1. A! B C. M ' A R T E S IO D E F E B R E R O D E 193'í E D I C I Ó N . D E A N D A L U C Í A . P A G . S i
ees indispensable, como, lo es hoy, aquel j u i -
cio de revisión practicado por el pueblo en
funciones soberanas, mediante el sufragio.
A n t e el problema de las constituyentes sen-^
tía y o el temor de que el Parlamento no p u -
diera desde el p r i m e r día consagrarse t a m -
bién'a las cuestiones económicas y financi.e-
ras más urgentes—'moneda, crisis de la "cie-
r r a , paralización del trabajo, transformación
del presupuesto, etc. P e r o este temor h?. sido
y a desvanecido por los llamados consttucio-
ñalistas, afirmándome la simultaneidaü nece-
saria de todas aquellas cuestiones, 'en unas,
Cortes futuras, con los problemas puramente
políticos. Quedía, pues, l a cuestión^ reducida
a proporciones meramente formularlas y pro-
cesales que sólo en algunos extremos podrá
requerir u n a explicación más concreta entre
cuantos estamos, y estábamos ya, desde lue-
go, conformes en-Ja necesidad inexcusable del
susodicho voto popular. N o ahondo hoy
en ellos, por no ser preciso de momento y
para no alargar desproporcionadamente esta
nota.
E l hecho mismo de que los señores m a r -
qués de A l h u c e m a s y conde de Romanon.es
hayan aceptado el principio constituyente,
aunque haciéndole pasar por el trámite pre-
v i o de otras Cortes ordinarias, extiende to-
davía más el área de tal solución en l a vida,
política nacional, y a que tampoco creo que
hubieran de repugnarlo los partidos diversos.;
de Cataluña, n i los provincialistas de Galicia.
N o queda fuera de ella sino la derecha his-
tórica conservadora, harto menguada s i n l a
autoridad del S r . Sánchez G u e r r a . B i e n difí-
cil será en tales condiciones' persuadir a n i n -
g ú n espíritu desapasionado y previsor, de
l a conveniencia de aplazar, y menos de e m -
barullar, para u n mañana incierto, lo que/hoy
todavía, expuesto con claridad y cumplido
con lealtad, pudiera ser una solución nor-
m a l a l problema español más i agudo y a-ar-
mante.
E l mensaje de Lerroux
E n estos mismos días se h a publicados en
la P r e n s a de París u n " M e n s a j e de l o s í r e -
publicanos españoles al pueblo francés". L o
firma D . A l e j a n d r o L e r r o u x . T r a d u z c o de él
literalmente algunas de sus afirmaciones p r i -
marias. " L o s republicanos e s p a ñ o l e s — d i c e —
son revolucionarios por necesidad, no por
temperamento. L o son por a m o r a l Derecho
y a l a L i b e r t a d , no por amor romántico de las
tragedias que engendra toda revolución. C r e o
sinceramente que si u n poder cualquiera l l a -
m a r a al pueblo á las urnas, si por medio del
sufragio universal el país designara los re-
presentantes encargados de elaborar u n a
Constitución, l a revolución que hierve ame-
nazadora e irresistible en las entrañas de l a
nación sería automáticamente conjurada."
Recojo para España l a autorizada palabra
del jefe radical, conforme también con lo
que tantas veces hemos leído a los escritores
socialistas, y es l a política de su partido en
el mundo entero.
Y pregunto ahora, en público:
¿ Q u é garantías necesitan los republicanos
y los socialistas españoles para acudir a unas
elecciones ?
Convocadas éstas en condiciones como las
que he^ trazado, y que excluyan en absoluto la
posibilidad de una superchería, ¿ renunciarían
según parece lógico y se desprende de las
frases del S r . L e r r o u x , al empleo de l a cons-
piración y de la violencia para imponer una
solución política, que ha de brotar-—yo así
lo pienso también—sea la que sea, del voto
de los electores, no del pronunciamiento n i de
l a dictadura, conservadores o revoluciona-
rios, a la italiana o a la rusa?
Sólo si los republicanos y los socialistas no
dieran n i aceptaran fórmula ninguna para
la_ lucha legal; sólo si d i o s proclamaran en
público su adscripción exclusiva a los proce-
dimientos revolucionarios, creería yo en se-
mejante absurdo y en el retroceso de cin-
cuenta años a l a teoría consiguiente de los
partidos legales e ilegales. L o único que no
acepto, n i podría aceptar, en el Gobierno o
fuera del Gobierno, ningún espíritu liberal y
democrático—diría que ningún ; hombre . de
este siglo, sea el que fuere su apellido políti-
co—sería l a institución de.la violencia como
fuente de Poder, en un momento constitu-
yente. E n M o s c o u y en R o m a sí se habla tal
lenguaje. N o dudo que no será el de los re-
publicanos y los. socialistas españoles, y que
la declaración en París del S r . L e r r o u x ten-
drá pronto en España los necesarios desen-
volvimientos.
L a n a c i ó n , soberana
E s c r i b o como lo hago en este documento,
cumpliendo escuetamente m i deber de ciuda-
dano. N o por el R e y n i por la República,
sino por España, por la L i b e r t a d y por nues-
t r a dignidad ante el mundo. Y a es h o r a de
que pongamos término a la incertidumbre y a
l a convulsión, al descrédito en el exterior y
a la alarma en el interior, sometiéndonos to-
dos de antemano a la voluntad nacional, ge-
nuinamente expresada y honradamente respe-
tada "en una magna contienda civil que conr
mueva hasta el fondo de la conciencia españo-
la. N a d i e podrá permanecer retraído, a menos
de complicarse por pasividad e n los daños f u -
turos, si los hubiese. Y si el resultado con-
sagra una l e g a l i d a d — l a que sea—siempre,
claro es, conditeionada y regulada por las
nuevas normas constitucionales, a votar i n -
mediatamente en el Parlamento, se habrá
cumplido el ideal sustantivo de una democra-
cia y tendremos y a todos los españoles una
órbita común en que intervenir, por el pen-
samiento y la palabra, sin derecho a invocar
nadie la violencia, contra u n régimen que no'
sería de los unos o de los otros, sino de l a
nación actuante v soberana."
L o escribí así y a en j u n i o . L o repito hoy,
con el alarido hiriente de quien advierte a
alguien que v a a lanzarse al abismo... M a n -
tenga cada cual el ideario y la significación
que le sean propios. C o m o he dicho antes de
ahora, no se trata de captar a nadie, sino
de concertar a la luz del día reglas y modali-
dades que garanticen desde luego l a pureza,
l a solemnidad y la eficacia d e l , g r a n C o m i d o .
N o soy candidato
. . . D i c h o lo dicho, fácil será adivinar la
conclusión que me resta. N o puedo, 110 debo
cooperar, no siento deseo alguno de. hacerlo,
a las elecciones convocadas por el Gobierno
Berenguer. N o esperarían de mí otra con-
ducta l o s q u e me leyeron en junio, n i los que
en la intimidad me h a n oído desde entonces
muchas veces. N o soy directa n i indirecta-
mente responsable de la situación creada, n i
he de serlo tampoco de la que, se ve llegar.
N o tenge partido, que disolví apenas surgido
el golpe ele Estado, n i me anima afán algu-
no de reconstiuírle. S o y simplscmente un es-
pañol, u n demócrata, un defensor de l a d i g -
nidad del Poder, a quien por serlo tanto des-
tacó la infame persecución de la dictadura
P r i m o de R i v e r a , durante el período de los
seis años indignos. N o me alcanzan, pues,
los miramientos que hace y a muchos pre-
ocupaban al insigne P r i m , al disertar sobre la
abstención electoral de los partidos. Y o no
impongo'nada a nadie, entre los que fueron
mis amigos políticos o figuran dentro de ele-
mentos sociales que me han honrado con su
simpatía y su c o n f i a n z a e n los últimos tiem-
pos. Obre cada cual según.su conciencia y su
ideal le dicten. Sólo a los míos me entrego,
sin otro afán que el de servir c e c t a y des-
interesadamente a España, en lo-que.me res-
te de vida.
_ N o creo que respondería aiellos, n i servi-
ría a m i P a t r i a , prestándomela colaborar con
desgana en un Parlamento así preparado y
convocado, y del que por lo m i s m o ningún
fruto provechoso espero para V pacificación
y l a . normalización de la vida.¿española. S i n
los republicanos, sin los socialistas, sin los"
constitucionalistas, sin l a nueva generación
intelectual que representa en nuestro país,
como en todos, el espíritu de renovación, más
o menos vehemente y atropellador a veces,
pero indispensable para el progreso en las
. ideas, en los hombres y en los procedimien-
tos, ¿ qué van a ser esas Cortes, digan lo que
quieran las notas o los decretos ministeriales,
entregadas por entero al soliloquio de los
cuadros de algunos de los partidos monár-
quicos históricos ? ¿ Quién v a a interpretar
l a protesta nacional y la acusación contra l a
dictadura, en términos que respondan a l a
dinámica parlamentaria, sólo creadora y jus-
ticiera cuando se produce el choque de las
ideas y de l a crítica? U n Parlamento en el
que aquélla no resuene centelleante, será to-
do menos u n órgano de avance evolutivo en
la H i s t o r i a de España. Seguirá sordamente
acumulándose electricidad en la atmósfera,
pero no llegará a asomar el cielo azulado des-
pués de la tormenta. Resonarán los discursos
y los votos como en una tumba, no como en
un aréópago. Seguirá España esperando, en
vez de comenzar inmediatamente a recons-
tituirse...
Desgracia o torpeza, el caso es el mismo
y la realidad notoria. Salvo todas las inten-
ciones. L a situación no deja lugar a dudas, a l
menos para mí, en su actual posición y con los
antecedentes que he expuesto. P o r ello digo,
en conclusión, con palabras sencillas, pero
diáfanas, que 110 seré candidato en las elec-
ciones convocadas por el decreto de hoy. P i d o
a_ D i o s que me ofrezca ocasiones más propi-
cias de resultar útil a m i P a t r i a . S i ellas se
presentan, no regatearé m i sacrificio, n i pre-
cisaré siquiera que nadie me excite a com-
parecer—sin ruido y sin precio-—en M a d r i d
y en España. P e r o me adelanto a todas las
malicias, que y a asoman, pensando en alta
voz que 110 es éste m i momento, y que son
otros nómbreselos que, con plenitud de me-
dios, y en la integridad de sus colaborado-
res y de sus orientaciones propias, deben go-
bernar. M i apoyo desinteresado, desde fuera
del Poder, no ha de faltarles en su día.—San-
tiago Alba.
París 8 de febrero de 1031
U N M A N I F I E S T O D E
D O N f O S E O R T E G A
GASSET. - D O N - G R E G O -
RIO M A R A Ñ O N Y D O N
R A M Ó N P É R E Z D E
. ' A Y A L A .
D. Gregorio Marañan,. D. Ramón Peres
de Árala y D. José Ortega y Gasset, se di-
rigen a sus conciudadanos, especialmente a
los de profesión intelectual, en un manifiesto
que la censura lia tenido vedado -unos días, no
sabemos por qué,, si no es con el mal fin de
prepararle una expectación contraproducente.
El manifiesto, correctamente ajusladó • a la
ley y a la dignidad de sus firmantes, sin ex-
tralimitación alguna de concepto de forma,
sin la fraseología mal sonante o cursi de otras
proclamas de este género, no dice nada que
pueda suscitar ningún efecto sobre la opi-
nión pública, ni probablemente lo han preten-
dido los párrafos de vaga generalización en
que encierra el juicio sumarísimo de la Mo-
narquía y el programa rosicler de la Repú-
blica. Es una circular de reclutamiento y el
anuncio de una propaganda, para la que re-
servan los triunviros, el esfuerzo, seguramen-
te dmirable, de su crítica y de su apostola-
do. Quisa los autores del manifiesto, con la
conciencia de su fama y su poder, han queri-
do también, que sea un acto de. autoridad y lo
destacan uniendo sus tres nombres ilustres,
sin más compañía, en solemne comparecen-
cia ante la nación y ante la historia.
, Los Sres. Marañan, Peres de Ayala y Or-
ABC SEVILLA (Sevilla) - 10/02/1931, Página 17
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