2 novela y cuento hispanoamericano en la segunda mitad del s. xx2012
1. La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del
siglo XX
En los años 40 y 50 la literatura hispanoamericana da las primeras muestras de superación de los
modelos narrativos que habían dominado el panorama literario en las décadas anteriores que seguían
los cauces del realismo heredado del siglo XIX. En esta nueva novela se aprecian varias novedades, por
ejemplo, la aparición de temas urbanos, existenciales , etc., una mayor preocupación por la estructura y
el estilo, gracias al influjo de los grandes novelistas europeos y norteamericanos Faulkner, Joyce, Proust,
Kafka y Dos Passos, pero sin lugar a dudas la característica más definitoria de la nueva tendencia es la
incorporación de elementos fantásticos o maravillosos, lo mítico, lo legendario, lo irracional y lo
mágico irrumpirán en las historias a través de dos técnicas principales: la poetización de la realidad (ver
lo extraordinario que se esconde tras lo cotidiano) o la naturalización narrativa de lo maravilloso en el
transcurso de la narración (tratar los hechos maravillosos como si fueran normales).
La temática de estas novelas es muy variada, pero destacan en todas ellas el compromiso con el ser
humano y sus problemas, y con la historia convulsa del continente americano. Surgen así las novelas
existenciales, en las que domina la soledad, la incomunicación, la pérdida del sentido de la vida; en
esta línea habría que situar al uruguayo Juan Carlos Onetti y al argentino Ernesto Sábato. Las novelas
sociales, entre las que destacan las “novelas de dictador”, tendencia iniciada por el guatemalteco
Miguel Ángel Asturias en El señor Presidente y continuada por otras obras como El otoño del patriarca
de Gabriel García Márquez o Yo, el supremo, del paraguayo Roa Bastos; mucho más recientemente La
fiesta del chivo, publicada en el año 2000, será la contribución de Vargas Llosa a esta saga. Otros
autores reflexionan sobre la historia del continente (civilizaciones precolombinas, colonización, tiranías
y guerras de independencia): El siglo de las luces, del cubano Alejo Carpentier y La guerra del fin del
mundo de Vargas Llosa serían dos buenos ejemplos de ello. La metaficción -reflexión sobre el proceso
creativo dentro de la obra- es también motivo recurrente Rayuela del argentino Julio Cortázar.
Las innovaciones afectarán, así mismo, al discurso y a las técnicas narrativas. La más evidente es la
ruptura de la estructura tradicional de la novela lo que obliga a prestar una mayor atención en la
lectura. Destacaremos la ruptura de la linealidad temporal: prospecciones, retrospecciones,
digresiones, historias intercaladas o paralelas; la introducción de un tiempo subjetivo: el de la
memoria, el de los sueños, el tiempo psicológico, y la combinación de voces narrativas y puntos de
vista diferentes. Otra constante es la preocupación por el lenguaje, por el poder de sugerencia y el
ritmo de la prosa. Los autores experimentan con el idioma: neologismos, juegos tipográficos,
distorsiones sintácticas o semánticas; rescatan lo coloquial para vivificar el relato aunque rechazan lo
excesivamente local.
En estos momentos cobra gran protagonismo el cuento, todos los autores mencionados lo cultivan,
añadimos el mejicano Juan Rulfo y al argentino Jorge Luis Borges, uno de los más asombrosos autores
de cuentos de nuestra época. Sus relatos nos ponen en contacto con lo insólito y excepcional. Sus
cuentos se recogen en volúmenes como Ficciones y El Aleph.
La nueva novela hispanoamericana: el boom. En los años 60, los lectores europeos quedan fascinados por
los autores hispanoamericanos. En esta década los novelistas continuarán las innovaciones emprendidas
en los años anteriores, llevándolas más lejos, aportando nuevos recursos, ampliando el universo
temático, ahondando en el «realismo mágico», experimentando con las estructuras, el lenguaje y el
estilo, y derrochando creatividad.
2. Como causas explicativas de este boom, además de las señaladas arriba para explicar el cambio de
rumbo en la narrativa, hay que añadir una relacionada con el mercado editorial, el respaldo que la
nueva novela recibió por parte de editoriales españolas como Seix-Barral, francesas (Gallimard) y
latinoamericanas (Losada o siglo XXI). Algunos autores también han señalado, como factor
determinante del boom, la coincidencia en pocos años de muchas novelas magistrales: La ciudad y los
perros (Vargas Llosa, 1961), El astillero (Onetti, 1961), Sobre héroes y tumbas (Sábato, 1961), El siglo
de las luces (Carpentier, 1962), La muerte de Artemio Cruz ( Fuentes, 1962), Rayuela (Cortázar, 1963),
Paradiso (Lezama Lima, 1966), Tres tristes tigres (Cabrera Infante, 1967), Cien años de soledad (García
Márquez, 1967) y Conversaciones en la catedral (Vargas Llosa, 1969). Son estas novelas las que
despertarán la atención de Europa y del mundo en general hacia la narrativa hispanoamericana. Del
interés que estas suscitan nacerá el interés por los autores de las décadas anteriores y posteriores al
boom.
De todas ellas, quizás sea Cien años de soledad la que ha tenido mayor alcance internacional (es la obra
más leída en castellano después del Quijote). En la novela, García Márquez nos cuenta la historia de la
saga de los Buendía a través de siete generaciones y la historia del pueblo de Macondo. La obra,
considerada el culmen del realismo mágico, ha recibido varias interpretaciones: algunos críticos la
entienden como metáfora de la condición humana (determinismo, soledad, violencia) y otros, en virtud
del paralelismo de la historia de Macondo con la de Hispanoamérica -sus problemas sociales y políticos,
el imperialismo, las guerras o la pobreza- como novela de denuncia social.
Los autores del boom también han cultivado el cuento, si bien la producción en algunos de estos
autores ha pasado inadvertida debido a la importancia de sus novelas: García Márquez, Cortazar, Vargas
Llosa, etc. han sido grandes cultivadores del género.
A mediados de la década de los 70 se observa en la literatura hispanoamericana un nuevo cambio de
rumbo que predominará durante los 80. A esta nueva tendencia se la ha llamado mayoritariamente
postboom, aunque los autores que la representan prefieren la denominación de «novísima narrativa».
Esta novela está vinculada a la época de desilusión ante el fracaso de los proyectos democratizadores.
Además de una nueva generación de escritores, los ya consagrados participan también en este cambio
de rumbo de la narrativa.
En líneas generales se observa una mayor confianza en la capacidad del ser humano para percibir la
realidad y en el lenguaje para contarla; la presencia de vivencias cotidianas; la recuperación del
realismo (frente al realismo mágico), el auge de la literatura testimonial y de la narrativa femenina
Isabel Allende, Laura Esquivel, Zoé Valdés, Mayra Montero o Marcela Serrano, entre otras muchas. En
cuanto a la temática, destaca la denuncia social, ideológica o política. En este sentido cabe señalar el
auge de la literatura testimonial: Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983), de
la guatemalteca Rigoberta Menchú, la narrativa de la mexicana Elena Poniatovska. Destaca, así
mismo, el aumento de las novelas de tema histórico que pretenden construir un discurso distanciador
con respecto a la historiografía oficial: Gringo viejo (1985), de Carlos Fuentes, Noticias del imperio
(1987), del mexicano Fernando del Paso o la trilogía Memoria del fuego (1982), del uruguayo Eduardo
Galeano ejemplificarían esta tendencia. Otra característica novedosa es la incorporación a la novela de
la cultura popular: el cine, la música, los deportes, la televisión, las drogas y el sexo; el argentino
Manuel Puig será pionero de esta tendencia con sus novelas La traición de Rita Hayworth (1968),
Boquitas pintadas (1969) o El beso de la mujer araña (1976).
La recuperación del tema del amor, el mundo de los sentimientos y el erotismo es representativo tanto
en autores nuevos como es el caso de Isabel Allende o Zoé Valdés, como de alguno consagrado el final
feliz de El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, apunta en esta dirección. Y la temática
3. ecologista, tan vigente en décadas posteriores, la aborda el chileno Luis Sepúlveda en obras como Un
viejo que leía novelas de amor (1989). Por último, hay que señalar la presencia del humor, la caricatura
de la sociedad peruana en la obra de Bryce Echenique.
En lo que se refiere a las técnicas narrativas, cabe señalar la convivencia en la narrativa novísima de
dos tendencias principales. La primera de ellas está representada por novelas realistas, de fácil lectura,
con predominio de la trama y preferencia por la linealidad temporal. La segunda tendencia se
caracteriza, contrariamente, por la experimentación, la ausencia de trama argumental y una gran
preocupación por la elaboración del lenguaje -en la línea de la novela nueva-, lo que la convierte en
una literatura para minorías. Representan esta tendencia la obra del cubano Severo Sarduy y la del
argentino Salvador Elizondo.
El mapa actual es muy difícil de sintetizar dada la cantidad de países, autores y tendencias, unido a la
falta de perspectiva histórica suficiente. Hay que señalar que muchos de los autores del boom siguen
escribiendo y prácticamente todos los del postboom también. Pero a este panorama literario, en el que
la obra de autores consagrados sigue siendo premiada y reconocida (Vargas Llosa fue galardonado con
el Nobel de Literatura en 2010), comienzan a asomarse nuevas voces entre las que podemos destacar
al argentino Andrés Neuman, al mexicano Jorge Volpi o a la cubana Karla Suárez.