Guenon rene simbolos fundamentales de la ciencia sagrada
Entre nueva york y o saviñao juan lópez suárez xan de forcados
1. Entre Nueva York y O Saviñao
El doctor Juan López Suárez puso su dinero y su experiencia al servicio de la
recuperación de la agricultura y el patrimonio de Galicia
Estuvo becado en Estrasbrugo y en el Instituto Rockefeller de Nueva York. Viajó por
toda Europa y la Unesco lo invitó a leer una ponencia sobre educación en un congreso
internacional. Pero prefirió pasar una parte importante de su vida en O Saviñao,
luchando contra el atraso endémico del campo. Juan López Súarez fue más que un
médico eminente al que se le dedica una calle en Monforte. Tío abuelo de José
Rodríguez López dueño de Larsa e impulsor de la Fundación Xosé Soto de Fión- Xan
de Forcados compaginó su austeridad personal con un mecenazgo sin fronteras. Ni
siquiera la de la Galicia que tanto amó.
LUIS DÍAZ MONFORTE 2001/10/11
Al hablar del Doctor López Suárez -Xan de Forcados era un apelativo cariñoso para
sus más allegados- es difícil desligar leyenda y realidad. Vestía zuecos y polainas,
aunque había estado becado durante tres años en el selecto Instituto Rockefeller de
Nueva York.
No era amigo de despilfarrar, pero pagó de su bolsillo un profesor de ajedrez para la
escuela rural de Lamaquebrada cuando la educación era un lujo. Especuló con terrenos
para obtener ingresos, y sin embargo abrió más de cien kilómetros de pistas rurales,
cedió solares para uso público en Escairón y Monforte, y hay quien atestigua que
después de la guerra civil salvó la muralla de Lugo de la barbarie de un alcalde
obsesionado con «modernizar» la ciudad.
De Xan de Forcados se sabe que fue un hombre austero en el vestir y en el comer, que
siempre andaba deprisa y se desplazaba en coche de línea, y al que obsesionaban dos
cuestiones: el bicarbonato y Alemania. «Decía que si la gente valorase las virtudes del
bicarbonato, los médicos se morirían de hambre», explica una de las personas que lo
conocieron.
2. El doctor López Suárez vivió a caballo entre Galicia y Madrid, donde residía la familia
de su esposa, Marina Castillejo, pariente a su vez de los Castroviejo. En Madrid sufrió
el asedio de los nacionales, pero nunca le faltó su preciado bicarbonato, que obtenía a
través de la embajada inglesa.
El modelo alemán
Su admiración por Alemania, era una cuestión visceral. Xan de Forcados no era un
revolucionario, ni mucho menos. De hecho, no fue represaliado al final de la guerra
pese a sus vínculos al galleguismo y a la masonería. Pero creía a pies juntillas en la
necesidad de cambiar el país y en que ese cambio pasaba por una germanofilia que
compartió con Risco y otros muchos intelectuales de la época.
«Dos alemáns admiraba ante todo a súa austeridade, disciplina e amor ó traballo.
Pensaba que si se importaba este estilo de vida, Galicia podía ser unha potencia
productiva», opina José Antonio Quiroga, secretario de la Fundación Xosé Soto de
Fión.
Xan de Forcados pensaba que el atraso de la agricultura gallega tenía su origen en las
pésimas comunicaciones del mundo rural, y de ahí su afán por abrir nuevas pistas. No
era amigo de comilonas y acostumbraba a llevar un azucarillo en el bolsillo de la
chaqueta. «Non lle sobraban os cartos, pese ó que pensa a xente, pero era un lince para
os negocios», dice Enrique Sampil, presidente del Circulo Saviñao, que ha encargado
por cuestación popular una escultura del doctor y su esposa que será instalada en su
memoria en la Praza do Concello de Escairón.