Guenon rene simbolos fundamentales de la ciencia sagrada
Cruz gallástegui unamuno mision biológica de galicia juan lópez suarez
1. Homenaje_Cruz Gallástegui Unamuno_ Misión Biológica
de Galicia
El jueves, 10 de marzo de 2011, cerramos en Compostela la participación del Taller en
dos de los tres únicos actos de recuerdo (y, en cierto modo, de reconocimiento y
homenaje) que se celebraron en memoria de Cruz Gallástegui Unamuno (Vergara-
Guipúzcoa, 1891/ Salcedo-Pontevedra, 1960), con motivo del 50 Aniversario de su
muerte.
No fueron muchos para la dimensión histórica de tan brillante personaje, esa es la
verdad.
Aun siendo pocos y estando bastante desnutridos de asistencia, también es cierto que
fueron los únicos que se celebraron en España. Y que los tres tuvieron lugar en Galicia.
En la primavera de 2010, los inició la Real Academia Galega de Ciencias al dedicarle la
III edición del Día do Científico Galego. Los lectores habituales de LA CUEVA DE
ZARATUSTRA ya tienen conocimiento del segundo, celebrado en el salón de actos de
la Misión Biológica de Galicia, sito en el pazo de la Carballeira de Langarón, en la
parroquia pontevedresa de Salcedo, en noviembre de 2010. El tercero y último
acabamos de vivirlo en la Facultad de Biología de la Universidad de Santiago. En
convocatoria conjunta de ésta y la Facultad de Historia.
Memoria histórica
(La Genética, de ayer a hoy)
No deja de resultar sintomático que, tratándose
de un vasco de la más pura cepa y evidente
relieve, científico e intelectual, cuyos hallazgos y
aplicaciones lo hicieron saltar de su campo
profesional (la Genética aplicada a la Agricultura
y la Ganadería) a la Historia social de la Iberia
Atlántica, ningún acto similar (que nosotros
sepamos) se celebrara en Vergara o en
Guipúzcoa. Sus pagos natales y existenciales de
la primera juventud, espacios jamás olvidados
por un personaje orgulloso de su progenie,
aunque desarrollara en Galicia el grueso de su
tarea.
El pequeño Cruz en Vergara. Del
Otro tanto se puede decir del escaso rastro que Álbum Gráfico Familiar
ha dejado su paso por la Castilla miserable, ayer dominadora/ envuelta en sus andrajos,
desprecia cuanto ignora del poeta, pese a que su gusto de exquisito por los buenos
2. vinos y la dura experiencia de su vida, lo llevaron a residir una parte del año (en el
último tramo de su existencia) en la abadía vallisoletana de Retuerta. En Sardón de
Duero. Donde, tras hacer valer la calidad de los caldos (tan devaluados entonces como
valorados hoy) de la Ribera del Duero, iniciaba la progresión de la marca más buscada e
internacionalmente cotizada del vino español: las Bodegas Vega Sicilia. El último
alimento del ilustre moribundo, en las horas fatales de 1960.
Sólo Galicia, pues, aunque de manera harto discreta, demostró sensibilidad y gratitud
hacia la magna tarea del mago de las espigas, las piaras, los viñedos y las más dispares
variedades de semillas.
Y no en cualquier tiempo, porque todos somos deudores de lo que ha llegado a ser la
Genética en nuestro tiempo.
Así nos lo decía una de las amistades de la CUEVA, Mercedes Sampayo, a raíz de estos
actos: “Me alegro de que todo haya ido bien. En la Genética está la solución de muchas
de las cuestiones que se plantean en la Medicina”. Otro animador de los mismos, el
biólogo Amando Ordás, al presentar el de la Real Academia de Ciencias (cuya
presidencia ostenta, por cierto, un colaborador directo de Gallástegui, el pontevedrés
Ernesto Viéitez), lo formulaba en estos términos: “No en vano la Genética es la
disciplina que más premios Nobel recibe”... Y así lo hicieron notar desde los titulares
algunos medios de comunicación de Galicia, por contraste con todos los demás.
Incluidos los españoles que cuentan con corresponsales en el viejo país atlántico.
Política y propaganda
(La retórica del I+D+I)
3. Ni por ello parecen haberse enterado tampoco los
apóstoles de la retórica científica oficial. Los que
hoy se llenan la boca ponderando en España la
importancia de lo que ha dado en llamarse en su
argot Investigación más Desarrollo más
Innovación (I+D+I), mientras rebajan las partidas
del Presupuesto. Cuestión, por cierto, en la que la
experiencia vital de Cruz Gallástegui podría
ofrecer importantes enseñanzas y crear afición.
Ayudaría además su experiencia, como se debatió
en un momento del sabroso Coloquio celebrado
en la Facultad de Biológicas compostelana, a
distinguir la moneda falsa de la verdadera en este
asunto.
La tarea profesoral (básica, ineludible) de los
profesores de cualquier nivel, investigando y
experimentando la mejor manera de transmitir
conocimientos básicos y estados de la cuestión al
alumnado, es importantísima en sí misma.
Agotadora. No debiera mezclarse por lo mismo Gallástegui entró en contacto con
con la Investigación y la Innovación que operan Galicia a través de los hermanos
sólo investigadores de fuste, francamente López Suárez en su viaje de estudios
vocacionales, en las más diferentes disciplinas y a Alemania. Visitó por primera vez
saberes. Porque todo investigador digno de tal su hermosa propiedad de
nombre es un creador, aunque por veces fracase Lamaquebrada (Escarirón) en 1911.
en su empeño. Tiene como obligación o destino En el retrato, con Julio López
final de su tarea descubrir; penetrar en lo Suárez, en Stuttgart (1914)
desconocido. “Yo no busco, encuentro”, decía
Picasso, harto de que se confunda pintura o culinaria con investigación. Pero esos
hallazgos sólo están al alcance de hombres como Gallástegui, que siempre se negaron a
mezclar su misión con la del enseñante, para no caer en la confusión que padecemos (en
España), tanto en el campo de la Ciencia como en el de las Humanidades: la burocrática
estafa de dárselas de investigadores quienes son meros descubridores de Mediterráneos.
El perfil humano
(Acciones y Depresiones de Gallástegui)
4. Como viene siendo habitual en los actos en que
intervenimos, el Taller y la Televisión de
Galicia pusieron a disposición de los
organizadores un documental biográfico de
nuestra autoría, realizado hace 20 años por
Mateo Meléndrez. Su título, expresivo de por
sí: Acciones y depresiones de don Cruz
Gallástegui, el creador de la Misión Biológica
de Galicia (TVG, 1991).
En 30 minutos, el documental narra lo
sustancial del personaje: sus orígenes sociales;
sus tempranos viajes formativos a Francia y
Alemania (pagados –primero- a fuerza de su
propio trabajo, después por la Junta para la
Ampliación de Estudios); su intuición (cuando
andaba en los albores la propia disciplina) de la importancia excepcional que iba a tener
la Genética para la alimentación y la salud humana y animal… Buscando la vanguardia
de esas investigaciones, el viaje a los Estados Unidos en el final de la Primera Guerra
Mundial (1918) será decisivo. Allí arranca la que ha de ser la pasión de su vida: su tarea
de experimentalista, realizada brazo con brazo con los pioneros norteamericanos de la
especialidad, participando con ellos en las primeras experiencias que se realizaron en el
mundo con el maíz y las más diversas clases de simientes. Fue así como en la finca
mexicana de su tío, en la de Vergara de su padre y en Lamaquebrada, la propiedad
gallega de sus amigos, los López Suárez, se hicieron las primeras plantaciones en
América y Europa de aquellas experiencias (1919-1920). Todo cuanto vino después fue
consecuencia de estas rigurosas novedades.
Su capacidad para sacar adelante –en las peores circunstancias que se pueda imaginar-
instituciones de nueva planta, sin precedente en España y en Europa, va compareciendo
en ese después: la Misión Biológica de Galicia, la principal; el Sindicato de Semillas,
PRODES…. Especie de milagros, realizados con escasos medios (“pocos milagros -
decía, con su gracia triste- naturalmente”). Y los resultados. Por veces, espectaculares
(como en el caso del maíz o los vinos de la Ribera del Duero); destacados (como en las
aplicaciones ganaderas que Miguel Odriozola llevaría a la mayor brillantez); menos
relevantes (como en la patata), o fracasados (como en la enfermedad de la tinta del
castaño)… Grandes éxitos, éxitos y fracasos… La vida misma del científico, del
investigador de fuste y del experimentador de raza, por así decir.
En posesión de las lenguas que estaban provocando la revolución científica e intelectual
del siglo XX, Gallástegui penó toda la vida por su propia circunstancia. Su novedad y su
talento. Otra clave de su grandeza.
Nunca pudo convertir en títulos españoles los saberes novísimos, aprendidos en las
instituciones pioneras de la Genética en el mundo. Incluso tuvo que recurrir al atajo a la
española de hacerse con un título en dos convocatorias que quiso llevar con dignidad,
pero que fue causa de nuevas tribulaciones políticas y burocráticas: el de veterinario (¡él
–me decía un miembro de su familia- que no podía ver un doliente, animal o humano,
sin que se le saltaran las lágrimas!).
5. Sin títulos académicos acordes a su indiscutible competencia, Gallástegui sufrió las
tarascadas habituales del vicioso corporativismo de los poderosos cuerpos de
funcionarios españoles. Le negaron el pan, la sal y el salario, bien a pesar de que –en
privado o por escrito- los más eminentes profesionales de esos cuerpos reconocían la
obra gigantesca que estaba desarrollando con mínimo coste para la sociedad, y que
siempre estuvo en trance de ser interrumpida, dejándolo en el paro más riguroso. Así las
cosas, sólo los hombres de la Institución Libre de Enseñanza (una institución privada
de enorme y benemérica influencia pública, antes de la guerra civil) entendieron y
apoyaron su obra, convenciendo a algún político que (es el caso de Daniel de La Sota)
encontraron una de sus razones como tal la de apoyar de por vida, ejerciendo todo tipo
de influencias, a aquel colaborador extraordinario. No es raro, pues, que también él, en
el tramo final de su vida, harto de sufrir las consecuencias de la enfermiza politización
partidaria de las administraciones públicas españolas, quisiera conciliar la empresa
pública con la privada. Y ese fue el origen de sus últimas depresiones, antes del cáncer
definitivo.
Un científico de nivel internacional en un policultivo de
subsistencia
Otro tanto hay que decir en el orden práctico de
un científico como él, obligado a aplicar
conocimientos punteros en el mundo a una
agricultura campesina, como la gallega de su
tiempo. Muy intensiva y hasta evolucionada,
pero a base del esfuerzo y la explotación
inhumana de sus cultivadores directos y de los
animales de carga. Con escaso terrazgo,
abundante población y descuidada cabaña
ganadera. Plagada de imperfecciones en el
sistema de propiedad de la tierra, el ganado y
los tributos. Con la marca señorial de los foros,
con un peso decisivo de las aparcerías a medias
Gallástegui en los Estados Unidos, en o tercios (usura escandalosa de más del 50 por
una imagen que dio la vuelta al mundo. ciento en tantos casos), y con un campesinado
Con Donald Jones, cuando se iniciaron de nueva planta mayormente analfabeto o
las experiencias con los maíces iletrado, a pesar de los avances que introdujo
híbridos. La difundió en la prensa en Galicia el variopinto movimiento agrario y
agrícola internacional “El Cultivador la Galicia emigrante.
Moderno” (Barcelona). Continuación
catalana de “Prácticas Modernas e Un movimiento social muy complejo, el
Industrias Rurales”, excepcional agrarismo, que le abrió sus puertas con cautela
publicación coruñesa de comienzos de y desconfianza. A medida que fue
siglo. reconociendo en la misión Gallástegui a un
aliado y no un infiltrado del señorío caciquista.
6. A su llegada a Galicia, en 1921, don Cruz despertó enorme desconfianza. Sólo encontró
abiertos de par en par los sindicatos católicos, tildados de amarillos por las fuerzas
agrarias más socializantes. En pocos años, sin embargo, la tarea de la Misión Biológica
fue reconocida por sectores cada vez más amplios y, sobre todo, por los movimientos
agrario-galeguistas que habían timoneado en la Galicia Sur Basilio Álvarez y Portela
Valladares.
Gallástegui y Castelao en la Galicia Autónoma
(Cómo se viene la muerte…)
En la Galicia Sur, esos movimientos acabaron
por apoyar a las Diputaciones Provinciales de
Pontevedra y Orense en las horas, dramáticas,
en que la Misión fue literalmente expulsada de
su sede compostelana (el actual Parlamento de
Galicia), teniendo que instalarse en el palacio
provincial pontevedrés, hasta su acomodo
definitivo en el pazo de Salcedo (1927). Pese a
ello, sólo seis años más tarde, en 1933, cuando
la Galicia política comenzó a soñar con
disponer de su propio Estatuto de Autonomía,
Castelao no dudó en señalar que sólo aquel
vasco podía sacar adelante la Agricultura y la
Ganadería gallega del porvenir. Pero la
“No son pastores de Belén. Son República, como la Dictadura anterior y la
aldeanos gallegos que van a pagar los Dictablanda, también fue, con sus alternativas,
foros al señor de sus tierras” (Castelao otro calvario. En el tramo final del período
en El Sol, Madrid, 1918) republicano, también él, como tantos
institucionalistas, añoraba la acción de un
generalito que pusiera orden en semejante locura.
El generalito llegó y venció, condecorándolo y dándole palmaditas de ánimo; pero las
depresiones continuaron hasta la hora final:
Yo he tenido fe en la Misión; pero desde que acabó la guerra me encuentro muy
desanimado. Considero incluso la posibilidad de dejarlo todo, de irme a la
empresa privada… A veces, creo haber fracasado en cuanto he emprendido.
Incluso en las semillas. Mi penuria económica, siempre conviviendo con los números
rojos, con el mismo sueldo en los últimos ocho años y sin perspectiva alguna de mejora,
tampoco ayuda a levantar el ánimo…
Sintomático -incluso en ese aspecto- el sepelio de don Cruz. Su viaje inverso. Esta vez,
de Salcedo a Compostela.
7. Nuestro amigo Luis Cochón (que asistió al entierro aldeano, en las afueras de Santiago,
acompañando a Antonio Odriozola) nos contó la dolorosa experiencia que nosotros
mismos hemos vivido –en el duro trance de enterrar amigos o familiares- en el
camposanto de Rianxo.
Como si no fuera bastante con el ajetreo de su vida, el ataúd donde descansaba para
siempre el cuerpo de Gallástegui, era demasiado ancho para entrar en el nicho familiar
que le estaba asignado. Hubo que romperlo allí. En el momento más crítico y emotivo,
entre el llanto, el planto o el silencio aterrado de los asistentes, dándole una dimensión
esperpéntica a la ceremonia.
De la bicicleta al seiscientos
(Los herederos de la Misión)
Como pontevedrés y como amigo de Antonio Odriozola, inolvidable bibliotecario de la
Misión Biológica, sólo conocí el final del espectáculo de aquel conjunto de
experimentalistas. Su único medio de locomoción, el paseo a pie y la bicicleta. Con ella
se desplazaban desde sus respectivas moradas, sitas –salvo la del director- en la ciudad
de Pontevedra.
De todos ellos (me lo contaba -con su gracia habitual- su yerno, César Fernández
Quintanilla), sólo Gallástegui, como director, llegó a desplazarse en un seiscientos;
aunque jamás llegaría a conducirlo…
Tal como él, tampoco sus colaboradores se regían por horarios cerrados, de control
burocrático. Tan imbuidos de la pasión investigadora como su director, eran científicos
e intelectuales al modo de los pioneros románticos. Como nosotros. La jornada
alcanzaba lo que la tarea les exigiera cada día. El más eminente de aquellos
continuadores, Miguel Odriozola, la extendía hasta altas horas de la madrugada, pese a
lo cual, tras hacerse con una cátedra en Madrid de máximo relieve, retornó a Pontevedra
para completar la tarea, memorable, que había iniciado.
En la jornada de la Misión, jamás faltó la tertulia y la confraternidad práctica con los
campesinos y campesinas que realizaban las experiencias, formando parte de la
cotidianeidad de una finca de singular belleza. Así, el día a día. Hasta la hora final de
don Cruz.
8. Gallástegui, sentado, con su equipo de colaboradores de la Misión
Biológica de Galicia
Nuestros actos de bajo coste
(Para instituciones, en tiempos de crisis)
Vivimos el placer y el honor, una vez más, de compartir actos, mesa y manteles con los
organizadores. Cuatro instituciones, en esta ocasión.
En noviembre, en las remozadas instalaciones de la Misión Biológica de Galicia, dimos
la sesión de vídeo, con coloquio final, sostenido más en la mesa de intervinientes que en
la sala de asistentes, a donde fue a parar al final de la mañana una nutrida concurrencia.
El Archivo de la Diputación de Pontevedra, que dirige Miguel Pereira, y la Misión
Biológica, lo organizaron. Fue Rosa María Malvar, directora de esta última institución,
quien lo presentó, interviniendo (junto a José Antonio Durán) uno de los mejores
conocedores de la figura científica e intectual rememorada: el citado Amando Ordás.
Durán y Ordás, tras el pase del documental biográfico que hiló ambas convocatorias, lo
fueron comentando en un diálogo de matices y precisiones, grato y distendido.
El acto del jueves 10 de marzo en Compostela prometía concurrencia, por la propia
singularidad de que dos Facultades universitarias tan distintas como Biología e Historia
lo convocaran. Sin embargo, el alumnado brillo por su ausencia. A cambio, concentró
una concurrencia muy activa, informada e interesada, sobre todo de biólogos genetistas,
por lo que la sesión de vídeoforum resultó muy animada y llena de interés. Dará idea de
ello el hecho de que, iniciada la sesión poco después de las 12,30, la hora anunciada, se
alargara durante casi dos horas. Presentó Mariluz González Caamaño, decana de la
Facultad de Biológicas. Lourenzo Fernández Prieto, catedrático de la Facultad de
Historia, y José Antonio Durán hicieron las presentaciones subsiguientes, interviniendo
después en el animado coloquio, celebrado a ras de suelo, con todos los asistentes en
liza y en plano de igualdad, como debe ser. En éste ambiente, además de resaltar el
pionerismo de Gallástegui en los campos en los que intervino, se hizo notar (por
primera vez) la importancia excepcional de sus colaboradores. No sólo estábamos
9. rememorando a un científico experimentalista. Había contagiado su pasión. Don Cruz
no era un Mago. Fue un Maestro excepcional.
En Compostela
PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTAL DE LA TVG
Por José Antonio Durán
Permitanme que lles diga que cando souben que
íamos facer este acto conxunto das Facultades de
Bioloxía e Historia, ata eu (que teño o meu
pequeno orgullo antiacadémico e que xa non
teño idade para facer esas cousas) peguei un
brinco de contento. Agradezo, pois, a Mariluz,
como decana de Bioloxía e a Lourenzo, pola
Facultade de Historia, a idea que tiveron.
Biólogo e xenetista, Cruz Gallástegui, a base de
viaxes e de esforzo persoal, acadou o máis alto
nivel de esixencia. Pioneiro en distintos ámetos
da aplicación da Xenética, ten unha dimensión
histórica incuestionable, que é lóxico que
resaltemos os que vivimos desta profesión (dado Gallástegui en su gabinete de trabajo.
que tanto Lourenzo, e –en xeral- o grupo que se El mismo año del establecimiento de
conformou no entorno universitario de Ramón la Misión Biológica de Galicia en el
Villares) como eu (que son unha especie rara de actual Parlamento de Galicia. En
investigador silvestre), dedicamos ao estudio do Compostela, 1921.
agrarismo e da historia agraria unha parte importante da nosa vida intelectual. E
logramos facer aportacións recoñecidas en profundidade, se ben non sempre
declamadas, como propende a pasar na vida intelectual española. Porque, aínda que
Lourenzo é moi-ti-s-imo máis novo, quizáis se lembre dos tempos de estudiante, cando
o agrarismo español semellaba circunscribirse ás axitacións campesiñas andaluzas.
Unha referencia ritual que, nada máis comparecer en sociedade o agrarismo galego no
lonxano 1977, ao publicar eu mesmo en Siglo XXI Agrarismo y movilización
campesina en el País Gallego desapareceu (case por completo) do mercadiño
intelectual. Ás caladas, ese silencio recoñecía que ese agrarismo de Galicia, froito da
auténtica investigación histórica, era moito máis intenso e orixinal.
Cruz Gallástegui, como é lóxico, nas dúas vertentes, vai comparecer agora no
documental que ides coñecer e (penso) que con grande gozo. Realizado fai vinte anos
con mestría por Mateo Meléndrez, sobre un guión de quen lles fala, tamén nel
comparecen con normalidade familiares moi próximos a Gallástegui, caso da súa filla
Lourdes e do seu xenro, Fernández Quintanilla, biólogo tamén, e integrante do último
10. equipo que se incorporou á Misión Biolóxica de Galicia en vida de Gallástegui. O
historiador invitado, por propio merecemento, xa foi daquela Lourenzo, que comparece,
como eu mesmo, feito un chaval. ¡Con 20 aniños menos!
1921, un ano fundamental
Na arrancada da historia documental salta xa unha data que abonda no mesmo e da que
pensar. 1921. Direi por qué.
Fai moitos anos entrevistei a un protagonista daquela data. Guiance Pampín, que era un
mociño en 1921, xastre de profesión e deputado socialista máis tarde, na República, foi
encarcerado en Pontevedra con Alexandre Bóveda ata a execución deste.
Contábame Pampín cómo nas eleccións provinciais daquel ano, era tal a forza do
movemento agrario na Galicia Sur, que ata se atreveron os integrantes da conxunción
agraria-republicana-socialista a facer o que endexamais se vira no antigo país
atlántico. Presentaron tres candidatos á convocatoria de seis escanos de deputados
provinciais, nas eleccións máis caciquedas da época dourada do caciquismo
institucional. Pois ben: sacaron adiante ós tres candidatos: un médico socialista de Vigo,
Waldo Gil; un avogado pontevedrés, Vicente García Temes e un capador agrarista de
Poio: o lendario Dionisio Quintillán. Iniciador nese concello de Poio do movemento
abolicionista de resistencia agraria contra os foros. O non pagar os foros. Unha
resistencia durísima, con terror aldeán e boicots sonados, incluso a certos enterros, e que
ía acabar en poucos meses coa varias veces centenaria institución foral (unha cargaque
aínda tiña marcada daquela a propiedade agraria de Galicia con distintas pensións que
procedían dos tempos señoriais), pensións que retardaron a súa conversión nunha
economía nídiamente campesiña. E dicíame Pampín. “Sacamos adiante os tres
candidatos, pero foi unha lástima, porque puidemos facer un copo”. Esto é: tiveron
votos para facerse cos seis deputados. Tal foi o comportamento dos labregos e dos
agrarios en xeral, armados co voto como arma de combate.
11. O éxito electoral cantou nas primeiras planas dos xornais españois, convertendo a causa
agraria de Galicia en cuestión de Estado. Ata tal extremo cantou que o Instituto de
Reformas Sociais mandou a Galicia a investigar esa cuestión a dous funcionarios de
máximo relevo: Luis Rivera Pastor e Constancio Bernaldo de Quirós. Esta cuestión, tal
como se explica no documental, está detrás dunha das consecuencias máis
sorprendentes desta historia: a fichaxe de Cruz Gallástegui Unamuno. Un investigador
de enorme prestixio, pero que non se sabía sequera onde moraba nese ano. E un
investigador que, polas aplicacións prácticas da súa experiencia, podía traballar en
Galicia incluso naquelas circunstancias, porque as súas aplicacións podían funcionar ao
marxe da cuestión social e política máis candente e delicada: o problema da terra, a
renda, as aparcerías, etc.
Juan López Suárez
(Xan de Forcados)
Poucos meses antes desa memorable votación de 1921, o Castelao pontevedrés paseaba
polas vilas e cidades de Galicia e por Madrid unha exposición agraria e galeguista
excepcional: as cincuenta estampas de “Nos”. Tivo daquela na Coruña un breve
encontro cunha figura pouco coñecida; pero clave para entender por qué Cruz
Gallástegui veu a dar a Galicia, saíndo para América a estudiar Xenética. Chamábase
Juan López Suárez e os lugueses coñecíano polo sobrenome de Xan de Forcados.
Un tipo polo que eu teño enorme admiración, porque nesta España onde a densidade de
patriotas declamatorios é a maior do mundo, el non declamaba. Practicaba en silencio o
patriotismo. ¡Como ten que ser! E foi así, as caladas, movendo distintos fíos, como
logrou que Gallastegui, que viña de México, variara todos os plans de futuro, quedando
en Galicia, e para sempre. Pois ben: pouco antes, como vos dicía, movendo
discretamente os mesmos fíos, tamen logrou que Castelao lle escribira da súa parte a
Sánchez Cantón, que era da mesma especia de discretos, para que iniciara a tramitación
que o ía levar por Europa adiante, primeiro como debuxante e estudioso da caricatura e
a pintura de nivel, máis tarde como estudioso das cruces de pedra.
Todo está no documental, pero era importante chamar a atención sobre iso antes de
pasar as consecuencias.
12. Juan López Suárez y su mujer, Mariana, una de las hermanas de José
Castillejo (el influyente secretario de la Junta para Ampliación de
Estudios)
A modernización agrícola
(Os últimos do pan de millo)
A fichaxe de don Cruz, tramada por Xan de Forcados, tivo éxito, porque Santiago
Ramón y Cajal e José Castillejo apoiárona con decisión. Resultou desde o primeiro intre
moito máis transformadora do que ninguén podía esperar. Confirmou en poucos anos
todo o que López Suárez imaxinara. Pero, como explica Lourenzo no documental,
puido suceder tal cousa, porque –sendo fundamental esa fichaxe- non foi primeira nin
única incorporación do exterior, como apoio básico á modernización da Galicia do
século XX. Era un luxo, pero un luxo merecido (por así dicir) poder contar con aquel
investigador de 30 anos, que falaba francés, inglés e alemán; que participara en
experiencias de aplicación xenética únicas no mundo e por primeira vez en Europa, e
que afectaban a dúas fontes básicas da economía agraria de Galicia: o millo,
permanentemente escaso e caro, con gravísimos problemas arancelarios, e a
alimentación (humana e animal). Eu mesmo digo sempre en plan de coña aos antigos
amigos rianxeiros do meu tempo que formamos parte da derradeira xeración do pan de
millo. Pois ben: este mozo, ós trinta anos, con semellante preparación, non traía nin un
peso no peto. ¡Nin un peso, nin un título académico que puidera convalidar nesta
España que aínda hoxe padece dun mal moi vello e moi serio: a empregomanía e a
titulitis aguda. E aí comezaron as pullas dos titulados contra aquel sabio advenedizo, os
tropezos co corporativismo dos funcionarios, orixe das depresións de que se fala no
documental, e o intento de fuxida final cara a empresa privada.
Termino. Dicía que 1921 foi un ano capital na historia que estamos a comentar.
Contaba, a modo de exemplo, a crudeza dos debuxos de “Nos” de Castelao, a campaña
agraria contra os foros e a formidable victoria electoral da conxunción agraria-
republicana-socialista nas eleccións provinciais de Pontevedra. A cuestión de Estado.
Pois ben: en poucos meses, se cremos a un dos grandes intérpretes da economía e da
sociedade agraria de Galicia (falo de Valeriano Villanueva) nas aldeas galegas xa non se
falaba de política. Falábase de economía, de maquinaria, de sementes, de estirpes
gandeiras, de millo forraxeiro. Empezábase a falar na liguaxe reformadora de Cruz
Gallástegui e da Misión Biolóxica de Galicia. E non falaba só don Cruz. Tamén falaban
os seus colaboradores da Misión: nomes que deixaron pegada, caso dos Odriozola,
investigadores da mesma estirpe, que casaron e arraizaron en Galicia e dun xeito
especial en Pontevedra e Compostela. Falecido na sede da Misión, despois de inventar –
por así dicir- a importancia dos viños da Ribera del Duero e a marca máis sonada no
mundo dos viños españois, as Bodegas Vega Sicilia, tamén aquí, nunha parroquia das
aforas de Compostela, mora para sempre no panteón rural dos Fráiz. A súa familia
política.
13. Como pai desa criatura teño que agradecer a Televisión de Galicia as facilidades
absolutas que se nos conceden para difundir esta historia que comparto con ela, de
enorme interese documental, e que forma parte dunha experiencia que causa impresión
polo seu volume e importancia en cantos a coñecen: a serie Historias con Data.
A decana de Biolóxicas, Mari Luz González Caamaño, presentando a
sesión de vídeoforum, con Lourenzo Fernández Prieto (esquerda) e
José Antonio Durán
La nonagenaria Misión Biológica
El centro investigador celebra 90 años de trabajo para mejorar los
cultivos de Galicia
Viernes 01 de abril de 2011
Veinticinco investigadores (13 en plantilla y 12 más con contratos
postdoctorales), además de colaboradores o postgraduados que
preparan su tesis doctoral, acuden cada día a la Misión Biológica de
Galicia, un centro del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas que hoy celebra su 90 cumpleaños. Se creó en Santiago
en 1921 y, en 1928, fue trasladada a Pontevedra, primero a
Campolongo y, posteriormente, al Pazo de Gandarón, su actual
sede.
SUSANA REGUEIRA - PONTEVEDRA "No habrá celebraciones: las reservamos
para los cien años", bromea la directora de la Misión Biológica a propósito del
cumpleaños del centro, creado hace hoy 90 años para investigar y lograr avances que
pudiesen ser aplicados a la agricultura y a la ganadería de Galicia.
La idea partió de Ramón y Cajal, que en 1921 impulsó la fundación de la Misión
Biológica desde su puesto de presidente de la Junta para la Ampliación de Estudios.
Cruz Gallástegui fue su primer director y la Escuela de Veterinaria de Santiago su
primera sede, hasta que se hizo necesario su traslado a Pontevedra ante la falta de
14. interés de las autoridades compostelanas, que no conseguían proporcionarle buenos
locales.
La finca La Tablada, en Campolongo, fue el primer emplazamiento del centro en
Pontevedra, hasta que gracias al apoyo de la Diputación pudo trasladarse al Pazo de
Gandarón, un histórico edificio promovido en el siglo XVIII por el arzobispo Malvar.
Se trata de una finca de 12 hectáreas que cuenta actualmente, además de con esa sede
central en el Pazo de Gandarón, los edificios Cruz Gallástegui y Miguel Odriozola.
Desde las nuevas instalaciones Cruz Gallástegui llevó a cabo en los años siguientes
numerosos estudios sobre el campo gallego, mientras que Juan López Suárez (Xan de
Forcados) fue el verdadero cerebro en esos primeros momentos de la institución, en los
que se consiguen, pro ejemplo, variedades de castaño resistentes a enfermedades.
Tras la Guerra Civil el centro pasa a depender del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas y es a partir de la década de los cuarenta del pasado siglo cuando consolida
sus principales líneas de investigación sobre mejora genética vegetal y animal.
De sus laboratorios salieron híbridos de maíz de grano blanco que se mezclaban con
maíces amarillos. Las variedades resultantes se hacían llegar a los campesinos a través
del Sindicato de Productores de Semillas.
Estas investigaciones en genética vegetal prácticamente se interrumpieron hasta que a
partir de 1973 el investigador Amando Ordás retoma los estudios. Una década después
se abren nuevas lineas de investigación y se desarrollan programas basados en los
cultivos de mayor importancia para Galicia. Los recursos genéticos de legumbres, coles,
berzas, repollos, vides etc se conservan ahora en el banco de germoplaspla de la Misión,
una nonagenaria al servicio de la ciencia y el campo gallego.
http://tallerediciones.com/cuza_new/?p=1078
http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2011/04/01/nonagenaria-mision-
biologica/531864.html