamos a Dios.
   A. Le exaltamos y le alabamos por lo que él es.
        1. Él es Creador del universo y de todo lo que existe
        2. Él es perfecto en sus atributos y su carácter.
   B. Por lo que él hace; le exaltamos por sus obras en el pasado, el presente y el futuro

3. Como adoramos
   A. La adoración personal de la mujer creyente
        1. Cultiva una sed por conocer a Dios – Salmo 42:1-2
        2. Llega a conocerlo leyendo su biografía – Génesis 1:1 – Apocalipsis 22:21
        3. Vive en el mundo verdadero de Cristo – Colosenses 1:13
        4. Los ingredientes de la adoración auténtica personal
                 a) Las actitudes
                    1) La fe – Hebreos 11:6
                    2) La humildad – quebrantamiento
                    3) Concentración total en Dios – Mateo 6:6
                 b) Las actividades
                    1) La música – el canto (la alabanza)
                    2) Lectura bíblica (en voz alta)
                    3) La oración
                          (a) la alabanza
                          (b) la confesión
                          (c) la petición
                          (d) la intercesión
        5: Lugares: Le adora en cualquier lugar – Juan 4:21-24
   B. La adoración comunitaria (eclesial) y la mujer creyente
        1. La definición de “comunitaria” – actuando como un cuerpo en lugar de solo un grupo de
        individuos. Una función del organismo bien armónica, coordinada y viviente. El cuerpo de
        Cristo: Romanos 12:4; 1 Corintios 12:12-13; Efesios 1:22-23, 4:25; Colosenses 1:24
        2. Preparación personal y de la familia se realiza de antemano. Enseñe a sus hijos a adorar a
        Dios genuinamente.
        3. “La adoración pública es la que rebosa de adoración personal (privada).”

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4. Enfoca la atención en el Señor, eliminando todas las cosas y personas de su mente. Adóralo
inteligentemente.
5. Canta, recita las Escrituras, etc.; ora o escucha los himnos y la música cristiana (por
ejemplo, el canto de otros); también las oraciones, las palabras y enseñanzas de otros siervos
de Dios.
6. La audiencia es uno… Dios. No es la congregación.
7. La adoración auténtica comunitaria-eclesial fomenta la armonía entre los hermanos,
miembros del cuerpo de Cristo.
8. Todas las actividades del culto de adoración y exaltación al señor desde el preludio hasta el
final.




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LA ORACIÓN

                                                                             Diana de Whittle

Dios espera que oremos. Pero de mayor importancia, es la voluntad de Dios que oremos. La
oración es mucho más que una obligación. Es una invitación a una comunión íntima con el
Dios eterno, soberano, majestuoso, el Dios del universo – nuestro Padre celestial quién anhela
una relación íntima con nosotros. Dios desea que clamemos, lloremos, cantemos a El. Él
quiere amarnos, renovarnos, alentarnos. El Dios todopoderoso quiere comunicarse con
nosotros. Siempre está dispuesto a escucharnos. Tenemos que responder a esta invitación. En
Cristo tenemos en todo momento acceso sin límite a la misma presencia de Dios. Podemos
hablar con él abiertamente.

A veces nosotros, los creyentes, tratamos la oración como si fuera una manera de conseguir
algo que queremos para nosotros o para otros. Mas la idea bíblica de la oración es que por
medio de ella podamos conocer a Dios, tener comunión con él. Es una conversación en la cual
no solamente hablamos nosotros, pero también nos habla Dios. Aprendemos más de su
persona, como es y lo que hace. Al conocerle mejor, nuestra fe y confianza en él aumenta.

La fe es imprescindible para entablar el diálogo con Dios. Somos sus hijos porque hemos
puesto nuestra confianza en la muerte y la resurrección de su Hijo, Jesucristo. Andamos en la
certeza de que somos justos delante de Dios y que tenemos el privilegio y el derecho de entrar
a su presencia. También nuestra comunión diaria depende de nuestra fe. En Marcos 11:22-24
Jesús exhorta a sus discípulos, “Tened fe en Dios.” “Es la fe que descansa en Dios, es una
confianza firme en su poder omnipotente y su bondad que no falla.” (Comentario Bíblico,
Nuevo Testamento, Tomo 1 “Marcos” p.205). Es la fe arraigada en la persona de Dios.
Conocemos a Dios por la revelación que nos dio en su Palabra.

¿Cómo nos habla? Lo conocemos y nos habla principalmente por su Palabra. El Espíritu nos
da vida y nos guía. Tenemos en nosotros “el Espíritu de adopción por el cual clamamos:
¡Abba, Padre!” que testifica a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. (Romanos 8:12-16).
Además, el Espíritu nos ayuda en la oración “y de igual manera el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”
(Romanos 8:26-27).

En una ocasión los discípulos pidieron a Jesús, “Enséñanos a orar” (Lucas 11:1). Lucas nos
informa que esta solicitud surgió después de observar al Señor en uno de sus tiempos de
oración. Jesús, el Señor y Maestro, dio ejemplo y creaba una sed en los discípulos para que le
hicieran esta petición. De este pasaje y muchos otros vemos que se aprende la oración. Se
aprende por leer las escrituras, por orar con otros creyentes y por la práctica.

LA ORACIÓN SE APRENDE POR LAS ESCRITURAS

Jesús es el modelo
Jesús nos enseña por su ejemplo que la oración es la comunicación con Dios. Buscaba
tiempos a solas para la oración durante su ministerio en la tierra. A veces se apartaba a
lugares desérticos buscando la soledad para comunicarse con el Padre (Lucas 5:16). En otras
ocasiones oraba con sus discípulos y a veces oraba mientras ellos le observaban. Quizás los
discípulos estaban hablando entre sí y tal vez estaban adormecidos en al ocasión de Lucas
11:1. No sabemos pero sí sabemos que su actitud y sus palabras les provocaron a hacer esta
solicitud.



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Oró y dio gracias a Dios antes de dar de comer a los cinco mil. Estaba orando cuando fue
transfigurado. Jesús mostró sumisión al Padres en esta ocasión. No buscó su propia gloria
pero Dios Padre señaló que hay una estrecha comunicación entre el Padre y el Hijo. Dice la
escritura, “Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido
blanco y resplandeciente.” (Lucas 9:29). Pedro y los otros dos querían hacer algo pero Dios
les dijo que escucharan a Jesús, Emanuel (Dios con nosotros), el Hijo amado de Dios quien se
hizo hombre para mostrarnos la persona de Dios.

Jesús oró ante la tumba de Lázaro hablando con su Padre no por su propio beneficio mas por
los que estaban allí para que creyeran que él mismo era el Mesías y había venido de Dios.
Oraba en Getsemaní ante la prueba de la cruz. Rogó a Dios en la cruz por el perdón de los que
le crucificaron. Clamó a Dios en la angustia y el abandono en su sufrimiento por nuestros
pecados en la cruz. Si Jesús tenía que orar, ¿Cuánto más nosotros?

Jesús nos enseña a orar
Al responder a los discípulos en Lucas 11:1 Jesús les da un modelo que se conoce por “El
Padre Nuestro”, pero no es una forma inflexible para repetir, sino es un bosquejo de lo
esencial de la oración. Véase Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-4. Jesús nos muestra “como” hablar
con el Padre. Este “como” se puede resumir en cuatro puntos principales: adoración,
confesión, acción de gracias y suplicación y/o intercesión. Un estudio de este modelo de
oración sería de mucha ayuda y bendición para usted misma o el grupo de mujeres en su
iglesia.

También Jesús espera que oremos: Mateo 6:5 “y cuando ores…”; Mateo 6:6 “Mas tú, cuando
ores,…”; Mateo 6:7 “y orando…”; Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así…”; Lucas 11:9
“Pedid, buscad…, llamad…”; Lucas 18:1 “También les refirió Jesús una parábola sobre la
necesidad de orar siempre y no desmayar.” Otros pasajes en Nuevo Testamento aclaran lo
que Dios espera de nosotros: Colosenses 4:2 “Perseverad en la oración, velando en ella con
acción de gracias,” y 1 Tesalonicenses 5:17 “Orad sin cesar.”

Otros modelos bíblicos de la oración
Hay muchos otros modelos bíblicos de oraciones de alabanza, peticiones, súplicas y
confesión. Es interesante estudiar a los personajes en la Biblia y cómo respondieron a Dios.
Empezando con las vidas de los patriarcas (Abraham, Jacob, José) aprendemos a orar en todas
las circunstancias de la vida. Las oraciones de Moisés en los libros de Éxodo a Deuteronomio
nos presentan otros ejemplos de cómo practicar la oración en toda circunstancia. Recuerde la
canción de Débora (Jueces 5:1-31) después de la victoria sobre Jabín y el rey de Canaán que
rebasa la fidelidad y poder de Dios. Es digna de estudio. La oración de Ana (1 Samuel 2:1-10)
y su alabanza de Dios y las oraciones de Samuel y David se plasman en los libros de historia.
Son otros ejemplos que podemos seguir.

El Nuevo Testamento nos presenta otros modelos de oración desde el cántico de María (Lucas
1:47-55) hasta las oraciones de Pablo en sus epístolas. El libro de Hechos registra oraciones
de los apóstoles y los primeros creyentes y cómo practicaban la oración.

Orando con las mismas palabras de la Escritura
Dios nos ha dejado escrito en su Palabra, las oraciones de múltiples hombres y mujeres que
nos enseñan a orar. No solamente son ejemplos de forma pero las mismas palabras se pueden
utilizar.
¿Qué palabras más adecuadas para hablar con Dios que las mismas palabras que Dios ha
registrado como palabras que le agradan? Podemos orar con las mismas palabras o
personalizarlas, insertando su nombre o el pronombre “yo”. Muchas veces nos sentimos sin
palabras adecuadas al hablar con Dios y especialmente en la adoración. ¿Qué le podemos

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decir que le glorifique y le magnifique elocuentemente? Hay muchos ejemplos de adoración
en la Biblia que nos dan las palabras.

Los Salmos nos ofrecen varios ejemplos de adoración y de alabanza. El Salmo 145 es una
alabanza por la bondad y el poder de Dios. Podemos orar usando este salmo sin cambiar las
palabras porque son palabras dirigidas personalmente a Dios. Al leer este salmo
detenidamente y meditar en él, pensando en quién es nuestro Dios y en lo que él hace, nos
mueve a ofrecer este salmo a Dios como nuestra alabanza personal.

Las palabras del rey David en 1 Crónicas 29:11-14 son otras que podemos usar en la oración
a Dios.
        Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y honor;
        porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh
        Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos; en tu mano está la fuerza y el
        poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios
        nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.

También podemos orar usando los Salmos de confesión, por ejemplo Salmos 32 y 51, como
nuestras propias palabras. Podemos clamar a Dios con las palabras del Salmo 13:
         ¿Hasta cuándo, Jehová?
         ¿Me olvidarás para siempre?

        ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
        ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,

        Con tristeza en mi corazón cada día?
        ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

        Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
        Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;

        Para que no diga mi enemigo; Lo vencí.
        Mis enemigos se alegrarían, si yo rebelara.

        Mas yo en tu misericordia he confiado;
        Mi corazón se alegrará en tu salvación.

        Cantaré a Jehová,
        Porque me ha hecho bien.

Orando con los salmos
Los salmos nos enseñan a expresar a Dios todo lo que somos y sentimos. Nos enseñan a
hablar de los tiempos áridos en nuestras vidas y la soledad de la vida. Hablan de todas las
facetas de nuestras vidas desde la más profunda duda y desesperación hasta las alturas del
gozo y la maravilla de su grandeza. Dios en su bondad y su misericordia nos permite
acercarnos tal como somos y decirle los que pensamos y sentimos como individuos y como su
comunidad, el pueblo de Dios. “Alabad a Jehová porque él es bueno; porque para siempre es
su misericordia” (Salmo 118:29).

¿Qué son las expresiones que encontramos en los Salmos? El lenguaje de los Salmos es un
lenguaje que invoca nuestros sentimientos y pinta nuevas imágenes que expresan nuestras
experiencias. Son afirmaciones de nuestras experiencias humanas. Los Salmos nos ayudan a
aceptar nuestra propia experiencia.

                                                                                        16
Los Salmos son la provisión de Dios para las personas que se encuentran desconcertadas en
su comunicación con él. Miles de cristianos han encontrado que los Salmos proveen las
palabras y la fluidez que carecen en sus oraciones. Los Salmos no hacen las oraciones por
nosotros – no son para repetir mecánicamente pero nos ayudan a empezar a orar cuando no
queremos hacerlo, y nos enseñan con oraciones que son honestas y rectas. Los Salmos
expresan la experiencia de hombres y mujeres quienes han orado en toda circunstancia
humana a través de treinta siglos. “Son pan, milagrosamente provisto por Cristo, para dar de
comer a los que le seguido al desierto,” Thomas Merton, Bread in the Wilderness. Los
Salmos dan entrada a un ambiente en el cual Dios es el mero centro de la vida, y en el cual las
otras personas, los eventos, y las circunstancias tienen papeles inferiores.

LA ORACIÓN SE APRENDE POR EL EJEMPLO DE OTRAS PERSONAS

La Biblia nos dice que debemos imitar el ejemplo de Cristo y también el apóstol Pablo
exhorta a los creyentes que le imiten (1 Corintios 4:16; 2 Tesalonicenses 3:7). El autor de
Hebreos 13:7 manda a los creyentes poner atención a la manera de vivir y actuar de sus
pastores e imitar su buena conducta. También tenemos muchos ejemplos de fieles creyentes
que oraban a través de los siglos. Hay libros y biografías de grandes hombres y mujeres
destacados por sus oraciones. Podemos mencionar entre ellos Hudson Taylor, George
Mueller, Amy Carmichael.

Hay libros sobre la oración que nos enseñan a orar. Hay que buscar los libros buenos como
los de E.M. Bounds. Hay libros contemporáneos que son destacados. Que sucede cuando las
mujeres oran por Evelyn Christianson es un libro de provecho para la mujer creyente. Hay
estudios sobre la oración, por ejemplo, Enséñame a orar, Señor por Kay Arthur que examina
el Padre Nuestro. Es importante leer con discernimiento. Usted misma tiene que conocer la
Escritura para discernir si la enseñanza es bíblica o no. Podemos aprender de la perseverancia
en la oración y la fe que espera que Dios nos conteste.

La admonición de imitar a los líderes es para nosotros hoy. Pongamos atención en las
oraciones y las prácticas de nuestros pastores en la iglesia. Podemos identificar a las personas
en nuestra congregación que dan ejemplo por sus oraciones y por la práctica de orar y seguir
su ejemplo.

La oración se aprende por la práctica

Muchas veces somos renovados por las oraciones de los nuevos creyentes. ¿Por qué? Porque
no han aprendido las fórmulas ni las palabras “evangélicas” que usamos los mas
experimentados en Cristo. Sus palabras vienen de su corazón y no son frases que han oído de
otras personas. Practicar la oración no quiere decir que usamos las mismas frases de siempre
ni la misma manera de orar. Aprender a practicar la oración es primeramente dar la prioridad
que necesita.

Tenemos que apartar tiempo para hablar con Dios. Tenemos que escuchar a Dios por medio
de su Palabra. Tenemos que empezar. No hay ninguna fórmula para la oración. Use sus
propias palabras o las mismas palabras de la Escritura pero debe articular las palabras.

Debe practicar la oración con otras personas. Una oración para principiar una reunión y otra
oración para cerrar el tiempo no es practicar la oración. Tenemos que buscar a otras mujeres
que dan ejemplo como mujeres de oración y pedirles que oren con nosotras.



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Bibliografía del tema de la oración

Arthur, Kay. Señor, enséñame a orar en 28 días. Florida:Vida, 1995
Bounds, E.M. La necesidad de la oración. CLIE
La oración y los hombres de oración. CLIE
Orar sin cesar. CLIE
Briscoe, Jill. Aprendiendo a orar. CLIE
Christianson, Evelyn. ¿Qué sucede cuando las mujeres oran? CLIE
Getz, Gene. Orando unos por otros. Puebla, México: ELA




                                                                     18
RETIRO DE ORACIÓN

                                                                                          Bárbara de Orth

Audiencia: El liderazgo del ministerio para mujeres o de las mujeres creyentes de la iglesia local.

QUÉ: Un retiro de un día con diferentes reuniones con el grupo entero, grupos pequeños y tiempos a
solas con Dios.

DÓNDE: Un lugar que tenga un salón para reuniones, un jardín o patio en que se pueda andar y
sentarse a solas para gozarse de la creación de Dios.

TEMA: El camino al trono (usando el tabernáculo como ayuda para entrar en la presencia de Dios)

INTRODUCCIÓN:
Reunirse como grupo para explicar el horario general del día. Una persona da una presentación del
tabernáculo del Antiguo Testamento usando ayudas visuales (figuras de flanelógrafo o unos dibujos:
también dibujos en un libreto serían bonitos). La meta de esto es llegar al trono de Dios, siguiendo los
pasos para lograrlo.

PRIMERA SESIÓN:
Entramos por la puerta del tabernáculo.
       “Entrad por sus puertas con gratitud y por sus atrios con alabanzas.”
       Cantar alabanzas gozosas por el privilegio de entrar en su presencia. Utilice canciones de
       alabanza y versículos que hablen de Jesús, la puerta y el camino.

SEGUNDA SESIÓN:
Ahora tocamos el altar de bronce, el recordatorio de la muerte del Señor Jesús y de la salvación que
nos ganó. Romanos 5:8,9; Efesios 1:7; Hebreos 9:12 y otros textos.

        También es un recuerdo de nuestra muerte con él. Gálatas 2:20; Romanos 6:6, 11-13. Aquí
        una hermana puede dar una plática devocional sobre estos temas. Un reto para “no vivir más
        para nosotras mismas sino vivir para él.”

        Testimonios de las que están presentes, “¿Qué significa la cruz en mi vida?”

TERCERA SESIÓN:
Ante la fuente de bronce.
Fue hecha de espejos. Refleja nuestro pecado.
Este es un tiempo que pasamos a solas en buscar limpieza. Tal vez sería útil tener preguntas
personales en el libreto: “Señor, ¿Qué me impide acercarme a tu trono? ¿Qué necesita cambiar en mí?
¿Cómo resisto tu obra en mí?” Lea el Salmo 51.
Ten preguntas de estudio basadas en versículos que hablan de un corazón puro.
Salmos 24:3-4; “¿Quién subirá al monte de Jehová?”
Hebreos 10:22
Un corazón puro es un requisito para una entrada eficaz a la presencia de Dios. Un corazón sincero es
un corazón con un solo propósito. No nos podemos limpiar a nosotras mismas. Dios lo tiene que
hacer. Tenemos que invitarle a que nos muestre que necesitamos su limpieza. Pase tiempo en
confesión. Ponte de acuerdo con Dios según lo que él te muestra que debes cambiar. Deja que te
limpie. Da gracias a él por enseñarte tu necesidad. Pídele a él que viva su vida ahora en ti. Él te dará el
poder para hacer lo que es su voluntad.

TIEMPO DE CAFÉ

                                                                                                        19
CUARTA SESIÓN:
En el lugar santísimo.
         Den instrucciones sobre cómo orar según las escrituras antes que las hermanas se separen
         para pasar tiempo a solas con el Señor en su presencia.

        Ahora que estamos limpias podemos deleitarnos en el Señor en nuevas maneras (Salmo 37:4).

        En este tiempo queremos enfocarnos en el Señor Jesús. Queremos encontrar su la belleza
        cuando lo hacemos nuestro enfoque y el todo que necesitamos (Salmo 73:24-26).

        Pasa tiempo en la Palabra. Tal vez las hermanas vengan con un pasaje y lo tengan incluido en
        el libreto del retiro. Usen las palabras de estos versículos para la oración a Dios.

        Deja que su obra de iluminación invada tu alma y cambie tus deseos para que sean suyos.

        Deja que el Señor Jesús te hable. Dios tiene cosas que te quiere decir. Quiere que escuchemos
        su voz callada, apacible en este lugar secreto e íntimo.

QUINTA SESIÓN:
Adoración ante el altar de incienso
       Al cumplir el tiempo a solas vendremos ante el altar de incienso. Este es un tiempo de
       adoración intensa, de reverencia ante su presencia… sin pedir nada de él, solamente decirle
       qué maravilloso es. Será la preparación para la entrada a la sala de su trono, el lugar
       santísimo. Nos reunimos en esta sesión para la adoración y la exaltación comunitaria.

SEXTA SESIÓN:
      La celebración de la mesa del Señor. Se puede invitar al pastor de la iglesia que ministre esta
      sesión o una de las líderes puede dirigir el tiempo.

ALMUERZO

SÉPTIMA SESIÓN:
Ante el trono: Cada hermana a solas otra vez.
Piensa en como habría sido para el sumo sacerdote entrar en el lugar santísimo. Piensa en lo que él
experimentaba. Ahora tú puedes acercarte al trono confiadamente por la invitación de Dios porque tu
sumo sacerdote pagó por todas tus debilidades y pecados de una vez. Si es posible, arrodíllate ante
este trono que te da gracia. Pídele que te quite el orgullo, los deseos egoístas y la hipocresía.
         Pasa tiempo escuchándole a él.

        Ahora abre tu corazón delante de él. Lee los Salmos que expresan lo que tú quieres decirle a
        él.

        Lleva cada carga a él. Dile tus anhelos. Pídele que los cambie si no son sus deseos para ti. Pon
        cada uno de ellos (los deseos) en el altar. Ora que la voluntad de él sea cumplida en tu vida.

OCTAVA SESIÓN:
Ahora en grupos de 2-3 hermanas, oren por estas peticiones que ellas han presentado al Señor en el
tiempo a solas. Este es un tiempo de intercesión.

NOVENA SESIÓN:




                                                                                                     20
El grupo entero se reúne para compartir testimonios de este día que han pasado en oración ¿Qué es lo
que Dios te ha enseñado por su Palabra, por su voz apacible y delicada? Comparten solamente lo que
Dios ha hecho. No queremos la atención hacia a nosotras, la gloria es sólo para el Señor.

DÉCIMA SESIÓN:
Provee sugerencias para mantener las actitudes que aprendieron en este día: como sugerencias para
mantener un cuaderno de oración y un sistema de oración. Haz lista de las peticiones para que las
asistentes puedan recordarlas en las semanas que siguen.




                                                                                                    21
UNA CARTA DE AMOR DE UNA “ANCIANA” ESPOSA DE PASTOR/
            MISIONERO, PARA SUS COLEGAS JÓVENES EN EL MINISTERIO
                                                              Clarita de Lloret

Mis amadas hijitas en Cristo,

¡Tantos sueños que esta servidora tenía hace 45 años cuando comenzó su vida matrimonial con su
nuevo título: “esposa del líder en ministerio”! Yo era muy egoísta. En mis sueños el “yo” figuraba en
todo. No pasó mucho tiempo cuando me di cuenta que yo no era suficiente para ser, mucho menos
para hacer, lo que le ministerio demandaba, y lo que en mis sueños iba a alcanzar.

¿Ha tenido momentos cuando llegaba a resentir las demandas del ministerio, o su posición como
esposa del pastor? ¿O tal vez se sentía abandonada porque el ministerio llevaba a su esposo fuera del
hogar dejándola sola, con los niños llorando, con pañales sucios, con un montón de trastes, o peor
todavía visitas inesperadas? Tal vez usted no se ha quejado en voz alta, pero sí, en lo íntimo de su
corazón. En tiempos es hasta difícil orar y leer la Palabra, ¡mucho menos poner una semblanza
sonriente para todos!

Hace poco leí un libro intitulado Alto llamamiento, alto privilegio escrito por la esposa de un pastor.
Me di cuenta que con el privilegio de ser esposa de un líder, hay también gran responsabilidad. Como
en cualquier trabajo, hay momentos de alegría y contentamiento; también momentos de tristeza y a
veces hasta la desilusión. En el libro la autora nos presenta un principio en forma alegórica: Un fuego
desatendido pronto se apaga y llega a ser un montón de cenizas. Me hizo pensar en nuestro primer
ministerio en el sur de México en un pueblo de indígenas. Siendo yo de una ciudad grande, me era
fascinante ver a las mujeres atender el fuego de la cocina. Sabían exactamente donde colocar la leña,
el tamaño que usar, y cuándo soplar para mantener el calor necesario. Aun en la noche sabían colocar
los tizones a cierta distancia uno del otro para que no se apagara totalmente, y en la mañana, juntaban
los pedazos, soplaban y… ¡presto, otro fuego ardiendo! La vida nuestra requiere una atención muy
semejante. Tal como las indígenas atendían el fuego de su cocina, vale que nosotras atendamos el
fuego de la vida.

La vida en la casa pastoral es como vivir en una casa de vidrio – abierta a los ojos de todos. Pero si
aprendemos a “atender el fuego” podemos sobrevivir las circunstancias difíciles y los ataques del
enemigo. Una actitud correcta hacia estas áreas de peligro nos ayudará. Usemos entonces, la figura del
“fuego atendido”.

    1. Si estoy convencida de la importancia del ministerio de mi esposo, cuidaré el fuego de mi
       relación con el Señor. Lea Juan 21 donde el Señor invitó a los discípulos a un desayuno
       alrededor del fuego. Ellos estaban desanimados y deshechos por la muerte de su Maestro.
       Pero al estar con Jesús fueron alimentados, afirmados, instruidos y comisionados. Un tiempo
       con nuestro Dios es alta prioridad de cada día. No puedo depender de la espiritualidad de mi
       esposo para mi propio crecimiento espiritual. Es mi responsabilidad y privilegio asegurar que
       “el fuego” arda. En el ministerio como en el matrimonio los dones espirituales de cada uno se
       complementan. Pero cada uno es responsable de su relación personal con Dios. Requiere
       tiempo y disciplina, pero vale la pena cultivar este hábito diariamente.

    2. También cuidaré el fuego de mi matrimonio porque es la relación más íntima y permanente
       de la vida. ¿Recuerdan mi pregunta que si resentía el título, “esposa del pastor”? ¿A qué se
       debe tal resentimiento? Hay cosas muy sencillas que apagan luego el fuego:

        - mucho trabajo, y poco agradecimiento de parte del esposo
        - demasiadas tensiones y poca comunicación con el esposo



                                                                                                      22
- la crítica de parte de los miembros de la iglesia, y escasas las “muchas gracias” expresadas
        que todas necesitamos
        - el sentir de soledad cuando el amado se encuentra fuera del hogar tanto tiempo

        ¿Será posible que el mucho pensar en “pobre de mí” está apagando el fuego de mi
        matrimonio? Claro que quiero escuchar palabras de aprecio por lo que he hecho – pero ¿Qué
        tal las palabras que expreso a mi esposo? ¿Comparto con él palabras animadoras, de aprecio,
        que le ayudan en la carga que él lleva diariamente? “Señor Dios, ayúdame en esta relación, la
        más importante que tendré, aún más que la relación con mis hijos.”

    3. Otra área de mi consejo tiene que ver con el fuego de mi vida personal. Somos hechas a la
       imagen de Dios e importantes para él. Mis hijitas, en este mundo lleno de señoritas tan bellas
       por fuera, vestidas de la última moda, vale mucho tomar tiempo de ser atractiva para el
       esposo. No cuesta nada estar bien peinada y con cuerpo bien cuidado para él. Pidamos a Dios
       poder mantener el fuego tal como lo hacíamos durante el noviazgo. Que la casa sea lugar a
       donde él siempre quiera regresar. Vale también mantener una mente activa, leyendo buenos
       libros para que pueda conversar con inteligencia con el esposo. La Biblia nos aconseja de la
       importancia de edificar los unos a los otros. Y por último, mantengamos y cultivemos una
       actitud positiva, como nos enseña Filipenses 4:8. Proverbios 25:24 habla de lo opuesto:
       “Mejor es estar en un rincón del terrado, que con mujer rencillosa en casa espaciosa.”

Y ahora un consejo muy, pero muy práctico, para protegerse a usted y mayormente a su esposo en el
ministerio. Hagamos todo para ayudarle a mantener su tiempo de estudio, y en su ministerio de la
consejería. Quédese cerca cuando las mujeres piden ayuda de su esposo. La norma que guardamos en
nuestro matrimonio es de nunca estar a solas con miembro del otro sexo, sea esta servidora con un
hombre, o mi esposo con una mujer. No es falta de confianza; más bien es para protegernos de
cualquier sospecha de duda o apariencia de imprudencia.

Así que, puede haber muchas interrupciones, tiempos de desánimo, tiempo de soledad, la crítica
inmerecida, pero con todo Dios es fiel. Viendo para atrás, doy gracias a Dios por los años de ser ayuda
idónea para el que es mi compañero. El Señor nos ha dado un tesoro grande y él nos encomienda a
nosotras el ministerio de cuidar y animarle al esposo, un siervo útil para la gloria de Dios. ¡Qué gozo
será cuando ante el trono de Dios podemos presentar a nuestro Señor al esposo: mejor siervo, mejor
padre, mejor ministro, por haberse casado con la mujer que Dios le dio!

Sí, mis hijas. Hablo por experiencia de casi 45 años. Siga sirviéndole al Señor. ¡No hay otro título
mejor que “esposa del siervo de Dios”!




                                                                                                       23
LA CAPACITACIÓN DE LA LÍDER
                                                                                        Clarita De Lloret
1. En su relación con Dios
Comparando los pasajes bíblicos, se nota que los imperativos, las características y cualidades
para los líderes son similares tanto para los hombres como para las mujeres. Los pasajes
claves son: 1 Timoteo 3, Tito 1, y 2 Pedro 1:5-8

        a) Creyente de verdad – “la fe no fingida” 1 Ti. 1:5. Es decir, una fe genuina y personal en
           Cristo como su Salvador. Preguntas para la discusión: ¿Conoce usted casos de una “fe
           fingida” aún entre miembros y líderes en la iglesia? ¿Cuáles son algunas pruebas de la “fe
           no fingida”?

        b) Deseosa de servir como líder – “si alguien anhela…” 1 Ti. 3:1 Nota: La palabra
           “obispado” se refiere al oficio de líder, o supervisor. El principio aquí es que una persona
           que tiene que ser rogada para servir no es la persona indicada. El requisito es un corazón
           de servir.

        c) Mujer de oración y estudiante de la Palabra 2 Ti. 2:15 y 1 Ti. 2:8. Esta frase sugiere
           estudio regular, tiempo apartado diariamente, que la Palabra y la oración sea parte íntegra
           de la vida. Compare las instrucciones de Moisés en Josué 1:8 cuando dio orientación a
           Josué como el nuevo líder de Israel.

        d) De buen testimonio tanto entre los miembros de la iglesia, como para los de afuera: 1 Ti.
           3:7.

2. En su relación con otros.
La siguiente lista se toma de las cualidades citadas en 1 Timoteo 3, Tito 1, y 2 Pedro 1:5-8.
        a) honesta                          e) prudente
        b) no calumniadora                  f) maestra del bien
        c) sobria                           g) cuidadosa de su casa
        d) fiel en todo                     h) sujeta a su esposo

3. En el uso de los dones espirituales y talentos naturales.
No se refieren totalmente a “dones espirituales”, sino a la capacidad o talento natural de su persona.
        a) Apta para enseñar (note el ejemplo de Priscila en Hechos 18:23-26)
        b) Dada a la hospitalidad
        c) Una aptitud para presidir (controlar sin dominar). Ella sabe aplicar la discreción y puede
             discernir las necesidades de su grupo.
        d) Demuestra la disposición de delegar privilegios a otras y no trata de ser todo ella misma.
             No es celosa de su posición.
        e) Sabe organizar y administrar
        f) Entiende las necesidades de su gente, es decir, comprende la situación particular de su
             grupo (jóvenes, ancianas, casadas con familias, profesionales, etc.)

La líder cristiana tiene responsabilidad seria y grande. Vale orar por ella antes y después de elegirla
para su puesto. Sobre ella cae la carga de glorificar a Dios y edificar a las de su grupo.




                                                                                                          24
EL PAPEL DE LA ESPOSA EN EL MATRIMONIO
                                                                                          Stanford Orth

A. ¿Cuál es la fórmula para que haya armonía en el matrimonio?

La formula se encuentra en Efesios 5:21-33:

v.21 El énfasis del pasaje es sumisión mutua. El marido también, en cierto sentido, ha de someterse a
las necesidades y la naturaleza de su esposa.

v.22 Para que haya armonía, la esposa tiene la responsabilidad de sujetarse al marido. Lo hace “como
al Señor”, es decir, porque ama y sirve al Señor.

v.23 El hogar tiene que tener un orden y un líder. Dios ha decidido que el hombre debe ser el líder, o
cabeza de la mujer, como también Cristo es la cabeza de la iglesia.

v.25 Para que haya armonía el marido tiene la responsabilidad de amar a su esposa como Cristo amó
y se sacrificó por la iglesia.

B. ¿Qué significa estar sujeta a su marido?

        ¿Qué no significa la sumisión?
        - Que ella sea inferior al hombre. Cristo está sujeto al Padre pero no es inferior al Padre.
        - Que ella sea menos inteligente o menos capaz que su marido
        - Que ella sea la sirvienta del hombre
        - Que el marido pueda despreciar, abusar o explotar a su esposa
        - Que ella no se expresa ni toma parte en las decisiones en el hogar
        - Que ella se sujeta pero se queda resentida, descontenta, amargada e infeliz

El cristianismo no humilla a la mujer. El cristianismo bíblico la ha elevado a una posición inigualada
en la mayoría de culturas y religiones.

         Entonces, ¿Qué significa la sumisión?
-   Que ella reconoce que ante Dios su marido es la persona responsable de la familia, pero que ella
    tiene áreas de responsabilidad en el hogar que le han sido delegadas por su marido.
-   Que ella lo respeta, lo apoya, lo anima, lo escucha y le obedece
-   Que ella no lo crítica, no lo desprecia, ni lo manipula ni insiste en sus propias ideas, pero que
    siente la confianza para expresas ideas y sugerencias y para dialogar con su esposo.
-   Que para ella su marido es la persona más importante en su vida
-   Que ella se esfuerza para ser afable, atractiva, gentil y controlada para su marido.

C. ¿Debe la esposa sujetarse aunque el marido no sea cristiano?

La respuesta se encuentra en 1 Pedro 3:1-6.
Es posible que por la sumisión y otras cualidades positives, la esposa gane a su marido para Cristo.
Según el apóstol Pedro, es mejor que la esposa no predique a su marido sino que lo gane “sin
palabra, por la conducta.” Según Pedro, otras cualidades que necesita son “conducta casta y
respetuosa”, “un espíritu afable y apacible”, santidad y esperanza en Dios. Esta última significa que la
mujer tenga su seguridad, su confianza, su contentamiento y su felicidad en Dios, aun cuando las
circunstancias de su vida hogareña no sean agradables.

D. ¿Debe la esposa someterse a un marido cristiano que no muestra su amor con ella?



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Sí, cada cónyuge debe cumplir con su parte, aunque la otra persona no sea obediente. Es probable que
ninguno de los dos esté cumpliendo cabalmente con la fórmula que Dios ha establecido y entonces los
dos son culpables de la falta de armonía. Es muy posible que la esposa pueda contribuir para que
haya cambios en la conducta de su marido. Si la mujer cambia su comportamiento según las
instrucciones de la Palabra de Dios, este cambio puede hacer que cambie el esposo. Cuando la esposa
obra cambios en su vida, el marido, por no estar acostumbrado siente un choque incómodo y muchas
veces responde en una forma positiva.

¿No ha sido el líder y ejemplo espiritual para la familia?
Si la esposa deja de predicarle, dirigir y presionarle es muy probable que él comience a aprender a
cumplir con sus responsabilidades.

¿No se comunica el esposo?
Si la esposa se retira un poco, no habla tanto y sigue una conducta afable y pacifica, es probable que el
marido comience a hablar, a expresar sus sentimientos y a comunicarse más.

¿No muestra cariño?
Si la esposa es una persona contenta, feliz, atractiva y colaboradora, es probable que él responda con
afecto.

E. ¿Existen circunstancias cuando la esposa no debe sujetarse?

    1. Cuando el esposo exige una conducta que no está de acuerdo con la Palabra de Dios. Pero la
       mujer tiene que estar muy segura que la Biblia prohíbe esa conducta. Por ejemplo, la Biblia
       no manda que uno siempre asista a la iglesia, pero prohíbe la inmoralidad, la mentira y el
       robo.

    2. Cuando el esposo lastima a su esposa o a los hijos físicamente, entonces la esposa debe
       buscar ayuda y tal vez retirarse del hogar por su propia seguridad y la de los hijos.

    3. Cuando el esposo insiste en seguir en la infidelidad sexual, es probable que su esposa deba
       hacer que el marido escoja entre su esposa o la otra mujer. El tener que tomar una decisión
       puede ser el golpe que lo haga reflexionar, darse cuenta de su error y mantener su hogar.

F. ¿Cuáles son las necesidades principales del marido que yo puedo llenar?

    1. El compañerismo. La esposa debe ser la mejor amiga de su esposo. Lo apoya y lo acompaña
       moralmente, emocional y físicamente en lo que haga.

    2. El respeto. El marido necesita saber que su esposa lo respeta, lo sigue, lo apoya y lo admira.

    3. El sexo. La relación sexual no es sólo una satisfacción física para el marido. Simboliza que su
       esposa lo acepta como persona, que responde a su afecto y que está a su lado en todo sentido.
       El sexo lo anima, lo relaja, lo estimula a mayores esfuerzos en el hogar y en el trabajo.

    4. Los altos ideales. El hombre tiende a ser una persona más realista, práctica y a veces
       pesimista. Necesita el estímulo de los sueños, el idealismo y las metas que su esposa puede
       compartir. A veces necesita el ejemplo espiritual y moral de su esposa. Ella hará esta
       contribución en una manera sabia y quieta, no con insistencia ni dominio.

G. ¿Hay otros consejos bíblicos que ayudan a disfrutar la armonía?




                                                                                                      26
1. Ser controlada por el Espíritu Santo para que manifieste todos los días el fruto del Espíritu:
       amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza (Gálatas
       5:22-23)

    2. Practicar el amor en la vida diaria. Entender que el amor no es sólo un sentimiento, sino una
       conducta que el cristiano manifiesta porque Dios lo quiere. Para conocer esta conducta,
       estudie 1 Corintios 13:4-7 y evalúe su conducta a la luz de esta descripción del amor.

Tener comunión con Dios todos los días, a través del estudio de la Palabra de Dios y la oración.
Encontrar en Dios el significado de su vida, su seguridad y su felicidad. Así cuando la vida
matrimonial no es todo lo que uno desea, uno disfruta la satisfacción, el amor y el sentir del
significado de ser una hija de Dios.




                                                                                                    27
“¿QUÉ BONITA PAREJA?”
                                                                                   Beth Platt de Sandoval

Es lo que hemos pensado y dicho al observar a unos novios o esposos que “hacen juego” (se ven bien
juntos). Posiblemente sea porque son de la misma estatura o de la misma tez o tal vez porque se marcó
en ellos un contraste entre la viril masculinidad y la suave femineidad. De cualquier forma, se ven
guapos juntos. Básicamente es una observación visual. Hacen una bonita pareja.

El otro día estaba pensando que mi esposo y yo no “hacemos juego” de esa forma. El es mexicano,
moreno, guapo (digo yo), y yo, norteamericana, de ojos verdes y bastante blanca. Posiblemente nos
veamos un poco desparejos. Pero en realidad, hacemos bonita pareja en formas mucho más
importantes. Gonzalo y yo somos amigos. Estar enamorados y ser amigos nos ha permitido caminar
por nuestro mundo y ministerio brindándonos aceptación, apoyo y colaboración mutua. Somos más
que una bonita pareja –somos un equipo.

Pensando en este artículo pero sin darle más explicaciones, le pregunté a Chalo cuáles eran aquellas
características que él apreciaba más en su equipo de trabajo de Ediciones La Américas. Cuatro de sus
calificativos me llamaron la atención, porque también describen la forma en que él y yo trabajamos en
equipo dentro de la obra de Dios. Estas cualidades son: lealtad, afinidad, igualdad de trabajo y que
nos complementemos.

Pensando en este artículo, queremos hablar de cómo puede una esposa de pastor, anciano o líder,
trabajar efectivamente en la obra de Dios al lado de su esposo. Podríamos dar un sinfín de ideas
creativas, pero esto no establecería la base firme necesaria para el éxito. Antes de entrar en los detalles
del QUE hacer, necesitamos hablar del COMO. ¿Cómo debo trabajar con mi esposo? ¿Cómo formar
una bonita pareja en la obra de Dios? La respuesta es: trabajando en equipo. En este equipo que es la
pareja, debe existir la lealtad, la afinidad, la igualdad de trabajo y que se complementen. Por supuesto,
estamos presuponiendo que ambos están caminando íntimamente con Dios. Sin eso, jamás lograrán
ser un buen equipo.

LA LEALTAD: No hay nada que me duela o me irrite más que oír una crítica acerca de mi esposo (o
mis hijos). Se yergue mi instinto de “Mamá Oso” y salgo en su defensa. Mi lealtad a mi esposo me
obliga a defenderlo. Ese sentimiento es bueno e importante, pero también agresivo y peligroso. A
veces me hace perder la perspectiva. Desdichadamente, así tendemos a llevar a cabo la lealtad. Pero
esta característica es mucho más profunda y positiva que eso. Implica que yo debo dedicar el tiempo
necesario para observar y conocer a mi esposo lo mejor que pueda. Conociéndolo, sabré cuáles son
sus cualidades fuertes y sobresalientes y cuáles son sus debilidades y luchas. Esto me permite ejercer
la labor positiva de la lealtad. Me permite estimular en forma activa aquellas actitudes y actividades
buenas y positivas de él. Al hacerlo, mi esposo puede ver mi amor y la aceptación de su persona.

Pero, ¿qué hago con sus actitudes y costumbres negativas y equivocadas? Estas las cubro en oración.
Si Dios abre la puerta, a veces puedo mencionarlas cuidadosa y amorosamente. Mi lealtad implica que
yo reconozco que el hombre que está a mi lado no es perfecto (¡como tampoco lo soy yo!). Me
permite reconocer que no lo puedo cambiar y el cambiarlo no es una atribución que Dios haya dado a
las mujeres. Sólo él puede enderezar aquellas actitudes y costumbres para que lleguen a agradarle. Si
yo aprendo a dejar esta tarea a Dios, elimina la necesidad de mi crítica hacia él y aumenta mi
responsabilidad y fe ante un Dios que sí puede hacerlo. Entonces, cuando lleguen las críticas extrañas,
yo estaré en la posición adecuada para amortiguar las palabras ásperas o posiblemente injustas y poder
ministrar al dolor de mi esposo. Yo sabré si esas críticas son justificadas o no, porque conozco a este
hombre. Mi lealtad entonces es positiva, no defensiva. Ser leal a mi esposo quiere decir que siempre
estoy a su lado, que él siempre puede contar conmigo aunque tal vez no esté totalmente de acuerdo
con é. Y si yo le ofrezco este tipo de comprensión, muchas veces recibo la misma lealtad de su parte.



                                                                                                        28
Somos un equipo porque mostramos lealtad mutua, y eso da total confianza y seguridad a la pareja sin
importar que tan frío esté el ambiente con los demás.

LA AFINIDAD: El ser una pareja, automáticamente implica que somos diferentes simplemente por
ser hombre y mujer. Si a esto le agregamos las diferencias de nacionalidad, idioma, personalidad,
familia, cultura, educación, hábitos -- bueno, la afinidad parece ser imposible. Pero ser afines no
quiere decir ser idénticos. Simplemente quiere decir que tenemos las mismas metas. Aprendemos a
sobrellevar o aún a aprovechar las diferencias sobre la marcha, pero caminamos en la misma dirección
hacia la misma meta. En relación con la obra de Dios, mi esposo y yo hemos formado un equipo y
trabajamos juntos porque tenemos metas afines. Si nuestra meta es levantar una nueva iglesia y
discipular a la gente para que sean fuertes en las cosas de Dios y los dos estamos entregados a esa
meta, somos afines y podemos trabajar en equipo. Los detalles de quién hace qué depende de los
principios bíblicos, de las habilidades o talentos, de la personalidad y de común acuerdo. La base de
tener una afinidad de meta, produce que podamos marchar a la par hacia un fin común. Esto implica
compartir tanto el éxito como las luchas, las oraciones y los planes, fortaleciendo otro eslabón efectivo
en la cadena de “ser un equipo”.

LA IGUALDAD DE TRABAJO: ¡Ya me imagino las preguntas y dudas al leer este punto! ¿Cómo
puede haber igualdad de trabajo si mi ESPOSO es el pastor, anciano o líder? Nosotras podemos
colaborar, pero ¿Cómo trabajar con igualdad?

Esto no tiene que ver con las horas invertidas (10 para él y 10 para mí), ni con el sudor y esfuerza por
igual. Más bien es la idea de llevar juntos la carga diaria y detallada. Cuando dos personas comparten
la carga emocional y las responsabilidades, la tarea se aligera y se logra mucho. A veces, esto implica
horas invertidas por parejo. Mis padres trabajaron en programación en la Radio Emisora TGN en
Guatemala. Cuando grababan, ambos invertían las mismas horas para preparar la música y el
programa que saldría al aire. Para ellos era de mucha satisfacción trabajar en equipo de esa forma.
Cuando yo me desboco con algún drama en la iglesia, Gonzalo no invierte las mismas horas que yo,
pero allí está al pie del cañón conmigo. Yo sé que él carga el drama conmigo aunque no siempre esté
en cada ensayo. Al igual, cuando él está ocupadísimo en ciertos asuntos de ELA en los cuales yo no
tengo mucho que ver, él sabe que yo comparto su carga porque el trabajo es nuestro. A veces la
igualdad de trabajo se refleja en horas invertidas en alguna tarea, pero también en horas invertidas en
oración y horas invertidas en paciencia.
Cuando Gonzalo viaja por cuenta de ELA (¡y sí que viaja!), hay igualdad de trabajo porque yo estoy
cuidando la milpa, orando por él, anticipando el éxito de su viaje y anhelando su regreso. De cualquier
forma, trabajamos por igual, porque la carga del trabajo en todo sentido es de ambos.

UNA LABOR COMPLEMENTARIA: La idea que está detrás de esta característica es la de
complementar. Se bromea mucho sobre la “ayuda idónea”, pero realmente es un concepto precioso.
Estas ideas de ayuda idónea y complementar son afines. Sería como ponernos cierto vestido que nos
gusta pero que le hace falta algo para que se vea perfecto. Ese algo, un prendedor, un cinturón, un
saquito, completa la apariencia total para que el efecto sea perfecto. Esa es la idea que hay detrás de la
ayuda idónea también.

El concepto de complementar o completar tiene dos ideas. Uno es acabar de dar un efecto total para
que el producto o apariencia final sea perfecto. La otra idea es hacer elegante el vestido sencillo para
que luzca aun más bonito de lo que podría sin el complemento. Cuando nosotras, la esposa de un
pastor o líder, complementamos o completamos la labor de nuestro esposo, hacemos ambas cosas. Por
un lado, ayudamos a perfeccionar su labor. Si mi esposo ve el cuadro total pero no los detalles, yo le
puedo ayudar con ellos para que pueda realizar su proyecto en forma eficiente. Posiblemente el
hombre en tu vida es muy detallista, pero no ve el bosque completo por ver cada arbolito. Entonces el
complemento sería la inversa, ayudándolo a ver el cuadro más amplio. Esto es aprovechar las
diferencias que podríamos tener para apoyarnos mutuamente. Yo, que conozco a mi esposo mejor que

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cualquier otra persona, puedo colaborar con él con aquellas cosas, actitudes o actividades que hacen
que él se vea mucho mejor. Mi complemento, que a veces pasa desapercibido, hace que luzca la
persona de mi esposo ante los ojos de los demás como el mejor de los mejores. Esa es mi labor porque
amo a este hombre y quiero trabajar con él.

Cada uno de estos puntos puede y debe funcionar también de parte del hombre hacia su esposa. Pero
el énfasis de este artículo está en hablar de la labor de la esposa para que pueda trabajar en equipo al
lado de su esposo en la obra de Dios.

Esta idea de trabajar en equipo, caracterizada por estas cualidades, no tiene que ver con hacer el
trabajo en equipo. Tiene que ver con ser un equipo de trabajo. El gozo y la satisfacción de ser
colaboradores en la obra de Dios se multiplican mil veces cuando lo comparto con mi esposo, la otra
mitad de mi “bonita pareja”.

Si tuvieras que calificar tu trabajo en la obra al lado de tu esposo en una escala del 1-10 ¿qué
calificación te darías? Si sacaste una buena calificación, te felicito. ¡Siga adelante! Si te pusiste un
número bajo, tal vez sea hora de evaluar la dinámica entre tú y tu esposo con relación a las cuatro
áreas que sugerimos en este artículo. Recuerda que Satanás, el enemigo, no quiere que tengamos éxito
ni que trabajemos como equipo. Él busca nuestra derrota y a veces se aprovecha de nuestro egoísmo.
¡No te desanimes! Dice 1 Juan que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.




                                                                                                       30
QUE HACEMOS CON LOS HIJOS CUANDO ESTAMOS EN EL MINISTERIO
                     …SIN ECHARLO TODO A PERDER
                                                      Beth Platt de Sandoval

Si me hubieran pedido este artículo al principio de nuestro ministerio en México o aún cuando
nuestros tres hijos eran chicos, confiadamente hubiera echado mis perlas acerca del tema. Ahora,
después de 23 años en el ministerio y de haber visto el paso de los hijos por este mismo ministerio,
sinceramente no estoy tan segura de tener todas las respuestas. Tal vez debería escribir sobre los
errores y las “metidas de pata.” Pero ya que uno aprende por medio de los errores, me permito
compartir lo que he observado sobre este tema.

Cuando una persona o pareja se inicia en el ministerio, ve todo con ojos de entusiasmo y ganas de
triunfar en todo sentido de la palabra. Emplea los planes más novedosos, los dramas más
emocionantes, y las ideas mas firmes en cuanto a la participación de los hijos en el plan maestro del
ministerio.

No hay ningún problema con desear y trabajar hacia un ministerio exitoso que involucre a toda la
familia, pero a veces este empuje nos ciega a una realidad mucho más importante que el éxito. Esta
realidad es que nuestros hijos no son títeres cuyos movimientos y pensamientos nos pertenecen para
hacer y deshacer. Ellos nacen con cierta personalidad, dones, y cierto aguante de presión que puede
diferir del nuestro. El presuponer que van a colaborar de lleno en el ministerio con nosotros puede ir
formando en ellos un resentimiento hacia la obra de Dios y hacia nosotros como sus padres. Es fácil
usar a nuestros hijos en los dramas, en las actividades, como suplentes, o en cualquier evento de la
iglesia porque están a la mano y son forzivoluntarios. Pienso que tal vez la forma más sencilla de
ilustrar esto sería con nuestra experiencia. Mis hijos sudan cuando los uso como ejemplos, pero ellos
son mis ayudas visuales. Le doy gracias a Dios por cada uno, sus dones, y su ayuda valiosa en la obra.
Son una maravilla. ¡Conste que no soy Mamá Cuervo!

Cada uno de nuestros hijos tiene una personalidad completamente distinta al otro. Durante la primaria,
los dos mayores que se llevan 23 meses, se fueron formando tan parejo que parecían tener la misma
personalidad. Por lo mismo, tendíamos a esperar de ambos el mismo resultado en cuanto a la
participación en el ministerio. Aarón (que ahora tiene 21 años y está en la Universidad de las
Américas en Puebla) tiene una memoria admirable. Es tranquilo y se adapta a cualquier presión. El
siempre fue mi héroe para los dramas. Podía memorizar páginas enteras sin sufrir, subirse a la
plataforma y desarrollar el personaje con total soltura. Era como tener un actor en casa (y nos salió
barato… ¡sólo tuvimos que alimentarlo y pagar sus estudios!). Por lo mismo, jamás me cruzó por la
mente que tal vez no era su actividad favorita hacer todo lo que su creativa y un poco alocada mamá le
pedía. Simplemente se acomodaba y cumplía. Durante los años de su niñez y juventud fue una
bendición tenerlo a nuestro lado por su actitud tan positiva y colaboradora. Pero al hablar con él en los
últimos meses, ha expresado una presión muy grande que siente. Esa presión es que cree que ahora
todos esperan tanto de él que ya no se siente capaz de cumplir este papel en el drama de la vida.
Quiere ser tan activo y dinámico como su papá. Quiere lograr todo lo que su papá ha logrado en el
ministerio. Pero Aarón tiene otra personalidad. Ese mismo carácter tranquilo que le permitió aguantar
el trajín del ministerio activo, ahora tiene que luchar por encontrar su propia forma de desarrollarse en
el ministerio que Dios le ha dado a él. No puede ya darse el lujo de involucrarse según el plan de su
mamá ni luchar por lograr las hazañas de su papá. Tiene que encontrar su propio camino. Es justo
comentar que Aarón sigue colaborando como siempre, haciendo cualquier cosa que haga falta. Sé que
está agradecido por todo lo que hizo a nuestro lado en el ministerio en varias iglesias porque lo expuso
a todo tipo de responsabilidad, a estar en frente de mucha gente, ya a no tener miedo de hablar en
público. Pero ese involucramiento tan intenso también trajo consigo una necesidad actual de romper
ideas preconcebidas para encontrar su propio estilo de “hacer el ministerio”. Sé que lo va a lograr. Sé
que va a tener tanto éxito como adulto en su propio ministerio como lo tuvo a nuestro lado durante su
niñez.

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Ministerio de mujer a mujer
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Ministerio de mujer a mujer

  • 1. ÍNDICE Título Página Autor(a) Introducción 1 ¿Por qué un ministerio de mujer a mujer? 2 Alma de Alfaro, Sonia de Rafaela, Diana de Whittle El ministerio y la sumisión ¿hermanos o 6 Sandra Lowery de Paredes enemigos? La mujer que adora y ora a Dios 10 Peggy W. de López La oración 14 Diana de Whittle Retiro de Oración 19 Bárbara de Orth Una carta de amor de una “anciana” esposa de 22 Clarita de Lloret pastor para sus colegas jóvenes en el ministerio La capacitación de la líder 24 Clarita de Lloret El papel de la esposa en el matrimonio 25 Stanford Orth ¡Qué bonita pareja! 28 Beth Platt de Sandoval Qué hacemos con los hijos cuando estamos en 31 Beth Platt de Sandoval el ministerio… sin echarlo todo a perder La disciplina y los hijos 35 Elízabeth de Blue Una herencia creativa para los hijos 38 Elízabeth de Blue El ministerio de la hospitalidad 40 Diana de Whittle Practicando la hospitalidad en España 41 Lynne Hollingsworth Amor en acción 42 Jenny Orth de Adams Un corazón abierto 44 Ana Carolina de Davies Mi pacto 45 Betty Stam 21 reglas “en esta casa” 46 Ana Carolina de Davies Como dar un testimonio personal 47 Diana de Whittle Ayudas prácticas en la preparación de mensaje 48 Clarita de Lloret devocional
  • 2. Guía para la elaboración de preguntas para grupos 51 Bárbara de Orth de estudios bíblicos El liderazgo de un grupo de estudio bíblico 59 Bárbara de Orth Alcanzando a la mujer católica 68 Bárbara de Orth Ideas sin límites: planeando eventos evangelísticos 74 Bárbara de Orth Un método de evangelismo para las muy ocupadas 82 Bárbara de Orth Cómo desarrollar un ministerio de estudios 88 Bárbara de Orth bíblicos evangelísticos para damas Organización de ministerio de mujeres 92 Rosa María de Corbin Cuestionario del ministerio de mujeres 95 Rosa María de Corbin 12 elementos esenciales del ministerio de mujeres 96 Rosa María de Corbin La organización de eventos especiales 97 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Catálogo de eventos 99 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Sugerencias de temas alrededor de los cuales 100 Elsa Amezcua de Balderas, planean los adornos Jayme J. de Hower Cuestionario para la organización de evento 101 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Como manejar una evaluación 102 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Organización de eventos especiales 103 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Descripción de trabajo de las comisiones 104 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Horario para la planeación de eventos 109 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Hoja de la contabilidad 112 Elsa Amezcua de Balderas, Jayme J. de Hower Un plan de oración para el uso personal 113 Bárbara de Orth 2
  • 3. INTRODUCCIÓN Diana de Whittle, editora El compendio nació de un simposio que se celebró hace dos años. Ocho mujeres de diferentes países, diferentes edades y distintas preparaciones se reunieron durante cuatro días para considerar el ministerio e mujeres a mujeres. Hablamos de muchos temas relacionados con esta obra siempre con la idea de fortalecer a la mujer cristiana en su fe y motivarla y apoyarla en su ministerio. Dos metas concretas salieron del simposio. La primera, un boletín para mujeres -- ya se ha publicado dos ediciones. La segunda meta, un manual para el ministerio de mujer a mujer. Es lo que este compendio pretende lograr. Un manual es un libro “que contiene abreviadas las nociones principales de un arte o una ciencia.” En el transcurso del tiempo, nos hemos dado cuenta que el ministerio no es una ciencia y aunque tiene características de un arte, tampoco lo es. El material que compone este libro no da instrucciones de cómo armar un ministerio sino es una serie de artículos escritos por varias mujeres quienes comparten la sabiduría de su conocimiento de Dios y su experiencia de práctica un ministerio de mujer a mujer. Al reconocer que este trabajo no es definitivo, se decidió llamarlo “compendio” en lugar de manual. Un compendio es una colección de artículos o ensayos y es lo que mejor describe el trabajo que hemos hecho. Cada artículo presenta su propio tema, sin embargo, hay un hilo que une todo el compendio: la transmisión del legado espiritual de mujer a mujer. El índice da el orden de los artículos que está agrupados en temas: las bases bíblicas, la vida personal, la familia, la capacitación para el ministerio, la hospitalidad, el evangelismo y la organización. Este compendio no es completo sino es un principio del plan en que se comparten los dones y experiencia para el provecho de otras. Las mujeres que han participado en este trabajo no se presentan como expertas en su obra pero son mujeres que están sirviendo a su Señor con los dones que Él les ha dado y en el lugar donde las ha colocado Dios. Es nuestro deseo que al leer estas páginas, una mujer diga, “yo también lo quiero hacer,” o tal vez “puedo hacer esto con unos cambios.” Hay lagunas, temas que no se tocan y otros que necesitan más desarrollo. Nuestro deseo y nuestra oración es que unas que leen estas páginas tomen el reto de escribir las materias que faltan y así compartan con un gran círculo de mujeres en México, España, toda América Central y entre hispanos en América del Norte. Encontrarán aquí consejo, sabiduría espiritual que es fruto de vidas que perseveran en los caminos de Dios, las experiencias de poner en práctica el ministerio, y también instrucciones para escogidos ministerios. Primero, ofrecemos todo este trabajo al Señor en ofrenda de todo lo que Él nos ha dado, y después, ofrecemos este trabajo al cuerpo de Cristo con humildad y amor para la edificación de las mujeres que completan la unidad de la iglesia.
  • 4. ¿POR QUÉ UN MINISTERIO DE MUJER A MUJER? Alma de Alfaro Sonia de Rafaelano Diana de Whittle Porque tenemos bases bíblicas para ello y muchas veces no las cumplimos. En ocasiones queremos hacer otros ministerios sin cumplir con lo más sencillo y básico. En otras no encontramos qué ministerio hacer y nos limitamos, habiendo tanto que hacer entre nosotras mismas. Por eso es importante este ministerio de mujer a mujer. Veamos algunas bases bíblicas para realizar nuestros ministerios con eficacia y seguridad. En Génesis 1:27 dice que las mujeres también somos creadas a imagen de Dios… (“y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”) Aunque a causa del pecado esta imagen fue desfigurada al igual que la del hombre (Gn. 3). Tenemos también la bendición y el mandato de parte de Dios de “fructificad y multiplicaos…” en Gn. 1:28. La salvación es para nosotras también, porque Gálatas 3:25-28 nos explica lo siguiente: “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” Somos parte del cuerpo de Cristo así como dice en 1 Corintios 12:12-13: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” Otras bases bíblicas nos dan variedad en lo que podemos hacer y estos son los dones espirituales, los cuales son dados por el Espíritu Santo. “ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” 1 Co. 12:4, 11. Si en este capitulo 12 de 1 Corintios no encuentras tu don para ministrarlo a otras mujeres estamos seguras que en Romanos 12:4-8 lo encontrarás. “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así, nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe, o si de servicio, en servir, o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.” Mira la responsabilidad que tienes con tu don: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10. En realidad es un mandato el ministrar a otros miembros del cuerpo de Cristo; no sólo a los miembros del cuerpo de Cristo sino también a las mujeres que todavía no lo son. Porque el mandato de evangelizar en Mateo 28:19-20 incluye la responsabilidad de evangelizar de mujer a mujer. “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen.” En Tito 2:3-5 tenemos lo que la Palabra de Dios nos enseña tocante o relacionada al ministerio entre mujeres. 2
  • 5. “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien, que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Esperamos que estas bases bíblicas te ayuden a definir tu don para ministrarlo o si ya lo tienes definido que lo hagas con eficacia y seguridad de mujer a mujer porque esto ha sido poco practicado por nosotras, las mujeres. Sin embargo, esta misma realidad es la que nos ha impulsado para realizar este proyecto de como mejorar el ministerio de mujer a mujer. ¿Cómo se desarrolla este ministerio? La vida de una mujer tiene diferentes etapas. Es soltera, luego casada, con hijos pequeños, con adolescentes y hasta cuando ya los hijos no están en la casa. Cada etapa tiene oportunidades y limitaciones. Pero en cada una de las facetas de la vida de una mujer existe un ministerio que realizar. Por ejemplo: enseñar, aconsejar, orar, ofrendar, evangelizar, visitar, cuidar del esposo y los hijos, cuidar niños de otra persona, orar con alguien por teléfono, tomar una taza de café con otra mujer para aconsejarle, ser ejemplo. En fin son muchísimas cosas que se pueden hacer por otra persona. El ministerio no tiene límite ya que ministerio es cualquier acción que ayuda a otra persona a acercarse más a Dios a través de Jesucristo. Teniendo todo esto en mente, podemos ver que en la Palabra de Dios encontramos muchos ejemplos de mujeres que ministraron eficazmente al pueblo de Dios. Ejemplos del ministerio de mujeres del Antiguo Testamento SARA (Génesis) Esposa sumisa. Es un ejemplo de una mujer que amaba incondicionalmente a su esposo. Su fe es ejemplo también par la mujer de hoy. Es la única mencionada en la lista de Hebreos 11. MARÍA (Éxodo y Números) Líder natural. Era músico y profeta, inteligente y dotada en la alabanza de Dios. La vida de esta mujer nos deja una advertencia a toda líder. Solo Dios da o remueva los talentos y la importancia de una persona. María permitió la entrada de los celos, cuando retó la autoridad dada a Moisés por Dios. DÉBORA (Jueces) Profetiza y juez de Israel. Además de ser esposa escuchaba a Dios, sierva, delegaba a otros alababa a Dios, guiaba con autoridad de Dios. Fue una líder respetada ANA (1 Samuel) Una madre devota. Mujer de oración, fe en Dios en una sociedad materialista. En un acto de sacrificio cumplió con el voto hecho a Dios. Ella entregó a su hijo, Samuel, al servicio de Dios. ABIGAIL (1 Samuel) Era una mujer bella, inteligente y discreta. Abigail es una buena ilustración para las esposas de hoy en día, enseñando principios vitales de compostura y de prioridades concretas, así como la determinación de tener la mejor salida a situaciones difíciles de la vida. ESTER (Ester) Su posición le permitió salvar al pueblo de Dios en un momento determinado de la historia. Nos enseña el valor, la prudencia, la obediencia, la dependencia de Dios y el actuar basada en la confianza en Dios. 3
  • 6. HULDA (2 Reyes) Profetiza, mujer profundamente devota. Sus dones estuvieron disponibles a Dios. Fue obediente y fiel al llevar la Palabra de Dios a su gente. RUT (Rut) Vivió en la historia como un modelo de lo que significa ser una buena nuera, sirviendo con gozo y confianza en el Dios de Israel. Rompió con su pasado y tradiciones. Nos enseña que Dios usa a mujeres ordinarias para cumplir su plan. NOEMÍ (Rut) Una suegra con sabiduría. Es ejemplo de amor, fe durante los días de adversidad, poseía un profundo entendimiento espiritual. El resultado de su sabiduría brilla a través de toda la Escritura. Ejemplos del ministerio de mujeres en el Nuevo Testamento MARÍA, Madre de Jesús Una mujer de obediencia y sumisión incondicional a la voluntad de Dios. Esta obediencia la llevó a sacrificar muchas cosas: reputación, planes y a su hijo, Jesús. Fue una madre honorable, seguidora de Jesucristo, valiente y madura espiritualmente. MARÍA DE BETANIA (Lucas 10:38-42; Juan 11:17-44; 12:1-8) Una seguidora comprometida, discípula de Cristo, le sirve y le adora. Entendió mucho de las enseñanzas de Jesús y lo muestra en el acto de ungirlo. MARTA (Lucas 10:38-42; Juan 11:17-44; 12:1-8) Mujer trabajadora, hospitalaria, buena organizadora, generosa, mujer de mucha fe (Juan 11:27), impulsiva, activa, gran amiga de Jesús y líder de su familia. LA SAMARITANA (Juan 4) Fue una llevadora de las buenas nuevas a los suyos. Dios no hace acepción de personas y esta mujer es un claro ejemplo de esto. MARÍA MAGDALENA (Marcos 16:9-11, Lucas 24:1-10, Juan 20:1-18) Una discípula devota. Seguía y servía a Jesús y a sus necesidades. Era leal, fiel, cumplida, perseverante, agradecida y dedicada. Estuvo con Jesús hasta el último momento. Fue la primera persona que vio al Cristo resucitado y la primera que lo anunció. DORCAS (Hechos) Mujer ejemplo en su disposición para ayudar velozmente a los necesitados. Era una costurera y servía con esto a los demás. Discípula de Cristo y abundaba en buenas obras. LIDIA (Hechos 16:13-15) Mujer de negocios, generosa, hospitalaria, tenía en orden sus prioridades. PRISCILA (Hechos 18:1-3, Romanos 16:3, 1 Corintios 16:19; 2 Timoteo 4:19) Respetable líder cristiana, hospitalaria. Involucrada activamente junto con su esposo. Era muy conocedora de la doctrina cristiana. Algunos creen que era una teóloga en su tiempo. EVODIA Y SINDIQUE (Filipenses) Eran líderes en la iglesia de Filipos, reconocidas por su trabajo hasta por el apóstol Pablo. Pablo les exhorta a mantener armonía y un mismo sentir para el bien de la obra. 4
  • 7. LOIDA Y EUNICE (1 Timoteo) Mujeres llenas de fe, la cual transmitieron fielmente a Timoteo. Nos enseñan la importancia de la mujer en el hogar como enseñadoras de la Palabra de Dios a los hijos. 5
  • 8. EL MINISTERIO Y LA SUMISIÓN -- ¿HERMANOS O ENEMIGOS? Sandra Lowery de Paredes ¡Ministrar a mujeres! ¡Qué privilegio más grande, qué desafío más enorme, qué posibilidades más ilimitadas nos enfrentan en este camino de la vida llamado el ministerio! Las que estamos ministrando a mujeres reconocemos sin lugar a dudas, que el Señor nos ha llamado a servirle en un área muy cerca del corazón de Dios. Hoy en día, las mujeres tenemos innumerables oportunidades para ministrar en muchas y variadas áreas de la vida eclesiástica. Probablemente más que en ningún otro momento de la historia humana, la mujer cristiana en muchas partes del mundo está mejor preparada, en condiciones más favorables para lograr grandes avances en el campo ministerial, por no decir en prácticamente todos los campos seculares. Esto nos lleva a la gran pregunta que todas nos hacemos. ¿Y qué de la sumisión de la mujer en el ministerio? ¿La sumisión es aún vigente hoy en día, a pesar de todos los avances que hemos logrado? El ministerio y la sumisión, ¿son hermanos o enemigos? A menudo no nos animamos a enfrentar estas preguntas, sea por miedo, inconformidad, o por no saber cómo responder. Este artículo tiene como propósito examinar brevemente estas preguntas inquietantes, sin pretender dar todas ni las únicas soluciones a este dilema. DIOS NOS HA LLAMADO AL MINISTERIO Somos parte del cuerpo de Cristo. Según Efesios 4:1-16, todos los que hemos creído en Cristo como nuestro Salvador personal, fuimos introducidos al cuerpo de Cristo que es su iglesia, desde el momento de creer. Cada una de nosotras somos un miembro importante de este cuerpo, y tenemos una participación especial en la edificación en amor de todo el cuerpo. Cada una tiene algo especial que aportar a la obra de Dios. Dice este mismo pasaje en Efesios (4:11), como también 1 Corintios 12, Romanos 12:6-8 y 1 Pedro 4:10-11, que el Espíritu Santo nos ha dado “a cada uno” un don en particular. ¿Con qué propósito? Especialmente para darle la gloria a Dios y para edificar a la iglesia. Por eso estamos en el ministerio. Cada una de nosotras tiene dones especiales que ponemos a la disposición de nuestro Señor, y le servimos en gratitud y en obediencia. Es interesante notar que los dones no fueron dados según el sexo de la persona. No hay ningún pasaje, por ejemplo, que nos de la idea que el don de enseñar, pastorear o presidir, fueron dados únicamente a los hombres. Estoy convencida de que siempre habrá manera de usar nuestros dones y talentos si estamos dispuestas a servirle a nuestro Señor. El no nos capacita, para después decirnos que no podemos servirle. Pero entonces ¿tenemos las mujeres completa libertad para hacer lo que queremos en el nombre del ministerio? ¿Hay algún límite para la mujer en el ministerio? Dios nos ha llamado a la sumisión. Hoy en día, se escucha a menudo de “pastoras” y “predicadoras” en congregaciones y diversas denominaciones alrededor del mundo. En la vida personal, hay muchas mujeres quienes también son las mandan en sus hogares. La mujer cristiana disfruta de una libertad tan especial en el Señor, que a veces se siente con la libertad de ocupar cualquier puesto en el hogar o en el ministerio. Pero, ¿cuál será la voluntad de Dios en cuanto a nuestro lugar, tanto en el hogar como en el ministerio? ¿Pueden convivir el ministerio y la sumisión? 6
  • 9. Dios nos da un marco dentro de cual servirle. La Biblia menciona unos parámetros para el ministerio de la mujer. Un pasaje clave que nos revela esto es 1 Timoteo 2:11-14, donde Pablo expresa firmemente su posición en cuanto a la mujer que enseña a los hombres. El contexto del pasaje es el culto público. Dice el versículo 12: “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” Haciendo un estudio profundo, parece ser que a la mujer no le corresponde ejercer autoridad doctrinal sobre los hombres en el culto. No es que no pueda enseñar del todo, pero no a los hombres en el culto público. Aquí está la limitación del ministerio de la mujer. “Hasta aquí,” dice el Señor. El movimiento feminista, y aquellas mujeres que anhelan hacer precisamente esto, afirman que estas declaraciones fuero hechas en un momento histórico-cultural, en el cual la mujer no tenía valor, ni voz ni voto y que, por lo tanto, ya no tienen validez para la mujer hoy en día. Sin embargo, al estudiar el pasaje (que por cierto es inspirado por Dios como el resto de las Escrituras), vemos que Dios, a través del autor bíblico, nos da dos razones por las cuales la mujer necesita someterse en esta área en el ministerio. 1) “porque Adán fue formado primero, después Eva.” 2) “…y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.” Es interesante notar que estas dos razones no tienen nada que ver con el momento histórico, ni la cultura de Pablo ni la nuestra. Son hechos concretos, eventos reales ocurridos desde el comienzo de la humanidad, y no se pueden saltar ni discutir ni obviar. Tenemos que aceptar también el hecho de que Jesús, amando a las mujeres como lo hacía, y dándoles el honor y la dignidad que merecían, no escogió a ninguna mujer como “apóstola” entre sus doce discípulos. ¿Por qué no? ¿Lo hubiera podido hacer? ¡Claro que sí! El es Dios mismo, y establecía el fundamento de su iglesia, lo cual iba a ser un patrón para los siglos venideros. Si él hubiera querido que nosotras las mujeres fuéramos las “líderes” máximas en su iglesia, nada le hubiera impedido al Rey de Reyes, ni siquiera la cultura en la cual vivía. Para traer el evangelio a Samaria, por ejemplo, Jesús rompió muchas tradiciones y reglas culturales al hablar con la mujer samaritana (lo cual no era aceptable en ese momento histórico-cultural). En los comienzos de la iglesia de Cristo, el Espíritu Santo no les inspiró a los autores novo- testamentarios a hablar de “obispas” ni “ancianas” sobre las iglesias. ¿Por qué no? He aquí el parámetro que Dios ha establecido para el ministerio de la mujer. En el hogar, Dios nos manda a someternos. Efesios 5 nos dice claramente que nos debemos someter a nuestros esposos, como un acto voluntario, una decisión personal en obediencia a Dios. La sumisión no se logra por presiones externas. Los hombres y las mujeres debemos someternos los unos a los otros, pero especialmente Dios nos recuerda a nosotras que nuestro deber es el de ser sumisas a nuestros esposos. Esta relación marido-esposa es muy importante porque Dios la usa para hacer una metáfora de la relación entre Cristo y la iglesia. No es meramente una relación humana, sino que tiene implicaciones espirituales muy profundas. Ante todo, Dios nos manda someternos a él. Nuestra sumisión mayor y completa se la debemos a nuestro Padre Celestial. El es nuestra autoridad suprema y si en algún momento otra autoridad subordinada a la suya nos pide hacer algo que contradice los mandatos y principios divinos, nuestra sumisión y obediencia se la debemos en primer lugar a Dios. Las reacciones hoy en día ante el tema de la sumisión son muy fuertes. Muchas mujeres rehúsan aceptar el hecho de la sumisión en cualquier área de su vida. De hecho, el ser humano no es sumiso por naturaleza así que le cuesta aceptar esta verdad. Pero es un principio importante a través de la Biblia, y el mejor ejemplo de la sumisión lo tenemos en el mismo Señor Jesús, quien según Filipenses 2, “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta 7
  • 10. la muerte, y muerte de cruz.” El se sometió, dejó sus derechos, se humilló por amor a nosotros. Y se nos pide tener esta misma actitud de humildad, “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Otras mujeres reaccionan ante el tema de la sumisión en el hogar, queriendo hacer la declaración que la sumisión es igual a aceptar la agresión del hombre. Inmediatamente se considera equivocadamente a la sumisión como algo negativo, peligroso – igual a la dominación y la agresión. Realmente son dos temas distintos. Una mujer sumisa, por el hecho de serlo, no se pone automáticamente en una posición que la exponga a ser agredida. Por otro lado, una mujer agredida no es, por el hecho de sufrir agresión, necesariamente un buen ejemplo de una mujer sumisa. Definitivamente hay límites a la sumisión en todos los niveles; la autoridad de Dios está sobre todo. Sus principios deben ser acatados por encima de otros. La mujer que teme por su propia vida al estar en una posición de agresión en el hogar, en ninguna manera se tiene que quedar sumisa ante su esposo agresivo, hasta terminar con la muerte. Dios apoya las leyes de nuestros países en contra de los criminales, y tal acción por parte del esposo es criminal. Pero el hecho de que esto suceda en unos (o en muchos) casos, no nos libra a las demás de la obediencia a estos mandamientos de Dios sobre la sumisión en el hogar y en el ministerio. Este marco no nos encadena. Hay un versículo precioso que Dios me mostró recientemente: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos” (Salmos 119:45). El buscar y obedecer los mandamiento de Dios en su Palabra no nos enfrasca en un molde ofensivo, ni nos encadena, imposibilitando nuestro ministerio para el. No. Más bien andamos en libertad cuando nos sometemos a los parámetro que el ha establecido para nosotras. Se cuenta de un pajarito que pasaba la mayor parte de su día golpeándose contra la vitrina de una ventana. Vez tras vez se golpeaba, día tras día tras día, queriendo quitar la ofensiva vitrina de su camino, sin querer aceptar el hecho de que no la podía pasar. Por perder todo su tiempo en este trabajo tan infructuoso, no se daba cuenta que tenía todo un mundo por donde volar, muchísimos jardines donde disfrutar, muchas flores que visitar, muchos huevos que poner, y nidos que construir. Creo que muchas mujeres cristianas son como ese pajarito. Pasan la mayor parte de su tiempo golpeándose vez tras vez contra la única limitación que Dios ha puesto en su ministerio, o no queriendo aceptar la sumisión como su papel en el matrimonio. Y al hacer esto no se dan cuenta que el Señor les ha dado infinidad de oportunidades para servirle, muchísimas áreas donde trabajar y poner a funcionar sus dones. Me viene a la mente el caso de Adán y Eva. Tenían a su disposición todo un huerto precioso, tantísimos árboles con muchas frutas exquisitas, pero la fascinación de Eva, cautiva en su engaño, se concentró precisamente en la única prohibición en todo el huerto, precisamente el único árbol del cual no debía comer. CONCLUSIÓN El camino del ministerio tiene muchas facetas. Hay infinidad de oportunidades para ministrar, tantísimas áreas donde poner a funcionar los dones, talentos, habilidades y conocimientos que Dios nos ha dado. El movimiento feminista está golpeando actualmente a la iglesia queriendo decirnos que no nos sujetemos ni a nuestros esposos ni a las autoridades en la iglesia, porque esto nos despersonaliza y nos rebaja. Se nos dice que tenemos la capacidad y el intelecto para llenar cualquier puesto en el hogar o en el ministerio. Claro que tenemos habilidad, pero no se trata de nuestra capacidad, sino de nuestra 8
  • 11. obediencia a los parámetros eternos que Dios nos ha dejado en su Palabra. La sumisión es una decisión personal de someternos, no porque valgamos menos o tengamos menos intelecto o capacidad. Es reconocer los parámetros que Dios ha establecido para el buen funcionamiento tanto de nuestros hogares como de nuestras iglesias. Como siervas del Señor, ministrando a otras mujeres, es menester que conozcamos bien el contexto actual de la mujer: su condición, sus problemas, los obstáculos y aún oportunidades que la enfrentan hoy en día. Es necesario reconocer sin lugar a dudas, que la mujer es agredida a menudo y no vive en un mundo perfecto donde su esposo, hijos y la gente a su alrededor la estimen y honren debidamente. Pero en medio de un mundo imperfecto, siendo nosotras imperfectas también, deberíamos ser las primeras en dar ejemplo de la sumisión bíblica a Dios en primer lugar (Santiago 4:7), la sumisión a nuestros esposos en el hogar (Efesios 5), la sumisión ante los gobernantes (1 Pedro 2:13), ante las autoridades de la iglesia (Hebreos 13-17), y nuestra sumisión en cuanto a las áreas donde podemos ministrar. Al obedecerle a Dios con estas actitudes, tendremos libertad para servirle con todo nuestro corazón y tendremos más apoyo y valor al animar a las mujeres a las cuales ministramos, a vivir vidas abundantes, llenas de significado, sirviendo al Señor en obediencia y sumisión. El Ministerio y la Sumisión… ¡definitivamente pueden ser amigos… no enemigos! 9
  • 12. LA MUJER QUE ADORA Y ORA A DIOS Peggy w. de López Cuando Dios paseaba en se creación, El hombre empezó a conocer a su Creador. Su gran Dios anegaba su imaginación, Y le despertó un inmenso temor, profundo amor. Tan poderoso es Dios, que le habló por el trueno; Tan gentil que respiraba en la brisa vespertina Tan tierno que veló mi profundo sueño; Tan sutil que despertó con su luz matutina. En aquella primera fresca tarde en el Edén, Dios abrió su corazón a la creación. Y el hombre escogió una palabra entre cien, Al llamarle SANTO, en su adoración. Este poema nos describe el amor del gran Creador para sus creaturas, Adán y Eva. El había hecho el universo y lo coronó con la creación de dos criaturas, hechas a su imagen, con quienes podía tener comunión íntima. ¡Qué maravilla! Al contemplar esta verdad que la Palabra de Dios confirma a través de sus páginas, ¿no te despierta un profundo anhelo de conocer a Dios, y poder comunicarte con esta persona perfecta y santa? El libro de Hebreos, capítulo diez, nos invita a acercarnos a Dios por la sangre de Cristo. El creyente tiene libertad de llegar al Padre por medio de su Hijo, Jesucristo. Lee los versículos 19-22. Luego después de convertirme a Cristo, sentí una nueva dimensión en mi vida. Había en mi ser un deseo de hablar con Dios. Así empecé a orar, para pedir por mis necesidades. El en su misericordia me contestaba algunas de mis oraciones. Pero aún así, no sentía que oraba bien y temía que no sabía como hacerlo. Unos días después leí un libro sobre la oración que me exhortaba a orar en todo. El escritor insistía que Dios quería contestar mis peticiones. Decía que la clave para tener buenos resultados era perseverar en la oración y pedir lo que deseaba. Fue un buen consejo bíblico: “orad sin cesar por todo”, pero en lo más profundo de mi ser sabía que algo me faltaba. ¿Qué necesitaba todavía? Un día una amiga me contó de una pareja de creyentes que vivían en el noreste de los Estados Unidos. Tenían la fama de ser dos personas cuyas oraciones Dios contestaba a menudo. Desde luego me dio mucha curiosidad en saber como oraban. Ella me siguió relatando que un día se reunieron para orar por unas necesidades urgentes. Sus amigos pasaron por lo menos media hora hablando con el Señor y haciendo pausas largas, esperando en silencio delante de él. Finalmente, empezaban a suplicar con tanta persistencia y sencillez por las necesidades mencionadas que ella fue profundamente bendecida. Desde entonces he pensado muchas veces en esa pareja y me preguntaba como se conectaban en una manera tan especial con Dios y por qué tenían la fama de que el Señor contestaba sus oraciones. No hace mucho y de repente me di cuenta por qué: estos dos fieles creyentes exaltaban y adoraban a su Dios y Señor antes de presentar sus peticiones. Así oró Moisés y el profeta Daniel y muchos otros hombres y mujeres de Dios en las Sagradas Escrituras. Cristo también enseño a sus discípulos este mismo principio para la oración. ¿Sientes que tus oraciones son mecánicas a veces, o el tiempo que has apartado para hablar con Dios a menudo es aburrido o te invade la indiferencia? Tal vez tu mente se inunda de miles de 10
  • 13. preocupaciones, quehaceres y pensamientos tan variados que te sientes culpable por un tiempo de oración tan insípido. Aprenderemos en las páginas de la Palabra de Dios como exaltar y adorar a Dios. También notaremos como adorar al Señor personalmente, así como comunitariamente en la iglesia. ¿Qué relación hay entre la exaltación a Dios y la oración? ¿Cuál es esa relación? ¿Te has preguntado alguna vez qué es la oración? Te daremos sugerencias para el estudio de este tema y como ser espiritualmente creativa en tus oraciones a Dios. COMO ADORAR A DIOS AUTÉNTICAMENTE La palabra adorar es en verbo que tiene dos términos o vocablos. El prefijo “ad” y el verbo orar. El prefijo “ad” quiere decir “junto a” o “que acompaña algo”. Entonces adorar indica una acción más allá de la simple acción de orar. Adorar, entonces, incluye no solo la oración sino una serie de actitudes y acciones del creyente que se acerca a Dios. La oración, podríamos decir, va precedida por la adoración. La oración es una de las formas de adorar a Dios por lo que él es y por lo que él hace. Le glorifica en todos sus aspectos. Mi Dios es santo. Esto lo sabía y lo creía, pero por muchos años no tuve la menor idea del significado de esta gran verdad. Sí, yo quería verdaderamente estar en la presencia de Dios, conversar con el, adorarle y alabarlo, pero me había salteado un paso crucial: la confesión de mis pecados. Es urgente restablecer la comunión que el pecado ha bloqueado. Tengo que llegar primero confesando cualquier pecado que haya cometido por comisión, omisión, o ignorancia, para poder adorar a mi Dios. INTRODUCCIÓN 2 Reyes 17:35-41, “no temeréis a otros dioses”… “Y aunque estas naciones temían al Señor, también servían sus ídolos…” Su adoración no era auténtica, no verdadera de Dios. El catequismo Westminster (presbiteriano) nos dice: “el fin magno (primero) del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre.” Esta es la exaltación verdadera de Dios. 1. La descripción bíblica de la exaltación/adoración genuina. ¿Qué significa la palabra? Tenemos que estudiar las Escrituras para entender el significado verdadero. ¿Cuántos creyentes, aún los líderes, tienen la visión clara de la verdadera adoración? A. La definición del término adorar: reverenciar, honrar, amar al máximo. B. Terminología bíblica: 1. Términos hebreos: a) “Shechah” – postrarse, hincarse (Génesis 22:5) b) “Abad” – servir (Jeremías 44:19) 2. Términos griegos: a) “proskuneo” – el acto de besar los pies o el ruedo del vestido de una persona superior o de autoridad. (1 Corintios 14:24-25) b)”Latreuo” – servir (Hechos 13:2-3) – en la oración, Romanos 15:1 – en el ministerio de evangelismo; v. 27 – en la ofrenda 3. Unas combinaciones de palabras hebreas y griegas: a) "Shachah” y “Proskuneo” – homenaje a Dios desde el corazón mostrando la más profunda reverencia y entrega personal. b) “Abad” y “Latreuo” – sugieren un estilo de vida que indica una entrega total a Dios. Es un regalo a Dios. C. La enseñanza de Cristo sobre la adoración – Juan 4:24 – adoran “en espíritu y en verdad” D. Hay una cosa que Dios busca y desea de nosotros – Juan 4:23. Él quiere que le adoremos sobre todas las cosas. Las escrituras están repletas de narraciones y exhortaciones para exaltar a Dios desde Génesis 3:8-10 hasta Apocalipsis 21:22. 1. Pasajes de Antiguo Testamento 11
  • 14. a) Éxodo dedica 2 capítulos a la construcción del tabernáculo, el sitio en donde tenían que adorar a Dios. b) Los 27 capítulos de Levítico son un manual litúrgico. c) Los salmos en su mayoría son un himnario de adoración 2. Pasajes de Nuevo Testamento a) Mateo 2:2 – Los magos b) Juan 4:24 – La enseñanza de Jesucristo c) Romanos 12:1-2 – El acto espiritual de adoración de los creyentes d) Hebreos 10:1, 10 – el sacrificio de Cristo nos ha hecho santos para adorar a Dios e) Apocalipsis – La exaltación/adoración a Dios en el cielo 3. Definiciones de la adoración a) Dice el Dr. Charles Ryrie que “la adoración es el servicio generado por la reverencia y la sumisión a Dios quien es totalmente digno.” b) El Dr. Leafblad nos dice que “la adoración es la comunión con Dios, en la cual los creyentes por gracia centran toda la atención de sus mentes y el afecto de sus corazones en el Señor, humildemente glorificándole en respuesta a su grandeza y a su Palabra.” c) El Dr. López cree que “la adoración es la comunicación con Dios, reconociendo su total soberanía y expresando nuestra admiración con toda nuestra mente y emociones por lo que él es y pos obra, especialmente su obra de redención en Cristo.” 2. La razón por qué adoramos y exaltamos a Dios. A. Le exaltamos y le alabamos por lo que él es. 1. Él es Creador del universo y de todo lo que existe 2. Él es perfecto en sus atributos y su carácter. B. Por lo que él hace; le exaltamos por sus obras en el pasado, el presente y el futuro 3. Como adoramos A. La adoración personal de la mujer creyente 1. Cultiva una sed por conocer a Dios – Salmo 42:1-2 2. Llega a conocerlo leyendo su biografía – Génesis 1:1 – Apocalipsis 22:21 3. Vive en el mundo verdadero de Cristo – Colosenses 1:13 4. Los ingredientes de la adoración auténtica personal a) Las actitudes 1) La fe – Hebreos 11:6 2) La humildad – quebrantamiento 3) Concentración total en Dios – Mateo 6:6 b) Las actividades 1) La música – el canto (la alabanza) 2) Lectura bíblica (en voz alta) 3) La oración (a) la alabanza (b) la confesión (c) la petición (d) la intercesión 5: Lugares: Le adora en cualquier lugar – Juan 4:21-24 B. La adoración comunitaria (eclesial) y la mujer creyente 1. La definición de “comunitaria” – actuando como un cuerpo en lugar de solo un grupo de individuos. Una función del organismo bien armónica, coordinada y viviente. El cuerpo de Cristo: Romanos 12:4; 1 Corintios 12:12-13; Efesios 1:22-23, 4:25; Colosenses 1:24 2. Preparación personal y de la familia se realiza de antemano. Enseñe a sus hijos a adorar a Dios genuinamente. 3. “La adoración pública es la que rebosa de adoración personal (privada).” 12
  • 15. 4. Enfoca la atención en el Señor, eliminando todas las cosas y personas de su mente. Adóralo inteligentemente. 5. Canta, recita las Escrituras, etc.; ora o escucha los himnos y la música cristiana (por ejemplo, el canto de otros); también las oraciones, las palabras y enseñanzas de otros siervos de Dios. 6. La audiencia es uno… Dios. No es la congregación. 7. La adoración auténtica comunitaria-eclesial fomenta la armonía entre los hermanos, miembros del cuerpo de Cristo. 8. Todas las actividades del culto de adoración y exaltación al señor desde el preludio hasta el final. 13
  • 16. LA ORACIÓN Diana de Whittle Dios espera que oremos. Pero de mayor importancia, es la voluntad de Dios que oremos. La oración es mucho más que una obligación. Es una invitación a una comunión íntima con el Dios eterno, soberano, majestuoso, el Dios del universo – nuestro Padre celestial quién anhela una relación íntima con nosotros. Dios desea que clamemos, lloremos, cantemos a El. Él quiere amarnos, renovarnos, alentarnos. El Dios todopoderoso quiere comunicarse con nosotros. Siempre está dispuesto a escucharnos. Tenemos que responder a esta invitación. En Cristo tenemos en todo momento acceso sin límite a la misma presencia de Dios. Podemos hablar con él abiertamente. A veces nosotros, los creyentes, tratamos la oración como si fuera una manera de conseguir algo que queremos para nosotros o para otros. Mas la idea bíblica de la oración es que por medio de ella podamos conocer a Dios, tener comunión con él. Es una conversación en la cual no solamente hablamos nosotros, pero también nos habla Dios. Aprendemos más de su persona, como es y lo que hace. Al conocerle mejor, nuestra fe y confianza en él aumenta. La fe es imprescindible para entablar el diálogo con Dios. Somos sus hijos porque hemos puesto nuestra confianza en la muerte y la resurrección de su Hijo, Jesucristo. Andamos en la certeza de que somos justos delante de Dios y que tenemos el privilegio y el derecho de entrar a su presencia. También nuestra comunión diaria depende de nuestra fe. En Marcos 11:22-24 Jesús exhorta a sus discípulos, “Tened fe en Dios.” “Es la fe que descansa en Dios, es una confianza firme en su poder omnipotente y su bondad que no falla.” (Comentario Bíblico, Nuevo Testamento, Tomo 1 “Marcos” p.205). Es la fe arraigada en la persona de Dios. Conocemos a Dios por la revelación que nos dio en su Palabra. ¿Cómo nos habla? Lo conocemos y nos habla principalmente por su Palabra. El Espíritu nos da vida y nos guía. Tenemos en nosotros “el Espíritu de adopción por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” que testifica a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. (Romanos 8:12-16). Además, el Espíritu nos ayuda en la oración “y de igual manera el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). En una ocasión los discípulos pidieron a Jesús, “Enséñanos a orar” (Lucas 11:1). Lucas nos informa que esta solicitud surgió después de observar al Señor en uno de sus tiempos de oración. Jesús, el Señor y Maestro, dio ejemplo y creaba una sed en los discípulos para que le hicieran esta petición. De este pasaje y muchos otros vemos que se aprende la oración. Se aprende por leer las escrituras, por orar con otros creyentes y por la práctica. LA ORACIÓN SE APRENDE POR LAS ESCRITURAS Jesús es el modelo Jesús nos enseña por su ejemplo que la oración es la comunicación con Dios. Buscaba tiempos a solas para la oración durante su ministerio en la tierra. A veces se apartaba a lugares desérticos buscando la soledad para comunicarse con el Padre (Lucas 5:16). En otras ocasiones oraba con sus discípulos y a veces oraba mientras ellos le observaban. Quizás los discípulos estaban hablando entre sí y tal vez estaban adormecidos en al ocasión de Lucas 11:1. No sabemos pero sí sabemos que su actitud y sus palabras les provocaron a hacer esta solicitud. 14
  • 17. Oró y dio gracias a Dios antes de dar de comer a los cinco mil. Estaba orando cuando fue transfigurado. Jesús mostró sumisión al Padres en esta ocasión. No buscó su propia gloria pero Dios Padre señaló que hay una estrecha comunicación entre el Padre y el Hijo. Dice la escritura, “Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.” (Lucas 9:29). Pedro y los otros dos querían hacer algo pero Dios les dijo que escucharan a Jesús, Emanuel (Dios con nosotros), el Hijo amado de Dios quien se hizo hombre para mostrarnos la persona de Dios. Jesús oró ante la tumba de Lázaro hablando con su Padre no por su propio beneficio mas por los que estaban allí para que creyeran que él mismo era el Mesías y había venido de Dios. Oraba en Getsemaní ante la prueba de la cruz. Rogó a Dios en la cruz por el perdón de los que le crucificaron. Clamó a Dios en la angustia y el abandono en su sufrimiento por nuestros pecados en la cruz. Si Jesús tenía que orar, ¿Cuánto más nosotros? Jesús nos enseña a orar Al responder a los discípulos en Lucas 11:1 Jesús les da un modelo que se conoce por “El Padre Nuestro”, pero no es una forma inflexible para repetir, sino es un bosquejo de lo esencial de la oración. Véase Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-4. Jesús nos muestra “como” hablar con el Padre. Este “como” se puede resumir en cuatro puntos principales: adoración, confesión, acción de gracias y suplicación y/o intercesión. Un estudio de este modelo de oración sería de mucha ayuda y bendición para usted misma o el grupo de mujeres en su iglesia. También Jesús espera que oremos: Mateo 6:5 “y cuando ores…”; Mateo 6:6 “Mas tú, cuando ores,…”; Mateo 6:7 “y orando…”; Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así…”; Lucas 11:9 “Pedid, buscad…, llamad…”; Lucas 18:1 “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar.” Otros pasajes en Nuevo Testamento aclaran lo que Dios espera de nosotros: Colosenses 4:2 “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias,” y 1 Tesalonicenses 5:17 “Orad sin cesar.” Otros modelos bíblicos de la oración Hay muchos otros modelos bíblicos de oraciones de alabanza, peticiones, súplicas y confesión. Es interesante estudiar a los personajes en la Biblia y cómo respondieron a Dios. Empezando con las vidas de los patriarcas (Abraham, Jacob, José) aprendemos a orar en todas las circunstancias de la vida. Las oraciones de Moisés en los libros de Éxodo a Deuteronomio nos presentan otros ejemplos de cómo practicar la oración en toda circunstancia. Recuerde la canción de Débora (Jueces 5:1-31) después de la victoria sobre Jabín y el rey de Canaán que rebasa la fidelidad y poder de Dios. Es digna de estudio. La oración de Ana (1 Samuel 2:1-10) y su alabanza de Dios y las oraciones de Samuel y David se plasman en los libros de historia. Son otros ejemplos que podemos seguir. El Nuevo Testamento nos presenta otros modelos de oración desde el cántico de María (Lucas 1:47-55) hasta las oraciones de Pablo en sus epístolas. El libro de Hechos registra oraciones de los apóstoles y los primeros creyentes y cómo practicaban la oración. Orando con las mismas palabras de la Escritura Dios nos ha dejado escrito en su Palabra, las oraciones de múltiples hombres y mujeres que nos enseñan a orar. No solamente son ejemplos de forma pero las mismas palabras se pueden utilizar. ¿Qué palabras más adecuadas para hablar con Dios que las mismas palabras que Dios ha registrado como palabras que le agradan? Podemos orar con las mismas palabras o personalizarlas, insertando su nombre o el pronombre “yo”. Muchas veces nos sentimos sin palabras adecuadas al hablar con Dios y especialmente en la adoración. ¿Qué le podemos 15
  • 18. decir que le glorifique y le magnifique elocuentemente? Hay muchos ejemplos de adoración en la Biblia que nos dan las palabras. Los Salmos nos ofrecen varios ejemplos de adoración y de alabanza. El Salmo 145 es una alabanza por la bondad y el poder de Dios. Podemos orar usando este salmo sin cambiar las palabras porque son palabras dirigidas personalmente a Dios. Al leer este salmo detenidamente y meditar en él, pensando en quién es nuestro Dios y en lo que él hace, nos mueve a ofrecer este salmo a Dios como nuestra alabanza personal. Las palabras del rey David en 1 Crónicas 29:11-14 son otras que podemos usar en la oración a Dios. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. También podemos orar usando los Salmos de confesión, por ejemplo Salmos 32 y 51, como nuestras propias palabras. Podemos clamar a Dios con las palabras del Salmo 13: ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristeza en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte; Para que no diga mi enemigo; Lo vencí. Mis enemigos se alegrarían, si yo rebelara. Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien. Orando con los salmos Los salmos nos enseñan a expresar a Dios todo lo que somos y sentimos. Nos enseñan a hablar de los tiempos áridos en nuestras vidas y la soledad de la vida. Hablan de todas las facetas de nuestras vidas desde la más profunda duda y desesperación hasta las alturas del gozo y la maravilla de su grandeza. Dios en su bondad y su misericordia nos permite acercarnos tal como somos y decirle los que pensamos y sentimos como individuos y como su comunidad, el pueblo de Dios. “Alabad a Jehová porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia” (Salmo 118:29). ¿Qué son las expresiones que encontramos en los Salmos? El lenguaje de los Salmos es un lenguaje que invoca nuestros sentimientos y pinta nuevas imágenes que expresan nuestras experiencias. Son afirmaciones de nuestras experiencias humanas. Los Salmos nos ayudan a aceptar nuestra propia experiencia. 16
  • 19. Los Salmos son la provisión de Dios para las personas que se encuentran desconcertadas en su comunicación con él. Miles de cristianos han encontrado que los Salmos proveen las palabras y la fluidez que carecen en sus oraciones. Los Salmos no hacen las oraciones por nosotros – no son para repetir mecánicamente pero nos ayudan a empezar a orar cuando no queremos hacerlo, y nos enseñan con oraciones que son honestas y rectas. Los Salmos expresan la experiencia de hombres y mujeres quienes han orado en toda circunstancia humana a través de treinta siglos. “Son pan, milagrosamente provisto por Cristo, para dar de comer a los que le seguido al desierto,” Thomas Merton, Bread in the Wilderness. Los Salmos dan entrada a un ambiente en el cual Dios es el mero centro de la vida, y en el cual las otras personas, los eventos, y las circunstancias tienen papeles inferiores. LA ORACIÓN SE APRENDE POR EL EJEMPLO DE OTRAS PERSONAS La Biblia nos dice que debemos imitar el ejemplo de Cristo y también el apóstol Pablo exhorta a los creyentes que le imiten (1 Corintios 4:16; 2 Tesalonicenses 3:7). El autor de Hebreos 13:7 manda a los creyentes poner atención a la manera de vivir y actuar de sus pastores e imitar su buena conducta. También tenemos muchos ejemplos de fieles creyentes que oraban a través de los siglos. Hay libros y biografías de grandes hombres y mujeres destacados por sus oraciones. Podemos mencionar entre ellos Hudson Taylor, George Mueller, Amy Carmichael. Hay libros sobre la oración que nos enseñan a orar. Hay que buscar los libros buenos como los de E.M. Bounds. Hay libros contemporáneos que son destacados. Que sucede cuando las mujeres oran por Evelyn Christianson es un libro de provecho para la mujer creyente. Hay estudios sobre la oración, por ejemplo, Enséñame a orar, Señor por Kay Arthur que examina el Padre Nuestro. Es importante leer con discernimiento. Usted misma tiene que conocer la Escritura para discernir si la enseñanza es bíblica o no. Podemos aprender de la perseverancia en la oración y la fe que espera que Dios nos conteste. La admonición de imitar a los líderes es para nosotros hoy. Pongamos atención en las oraciones y las prácticas de nuestros pastores en la iglesia. Podemos identificar a las personas en nuestra congregación que dan ejemplo por sus oraciones y por la práctica de orar y seguir su ejemplo. La oración se aprende por la práctica Muchas veces somos renovados por las oraciones de los nuevos creyentes. ¿Por qué? Porque no han aprendido las fórmulas ni las palabras “evangélicas” que usamos los mas experimentados en Cristo. Sus palabras vienen de su corazón y no son frases que han oído de otras personas. Practicar la oración no quiere decir que usamos las mismas frases de siempre ni la misma manera de orar. Aprender a practicar la oración es primeramente dar la prioridad que necesita. Tenemos que apartar tiempo para hablar con Dios. Tenemos que escuchar a Dios por medio de su Palabra. Tenemos que empezar. No hay ninguna fórmula para la oración. Use sus propias palabras o las mismas palabras de la Escritura pero debe articular las palabras. Debe practicar la oración con otras personas. Una oración para principiar una reunión y otra oración para cerrar el tiempo no es practicar la oración. Tenemos que buscar a otras mujeres que dan ejemplo como mujeres de oración y pedirles que oren con nosotras. 17
  • 20. Bibliografía del tema de la oración Arthur, Kay. Señor, enséñame a orar en 28 días. Florida:Vida, 1995 Bounds, E.M. La necesidad de la oración. CLIE La oración y los hombres de oración. CLIE Orar sin cesar. CLIE Briscoe, Jill. Aprendiendo a orar. CLIE Christianson, Evelyn. ¿Qué sucede cuando las mujeres oran? CLIE Getz, Gene. Orando unos por otros. Puebla, México: ELA 18
  • 21. RETIRO DE ORACIÓN Bárbara de Orth Audiencia: El liderazgo del ministerio para mujeres o de las mujeres creyentes de la iglesia local. QUÉ: Un retiro de un día con diferentes reuniones con el grupo entero, grupos pequeños y tiempos a solas con Dios. DÓNDE: Un lugar que tenga un salón para reuniones, un jardín o patio en que se pueda andar y sentarse a solas para gozarse de la creación de Dios. TEMA: El camino al trono (usando el tabernáculo como ayuda para entrar en la presencia de Dios) INTRODUCCIÓN: Reunirse como grupo para explicar el horario general del día. Una persona da una presentación del tabernáculo del Antiguo Testamento usando ayudas visuales (figuras de flanelógrafo o unos dibujos: también dibujos en un libreto serían bonitos). La meta de esto es llegar al trono de Dios, siguiendo los pasos para lograrlo. PRIMERA SESIÓN: Entramos por la puerta del tabernáculo. “Entrad por sus puertas con gratitud y por sus atrios con alabanzas.” Cantar alabanzas gozosas por el privilegio de entrar en su presencia. Utilice canciones de alabanza y versículos que hablen de Jesús, la puerta y el camino. SEGUNDA SESIÓN: Ahora tocamos el altar de bronce, el recordatorio de la muerte del Señor Jesús y de la salvación que nos ganó. Romanos 5:8,9; Efesios 1:7; Hebreos 9:12 y otros textos. También es un recuerdo de nuestra muerte con él. Gálatas 2:20; Romanos 6:6, 11-13. Aquí una hermana puede dar una plática devocional sobre estos temas. Un reto para “no vivir más para nosotras mismas sino vivir para él.” Testimonios de las que están presentes, “¿Qué significa la cruz en mi vida?” TERCERA SESIÓN: Ante la fuente de bronce. Fue hecha de espejos. Refleja nuestro pecado. Este es un tiempo que pasamos a solas en buscar limpieza. Tal vez sería útil tener preguntas personales en el libreto: “Señor, ¿Qué me impide acercarme a tu trono? ¿Qué necesita cambiar en mí? ¿Cómo resisto tu obra en mí?” Lea el Salmo 51. Ten preguntas de estudio basadas en versículos que hablan de un corazón puro. Salmos 24:3-4; “¿Quién subirá al monte de Jehová?” Hebreos 10:22 Un corazón puro es un requisito para una entrada eficaz a la presencia de Dios. Un corazón sincero es un corazón con un solo propósito. No nos podemos limpiar a nosotras mismas. Dios lo tiene que hacer. Tenemos que invitarle a que nos muestre que necesitamos su limpieza. Pase tiempo en confesión. Ponte de acuerdo con Dios según lo que él te muestra que debes cambiar. Deja que te limpie. Da gracias a él por enseñarte tu necesidad. Pídele a él que viva su vida ahora en ti. Él te dará el poder para hacer lo que es su voluntad. TIEMPO DE CAFÉ 19
  • 22. CUARTA SESIÓN: En el lugar santísimo. Den instrucciones sobre cómo orar según las escrituras antes que las hermanas se separen para pasar tiempo a solas con el Señor en su presencia. Ahora que estamos limpias podemos deleitarnos en el Señor en nuevas maneras (Salmo 37:4). En este tiempo queremos enfocarnos en el Señor Jesús. Queremos encontrar su la belleza cuando lo hacemos nuestro enfoque y el todo que necesitamos (Salmo 73:24-26). Pasa tiempo en la Palabra. Tal vez las hermanas vengan con un pasaje y lo tengan incluido en el libreto del retiro. Usen las palabras de estos versículos para la oración a Dios. Deja que su obra de iluminación invada tu alma y cambie tus deseos para que sean suyos. Deja que el Señor Jesús te hable. Dios tiene cosas que te quiere decir. Quiere que escuchemos su voz callada, apacible en este lugar secreto e íntimo. QUINTA SESIÓN: Adoración ante el altar de incienso Al cumplir el tiempo a solas vendremos ante el altar de incienso. Este es un tiempo de adoración intensa, de reverencia ante su presencia… sin pedir nada de él, solamente decirle qué maravilloso es. Será la preparación para la entrada a la sala de su trono, el lugar santísimo. Nos reunimos en esta sesión para la adoración y la exaltación comunitaria. SEXTA SESIÓN: La celebración de la mesa del Señor. Se puede invitar al pastor de la iglesia que ministre esta sesión o una de las líderes puede dirigir el tiempo. ALMUERZO SÉPTIMA SESIÓN: Ante el trono: Cada hermana a solas otra vez. Piensa en como habría sido para el sumo sacerdote entrar en el lugar santísimo. Piensa en lo que él experimentaba. Ahora tú puedes acercarte al trono confiadamente por la invitación de Dios porque tu sumo sacerdote pagó por todas tus debilidades y pecados de una vez. Si es posible, arrodíllate ante este trono que te da gracia. Pídele que te quite el orgullo, los deseos egoístas y la hipocresía. Pasa tiempo escuchándole a él. Ahora abre tu corazón delante de él. Lee los Salmos que expresan lo que tú quieres decirle a él. Lleva cada carga a él. Dile tus anhelos. Pídele que los cambie si no son sus deseos para ti. Pon cada uno de ellos (los deseos) en el altar. Ora que la voluntad de él sea cumplida en tu vida. OCTAVA SESIÓN: Ahora en grupos de 2-3 hermanas, oren por estas peticiones que ellas han presentado al Señor en el tiempo a solas. Este es un tiempo de intercesión. NOVENA SESIÓN: 20
  • 23. El grupo entero se reúne para compartir testimonios de este día que han pasado en oración ¿Qué es lo que Dios te ha enseñado por su Palabra, por su voz apacible y delicada? Comparten solamente lo que Dios ha hecho. No queremos la atención hacia a nosotras, la gloria es sólo para el Señor. DÉCIMA SESIÓN: Provee sugerencias para mantener las actitudes que aprendieron en este día: como sugerencias para mantener un cuaderno de oración y un sistema de oración. Haz lista de las peticiones para que las asistentes puedan recordarlas en las semanas que siguen. 21
  • 24. UNA CARTA DE AMOR DE UNA “ANCIANA” ESPOSA DE PASTOR/ MISIONERO, PARA SUS COLEGAS JÓVENES EN EL MINISTERIO Clarita de Lloret Mis amadas hijitas en Cristo, ¡Tantos sueños que esta servidora tenía hace 45 años cuando comenzó su vida matrimonial con su nuevo título: “esposa del líder en ministerio”! Yo era muy egoísta. En mis sueños el “yo” figuraba en todo. No pasó mucho tiempo cuando me di cuenta que yo no era suficiente para ser, mucho menos para hacer, lo que le ministerio demandaba, y lo que en mis sueños iba a alcanzar. ¿Ha tenido momentos cuando llegaba a resentir las demandas del ministerio, o su posición como esposa del pastor? ¿O tal vez se sentía abandonada porque el ministerio llevaba a su esposo fuera del hogar dejándola sola, con los niños llorando, con pañales sucios, con un montón de trastes, o peor todavía visitas inesperadas? Tal vez usted no se ha quejado en voz alta, pero sí, en lo íntimo de su corazón. En tiempos es hasta difícil orar y leer la Palabra, ¡mucho menos poner una semblanza sonriente para todos! Hace poco leí un libro intitulado Alto llamamiento, alto privilegio escrito por la esposa de un pastor. Me di cuenta que con el privilegio de ser esposa de un líder, hay también gran responsabilidad. Como en cualquier trabajo, hay momentos de alegría y contentamiento; también momentos de tristeza y a veces hasta la desilusión. En el libro la autora nos presenta un principio en forma alegórica: Un fuego desatendido pronto se apaga y llega a ser un montón de cenizas. Me hizo pensar en nuestro primer ministerio en el sur de México en un pueblo de indígenas. Siendo yo de una ciudad grande, me era fascinante ver a las mujeres atender el fuego de la cocina. Sabían exactamente donde colocar la leña, el tamaño que usar, y cuándo soplar para mantener el calor necesario. Aun en la noche sabían colocar los tizones a cierta distancia uno del otro para que no se apagara totalmente, y en la mañana, juntaban los pedazos, soplaban y… ¡presto, otro fuego ardiendo! La vida nuestra requiere una atención muy semejante. Tal como las indígenas atendían el fuego de su cocina, vale que nosotras atendamos el fuego de la vida. La vida en la casa pastoral es como vivir en una casa de vidrio – abierta a los ojos de todos. Pero si aprendemos a “atender el fuego” podemos sobrevivir las circunstancias difíciles y los ataques del enemigo. Una actitud correcta hacia estas áreas de peligro nos ayudará. Usemos entonces, la figura del “fuego atendido”. 1. Si estoy convencida de la importancia del ministerio de mi esposo, cuidaré el fuego de mi relación con el Señor. Lea Juan 21 donde el Señor invitó a los discípulos a un desayuno alrededor del fuego. Ellos estaban desanimados y deshechos por la muerte de su Maestro. Pero al estar con Jesús fueron alimentados, afirmados, instruidos y comisionados. Un tiempo con nuestro Dios es alta prioridad de cada día. No puedo depender de la espiritualidad de mi esposo para mi propio crecimiento espiritual. Es mi responsabilidad y privilegio asegurar que “el fuego” arda. En el ministerio como en el matrimonio los dones espirituales de cada uno se complementan. Pero cada uno es responsable de su relación personal con Dios. Requiere tiempo y disciplina, pero vale la pena cultivar este hábito diariamente. 2. También cuidaré el fuego de mi matrimonio porque es la relación más íntima y permanente de la vida. ¿Recuerdan mi pregunta que si resentía el título, “esposa del pastor”? ¿A qué se debe tal resentimiento? Hay cosas muy sencillas que apagan luego el fuego: - mucho trabajo, y poco agradecimiento de parte del esposo - demasiadas tensiones y poca comunicación con el esposo 22
  • 25. - la crítica de parte de los miembros de la iglesia, y escasas las “muchas gracias” expresadas que todas necesitamos - el sentir de soledad cuando el amado se encuentra fuera del hogar tanto tiempo ¿Será posible que el mucho pensar en “pobre de mí” está apagando el fuego de mi matrimonio? Claro que quiero escuchar palabras de aprecio por lo que he hecho – pero ¿Qué tal las palabras que expreso a mi esposo? ¿Comparto con él palabras animadoras, de aprecio, que le ayudan en la carga que él lleva diariamente? “Señor Dios, ayúdame en esta relación, la más importante que tendré, aún más que la relación con mis hijos.” 3. Otra área de mi consejo tiene que ver con el fuego de mi vida personal. Somos hechas a la imagen de Dios e importantes para él. Mis hijitas, en este mundo lleno de señoritas tan bellas por fuera, vestidas de la última moda, vale mucho tomar tiempo de ser atractiva para el esposo. No cuesta nada estar bien peinada y con cuerpo bien cuidado para él. Pidamos a Dios poder mantener el fuego tal como lo hacíamos durante el noviazgo. Que la casa sea lugar a donde él siempre quiera regresar. Vale también mantener una mente activa, leyendo buenos libros para que pueda conversar con inteligencia con el esposo. La Biblia nos aconseja de la importancia de edificar los unos a los otros. Y por último, mantengamos y cultivemos una actitud positiva, como nos enseña Filipenses 4:8. Proverbios 25:24 habla de lo opuesto: “Mejor es estar en un rincón del terrado, que con mujer rencillosa en casa espaciosa.” Y ahora un consejo muy, pero muy práctico, para protegerse a usted y mayormente a su esposo en el ministerio. Hagamos todo para ayudarle a mantener su tiempo de estudio, y en su ministerio de la consejería. Quédese cerca cuando las mujeres piden ayuda de su esposo. La norma que guardamos en nuestro matrimonio es de nunca estar a solas con miembro del otro sexo, sea esta servidora con un hombre, o mi esposo con una mujer. No es falta de confianza; más bien es para protegernos de cualquier sospecha de duda o apariencia de imprudencia. Así que, puede haber muchas interrupciones, tiempos de desánimo, tiempo de soledad, la crítica inmerecida, pero con todo Dios es fiel. Viendo para atrás, doy gracias a Dios por los años de ser ayuda idónea para el que es mi compañero. El Señor nos ha dado un tesoro grande y él nos encomienda a nosotras el ministerio de cuidar y animarle al esposo, un siervo útil para la gloria de Dios. ¡Qué gozo será cuando ante el trono de Dios podemos presentar a nuestro Señor al esposo: mejor siervo, mejor padre, mejor ministro, por haberse casado con la mujer que Dios le dio! Sí, mis hijas. Hablo por experiencia de casi 45 años. Siga sirviéndole al Señor. ¡No hay otro título mejor que “esposa del siervo de Dios”! 23
  • 26. LA CAPACITACIÓN DE LA LÍDER Clarita De Lloret 1. En su relación con Dios Comparando los pasajes bíblicos, se nota que los imperativos, las características y cualidades para los líderes son similares tanto para los hombres como para las mujeres. Los pasajes claves son: 1 Timoteo 3, Tito 1, y 2 Pedro 1:5-8 a) Creyente de verdad – “la fe no fingida” 1 Ti. 1:5. Es decir, una fe genuina y personal en Cristo como su Salvador. Preguntas para la discusión: ¿Conoce usted casos de una “fe fingida” aún entre miembros y líderes en la iglesia? ¿Cuáles son algunas pruebas de la “fe no fingida”? b) Deseosa de servir como líder – “si alguien anhela…” 1 Ti. 3:1 Nota: La palabra “obispado” se refiere al oficio de líder, o supervisor. El principio aquí es que una persona que tiene que ser rogada para servir no es la persona indicada. El requisito es un corazón de servir. c) Mujer de oración y estudiante de la Palabra 2 Ti. 2:15 y 1 Ti. 2:8. Esta frase sugiere estudio regular, tiempo apartado diariamente, que la Palabra y la oración sea parte íntegra de la vida. Compare las instrucciones de Moisés en Josué 1:8 cuando dio orientación a Josué como el nuevo líder de Israel. d) De buen testimonio tanto entre los miembros de la iglesia, como para los de afuera: 1 Ti. 3:7. 2. En su relación con otros. La siguiente lista se toma de las cualidades citadas en 1 Timoteo 3, Tito 1, y 2 Pedro 1:5-8. a) honesta e) prudente b) no calumniadora f) maestra del bien c) sobria g) cuidadosa de su casa d) fiel en todo h) sujeta a su esposo 3. En el uso de los dones espirituales y talentos naturales. No se refieren totalmente a “dones espirituales”, sino a la capacidad o talento natural de su persona. a) Apta para enseñar (note el ejemplo de Priscila en Hechos 18:23-26) b) Dada a la hospitalidad c) Una aptitud para presidir (controlar sin dominar). Ella sabe aplicar la discreción y puede discernir las necesidades de su grupo. d) Demuestra la disposición de delegar privilegios a otras y no trata de ser todo ella misma. No es celosa de su posición. e) Sabe organizar y administrar f) Entiende las necesidades de su gente, es decir, comprende la situación particular de su grupo (jóvenes, ancianas, casadas con familias, profesionales, etc.) La líder cristiana tiene responsabilidad seria y grande. Vale orar por ella antes y después de elegirla para su puesto. Sobre ella cae la carga de glorificar a Dios y edificar a las de su grupo. 24
  • 27. EL PAPEL DE LA ESPOSA EN EL MATRIMONIO Stanford Orth A. ¿Cuál es la fórmula para que haya armonía en el matrimonio? La formula se encuentra en Efesios 5:21-33: v.21 El énfasis del pasaje es sumisión mutua. El marido también, en cierto sentido, ha de someterse a las necesidades y la naturaleza de su esposa. v.22 Para que haya armonía, la esposa tiene la responsabilidad de sujetarse al marido. Lo hace “como al Señor”, es decir, porque ama y sirve al Señor. v.23 El hogar tiene que tener un orden y un líder. Dios ha decidido que el hombre debe ser el líder, o cabeza de la mujer, como también Cristo es la cabeza de la iglesia. v.25 Para que haya armonía el marido tiene la responsabilidad de amar a su esposa como Cristo amó y se sacrificó por la iglesia. B. ¿Qué significa estar sujeta a su marido? ¿Qué no significa la sumisión? - Que ella sea inferior al hombre. Cristo está sujeto al Padre pero no es inferior al Padre. - Que ella sea menos inteligente o menos capaz que su marido - Que ella sea la sirvienta del hombre - Que el marido pueda despreciar, abusar o explotar a su esposa - Que ella no se expresa ni toma parte en las decisiones en el hogar - Que ella se sujeta pero se queda resentida, descontenta, amargada e infeliz El cristianismo no humilla a la mujer. El cristianismo bíblico la ha elevado a una posición inigualada en la mayoría de culturas y religiones. Entonces, ¿Qué significa la sumisión? - Que ella reconoce que ante Dios su marido es la persona responsable de la familia, pero que ella tiene áreas de responsabilidad en el hogar que le han sido delegadas por su marido. - Que ella lo respeta, lo apoya, lo anima, lo escucha y le obedece - Que ella no lo crítica, no lo desprecia, ni lo manipula ni insiste en sus propias ideas, pero que siente la confianza para expresas ideas y sugerencias y para dialogar con su esposo. - Que para ella su marido es la persona más importante en su vida - Que ella se esfuerza para ser afable, atractiva, gentil y controlada para su marido. C. ¿Debe la esposa sujetarse aunque el marido no sea cristiano? La respuesta se encuentra en 1 Pedro 3:1-6. Es posible que por la sumisión y otras cualidades positives, la esposa gane a su marido para Cristo. Según el apóstol Pedro, es mejor que la esposa no predique a su marido sino que lo gane “sin palabra, por la conducta.” Según Pedro, otras cualidades que necesita son “conducta casta y respetuosa”, “un espíritu afable y apacible”, santidad y esperanza en Dios. Esta última significa que la mujer tenga su seguridad, su confianza, su contentamiento y su felicidad en Dios, aun cuando las circunstancias de su vida hogareña no sean agradables. D. ¿Debe la esposa someterse a un marido cristiano que no muestra su amor con ella? 25
  • 28. Sí, cada cónyuge debe cumplir con su parte, aunque la otra persona no sea obediente. Es probable que ninguno de los dos esté cumpliendo cabalmente con la fórmula que Dios ha establecido y entonces los dos son culpables de la falta de armonía. Es muy posible que la esposa pueda contribuir para que haya cambios en la conducta de su marido. Si la mujer cambia su comportamiento según las instrucciones de la Palabra de Dios, este cambio puede hacer que cambie el esposo. Cuando la esposa obra cambios en su vida, el marido, por no estar acostumbrado siente un choque incómodo y muchas veces responde en una forma positiva. ¿No ha sido el líder y ejemplo espiritual para la familia? Si la esposa deja de predicarle, dirigir y presionarle es muy probable que él comience a aprender a cumplir con sus responsabilidades. ¿No se comunica el esposo? Si la esposa se retira un poco, no habla tanto y sigue una conducta afable y pacifica, es probable que el marido comience a hablar, a expresar sus sentimientos y a comunicarse más. ¿No muestra cariño? Si la esposa es una persona contenta, feliz, atractiva y colaboradora, es probable que él responda con afecto. E. ¿Existen circunstancias cuando la esposa no debe sujetarse? 1. Cuando el esposo exige una conducta que no está de acuerdo con la Palabra de Dios. Pero la mujer tiene que estar muy segura que la Biblia prohíbe esa conducta. Por ejemplo, la Biblia no manda que uno siempre asista a la iglesia, pero prohíbe la inmoralidad, la mentira y el robo. 2. Cuando el esposo lastima a su esposa o a los hijos físicamente, entonces la esposa debe buscar ayuda y tal vez retirarse del hogar por su propia seguridad y la de los hijos. 3. Cuando el esposo insiste en seguir en la infidelidad sexual, es probable que su esposa deba hacer que el marido escoja entre su esposa o la otra mujer. El tener que tomar una decisión puede ser el golpe que lo haga reflexionar, darse cuenta de su error y mantener su hogar. F. ¿Cuáles son las necesidades principales del marido que yo puedo llenar? 1. El compañerismo. La esposa debe ser la mejor amiga de su esposo. Lo apoya y lo acompaña moralmente, emocional y físicamente en lo que haga. 2. El respeto. El marido necesita saber que su esposa lo respeta, lo sigue, lo apoya y lo admira. 3. El sexo. La relación sexual no es sólo una satisfacción física para el marido. Simboliza que su esposa lo acepta como persona, que responde a su afecto y que está a su lado en todo sentido. El sexo lo anima, lo relaja, lo estimula a mayores esfuerzos en el hogar y en el trabajo. 4. Los altos ideales. El hombre tiende a ser una persona más realista, práctica y a veces pesimista. Necesita el estímulo de los sueños, el idealismo y las metas que su esposa puede compartir. A veces necesita el ejemplo espiritual y moral de su esposa. Ella hará esta contribución en una manera sabia y quieta, no con insistencia ni dominio. G. ¿Hay otros consejos bíblicos que ayudan a disfrutar la armonía? 26
  • 29. 1. Ser controlada por el Espíritu Santo para que manifieste todos los días el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza (Gálatas 5:22-23) 2. Practicar el amor en la vida diaria. Entender que el amor no es sólo un sentimiento, sino una conducta que el cristiano manifiesta porque Dios lo quiere. Para conocer esta conducta, estudie 1 Corintios 13:4-7 y evalúe su conducta a la luz de esta descripción del amor. Tener comunión con Dios todos los días, a través del estudio de la Palabra de Dios y la oración. Encontrar en Dios el significado de su vida, su seguridad y su felicidad. Así cuando la vida matrimonial no es todo lo que uno desea, uno disfruta la satisfacción, el amor y el sentir del significado de ser una hija de Dios. 27
  • 30. “¿QUÉ BONITA PAREJA?” Beth Platt de Sandoval Es lo que hemos pensado y dicho al observar a unos novios o esposos que “hacen juego” (se ven bien juntos). Posiblemente sea porque son de la misma estatura o de la misma tez o tal vez porque se marcó en ellos un contraste entre la viril masculinidad y la suave femineidad. De cualquier forma, se ven guapos juntos. Básicamente es una observación visual. Hacen una bonita pareja. El otro día estaba pensando que mi esposo y yo no “hacemos juego” de esa forma. El es mexicano, moreno, guapo (digo yo), y yo, norteamericana, de ojos verdes y bastante blanca. Posiblemente nos veamos un poco desparejos. Pero en realidad, hacemos bonita pareja en formas mucho más importantes. Gonzalo y yo somos amigos. Estar enamorados y ser amigos nos ha permitido caminar por nuestro mundo y ministerio brindándonos aceptación, apoyo y colaboración mutua. Somos más que una bonita pareja –somos un equipo. Pensando en este artículo pero sin darle más explicaciones, le pregunté a Chalo cuáles eran aquellas características que él apreciaba más en su equipo de trabajo de Ediciones La Américas. Cuatro de sus calificativos me llamaron la atención, porque también describen la forma en que él y yo trabajamos en equipo dentro de la obra de Dios. Estas cualidades son: lealtad, afinidad, igualdad de trabajo y que nos complementemos. Pensando en este artículo, queremos hablar de cómo puede una esposa de pastor, anciano o líder, trabajar efectivamente en la obra de Dios al lado de su esposo. Podríamos dar un sinfín de ideas creativas, pero esto no establecería la base firme necesaria para el éxito. Antes de entrar en los detalles del QUE hacer, necesitamos hablar del COMO. ¿Cómo debo trabajar con mi esposo? ¿Cómo formar una bonita pareja en la obra de Dios? La respuesta es: trabajando en equipo. En este equipo que es la pareja, debe existir la lealtad, la afinidad, la igualdad de trabajo y que se complementen. Por supuesto, estamos presuponiendo que ambos están caminando íntimamente con Dios. Sin eso, jamás lograrán ser un buen equipo. LA LEALTAD: No hay nada que me duela o me irrite más que oír una crítica acerca de mi esposo (o mis hijos). Se yergue mi instinto de “Mamá Oso” y salgo en su defensa. Mi lealtad a mi esposo me obliga a defenderlo. Ese sentimiento es bueno e importante, pero también agresivo y peligroso. A veces me hace perder la perspectiva. Desdichadamente, así tendemos a llevar a cabo la lealtad. Pero esta característica es mucho más profunda y positiva que eso. Implica que yo debo dedicar el tiempo necesario para observar y conocer a mi esposo lo mejor que pueda. Conociéndolo, sabré cuáles son sus cualidades fuertes y sobresalientes y cuáles son sus debilidades y luchas. Esto me permite ejercer la labor positiva de la lealtad. Me permite estimular en forma activa aquellas actitudes y actividades buenas y positivas de él. Al hacerlo, mi esposo puede ver mi amor y la aceptación de su persona. Pero, ¿qué hago con sus actitudes y costumbres negativas y equivocadas? Estas las cubro en oración. Si Dios abre la puerta, a veces puedo mencionarlas cuidadosa y amorosamente. Mi lealtad implica que yo reconozco que el hombre que está a mi lado no es perfecto (¡como tampoco lo soy yo!). Me permite reconocer que no lo puedo cambiar y el cambiarlo no es una atribución que Dios haya dado a las mujeres. Sólo él puede enderezar aquellas actitudes y costumbres para que lleguen a agradarle. Si yo aprendo a dejar esta tarea a Dios, elimina la necesidad de mi crítica hacia él y aumenta mi responsabilidad y fe ante un Dios que sí puede hacerlo. Entonces, cuando lleguen las críticas extrañas, yo estaré en la posición adecuada para amortiguar las palabras ásperas o posiblemente injustas y poder ministrar al dolor de mi esposo. Yo sabré si esas críticas son justificadas o no, porque conozco a este hombre. Mi lealtad entonces es positiva, no defensiva. Ser leal a mi esposo quiere decir que siempre estoy a su lado, que él siempre puede contar conmigo aunque tal vez no esté totalmente de acuerdo con é. Y si yo le ofrezco este tipo de comprensión, muchas veces recibo la misma lealtad de su parte. 28
  • 31. Somos un equipo porque mostramos lealtad mutua, y eso da total confianza y seguridad a la pareja sin importar que tan frío esté el ambiente con los demás. LA AFINIDAD: El ser una pareja, automáticamente implica que somos diferentes simplemente por ser hombre y mujer. Si a esto le agregamos las diferencias de nacionalidad, idioma, personalidad, familia, cultura, educación, hábitos -- bueno, la afinidad parece ser imposible. Pero ser afines no quiere decir ser idénticos. Simplemente quiere decir que tenemos las mismas metas. Aprendemos a sobrellevar o aún a aprovechar las diferencias sobre la marcha, pero caminamos en la misma dirección hacia la misma meta. En relación con la obra de Dios, mi esposo y yo hemos formado un equipo y trabajamos juntos porque tenemos metas afines. Si nuestra meta es levantar una nueva iglesia y discipular a la gente para que sean fuertes en las cosas de Dios y los dos estamos entregados a esa meta, somos afines y podemos trabajar en equipo. Los detalles de quién hace qué depende de los principios bíblicos, de las habilidades o talentos, de la personalidad y de común acuerdo. La base de tener una afinidad de meta, produce que podamos marchar a la par hacia un fin común. Esto implica compartir tanto el éxito como las luchas, las oraciones y los planes, fortaleciendo otro eslabón efectivo en la cadena de “ser un equipo”. LA IGUALDAD DE TRABAJO: ¡Ya me imagino las preguntas y dudas al leer este punto! ¿Cómo puede haber igualdad de trabajo si mi ESPOSO es el pastor, anciano o líder? Nosotras podemos colaborar, pero ¿Cómo trabajar con igualdad? Esto no tiene que ver con las horas invertidas (10 para él y 10 para mí), ni con el sudor y esfuerza por igual. Más bien es la idea de llevar juntos la carga diaria y detallada. Cuando dos personas comparten la carga emocional y las responsabilidades, la tarea se aligera y se logra mucho. A veces, esto implica horas invertidas por parejo. Mis padres trabajaron en programación en la Radio Emisora TGN en Guatemala. Cuando grababan, ambos invertían las mismas horas para preparar la música y el programa que saldría al aire. Para ellos era de mucha satisfacción trabajar en equipo de esa forma. Cuando yo me desboco con algún drama en la iglesia, Gonzalo no invierte las mismas horas que yo, pero allí está al pie del cañón conmigo. Yo sé que él carga el drama conmigo aunque no siempre esté en cada ensayo. Al igual, cuando él está ocupadísimo en ciertos asuntos de ELA en los cuales yo no tengo mucho que ver, él sabe que yo comparto su carga porque el trabajo es nuestro. A veces la igualdad de trabajo se refleja en horas invertidas en alguna tarea, pero también en horas invertidas en oración y horas invertidas en paciencia. Cuando Gonzalo viaja por cuenta de ELA (¡y sí que viaja!), hay igualdad de trabajo porque yo estoy cuidando la milpa, orando por él, anticipando el éxito de su viaje y anhelando su regreso. De cualquier forma, trabajamos por igual, porque la carga del trabajo en todo sentido es de ambos. UNA LABOR COMPLEMENTARIA: La idea que está detrás de esta característica es la de complementar. Se bromea mucho sobre la “ayuda idónea”, pero realmente es un concepto precioso. Estas ideas de ayuda idónea y complementar son afines. Sería como ponernos cierto vestido que nos gusta pero que le hace falta algo para que se vea perfecto. Ese algo, un prendedor, un cinturón, un saquito, completa la apariencia total para que el efecto sea perfecto. Esa es la idea que hay detrás de la ayuda idónea también. El concepto de complementar o completar tiene dos ideas. Uno es acabar de dar un efecto total para que el producto o apariencia final sea perfecto. La otra idea es hacer elegante el vestido sencillo para que luzca aun más bonito de lo que podría sin el complemento. Cuando nosotras, la esposa de un pastor o líder, complementamos o completamos la labor de nuestro esposo, hacemos ambas cosas. Por un lado, ayudamos a perfeccionar su labor. Si mi esposo ve el cuadro total pero no los detalles, yo le puedo ayudar con ellos para que pueda realizar su proyecto en forma eficiente. Posiblemente el hombre en tu vida es muy detallista, pero no ve el bosque completo por ver cada arbolito. Entonces el complemento sería la inversa, ayudándolo a ver el cuadro más amplio. Esto es aprovechar las diferencias que podríamos tener para apoyarnos mutuamente. Yo, que conozco a mi esposo mejor que 29
  • 32. cualquier otra persona, puedo colaborar con él con aquellas cosas, actitudes o actividades que hacen que él se vea mucho mejor. Mi complemento, que a veces pasa desapercibido, hace que luzca la persona de mi esposo ante los ojos de los demás como el mejor de los mejores. Esa es mi labor porque amo a este hombre y quiero trabajar con él. Cada uno de estos puntos puede y debe funcionar también de parte del hombre hacia su esposa. Pero el énfasis de este artículo está en hablar de la labor de la esposa para que pueda trabajar en equipo al lado de su esposo en la obra de Dios. Esta idea de trabajar en equipo, caracterizada por estas cualidades, no tiene que ver con hacer el trabajo en equipo. Tiene que ver con ser un equipo de trabajo. El gozo y la satisfacción de ser colaboradores en la obra de Dios se multiplican mil veces cuando lo comparto con mi esposo, la otra mitad de mi “bonita pareja”. Si tuvieras que calificar tu trabajo en la obra al lado de tu esposo en una escala del 1-10 ¿qué calificación te darías? Si sacaste una buena calificación, te felicito. ¡Siga adelante! Si te pusiste un número bajo, tal vez sea hora de evaluar la dinámica entre tú y tu esposo con relación a las cuatro áreas que sugerimos en este artículo. Recuerda que Satanás, el enemigo, no quiere que tengamos éxito ni que trabajemos como equipo. Él busca nuestra derrota y a veces se aprovecha de nuestro egoísmo. ¡No te desanimes! Dice 1 Juan que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. 30
  • 33. QUE HACEMOS CON LOS HIJOS CUANDO ESTAMOS EN EL MINISTERIO …SIN ECHARLO TODO A PERDER Beth Platt de Sandoval Si me hubieran pedido este artículo al principio de nuestro ministerio en México o aún cuando nuestros tres hijos eran chicos, confiadamente hubiera echado mis perlas acerca del tema. Ahora, después de 23 años en el ministerio y de haber visto el paso de los hijos por este mismo ministerio, sinceramente no estoy tan segura de tener todas las respuestas. Tal vez debería escribir sobre los errores y las “metidas de pata.” Pero ya que uno aprende por medio de los errores, me permito compartir lo que he observado sobre este tema. Cuando una persona o pareja se inicia en el ministerio, ve todo con ojos de entusiasmo y ganas de triunfar en todo sentido de la palabra. Emplea los planes más novedosos, los dramas más emocionantes, y las ideas mas firmes en cuanto a la participación de los hijos en el plan maestro del ministerio. No hay ningún problema con desear y trabajar hacia un ministerio exitoso que involucre a toda la familia, pero a veces este empuje nos ciega a una realidad mucho más importante que el éxito. Esta realidad es que nuestros hijos no son títeres cuyos movimientos y pensamientos nos pertenecen para hacer y deshacer. Ellos nacen con cierta personalidad, dones, y cierto aguante de presión que puede diferir del nuestro. El presuponer que van a colaborar de lleno en el ministerio con nosotros puede ir formando en ellos un resentimiento hacia la obra de Dios y hacia nosotros como sus padres. Es fácil usar a nuestros hijos en los dramas, en las actividades, como suplentes, o en cualquier evento de la iglesia porque están a la mano y son forzivoluntarios. Pienso que tal vez la forma más sencilla de ilustrar esto sería con nuestra experiencia. Mis hijos sudan cuando los uso como ejemplos, pero ellos son mis ayudas visuales. Le doy gracias a Dios por cada uno, sus dones, y su ayuda valiosa en la obra. Son una maravilla. ¡Conste que no soy Mamá Cuervo! Cada uno de nuestros hijos tiene una personalidad completamente distinta al otro. Durante la primaria, los dos mayores que se llevan 23 meses, se fueron formando tan parejo que parecían tener la misma personalidad. Por lo mismo, tendíamos a esperar de ambos el mismo resultado en cuanto a la participación en el ministerio. Aarón (que ahora tiene 21 años y está en la Universidad de las Américas en Puebla) tiene una memoria admirable. Es tranquilo y se adapta a cualquier presión. El siempre fue mi héroe para los dramas. Podía memorizar páginas enteras sin sufrir, subirse a la plataforma y desarrollar el personaje con total soltura. Era como tener un actor en casa (y nos salió barato… ¡sólo tuvimos que alimentarlo y pagar sus estudios!). Por lo mismo, jamás me cruzó por la mente que tal vez no era su actividad favorita hacer todo lo que su creativa y un poco alocada mamá le pedía. Simplemente se acomodaba y cumplía. Durante los años de su niñez y juventud fue una bendición tenerlo a nuestro lado por su actitud tan positiva y colaboradora. Pero al hablar con él en los últimos meses, ha expresado una presión muy grande que siente. Esa presión es que cree que ahora todos esperan tanto de él que ya no se siente capaz de cumplir este papel en el drama de la vida. Quiere ser tan activo y dinámico como su papá. Quiere lograr todo lo que su papá ha logrado en el ministerio. Pero Aarón tiene otra personalidad. Ese mismo carácter tranquilo que le permitió aguantar el trajín del ministerio activo, ahora tiene que luchar por encontrar su propia forma de desarrollarse en el ministerio que Dios le ha dado a él. No puede ya darse el lujo de involucrarse según el plan de su mamá ni luchar por lograr las hazañas de su papá. Tiene que encontrar su propio camino. Es justo comentar que Aarón sigue colaborando como siempre, haciendo cualquier cosa que haga falta. Sé que está agradecido por todo lo que hizo a nuestro lado en el ministerio en varias iglesias porque lo expuso a todo tipo de responsabilidad, a estar en frente de mucha gente, ya a no tener miedo de hablar en público. Pero ese involucramiento tan intenso también trajo consigo una necesidad actual de romper ideas preconcebidas para encontrar su propio estilo de “hacer el ministerio”. Sé que lo va a lograr. Sé que va a tener tanto éxito como adulto en su propio ministerio como lo tuvo a nuestro lado durante su niñez. 31