El documento resume un discurso en el que el autor critica la desvertebración de España debido al excesivo particularismo territorial y la falta de liderazgo ejemplar. Según el autor, José Ortega y Gasset predijo esta situación hace un siglo al señalar los peligros de los intereses particulares y la ausencia de líderes capaces. El autor cree que hace falta una sociedad civil fuerte que actúe como contrapeso al poder político y defienda la soberanía individual frente a un sistema que ha dejado sin agencia a los ciudadanos
LO QUE NUNCA DEBARIA HABER PASADO PACTO CiU PSC (Roque).pptx
Jaime González. La nueva España invertebrada
1. Quisiera agradecer antes de nada la
gentileza del Real Casino de Tenerife y de
su presidente, José Alberto Muiños, por
haberme invitado a hablar esta tarde de
junio. Invitarme a hablar una tarde de junio
en Tenerife es un peligro, porque haciendo
un uso perverso de mi oficio de periodista
suelo darle a la palabra más allá de lo que
demanda la prudencia.
Se me ocurren tantas cosas que hacer en
Tenerife antes que venir a escucharme,
que me impondré como penitencia estar a
la altura y no darle demasiado a la lengua -
por su bien y el mío-, pero les advierto que
1
2. no pienso callarme ni a subirme a lomos
del caballo de lo políticamente correcto.
Prefiero galopar sin riendas. A mi querido
amigo y compañero Bernardo Sagastume,
delegado de ASC en Canarias, le
agradezco su infinita paciencia y su estoica
perseverancia para traerme a lazo a esta
sala. Me he dejado llevar con gusto, razón
de más para que no pierda la esperanza en
que, al final, les haya merecido la pena
escucharme esta tarde de junio en
Tenerife.
2
3. La nueva España invertebrada
"Por una extraña y trágica perversión del
instinto encargado de las valoraciones, el
pueblo español, desde hace siglos, detesta
todo hombre ejemplar o, cuando menos,
está ciego para sus cualidades excelentes.
Cuando se deja conmover por alguien se
trata, casi invariablemente, de algún
personaje ruin e inferior que se pone al
servicio de los instintos multitudinarios".
La cita que les acabo de leer la escribió
José Ortega y Gasset en 1921, año en el
3
4. que, en plena decadencia nacional, el
filósofo utilizó el método de la razón
histórica para tratar de averiguar las causas
de los males de España.
Lo que surgió de aquella reflexión bañada
en pesimismo fue una obra, "La España
invertebrada", acaso el más lúcido ensayo
sobre el alma de un país que, 93 años
después, sigue mostrando el mismo rostro
que dibujó el pensador.
Ortega se consideraba un patriota no
nacionalista, si bien en sus escritos dejó
4
5. claro que su visión de España se apartaba
-y mucho- de lo que hoy cabría considerar
como un defensor del Estado centralizado y
. monolítico.
No, señores, el patriotismo de Ortega
emanaba de una concepción de España en
el que las partes -los distintos territorios-
configuran un todo: ese proyecto común
que obsesionó al filósofo. "La asociación de
mucho pueblos -dijo- forma un Estado
completo". Pero esa unión -alertó Ortega-
puede ser un espejismo si es utilizada de
manera desleal por el poder político.
5
6. Se refería Ortega al poder político defensor
de un modelo de Estado en el que los
territorios -hoy las Comunidades
Autónomas- no pudieran desarrollar en
plenitud sus particularidades: nada que ver
con los "particularismos" que él criticó con
denuedo.
Habrán comprobado que Ortega no era eso
que algunos llaman despectivamente un
"nacionalista español" o, en el colmo de la
memez intelectual, un "españolazo". Sin
embargo, aquella obra- "La España
invertebrada"- es, en buena parte, una
fotografía anticipadora de la España de
6
7. ahora, como si Ortega hubiera avistado los
fantasmas que se ciernen sobre ese alma
nacional tan propenso a mutilarse.
Veamos: /0 que /e preocupaba a/ pensador
eran -y cito textua/mente- "/as intrigas y
asociaciones parcia/es que a expensas de
/0 grande conforman una voluntad
disgregadora del Estado".
No hay que ser muy sagaz para trasladar
en el tiempo los miedos de Ortega,
desparramar/os hoy sobre /a mesa y
echarse a temblar. Si, señores, el filósofo
7
8. dibujó en 1921 el retrato en negro del país
que tenemos. ¿Qué ha pasado?
Reflexionemos juntos. Mi diagnóstico es
que la desverfebración de España se ha
producido, precisamente, por· una
concepción tan territorial de lo que somos
que ha quebrado el sentimiento de
identidad nacional, compartimentándolo en
piezas separadas que, en lugar de servir
para conformar el todo, amenazan con
provocar una implosión de consecuencias
devastadoras.
8
9. En el fondo, lo que subyace es la pérdida
de la soberanía individual. Somos víctimas
de un sistema en el que la sociedad civil -
motor esencial de cualquier democracia- ha
sido utilizada como chivo expiatorio de un
modelo en el que las personas -los
españoles- han sido reclutados como
soldados de una guerra silente en el que
los distintos poderes nos han dejado sin
conciencia crítica. O por decirlo de otro
modo: ¿Puede haber soberanía nacional
sin soberanía individual" La respuesta es:
"No".
9
10. Aún recuerdo una conferencia que
pronuncie en Asturias, mi tierra: El
presidente del Principado, el Delegado del
Gobierno y el alcalde de Oviedo pugnaban
porque saliera en su defensa y tomara
partido en medio de sus desavenencias.
Incapaz de pronunciarme, los tres unieron
sus fuerzas para preguntarme al unísono:
¿Bueno, y tú con quién estas". Mi
respuesta no contentó a ninguno: "Pues
vistas las cosas, con Jaime González, que
es de quien me fío", dije. Y ahí se acabó la
historia. O mejor dicho: ''Ahí prosiguió la
10
11. historia", porque, como dijo Ortega, los dos
grandes vicios de España son:
1) El particularismo ("cada grupo deja de
sentirse a sí mismo como parte y, en
consecuencia, deja de compartir los
sentimientos de los demás. No le importan
las esperanzas o necesidades de los otros
y no se solidariza con ellos para auxiliarlos
en su afán'').
y
2) Lo que él llamaba "ausencia de los
mejores".
11
12. Veamos: si viviere Ortega observaría un
país permanentemente invertebrado por
dos circunstancias históricas: la eclosión de
los particularismos nacionalistas y la
creciente mediocridad de nuestros
gobernantes.
Mucho se habla de nuestro modelo de
Estado: puede ser cualquier cosa, menos
solidario. No me refiero al manido tema de
las balanzas. fiscales, que eso daría para
seis conferencias, sino a la evidencia de
que la parte prima sobre el todo, con
pugnas y tensiones estériles que
alcanzaron el paroxismo del absurdo con
12
13. aquellas peleas por el agua, culmen de la
necedad política.
No hay perspectiva de conjunto, ni mirada
global, porque los ojos del poder. (allá
donde esté) no abarcan mucho más de las
lindes de su propio ombligo.
Ya que estoy en Tenerife, permítanme
arrullarme en la nostalgia recordando la
carta que Antonio Machado le escribió al
poeta canario Saulo Torón: "Sus poemas -
dijo- me traen la emoción atlántica de la
conciencia integral de España".
13
14. Qué hermosa manera de reivindicar el alma
nacional y que melancólica tristeza me
provoca contemplar como la conciencia
integral de España que emocionó a Sal/lo
Torón se desvanece por la infamia de los
aprendices de brujo que quieren
descosernos la piel común.
Fue Benito Pérez Galdós quien dijo: ''Aquí,
en la intimidad del patriotismo regional, me
permito asegurar que en nosotros vive y
vivirá siempre el alma española. Nosotros,
los más distantes, seamos los más
próximos en el corazón de la patria".
14
15. Pues sí, señores, qué quieren que les diga:
que es tiempo de suspiros. La nueva
España inverlebrada tiene, como primere
consecuencia, un efecto desverlebrador de
las personas, de su soberanía individual.
¿Dónde está la sociedad civil que debería
erigirse como contrapoder para frenar
precisamente los excesos del poder?
Ni está, ni se la espera, porque me niego a
llamar sociedad civil a esos nuevos
referentes sociales, iconos del populismo
más nocivo, que han emergido en mitad de
15
16. la crisis como si fueran líderes de barro
esmaltado dispuestos a quebrar los muros
del sistema. Esos personajes ruines e
inferiores que, citando a Ortega, se han
puesto al servicio de los instintos
multitudina rios.
Lo que nos faltaba: a la mediocridad de
nuestros gobernantes -la ausencia de los
mejores- se une ahora una pléyade de·
personajes más mediocres incluso que
tratan de erigirse en garantes de una nueva
sociedad. Gente cuya única obsesión es
derribarlo todo, construir no se sabe qué,
pero de muy malos modos.
16
17. Intelectualmente son tan vacuos que
suponen un peligro, porque tienen el
instinto del aprovechado que quiere pescar
en el río del desencanto y la desesperanza
de millones de personas sacudidas por la
crisis económica. Gente que se agarra a un
icono de barro esmaltado como último
recurso.
Cuidado, mucho cuidado. La nueva
desvertebración de España va más allá de
los intereses territoriales, mucho más allá.
17
18. En realidad, la desvertebración nacional es
fruto de esa decadencia intelectual que nos
ha dejado sin referentes, a oscuras en
mitad de un país donde las pocas luces
que iluminan la conciencia colectiva
parecen luciérnagas en un vasto desierto
. .
em oesis.
Vuelvo al prmcipio: "EI pueblo español
detesta todo hombre ejemplar o, cuando
menos, está ciego para sus cualidades
excelentes tI.
18
19. Ortega, desgraciadamente, tenía razón,
porque nuestra crisis más grave tiene una
dimensión ética, superior a la cnsis
económica, y que se traduce en la
ausencia de una conciencia crítica nacional
capaz de guiar por los cauces de la razón
el desencanto social que nos invade.
La democracia española tiene los VICIOS
propios de un país que para asentarse
compartimentó el todo en mil partes, que se
troceó en un intento de hacer de la
diversidad el motor que lo catapultara al
futuro, sin reparar en que, a fuerza de
repartirse en pedazos, se ''particularizó''
19
20. tanto que nos hemos convertido en rivales
de nosotros mismos.
¿Dónde está, señores, la visión de
conjunto, dónde la mirada global, dónde la
amplia perspectiva que permite a los
pueblos auscultarse para sanar sus
males?
Hemos sectorizado el elme y el espíritu, de
manera que la nueva desverlebración es,
en realidad, una auténtica desmembración
de España.
20
21. y no me refiero a los. territorios, sino a la
desmembración de cada uno de nosotros,
rehenes de una parlitocracia que se ha
erigido en faro de nuestras vidas para
terminar conduciéndonos a un callejón
oscuro: ahí donde los aprendices de brujo
nos han converlido en cobayas de sus
propios intereses y delirios.
Reivindico la soberanía individual, la única
que es capaz en esta hora de hacer frente
a .un sistema que no hay que derribar, sino
hacerlo habitable distribuyendo, los
espacios al servicio de las personas,
convidados de piedra de un modelo que ha
21
22. caducado 'precisamente porque ha
convertido al individuo, a cada uno de
nosotros, en piezas al servicio del sistema.
Creo firmemente en el poder de la sociedad
civil. Las democracias más asentadas son
aquellas en las que la sociedad civil se
erige como contrapoder de los distintos
poderes del Estado.
Miren a su alrededor: ¿Dónde está la
sociedad civil? Treinta y cinco años de
democracia nos han colocado delante de
una inquietante realidad: todo es poder
22
23. político, repartido entre las distintas
instituciones con criterios parlidistas.
El poder político nos ha oejedo sin espacio
porque, en la mayoría de los casos, las
asociaciones, plataformas y grupos que
ahora demandan una nueve democracia,
han sido tomadas por los parlidos,
ideologizando todo hasta la náusea.
Lo que debiera ser la expresión de la
conciencia crítica del pueblo no es otra
cosa, salvo contadas excepciones, que la
voz infiltrada del poder político,
23
24. especialmente el de una izquierda que ha
levantado mil mantras, mil mentiras o mil
verdades a medias. para arrogarse la
condición de salva dora de la propia
democracia, como si la supervivencia de la
democracia dependiera del triunfo de la
ideología de izquierdas.
Por mucho que se haya estrellado contra el
muro de su falta de ideas, la izquierda
sigue ahí, ocupando los espacios de una
sociedad civil impostada que ahora se
levanta de la mano de nuevos líderes
urbanos que abrazan el populismo más
. ..
nocivo y reecctoneno.
25. y como "España, ya lo dijo Oriega, se deja
fácilmente conmover por personajes
inferiores que se ponen 6,1 servicio de los
instintos multitudinarios", los tenemos ahí,
aclamados en las tertulias televisivas,
venerados por la masa como si fueran "Ios
mejores".
No lo son, pero han sabido pescar en el
desánimo que nos invade aprovechándose
de lo que somos: una sociedad sin
conciencia crítica fruto de un
adocenamiento sistemático que ya dura
varias décadas.
25
26. La corrupción parece haber colmado el
vaso de la paciencia ciudadana, pero los
ciudadanos son incapaces de reparar en
que la corrupción que nos invade es fruto
de un sistema sin contrapoderes reales, un
modelo donde el poder político hace y
deshace -se lo guisa y se lo come- porque
nuestra democracia se construyo en torno
a los partidos y no a los individuos.
Por eso, insisto de nueve): ¿Puede haber
soberanía nacional sin soberanía
individual? No, no y no.
26
27. Si supiéramos hacer de la necesidad virtud
y aprovechar la de¿adencia que se respira
I
para regenerar la estructura del sistema, a
lo mejor habría merecido la pena tanto
sacrificio, pero lo peor es que Ortega tenía
razón: "El pueblo español detesta a todo
hombre ejemplar o está ciego para sus
cualidades excelentes".
Obviamente, en la política hay mujeres y
hombres con cualidades excelentes. Sería
estúpido por mi parte pretender demonizar
a toda la clase política. Estúpiao y falaz.
27
28. Pero no emergen por lo mismo que no ha
logrado emerger la sociedad civil.
El esquema se repite: si el poder político ha
ocupado los +:de la sociedad civil,
las estructuras de lée partidos políticos han
apagado la voz dr quienes hoy podrían
tener mucho que decir: rnucho y distinto,
porque el diagnóstico de los males de
España que dictan los pertkios responde a
esa oficiosidad ideológica que los vuelve
insoportablemente predecibles, tristemente
vacuos, clamorosamente aburridos a la
hora de resolver los problemas del
conjunto, cuando no profundamente
28
29. sectarios para buscar el bien común,
desgarradamente egoístas, de una hiriente
vileza cuando son incapaces de mirar más
allá de las lindes de su ombligo y se
parapetan detrás del territorio para marcar
una línea en el suelo y gritar "de aquí para
allá esto es nuestro", mutilando el todo,
amputando el alma colectiva, eso que
Antonio Machado llamó "conciencia integral
de España" cuando alababa los
hermosísimos poemas del canario Saulo
Torón.
Qué pena y qué desgracia. Y qué rabia que
no se conozca a Saulo Toron. O a Josep
29
30. Plá. o a Álvaro Cunqueiro. y si me apuran,
que lástima que los "Episodios Nacionales"
de Benito Pérez Galdós -quien desde su
patriotismo canario cinceló como pocos el
alma española-, no sirvan como hoja de
ruta para encontrar el camino que nos
saque del túnel.
Torón, Plá, Cunqueiro, diseñaron con la
palabra los caminos del alma de España y
nos invitaron a una peregrinación colectiva
que abandonamos en les primeras etapas,
forzados por las fronteras interiores del
peor nacionalismo: el que se ha empeñado
en levantar identidades necioneles como
30
31. diques, muros que achicaron los caminos
comunes para ensanchar los senderos de
su ombligo -carreteras sin salida- y romper
el GPS de España, una nación que
necesita urgentemente un navegador que
nos conduzca de manera segura.
La desvertebración de España repercute en
nuestro estado de ánimo, tan propenso a la
flagelación del prójimo y tan
condescendiente con los errores propios,
sin reparar en que el prcjtmo y nosotros
somos exactamente lo mismo, como si
hubiéramos arrancado de cuajo las raíces
de nuestra memoria histórica y renunciado
3
32. al espíritu colectivo que nos permitió
levantarnos tantas veces cuando
estábamos vencidos.
Ese espíritu colectivo yace hoy bajo el peso
de espíritus menores que nos mantienen
tendidos, como si España hubiera sido
obligada a devorarse a sí misma en una
atroz mutilación al servicio de los
particularismos que denuncio Ortega y que
nos han convertido en un país menguante
de seres menguantes, incapaces de
afrontar su destino de rnanera común y
solidaria. "Por una extraña y trágica
perversión del instinto encargado de las
32
33. valoraciones", los espeñoles solemos
confundirnos a la hora de afrontar el futuro
y solo reaccionamos cuando presentimos el
abismo, pero solemos tardar en presentir el
abismo obligándonos a una penitencia de
esfuerzos heroicos.
Abomino el teteusmo y creo tanto en la
I
regeneración de España que mis últimos
minutos serán un canto a la esperanza, un
antídoto contra el desestimiento, un chute
de autoestima que no es le expresión de un
deseo, sino la constatación de que somos
tan grandes que, aún des verleb rados,
podemos recuperar el alma y el tiempo
33
34. perdidos. ¿Cómo? Tal vez hay que tomar
perspectiva y mirar desde Canarias lo que
somos: "Nosotros, lo más distantes,
seamos los más próximos en el corazón de
la patria", digo Galdós. Ahí está la clave: no
hay distancias afeetivas, porque si todos y
cada uno de nosotros nos sometiéramos a
las pruebas de la ADN, todos y cada uno
de nosotros, en Canarias, Asturias,
I
Cataluña, Medrid , o €~I País Vasco,
tendríamos el mismp material genético, una
demostración irrefutable de que siendo tan
distintos por tuere; somos idénticos por
dentro.
34
35. Ojalá no haya que esperar a esa llamada
de la sangre que, al borde' del abismo, nos
une siempre indefectiblemente. Ojalá no
haya que presentir el peligro para sentir la
conciencia integral de España. ¿Qué es
España? Gente que sufre y que padece, sí,
pero también gente que es capaz de unirse
por una mera cuestión de supervivencie.
j
Gente que conforma el latido de una
sociedad civil que, ~dormecida, despertará
sin duda para 1vitar que los brujos
visitadores vengan de noche a cercenar los
sueños comunes de un pueblo que -estoy
seguro- terminará por derse cuenta de que
36. este país está lleno de hombres con
cualidades excelentes. Y que despreciará
por su propio interés a esos personajes
ruines e inferiores que, como señaló
Ortega, gozan hoy del efímero
reconocimiento de una sociedad perdida.
Lo que no dijo Ortega es que España duele
porque sigue viva, porque cada vez que se
lame las heridas, encuentra en el otro la
parte perdida de eJe todo que conforma la
conciencia cotectb/e die una nación
I
acostumbrada a vivir en el borde mismo del
abismo.
36
37. Al límite siempre, pero siernpre a tiempo de
mirarse en ese espejo qUE~nos muestra el
espanto que sería rompernos
definitivamente para siempre. Váyanse
tranquilos: eso no ocurrirá nunca.
Muchas gracias.
37