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Métodos de investigación
clínica y epidemiológica
Página deliberadamente en blanco
Métodos de
investigación clínica
y epidemiológica
4.ª edición
Josep M.a
Argimon Pallás
Doctor en Medicina y Cirugía
Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública
Master of Science (M. Sc) en Epidemiología
Master of Science (M. Sc) en Atención Sanitaria basada en la evidencia
Servicio Catalán de la Salud
Josep Jiménez Villa
Doctor en Medicina y Cirugía
Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria
División de Evaluación de Servicios Sanitarios. Servicio Catalán de la Salud
ERRNVPHGLFRVRUJ
Primera edición 1991
Segunda edición 2000
Tercera edición 2009
Cuarta edición 2013
© 2013 Elsevier España, S.L.
Travessera de Gràcia, 17-21 - 08021 Barcelona, España
Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.)
Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores,
traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores...). El principal beneficiario de
ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido.
Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y
contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el
precio de las ya existentes.
Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual.
Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el
consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción,
fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación de
almacenaje de información.
ISBN: 978-84-8086-941-6
Depósito Legal: B. 21.497-2012
Coordinación y producción editorial: Fotoletra S.A.
Advertencia
La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precau-
ciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias
a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos
y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los
últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar la
dosis recomendada, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones.
Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más
indicado para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada
caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por
los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del
contenido de esta obra.
El Editor
v
Presentación............................................................ix
Parte I. Principios generales
de investigación
	 1.	 El proceso de la investigación clínica y
epidemiológica..............................................3
	 2.	 Bases metodológicas de la investigación
clínica y epidemiológica...............................7
	 3.	 Ética e investigación....................................15
Parte II. Tipos de estudio
	 4.	 Clasificación de los tipos de estudio.........29
	 5.	 Estudios experimentales I:
el ensayo clínico aleatorio..........................33
	 6.	 Estudios experimentales II:
otros diseños................................................49
	 7.	 Estudios de cohortes...................................64
	 8.	 Estudios de casos y controles.....................74
	 9.	 Estudios descriptivos...................................87
	
10.	 Revisiones sistemáticas...............................97
Parte III. Elaboración del
protocolo de estudio
	
11.	 Protocolo de investigación.......................109
	
12.	 Objetivo del estudio..................................113
	
13.	 Variable de respuesta.................................121
	
14.	 Población de estudio.
............................... 135
	
15.	 Tamaño de la muestra.
............................. 142
	
16.	 Muestreo.................................................... 155
	
17.	 Formación de los grupos
de estudio..............................................163
	
18.	 Medición de variables.............................. 173
	
19.	 Selección y definición
de las variables........................................ 181
	
20.	 Diseño de cuestionarios.......................... 188
	
21.	 Validación de cuestionarios.
.................... 200
	
22.	 Estrategia de análisis.
................................. 211
	
23.	 Sujetos a incluir en el análisis..................221
	
24.	 Gestión del estudio.
.................................. 232
	
25.	 Solicitud de ayuda
para la financiación.................................. 242
Parte IV. Interpretación
de resultados
	
26.	 Interpretación de resultados.
................... 249
	
27.	 Papel de la estadística.
.............................. 253
	
28.	 Potencia de un estudio.
............................ 265
	
29.	 Sesgos......................................................... 272
	
30.	 Confusión y modificación
del efecto.
.................................................280
	
31.	 Inferencia causal....................................... 292
	
32.	 Aplicabilidad práctica
de los resultados....................................... 298
Parte V. Publicación
	
33.	 Comunicación científica..................... 311
	
34.	 El artículo original.....................................316
Índice
vi
Índice
Anexos
Anexo 1
Medidas de frecuencia...................................327
Anexo 2
Medidas de asociación.
..................................333
Anexo 3
Sensibilidad y especificidad..........................339
Anexo 4
Análisis de la concordancia.
..........................345
Anexo 5
Medidas del efecto de un
tratamiento......................................................350
Anexo 6
Análisis de una revisión sistemática.
............353
Anexo 7
Guía para la elaboración
de un protocolo de estudio.
..........................358
Anexo 8
Cálculo del tamaño de la muestra
en situaciones especiales............................... 361
Anexo 9
Elección de la prueba estadística..................364
Tablas
Tabla A
Número de sujetos necesarios
para la estimación de una proporción
(variable cualitativa).
.......................................371
Tabla B
Número de sujetos necesarios
para la estimación de una media
(variable cuantitativa)....................................372
Tabla C
Número de sujetos necesarios en cada
grupo de estudio para la comparación
de dos proporciones. P1 corresponde
a la proporción menor de las dos que
se comparan....................................................374
Tabla D
Número de sujetos necesarios en cada
grupo de estudio para estimar un riesgo
relativo (RR)....................................................385
Tabla E
Número de sujetos necesarios en cada
grupo de estudio para estimar una
odds ratio (OR).
................................................388
Tabla F
Número de sujetos necesarios en cada
grupo de estudio para la comparación
de dos medias mediante la prueba de
la t de Student-Fisher.....................................390
Tabla G
Número de sujetos necesarios en cada
grupo en estudios de equivalencia...............393
Tabla H
Número de sujetos necesarios para
la estimación de la concordancia
intraobservador.
..............................................395
Tabla I
Número de sujetos necesarios para la
estimación de la concordancia intra
e interobservador............................................395
Tabla J
Número de sujetos necesarios para
estimar una asociación entre dos
variables cuantitativas mediante
el coeficiente de correlación
de Pearson.......................................................396
Tabla K
Número de sujetos necesarios por grupo
para detectar una determinada razón
de riesgos en estudios que utilizan
análisis de supervivencia...............................397
Tabla L
Números aleatorios.
.......................................398
Índice alfabético.............................................399
vii
Índice
Contenido Online
Casos estudio
Glosario de términos en español e inglés
Preguntas abiertas de cálculo
Preguntas con respuesta verdadero/falso
Preguntas de múltiple elección
Presentaciones didácticas
Página deliberadamente en blanco
ix
Es un placer para nosotros presentar la cuarta edición de la obra Métodos de investigación,
cuya primera edición se publicó hace más de 20 años. La idea de escribir un libro surgió
a partir de la experiencia de realizar diversos cursos de metodología de la investigación
dirigidos a profesionales sanitarios. En aquella primera edición pretendimos escribir un
texto sobre fundamentos del método científico que fuera útil para los profesionales que se
inician en el campo de la investigación en ciencias de la salud. Con esta filosofía intentamos
que el libro fuera lo más sencillo y didáctico posible, centrado en los pasos que se siguen
para elaborar un protocolo de investigación, pero a la vez riguroso, como corresponde a
un libro de método.
En la segunda edición, se incorporaron nuevos temas, aunque intentando no perder el
espíritu de la primera, con la pretensión de que fuera útil, no solamente para los profesio-
nales que se inician en la investigación, sino también para aquellos con experiencia previa
en este campo, y para los que quieran aumentar sus capacidades para leer e interpretar
críticamente un artículo científico.
La tercera edición incorporaba nuevos temas que iban adquiriendo una importancia
mayor en el área de la investigación clínica y epidemiológica, como los aspectos éticos y
las revisiones sistemáticas de la literatura científica como herramienta útil para la toma de
decisiones. También trataba con mayor profundidad algunos temas de especial relevancia,
como por ejemplo los estudios experimentales, que pasaban a ocupar dos capítulos.
Esta cuarta edición consolida las anteriores. Su hilo conductor continua siendo la elabo-
ración de un protocolo de estudio, de forma que aquellos profesionales que se enfrentan
al reto de diseñar una investigación puedan seguir paso a paso sus distintas fases, desde los
planteamientos iniciales y la definición del objetivo hasta la planificación de la estrategia
de análisis. Además de revisar todos los contenidos, especialmente algunos relacionados
con la gestión del proyecto, se ha incluido un nuevo capítulo dedicado específicamente a la
variable de respuesta dada su importancia y la creciente utilización de variables subrogadas
y combinadas en investigación clínica, aspecto que requiere realizar consideraciones
especiales. También se han revisado en profundidad y ampliado los aspectos relacionados
con los estudios de equivalencia y no-inferioridad, cada vez más frecuentes, que presentan
algunos elementos diferenciales relevantes en relación con los estudios habituales de
superioridad, especialmente en la determinación del tamaño de la muestra o la inter-
pretación de sus resultados.
Las páginas dedicadas a la interpretación de resultados suponen una parte importante
del libro, ya que un investigador debe ser capaz de discutir honestamente sus hallazgos, y
los profesionales sanitarios deben poder leer y evaluar críticamente la literatura. Con estas
finalidades se presentan los aspectos relacionados con las posibles limitaciones de la validez
y la aplicabilidad práctica de los resultados.
Con la finalidad de mantener la utilidad práctica del estudio, los conceptos teóricos
se ilustran con más de 300 ejemplos, muchos de ellos revisados y actualizados, que se
diferencian en el texto para no entorpecer la lectura de los capítulos.
Presentación
x
Presentación
Como en ediciones anteriores, agradecemos a los profesionales que han participado en
nuestros cursos, tanto presenciales como a distancia, sus comentarios y sugerencias, así
como al Dr. Amando Martín Zurro, que constantemente nos anima a mantener actualizada
esta obra.
Los autores
Barcelona, 2012
Parte	 | 1 |
Principios generales de investigación
1	 El proceso de la investigación clínica
y epidemiológica  3
2	 Bases metodológicas de la investigación
clínica y epidemiológica  7
3	 Ética e investigación  15
Página deliberadamente en blanco
Capítulo	 | 1 |
3
© 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
El proceso de la investigación clínica
y epidemiológica
En la práctica de la medicina, el profesional sanitario
debe tomar múltiples decisiones sobre la atención
a sus pacientes, para lo cual necesita disponer de
información de diferente naturaleza: cuál puede
ser la causa de su problema, cuál es su pronóstico,
qué estrategia diagnóstica es la más adecuada, qué
tratamiento es más eficaz en su situación, qué infor­
mación y recomendaciones puede proporcionarle
para mejorar su estado de salud, etc. Además de
tomar en consideración factores como las necesida­
des y preferencias de los pacientes o las prioridades
y recursos que tiene a su alcance, el profesional debe
basar sus decisiones en información (evidencia)
válida sobre los efectos de las distintas alternativas
de actuación. La principal fuente de estas evidencias
es la investigación clínica y epidemiológica.
Cada vez existe una mayor presión desde todos
los ámbitos para pasar de un proceso de toma de
decisiones basado en la tradición, la autoridad o las
opiniones de los profesionales considerados exper­
tos, a un modelo basado en evidencias científicas
explícitas y contrastables empíricamente, proceden­
tes de la investigación rigurosa, que conduzcan a
la obtención de pruebas más objetivas (medicina
basada en la evidencia).
Por tanto, la investigación biomédica es necesaria
para el progreso de la medicina, ya que proporciona
las pruebas en que basar la práctica clínica y me­
jorar la calidad de la atención que se presta a los
pacientes, y permite obtener información sobre la
utilidad y eficacia de los procedimientos diagnós­
ticos, terapéuticos y preventivos, así como sobre la
etiología, la fisiopatología y los factores de riesgo de
las enfermedades y problemas de salud.
La investigación supone también un valor aña­
dido tanto para los profesionales (prestigio profe­
sional y social, estímulo intelectual, sentimiento
de pertenecer a una élite, posibilidad de colaborar
con otros colegas y otros profesionales expertos
interesados en los mismos temas, etc.) como para
los pacientes (beneficios derivados de los resultados
de las investigaciones, mayor calidad de la atención,
administración de intervenciones más efectivas,
mayor supervivencia, mayor calidad de vida, etc.),
para la comunidad (mejora de la situación de sa­
lud, aumento de la esperanza de vida, etc.) y para
el propio sistema sanitario (mayor calidad y eficacia
de sus actuaciones, mayor eficiencia en el uso de los
recursos, etc.).
Método científico
El objetivo de cualquier ciencia es adquirir cono­
cimientos desde una perspectiva que intenta no
abordar solamente acontecimientos y situaciones
aisladas, sino la comprensión de fenómenos des­
de una óptica más generalizada. El problema es
elegir un método adecuado que permita conocer
la realidad, entendiendo como tal la referida a un
determinado problema, evitando catalogar conoci­
mientos erróneos como verdaderos. Es precisamente
mediante la aplicación formal de los procedimientos
sistemáticos que componen el método científico
cómo el investigador pretende comprender, explicar,
predecir o controlar determinados fenómenos.
Investigar es algo más que recoger y almacenar
información. La investigación nace de la curiosidad
y de las inquietudes personales, de la observación
de hechos sin explicación lógica aparente o que
contradicen las teorías aceptadas. Pero en todos los
casos requiere establecer hipótesis y objetivos con­
cretos y utilizar instrumentos de medida precisos
y reproducibles con una metodología que permita
4
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
contrastar empíricamente dichas hipótesis y rechazar
o aumentar el grado de corroboración de las teorías
aceptadas en ese momento.
Una investigación es un proceso sistemático, orga­
nizado y objetivo, destinado a responder a una pre­
gunta. El término sistemático significa que se aplica el
método científico (fig. 1.1), de manera que, a partir
de la identificación de un problema y la revisión de
los conocimientos existentes, se formula una hipóte­
sis, se define el objetivo del estudio y se recogen unos
datos según un diseño preestablecido, cuyo análisis
e interpretación conducen a unas conclusiones, la
difusión de las cuales permitirá modificar o añadir
nuevos conocimientos a los ya existentes, iniciándose
entonces de nuevo el ciclo. Por organizado se entiende
que todos los miembros de un equipo investigador
siguen un mismo protocolo de estudio y aplican las
mismas definiciones y criterios a todos los partici­
pantes, actuando de forma idéntica ante cualquier
duda. La palabra objetivo indica que las conclusiones
que se obtienen no se basan en impresiones subjeti­
vas, sino en hechos que se han observado, medido y
analizado, intentando evitar cualquier prejuicio en
la interpretación de los resultados.
El control de las condiciones de investigación es
un elemento clave del método científico. Sin embar­
go, los problemas que interesan a los investigadores
son fenómenos complejos y difíciles de medir, que
suelen representar los efectos de múltiples factores.
Si se pretende aislar las relaciones entre fenóme­
nos, el científico debe intentar controlar los factores
que no están siendo investigados de forma directa,
lo que resulta más difícil de conseguir en el mundo
real que en un laboratorio. Por ello, el método cien­
tífico aplicado a la investigación en seres humanos
no solamente presenta limitaciones morales y éticas,
dada la dificultad de controlar los múltiples factores
que pueden influir, la complejidad del ser humano
como objeto de investigación y los problemas de
medición de algunas de sus funciones.
El resultado de la investigación es conocimiento,
pero para que el conocimiento generado por un
estudio pase a formar parte de la ciencia, es necesario
que se presente a la comunidad científica en una
manera que permita juzgar su validez de una forma
independiente. Así, las ideas producto de la intui­
ción, la inspiración o la imaginación tienen un alto
grado de subjetividad y suelen ser poco fiables. Para
cruzar la frontera de la ciencia, deben trasladarse
a un proyecto de investigación, que es evaluado por
un comité independiente que se encarga de excluir
aquello que no tiene sentido o que no puede con­
siderarse ciencia. Si el proyecto pasa este filtro y la
investigación se lleva a cabo, debe pasar otro, que es
el de su revisión por expertos para decidir si tiene la
calidad y el interés suficientes para ser publicada y
poderse difundir entre la comunidad científica. Las
publicaciones secundarias y la elaboración de revi­
siones suponen un nuevo filtro, ya que seleccionan
los mejores estudios y permiten contrastarlos con
otras investigaciones. El paso del tiempo y la expe­
riencia en la aplicación de los resultados se encargan
de cribar los que pasan a formar parte del cuerpo de
conocimientos vigente (fig. 1.2).
Por tanto, una adecuada gestión del conocimiento
debe pasar por la promoción de la investigación útil
(producción de información orientada a la resolu­
ción de las incertidumbres asociadas a problemas de
salud concretos), su adecuada diseminación (trans­
ferencia del conocimiento a la práctica profesio­
nal) y la formación de los profesionales sanitarios
(capacitación técnica para interpretar, comunicar,
compartir y utilizar dicho conocimiento). Sin un
adecuado fomento de estos aspectos, difícilmente
la investigación tendrá el impacto esperado en la
práctica de la medicina.
Figura 1.1   Ciclo del método científico.
5
Capítulo
El proceso de la investigación clínica y epidemiológica | 1 |
©
Elsevier.
Fotocopiar
sin
autorización
es
un
delito.
Proceso de investigación
La investigación no es una actividad especialmen­
te difícil, aunque requiere una actitud crítica y la
capacidad de pensar con claridad y de una forma
organizada, a la vez que ayuda a desarrollarlas. Al
contrario de lo que muchos suelen creer, no necesita
un extenso conocimiento de técnicas experimentales
ni estadísticas, ni el dominio de un amplio vocabu­
lario especializado.
El cuadro 1.1 resume los diez aspectos más im­
portantes que un investigador se plantea y que le
servirán de guía en el proceso de elaboración de un
proyecto de investigación.
La investigación se inicia a partir de la identifica­
ción de un problema o la generación de una buena
idea, definiendo la pregunta concreta a la que el
estudio pretende responder, expresada habitual­
mente en forma de hipótesis de trabajo o de obje­
tivo específico. Es importante que el investigador
sea capaz de justificar, a partir de una revisión de
la situación del conocimiento sobre el tema y del
establecimiento del marco teórico adecuado, la rea­
lización del estudio, valorando su pertinencia y su
viabilidad. El diseño de la investigación implica, en
una primera fase, la selección del tipo de estudio más
adecuado para responder a la pregunta planteada y
la construcción de su estructura básica. Posterior­
mente se concretarán los aspectos relacionados con
Figura 1.2   Filtro del conocimiento.
Cuadro 1.1  
Principales aspectos
que se plantean en relación
con una investigación
	 1.	 Definir la pregunta con claridad
	 2.	 Escoger el diseño idóneo
	 3.	 Seleccionar la población de estudio adecuada
	 4.	 Calcular el número de individuos necesario
	 5.	 Medir las variables con precisión y exactitud
	 6.	 Planear la estrategia de análisis
	 7.	 Organizar el estudio cuidadosamente
	 8.	 Ejecutar el estudio con minuciosidad
	 9.	 Interpretar los resultados con precaución
	
10.	 Comunicar los resultados con rigor
6
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
la población de estudio (criterios de selección de los
participantes, número de sujetos necesario, procedi­
miento de reclutamiento, formación de los grupos
de estudio, etc.), las variables (variable de respuesta
principal, otras variables que será necesario medir,
instrumentos de medida, etc.), la recogida de datos
y la estrategia de análisis.
Dado que la utilidad de una investigación de­
pende en gran medida de que sus resultados sean
aplicables en la práctica, es fundamental la correcta
difusión del trabajo realizado en el ámbito adecuado
y su inclusión en las bases de datos internacionales
para que pueda ser identificado, localizado y eva­
luado por los profesionales sanitarios. Por ello, los
aspectos relacionados con la comunicación científica
son también importantes.
Finalidades
de la investigación
Esquemáticamente, puede considerarse que existen
dos grandes categorías de investigación.
La primera corresponde a la investigación que
busca ampliar los conocimientos existentes sobre
la salud, la enfermedad o el proceso de atención
sanitaria (p. ej., estimando la frecuencia con que
aparece una enfermedad o describiendo sus carac­
terísticas), cuya utilidad principal es la generación
de ideas e hipótesis (investigación descriptiva). Este
tipo de investigación se caracteriza por la ausencia
de hipótesis de trabajo previas, y puede ser exclusi­
vamente descriptiva, lo que supone la observación,
descripción y catalogación de determinados hechos,
o tener una orientación más exploradora, dirigida
al descubrimiento de relaciones entre fenómenos.
Si se utiliza el método científico para realizar las
observaciones, los estudios descriptivos pueden ser
muy útiles y suelen ser fundamentales como base
del desarrollo de hipótesis.
La segunda categoría corresponde a la investiga­
ción dirigida a evaluar las intervenciones realizadas
para mejorar la salud, prevenir la enfermedad o
impulsar los procesos de atención sanitaria, deter­
minando sus efectos y contrastando las hipótesis de
trabajo (investigación analítica). Este tipo de investi­
gación parte de una hipótesis previa, y puede tener
una orientación explicativa, que busca comprender
el porqué de los fenómenos, o bien predictiva, en el
sentido de que intenta hacer predicciones fiables y
brindar la posibilidad de controlar determinados
problemas, a pesar de que, con los conocimientos
y tecnologías disponibles actualmente, escapan a la
comprensión absoluta.
Ambas categorías tienen en común el hecho de
que el investigador trata de responder a la pregunta
de investigación de una forma válida y precisa, di­
señando el estudio de manera que disminuyan las
probabilidades de existencia de errores que puedan
conducirle a una respuesta equivocada. Es mejor
tardar en incorporar conocimientos, aunque sean
ciertos, que incorporar datos falsos.
Orientación
de la investigación
Como veremos en los capítulos siguientes, a lo largo
de todo el proceso de una investigación deben to­
marse múltiples decisiones sobre muchos aspectos,
como los criterios de selección de los participantes,
la exclusión de determinados grupos de personas, el
ámbito de realización o la duración del estudio, el
seguimiento de los sujetos, etc., que condicionan la
validez del estudio para responder a la pregunta de
investigación y su utilidad para extrapolar o genera­
lizar sus resultados.
La mayor parte de los estudios que se realizan en
la actualidad, especialmente los dirigidos a evaluar la
eficacia de los tratamientos, se diseñan con la finali­
dad de obtener el mayor grado posible de control de
las condiciones de la investigación, es decir, la mayor
validez interna posible, por lo que existen importantes
limitaciones a la hora de extrapolar sus resultados a
la práctica clínica habitual.
Este problema es especialmente relevante si tene­
mos en cuenta que los resultados de estas investi­
gaciones son la base para la toma de decisiones en
la práctica clínica, de manera que, aunque se insiste
mucho en la necesidad de basar dichas decisiones
en evidencias científicas, en la práctica se dispone
de pocos datos de lo que ocurre en realidad en la
población a la que se desea aplicar los resultados y
en las condiciones reales de la práctica diaria.
Además, los principales retos actuales de la inves­
tigación clínica, como las patologías crónicas, las
actividades preventivas o los efectos a largo plazo
de las intervenciones en poblaciones con problemas
complejos o con comorbilidad, requieren una orien­
tación más pragmática del diseño de los estudios.
Capítulo	 | 2 |
7
© 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
Bases metodológicas de la investigación
clínica y epidemiológica
Esquemáticamente, la pregunta o hipótesis que se
formula en un estudio puede hacer referencia a la
frecuencia con que aparece una enfermedad o a la
descripción de sus características (estudios descripti-
vos), o bien a la estimación del efecto de un factor de
estudio (una exposición o una intervención) sobre
una enfermedad o una variable de respuesta (estudios
analíticos). En todos los casos, el investigador trata de
responder a la pregunta de forma válida y precisa. En
otras palabras, el estudio se diseña para evitar cual­
quier error en la respuesta al objetivo planteado.
Tipos De Error
En cualquier estudio se han de considerar dos ti­
pos de posibles errores: el error aleatorio y el error
sistemático.
Error aleatorio
El error aleatorio se debe al azar. Ocurre tanto por el
hecho de que se trabaja con muestras de individuos,
y no con poblaciones enteras, como por la variabili­
dad inherente al proceso de medición de variables,
ya sea por el instrumento de medida que se utiliza,
por la propia variabilidad biológica o por la debida
al observador.
Supongamos que se desea conocer el porcentaje de
historias clínicas en las que están registrados los an­
tecedentes familiares de cardiopatía isquémica. Para
ello, se selecciona una muestra de historias clínicas,
determinando el tanto por ciento que contiene la
información de interés e infiriendo que el porcentaje
observado en la muestra es el mismo que se encon­
traría si se hubieran analizado todas las historias.
Sin embargo, existe la posibilidad de equivocarse,
simplemente porque, por azar, se ha escogido una
muestra de historias que no refleja de forma exacta el
verdadero tanto por ciento. Esta posibilidad es tanto
mayor cuanto menor es el tamaño de la muestra estu­
diada. Si sólo se hubieran seleccionado diez historias
clínicas, y en cuatro de ellas estuvieran registrados
los antecedentes familiares de cardiopatía isquémica,
podría inferirse que el porcentaje de historias en
que constan dichos antecedentes es del 40%. Si se
repitiera el estudio seleccionando otra muestra de
diez historias, es muy posible que el tanto por ciento
observado fuera diferente del 40% (una sola historia
más o menos haría variar dicho porcentaje en un
10%). Es decir, existe una gran variabilidad inherente
al muestreo. Esta variabilidad sería menor si, en lugar
de diez historias, se hubieran seleccionado cien (una
historia haría variar el resultado en un 1%), e incluso
podría desaparecer si se estudiaran todas las historias
clínicas. Éste es un ejemplo de error aleatorio debido
al hecho de que se trabaja con muestras. La mejor
estrategia para reducirlo sería aumentar el tamaño
de la muestra.
El error aleatorio también puede producirse al
medir las variables. Por ejemplo, las cifras de presión
arterial presentan una gran variabilidad. Una forma
de reducirla es medir la presión arterial en más de
una ocasión y utilizar algún promedio de las diferen­
tes medidas. Además, existen otras fuentes de varia­
ción (momento del día, condiciones de la medición,
tipo de esfigmomanómetro...) que también deben
ser controladas mediante la estandarización de las
condiciones de la medición y el entrenamiento de
los observadores.
El error aleatorio está muy relacionado con el
concepto de precisión. Una estimación o una medida
es tanto más precisa cuanto menor es el componente
de error aleatorio.
8
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
Error sistemático
Un error sistemático, o sesgo, es un error en el di­
seño del estudio, ya sea en la selección de los suje­
tos (sesgo de selección) o en la medición de las varia­
bles (sesgo de información), que conduce a una estima­
ción incorrecta o no válida del efecto o parámetro
que se estudia.
Sesgo de selección
El sesgo de selección puede aparecer al elegir una
muestra que no represente de forma adecuada a la
población de estudio o al formar los grupos que se
van a comparar.
Ejemplo 2.1.  Supongamos que se desea estimar
la prevalencia de una enfermedad en los sujetos
adultos residentes en un municipio (población de
estudio). Para ello, se estudian los cien primeros
sujetos que acuden a la consulta en un centro de
salud (muestra estudiada). Obviamente, los sujetos
que acuden a la consulta no son representativos
de la población del municipio, ya que tienen una
mayor probabilidad de estar enfermos, por lo que se
obtendría una estimación sesgada de la prevalencia
de la enfermedad.
Ejemplo 2.2.  Supongamos que se estudia la rela­
ción entre la aparición de cáncer de pulmón y la
exposición previa al humo del tabaco. Se observa
que el 90% de los sujetos con cáncer de pulmón
ingresados en un hospital (casos) eran fumadores.
Supongamos, además, que los individuos del grupo
control se eligen entre los pacientes ingresados en
el servicio de neumología, de forma que la mayoría
de ellos padece limitación crónica al flujo aéreo
(LCFA), y que el 88% había estado expuesto al ta­
baco. Ante estos resultados se podría concluir erró­
neamente que no existe asociación entre el tabaco
y el cáncer de pulmón, ya que el tanto por ciento
de fumadores es muy similar en ambos grupos. Sin
embargo, la selección del grupo control no ha sido
muy afortunada, ya que la LCFA está relacionada
con el tabaco, lo que enmascara su asociación con
el cáncer de pulmón. En general, si se eligen como
controles personas con enfermedades relacionadas
positiva o negativamente con la exposición, se está
introduciendo un sesgo de selección.
Los sesgos de selección también se pueden pro­
ducir durante el seguimiento de los participantes si
la probabilidad de desarrollar la enfermedad entre
los sujetos que se pierden es diferente en cada uno
de los grupos.
Ejemplo 2.3.  Consideremos un estudio que com­
para dos intervenciones (A y B), administradas cada
una de ellas a un grupo de 100 sujetos, y que se pro­
ducen 20 pérdidas durante el seguimiento en cada
uno de los grupos (tabla 2.1). El porcentaje de éxitos
con ambas intervenciones es del 50% entre los que
finalizan el estudio, por lo que se podría concluir
que poseen la misma eficacia. Sin embargo, entre las
pérdidas, sólo el 1% de los sujetos que recibieron la
intervención A fue clasificado como éxito, mientras
que con la intervención B lo fue un 50%. Cuando se
calculó el tanto por ciento total de éxitos resultó que
la intervención B fue la más eficaz. Así pues, aunque
el porcentaje de pérdidas sea el mismo en ambos
grupos, se puede producir un sesgo de selección, ya
que sus características son diferentes.
Otra situación que puede producir un sesgo de se­
lección es la existencia de preguntas no contestadas,
lo que suele ocurrir en las encuestas transversales.
Ejemplo 2.4.  Supongamos un estudio en el que
se desea determinar la prevalencia de consumo de
tabaco entre los profesionales sanitarios de una
determinada zona geográfica. Para ello, se selec­
ciona una muestra aleatoria de 500 profesionales,
a los que se les envía un cuestionario. Contestan
300 profesionales, de los que 75 (25%) reconocen
que fuman. Si la prevalencia de consumo de tabaco
entre quienes no han respondido es diferente de
la que existe entre los que sí lo han hecho, la cifra
Tabla 2.1  Sesgo de selección debido a pérdidas de seguimiento (ejemplo 2.3)
Intervención A Intervención B
Eficacia entre los sujetos
que finalizan el estudio
40/80 (50%) 40/80 (50%)
Eficacia entre los sujetos
que no lo terminan
1/20 (5%) 10/20 (50%)
Total 41/100 (41%) 50/100 (50%)
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del 25% es una estimación sesgada de la verdadera
prevalencia. En caso contrario, podría asumirse que
las preguntas no contestadas no están relacionadas
con el fenómeno de estudio (podrían considerarse
aleatorias), de forma que la cifra observada sería una
estimación no sesgada, aunque se habría producido
una pérdida de precisión en la estimación debido al
menor número de respuestas.
La única manera de asegurar que las pérdidas du­
rante el seguimiento o las preguntas no contestadas
no introducen un error sistemático en los resultados
es evitar que se produzcan, o bien obtener informa­
ción suplementaria que permita evaluar si los sujetos
que se pierden o que no contestan difieren de los
que finalizan el estudio.
Sesgo de información
El sesgo de información se produce cuando las
mediciones de las variables de estudio son de mala
calidad o son sistemáticamente desiguales entre los
grupos. Las principales fuentes de este error son la
aplicación de pruebas poco sensibles y/o específicas
para la medición de las variables, o de criterios diag­
nósticos incorrectos o distintos en cada grupo, así
como las imprecisiones y omisiones en la recogida
de los datos.
Ejemplo 2.5.  Si en un estudio se mide el peso de
los sujetos con una báscula mal calibrada, evidente­
mente, se obtendrán medidas incorrectas, ya que se
utiliza un instrumento de medida inadecuado.
Ejemplo 2.6.  Consideremos un estudio cuyo
objetivo es comparar el peso en función del sexo
con una báscula bien calibrada. Sin embargo, la
medición en los hombres se hace sin zapatos y en
ropa interior, mientras que el responsable de pesar
a las mujeres sigue un criterio diferente y efectúa
la medición con zapatos y en ropa de calle. El pro­
blema de este estudio es que se aplica un mismo
instrumento de medida de forma diferente, según
el grupo de estudio.
Ejemplo 2.7.  Si se quiere estudiar si hay una asocia­
ción entre la ingestión de alcohol y la hipertensión, y
en los hipertensos se obtiene la información a partir
de una entrevista personal, mientras que en los indi­
viduos del grupo control se obtiene de las historias
clínicas, es de esperar que en el primer grupo la infor­
mación sea más exacta y sistemáticamente diferente
de la obtenida en el grupo control, lo que sesgará
los resultados. El problema de este estudio es que se
usan instrumentos diferentes en cada grupo.
Por ello, las variables deben medirse con el ins­
trumento adecuado, validado y bien calibrado, que
debe aplicarse de la misma forma en todos los par­
ticipantes del estudio.
Los errores sistemáticos, ya sean de selección o
de información, a diferencia de lo que ocurre con el
error aleatorio, no se atenúan al aumentar el tamaño
de la muestra. De hecho, aunque se incluyan más in­
dividuos, lo único que se logra con ello es perpetuar
el sesgo. Además, un error de estas características,
una vez introducido, es casi imposible de enmendar
en la fase de análisis.
El error sistemático va muy ligado al concepto
de validez. La estimación de un parámetro o de un
efecto se considera válida si representa el verdadero
valor del fenómeno que se desea medir.
Grupo Control
En los estudios analíticos se pretende estimar la aso­
ciación o el efecto de un factor de estudio sobre una
variable de respuesta; por ejemplo, qué reducción del
colesterol sérico (variable de respuesta) se consigue
con un determinado tratamiento hipolipemiante
(factor de estudio). En estos diseños, además del
grupo que está expuesto al factor de estudio, es nece­
sario utilizar un grupo control que sirva de referencia
sobre lo que ocurre en los sujetos no expuestos a
dicho factor, de forma que puedan compararse los
resultados obtenidos en ambos grupos. El siguiente
ejemplo demuestra la necesidad del grupo control
en estos estudios.
Ejemplo 2.8.  En la década de 1950, un tratamiento
para la angina de pecho que gozaba de gran po­
pularidad entre los cirujanos era la ligadura de la
arteria mamaria interna. Se pensaba que con ello se
aumentaba el flujo sanguíneo hacia el miocardio.
Cobb et al (1959) publicaron un estudio contro­
lado, doble ciego, en el que a los individuos del
grupo experimental se les practicaba la ligadura,
mientras que a los del grupo control se les practicaba
una incisión superficial sin ligarles la arteria, con
el fin de que ni los pacientes ni los investigadores
que evaluaban los resultados pudieran conocer si
pertenecían a un grupo o al otro. En este estudio se
observó la recuperación del 32% de los pacientes a
quienes se había ligado la arteria y del 43% de los
controles. Si no hubiera existido un grupo control
se hubiera podido llegar a la errónea conclusión de
que la ligadura era eficaz.
La función de un grupo control es estimar cuál
sería el valor de la variable de respuesta en el caso de
10
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
que no existiera asociación con el factor de estudio,
por lo que debe formarse de manera que sea compa­
rable con el grupo de estudio en todos los aspectos
excepto en la exposición o el tratamiento que recibe.
Así, en un ensayo clínico serviría para determinar la
respuesta esperada en ausencia de la intervención,
o en un estudio de casos y controles, para estimar el
tanto por ciento esperado de sujetos expuestos si no
existiera asociación con la enfermedad.
Efectos que controlar
Si no se utiliza un grupo control, es difícil saber si
los resultados obtenidos son debidos al factor de
estudio o a otros efectos que no se han controlado. A
continuación se describen los principales efectos que
se han de controlar cuando se diseña un estudio.
Efecto Hawthorne
El efecto Hawthorne es una respuesta inducida por el
conocimiento de los participantes de que están sien­
do estudiados. La participación en un estudio puede
cambiar el comportamiento de los individuos tanto
del grupo de estudio como del de control. El hecho
de explicarles en qué consiste la experiencia, unido a
que durante un tiempo deban visitar al médico con
más frecuencia, puede hacer que los participantes
alteren sus hábitos y obtengan una respuesta que no
puede ser atribuida al factor de estudio.
Se describió por primera vez durante la década de
1920, cuando la Western Electric Company llevó a
cabo una serie de experiencias en su fábrica Hawthorne
de Chicago con el fin de determinar el efecto de la
iluminación en la producción. Los grupos control
trabajaron bajo una iluminación constante, mientras
que en los grupos experimentales era variable, aumen­
tada o disminuida. El resultado fue que la producción
se incrementó no sólo en los grupos de estudio, con
independencia de la intensidad de la iluminación, sino
también en los grupos control. Parecía claro, pues, que
el simple hecho de que los trabajadores sabían que
eran vigilados supuso un aumento de la producción.
En los estudios sin grupo de comparación es muy
difícil discernir entre el efecto de la intervención y el
debido al hecho de saberse estudiado. Con un grupo
de comparación, este efecto no se elimina, pero es de
esperar que ocurra por igual en ambos grupos y, de
este modo, es posible conocer cuál es el verdadero
efecto de la intervención.
Ejemplo 2.9.  Un ensayo clínico evaluaba dos es­
trategias para reducir el número de peticiones de
laboratorio y radiología solicitadas por los médicos
residentes de primer año (Martin et al, 1980). Un
tercer grupo, al que no se le practicaba ninguna in­
tervención, sirvió de control. Los residentes tenían
conocimiento de la existencia del estudio y de cuál
era su objetivo. Cuando se comparó el número de
peticiones al inicio y al final del estudio de cada
grupo, se obtuvieron diferencias estadísticamente
significativas en todos ellos, incluido el de control,
lo que sugería la existencia de un efecto Hawthorne.
Sin embargo, al comparar los grupos entre ellos, se
observó que los dos grupos de estudio tuvieron un
descenso significativo en el número de peticiones en
relación con el grupo control, lo que sugiere que las
estrategias puestas en marcha fueron efectivas.
Efecto placebo
El efecto placebo se puede definir como la respuesta
que se produce en una persona enferma como con­
secuencia de la administración de un tratamiento,
pero que no puede considerarse como un efecto
específico del mismo. Por esta razón, cuando una
enfermedad no tiene un tratamiento activo conoci­
do o ampliamente aceptado y se quiere evaluar la
eficacia de un nuevo fármaco, es importante que al
grupo control se le administre un tratamiento lo
más parecido posible al nuevo fármaco en todas las
características, excepto en la actividad farmacológica,
con el fin de controlar el efecto placebo. El hecho
de tener un grupo control al que se administre un
placebo permite aislar el verdadero efecto debido a
la intervención. Sin grupo de comparación es im­
posible diferenciar qué parte se debe al efecto del
fármaco y cuál a otros.
Regresión a la media
Se entiende por regresión a la media la tendencia de
los individuos que tienen un valor extremo de una
variable a presentar valores más cercanos a la media
de la distribución cuando esta variable se mide por
segunda vez.
Los tratamientos, o intervenciones en general,
se ensayan cuando una variable que expresa una
enfermedad o un factor de riesgo presenta valores
fuera de lo común, por lo que es posible que en
subsecuentes mediciones los valores sean menos
extremos, incluso en ausencia de una intervención
eficaz. Así puede suceder, por ejemplo, cuando se
seleccionan sujetos porque en una visita presentan
un valor elevado de la presión arterial, y sin em­
bargo, en visitas posteriores algunos tienen cifras
más bajas simplemente por la variabilidad de la
presión arterial, y no por un efecto del tratamiento
en estudio.
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Ejemplo 2.10.  En la primera visita del Hyperten­
sion Detection and Follow-up Program (1979) para
determinar si los posibles candidatos cumplían los
criterios de selección, un grupo de participantes te­
nía una media de tensión diastólica de 122,1 mmHg.
En la siguiente visita, la media de tensión diastó­
lica de estos mismos sujetos había disminuido a
114,7 mmHg, aunque la intervención aún no había
empezado.
La regresión a la media es una fuente de muchos
errores en la interpretación de los resultados de un
estudio. Cuando los individuos se seleccionan según
una característica que varía con el tiempo, el efecto
que se halle en las siguientes mediciones puede de­
berse a la variabilidad de la medida y no al efecto
de la intervención. Cuando se dispone de un grupo
de comparación, este fenómeno no desaparece, pero
se controla, ya que es de suponer que sucederá en
ambos grupos por igual.
Evolución natural
Cuando el curso habitual de una enfermedad tiende
hacia su resolución, los esfuerzos terapéuticos pue­
den coincidir con la recuperación observada, pero
no ser su causa. De ahí la importancia de comparar
siempre los resultados obtenidos en un estudio con
los del grupo control.
La figura 2.1 resume la función del grupo control
en distintas situaciones. La columna A muestra el
efecto total observado en el grupo de estudio y sus
respectivos componentes. La columna B corresponde
a la situación en la que el grupo control recibe un
placebo, por lo que es posible aislar perfectamente el
efecto de la intervención. La columna C representaría
la situación en la que, por las propias características
de la intervención (p. ej., la educación sanitaria), es
imposible obtener un grupo control con placebo.
Los integrantes del grupo control saben que están
participando en un estudio y son controlados con
la misma pauta de visitas y exploraciones, pero no
se les administra la intervención. Por último, la co­
lumna D ilustra la situación de un estudio en el que
el grupo control no sabe que está siendo estudiado
y, por tanto, sólo se controla la evolución natural
de la enfermedad.
Factores De Confusión
Los estudios analíticos implican una comparación en­
tre grupos. El principal requisito para que esta compa­
ración sea válida es que los grupos sean similares en
relación con las características que influyen sobre los
resultados. A menudo, estas variables se distribuyen
de modo desigual y es necesario corregir estas dife­
rencias. Tomemos un ejemplo sencillo: los resultados
de una investigación muestran que la incidencia de la
LCFA es mucho mayor en hombres que en mujeres:
¿significa esta diferencia que el sexo es un factor de
riesgo, o bien se puede explicar por el diferente hábito
tabáquico entre hombres y mujeres? En este último
caso, el tabaco sería un factor de confusión de la
relación entre el sexo y la incidencia de la LCFA.
El fenómeno de confusión aparece cuando la
asociación observada entre el factor de estudio y
la variable de respuesta puede ser total o parcial­
mente explicada por una tercera variable (factor de
confusión) o, por el contrario, cuando una asocia­
ción real queda enmascarada por este factor. Para
que una variable se considere de confusión debe
estar asociada tanto al factor de estudio como a la
respuesta, y no debe ser un paso intermedio en la
relación entre ellos.
Ejemplo 2.11.  Supongamos un estudio hipotético
de la asociación entre el consumo de café y el cáncer
de laringe (tabla 2.2). A partir de los datos totales
se estima que el porcentaje de expuestos entre los
enfermos es del 58%, superior al 42% observado en­
tre los controles, lo que sugiere una asociación
entre el consumo de café y el cáncer de laringe. Sin
embargo, al analizar los datos en subgrupos o es­
tratos en función de si los sujetos eran fumadores
o no, se observa que el tanto por ciento de sujetos
expuestos al consumo de café es el mismo en los
casos y en los controles, y desaparece la asociación.
Así pues, la variable «fumador» actúa como un factor
de confusión. Es un factor de riesgo del cáncer de
laringe (respuesta) y está relacionado con la variable
en estudio (consumo de café), ya que la proporción
Figura 2.1  
Función del grupo control.
12
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
de controles fumadores que toman café habitual­
mente (75:100) es mucho mayor que la proporción
de los no fumadores (50:200).
Un factor de confusión puede sobrestimar o in­
fraestimar un efecto.
Ejemplo 2.12.  Consideremos un estudio en el que
se evalúa la asociación entre el ejercicio físico y el
infarto agudo de miocardio (IAM), partiendo de
la hipótesis de que a más ejercicio físico, menor
es el riesgo de sufrir un IAM. Una variable que po­
dría ejercer de factor de confusión sería la edad.
Por un lado, es más probable que los más jóvenes
realicen más ejercicio (relación con la variable de
estudio) y, por otro, que tengan un riesgo menor
de desarrollar un IAM (relación con la enferme­
dad). Si se cumplen estas condiciones, la edad ac­
tuaría como un factor de confusión que tendería a
sobrestimar el efecto protector del ejercicio físico
sobre el IAM.
Ejemplo 2.13.  Siguiendo con el ejemplo anterior,
el sexo también podría ser un factor de confusión,
ya que los hombres suelen realizar más ejercicio
físico que las mujeres y, además, presentan un riesgo
mayor de padecer un IAM. Así pues, la asociación
protectora del ejercicio físico sobre el IAM quedaría
infraestimada si no se tuviera en cuenta la diferencia
en la proporción de hombres y mujeres que pudiera
haber en la muestra.
En la situación más extrema, un factor de confu­
sión puede invertir la dirección de una asociación:
es la llamada paradoja de Simpson.
Ejemplo 2.14.  Rothman (1986) presenta el siguiente
ejemplo: «supongamos que un hombre entra en una
tienda para comprarse un sombrero y encuentra
una estantería con 30, 10 de ellos negros y 20 grises.
Descubre que 9 de los 10 sombreros negros le van
bien, pero que de los 20 grises sólo le van bien 17.
Por tanto, toma nota de que la proporción de som­
breros negros que le van bien es del 90%, mientras
que la de los grises es sólo del 85%. En otra estantería
de la misma tienda encuentra otros 30 sombreros,
20 negros y 10 grises. En ella, 3 (15%) de los som­
breros negros le van bien y sólo 1 (10%) de los grises.
Antes de que escoja un sombrero, la tienda cierra y
él decide volver al día siguiente. Durante la noche,
un empleado ha puesto todos los sombreros en una
única estantería: ahora hay en ella 60 sombreros,
30 de cada color. El cliente recuerda que el día anterior
la proporción de sombreros negros que le iba bien
era superior en ambas estanterías. Hoy se da cuenta
de que, aunque tiene delante los mismos sombreros,
una vez mezclados, sólo el 40% de los sombreros ne­
gros (12 de 30) le va bien, mientras que, de los grises,
le va bien el 60% (18 de 30)». Aunque este curioso
cambio es conocido como la paradoja de Simpson,
no es realmente ninguna paradoja. Este fenómeno
es análogo al de confusión, que puede distorsionar
una asociación, incluso hasta el punto de cambiar
su dirección.
La identificación de las variables que pueden ser
potenciales factores de confusión es, a menudo, di­
fícil. El conocimiento teórico sobre los mecanismos
causales de la respuesta y la revisión de estudios
que hayan abordado un objetivo similar serán de
gran ayuda para conocer qué variables pueden ser
Tabla 2.2  Control de un factor de confusión. Estudio hipotético de la asociación entre consumo
de café y cáncer de laringe (ejemplo 2.11)
Café (+) Café (−) Total
Datos globales
  Enfermos con cáncer de laringe 175 (58%) 125 (42%) 300 (100%)
  Controles 125 (42%) 175 (58%) 300 (100%)
Fumadores
  Enfermos con cáncer de laringe 150 (75%) 50 (25%) 200 (100%)
  Controles 75 (75%) 25 (25%) 100 (100%)
No fumadores
  Enfermos con cáncer de laringe 25 (25%) 75 (75%) 100 (100%)
  Controles 50 (25%) 150 (75%) 200 (100%)
13
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potenciales factores de confusión. Esta identificación
es importante, ya que permitirá controlar el efecto de
confusión en la fase de análisis. En el ejemplo 2.11,
la determinación del consumo de tabaco (potencial
factor de confusión) permitió realizar un análisis en
estratos (fumadores y no fumadores), de tal forma
que se controlaba su efecto. Ésta es una diferencia
con los sesgos, que, una vez introducidos, no pueden
controlarse en el análisis.
Validez Interna Y Validez
Externa
La validez interna se refiere al grado en que los re­
sultados de un estudio son válidos (libres de error)
para la población que ha sido estudiada. Los errores
sistemáticos y los factores de confusión afectan a la
validez interna de un estudio.
Por el contrario, la validez externa se refiere al gra­
do en que los resultados de un estudio pueden ser
extrapolados a poblaciones distintas a la estudiada
o generalizados a otras más amplias.
La primera condición para que unos resultados
puedan ser generalizados es que tengan validez
interna. Algunos estudios se diseñan pensando en
conseguir la máxima validez interna, aunque sea a
costa de grandes limitaciones de la validez externa
(estudios explicativos). En otras ocasiones, se desea
tener la máxima validez externa (estudios pragmá­
ticos), pero esta actitud no debe llevar a sacrificar la
validez interna del estudio.
La generalización o extrapolación de los resul­
tados no se hace a partir de un único estudio, sino
que debe tener en cuenta si hipótesis similares, con­
trastadas en poblaciones distintas y en ámbitos y
áreas geográficas diferentes, conducen a resultados
similares. Además, debe apoyarse en criterios de
plausibilidad biológica que traten de explicar el
mecanismo por el cual se produce un efecto deter­
minado. Así pues, la generalización depende de la
consistencia de resultados entre diferentes estudios
y de mecanismos plausibles que expliquen de forma
razonable un efecto, lo que a menudo implica la
emisión de juicios de valor por parte de los propios
investigadores.
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Capítulo	 | 3 |
15
© 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
Ética e investigación
La investigación biomédica es necesaria para el pro-
greso de la medicina porque proporciona las pruebas
sobre las que basar la práctica clínica, contribuyendo
así a mejorar la calidad de la atención que se presta
a los pacientes, obteniendo información sobre la
utilidad y eficacia de los procedimientos diagnós-
ticos, terapéuticos y preventivos, así como sobre
la etiología, fisiopatología y factores de riesgo de
las enfermedades y problemas de salud. Dados los
importantes beneficios que todo ello supone para
la sociedad, resulta obvio que la investigación debe
considerarse una obligación moral de las profesio-
nes sanitarias. Por lo tanto, aunque suelen discutirse
frecuentemente los aspectos éticos relacionados con
la realización de investigaciones sanitarias, también
habría que preguntarse si es ético no investigar para
intentar resolver las lagunas de conocimiento, dudas
e incertidumbres que se plantean en el quehacer
diario del profesional.
La investigación implica en muchos casos la parti-
cipación de seres humanos, con los riesgos, molestias
e incomodidades que suele suponer para ellos, por
lo que es frecuente que se planteen cuestiones éticas
y legales, a veces difíciles de resolver. El campo de la
ética de la investigación está dedicado al análisis
sistemático de estas cuestiones para asegurar que
los participantes en un estudio estén protegidos y,
en último término, que la investigación clínica se
conduce de manera que sirva a las necesidades de
esos participantes, así como a las de la sociedad en
su conjunto (Weijer et al, 1997).
Por otro lado, el resultado de la investigación
es conocimiento, el cual debe difundirse de forma
adecuada entre la comunidad científica, lo que ha-
bitualmente significa su publicación en una revista
y su inclusión en las bases de datos bibliográficas.
En todas las fases de la comunicación científica son
múltiples los conflictos de intereses que pueden
presentarse. Dado que la literatura científica es la
principal fuente de evidencias que se utiliza en la
toma de decisiones y en la elaboración de las guías
de práctica clínica y las recomendaciones para la
atención de los pacientes, el impacto que estos
conflictos pueden tener sobre la práctica es muy
importante.
Ética E Investigación
Clínica
La ética de la investigación tiene dos componentes
esenciales: la selección y el logro de fines moralmen-
te aceptables, y la utilización de medios moralmente
aceptables para alcanzar esos fines.
La primera premisa que se debe tener en cuenta
es que lo que no es científicamente correcto es ética-
mente inaceptable. Pero el rigor científico, aunque es
condición necesaria, no es suficiente, ya que no todo
lo científicamente correcto es aceptable desde el
punto de vista ético. La historia muestra numerosos
ejemplos de estudios éticamente inaceptables. Aun-
que suelen citarse los experimentos realizados por
médicos nazis durante la Segunda Guerra Mundial,
existen otros muchos ejemplos.
Ejemplo 3.1.  El estudio de Tuskegee (EE.UU.), ini-
ciado en 1932, consistía en el seguimiento de una
cohorte de más de 400 sujetos de raza negra con
sífilis no tratada, que se comparaba con un grupo de
204 sujetos sin sífilis, para estudiar la historia natural
de la enfermedad. Aunque no existía un tratamiento
eficaz al inicio del estudio, el seguimiento continuó
sin que los pacientes recibieran tratamiento incluso
después de que se hubiera demostrado la eficacia
16
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
de la penicilina –hecho del que no se informó a los
participantes– y a pesar de que los datos mostraban
claramente un peor pronóstico y un aumento de la
mortalidad entre los sujetos infectados. El estudio
se finalizó en 1972 debido a la presión social que se
creó cuando el público general tuvo conocimiento
del mismo. Ante las críticas, los investigadores ar-
gumentaron que, dado que los participantes eran
afroamericanos pobres, aunque no hubieran parti-
cipado en el estudio tampoco habrían tenido acceso
al tratamiento.
Ejemplo 3.2.  Willowbrook era una institución del
estado de Nueva York para personas con deficiencias
mentales donde se realizaron diferentes estudios para
analizar la historia natural de la hepatitis y los efectos
de lagammaglobulina sobreella.Lossujetosdeestudio
eran niños a los que se infectaba deliberadamente con
el virus. Los investigadores defendían esta actuación
argumentando que la mayoría de los niños internados
en el centro acababa adquiriendo la infección de forma
espontánea.
Ejemplo 3.3.  Ejemplos más recientes son los es-
tudios, publicados a finales de la década de 1990,
realizados en países en vías de desarrollo, sobre la
prevención de la transmisión vertical del virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH). Prácticamente
todos los estudios utilizan un grupo control al que
administran placebo a pesar de que existen pruebas
sobre la eficacia de determinados tratamientos y de
la existencia de recomendaciones sobre su uso en
países occidentales (Angell, 1997; Lurie y Wolfe,
1997). De forma similar, en un ensayo clínico alea-
torio realizado en Uganda sobre la profilaxis de la
tuberculosis en adultos VIH positivos con prueba
positiva de la tuberculina (Whalen et al, 1997), el
grupo control recibió placebo a pesar de la existencia
de recomendaciones elaboradas por los Centers for
Disease Control (CDC) desde 1990.
Como respuesta a estos y otros casos se han
elaborado diferentes códigos éticos y normativas
legales para guiar la realización de investigaciones
con seres humanos. Los dos pilares fundamentales
son el Código de Núremberg, elaborado en 1947,
tras la Segunda Guerra Mundial (http://www.cirp.
org/library/ethics/nuremberg/; versión traducida al
castellano en http://www.pcb.ub.edu/bioeticaidret/
archivos/norm/CodigoNuremberg.pdf) y la Decla-
ración de Helsinki, elaborada por la Asociación
Médica Mundial en 1964 y revisada en diferentes
ocasiones, que se considera la principal referencia
mundial de investigación biomédica (http://www.
wma.net/en/30publications/10policies/b3/index.
html; versión traducida al castellano en: http://www.
wma.net/es/30publications/10policies/b3/).
La Declaración de Helsinki presenta los princi-
pios éticos básicos de toda investigación médica en
seres humanos, incluida la investigación de mate-
rial humano y de información identificables, y los
aplicables cuando ésta se combina con la atención
médica. Esta declaración se ha revisado en diversas
ocasiones: Tokio (1975), Venecia (1983), Hong
Kong (1989), Somerset West (1996), Edimburgo
(2000) y Seúl (2008). En la última revisión se han
incorporado aspectos como la inclusión, entre los
deberes del médico en una investigación, además
de la protección de la vida, la salud, la dignidad,
la integridad y la intimidad de los participantes,
la confidencialidad de la información personal o
el registro de todo ensayo clínico en una base de
datos de acceso público antes del reclutamiento del
primer sujeto.
Dado que estos códigos eran difíciles de interpretar
y aplicar en ocasiones, y se iban produciendo nuevos
casos de investigaciones no éticas, como el de Willow-
brook (ejemplo 3.2) y especialmente el de Tuskegee
(ejemplo 3.1), el congreso de EE.UU. creó en 1974 la
Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Hu-
manos en la Investigación Biomédica y Conductual,
para que elaborara un documento que enunciara
los principios éticos básicos para formular, criticar e
interpretar reglas o normas específicas de aplicación
práctica en la investigación clínica en seres huma-
nos. En 1978 esta comisión presentó el documento
sobre principios éticos y pautas para la protección
de sujetos humanos de la investigación conocido
como Informe Belmont (http://www.hhs.gov/ohrp/
humansubjects/guidance/belmont.html; versión
traducida al castellano en http://www.pcb.ub.edu/
bioeticaidret/archivos/norm/InformeBelmont.pdf),
origen de la moderna teoría ética de la investigación
clínica, en el que se definen los tres «principios éticos
básicos»: el respeto por las personas, la beneficencia
y la justicia.
Una de las principales aportaciones del Informe
Belmont, como comenta De Abajo (2001), fue el
reconocimiento de que la investigación clínica es
una actividad primariamente cognoscitiva, y no
beneficente como la práctica clínica, y por lo tanto
se requería una justificación diferente de la que se
había dado hasta ese momento. La legitimación
ética y social de la investigación biomédica en seres
humanos debería venir dada por el hecho de que la
práctica clínica, para poder considerarse correcta,
debe estar basada en pruebas objetivas y no, o al
menos no tanto o primariamente, en opiniones y
experiencias personales. La existencia de pruebas
científicas distingue las prácticas validadas de las
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Capítulo
Ética e investigación |3|
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sin
autorización
es
un
delito.
no validadas o simplemente empíricas, y el proce-
dimiento de validación es precisamente la investi-
gación clínica, por lo que ésta se justificaba en la
medida en que era una condición de posibilidad
de una práctica clínica correcta y, por tanto, ética.
Posteriormente, la investigación debe tener su pro-
pia validación ética, cumpliendo con los principios
y normas adecuados, pero antes de la justificación
clínica la debe tener lógica.
Investigación Y Práctica
Clínica
Dada la especial importancia de las consideracio-
nes éticas en la investigación con seres humanos,
es importante diferenciarla claramente de lo que
es práctica clínica (Levine, 1986). De hecho, pode-
mos considerar que cada vez que, por ejemplo, un
médico administra un fármaco a un paciente está,
de algún modo, realizando un experimento. Sin
embargo, el término investigación se utiliza para
referirse al proceso sistemático y objetivo que utiliza
el método científico para desarrollar o contribuir
al conocimiento generalizable, mientras que el de
práctica clínica se reserva para las actividades dirigi-
das exclusivamente a mejorar el estado de salud de
un paciente o sujeto. Si bien es cierto que la práctica
clínica se basa en una expectativa razonable de éxito,
asumiendo cierto grado de incertidumbre, el hecho
de que esta expectativa no esté validada no implica
que se trate de una investigación, ya que para ser
considerada como tal debería realizarse de acuerdo
con los estándares científicos aceptados.
Existe una creciente interrelación entre la práctica
asistencial y la investigación clínica. Los roles de un
profesional como clínico y como investigador son
muy diferentes: como clínico, su interés primario es
la salud del paciente concreto al que está atendien-
do, mientras que como investigador es la validez de
la investigación para proporcionar un conocimiento
generalizable. Estos intereses, que coexisten en el
investigador clínico, pueden entrar en conflicto en
determinadas ocasiones.
Cuando, como ocurre en la mayoría de los en-
sayos clínicos, la investigación tiene un potencial
efecto terapéutico sobre los participantes, éstos
tienden a creer que el estudio ha sido diseñado
para su beneficio, a pesar de que el formulario de
consentimiento informado explicite que la finalidad
es el interés científico. Este «equívoco» es aún mayor
cuando el profesional que les ofrece participar en la
investigación es el mismo que les trata habitualmen-
te y la invitación se realiza en el entorno asistencial
habitual.
Principios Éticos Básicos
El Informe Belmont identifica tres principios éticos
básicos: respeto por las personas o autonomía,
beneficencia y justicia. Algunos autores prefieren
separar el de beneficencia propiamente dicha del
de no maleficencia, de manera que puede con-
siderarse que existen dos niveles jerárquicos en
estos principios: en el primer nivel se encuentran
los de justicia y no maleficencia, mientras que
en el segundo nivel están los de beneficencia y
autonomía.
Justicia
Este principio supone reconocer que todos los
seres humanos son iguales y deben tratarse con
la misma consideración y respeto, sin establecer
otras diferencias entre ellos que las que redunden
en beneficio de todos, y en especial de los menos
favorecidos. Para ello es necesario distribuir los
beneficios y las cargas de la investigación de forma
equitativa.
Para cumplir este principio, la selección y el re-
clutamiento de los participantes deben realizarse
de forma no discriminativa, asegurando que los
sujetos no son seleccionados simplemente por su
fácil disponibilidad, manipulabilidad o situación
de dependencia que pueda hacer que se sientan
obligados a participar, sino que lo son por razo-
nes directamente relacionadas con el problema de
estudio. Se trata de evitar poner en situación de
riesgo a determinados grupos de personas, como
niños, pobres o sujetos recluidos en prisiones o
instituciones cerradas, para el beneficio exclusivo de
grupos más privilegiados. De hecho, la Declaración
de Helsinki establece que la investigación médica
en una población o comunidad con desventajas o
vulnerable sólo se justifica si responde a las nece-
sidades y prioridades de salud de esta población o
comunidad y si existen posibilidades razonables
de que la población o comunidad sobre la que se
realiza la investigación podrá beneficiarse de sus
resultados.
Además, deben contemplarse las medidas dirigi-
das a indemnizar a los sujetos de los posibles riesgos
y perjuicios. De hecho, la normativa vigente obliga a
concertar un seguro que cubra los daños y perjuicios
que pudieran resultar para los sujetos como conse-
cuencia de su participación en un ensayo clínico
con un producto en fase de investigación clínica,
para una nueva indicación de un medicamento ya
autorizado o cuando no exista interés terapéutico
para el individuo.
18
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
No maleficencia
El principio de no maleficencia obliga a no infligir
daño a los participantes en el estudio, ya que su
protección es más importante que la búsqueda de
nuevo conocimiento o el interés personal o profe-
sional en el estudio. Por lo tanto, deben asegurarse
la protección, la seguridad y el bienestar de los
participantes, lo que implica, entre otras cosas, que
los investigadores deben tener la formación y las
calificaciones científicas apropiadas y que los centros
donde se realiza el estudio deben ser adecuados.
Significa también que los riesgos para los partici-
pantes deben ser aceptables y que, si no lo son, no
deben incluirse aunque los sujetos estén de acuerdo
en participar.
Beneficencia
Este principio supone procurar favorecer a los sujetos
de la investigación, no exponiéndolos a daños y ase-
gurando su bienestar. Los riesgos e incomodidades
para las personas participantes deben compararse
con los posibles beneficios y la importancia del co-
nocimiento que se espera obtener, de manera que
la relación sea favorable.
Implica también que la pregunta que se desea
responder debe ser científicamente válida y, por lo
tanto, que existe una justificación adecuada para
realizar el estudio, que el diseño es correcto desde
el punto de vista metodológico, ya que si no lo es,
cualquier riesgo para los sujetos es innecesario, y
que el número de sujetos es el adecuado, es decir,
que no sea excesivo ni insuficiente.
Autonomía
El principio de respeto por las personas o de auto-
nomía se relaciona con la capacidad de una persona
para decidir por ella misma. Dado que esta capa-
cidad puede estar disminuida por diferentes moti-
vos, como en los casos de ignorancia, inmadurez o
incapacidad psíquica, cualquiera que sea su causa,
o por restricciones a la libertad (como el caso de
las prisiones), estos grupos vulnerables deben ser
especialmente protegidos.
Este principio también implica garantizar la
confidencialidad de la información que se recoge,
asegurando la protección de los datos.
El procedimiento formal para aplicar este principio
es el consentimiento informado, que es el otorgado por
una persona que reúne los siguientes requisitos:
•	 Es competente o capaz legalmente para otorgar el
consentimiento (la competencia legal plantea la
necesidad de obtener el consentimiento a través
de un representante legal en los casos de sujetos
menores de edad e incapaces).
•	 Ha recibido la información necesaria.
•	 Ha comprendido adecuadamente dicha informa-
ción.
•	 Después de considerar la información, ha toma-
do voluntariamente una decisión, libre de coac-
ción, intimidación, persuasión, manipulación,
influencia o incentivo excesivo.
Así pues, el consentimiento informado es el pro-
cedimiento que garantiza que el sujeto ha expresado
voluntariamente su intención de participar en el
estudio, después de haber comprendido la infor-
mación que se le ha dado sobre el mismo. Desde
el punto de vista ético, lo más importante no es la
obtención del consentimiento, sino el proceso por
el que se obtiene. Debe quedar claro que no se le
pide que participe, sino que se le invita a hacerlo, y
se le debe permitir reflexionar, responder a sus dudas
y preguntas, y ofrecer la posibilidad de consultar
con otros profesionales. Dado que la voluntariedad
puede verse afectada fácilmente por la posición de
autoridad e influencia del profesional y que puede
existir cierta persuasión difícil de evitar en la relación
médico-paciente, algunos autores sugieren que sería
preferible que el consentimiento lo obtuviera una
persona diferente al médico que atiende habitual-
mente al sujeto, para evitar el conflicto de roles entre
clínico e investigador (Morin et al, 2002).
En los ensayos clínicos, la hoja de información para
solicitar el consentimiento de un posible participante
debe contener información sobre el objetivo del es-
tudio, su metodología, los tratamientos que pueden
serle administrados (incluyendo placebo si procede),
los beneficios esperados para él o la sociedad, las
molestias, incomodidades y riesgos derivados del
estudio (visitas, pruebas, etc.), los posibles aconte-
cimientos adversos, otras alternativas terapéuticas
disponibles, el carácter voluntario de su participación,
la garantía de que puede retirarse en cualquier mo-
mento sin perjuicios ni alteraciones de la relación
médico-enfermo, los aspectos relacionados con la
confidencialidad de los datos, las compensaciones
económicas y los tratamientos en caso de daño o
lesión, y el nombre del investigador responsable del
ensayo y de resolver sus dudas, y cómo contactar con
él en caso de urgencia (cuadro 3.1).
Ejemplo 3.4.  En un análisis de 101 protocolos
de ensayos clínicos aprobados en dos hospitales
generales universitarios españoles, Ordovás et al
(1999) evaluaron la información aportada en las
hojas de información al paciente, la legibilidad
formal de dichas hojas y el nivel de complejidad
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Ética e investigación |3|
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sin
autorización
es
un
delito.
del vocabulario. Los apartados con mayor incum-
plimiento ( 30% de los casos) fueron el balance
de beneficios y riesgos, la identificación y el modo de
contacto con el investigador principal, la descripción
de los tratamientos alternativos y la especificación de
las compensaciones en caso de lesiones. Además,
comprobaron que la complejidad del texto era
elevada y su legibilidad deficiente, por lo que para
su comprensión se requería un nivel de estudios
medios-superiores o superiores en más del 90% de
los casos.
Requisitos Éticos
En Investigación
Las normas éticas son declaraciones sobre la forma
en que determinadas acciones deberían (o no) rea­
lizarse en el marco de la investigación, y su finali-
dad es indicar cómo deben cumplirse los requisitos
derivados de los principios éticos fundamentales
(cuadro 3.2).
La declaración de las normas éticas en los códigos
y regulaciones tiende a ser más o menos vaga, por
lo que a veces pueden interpretarse de formas dife-
rentes y puede resultar difícil saber cómo aplicarlas
en situaciones concretas. En estos casos puede ser
útil identificar el principio o los principios que hay
detrás de la norma.
El primer requisito importante es el valor de la
pregunta de investigación, es decir, que el conoci-
miento que se deriva del estudio debe tener el valor
suficiente para justificar el riesgo a que se expone
a los participantes. Implica que el estudio evalúa
una intervención terapéutica o diagnóstica que
podría conducir a mejoras en el estado de salud
o bienestar; es un estudio etiológico, fisiopatoló-
gico o epidemiológico que ayudará a desarrollar
dicha intervención o que contrasta una hipótesis
que podría generar conocimiento relevante, aunque
no tuviera una aplicación práctica inmediata. Im-
plica también que el estudio debe estar basado
en suficientes investigaciones previas de calidad,
incluyendo las realizadas en laboratorios y sobre
animales, y en un adecuado conocimiento de la
literatura científica sobre la enfermedad o problema
Cuadro 3.1  
Elementos de información
que deberían comunicarse
al potencial candidato para
participar en un estudio
	 1.	 Invitación a participar en el estudio
	 2.	 Objetivos del estudio
	 3.	 Fundamentos de la selección: por qué son
considerados candidatos para el estudio.
Cuidado especial con la realización de pruebas
destinadas exclusivamente a determinar su
elegibilidad
	 4.	 Explicación de los procedimientos del estudio:
duración de la participación, procedimientos
que se seguirán, lugar y duración de los
mismos, etc. Cuidado especial en identificar
los que se derivarían exclusivamente de su
participación en el estudio
	 5.	 Descripción de las incomodidades y riesgos
razonablemente esperables
	 6.	 Medicación de rescate y compensaciones
previstas en caso de lesión
	 7.	 Descripción de los beneficios para los
sujetos y para otros que pueden esperarse
razonablemente
	 8.	 Discusión de otras alternativas terapéuticas
disponibles que podrían ser beneficiosas para
el sujeto
	 9.	 Garantía de confidencialidad de la información
10.	 Consideraciones económicas: compensaciones
económicas para los voluntarios sanos, costes
adicionales para el sujeto, ventajas de su
participación, etc.
11.	 Contacto para responder preguntas y resolver
dudas que puedan aparecer relacionadas con
la investigación
12.	 Posibilidad de consultar con otros profesionales
13.	 La renuncia a participar o continuar en el
estudio no comporta castigos ni pérdidas de
beneficios
14.	 Otros elementos, como la información a los
participantes de nuevos hallazgos que puedan
afectar a su participación
Cuadro 3.2  
Requisitos éticos de una
investigación (elaborados
a partir de Levine [1986]
y Emanuel et al [2000])
	 1.	 Valor de la pregunta de investigación
	 2.	 Validez científica (buen diseño de la
investigación)
	 3.	 Competencia de los investigadores
	 4.	 Selección de los sujetos con justicia
	 5.	 Balance favorable entre beneficios y riesgos
	 6.	 Evaluación independiente del protocolo
	 7.	 Consentimiento informado
	 8.	 Respeto por los sujetos incluidos
	 9.	 Compensación por las lesiones relacionadas
con la investigación
10.	 Ejecución honesta del estudio
11.	 Comunicación puntual y precisa de los
resultados
20
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
de salud, de forma que los resultados esperables
justifiquen la realización del estudio.
El estudio debe tener la suficiente validez científica
o rigor metodológico, de forma que pueda garanti-
zarse razonablemente que conducirá a la respuesta
correcta a la pregunta de investigación. Sin validez
metodológica, la investigación no puede generar el
conocimiento deseado, ni producir beneficio alguno
ni justificar la exposición de sujetos a riesgos o moles-
tias. Además, los participantes en un estudio asumen
que de su colaboración se obtendrá un provecho, por
lo que el diseño deficiente de un estudio incumple
también este compromiso ético implícito.
Un aspecto que provoca controversia en la comu-
nidad científica es el uso de placebo en los ensayos
clínicos cuando existen alternativas terapéuticas efec-
tivas disponibles. Mientras que para muchos autores
no es ético utilizar un grupo que recibe placebo en
estas situaciones, para otros podría ser aceptable
siempre que no se perjudicara al paciente por el
hecho de diferir el inicio de un tratamiento efectivo
(Temple y Ellenberg, 2000). En relación con este
tema, la Declaración de Helsinki establece que los
posibles beneficios, riesgos, costos y eficacia de toda
intervención nueva deben ser evaluados mediante
su comparación con la mejor intervención probada
existente. Como excepciones, considera que el uso
de placebo puede ser aceptable en estudios para los
que no hay una intervención probada existente,
y cuando, por razones metodológicas, científicas y
apremiantes, su uso es necesario para determinar
la eficacia y la seguridad de una intervención, pero
no implica un riesgo, efectos adversos graves o daño
irreversible para los pacientes, aunque previene contra
el abuso de esta opción.
El estudio debe ser llevado a cabo por investigadores
competentes, científicamente cualificados, es decir, con
la suficiente formación en metodología científica y
capacidad para alcanzar los objetivos de la investiga-
ción. También deben ser clínicamente competentes,
es decir, capaces de proporcionar la atención adecua-
da a los sujetos, por ejemplo detectando precozmente
los efectos adversos que puedan aparecer o compro-
bando la ausencia de motivos de exclusión.
La selección justa de los sujetos afecta tanto a la
definición de los criterios de selección como a la
estrategia de reclutamiento de los participantes, de
forma que solamente los objetivos científicos del
estudio, y no otras consideraciones como la vulnera-
bilidad, el privilegio u otros factores no relacionados
con el propósito de la investigación, deben guiar la
determinación de los sujetos o grupos que van a ser
seleccionados.
Una investigación implica el uso de fármacos,
intervenciones o procedimientos sobre los que existe
incertidumbre acerca de sus riesgos y beneficios. Un
estudio solamente está justificado cuando se han mi-
nimizado los riesgos potenciales para los sujetos y se
han favorecido sus potenciales beneficios, y cuando
la relación entre los beneficios para los sujetos y la
sociedad y los riesgos es equilibrada o favorable a
los primeros.
Es importante la evaluación independiente del pro-
tocolo del estudio por personas ajenas a la inves-
tigación que minimicen el posible impacto de los
potenciales conflictos de intereses. Aunque hoy día
la revisión y aprobación de un protocolo por los
Comités Éticos de Investigación Clínica (CEIC) es un
requisito legal únicamente en algunos estudios con
medicamentos, cada vez hay una mayor tendencia
a que estos comités evalúen cualquier tipo de inves-
tigación realizada en seres humanos.
El consentimiento informado es el requisito que ha
recibido mayor atención. Su finalidad es asegurar
que los sujetos deciden voluntariamente participar
o no en un estudio, y que aceptan solamente cuan-
do la investigación es consistente con sus valores,
intereses y preferencias.
El respeto por los sujetos no finaliza con la firma
del consentimiento, sino que debe mantenerse a
lo largo de todo el estudio e incluso después, tanto
si han aceptado como rechazado participar en el
mismo. Implica, por ejemplo, mantener la confi-
dencialidad de los datos recogidos sobre los sujetos
candidatos, permitir que abandonen el estudio sin
penalización, informar a los participantes si aparece
nueva información sobre la intervención o su pro-
blema de salud que pueda ser relevante, o monito-
rizar cuidadosamente su estado de salud durante el
seguimiento.
La obligatoriedad de compensar a los sujetos por
cualquier lesión que pueda producirse relacionada
con su participación en el estudio es un requisito
que cada vez se considera más importante.
El estudio debe realizarse con honestidad, de
acuerdo con el protocolo y los mecanismos de mo-
nitorización y control de calidad suficientes para
garantizar la calidad de los datos recogidos y el cum-
plimiento de los principios éticos.
El último requisito es la comunicación puntual y
precisa de los resultados.
Los Comités Éticos
De Investigación Clínica
Uno de los componentes esenciales de la realización
responsable de la investigación es su supervisión. La
mayoría de los reglamentos actuales requieren la
revisión y aprobación por parte de comités de ética
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es
un
delito.
independientes para garantizar la protección de los
seres humanos.
En España, la normativa sobre la realización de
ensayos clínicos con medicamentos establece que es-
tos estudios, antes de poder realizarse, deben contar
con el informe previo del CEIC correspondiente. Su
función principal es ponderar los aspectos metodo-
lógicos, éticos y legales del protocolo propuesto, así
como establecer el balance de riesgos y beneficios.
Para ello debe evaluar la idoneidad del protocolo y
del equipo investigador, la información escrita que
se proporcionará a los posibles sujetos de investiga-
ción y el tipo de consentimiento que va a obtenerse,
la previsión de la compensación y el tratamiento que
se ofrecerá a los sujetos en caso de lesión o muerte,
así como el seguro o la indemnización para cubrir
las responsabilidades, el alcance de las compensa-
ciones que se ofrecerán a los investigadores y a los
sujetos de investigación, y también debe realizar el
seguimiento del ensayo clínico.
No solamente los ensayos clínicos plantean dile-
mas éticos, por lo que cada vez es más frecuente que
se exija la aprobación por parte de un CEIC antes
de poder iniciar cualquier estudio de investigación,
incluso en el caso de los diseños observacionales.
De hecho, muchas revistas exigen un certificado de
esta aprobación como requisito necesario para la
aceptación de un artículo de investigación.
Conflictos De Intereses
En Investigación Clínica
El conflicto de interés se origina cuando el juicio
del profesional en relación con su interés primario
(la validez del estudio en el caso del investigador)
se ve influido indebidamente por un interés secun-
dario, como el provecho económico o el afán de
notoriedad. La presencia de un potencial conflicto
de interés no supone por sí misma que se producirá
un desenlace éticamente incorrecto, pero es evidente
que incrementa su posibilidad. Además, la cons-
tatación de su existencia puede minar la confianza
de las personas y de la sociedad tanto en la asistencia
como en la investigación.
La investigación actual se desarrolla en un am-
biente de grandes expectativas y presiones, tanto por
parte de las instituciones (necesidad de producción
científica para el prestigio y la obtención de fondos
económicos), los promotores o patrocinadores de
la investigación (presión para la obtención de re-
sultados favorables a sus intereses), como por los
propios investigadores (prestigio, respeto de los
colegas o beneficios económicos). El hecho de que
en nuestro país la mayor parte de la financiación de
la investigación médica corra a cargo de la industria
farmacéutica, cuyo interés primario es la obtención
de beneficios, propicia la aparición de múltiples
conflictos de intereses (Ara, 2002):
•	 En el valor de la investigación, ya que se cen-
tran en estudios que pueden reportar benefi-
cios, comparando fármacos similares y caros,
buscando su aprobación y posicionamiento en
el mercado.
•	 En el diseño de los estudios, pensado para au-
mentar la probabilidad de obtener resultados
favorables al nuevo fármaco.
•	 En la inclusión de pacientes, ya que el pago de
cantidades elevadas a los investigadores puede
facilitar el reclutamiento indebido.
•	 En el análisis de los datos, a menudo inaccesibles
para los investigadores, incluso con la difusión
selectiva de los resultados más favorables.
•	 En la publicación de los resultados.
•	 En otras actividades relacionadas con la inves-
tigación, como los convenios económicos para
actuar como conferenciantes o promotores de la
utilización de fármacos.
Ejemplo 3.5.  Kjaergard y Als-Nielsen (2002) estu-
diaron 159 ensayos clínicos publicados en la revista
British Medical Journal entre enero de 1997 y junio
de 2001, y observaron que las conclusiones de los
autores de dichos ensayos eran más favorables a las
intervenciones experimentales en los casos en que
se había declarado financiación del estudio por una
organización con ánimo de lucro (compañías que
podían tener ganancias o pérdidas financieras en
función del resultado), mientras que otros tipos
de conflicto de intereses (personales, académicos,
políticos, etc.) no estaban asociados con las con-
clusiones de los autores. Además, esta asociación
no podía explicarse por la calidad metodológica, la
potencia estadística, la especialidad médica ni otras
variables analizadas.
Ejemplo 3.6.  En un estudio similar, Clifford et al
(2002) evaluaron 100 ensayos clínicos publicados
en 1999 y 2000 en cinco revistas de medicina in-
terna con un elevado factor de impacto, 66 de los
cuales habían sido financiados en su totalidad o
parcialmente por la industria farmacéutica. Aunque
el porcentaje de estudios con conclusiones favora-
bles al nuevo tratamiento evaluado era claramente
superior al de estudios que favorecían al tratamiento
convencional de referencia (el 67 frente al 6%), no
observaron una asociación estadísticamente signi-
ficativa entre la dirección de las conclusiones y la
fuente de financiación de los estudios.
22
Principios generales de investigación
Parte | 1 |
Por lo tanto, el hecho de que una investigación
clínica se realice en colaboración con la industria
farmacéutica no es por sí mismo éticamente cues-
tionable, sino que el profesional debe ser capaz de
conjugar sus obligaciones como médico y como
investigador. Para ello debe tener una formación
específica en los aspectos éticos de la clínica y la
investigación, así como en metodología científica,
y aceptar participar solamente en estudios relacio-
nados con su área de experiencia y que hayan sido
aprobados por un CEIC, asegurándose de que la
presentación y publicación de los resultados no
se retrasará u obstaculizará de forma injustificada.
Además, la compensación económica que recibe
debe estar en consonancia con el esfuerzo que se le
solicita. Lo que es cuestionable desde el punto de
vista ético es no declarar o no hacer explícitos los
potenciales conflictos de intereses relacionados con
la investigación.
Ética Y Publicación
Científica
El resultado de la investigación es conocimiento,
pero para que pase a formar parte de la ciencia, este
conocimiento individual debe presentarse de modo
que su validez pueda juzgarse de forma indepen-
diente. No puede considerarse que una investigación
ha finalizado hasta que no se ha difundido a la co-
munidad científica, lo que habitualmente significa
su publicación en una revista y su inclusión en las
bases de datos bibliográficas.
Por consiguiente, tanto los autores como los edito-
res de las revistas médicas tienen obligaciones éticas
con respecto a la publicación de los resultados de su
investigación. La Declaración de Helsinki establece
que los autores tienen el deber de tener a la dispo-
sición del público los resultados de su investigación
en seres humanos y que son responsables de la inte-
gridad y exactitud de sus informes, y recuerda que
se deben publicar tanto los resultados negativos e
inconclusos como los positivos o, en caso contrario,
deben estar a la disposición del público.
Así pues, los aspectos éticos de la investigación no
se limitan a los relacionados con el diseño, la ejecu-
ción, el análisis y la interpretación de los resultados,
sino que también incluyen la comunicación que se
hace de los mismos y la forma en que se difunden a
los profesionales que deben aplicarlos. Por lo tanto,
la publicación científica, la realización de revisiones
sistemáticas y la elaboración de guías de práctica clí-
nica, así como la influencia que pueden tener sobre
la práctica clínica, también son aspectos importantes
que se deben tener en cuenta.
En el proceso de comunicación científica son cua-
tro los principales actores implicados:
1.	 Los investigadores o autores de los manuscritos,
que no solamente deben haber llevado a cabo el
estudio con el rigor adecuado y respetando los
principios éticos, sino también haber redactado
el manuscrito con claridad y honestidad. Dada
la presión que existe para publicar, por motivos
académicos, profesionales o económicos, pueden
existir conflictos y conductas inapropiadas relacio-
nados con aspectos como el concepto de autoría,
la decisión de publicar o no un estudio, la pu-
blicación múltiple o fragmentada, la fabricación
o falsificación de datos o el plagio, por ejemplo.
2.	 Los editores de las revistas, que deben establecer
los mecanismos que garanticen la calidad de las
publicaciones, y dado que son los responsables
de tomar la decisión de publicar o no un trabajo,
deben evitar cometer abusos desde su posición
de privilegio.
3.	 Los asesores externos (consultores o revisores),
que participan en el proceso de revisión de los
manuscritos (peer-review) y aconsejan al comité
editorial sobre la pertinencia de la publicación de
los trabajos y redactan unos comentarios para los
autores con la finalidad de mejorar la calidad y la
presentación de los artículos. Su función es evaluar
los manuscritos escrupulosamente y con imparcia-
lidad, respetando la confidencialidad y mantenien-
do en todo momento el «juego limpio».
4.	 Los lectores, que deben ser capaces de leer crí-
ticamente los artículos que se publican, inter-
pretarlos correctamente y valorar la aplicabilidad
de los resultados a su propia práctica.
En todas las fases de la comunicación científica
son múltiples los conflictos de intereses que pue-
den presentarse. Dado que la literatura científica
es la principal fuente de evidencias que se utiliza
en la toma de decisiones y en la elaboración de las
guías de práctica clínica y las recomendaciones para
la atención de los pacientes, el impacto que estos
conflictos pueden tener sobre la práctica es muy
importante.
El proceso de revisión de manuscritos
(peer-review)
Todo el proceso de la comunicación científica pivota
sobre un mecanismo de selección de manuscritos
basado en su evaluación por expertos (peer-review),
cuyos objetivos principales son evitar la publicación
de trabajos de mala calidad científica, de material no
original y de trabajos que no contengan información
investigacion_clinica_y_epidemiologica.pdf
investigacion_clinica_y_epidemiologica.pdf
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  • 1.
  • 4. Métodos de investigación clínica y epidemiológica 4.ª edición Josep M.a Argimon Pallás Doctor en Medicina y Cirugía Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Master of Science (M. Sc) en Epidemiología Master of Science (M. Sc) en Atención Sanitaria basada en la evidencia Servicio Catalán de la Salud Josep Jiménez Villa Doctor en Medicina y Cirugía Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria División de Evaluación de Servicios Sanitarios. Servicio Catalán de la Salud ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 5. Primera edición 1991 Segunda edición 2000 Tercera edición 2009 Cuarta edición 2013 © 2013 Elsevier España, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21 - 08021 Barcelona, España Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores...). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación de almacenaje de información. ISBN: 978-84-8086-941-6 Depósito Legal: B. 21.497-2012 Coordinación y producción editorial: Fotoletra S.A. Advertencia La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precau- ciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más indicado para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. El Editor
  • 6. v Presentación............................................................ix Parte I. Principios generales de investigación 1. El proceso de la investigación clínica y epidemiológica..............................................3 2. Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica...............................7 3. Ética e investigación....................................15 Parte II. Tipos de estudio 4. Clasificación de los tipos de estudio.........29 5. Estudios experimentales I: el ensayo clínico aleatorio..........................33 6. Estudios experimentales II: otros diseños................................................49 7. Estudios de cohortes...................................64 8. Estudios de casos y controles.....................74 9. Estudios descriptivos...................................87 10. Revisiones sistemáticas...............................97 Parte III. Elaboración del protocolo de estudio 11. Protocolo de investigación.......................109 12. Objetivo del estudio..................................113 13. Variable de respuesta.................................121 14. Población de estudio. ............................... 135 15. Tamaño de la muestra. ............................. 142 16. Muestreo.................................................... 155 17. Formación de los grupos de estudio..............................................163 18. Medición de variables.............................. 173 19. Selección y definición de las variables........................................ 181 20. Diseño de cuestionarios.......................... 188 21. Validación de cuestionarios. .................... 200 22. Estrategia de análisis. ................................. 211 23. Sujetos a incluir en el análisis..................221 24. Gestión del estudio. .................................. 232 25. Solicitud de ayuda para la financiación.................................. 242 Parte IV. Interpretación de resultados 26. Interpretación de resultados. ................... 249 27. Papel de la estadística. .............................. 253 28. Potencia de un estudio. ............................ 265 29. Sesgos......................................................... 272 30. Confusión y modificación del efecto. .................................................280 31. Inferencia causal....................................... 292 32. Aplicabilidad práctica de los resultados....................................... 298 Parte V. Publicación 33. Comunicación científica..................... 311 34. El artículo original.....................................316 Índice
  • 7. vi Índice Anexos Anexo 1 Medidas de frecuencia...................................327 Anexo 2 Medidas de asociación. ..................................333 Anexo 3 Sensibilidad y especificidad..........................339 Anexo 4 Análisis de la concordancia. ..........................345 Anexo 5 Medidas del efecto de un tratamiento......................................................350 Anexo 6 Análisis de una revisión sistemática. ............353 Anexo 7 Guía para la elaboración de un protocolo de estudio. ..........................358 Anexo 8 Cálculo del tamaño de la muestra en situaciones especiales............................... 361 Anexo 9 Elección de la prueba estadística..................364 Tablas Tabla A Número de sujetos necesarios para la estimación de una proporción (variable cualitativa). .......................................371 Tabla B Número de sujetos necesarios para la estimación de una media (variable cuantitativa)....................................372 Tabla C Número de sujetos necesarios en cada grupo de estudio para la comparación de dos proporciones. P1 corresponde a la proporción menor de las dos que se comparan....................................................374 Tabla D Número de sujetos necesarios en cada grupo de estudio para estimar un riesgo relativo (RR)....................................................385 Tabla E Número de sujetos necesarios en cada grupo de estudio para estimar una odds ratio (OR). ................................................388 Tabla F Número de sujetos necesarios en cada grupo de estudio para la comparación de dos medias mediante la prueba de la t de Student-Fisher.....................................390 Tabla G Número de sujetos necesarios en cada grupo en estudios de equivalencia...............393 Tabla H Número de sujetos necesarios para la estimación de la concordancia intraobservador. ..............................................395 Tabla I Número de sujetos necesarios para la estimación de la concordancia intra e interobservador............................................395 Tabla J Número de sujetos necesarios para estimar una asociación entre dos variables cuantitativas mediante el coeficiente de correlación de Pearson.......................................................396 Tabla K Número de sujetos necesarios por grupo para detectar una determinada razón de riesgos en estudios que utilizan análisis de supervivencia...............................397 Tabla L Números aleatorios. .......................................398 Índice alfabético.............................................399
  • 8. vii Índice Contenido Online Casos estudio Glosario de términos en español e inglés Preguntas abiertas de cálculo Preguntas con respuesta verdadero/falso Preguntas de múltiple elección Presentaciones didácticas
  • 10. ix Es un placer para nosotros presentar la cuarta edición de la obra Métodos de investigación, cuya primera edición se publicó hace más de 20 años. La idea de escribir un libro surgió a partir de la experiencia de realizar diversos cursos de metodología de la investigación dirigidos a profesionales sanitarios. En aquella primera edición pretendimos escribir un texto sobre fundamentos del método científico que fuera útil para los profesionales que se inician en el campo de la investigación en ciencias de la salud. Con esta filosofía intentamos que el libro fuera lo más sencillo y didáctico posible, centrado en los pasos que se siguen para elaborar un protocolo de investigación, pero a la vez riguroso, como corresponde a un libro de método. En la segunda edición, se incorporaron nuevos temas, aunque intentando no perder el espíritu de la primera, con la pretensión de que fuera útil, no solamente para los profesio- nales que se inician en la investigación, sino también para aquellos con experiencia previa en este campo, y para los que quieran aumentar sus capacidades para leer e interpretar críticamente un artículo científico. La tercera edición incorporaba nuevos temas que iban adquiriendo una importancia mayor en el área de la investigación clínica y epidemiológica, como los aspectos éticos y las revisiones sistemáticas de la literatura científica como herramienta útil para la toma de decisiones. También trataba con mayor profundidad algunos temas de especial relevancia, como por ejemplo los estudios experimentales, que pasaban a ocupar dos capítulos. Esta cuarta edición consolida las anteriores. Su hilo conductor continua siendo la elabo- ración de un protocolo de estudio, de forma que aquellos profesionales que se enfrentan al reto de diseñar una investigación puedan seguir paso a paso sus distintas fases, desde los planteamientos iniciales y la definición del objetivo hasta la planificación de la estrategia de análisis. Además de revisar todos los contenidos, especialmente algunos relacionados con la gestión del proyecto, se ha incluido un nuevo capítulo dedicado específicamente a la variable de respuesta dada su importancia y la creciente utilización de variables subrogadas y combinadas en investigación clínica, aspecto que requiere realizar consideraciones especiales. También se han revisado en profundidad y ampliado los aspectos relacionados con los estudios de equivalencia y no-inferioridad, cada vez más frecuentes, que presentan algunos elementos diferenciales relevantes en relación con los estudios habituales de superioridad, especialmente en la determinación del tamaño de la muestra o la inter- pretación de sus resultados. Las páginas dedicadas a la interpretación de resultados suponen una parte importante del libro, ya que un investigador debe ser capaz de discutir honestamente sus hallazgos, y los profesionales sanitarios deben poder leer y evaluar críticamente la literatura. Con estas finalidades se presentan los aspectos relacionados con las posibles limitaciones de la validez y la aplicabilidad práctica de los resultados. Con la finalidad de mantener la utilidad práctica del estudio, los conceptos teóricos se ilustran con más de 300 ejemplos, muchos de ellos revisados y actualizados, que se diferencian en el texto para no entorpecer la lectura de los capítulos. Presentación
  • 11. x Presentación Como en ediciones anteriores, agradecemos a los profesionales que han participado en nuestros cursos, tanto presenciales como a distancia, sus comentarios y sugerencias, así como al Dr. Amando Martín Zurro, que constantemente nos anima a mantener actualizada esta obra. Los autores Barcelona, 2012
  • 12. Parte | 1 | Principios generales de investigación 1 El proceso de la investigación clínica y epidemiológica  3 2 Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica  7 3 Ética e investigación  15
  • 14. Capítulo | 1 | 3 © 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos El proceso de la investigación clínica y epidemiológica En la práctica de la medicina, el profesional sanitario debe tomar múltiples decisiones sobre la atención a sus pacientes, para lo cual necesita disponer de información de diferente naturaleza: cuál puede ser la causa de su problema, cuál es su pronóstico, qué estrategia diagnóstica es la más adecuada, qué tratamiento es más eficaz en su situación, qué infor­ mación y recomendaciones puede proporcionarle para mejorar su estado de salud, etc. Además de tomar en consideración factores como las necesida­ des y preferencias de los pacientes o las prioridades y recursos que tiene a su alcance, el profesional debe basar sus decisiones en información (evidencia) válida sobre los efectos de las distintas alternativas de actuación. La principal fuente de estas evidencias es la investigación clínica y epidemiológica. Cada vez existe una mayor presión desde todos los ámbitos para pasar de un proceso de toma de decisiones basado en la tradición, la autoridad o las opiniones de los profesionales considerados exper­ tos, a un modelo basado en evidencias científicas explícitas y contrastables empíricamente, proceden­ tes de la investigación rigurosa, que conduzcan a la obtención de pruebas más objetivas (medicina basada en la evidencia). Por tanto, la investigación biomédica es necesaria para el progreso de la medicina, ya que proporciona las pruebas en que basar la práctica clínica y me­ jorar la calidad de la atención que se presta a los pacientes, y permite obtener información sobre la utilidad y eficacia de los procedimientos diagnós­ ticos, terapéuticos y preventivos, así como sobre la etiología, la fisiopatología y los factores de riesgo de las enfermedades y problemas de salud. La investigación supone también un valor aña­ dido tanto para los profesionales (prestigio profe­ sional y social, estímulo intelectual, sentimiento de pertenecer a una élite, posibilidad de colaborar con otros colegas y otros profesionales expertos interesados en los mismos temas, etc.) como para los pacientes (beneficios derivados de los resultados de las investigaciones, mayor calidad de la atención, administración de intervenciones más efectivas, mayor supervivencia, mayor calidad de vida, etc.), para la comunidad (mejora de la situación de sa­ lud, aumento de la esperanza de vida, etc.) y para el propio sistema sanitario (mayor calidad y eficacia de sus actuaciones, mayor eficiencia en el uso de los recursos, etc.). Método científico El objetivo de cualquier ciencia es adquirir cono­ cimientos desde una perspectiva que intenta no abordar solamente acontecimientos y situaciones aisladas, sino la comprensión de fenómenos des­ de una óptica más generalizada. El problema es elegir un método adecuado que permita conocer la realidad, entendiendo como tal la referida a un determinado problema, evitando catalogar conoci­ mientos erróneos como verdaderos. Es precisamente mediante la aplicación formal de los procedimientos sistemáticos que componen el método científico cómo el investigador pretende comprender, explicar, predecir o controlar determinados fenómenos. Investigar es algo más que recoger y almacenar información. La investigación nace de la curiosidad y de las inquietudes personales, de la observación de hechos sin explicación lógica aparente o que contradicen las teorías aceptadas. Pero en todos los casos requiere establecer hipótesis y objetivos con­ cretos y utilizar instrumentos de medida precisos y reproducibles con una metodología que permita
  • 15. 4 Principios generales de investigación Parte | 1 | contrastar empíricamente dichas hipótesis y rechazar o aumentar el grado de corroboración de las teorías aceptadas en ese momento. Una investigación es un proceso sistemático, orga­ nizado y objetivo, destinado a responder a una pre­ gunta. El término sistemático significa que se aplica el método científico (fig. 1.1), de manera que, a partir de la identificación de un problema y la revisión de los conocimientos existentes, se formula una hipóte­ sis, se define el objetivo del estudio y se recogen unos datos según un diseño preestablecido, cuyo análisis e interpretación conducen a unas conclusiones, la difusión de las cuales permitirá modificar o añadir nuevos conocimientos a los ya existentes, iniciándose entonces de nuevo el ciclo. Por organizado se entiende que todos los miembros de un equipo investigador siguen un mismo protocolo de estudio y aplican las mismas definiciones y criterios a todos los partici­ pantes, actuando de forma idéntica ante cualquier duda. La palabra objetivo indica que las conclusiones que se obtienen no se basan en impresiones subjeti­ vas, sino en hechos que se han observado, medido y analizado, intentando evitar cualquier prejuicio en la interpretación de los resultados. El control de las condiciones de investigación es un elemento clave del método científico. Sin embar­ go, los problemas que interesan a los investigadores son fenómenos complejos y difíciles de medir, que suelen representar los efectos de múltiples factores. Si se pretende aislar las relaciones entre fenóme­ nos, el científico debe intentar controlar los factores que no están siendo investigados de forma directa, lo que resulta más difícil de conseguir en el mundo real que en un laboratorio. Por ello, el método cien­ tífico aplicado a la investigación en seres humanos no solamente presenta limitaciones morales y éticas, dada la dificultad de controlar los múltiples factores que pueden influir, la complejidad del ser humano como objeto de investigación y los problemas de medición de algunas de sus funciones. El resultado de la investigación es conocimiento, pero para que el conocimiento generado por un estudio pase a formar parte de la ciencia, es necesario que se presente a la comunidad científica en una manera que permita juzgar su validez de una forma independiente. Así, las ideas producto de la intui­ ción, la inspiración o la imaginación tienen un alto grado de subjetividad y suelen ser poco fiables. Para cruzar la frontera de la ciencia, deben trasladarse a un proyecto de investigación, que es evaluado por un comité independiente que se encarga de excluir aquello que no tiene sentido o que no puede con­ siderarse ciencia. Si el proyecto pasa este filtro y la investigación se lleva a cabo, debe pasar otro, que es el de su revisión por expertos para decidir si tiene la calidad y el interés suficientes para ser publicada y poderse difundir entre la comunidad científica. Las publicaciones secundarias y la elaboración de revi­ siones suponen un nuevo filtro, ya que seleccionan los mejores estudios y permiten contrastarlos con otras investigaciones. El paso del tiempo y la expe­ riencia en la aplicación de los resultados se encargan de cribar los que pasan a formar parte del cuerpo de conocimientos vigente (fig. 1.2). Por tanto, una adecuada gestión del conocimiento debe pasar por la promoción de la investigación útil (producción de información orientada a la resolu­ ción de las incertidumbres asociadas a problemas de salud concretos), su adecuada diseminación (trans­ ferencia del conocimiento a la práctica profesio­ nal) y la formación de los profesionales sanitarios (capacitación técnica para interpretar, comunicar, compartir y utilizar dicho conocimiento). Sin un adecuado fomento de estos aspectos, difícilmente la investigación tendrá el impacto esperado en la práctica de la medicina. Figura 1.1   Ciclo del método científico.
  • 16. 5 Capítulo El proceso de la investigación clínica y epidemiológica | 1 | © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Proceso de investigación La investigación no es una actividad especialmen­ te difícil, aunque requiere una actitud crítica y la capacidad de pensar con claridad y de una forma organizada, a la vez que ayuda a desarrollarlas. Al contrario de lo que muchos suelen creer, no necesita un extenso conocimiento de técnicas experimentales ni estadísticas, ni el dominio de un amplio vocabu­ lario especializado. El cuadro 1.1 resume los diez aspectos más im­ portantes que un investigador se plantea y que le servirán de guía en el proceso de elaboración de un proyecto de investigación. La investigación se inicia a partir de la identifica­ ción de un problema o la generación de una buena idea, definiendo la pregunta concreta a la que el estudio pretende responder, expresada habitual­ mente en forma de hipótesis de trabajo o de obje­ tivo específico. Es importante que el investigador sea capaz de justificar, a partir de una revisión de la situación del conocimiento sobre el tema y del establecimiento del marco teórico adecuado, la rea­ lización del estudio, valorando su pertinencia y su viabilidad. El diseño de la investigación implica, en una primera fase, la selección del tipo de estudio más adecuado para responder a la pregunta planteada y la construcción de su estructura básica. Posterior­ mente se concretarán los aspectos relacionados con Figura 1.2   Filtro del conocimiento. Cuadro 1.1  Principales aspectos que se plantean en relación con una investigación 1. Definir la pregunta con claridad 2. Escoger el diseño idóneo 3. Seleccionar la población de estudio adecuada 4. Calcular el número de individuos necesario 5. Medir las variables con precisión y exactitud 6. Planear la estrategia de análisis 7. Organizar el estudio cuidadosamente 8. Ejecutar el estudio con minuciosidad 9. Interpretar los resultados con precaución 10. Comunicar los resultados con rigor
  • 17. 6 Principios generales de investigación Parte | 1 | la población de estudio (criterios de selección de los participantes, número de sujetos necesario, procedi­ miento de reclutamiento, formación de los grupos de estudio, etc.), las variables (variable de respuesta principal, otras variables que será necesario medir, instrumentos de medida, etc.), la recogida de datos y la estrategia de análisis. Dado que la utilidad de una investigación de­ pende en gran medida de que sus resultados sean aplicables en la práctica, es fundamental la correcta difusión del trabajo realizado en el ámbito adecuado y su inclusión en las bases de datos internacionales para que pueda ser identificado, localizado y eva­ luado por los profesionales sanitarios. Por ello, los aspectos relacionados con la comunicación científica son también importantes. Finalidades de la investigación Esquemáticamente, puede considerarse que existen dos grandes categorías de investigación. La primera corresponde a la investigación que busca ampliar los conocimientos existentes sobre la salud, la enfermedad o el proceso de atención sanitaria (p. ej., estimando la frecuencia con que aparece una enfermedad o describiendo sus carac­ terísticas), cuya utilidad principal es la generación de ideas e hipótesis (investigación descriptiva). Este tipo de investigación se caracteriza por la ausencia de hipótesis de trabajo previas, y puede ser exclusi­ vamente descriptiva, lo que supone la observación, descripción y catalogación de determinados hechos, o tener una orientación más exploradora, dirigida al descubrimiento de relaciones entre fenómenos. Si se utiliza el método científico para realizar las observaciones, los estudios descriptivos pueden ser muy útiles y suelen ser fundamentales como base del desarrollo de hipótesis. La segunda categoría corresponde a la investiga­ ción dirigida a evaluar las intervenciones realizadas para mejorar la salud, prevenir la enfermedad o impulsar los procesos de atención sanitaria, deter­ minando sus efectos y contrastando las hipótesis de trabajo (investigación analítica). Este tipo de investi­ gación parte de una hipótesis previa, y puede tener una orientación explicativa, que busca comprender el porqué de los fenómenos, o bien predictiva, en el sentido de que intenta hacer predicciones fiables y brindar la posibilidad de controlar determinados problemas, a pesar de que, con los conocimientos y tecnologías disponibles actualmente, escapan a la comprensión absoluta. Ambas categorías tienen en común el hecho de que el investigador trata de responder a la pregunta de investigación de una forma válida y precisa, di­ señando el estudio de manera que disminuyan las probabilidades de existencia de errores que puedan conducirle a una respuesta equivocada. Es mejor tardar en incorporar conocimientos, aunque sean ciertos, que incorporar datos falsos. Orientación de la investigación Como veremos en los capítulos siguientes, a lo largo de todo el proceso de una investigación deben to­ marse múltiples decisiones sobre muchos aspectos, como los criterios de selección de los participantes, la exclusión de determinados grupos de personas, el ámbito de realización o la duración del estudio, el seguimiento de los sujetos, etc., que condicionan la validez del estudio para responder a la pregunta de investigación y su utilidad para extrapolar o genera­ lizar sus resultados. La mayor parte de los estudios que se realizan en la actualidad, especialmente los dirigidos a evaluar la eficacia de los tratamientos, se diseñan con la finali­ dad de obtener el mayor grado posible de control de las condiciones de la investigación, es decir, la mayor validez interna posible, por lo que existen importantes limitaciones a la hora de extrapolar sus resultados a la práctica clínica habitual. Este problema es especialmente relevante si tene­ mos en cuenta que los resultados de estas investi­ gaciones son la base para la toma de decisiones en la práctica clínica, de manera que, aunque se insiste mucho en la necesidad de basar dichas decisiones en evidencias científicas, en la práctica se dispone de pocos datos de lo que ocurre en realidad en la población a la que se desea aplicar los resultados y en las condiciones reales de la práctica diaria. Además, los principales retos actuales de la inves­ tigación clínica, como las patologías crónicas, las actividades preventivas o los efectos a largo plazo de las intervenciones en poblaciones con problemas complejos o con comorbilidad, requieren una orien­ tación más pragmática del diseño de los estudios.
  • 18. Capítulo | 2 | 7 © 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica Esquemáticamente, la pregunta o hipótesis que se formula en un estudio puede hacer referencia a la frecuencia con que aparece una enfermedad o a la descripción de sus características (estudios descripti- vos), o bien a la estimación del efecto de un factor de estudio (una exposición o una intervención) sobre una enfermedad o una variable de respuesta (estudios analíticos). En todos los casos, el investigador trata de responder a la pregunta de forma válida y precisa. En otras palabras, el estudio se diseña para evitar cual­ quier error en la respuesta al objetivo planteado. Tipos De Error En cualquier estudio se han de considerar dos ti­ pos de posibles errores: el error aleatorio y el error sistemático. Error aleatorio El error aleatorio se debe al azar. Ocurre tanto por el hecho de que se trabaja con muestras de individuos, y no con poblaciones enteras, como por la variabili­ dad inherente al proceso de medición de variables, ya sea por el instrumento de medida que se utiliza, por la propia variabilidad biológica o por la debida al observador. Supongamos que se desea conocer el porcentaje de historias clínicas en las que están registrados los an­ tecedentes familiares de cardiopatía isquémica. Para ello, se selecciona una muestra de historias clínicas, determinando el tanto por ciento que contiene la información de interés e infiriendo que el porcentaje observado en la muestra es el mismo que se encon­ traría si se hubieran analizado todas las historias. Sin embargo, existe la posibilidad de equivocarse, simplemente porque, por azar, se ha escogido una muestra de historias que no refleja de forma exacta el verdadero tanto por ciento. Esta posibilidad es tanto mayor cuanto menor es el tamaño de la muestra estu­ diada. Si sólo se hubieran seleccionado diez historias clínicas, y en cuatro de ellas estuvieran registrados los antecedentes familiares de cardiopatía isquémica, podría inferirse que el porcentaje de historias en que constan dichos antecedentes es del 40%. Si se repitiera el estudio seleccionando otra muestra de diez historias, es muy posible que el tanto por ciento observado fuera diferente del 40% (una sola historia más o menos haría variar dicho porcentaje en un 10%). Es decir, existe una gran variabilidad inherente al muestreo. Esta variabilidad sería menor si, en lugar de diez historias, se hubieran seleccionado cien (una historia haría variar el resultado en un 1%), e incluso podría desaparecer si se estudiaran todas las historias clínicas. Éste es un ejemplo de error aleatorio debido al hecho de que se trabaja con muestras. La mejor estrategia para reducirlo sería aumentar el tamaño de la muestra. El error aleatorio también puede producirse al medir las variables. Por ejemplo, las cifras de presión arterial presentan una gran variabilidad. Una forma de reducirla es medir la presión arterial en más de una ocasión y utilizar algún promedio de las diferen­ tes medidas. Además, existen otras fuentes de varia­ ción (momento del día, condiciones de la medición, tipo de esfigmomanómetro...) que también deben ser controladas mediante la estandarización de las condiciones de la medición y el entrenamiento de los observadores. El error aleatorio está muy relacionado con el concepto de precisión. Una estimación o una medida es tanto más precisa cuanto menor es el componente de error aleatorio.
  • 19. 8 Principios generales de investigación Parte | 1 | Error sistemático Un error sistemático, o sesgo, es un error en el di­ seño del estudio, ya sea en la selección de los suje­ tos (sesgo de selección) o en la medición de las varia­ bles (sesgo de información), que conduce a una estima­ ción incorrecta o no válida del efecto o parámetro que se estudia. Sesgo de selección El sesgo de selección puede aparecer al elegir una muestra que no represente de forma adecuada a la población de estudio o al formar los grupos que se van a comparar. Ejemplo 2.1.  Supongamos que se desea estimar la prevalencia de una enfermedad en los sujetos adultos residentes en un municipio (población de estudio). Para ello, se estudian los cien primeros sujetos que acuden a la consulta en un centro de salud (muestra estudiada). Obviamente, los sujetos que acuden a la consulta no son representativos de la población del municipio, ya que tienen una mayor probabilidad de estar enfermos, por lo que se obtendría una estimación sesgada de la prevalencia de la enfermedad. Ejemplo 2.2.  Supongamos que se estudia la rela­ ción entre la aparición de cáncer de pulmón y la exposición previa al humo del tabaco. Se observa que el 90% de los sujetos con cáncer de pulmón ingresados en un hospital (casos) eran fumadores. Supongamos, además, que los individuos del grupo control se eligen entre los pacientes ingresados en el servicio de neumología, de forma que la mayoría de ellos padece limitación crónica al flujo aéreo (LCFA), y que el 88% había estado expuesto al ta­ baco. Ante estos resultados se podría concluir erró­ neamente que no existe asociación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, ya que el tanto por ciento de fumadores es muy similar en ambos grupos. Sin embargo, la selección del grupo control no ha sido muy afortunada, ya que la LCFA está relacionada con el tabaco, lo que enmascara su asociación con el cáncer de pulmón. En general, si se eligen como controles personas con enfermedades relacionadas positiva o negativamente con la exposición, se está introduciendo un sesgo de selección. Los sesgos de selección también se pueden pro­ ducir durante el seguimiento de los participantes si la probabilidad de desarrollar la enfermedad entre los sujetos que se pierden es diferente en cada uno de los grupos. Ejemplo 2.3.  Consideremos un estudio que com­ para dos intervenciones (A y B), administradas cada una de ellas a un grupo de 100 sujetos, y que se pro­ ducen 20 pérdidas durante el seguimiento en cada uno de los grupos (tabla 2.1). El porcentaje de éxitos con ambas intervenciones es del 50% entre los que finalizan el estudio, por lo que se podría concluir que poseen la misma eficacia. Sin embargo, entre las pérdidas, sólo el 1% de los sujetos que recibieron la intervención A fue clasificado como éxito, mientras que con la intervención B lo fue un 50%. Cuando se calculó el tanto por ciento total de éxitos resultó que la intervención B fue la más eficaz. Así pues, aunque el porcentaje de pérdidas sea el mismo en ambos grupos, se puede producir un sesgo de selección, ya que sus características son diferentes. Otra situación que puede producir un sesgo de se­ lección es la existencia de preguntas no contestadas, lo que suele ocurrir en las encuestas transversales. Ejemplo 2.4.  Supongamos un estudio en el que se desea determinar la prevalencia de consumo de tabaco entre los profesionales sanitarios de una determinada zona geográfica. Para ello, se selec­ ciona una muestra aleatoria de 500 profesionales, a los que se les envía un cuestionario. Contestan 300 profesionales, de los que 75 (25%) reconocen que fuman. Si la prevalencia de consumo de tabaco entre quienes no han respondido es diferente de la que existe entre los que sí lo han hecho, la cifra Tabla 2.1  Sesgo de selección debido a pérdidas de seguimiento (ejemplo 2.3) Intervención A Intervención B Eficacia entre los sujetos que finalizan el estudio 40/80 (50%) 40/80 (50%) Eficacia entre los sujetos que no lo terminan 1/20 (5%) 10/20 (50%) Total 41/100 (41%) 50/100 (50%)
  • 20. 9 Capítulo Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica | 2 | © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. del 25% es una estimación sesgada de la verdadera prevalencia. En caso contrario, podría asumirse que las preguntas no contestadas no están relacionadas con el fenómeno de estudio (podrían considerarse aleatorias), de forma que la cifra observada sería una estimación no sesgada, aunque se habría producido una pérdida de precisión en la estimación debido al menor número de respuestas. La única manera de asegurar que las pérdidas du­ rante el seguimiento o las preguntas no contestadas no introducen un error sistemático en los resultados es evitar que se produzcan, o bien obtener informa­ ción suplementaria que permita evaluar si los sujetos que se pierden o que no contestan difieren de los que finalizan el estudio. Sesgo de información El sesgo de información se produce cuando las mediciones de las variables de estudio son de mala calidad o son sistemáticamente desiguales entre los grupos. Las principales fuentes de este error son la aplicación de pruebas poco sensibles y/o específicas para la medición de las variables, o de criterios diag­ nósticos incorrectos o distintos en cada grupo, así como las imprecisiones y omisiones en la recogida de los datos. Ejemplo 2.5.  Si en un estudio se mide el peso de los sujetos con una báscula mal calibrada, evidente­ mente, se obtendrán medidas incorrectas, ya que se utiliza un instrumento de medida inadecuado. Ejemplo 2.6.  Consideremos un estudio cuyo objetivo es comparar el peso en función del sexo con una báscula bien calibrada. Sin embargo, la medición en los hombres se hace sin zapatos y en ropa interior, mientras que el responsable de pesar a las mujeres sigue un criterio diferente y efectúa la medición con zapatos y en ropa de calle. El pro­ blema de este estudio es que se aplica un mismo instrumento de medida de forma diferente, según el grupo de estudio. Ejemplo 2.7.  Si se quiere estudiar si hay una asocia­ ción entre la ingestión de alcohol y la hipertensión, y en los hipertensos se obtiene la información a partir de una entrevista personal, mientras que en los indi­ viduos del grupo control se obtiene de las historias clínicas, es de esperar que en el primer grupo la infor­ mación sea más exacta y sistemáticamente diferente de la obtenida en el grupo control, lo que sesgará los resultados. El problema de este estudio es que se usan instrumentos diferentes en cada grupo. Por ello, las variables deben medirse con el ins­ trumento adecuado, validado y bien calibrado, que debe aplicarse de la misma forma en todos los par­ ticipantes del estudio. Los errores sistemáticos, ya sean de selección o de información, a diferencia de lo que ocurre con el error aleatorio, no se atenúan al aumentar el tamaño de la muestra. De hecho, aunque se incluyan más in­ dividuos, lo único que se logra con ello es perpetuar el sesgo. Además, un error de estas características, una vez introducido, es casi imposible de enmendar en la fase de análisis. El error sistemático va muy ligado al concepto de validez. La estimación de un parámetro o de un efecto se considera válida si representa el verdadero valor del fenómeno que se desea medir. Grupo Control En los estudios analíticos se pretende estimar la aso­ ciación o el efecto de un factor de estudio sobre una variable de respuesta; por ejemplo, qué reducción del colesterol sérico (variable de respuesta) se consigue con un determinado tratamiento hipolipemiante (factor de estudio). En estos diseños, además del grupo que está expuesto al factor de estudio, es nece­ sario utilizar un grupo control que sirva de referencia sobre lo que ocurre en los sujetos no expuestos a dicho factor, de forma que puedan compararse los resultados obtenidos en ambos grupos. El siguiente ejemplo demuestra la necesidad del grupo control en estos estudios. Ejemplo 2.8.  En la década de 1950, un tratamiento para la angina de pecho que gozaba de gran po­ pularidad entre los cirujanos era la ligadura de la arteria mamaria interna. Se pensaba que con ello se aumentaba el flujo sanguíneo hacia el miocardio. Cobb et al (1959) publicaron un estudio contro­ lado, doble ciego, en el que a los individuos del grupo experimental se les practicaba la ligadura, mientras que a los del grupo control se les practicaba una incisión superficial sin ligarles la arteria, con el fin de que ni los pacientes ni los investigadores que evaluaban los resultados pudieran conocer si pertenecían a un grupo o al otro. En este estudio se observó la recuperación del 32% de los pacientes a quienes se había ligado la arteria y del 43% de los controles. Si no hubiera existido un grupo control se hubiera podido llegar a la errónea conclusión de que la ligadura era eficaz. La función de un grupo control es estimar cuál sería el valor de la variable de respuesta en el caso de
  • 21. 10 Principios generales de investigación Parte | 1 | que no existiera asociación con el factor de estudio, por lo que debe formarse de manera que sea compa­ rable con el grupo de estudio en todos los aspectos excepto en la exposición o el tratamiento que recibe. Así, en un ensayo clínico serviría para determinar la respuesta esperada en ausencia de la intervención, o en un estudio de casos y controles, para estimar el tanto por ciento esperado de sujetos expuestos si no existiera asociación con la enfermedad. Efectos que controlar Si no se utiliza un grupo control, es difícil saber si los resultados obtenidos son debidos al factor de estudio o a otros efectos que no se han controlado. A continuación se describen los principales efectos que se han de controlar cuando se diseña un estudio. Efecto Hawthorne El efecto Hawthorne es una respuesta inducida por el conocimiento de los participantes de que están sien­ do estudiados. La participación en un estudio puede cambiar el comportamiento de los individuos tanto del grupo de estudio como del de control. El hecho de explicarles en qué consiste la experiencia, unido a que durante un tiempo deban visitar al médico con más frecuencia, puede hacer que los participantes alteren sus hábitos y obtengan una respuesta que no puede ser atribuida al factor de estudio. Se describió por primera vez durante la década de 1920, cuando la Western Electric Company llevó a cabo una serie de experiencias en su fábrica Hawthorne de Chicago con el fin de determinar el efecto de la iluminación en la producción. Los grupos control trabajaron bajo una iluminación constante, mientras que en los grupos experimentales era variable, aumen­ tada o disminuida. El resultado fue que la producción se incrementó no sólo en los grupos de estudio, con independencia de la intensidad de la iluminación, sino también en los grupos control. Parecía claro, pues, que el simple hecho de que los trabajadores sabían que eran vigilados supuso un aumento de la producción. En los estudios sin grupo de comparación es muy difícil discernir entre el efecto de la intervención y el debido al hecho de saberse estudiado. Con un grupo de comparación, este efecto no se elimina, pero es de esperar que ocurra por igual en ambos grupos y, de este modo, es posible conocer cuál es el verdadero efecto de la intervención. Ejemplo 2.9.  Un ensayo clínico evaluaba dos es­ trategias para reducir el número de peticiones de laboratorio y radiología solicitadas por los médicos residentes de primer año (Martin et al, 1980). Un tercer grupo, al que no se le practicaba ninguna in­ tervención, sirvió de control. Los residentes tenían conocimiento de la existencia del estudio y de cuál era su objetivo. Cuando se comparó el número de peticiones al inicio y al final del estudio de cada grupo, se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en todos ellos, incluido el de control, lo que sugería la existencia de un efecto Hawthorne. Sin embargo, al comparar los grupos entre ellos, se observó que los dos grupos de estudio tuvieron un descenso significativo en el número de peticiones en relación con el grupo control, lo que sugiere que las estrategias puestas en marcha fueron efectivas. Efecto placebo El efecto placebo se puede definir como la respuesta que se produce en una persona enferma como con­ secuencia de la administración de un tratamiento, pero que no puede considerarse como un efecto específico del mismo. Por esta razón, cuando una enfermedad no tiene un tratamiento activo conoci­ do o ampliamente aceptado y se quiere evaluar la eficacia de un nuevo fármaco, es importante que al grupo control se le administre un tratamiento lo más parecido posible al nuevo fármaco en todas las características, excepto en la actividad farmacológica, con el fin de controlar el efecto placebo. El hecho de tener un grupo control al que se administre un placebo permite aislar el verdadero efecto debido a la intervención. Sin grupo de comparación es im­ posible diferenciar qué parte se debe al efecto del fármaco y cuál a otros. Regresión a la media Se entiende por regresión a la media la tendencia de los individuos que tienen un valor extremo de una variable a presentar valores más cercanos a la media de la distribución cuando esta variable se mide por segunda vez. Los tratamientos, o intervenciones en general, se ensayan cuando una variable que expresa una enfermedad o un factor de riesgo presenta valores fuera de lo común, por lo que es posible que en subsecuentes mediciones los valores sean menos extremos, incluso en ausencia de una intervención eficaz. Así puede suceder, por ejemplo, cuando se seleccionan sujetos porque en una visita presentan un valor elevado de la presión arterial, y sin em­ bargo, en visitas posteriores algunos tienen cifras más bajas simplemente por la variabilidad de la presión arterial, y no por un efecto del tratamiento en estudio.
  • 22. 11 Capítulo Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica | 2 | © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Ejemplo 2.10.  En la primera visita del Hyperten­ sion Detection and Follow-up Program (1979) para determinar si los posibles candidatos cumplían los criterios de selección, un grupo de participantes te­ nía una media de tensión diastólica de 122,1 mmHg. En la siguiente visita, la media de tensión diastó­ lica de estos mismos sujetos había disminuido a 114,7 mmHg, aunque la intervención aún no había empezado. La regresión a la media es una fuente de muchos errores en la interpretación de los resultados de un estudio. Cuando los individuos se seleccionan según una característica que varía con el tiempo, el efecto que se halle en las siguientes mediciones puede de­ berse a la variabilidad de la medida y no al efecto de la intervención. Cuando se dispone de un grupo de comparación, este fenómeno no desaparece, pero se controla, ya que es de suponer que sucederá en ambos grupos por igual. Evolución natural Cuando el curso habitual de una enfermedad tiende hacia su resolución, los esfuerzos terapéuticos pue­ den coincidir con la recuperación observada, pero no ser su causa. De ahí la importancia de comparar siempre los resultados obtenidos en un estudio con los del grupo control. La figura 2.1 resume la función del grupo control en distintas situaciones. La columna A muestra el efecto total observado en el grupo de estudio y sus respectivos componentes. La columna B corresponde a la situación en la que el grupo control recibe un placebo, por lo que es posible aislar perfectamente el efecto de la intervención. La columna C representaría la situación en la que, por las propias características de la intervención (p. ej., la educación sanitaria), es imposible obtener un grupo control con placebo. Los integrantes del grupo control saben que están participando en un estudio y son controlados con la misma pauta de visitas y exploraciones, pero no se les administra la intervención. Por último, la co­ lumna D ilustra la situación de un estudio en el que el grupo control no sabe que está siendo estudiado y, por tanto, sólo se controla la evolución natural de la enfermedad. Factores De Confusión Los estudios analíticos implican una comparación en­ tre grupos. El principal requisito para que esta compa­ ración sea válida es que los grupos sean similares en relación con las características que influyen sobre los resultados. A menudo, estas variables se distribuyen de modo desigual y es necesario corregir estas dife­ rencias. Tomemos un ejemplo sencillo: los resultados de una investigación muestran que la incidencia de la LCFA es mucho mayor en hombres que en mujeres: ¿significa esta diferencia que el sexo es un factor de riesgo, o bien se puede explicar por el diferente hábito tabáquico entre hombres y mujeres? En este último caso, el tabaco sería un factor de confusión de la relación entre el sexo y la incidencia de la LCFA. El fenómeno de confusión aparece cuando la asociación observada entre el factor de estudio y la variable de respuesta puede ser total o parcial­ mente explicada por una tercera variable (factor de confusión) o, por el contrario, cuando una asocia­ ción real queda enmascarada por este factor. Para que una variable se considere de confusión debe estar asociada tanto al factor de estudio como a la respuesta, y no debe ser un paso intermedio en la relación entre ellos. Ejemplo 2.11.  Supongamos un estudio hipotético de la asociación entre el consumo de café y el cáncer de laringe (tabla 2.2). A partir de los datos totales se estima que el porcentaje de expuestos entre los enfermos es del 58%, superior al 42% observado en­ tre los controles, lo que sugiere una asociación entre el consumo de café y el cáncer de laringe. Sin embargo, al analizar los datos en subgrupos o es­ tratos en función de si los sujetos eran fumadores o no, se observa que el tanto por ciento de sujetos expuestos al consumo de café es el mismo en los casos y en los controles, y desaparece la asociación. Así pues, la variable «fumador» actúa como un factor de confusión. Es un factor de riesgo del cáncer de laringe (respuesta) y está relacionado con la variable en estudio (consumo de café), ya que la proporción Figura 2.1   Función del grupo control.
  • 23. 12 Principios generales de investigación Parte | 1 | de controles fumadores que toman café habitual­ mente (75:100) es mucho mayor que la proporción de los no fumadores (50:200). Un factor de confusión puede sobrestimar o in­ fraestimar un efecto. Ejemplo 2.12.  Consideremos un estudio en el que se evalúa la asociación entre el ejercicio físico y el infarto agudo de miocardio (IAM), partiendo de la hipótesis de que a más ejercicio físico, menor es el riesgo de sufrir un IAM. Una variable que po­ dría ejercer de factor de confusión sería la edad. Por un lado, es más probable que los más jóvenes realicen más ejercicio (relación con la variable de estudio) y, por otro, que tengan un riesgo menor de desarrollar un IAM (relación con la enferme­ dad). Si se cumplen estas condiciones, la edad ac­ tuaría como un factor de confusión que tendería a sobrestimar el efecto protector del ejercicio físico sobre el IAM. Ejemplo 2.13.  Siguiendo con el ejemplo anterior, el sexo también podría ser un factor de confusión, ya que los hombres suelen realizar más ejercicio físico que las mujeres y, además, presentan un riesgo mayor de padecer un IAM. Así pues, la asociación protectora del ejercicio físico sobre el IAM quedaría infraestimada si no se tuviera en cuenta la diferencia en la proporción de hombres y mujeres que pudiera haber en la muestra. En la situación más extrema, un factor de confu­ sión puede invertir la dirección de una asociación: es la llamada paradoja de Simpson. Ejemplo 2.14.  Rothman (1986) presenta el siguiente ejemplo: «supongamos que un hombre entra en una tienda para comprarse un sombrero y encuentra una estantería con 30, 10 de ellos negros y 20 grises. Descubre que 9 de los 10 sombreros negros le van bien, pero que de los 20 grises sólo le van bien 17. Por tanto, toma nota de que la proporción de som­ breros negros que le van bien es del 90%, mientras que la de los grises es sólo del 85%. En otra estantería de la misma tienda encuentra otros 30 sombreros, 20 negros y 10 grises. En ella, 3 (15%) de los som­ breros negros le van bien y sólo 1 (10%) de los grises. Antes de que escoja un sombrero, la tienda cierra y él decide volver al día siguiente. Durante la noche, un empleado ha puesto todos los sombreros en una única estantería: ahora hay en ella 60 sombreros, 30 de cada color. El cliente recuerda que el día anterior la proporción de sombreros negros que le iba bien era superior en ambas estanterías. Hoy se da cuenta de que, aunque tiene delante los mismos sombreros, una vez mezclados, sólo el 40% de los sombreros ne­ gros (12 de 30) le va bien, mientras que, de los grises, le va bien el 60% (18 de 30)». Aunque este curioso cambio es conocido como la paradoja de Simpson, no es realmente ninguna paradoja. Este fenómeno es análogo al de confusión, que puede distorsionar una asociación, incluso hasta el punto de cambiar su dirección. La identificación de las variables que pueden ser potenciales factores de confusión es, a menudo, di­ fícil. El conocimiento teórico sobre los mecanismos causales de la respuesta y la revisión de estudios que hayan abordado un objetivo similar serán de gran ayuda para conocer qué variables pueden ser Tabla 2.2  Control de un factor de confusión. Estudio hipotético de la asociación entre consumo de café y cáncer de laringe (ejemplo 2.11) Café (+) Café (−) Total Datos globales   Enfermos con cáncer de laringe 175 (58%) 125 (42%) 300 (100%)   Controles 125 (42%) 175 (58%) 300 (100%) Fumadores   Enfermos con cáncer de laringe 150 (75%) 50 (25%) 200 (100%)   Controles 75 (75%) 25 (25%) 100 (100%) No fumadores   Enfermos con cáncer de laringe 25 (25%) 75 (75%) 100 (100%)   Controles 50 (25%) 150 (75%) 200 (100%)
  • 24. 13 Capítulo Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica | 2 | © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. potenciales factores de confusión. Esta identificación es importante, ya que permitirá controlar el efecto de confusión en la fase de análisis. En el ejemplo 2.11, la determinación del consumo de tabaco (potencial factor de confusión) permitió realizar un análisis en estratos (fumadores y no fumadores), de tal forma que se controlaba su efecto. Ésta es una diferencia con los sesgos, que, una vez introducidos, no pueden controlarse en el análisis. Validez Interna Y Validez Externa La validez interna se refiere al grado en que los re­ sultados de un estudio son válidos (libres de error) para la población que ha sido estudiada. Los errores sistemáticos y los factores de confusión afectan a la validez interna de un estudio. Por el contrario, la validez externa se refiere al gra­ do en que los resultados de un estudio pueden ser extrapolados a poblaciones distintas a la estudiada o generalizados a otras más amplias. La primera condición para que unos resultados puedan ser generalizados es que tengan validez interna. Algunos estudios se diseñan pensando en conseguir la máxima validez interna, aunque sea a costa de grandes limitaciones de la validez externa (estudios explicativos). En otras ocasiones, se desea tener la máxima validez externa (estudios pragmá­ ticos), pero esta actitud no debe llevar a sacrificar la validez interna del estudio. La generalización o extrapolación de los resul­ tados no se hace a partir de un único estudio, sino que debe tener en cuenta si hipótesis similares, con­ trastadas en poblaciones distintas y en ámbitos y áreas geográficas diferentes, conducen a resultados similares. Además, debe apoyarse en criterios de plausibilidad biológica que traten de explicar el mecanismo por el cual se produce un efecto deter­ minado. Así pues, la generalización depende de la consistencia de resultados entre diferentes estudios y de mecanismos plausibles que expliquen de forma razonable un efecto, lo que a menudo implica la emisión de juicios de valor por parte de los propios investigadores. Cobb LA, Thomas GI, Dillard DH, Merendino KA, Bruce RA. An evaluation of internal-mammary-artery ligation by a double-blind technic. N Engl J Med. 1959;260:1115-8. Hypertension Detection and Follow-up Program Cooperative Group. The Hypertension Detection and Follow-up Program: a progress report. Cir Res. 1979;40(Supl 1):106-9. Martin AR, Wolf MA, Thibodeau LA, Dzau V, Braunwald E. A trial of two strategies to modify the test ordering behavior of medical residents. N Engl J Med. 1980;303:1330. Rothman KJ. Modern epidemiology. Boston: Little, Brown and Company; 1986. Barnett AG, van der Pols JC, Dobson AJ. Regression to the mean: what it is and how to deal with it. Int J Epidemiol. 2005;34:215-20. Delgado-Rodríguez M, Llorca J. Bias. J Epidemiol Community Health. 2004;58:635-41. García Alonso F, Guallar E, Bakke OM, Carné X. El placebo en ensayos clínicos con medicamentos. Med Clin (Barc). 1997;109:797-801. Gerhard T. Bias: considerations for research practice. Am J Health Syst Pharm. 2008;65:2159-68. Godwin M, Ruhland L, Casson I, MacDonald S, Delva D, Birtwhistle R, et al. Pragmatic controlled clinical trials in primary care: the struggle between external and internal validity. BMC Med Res Methodol. 2003;3:28. Greenland S, Morgenstern H. Confounding in health research. Annu Rev Public Health. 2001;22:189-212. Grimes DA, Schulz KF. An overview of clinical research: the lay of the land. Lancet. 2002;359:57-61. Grimes DA, Schulz KF. Bias and causal associations in observational research. Lancet. 2002;359:248-52. Guallar E, Jiménez FJ, García Alonso F, Bakke OM. La regresión a la media en la investigación y práctica clínica. Bibliografía De Los Ejemplos Bibliografía
  • 25. 14 Principios generales de investigación Parte | 1 | Med Clin (Barc). 1997;109: 23-6. Hartung DM, Touchette D. Overview of clinical research design. Am J Health Syst Pharm. 2009;66:398-408. Hrobjartsson A, Gotzsche PC. Is the placebo powerless? An analysis of clinical trials comparing placebo with no treatment. N Engl J Med. 2001;344:1594-602. Hrobjartsson A. What are the main methodological problems in the estimation of placebo effects? J Clin Epidemiol. 2002;55:430-5. Moerman DE, Jonas WB. Deconstructing the placebo effect and finding the meaning response. Ann Intern Med. 2002;136:471-6. Morton V, Torgerson DJ. Effect of regression to the mean on decision making in health care. BMJ. 2003;326(7398):1083-4. Rothman KJ, Greenland S, Lash TL. Modern epidemiology. 3rd ed. Philadelphia: Lippincott, Williams and Wilkins; 2008. Yudkin PL, Stratton IM. How to deal with regression to the mean in intervention studies. Lancet. 1996;347:241-2.
  • 26. Capítulo | 3 | 15 © 2013. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos Ética e investigación La investigación biomédica es necesaria para el pro- greso de la medicina porque proporciona las pruebas sobre las que basar la práctica clínica, contribuyendo así a mejorar la calidad de la atención que se presta a los pacientes, obteniendo información sobre la utilidad y eficacia de los procedimientos diagnós- ticos, terapéuticos y preventivos, así como sobre la etiología, fisiopatología y factores de riesgo de las enfermedades y problemas de salud. Dados los importantes beneficios que todo ello supone para la sociedad, resulta obvio que la investigación debe considerarse una obligación moral de las profesio- nes sanitarias. Por lo tanto, aunque suelen discutirse frecuentemente los aspectos éticos relacionados con la realización de investigaciones sanitarias, también habría que preguntarse si es ético no investigar para intentar resolver las lagunas de conocimiento, dudas e incertidumbres que se plantean en el quehacer diario del profesional. La investigación implica en muchos casos la parti- cipación de seres humanos, con los riesgos, molestias e incomodidades que suele suponer para ellos, por lo que es frecuente que se planteen cuestiones éticas y legales, a veces difíciles de resolver. El campo de la ética de la investigación está dedicado al análisis sistemático de estas cuestiones para asegurar que los participantes en un estudio estén protegidos y, en último término, que la investigación clínica se conduce de manera que sirva a las necesidades de esos participantes, así como a las de la sociedad en su conjunto (Weijer et al, 1997). Por otro lado, el resultado de la investigación es conocimiento, el cual debe difundirse de forma adecuada entre la comunidad científica, lo que ha- bitualmente significa su publicación en una revista y su inclusión en las bases de datos bibliográficas. En todas las fases de la comunicación científica son múltiples los conflictos de intereses que pueden presentarse. Dado que la literatura científica es la principal fuente de evidencias que se utiliza en la toma de decisiones y en la elaboración de las guías de práctica clínica y las recomendaciones para la atención de los pacientes, el impacto que estos conflictos pueden tener sobre la práctica es muy importante. Ética E Investigación Clínica La ética de la investigación tiene dos componentes esenciales: la selección y el logro de fines moralmen- te aceptables, y la utilización de medios moralmente aceptables para alcanzar esos fines. La primera premisa que se debe tener en cuenta es que lo que no es científicamente correcto es ética- mente inaceptable. Pero el rigor científico, aunque es condición necesaria, no es suficiente, ya que no todo lo científicamente correcto es aceptable desde el punto de vista ético. La historia muestra numerosos ejemplos de estudios éticamente inaceptables. Aun- que suelen citarse los experimentos realizados por médicos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, existen otros muchos ejemplos. Ejemplo 3.1.  El estudio de Tuskegee (EE.UU.), ini- ciado en 1932, consistía en el seguimiento de una cohorte de más de 400 sujetos de raza negra con sífilis no tratada, que se comparaba con un grupo de 204 sujetos sin sífilis, para estudiar la historia natural de la enfermedad. Aunque no existía un tratamiento eficaz al inicio del estudio, el seguimiento continuó sin que los pacientes recibieran tratamiento incluso después de que se hubiera demostrado la eficacia
  • 27. 16 Principios generales de investigación Parte | 1 | de la penicilina –hecho del que no se informó a los participantes– y a pesar de que los datos mostraban claramente un peor pronóstico y un aumento de la mortalidad entre los sujetos infectados. El estudio se finalizó en 1972 debido a la presión social que se creó cuando el público general tuvo conocimiento del mismo. Ante las críticas, los investigadores ar- gumentaron que, dado que los participantes eran afroamericanos pobres, aunque no hubieran parti- cipado en el estudio tampoco habrían tenido acceso al tratamiento. Ejemplo 3.2.  Willowbrook era una institución del estado de Nueva York para personas con deficiencias mentales donde se realizaron diferentes estudios para analizar la historia natural de la hepatitis y los efectos de lagammaglobulina sobreella.Lossujetosdeestudio eran niños a los que se infectaba deliberadamente con el virus. Los investigadores defendían esta actuación argumentando que la mayoría de los niños internados en el centro acababa adquiriendo la infección de forma espontánea. Ejemplo 3.3.  Ejemplos más recientes son los es- tudios, publicados a finales de la década de 1990, realizados en países en vías de desarrollo, sobre la prevención de la transmisión vertical del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Prácticamente todos los estudios utilizan un grupo control al que administran placebo a pesar de que existen pruebas sobre la eficacia de determinados tratamientos y de la existencia de recomendaciones sobre su uso en países occidentales (Angell, 1997; Lurie y Wolfe, 1997). De forma similar, en un ensayo clínico alea- torio realizado en Uganda sobre la profilaxis de la tuberculosis en adultos VIH positivos con prueba positiva de la tuberculina (Whalen et al, 1997), el grupo control recibió placebo a pesar de la existencia de recomendaciones elaboradas por los Centers for Disease Control (CDC) desde 1990. Como respuesta a estos y otros casos se han elaborado diferentes códigos éticos y normativas legales para guiar la realización de investigaciones con seres humanos. Los dos pilares fundamentales son el Código de Núremberg, elaborado en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial (http://www.cirp. org/library/ethics/nuremberg/; versión traducida al castellano en http://www.pcb.ub.edu/bioeticaidret/ archivos/norm/CodigoNuremberg.pdf) y la Decla- ración de Helsinki, elaborada por la Asociación Médica Mundial en 1964 y revisada en diferentes ocasiones, que se considera la principal referencia mundial de investigación biomédica (http://www. wma.net/en/30publications/10policies/b3/index. html; versión traducida al castellano en: http://www. wma.net/es/30publications/10policies/b3/). La Declaración de Helsinki presenta los princi- pios éticos básicos de toda investigación médica en seres humanos, incluida la investigación de mate- rial humano y de información identificables, y los aplicables cuando ésta se combina con la atención médica. Esta declaración se ha revisado en diversas ocasiones: Tokio (1975), Venecia (1983), Hong Kong (1989), Somerset West (1996), Edimburgo (2000) y Seúl (2008). En la última revisión se han incorporado aspectos como la inclusión, entre los deberes del médico en una investigación, además de la protección de la vida, la salud, la dignidad, la integridad y la intimidad de los participantes, la confidencialidad de la información personal o el registro de todo ensayo clínico en una base de datos de acceso público antes del reclutamiento del primer sujeto. Dado que estos códigos eran difíciles de interpretar y aplicar en ocasiones, y se iban produciendo nuevos casos de investigaciones no éticas, como el de Willow- brook (ejemplo 3.2) y especialmente el de Tuskegee (ejemplo 3.1), el congreso de EE.UU. creó en 1974 la Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Hu- manos en la Investigación Biomédica y Conductual, para que elaborara un documento que enunciara los principios éticos básicos para formular, criticar e interpretar reglas o normas específicas de aplicación práctica en la investigación clínica en seres huma- nos. En 1978 esta comisión presentó el documento sobre principios éticos y pautas para la protección de sujetos humanos de la investigación conocido como Informe Belmont (http://www.hhs.gov/ohrp/ humansubjects/guidance/belmont.html; versión traducida al castellano en http://www.pcb.ub.edu/ bioeticaidret/archivos/norm/InformeBelmont.pdf), origen de la moderna teoría ética de la investigación clínica, en el que se definen los tres «principios éticos básicos»: el respeto por las personas, la beneficencia y la justicia. Una de las principales aportaciones del Informe Belmont, como comenta De Abajo (2001), fue el reconocimiento de que la investigación clínica es una actividad primariamente cognoscitiva, y no beneficente como la práctica clínica, y por lo tanto se requería una justificación diferente de la que se había dado hasta ese momento. La legitimación ética y social de la investigación biomédica en seres humanos debería venir dada por el hecho de que la práctica clínica, para poder considerarse correcta, debe estar basada en pruebas objetivas y no, o al menos no tanto o primariamente, en opiniones y experiencias personales. La existencia de pruebas científicas distingue las prácticas validadas de las
  • 28. 17 Capítulo Ética e investigación |3| © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. no validadas o simplemente empíricas, y el proce- dimiento de validación es precisamente la investi- gación clínica, por lo que ésta se justificaba en la medida en que era una condición de posibilidad de una práctica clínica correcta y, por tanto, ética. Posteriormente, la investigación debe tener su pro- pia validación ética, cumpliendo con los principios y normas adecuados, pero antes de la justificación clínica la debe tener lógica. Investigación Y Práctica Clínica Dada la especial importancia de las consideracio- nes éticas en la investigación con seres humanos, es importante diferenciarla claramente de lo que es práctica clínica (Levine, 1986). De hecho, pode- mos considerar que cada vez que, por ejemplo, un médico administra un fármaco a un paciente está, de algún modo, realizando un experimento. Sin embargo, el término investigación se utiliza para referirse al proceso sistemático y objetivo que utiliza el método científico para desarrollar o contribuir al conocimiento generalizable, mientras que el de práctica clínica se reserva para las actividades dirigi- das exclusivamente a mejorar el estado de salud de un paciente o sujeto. Si bien es cierto que la práctica clínica se basa en una expectativa razonable de éxito, asumiendo cierto grado de incertidumbre, el hecho de que esta expectativa no esté validada no implica que se trate de una investigación, ya que para ser considerada como tal debería realizarse de acuerdo con los estándares científicos aceptados. Existe una creciente interrelación entre la práctica asistencial y la investigación clínica. Los roles de un profesional como clínico y como investigador son muy diferentes: como clínico, su interés primario es la salud del paciente concreto al que está atendien- do, mientras que como investigador es la validez de la investigación para proporcionar un conocimiento generalizable. Estos intereses, que coexisten en el investigador clínico, pueden entrar en conflicto en determinadas ocasiones. Cuando, como ocurre en la mayoría de los en- sayos clínicos, la investigación tiene un potencial efecto terapéutico sobre los participantes, éstos tienden a creer que el estudio ha sido diseñado para su beneficio, a pesar de que el formulario de consentimiento informado explicite que la finalidad es el interés científico. Este «equívoco» es aún mayor cuando el profesional que les ofrece participar en la investigación es el mismo que les trata habitualmen- te y la invitación se realiza en el entorno asistencial habitual. Principios Éticos Básicos El Informe Belmont identifica tres principios éticos básicos: respeto por las personas o autonomía, beneficencia y justicia. Algunos autores prefieren separar el de beneficencia propiamente dicha del de no maleficencia, de manera que puede con- siderarse que existen dos niveles jerárquicos en estos principios: en el primer nivel se encuentran los de justicia y no maleficencia, mientras que en el segundo nivel están los de beneficencia y autonomía. Justicia Este principio supone reconocer que todos los seres humanos son iguales y deben tratarse con la misma consideración y respeto, sin establecer otras diferencias entre ellos que las que redunden en beneficio de todos, y en especial de los menos favorecidos. Para ello es necesario distribuir los beneficios y las cargas de la investigación de forma equitativa. Para cumplir este principio, la selección y el re- clutamiento de los participantes deben realizarse de forma no discriminativa, asegurando que los sujetos no son seleccionados simplemente por su fácil disponibilidad, manipulabilidad o situación de dependencia que pueda hacer que se sientan obligados a participar, sino que lo son por razo- nes directamente relacionadas con el problema de estudio. Se trata de evitar poner en situación de riesgo a determinados grupos de personas, como niños, pobres o sujetos recluidos en prisiones o instituciones cerradas, para el beneficio exclusivo de grupos más privilegiados. De hecho, la Declaración de Helsinki establece que la investigación médica en una población o comunidad con desventajas o vulnerable sólo se justifica si responde a las nece- sidades y prioridades de salud de esta población o comunidad y si existen posibilidades razonables de que la población o comunidad sobre la que se realiza la investigación podrá beneficiarse de sus resultados. Además, deben contemplarse las medidas dirigi- das a indemnizar a los sujetos de los posibles riesgos y perjuicios. De hecho, la normativa vigente obliga a concertar un seguro que cubra los daños y perjuicios que pudieran resultar para los sujetos como conse- cuencia de su participación en un ensayo clínico con un producto en fase de investigación clínica, para una nueva indicación de un medicamento ya autorizado o cuando no exista interés terapéutico para el individuo.
  • 29. 18 Principios generales de investigación Parte | 1 | No maleficencia El principio de no maleficencia obliga a no infligir daño a los participantes en el estudio, ya que su protección es más importante que la búsqueda de nuevo conocimiento o el interés personal o profe- sional en el estudio. Por lo tanto, deben asegurarse la protección, la seguridad y el bienestar de los participantes, lo que implica, entre otras cosas, que los investigadores deben tener la formación y las calificaciones científicas apropiadas y que los centros donde se realiza el estudio deben ser adecuados. Significa también que los riesgos para los partici- pantes deben ser aceptables y que, si no lo son, no deben incluirse aunque los sujetos estén de acuerdo en participar. Beneficencia Este principio supone procurar favorecer a los sujetos de la investigación, no exponiéndolos a daños y ase- gurando su bienestar. Los riesgos e incomodidades para las personas participantes deben compararse con los posibles beneficios y la importancia del co- nocimiento que se espera obtener, de manera que la relación sea favorable. Implica también que la pregunta que se desea responder debe ser científicamente válida y, por lo tanto, que existe una justificación adecuada para realizar el estudio, que el diseño es correcto desde el punto de vista metodológico, ya que si no lo es, cualquier riesgo para los sujetos es innecesario, y que el número de sujetos es el adecuado, es decir, que no sea excesivo ni insuficiente. Autonomía El principio de respeto por las personas o de auto- nomía se relaciona con la capacidad de una persona para decidir por ella misma. Dado que esta capa- cidad puede estar disminuida por diferentes moti- vos, como en los casos de ignorancia, inmadurez o incapacidad psíquica, cualquiera que sea su causa, o por restricciones a la libertad (como el caso de las prisiones), estos grupos vulnerables deben ser especialmente protegidos. Este principio también implica garantizar la confidencialidad de la información que se recoge, asegurando la protección de los datos. El procedimiento formal para aplicar este principio es el consentimiento informado, que es el otorgado por una persona que reúne los siguientes requisitos: • Es competente o capaz legalmente para otorgar el consentimiento (la competencia legal plantea la necesidad de obtener el consentimiento a través de un representante legal en los casos de sujetos menores de edad e incapaces). • Ha recibido la información necesaria. • Ha comprendido adecuadamente dicha informa- ción. • Después de considerar la información, ha toma- do voluntariamente una decisión, libre de coac- ción, intimidación, persuasión, manipulación, influencia o incentivo excesivo. Así pues, el consentimiento informado es el pro- cedimiento que garantiza que el sujeto ha expresado voluntariamente su intención de participar en el estudio, después de haber comprendido la infor- mación que se le ha dado sobre el mismo. Desde el punto de vista ético, lo más importante no es la obtención del consentimiento, sino el proceso por el que se obtiene. Debe quedar claro que no se le pide que participe, sino que se le invita a hacerlo, y se le debe permitir reflexionar, responder a sus dudas y preguntas, y ofrecer la posibilidad de consultar con otros profesionales. Dado que la voluntariedad puede verse afectada fácilmente por la posición de autoridad e influencia del profesional y que puede existir cierta persuasión difícil de evitar en la relación médico-paciente, algunos autores sugieren que sería preferible que el consentimiento lo obtuviera una persona diferente al médico que atiende habitual- mente al sujeto, para evitar el conflicto de roles entre clínico e investigador (Morin et al, 2002). En los ensayos clínicos, la hoja de información para solicitar el consentimiento de un posible participante debe contener información sobre el objetivo del es- tudio, su metodología, los tratamientos que pueden serle administrados (incluyendo placebo si procede), los beneficios esperados para él o la sociedad, las molestias, incomodidades y riesgos derivados del estudio (visitas, pruebas, etc.), los posibles aconte- cimientos adversos, otras alternativas terapéuticas disponibles, el carácter voluntario de su participación, la garantía de que puede retirarse en cualquier mo- mento sin perjuicios ni alteraciones de la relación médico-enfermo, los aspectos relacionados con la confidencialidad de los datos, las compensaciones económicas y los tratamientos en caso de daño o lesión, y el nombre del investigador responsable del ensayo y de resolver sus dudas, y cómo contactar con él en caso de urgencia (cuadro 3.1). Ejemplo 3.4.  En un análisis de 101 protocolos de ensayos clínicos aprobados en dos hospitales generales universitarios españoles, Ordovás et al (1999) evaluaron la información aportada en las hojas de información al paciente, la legibilidad formal de dichas hojas y el nivel de complejidad
  • 30. 19 Capítulo Ética e investigación |3| © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. del vocabulario. Los apartados con mayor incum- plimiento ( 30% de los casos) fueron el balance de beneficios y riesgos, la identificación y el modo de contacto con el investigador principal, la descripción de los tratamientos alternativos y la especificación de las compensaciones en caso de lesiones. Además, comprobaron que la complejidad del texto era elevada y su legibilidad deficiente, por lo que para su comprensión se requería un nivel de estudios medios-superiores o superiores en más del 90% de los casos. Requisitos Éticos En Investigación Las normas éticas son declaraciones sobre la forma en que determinadas acciones deberían (o no) rea­ lizarse en el marco de la investigación, y su finali- dad es indicar cómo deben cumplirse los requisitos derivados de los principios éticos fundamentales (cuadro 3.2). La declaración de las normas éticas en los códigos y regulaciones tiende a ser más o menos vaga, por lo que a veces pueden interpretarse de formas dife- rentes y puede resultar difícil saber cómo aplicarlas en situaciones concretas. En estos casos puede ser útil identificar el principio o los principios que hay detrás de la norma. El primer requisito importante es el valor de la pregunta de investigación, es decir, que el conoci- miento que se deriva del estudio debe tener el valor suficiente para justificar el riesgo a que se expone a los participantes. Implica que el estudio evalúa una intervención terapéutica o diagnóstica que podría conducir a mejoras en el estado de salud o bienestar; es un estudio etiológico, fisiopatoló- gico o epidemiológico que ayudará a desarrollar dicha intervención o que contrasta una hipótesis que podría generar conocimiento relevante, aunque no tuviera una aplicación práctica inmediata. Im- plica también que el estudio debe estar basado en suficientes investigaciones previas de calidad, incluyendo las realizadas en laboratorios y sobre animales, y en un adecuado conocimiento de la literatura científica sobre la enfermedad o problema Cuadro 3.1  Elementos de información que deberían comunicarse al potencial candidato para participar en un estudio 1. Invitación a participar en el estudio 2. Objetivos del estudio 3. Fundamentos de la selección: por qué son considerados candidatos para el estudio. Cuidado especial con la realización de pruebas destinadas exclusivamente a determinar su elegibilidad 4. Explicación de los procedimientos del estudio: duración de la participación, procedimientos que se seguirán, lugar y duración de los mismos, etc. Cuidado especial en identificar los que se derivarían exclusivamente de su participación en el estudio 5. Descripción de las incomodidades y riesgos razonablemente esperables 6. Medicación de rescate y compensaciones previstas en caso de lesión 7. Descripción de los beneficios para los sujetos y para otros que pueden esperarse razonablemente 8. Discusión de otras alternativas terapéuticas disponibles que podrían ser beneficiosas para el sujeto 9. Garantía de confidencialidad de la información 10. Consideraciones económicas: compensaciones económicas para los voluntarios sanos, costes adicionales para el sujeto, ventajas de su participación, etc. 11. Contacto para responder preguntas y resolver dudas que puedan aparecer relacionadas con la investigación 12. Posibilidad de consultar con otros profesionales 13. La renuncia a participar o continuar en el estudio no comporta castigos ni pérdidas de beneficios 14. Otros elementos, como la información a los participantes de nuevos hallazgos que puedan afectar a su participación Cuadro 3.2  Requisitos éticos de una investigación (elaborados a partir de Levine [1986] y Emanuel et al [2000]) 1. Valor de la pregunta de investigación 2. Validez científica (buen diseño de la investigación) 3. Competencia de los investigadores 4. Selección de los sujetos con justicia 5. Balance favorable entre beneficios y riesgos 6. Evaluación independiente del protocolo 7. Consentimiento informado 8. Respeto por los sujetos incluidos 9. Compensación por las lesiones relacionadas con la investigación 10. Ejecución honesta del estudio 11. Comunicación puntual y precisa de los resultados
  • 31. 20 Principios generales de investigación Parte | 1 | de salud, de forma que los resultados esperables justifiquen la realización del estudio. El estudio debe tener la suficiente validez científica o rigor metodológico, de forma que pueda garanti- zarse razonablemente que conducirá a la respuesta correcta a la pregunta de investigación. Sin validez metodológica, la investigación no puede generar el conocimiento deseado, ni producir beneficio alguno ni justificar la exposición de sujetos a riesgos o moles- tias. Además, los participantes en un estudio asumen que de su colaboración se obtendrá un provecho, por lo que el diseño deficiente de un estudio incumple también este compromiso ético implícito. Un aspecto que provoca controversia en la comu- nidad científica es el uso de placebo en los ensayos clínicos cuando existen alternativas terapéuticas efec- tivas disponibles. Mientras que para muchos autores no es ético utilizar un grupo que recibe placebo en estas situaciones, para otros podría ser aceptable siempre que no se perjudicara al paciente por el hecho de diferir el inicio de un tratamiento efectivo (Temple y Ellenberg, 2000). En relación con este tema, la Declaración de Helsinki establece que los posibles beneficios, riesgos, costos y eficacia de toda intervención nueva deben ser evaluados mediante su comparación con la mejor intervención probada existente. Como excepciones, considera que el uso de placebo puede ser aceptable en estudios para los que no hay una intervención probada existente, y cuando, por razones metodológicas, científicas y apremiantes, su uso es necesario para determinar la eficacia y la seguridad de una intervención, pero no implica un riesgo, efectos adversos graves o daño irreversible para los pacientes, aunque previene contra el abuso de esta opción. El estudio debe ser llevado a cabo por investigadores competentes, científicamente cualificados, es decir, con la suficiente formación en metodología científica y capacidad para alcanzar los objetivos de la investiga- ción. También deben ser clínicamente competentes, es decir, capaces de proporcionar la atención adecua- da a los sujetos, por ejemplo detectando precozmente los efectos adversos que puedan aparecer o compro- bando la ausencia de motivos de exclusión. La selección justa de los sujetos afecta tanto a la definición de los criterios de selección como a la estrategia de reclutamiento de los participantes, de forma que solamente los objetivos científicos del estudio, y no otras consideraciones como la vulnera- bilidad, el privilegio u otros factores no relacionados con el propósito de la investigación, deben guiar la determinación de los sujetos o grupos que van a ser seleccionados. Una investigación implica el uso de fármacos, intervenciones o procedimientos sobre los que existe incertidumbre acerca de sus riesgos y beneficios. Un estudio solamente está justificado cuando se han mi- nimizado los riesgos potenciales para los sujetos y se han favorecido sus potenciales beneficios, y cuando la relación entre los beneficios para los sujetos y la sociedad y los riesgos es equilibrada o favorable a los primeros. Es importante la evaluación independiente del pro- tocolo del estudio por personas ajenas a la inves- tigación que minimicen el posible impacto de los potenciales conflictos de intereses. Aunque hoy día la revisión y aprobación de un protocolo por los Comités Éticos de Investigación Clínica (CEIC) es un requisito legal únicamente en algunos estudios con medicamentos, cada vez hay una mayor tendencia a que estos comités evalúen cualquier tipo de inves- tigación realizada en seres humanos. El consentimiento informado es el requisito que ha recibido mayor atención. Su finalidad es asegurar que los sujetos deciden voluntariamente participar o no en un estudio, y que aceptan solamente cuan- do la investigación es consistente con sus valores, intereses y preferencias. El respeto por los sujetos no finaliza con la firma del consentimiento, sino que debe mantenerse a lo largo de todo el estudio e incluso después, tanto si han aceptado como rechazado participar en el mismo. Implica, por ejemplo, mantener la confi- dencialidad de los datos recogidos sobre los sujetos candidatos, permitir que abandonen el estudio sin penalización, informar a los participantes si aparece nueva información sobre la intervención o su pro- blema de salud que pueda ser relevante, o monito- rizar cuidadosamente su estado de salud durante el seguimiento. La obligatoriedad de compensar a los sujetos por cualquier lesión que pueda producirse relacionada con su participación en el estudio es un requisito que cada vez se considera más importante. El estudio debe realizarse con honestidad, de acuerdo con el protocolo y los mecanismos de mo- nitorización y control de calidad suficientes para garantizar la calidad de los datos recogidos y el cum- plimiento de los principios éticos. El último requisito es la comunicación puntual y precisa de los resultados. Los Comités Éticos De Investigación Clínica Uno de los componentes esenciales de la realización responsable de la investigación es su supervisión. La mayoría de los reglamentos actuales requieren la revisión y aprobación por parte de comités de ética
  • 32. 21 Capítulo Ética e investigación |3| © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. independientes para garantizar la protección de los seres humanos. En España, la normativa sobre la realización de ensayos clínicos con medicamentos establece que es- tos estudios, antes de poder realizarse, deben contar con el informe previo del CEIC correspondiente. Su función principal es ponderar los aspectos metodo- lógicos, éticos y legales del protocolo propuesto, así como establecer el balance de riesgos y beneficios. Para ello debe evaluar la idoneidad del protocolo y del equipo investigador, la información escrita que se proporcionará a los posibles sujetos de investiga- ción y el tipo de consentimiento que va a obtenerse, la previsión de la compensación y el tratamiento que se ofrecerá a los sujetos en caso de lesión o muerte, así como el seguro o la indemnización para cubrir las responsabilidades, el alcance de las compensa- ciones que se ofrecerán a los investigadores y a los sujetos de investigación, y también debe realizar el seguimiento del ensayo clínico. No solamente los ensayos clínicos plantean dile- mas éticos, por lo que cada vez es más frecuente que se exija la aprobación por parte de un CEIC antes de poder iniciar cualquier estudio de investigación, incluso en el caso de los diseños observacionales. De hecho, muchas revistas exigen un certificado de esta aprobación como requisito necesario para la aceptación de un artículo de investigación. Conflictos De Intereses En Investigación Clínica El conflicto de interés se origina cuando el juicio del profesional en relación con su interés primario (la validez del estudio en el caso del investigador) se ve influido indebidamente por un interés secun- dario, como el provecho económico o el afán de notoriedad. La presencia de un potencial conflicto de interés no supone por sí misma que se producirá un desenlace éticamente incorrecto, pero es evidente que incrementa su posibilidad. Además, la cons- tatación de su existencia puede minar la confianza de las personas y de la sociedad tanto en la asistencia como en la investigación. La investigación actual se desarrolla en un am- biente de grandes expectativas y presiones, tanto por parte de las instituciones (necesidad de producción científica para el prestigio y la obtención de fondos económicos), los promotores o patrocinadores de la investigación (presión para la obtención de re- sultados favorables a sus intereses), como por los propios investigadores (prestigio, respeto de los colegas o beneficios económicos). El hecho de que en nuestro país la mayor parte de la financiación de la investigación médica corra a cargo de la industria farmacéutica, cuyo interés primario es la obtención de beneficios, propicia la aparición de múltiples conflictos de intereses (Ara, 2002): • En el valor de la investigación, ya que se cen- tran en estudios que pueden reportar benefi- cios, comparando fármacos similares y caros, buscando su aprobación y posicionamiento en el mercado. • En el diseño de los estudios, pensado para au- mentar la probabilidad de obtener resultados favorables al nuevo fármaco. • En la inclusión de pacientes, ya que el pago de cantidades elevadas a los investigadores puede facilitar el reclutamiento indebido. • En el análisis de los datos, a menudo inaccesibles para los investigadores, incluso con la difusión selectiva de los resultados más favorables. • En la publicación de los resultados. • En otras actividades relacionadas con la inves- tigación, como los convenios económicos para actuar como conferenciantes o promotores de la utilización de fármacos. Ejemplo 3.5.  Kjaergard y Als-Nielsen (2002) estu- diaron 159 ensayos clínicos publicados en la revista British Medical Journal entre enero de 1997 y junio de 2001, y observaron que las conclusiones de los autores de dichos ensayos eran más favorables a las intervenciones experimentales en los casos en que se había declarado financiación del estudio por una organización con ánimo de lucro (compañías que podían tener ganancias o pérdidas financieras en función del resultado), mientras que otros tipos de conflicto de intereses (personales, académicos, políticos, etc.) no estaban asociados con las con- clusiones de los autores. Además, esta asociación no podía explicarse por la calidad metodológica, la potencia estadística, la especialidad médica ni otras variables analizadas. Ejemplo 3.6.  En un estudio similar, Clifford et al (2002) evaluaron 100 ensayos clínicos publicados en 1999 y 2000 en cinco revistas de medicina in- terna con un elevado factor de impacto, 66 de los cuales habían sido financiados en su totalidad o parcialmente por la industria farmacéutica. Aunque el porcentaje de estudios con conclusiones favora- bles al nuevo tratamiento evaluado era claramente superior al de estudios que favorecían al tratamiento convencional de referencia (el 67 frente al 6%), no observaron una asociación estadísticamente signi- ficativa entre la dirección de las conclusiones y la fuente de financiación de los estudios.
  • 33. 22 Principios generales de investigación Parte | 1 | Por lo tanto, el hecho de que una investigación clínica se realice en colaboración con la industria farmacéutica no es por sí mismo éticamente cues- tionable, sino que el profesional debe ser capaz de conjugar sus obligaciones como médico y como investigador. Para ello debe tener una formación específica en los aspectos éticos de la clínica y la investigación, así como en metodología científica, y aceptar participar solamente en estudios relacio- nados con su área de experiencia y que hayan sido aprobados por un CEIC, asegurándose de que la presentación y publicación de los resultados no se retrasará u obstaculizará de forma injustificada. Además, la compensación económica que recibe debe estar en consonancia con el esfuerzo que se le solicita. Lo que es cuestionable desde el punto de vista ético es no declarar o no hacer explícitos los potenciales conflictos de intereses relacionados con la investigación. Ética Y Publicación Científica El resultado de la investigación es conocimiento, pero para que pase a formar parte de la ciencia, este conocimiento individual debe presentarse de modo que su validez pueda juzgarse de forma indepen- diente. No puede considerarse que una investigación ha finalizado hasta que no se ha difundido a la co- munidad científica, lo que habitualmente significa su publicación en una revista y su inclusión en las bases de datos bibliográficas. Por consiguiente, tanto los autores como los edito- res de las revistas médicas tienen obligaciones éticas con respecto a la publicación de los resultados de su investigación. La Declaración de Helsinki establece que los autores tienen el deber de tener a la dispo- sición del público los resultados de su investigación en seres humanos y que son responsables de la inte- gridad y exactitud de sus informes, y recuerda que se deben publicar tanto los resultados negativos e inconclusos como los positivos o, en caso contrario, deben estar a la disposición del público. Así pues, los aspectos éticos de la investigación no se limitan a los relacionados con el diseño, la ejecu- ción, el análisis y la interpretación de los resultados, sino que también incluyen la comunicación que se hace de los mismos y la forma en que se difunden a los profesionales que deben aplicarlos. Por lo tanto, la publicación científica, la realización de revisiones sistemáticas y la elaboración de guías de práctica clí- nica, así como la influencia que pueden tener sobre la práctica clínica, también son aspectos importantes que se deben tener en cuenta. En el proceso de comunicación científica son cua- tro los principales actores implicados: 1. Los investigadores o autores de los manuscritos, que no solamente deben haber llevado a cabo el estudio con el rigor adecuado y respetando los principios éticos, sino también haber redactado el manuscrito con claridad y honestidad. Dada la presión que existe para publicar, por motivos académicos, profesionales o económicos, pueden existir conflictos y conductas inapropiadas relacio- nados con aspectos como el concepto de autoría, la decisión de publicar o no un estudio, la pu- blicación múltiple o fragmentada, la fabricación o falsificación de datos o el plagio, por ejemplo. 2. Los editores de las revistas, que deben establecer los mecanismos que garanticen la calidad de las publicaciones, y dado que son los responsables de tomar la decisión de publicar o no un trabajo, deben evitar cometer abusos desde su posición de privilegio. 3. Los asesores externos (consultores o revisores), que participan en el proceso de revisión de los manuscritos (peer-review) y aconsejan al comité editorial sobre la pertinencia de la publicación de los trabajos y redactan unos comentarios para los autores con la finalidad de mejorar la calidad y la presentación de los artículos. Su función es evaluar los manuscritos escrupulosamente y con imparcia- lidad, respetando la confidencialidad y mantenien- do en todo momento el «juego limpio». 4. Los lectores, que deben ser capaces de leer crí- ticamente los artículos que se publican, inter- pretarlos correctamente y valorar la aplicabilidad de los resultados a su propia práctica. En todas las fases de la comunicación científica son múltiples los conflictos de intereses que pue- den presentarse. Dado que la literatura científica es la principal fuente de evidencias que se utiliza en la toma de decisiones y en la elaboración de las guías de práctica clínica y las recomendaciones para la atención de los pacientes, el impacto que estos conflictos pueden tener sobre la práctica es muy importante. El proceso de revisión de manuscritos (peer-review) Todo el proceso de la comunicación científica pivota sobre un mecanismo de selección de manuscritos basado en su evaluación por expertos (peer-review), cuyos objetivos principales son evitar la publicación de trabajos de mala calidad científica, de material no original y de trabajos que no contengan información