Este documento narra las aventuras de Lucía, una niña tímida que vive en Colombia. Lucía visita a su tía Manuela después de la escuela y juega con su perro Firulais. Un día, mientras juegan en el bosque, Lucía encuentra una pelota misteriosa que contiene un pequeño mundo dentro. Lucía queda asombrada por este descubrimiento.
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UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL – 4
EDUCACIÓN EN TECNOLOGÍA
Catalina Martínez 20141187060
Viviana Panche 20141187087
Natalia Rubio 20141187088
Las aventuras de Lucia.
En el país de Terecumbe se encontraban las personas más felices de todo el mundo,
este país era tan pequeño, pero tan pequeño que en el mapa no se alcanzaba a ver,
sin embargo algunos niños de todos los lugares del planeta lo conocían por medio
de los sueños, todo aquel que conocía este país deseaba estar en él. Lucía vivía en
el país de Colombia, este si se podía ver claramente en el mapa del mundo, ella
tenía una vida parecida a la de todos los niños de su edad, tenía a sus dos padres;
Milena quien era su mamá, trabajaba en un restaurante, ella hacia los postres más
deliciosos de Colombia y Esteban su papá manejaba el carro más veloz llevando a
todos los pasajeros a su destino en muy poco tiempo. Lucía también tenía un
hermano, Thomas tenía apenas tres años, él asistía al jardín que estaba dentro de la
escuela, y aunque ya sabía decir algunas palabras, no lo hacía porque le daba
muchísima pena. A las doce del día iba Clemencia su abuelita a recogerlo y a
llevarlo a la casa, al llegar del colegio Lucía jugaba todos los días con su hermanito,
le hacía cosquillas, lo peinaba, se tomaban muchísimas fotos, pero había algo que a
Lucía la ponía triste, su hermano todavía no quería hablar, así que cuando Lucía le
contaba o le decía algo a Thomas, él solo se reía.
En el colegio Lucía tenía pocos amigos porque ella al igual que su hermano era muy
tímida, en los descansos intentaba jugar con sus compañeros y compañeras pero
siempre que lo intentaba se tropezaba con algo y caía, ninguno de sus compañeros
le ayudaba a levantarse, en cambio todos empezaban a reírse hasta hacerla llorar;
Lucia corría hasta el salón para que nadie la viera y allí se quedaba hasta la una
pues a esta hora ya podía salir del colegio. De camino a casa Lucía estaba un poco
triste pero cuando escuchaba las risas de su hermano Thomas ella se alegraba,
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olvidándose de todas las cosas tristes que le había pasado en el colegio. En las
tardes Lucia
Ahora puedes escoger lo que hace Lucía en las tardes:
1. Visitaba a su tía. (Ve a la página 2)
2. Va a su casa y encuentra una gran sorpresa. (Ve a la página 6)
Visitaba a su tía.
Llegaba a la casa de su tía Manuela y lo primero que hacía era botar la maleta que
tanto le pesaba al lado del sofá que estaba ubicado en el rincón de la sala; después
muy contenta subía hacia la azotea para saludar a la mascota de la casa, el perro
Firulais quien era muy juguetón, pues cada vez que olía el aroma de Lucía en la
casa, se asomaba a través de la ventana que estaba en la puerta de la azotea,
levantaba sus dos patas y movía su cola de lado a lado sin parar tratando de verla
mejor; esto lo hacía hasta que ella lo atrapaba en sus brazos para consentirlo. Lucía
se quedaba mucho tiempo jugando con él, solo bajaba cuando su tía Manuela le
gritaba: <<Lucy ya está el almuerzo... baja por favor>>. Ella iba a almorzar, hablaba
un rato con su tía y se acostaba a dormir la siesta, después de una hora se
levantaba a hacer sus tareas.
Un día luego de almorzar y ver sus cuadernos se dio cuenta que no tenía tareas
porque ya casi saldría a sus vacaciones de mitad de año así que decidió recostarse
en la cama, sin embargo no podía dormir, Lucía no sabía qué hacer, en ese
momento el perro Firulais llegó corriendo y le lamió la cara, así que a Lucía se le
ocurrió ir a jugar con el perro Firulais por el bosque, allí Lucía…:
Ahora puedes tú puedes elegir la lo que Lucía se encontró en el bosque:
1. Lucía se encontró con una pelota. (Ve a la página 3)
2. Lucía halló una cueva misteriosa. (Ve a la página 5)
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Lucía se encontró una pelota.
Se encontró una pelota, esta no era una pelota común y corriente pues tenía algo
especial, se veía un poco extraña así que Firulais pensó dos veces antes de
acercarse a tan misteriosa pelota, por el contrario Lucía apenas la vio se fue
corriendo a recogerla.
Cuando Lucía la iba a tomar en sus manos, Firulais ladro muy fuerte, tan fuerte que
Lucía se asustó -¡Ay Firulais! ¡Me asustaste! Eso no se hace- dijo Lucía y volvió a
acercarse a la pelota pero esta de repente saltó muy alto y la pequeña niña se
asustó.
-¡¡Firulais, Firulais!! ¿Viste eso? ¿Viste lo que acabo de suceder?- le preguntó Lucía a
Firulais, el perro solamente hizo cara de asombro. Lucía se agachaba, saltaba,
gritaba, se acercaba y se alejaba para ver si la pelota volvía a reaccionar de alguna
manera, pero para sorpresa suya la pelota no hizo nada más.
Entonces ella decidió una vez más acercarse a coger la pelota, quería tenerla en sus
manos, y en un momento pudo cogerla por fin sin mayor complicación, la observo
y la observó por todo lado, por arriba, por abajo, por ambos lados, la observo tan
bien que encontró algo sorprendente.
Elige que encontró Lucía en la pelota:
1. Encontró un mundo dentro de ella. (Ve a la página 4)
2. Encontró un color muy extraño en una parte de ella. (Ve a la página 10)
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Encontró un mundo dentro de ella.
-¡Qué curioso!- Exclamó Lucía al ver dentro de la pelota unas pequeñas pero muy
pequeñas personitas que llevaban todas unos sombreros de diferentes colores.
-¡¡FIRULAIS!! ¡Mira!- Gritó Lucía, el perro corrió hasta donde estaba Lucía y volteo a
mirarla un poco asombrado porque él no veía nada de lo que Lucía estaba
diciendo.
-¿No ves nada?- Preguntó Lucía, Firulais se acercó más, olió, miró y ladró, de nuevo
le hizo cara de asombro a la niña porque seguía sin ver nada.
Lucía le dijo: -No puedo creerlo, ¿cómo es que no vas a ver a esas personitas que
están bailando y jugando? seguramente estás ciego- Como Firulais no entendía el
idioma humano decidió dejar sola a Lucia e irse a jugar con un perro que justo
estaba pasando detrás de ellos, seguramente con él si se iba a entender porque
ambos hablaban el mismo idioma.
La pequeña Lucía seguía mirando asombrada la pelota, ella aún veía a las personitas
con sus sombreros de colores, era como un pequeño mundo dentro de la pelota,
de repente la pelota empezó a temblar entre sus manos, Lucía se asustó mucho e
intento tirar la pelota al suelo pero, la pelota no se caía, solo transmitía un fuerte
sonido, sus manos estaban temblando mucho. A lo lejos Lucía escuchó a su tía
Manuela quien estaba gritando -Luciaaaaaaa, ¿qué te pasa?- Lucía no podía soltar
la pelota, sentía que la pelota ya era parte de su cuerpo, cada vez sonaba más
fuerte el sonido y hacía temblar más y más a Lucía. Manuela llegó corriendo justo al
lado de la niña, venía tan rápido que le dio un fuerte empujón, que hizo que
inmediatamente la pequeña niña cayera al piso, cuando Lucía abrió los ojos, la
pelota ya no estaba, así que le preguntó a su tía
-¿Dónde está la pelota tía?, su tía Manuela la miro asustada.
-¿Cual pelota? vine corriendo porque estabas temblando y gritando muy fuerte.
Dijo Manuela
Lucía no respondió nada, se levantó, miro muy bien a su alrededor pero ya no había
nada, no estaba ni la pelota, ni el perro con el que estaba jugando Firulais; a Lucía
solían pasarle cosas así, cosas muy extrañas, por eso ya no se asustaba tanto con
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eso, ella siempre había pensado que cuando fuera mamá, esas serían las historias
que le contaría a sus hijos.
FIN
Lucía halló una cueva misteriosa.
Halló una cueva misteriosa, esta cueva tenía una apariencia extraña, se veía muy
grande desde lejos pero a medida que Lucía se acercaba junto con Firulais se volvía
más pequeña, era la cueva más pequeñita que había visto, era tan pero tan
pequeña que un oso de peluche era mucho más grande que la cueva.
Lucía era tan curiosa que quería entrar a la cueva y ver que había dentro de ella,
pero como la cueva era tan pequeña y Lucía era mucho más grande no podía
entrar, intentó una, dos, tres y hasta cuatro veces, metía una mano, luego un pie
pero nunca pudo entrar totalmente. Firulais era un perro muy astuto y al ver esto,
empezó a hacer un hoyo en el piso para poder entrar, sin querer Firulais encontró
una puerta, esta era la puerta secreta de la cueva por la cual podrían ingresar a la
cueva; cuando vieron la puerta, Lucía se paró justo enfrente de ella, esta era de su
mismo tamaño, cuando iba a abrirla se detuvo, miró a Firulais y le preguntó:
- ¿Crees que es buena idea entrar? Firulais con un fuerte ladrido se lanzó a los
brazos de Lucía, empezó a mover su cola de lado a lado y Lucía entendió que
la respuesta de Firulais era un “si”.
Lucía abrió cuidadosamente la puerta, Firulais entró primero, empezó a olfatear,
después entró Lucía muy despacio, con un poco de miedo y curiosidad. Al cerrar la
puerta, la cueva quedó totalmente oscura, solamente se veían los ojos de Firulais y
de Lucía, ellos siguieron caminando cuando de repente vieron a lo lejos algo que
brillaba con mucha intensidad, en ese momento, ambos se quedaron quietos, pero
aun así lo que estaba brillando no dejaba de brillar.
Escoge lo que Lucía y Firulais encontraron.
1. Un insecto que tiene luz propia. (Ve a la página 11)
2. Una salida de la cueva. (Ve a la página 12)
Va a su casa y encuentra una gran sorpresa.
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Llegaba a su casa muy cansada, pero ese día al llegar tuvo una sorpresa agradable,
cuando entro a la casa vio que todavía estaba su abuelita Clemencia, ya había
pasado más de ocho meses sin verla, porque su abuelita apenas recogía a Thomas
se iba a sus terapias, Lucía quería mucho a su abuelita porque con ella jugaba,
preparaban comida, veían películas y siempre inventaban historias muy divertidas,
en definitiva la abuelita de Lucía era su mejor amiga, después de saludar muy
contenta a su abuelita y a su hermano Thomas, todos empezaron a almorzar,
Clemencia había preparado el plato favorito de Lucia, pasta. Mientras almorzaban
Lucía* les contaba todas las cosas nuevas que había aprendido en clase, cuando
terminaron, Lucía y Thomas querían ver la película “Los Increíbles”, pero su abuelita
le dijo a Lucía que primero realizará las tareas que tenía mientras ella jugaba con
Thomas, Lucía revisó sus cuadernos muy rápido, coloreó los dibujos que le faltaba
de informática y busco los países en la sopa de letras de sociales, cuando estaba
completando las frases de español Lucia se quedó dormida
Ahora puedes elegir el sueño que tuvo Lucia
1. Lucia soñó uno de los sueños que siempre soñaba. (Ve a la página 7)
2. Lucía soñó con su hermano Thomas y su abuela Clemencia. (Ve a la página 9)
Lucia soñó el sueño que siempre soñaba.
7. Página 7
Lucía empezó a soñar otra vez el sueño más hermoso que había tenido, en el sueño
había muchos niños y niñas, todos corrían, cantaban y bailaban. Lucia conocía a
todos los niños que estaban en su sueño, jugaba, cantaba y corría con ellos; ella se
encontraba en un lugar en donde solo se escuchaban risas, siempre que Lucía
soñaba con este lugar al despertarse no recordaba su nombre, no se acordaba si
era Tumbale o Maladefu, en el sueño Lucía era amiga de sus papás, de su abuelita y
de su hermano, solo que allí todos tenían la misma edad de Lucia, once años. Lucía
se dirigió a hablar con su familia pero ninguno de ellos le creyeron que ella era su
hermana, su nieta o su hija, así que Lucía les pregunto de donde se conocían, todos
al unísono respondieron:
- “¡Somos amigos! en este país, en Terecumbe, todos somos amigos”
Lucia entusiasmada y sorprendida les dio un abrazo muy fuerte a cada uno de ellos,
luego se puso a jugar congelados con todos los niños que estaban en el país de
Terecumbe, ya cuando llegaba la noche, Lucía quería volver a su casa porque le
daba mucho miedo dormir sin su familia, sin embargo Lucía no encontraba la forma
de hacerlo.
Ahora puedes escoger lo que Lucía va a hacer
1. Lucía encuentra una salida y vuelve a su casa (ve a la página 8)
2. Lucía se siente cansada y deja de buscar la salida (Ve a la página 16)
8. Página 8
Lucía encuentra una salida y vuelve a la casa.
Lucia busco y busco hasta que encontró una cueva, esta cueva era la más grande
que había visto, así que se dirigió a ella, pero cada vez que se acercaba a la cueva,
esta se volvía más pequeña y estrecha, cuando estuvo frente a ella, Lucía no sabía
cómo entrar, le dio vueltas a la cueva y sin embargo seguía sin saber cómo entrar
en ella, así que Lucia se sentó en una piedra que estaba al lado de la cueva y
mirando hacia el cielo empezó a recordar a su familia, a su hermano Thomas, a sus
papás y a su abuelita Clemencia, Lucía al acordarse de ellos se siente sola y con
profunda tristeza empieza a llorar, en especial porque tenía ganas de ver a su
hermano menor, le hacía falta hacer junto a él lo que más les divertía “tomarse
fotos con la cámara de su mamá”, sacando la lengua o haciendo montones de
gestos con su cara.
Mientras que Lucía miraba hacia el cielo, apareció Kuruvita, ella era la niña
presidente del país de Terecumbre, Kuruvita venía corriendo hacia donde Lucía, al
verla llorar le preguntó:
- ¿Qué tienes Lucía, por qué lloras?
- Quiero ver a toda mi familia. Respondió Lucía sollozando.
- Si en verdad quieres verlos tienes que calmarte, piensa con todo tu corazón
en ellos, así la cueva se hará más grande y en ella podrás entrar y así poder
ver a tu familia. Le aconsejo Keruvita.
Después que Kuruvita le dijo esto a Lucía, ella se calmó y obedeció lo que Kuruvita
dijo, empezó a recordar a toda su familia muy feliz, cuando tenía sus ojos cerrados
empezó a escuchar el ladrido del perro Firulais de su tía Manuela, cuando abrió los
ojos vio que la cueva estaba más grande, así que entró corriendo por la cueva, al
estar adentro, Lucía seguía escuchando los ladridos de Firulais pero todavía no lo
veía, después de correr tres minutos Lucía vio una luz, aunque Lucía ya no tenía
energía para correr, se acordó nuevamente de su hermanito Thomas, así pudo
correr mucho más rápido, al llegar a la luz de la cueva se alegró mucho porque hay
estaba Firulais quien dejó de ladrar cuando la vio, Firulais se alegró tanto de ver a
Lucía que fue corriendo hacia donde ella y le lamió la cara, nuevamente Lucía
empezó a llorar, pero esta vez era de felicidad.
Ya de camino a casa Lucía le contó a Firulais todo lo que había hecho en Terecumbe
y como había llegado allí, cuando Lucía llegó a su casa, su abuelita Clemencia, su tía
9. Página 9
Manuela, sus papás y su hermano Thomas estaban muy preocupados por ella, al
verlos Lucia les dio un abrazo gigantesco y les dijo que nunca quería estar lejos de
ellos.
FIN
Lucia soñó con su hermano Thomas y su abuela Clemencia.
Lucía tuvo un sueño, en él ella terminaba las frases de español, cuando acabó fue
corriendo donde su hermano Thomas
-¡Hermanito ya acabe, ya puedo jugar contigo! Dijo Lucía mientras Thomas le
agarraba los cachetes.
Lucía ya estaba tomándose fotos con su hermano, para ella eran muy importantes las
fotos porque eran los recuerdos físicos que quedarían de su vida, mientras que Lucía
le leía el cuento “No te rías Pepe” a su hermano Thomas, su abuelita Clemencia hacia
una torta de naranjas, la torta olía delicioso, tanto que Lucía y Thomas dejaron de leer
el cuento para ir a la cocina y comer un poco de la torta, ambos dijeron -
Abuelitaaaaaa queremos tortaaa- la abuelita se enterneció de verlos tan alegres y con
tantas ganas de comer un pedazo de torta que los abrazo muy fuerte y les respondió
-Apenas este, les doy un gran pedazo, mientras tanto vamos a ver la película que
querían- Lucia prendió rápido el televisor y el DVD y Thomas trajo la película, cuando
la película iba en la mitad, Clemencia, la abuelita trajo un gran pedazo de tortas de
naranjas, mientras que veían la película Lucia y Thomas comían muy contentos la
torta, se habían untado toda la boca comiendo, cuando la película se acabó ya se
estaba oscureciendo, así que Thomas y Lucía se pusieron su pijama, se cepillaron los
dientes y se acostaron en sus camas, Clemencia les leyó un cuento mientras ellos se
quedaban dormidos.
Justo en ese momento Lucía se despertó y se dio cuenta que todavía no había
acabado su tarea, también se dio cuenta que
1. Ya era de noche (Ver página 13)
2. Todavía era de día (ver página 14)
10. Página 10
Encontró un color muy extraño en una parte de ella.
Lucía encontró en un lado de la pelota un color, pero ese color no era un color
normal o por lo menos no para ella, así que decidió acercarse y mirarlo muy
detenidamente, por más que pensaba si alguna vez lo había visto, le parecía que
no, ella en el fondo sabía y presentía que ese color era algo muy importante. La
niña se sentó en un lado del bosque mientras Firulais comenzó a oler la pelota
porque también la veía muy extraña, además era muy raro lo que había sucedido,
sin embargo la pelota no olía a nada.
Lucía parpadeo varias veces y siempre veía el color extraño, la última vez que cerró
sus ojos se demoró un poco más en abrirlos, cuando lo hizo, no vio el color sino
que se transportó a un recuerdo en donde ella era mucho, mucho más pequeña.
-¿Qué está pasando? - dijo Lucía pero al parecer nadie la escuchaba, vio que habían
muchas personas alrededor de una cuna, ella decidió acercarse y se dio cuenta que
era ella de bebe, algo cautivó su atención, nuevamente veía el color extraño de la
pelota.
-¡Si, ese es el color! - Exclamó Lucía al verlo en unos aretes que tenía puestos su
mamá, entonces recordó que esos aretes eran muy preciados porque la mejor
amiga de la infancia de su mamá se los había regalado antes de irse del vecindario.
También recordó que esos aretes ella los tenía en una cartera porque había jugado
con ellos cuando tenía 4 años.
De repente escuchó desde la casa, la voz de su tía Manuela -¡Lucía, Lucía! Ven por
favor, he horneado unas galletas para que comamos juntas-, en ese momento su
mente regresó al bosque y se dio cuenta que Firulais estaba bastante entretenido
mirando un insecto. -Vamos Firulais, mi tía nos llama- dijo Lucía mientras Firulais
iba tras ella, entonces la niña comenzó a contarle al perro todo lo que había visto,
también le dijo que debía ir a buscar los aretes y entregarlos a su mamá y pensó,
definitivamente a veces suceden cosas muy extrañas pero sorprendentes, es genial
ser pequeño, puedes hacer tantas cosas y lo mejor es que nadie se entera. Al
terminar de pensar esto dio un salto repentino de la emoción y abrazó de manera
inesperada a Firulais quien la lamió, juntos salieron corriendo a casa de su tía.
FIN.
11. Página 11
Un insecto que tiene luz propia.
Lucia y su perro Firulais decidieron acercarse muy cuidadosamente hacia aquello
que estaba dando tanta luz dentro de la cueva; cuando ya estaban muy cerca de
esta se detuvieron nuevamente y observaron que la luz provenía de una pequeño
insecto que estaba tendido en un rincón de la cueva, moviendo sus alas como si
estuviera tratando de volar.
Lucía sabía cómo se llama ese insecto y cuáles eran las características de este,
precisamente porque en su clase de Ciencias Naturales estaban viendo los animales
invertebrados, en especial los artrópodos; Lucía gritó tan fuerte cuando reconoció al
insecto que hasta los murciélagos que estaban en el techo empezaron a revolotear
después de oír las palabras que dijo Lucía, también dijo: -Mira Firulais, ¡Una
Luciérnaga, Una Luciérnaga, Ven vamos... acompáñame!-.
Firulais al escuchar a su ama levantó la cola y empezó a moverla de lado a lado,
Firulais fue tras Lucia a olfatear a la luciérnaga y como esta tenía buen aspecto, el
perro avanzó unos pasos para comérsela pero no pudo porque Lucía lo detuvo, lo
miró un poco triste y malgeniada y le dijo: -¡No hagas eso Firulais, no ves que es
una inofensiva luciérnaga! córrete para un lado-, Firulais agacho sus orejas y se
corrió, Lucía quiso agacharse para coger con sus dos manos a la Luciérnaga y
poder examinarla. Luego de observarla muy bien noto que la luciérnaga estaba
herida; al ver esto a Lucía se le vienen muchas preguntas a la mente, una de esas
preguntas se le escapó en voz alta… ¿Que le habría pasado a esta pobre
Luciérnaga? Ella sabía que quizás jamás sabría su respuesta pero de repente:
1. La luciérnaga le contesto y ayudó a Lucía y Firulais a salir de la cueva. (Ve a la
página 18)
2. La luciérnaga le habló y al ser un insecto malvado hizo algo desastroso con Lucía
y Firulais. (Ve a la página 20)
12. Página 12
Una salida de la cueva.
No se veía con claridad si era o no la salida de la cueva, únicamente se podía salir
de la duda dirigiéndose hacia ese foco de luz; precisamente esa fue la decisión que
tomó Lucia, así que comenzó ligeramente a caminar con Firulais, pero a medida que
iban avanzando el suelo comenzó a ser mucho más húmedo y con un olor
penetrante que provocó que Firulais estornudara. A parte de ello, tanto los pies de
ella como las patas de Firulais se iban hundiendo debido a los excrementos que
arrojaban los murciélagos, ella angustiada y preocupada prefirió por seguridad alzar
en sus brazos a Firulais, pues era el único miembro de su núcleo familiar que la
acompañaba en aquel momento y por eso no quería por nada del mundo que él
quedara atrapado, asimismo lo alzo porque comenzaron a interponerse ciertas
barreras como ¡Rocas!, rocas muy gigantes que seguramente serían difíciles
sobrepasarlas para Firulais ya que era de la raza de los Beagle.
Las rocas, una unida de la otra trazaba un camino en forma de sicsa, Lucía como
pudo trataba de escalarlas, pero como estaba con Firulais considero que era mejor
subirlo primero a él y luego subir ella, porque si hacía lo contrario se demorarían
más tiempo en avanzar. En la mente de Lucía solo estaba su abuelita Clemencia, la
niña ya estaba pensando en que le iba a decir cuando regresara a casa pues lo más
probable era que ella le preguntara en donde se había metido y si Lucía le decía la
verdad, su abuelita por más que la quisiera, es decir, por más que fuera su nieta
favorita, no se creería esos cuentos tan fantasioso. De ahí su afán por salir, para
ahorrarse explicaciones y regaños.
Lo cierto fue que Lucía y Firulais siguieron caminando y en algunas partes de la
cueva tuvieron que agacharse, en otras caminar arrodillados e inclusive hasta
arrastrarse por ese desastroso excremento de murciélago. Finalmente llegaron de
ese eterno recorrido, Lucía vio que esa era la salida, pero había un problema, una
gran roca les impedía salir de ahí, esa roca dejaba ver un diminuto hueco, así que
Lucía sacó a Firulais por ese hueco para que él pidiera ayuda.
¿Qué pasa con Firulais?
1. Firulais se va y vuelve a la cueva con refuerzos. (Ver página 24)
2. Firulais se va y jamás regresa a la misma cueva. (Ver página 22)
13. Página 13
Ya era de noche.
Ya estaba oscuro, así que Lucía miro la hora <<7.30 pm>>, se levantó apuradamente,
bajo la escalera súper rápido, vio a Thomas en el comedor, él estaba comiendo, su
mamá estaba en la cocina dejando listo los ingredientes del almuerzo del día
siguiente, Lucía, recorrió la casa, vio a su papá viendo las noticias, fue al patio, busco
en todas las habitaciones y no encontró a su abuelita Clemencia, así que Lucía fue a
la cocina en donde estaba su mamá y le pregunto: -Mami, ¿En dónde está mi
abuelita?- su mamá le respondió -Lucy, tu abuelita se fue a las seis, en tu habitación
te dejo una carta- Lucia se fue corriendo hasta su habitación, encima de su cama
estaba la carta de su abuelita, esta decía:
“Querida Lucía:
Me alegró mucho verte hoy, hace mucho no te veía, cuando te fuiste a hacer tareas,
Thomas me ayudó a hacer a hacer la torta de naranjas que tanto te gusta, cuando
terminamos, caminamos muy despacio hasta el cuarto de estudio, pero nos dimos
cuenta que tú estabas dormida, así que nos dirigimos a la cocina, cortamos la torta,
Lucía cuando quieras comer tu trozo de torta dile a tu mamá que te la de, sin
embargo la deje guardada en el horno. Con Thomas intentamos despertarte pero
estabas tan dormida que ni la música te despertó, como sé que te gustan las fotos,
nos tomamos unas contigo mientras estabas dormida, espero las guardes con mucho
cariño.
Nos vemos cuando vuelva, ese día no te dejaré dormir, esa vez te ayudaré a hacer tus
tareas y veremos la película de “Los Increíbles” o bueno, la que tú quieras ver.
Nos vemos el próximo año Lucía, te quiero mucho, como siempre te digo,
recuérdame con los momentos más lindos que hemos vivido, con una sonrisota en tu
rostro.
Atentamente Clemencia, tu linda abuelita.”
Cuando Lucía terminó de leer la carta, sus ojos se le llenaron de lágrimas, no podía
creer que se había quedado dormida justo el día que su abuelita estaba en la casa,
sin embargo, Lucía dijo que su abuelita le decía en la carta, recordar siempre los
buenos momentos, así que se fue a su habitación guardó la carta en un lugar secreto
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para que nadie más la leyera, luego fue a la cocina, abrió el horno y sacó un gran
trozo de torta de naranja, se lo comió al lado de su hermano Thomas mientras ella
recordaba el abrazo tan grande que se dieron cuando llego del colegio.
FIN
Todavía era de día.
Lucía terminó rápidamente su tarea de español, cuando termino fue corriendo a
abrazar a su abuelita y le dijo -Abuelitaaaaa ya acabe ¿Podemos jugar? -, Clemencia
le contestó -Casi no terminas Lucy, estábamos pensando con Thomas en ir al parque
y comer un helado en vez de ver la película de “Los increíbles”, ¿Vamos mejor al
parque?-. Mientras Lucía respondía trajo la pelota y el lazo, a ella no le importaba si
ver la película o jugar, lo único que quería era compartir tiempo con ellos.
Cuando estaban en el parque, antes de comenzar a jugar, Clemencia, Thomas y Lucía
se sentaron en una de las sillas del parque para comer un rico helado de brownie con
fresa, era el helado que más les gustaba, mientras comían el helado, Clemencia le
contaba a sus nietos lo que había pasado en su viaje a Machu Picchu, Lucía
emocionada y muy curiosa por lo que estaba escuchando, le empezó a hacer muchas
preguntas a su abuelita, Thomas solo se reía de todas las cosas que decía su
hermana; cuando Lucia termino de comer, beso a su abuelita en la frente y cuchareo
a Thomas para que acabara más rápido, pues ella pensaba que si comían rápido
podían tener más tiempo para jugar en el parque.
Cuando Thomas termino empezó con Lucía a jugar con la pelota, mientras que los
dos hermanos jugaban su abuelita Clemencia sujetaba con su mano derecha el poco
helado que le faltaba por comer, al terminarlo se limpia la boca con la servilleta y se
dirige a botarlo en la caneca, luego de arrojarlo, Clemencia camina para sentarse en
la silla en donde segundos antes se encontraba, pero al final no terminó sentándose,
pues de regreso a la silla, voltea a mirar a sus nietos y los ve demasiado
concentrados, así que ella de maldadosa los quiso asustar, por lo tanto terminó
corriendo hacia sus nietos para cogerlos por detrás, tanto Lucía como Thomas
pegaron un grito muy fuerte y salieron a correr, Clemencia primero atrapó a Thomas
y luego a Lucía, después de tanto correr, empezaron a saltar en el lazo, a las cinco
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dijo Clemencia: -Solo podemos jugar diez minutos más- así que se dispusieron a
jugar con la pelota; a las cinco y veinte, iban camino a casa, cuando llegaron a la casa
ya estaban Esteban y Milena, los papas de Thomas y Lucia, sentados, viendo
televisión.
Después de lavarse las manos y estar listos para comer, todos se sentaron en las sillas
del comedor; -La comida esta deliciosa- dijo Lucía, era pollo, con ensalada de
aguacate, tomate y limón; mientras comían Lucía y Thomas le contaban muy
emocionados todo lo que habían hecho con su abuelita a sus papás. Esa noche Lucía
quería dormir con su abuelita, hace tanto no la veía que quería tenerla abrazada toda
la noche, así que Milena, Esteban, Clemencia, Thomas y Lucía se alistaron para dormir,
como al día siguiente Lucía tenía que levantarse muy temprano para ir al colegio,
cuando ya estaban acostados Clemencia le canto canciones a Lucy mientras ella
conciliaba el sueño.
FIN
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Lucía se siente cansada y deja de buscar la salida.
Después de buscar durante quince minutos la salida, Lucia empezó a asustarse pues
ya quería volver a su casa y aún no encontraba la salida del país así que decidió
sentarse en una silla que había cerca de un parque y comenzó a llorar.
Cuando la primera gota cayó al piso, sucedió algo que no sucede normalmente en
cualquier país, pues solo pasaba en Terecumbe y fue que esa gota trajo a Lucía un
hada madrina.
-¡Hola Lucía! Soy tu Hada Madrina.
-¿Qué? ¿Hada Madrina? Eso solo sucede en los cuentos de televisión.- Le refuto
Lucía.
-Yo me llamo Julieta y sí, yo soy tu Hada Madrina y vine porque sé que me
necesitas. ¿Por qué lloras?
Lucía aún no entendía qué era lo que estaba sucediendo sin embargo quería
regresar pronto a su casa y decidió contarle que era lo que estaba pasando,
mientras lo hacía no dejaba de salirle lágrimas de sus pequeños ojitos y su Hada
Madrina tampoco dejaba de consentirla.
-No te preocupes Lucía, tienes que relajarte y en menos de lo que piensas estarás
en Colombia.
-Está bien. Pero tengo miedo aún, no sé dónde dormiré; - ¡Aquí!- dijo Lucía quien
aún estaba muy preocupada.
-No tendrás la necesidad de dormir aquí, recuerda todas las veces que has venido.
Lucía se tranquilizó con las palabras que le dio su Hada Madrina además no todos
los niños y niñas tenían la posibilidad de ir a este país, ella sin duda era muy
afortunada así que decidió relajarse y prefirió darle un abrazo enorme a su Hada.
-Que linda eres Lucy, me encanta este abrazo.- Le dijo Julieta mientras las dos
cerraban sus ojos.
Cuando Lucía abrió sus ojos estaba ya en su cama y su abuelita venía subiendo las
escaleras de su cuarto para decirle que había hecho chocolate caliente para que ella
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y Thomas tomarán. Ella se alegró mucho, pues ya no se tenía que preocupar por
volver a su casa entonces se levantó de su cama y al hacerlo se dio cuenta que en
su mesita de noche estaba una pequeña tarjeta que decía:
“Lucía no olvides que para todo hay solución, te esperaré aquí con los brazos
abiertos. Tu amiga, Julieta”
-Y ahora tengo Hada Madrina- dijo Lucía, entonces se puso muy contenta, bajó
corriendo a darle un abrazo a su abuela y a su hermano y mientras tomaban
chocolate decidió contarles, a pesar de que ella sabía que no le iban a creer.
FIN
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La luciérnaga le contesto y ayudó a Lucía y Firulais a salir
de la cueva.
De repente la Luciérnaga le dijo
-Yo estaba volando y de la nada un señor alto y con un gran bigote comenzó a
perseguirme, yo volé muy rápido pero él me alcanzó con su mano grandota y me
lastimó una de mis alas, eso fue lo que me paso pequeña niña.
Lucía no sabía si pensar en todo lo que le había pasado a la pobre luciérnaga o
pensar en esa situación tan rara que estaba pasando pues un animal le estaba
hablando.
-Firulais, creo que me estoy volviendo loca- le dijo Lucía a su perro con cara de
confusión y él también la miró con cara de asombro, ladró varias veces e intentaba
preguntarle a Lucía ¿qué estaba pasando? Justo en ese momento la Luciérnaga les
dijo -Ustedes no están locos, pocos animales como yo podemos hablar nuestro
idioma y hacer que todas las criaturas vivas nos entiendan-.
Lucía estaba bastante confundida, se acordó de una de las cosas más importantes
que sus papás le habían enseñado “Ayuda a quien puedas”, así que decidió
preguntarle: -Luciérnaga, ¿cómo podemos ayudarte?- a esto la luciérnaga le
respondió:
-La única manera es que me dejen en una piedra que esté cerca del río que queda
en esta cueva. Si ustedes me llevan les aseguro que les digo donde está la salida de
esta cueva que por cierto no es nada sencillo salir de aquí.
-¡Sí! daleee! yo ya quiero ir a casa- dijo Lucía, inmediatamente preguntó ¿dónde
queda el río?
-Debemos caminar por el lado donde están todos los murciélagos y luego bajar con
mucho cuidado, allí está- dijo la luciérnaga.
Lucía tomó en sus manos a la luciérnaga, Firulais la iba siguiendo, el perro estaba
un poco celoso de la luciérnaga porque Lucía estaba muy pendiente de ella y no lo
había consentido desde que se encontraron con Puky, ese era el nombre de la
luciérnaga, sin embargo Firulais simplemente seguía a Lucía y llegaron a un lugar
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donde tuvieron que pasar con mucho cuidado sin hacer ruido para no despertar a
los murciélagos, cuando estaban bajando por la colina Idex se resbalaron y varios
de los murciélagos salieron volando, esto asustó mucho a Firulais, tanto que
empezó a llorar, a Lucía no le gustaba ver a ningún perro así, mucho menos a
Firulais, rápidamente soltó a Puky para ir a abrazar a su perro, con el abrazo de
Lucia Firulais se sintió protegido, pronto dejó de llorar y siguieron caminando.
Después tuvieron que bajar rodando, por fin llegaron al río y dejaron a Puky la
luciérnaga allí encima de una piedra, antes de irse Puky les dijo el camino para salir
de la cueva -Deben recolectar 3 piedras de diferentes formas, cuando las tengan
vayan a donde están los murciélagos y allí unan las piedras, así podrán salir de la
cueva.
Firulais y Lucía extrañaban tanto a su familia que salieron corriendo, a pocos pasos
encontraron una piedra en forma de corazón así que la recogieron, luego
caminaron por un lugar no muy agradable, este lugar estaba lleno de barro pero
eso no importaba tanto porque ahí habían encontrado otra piedra que tenía forma
de trébol.
-Ya solo nos falta una, vamos a donde los murciélagos seguramente allí estará la
piedra que nos falta- le dijo Lucía a Firulais. Tenían tantas ganas de salir de la cueva
que se fueron muy rápido y mientras iban corriendo Firulais se detuvo, Lucía lo miró
y le hizo señas para que se apurara, pero él no se movía, así que ella se devolvió y al
mirar se dio cuenta que Firulais había encontrado una piedra maravillosa, no solo
tenía forma de estrella sino que también tenía una luz muy especial.
Estaban tan felices de tener las tres piedras con diferente forma que les había dicho
Puky que continuaron corriendo hasta donde la luciérnaga les había dicho, al llegar
donde los murciélagos, Firulais estaba asustado, sin embargo él sabía que tenía que
hacer para poder salir de la cueva, sobre el suelo unieron las piedras,
¡¡¡BUUUUUUM!!! Después de escuchar este sonido Lucía y Firulais ya estaban afuera
de la cueva.
-¡Por fin!- exclamó Lucía, Firulais comenzó a correr muy rápido en dirección a la
casa y Lucía se fue detrás de él lo más veloz que pudo.
Cuando llegaron a la casa, su tía Manuela los regaño porque estaban muy sucios así
que les pidió que se bañaran, Lucy salió al patio y vio una manguera, estaban tan
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alegres de estar de nuevo en casa que empezaron a jugar en el patio mientras
bañaba a Firulais.
FIN
La luciérnaga le habló y al ser un insecto malvado hizo
algo desastroso con Lucía y Firulais.
La luciérnaga les habló diciéndoles: -Estoy herida porque un monstruo súper
gigante y peludo me tomó en sus manos, me apretó muy fuerte y casi me devora-
dijo Puky muy asustada.
Lucía y Firulais quedaron sorprendidos por la historia que les acababa de contar la
luciérnaga, además no era normal que los animales hablaran pero la luciérnaga
Puky era la excepción pues ¡¡Podía hablar!!
Tanto Lucía como Firulais creyeron completamente lo que la luciérnaga les estaba
contando pero lo que ellos no sabían era que todo lo que estaba haciendo la
luciérnaga era una de sus famosas actuaciones.
-Necesito que me den algo que sea muy valioso para ustedes, solo así yo me podré
curar- dijo la luciérnaga con cara de enferma. Entonces Lucía pensó en la cadena de
oro que su mamá le había regalado cuando apenas había cumplido sus cinco años,
dicha cadena era muy apreciada por ella, pero Lucía dejándose convencer por la
luciérnaga se la quitó y la tomó en sus manos sin que Puky se diera cuenta, después
de ello, le dijo: -¿Qué pasa si te entrego lo más preciado que tengo en este
momento?- En ese instante la luciérnaga abrió mucho más sus ojos y mirando
fijamente a Lucía le dijo: -Simplemente me voy a curar y le harás un bien a la
humanidad, porque si yo sigo así enfermita voy a contagiar a todo el mundo.
Lucía en ese momento pensó en todos los niños y las niñas que hacen parte del
mundo, incluyendo a su hermano Thomas y a sus compañeros del colegio,
creyendo que si no entregaba la cadena los demás se enfermarían por culpa de ella;
así que Lucía al verse comprometida con tal situación decidió darle la cadena que
tenía en sus manos a la luciérnaga; cuando esta la tuvo en encima de su cuerpo,
comenzó a volar y de un momento a otro los abandonó sin dar explicaciones.
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Lucía la llamó una y otra vez ¡Puky- Puky! ¿A dónde te fuiste Puky? Pero Lucía al ver
que la luciérnaga jamás regresó se puso triste y empezó a llorar, Firulais al ver a su
amo en ese estado de ánimo, se le acercó lentamente, le lamió su cara y Lucía en
medio de su llanto lo abrazo fuertemente y le comenzó a decir con su voz
entrecortada -Ya no sé qué hacer, estamos encerrados aquí, no hay nadie quien nos
ayude y además esa luciérnaga se llevó la cadena que me regaló mi mamá.
Cuando Lucía dejó de abrazarlo Firulais sintió un olor particular en el aire, así que
comenzó a caminar y olfatear el suelo de la cueva, ese peculiar olor era ¡chocolate!,
Firulais quiso llamar a Lucía para que fuera, mirara y oliera de donde venía el
chocolate, pero como Lucía no le ponía atención decidió ladrar, ella por su parte no
entendió lo que le trataba de decir Firulais, por ello lo regañó diciéndole: -Firulais
no es el momento para jugar!-; sin embargo el perro se fue corriendo hacia donde
su instinto le decía, Lucía no tuvo otra alternativa que seguirlo. Cuando ella estaba
detrás de Firulais también sintió el olor a chocolate y encontraron una pared que
parecía un pastelito, pues tenía chispitas de colores, olía muy rico y tenía apariencia
de pastillas de chocolate negro y chocolate blanco derretido.
-Mmmm que delicia, ¡yo quiero comer!- exclamó Lucía, metió su dedo dentro de la
pared y luego lo llevó a su boca.
-¡Sii! es chocolate- afirmó, así que Lucía y Firulais empezaron a comer como locos
el chocolate que estaba en la pared, comieron hasta hacer un hueco, cuando
estaban llenos se dieron cuenta que el hueco era tan grande que Lucía y Firulais
podían salir de la cueva por ahí.
Cuando salieron, corrieron muy rápido hasta llegar a la casa de su tía Manuela y
cuando llegaron lo único que querían era mucha agua por todo el dulce que habían
comido.
-Por fin llegamos Firulais pero, ¿sabes? esa luciérnaga fue muy mala con nosotros,
me ha robado mi cadenita preciada, debo decirle la verdad a mi mamá y nunca más
voy a dar algo preciado a un desconocido. Lo prometo.
Firulais la miró, se recostó en sus piernas, después de veinte minutos ambos se
quedaron dormidos en la sala de la casa de su tía.
FIN
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Firulais se va y jamás regresa a la misma cueva.
Cuando Firulais ya estaba fuera de la cueva, fue a pedir ayuda, él ladraba y ladraba
desesperado pero como todos sabemos los humanos no entendemos el idioma de
los perros, Firulais camino tanto en sus cuatro paticas, pidió ayuda con sus ladridos
pero absolutamente nadie lo ayudó, ni siquiera los perros le ponían atención,
cuando Firulais paso por una vitrina y vio su reflejo, se dio cuenta lo mal que se
veía, tenía las orejas caídas, todo su cuerpo estaba muy sucio, ya entendía porque
las personas le tiraban comida, él no quería comer, él lo único que quería era poder
ayudar a Lucía.
Mientras Firulais buscaba ayuda, Lucía probaba formas de salir, intentó hacerlo
dándole patadas a la pared de la cueva también intentó salir por el agujero por el
cual había salido Firulais, pero como Lucía era más grande no pudo.
Ya estaba oscuro, ya casi no había gente en las calles y Firulais ya no sabía qué
hacer, fue a donde su dueña, pero Manuela no lo reconoció, apenas vio que se
acercaba a su casa, le echó encima un balde de agua fría para que se fuera. Firulais
empezó a llorar, se sentía muy triste, muy cansado, ya quería poder jugar con Lucía
como lo hacía algunas tardes atrás.
Firulais muy triste se fue hacía el bosque, al lugar en donde estaba la cueva, de lejos
la vio, pero esta vez ocurrió algo extraño, se veía muy muy chiquita de lejos pero
cada vez que se acercaba la cueva se volvía más grande, pasaba exactamente lo
contrario que con la cueva anterior. Cuando Firulais llegó frente a la cueva entró,
camino y camino dentro de esta y no encontraba a Lucía así que Firulais pensó que
Lucía se había quedado dormida y decidió hacer lo mismo. Cuando Firulais se
despertó ya no veía la entrada de la cueva, empezó a ladrar muy fuerte hasta que
alguien respondió:
-¿Firulais eres tú? preguntó Lucía, Firulais ladró mucho más fuerte, empezó a
olfatear para estar junto a Lucía, pero no la encontró; Lucía también empezó a
buscarlo pero tampoco lo entraba, Firulais y Lucía decidieron dormir y a la mañana
siguiente, a la luz del sol, empezar a buscarse otra vez. Cuando amaneció, tal como
habían acordado la noche anterior, Lucía empezó a buscar a Firulais y Firulais
comenzó a buscar a Lucía, después de una hora de buscarse y no encontrarse Lucía
preguntó
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-Firulais, ¿de qué color es la cueva en dónde estás? Como Firulais no podía
responder, Lucia pregunto nuevamente, -Firulais ¿tu cueva es roja?, en ese
momento Firulais empezó a chillar, Lucía se asustó y le dijo, -Firulais si la cueva en
donde estás en verde, ladras, Firulais empezó a ladrar muy fuerte, en ese momento
Lucía empezó a llorar, cuando dejo de llorar le dijo a Firulais:
-Mi abuelita me contó una vez un cuento, trataba de dos cuevas, una era roja y la
otra era verde, debí hacerle caso a mi abuelita, siempre que me contaba esa historia
me decía que si veía cuevas en el bosque no entrara porque si entraba no podría
salir, Firulais -decía Lucía muy triste- estas cuevas están hechizadas, por eso nos
podemos escuchar pero no podemos vernos, Firulais, ya no podré ver a Thomas
reír, ni a mis papas, tampoco a mi abuelita Clemencia, ni a ti, solo podré escuchar
tus ladridos.
Lucia estaba tan triste que se quedó dormida, cuando despertó ya habían pasado
más o menos cuatro años, ella estaba por cumplir los quince años y se acordó que
su abuelita le había dicho que cuando cumpliera quince años podía pedir un deseo,
ese deseo solo se iba a cumplir si lo pedía con el corazón. Lucía no lo pensó ni un
momento, deseó poder estar con su familia, Lucía cerró los ojos fuertemente,
cuando volvió a abrirlos estaba en su habitación, Firulais estaba acostado a los pies
de la cama, Lucía salió corriendo hacia la sala, allí estaban sus papas, Milena le dijo -
Hija, ¿Por qué te demoraste tanto? ya iba a buscarte. Lucía quedó muy sorprendida,
sin embargo no respondió nada a su mamá, solo se sentó y empezó a ver la
película que estaban viendo sus papas, Thomas, su tía Manuela y su abuelita
Clemencia.
FIN
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Firulais se va y vuelve a la cueva con refuerzos.
Apenas Firulais salió de la cueva volteo a mirar a Lucía, con sus ojitos
enternecedores, con su frente fruncida, con sus orejas agachadas y con su ladrido
de lamento, todas estas cosas hicieron notar la preocupación y la angustia que lo
estaba agobiando por saber que tenía que abandonar a Lucía mientras iba a
buscar ayuda; pero no solo su rostro transmitía esa intranquilidad también cuando
giraba su mirada se acurruca colocando su mentón sobre sus patas delanteras,
todo para que Lucia le consintiera la cabeza. Luego de unos cuantos minutos de
esta demostración de cariño, Lucia le dice: -¡Ve Firulais…! Ve y busca a la abuelita
Clemencia o a la tía Manuela… ¡Apúrate porque ya tengo hambre!
Firulais se levanta rápidamente, alza su mirada y ve el bosque, a partir de ahí
comienza su misión; lo primero que hace es dejarse llevar por su olfato, pues ese
sería su arma poderosa que lo llevaría nuevamente a la casa en donde estaba la
abuelita Clemencia. Por donde iba pasando Firulais, este veía a muchas personas,
adultos, ancianos pero sobre todo niños jugando en el parque, unos en los
columpios, otros en el pasamanos, e incluso otros comiendo algodón de azúcar y
helado; como Firulais era un perrito tan bonito, en el parque dos hermanitos al
verlo andar solo y desamparado, corrieron hacia donde se encontraban sus padres
para suplicarle que lo cogieran y se los llevaran a casa para jugar con él, los
padres quisieron cogerlo porque Firulais parecía estar perdido, entonces cuando lo
iban a coger; Firulais se dio cuenta de ello y acelero muchísimo mas el paso que
llevaba, es más corrió como si fuese un conejo, luego de correr y correr hasta
dejarlos bien atrás, siguió su camino muy fatigado y cansado, Firulais decidió
descansar bajo la sombra de un árbol. Cuando se sintió mejor, Firulais siguió con
su camino y llegó por fin donde la abuelita Clemencia, rasguño la puerta con sus
dos patas y comenzó a ladrar como nunca antes lo había hecho; duró un buen
tiempo rasguñando la puerta hasta quitarle la laca que cubría la puerta blanca de
metal y sin embargo la puerta no se abría, permanecía cerrada.
Al parecer por la posición en la que se encontraba el sol, sería aproximadamente
las 3:00 pm, hora en que la abuelita Clemencia acostumbra a acostarse a dormir la
siesta; así que seguramente eso estaría haciendo, tomando su siesta que duraba
entre media a una hora; Firulais era muy inteligente así que se fue hacia la ventana
que quedaba en la parte de atrás de la casa, este ventanal algunas veces estaba
abierto porque dejaban a las plantas tomando el sol.
Por fortuna de Firulais la ventana estaba abierta pero una de las planta estaba
puesta ahí, entonces cuando él saltara la haría caer; Firulais en medio de su
desespero no le importó y decidió saltar, cayéndose y despedazándose en
pedacitos la matera en el suelo, en ese instante la abuela Clemencia se despertó
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preocupada diciendo -¿Quién anda por ahí?-, Firulais atento alzó sus orejas y se
dirige a la habitación en donde estaba la abuela Clemencia; ella al verlo le dice: -
¡Eras tú Firulais, Me asustaste!-; la abuelita sentada al borde de la cama extiende
su mano para coger las gafas de la mesa de noche, se las coloca y observa que
Firulais tiene sus patas y su pecho sucio, a causa de la tierra de las matas y le dice
-¿Qué males has hecho Firulais?-, ella se levanta enojada y mira por toda la casa
lo que Firulais posiblemente habría dañado, cuando se da cuenta que la planta que
tanto quería y le gustaba a la abuela, Firulais la había dañado, mucho más enojada
de lo que estaba, la abuelita empieza a regañarlo más fuerte, le pega con un
periódico; cuando regañaban tan fuerte a Firulais, él se iba a su casita de madera y
no volvía hasta que Lucía iba y lo consentía, pero esta vez no lo hizo, por el
contrario empezó a ladrar y a levantarse en dos patas, moviendo las patas
delanteras de arriba a abajo, tratando de avisarle la noticia a la abuela, pero ella
extrañada por las acciones de Firulais, le dice: -¡Que descarado eres… Haces
males y tras de lecho me pides comida!-; la abuelita había entendido mal las
acciones de Firulais.
La abuelita va a la cocina, trae la comida del perro y el agua, sin embargo Firulais
no come, solo toma un poco de agua y sigue tratando de llamar la atención de la
abuela Clemencia, ella al ver la intensidad de Firulais le pregunta: -¿Qué quieres
Firulais?-, Firulais mira a la abuelita y tratándole de explicar se sube al sofá de la
sala y señala con su hocico aquella foto en donde Lucía tenía apenas cinco años,
la abuela desconcertada le dice: -¿Pasa algo con Lucia?-, Firulais con sus dos
ladridos afirmó que si había ocurrido algo con ella, así que Clemencia confundida
se quedó quieta sin ni siquiera parpadear, Firulais se bajó del sofá y con sus
dientes comenzó jalarla hacia la puerta, la abuelita Clemencia reaccionó y dijo -
¡No, espera Firulais! Primero llamaré a la tía Manuela para preguntarle por la niña-
La abuelita la llamó y Manuela le contó que Lucía estaba en el parque con Firulais,
Clemencia le contó todo a Manuela, ambas estaban muy angustiadas por la
situación, la tía Manuela decidió ir y recoger a la abuelita Clemencia para que
juntas con la guía de Firulais fueran a buscar a Lucía.
Cuando llegó Manuela a la casa, emprendieron el recorrido, Firulais iba adelante
con mucha prisa, Clemencia y Manuela que iban detrás, por más que quisieran
caminar rápido no podían, la abuelita Clemencia ya tenía mucha edad y está ya no
se lo permitía, así que se demoraron el doble de tiempo de lo que se tardó Firulais
en buscar ayuda, finalmente llegaron al bosque en donde vieron a Lucia atrapada
en la cueva, lo primero que se les ocurrió fue llamar a los bomberos para pedir
ayuda, los llamaron y mientras que llegaban Lucia les contó toda la travesía por la
que le había tocado pasar, desde lo ocurrido con excremento de murciélago hasta
las inmensas rocas que le tocó sobrepasar.
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Después de mucho tiempo los bomberos llegaron, sacaron con cuidado a Lucía,
apenas Lucía estuvo fuera de la cueva se lanzó en los brazos de su abuelita, de su
tía y de Firulais, a Firulais lo alzó en sus brazos hacia el cielo y le comenzó a dar
vueltas, pronunciando en voz alta: -¡Eres la mejor compañía del mundo Firulais!-.
Fue de esta manera como Lucía logró salir y pudo volver nuevamente a casa sana
y salva.
FIN.