Melinda Gates se dio cuenta que ella siempre era la que limpiaba la cocina después de cenar, a pesar de que trabajaba para Microsoft. Ahora, junto a su esposo Bill Gates y su fundación, buscan empoderar a más mujeres en la industria tecnológica, donde predominan los hombres. Aunque las mujeres solían estudiar ciencias de la computación en mayor proporción en el pasado, ahora solo representan el 35% de la fuerza laboral tecnológica. Las inteligencias artificiales suelen tener nombres y voces femeninas, refor
1. SOBRE EL SEXISMO EN SILICON VALLEY
Melinda Ann French se dio cuenta que, cada noche, una vez que su marido y sus
tres hijos terminaban de cenar, era ella quien se quedaba recogiendo la cocina.
Entonces, empezó a preguntarse por qué ocurría aquello.
Esto manifestaba Melinda en una entrevista realizada por la revista Elle. Ahora bien,
se preguntarán, ¿Quién es Melinda Ann French? Antes de dar la respuesta, vale
recalcar lo siguiente: Estamos inmersos en una sociedad patriarcal, en la cual está
naturalizado el hecho de que la mujer casada adopte el apellido de su marido, esto
no quiere decir que Melinda no haya querido hacerlo, pero ella vive en el mismo
mundo que vos y yo. En resumidas cuentas, si hubiese empezado diciendo “Melinda
Gates se dio cuenta…”, en vez de comenzar expresando su verdadera identidad
civil, su “apellido de soltera”, la cosa hubiese sido un poco más clara desde el
principio.
En fin. Melinda es la esposa de Bill Gates. Cuando se conocieron ella era gerenta
de producto de Microsoft Publisher, Microsoft Bob, Microsoft Encarta y Expedia. Su
esposo, es el cofundador de Microsoft.
En el año 2004 fundaron Bill and Melinda Gates Foundation con la cual, desde hace
unos años, comenzaron a apuntar hacia la importancia de la equidad de género. Su
objetivo es empoderar a las mujeres dentro del universo de las TIC. Que más
mujeres se inmiscuyan en la industria tecnológica. Un mundo en el que, por los
pasillos de las diferentes empresas en Silicon Valley, merodean hombres en
considerables proporciones.
Dato: A mediados de los 80, las mujeres representaban entre el 30 y el 40 por ciento
de todos los estudiantes universitarios cursando ciencias de la informática,
actualmente, las mujeres apenas suman el 35% de la
fuerza de trabajo en el sector tecnológico. 1
Las cifras no
han cambiado mucho, más bien, como se puede ver, no
han cambiado nada. Es un sector que ha sido (y lo sigue
siendo) dominado pura y exclusivamente por hombres
blancos. Es decir que, teniendo en cuenta el universo
tecnológico, la disparidad de género es abismal. No es un
2. detalle que las caras visibles de las principales empresas, hoy en día, como por
ejemplo las conocidas como The Four: Facebook, Google, Amazon y Apple, sean de
hombres: Steve Jobs en Apple, Mark Zuckerberg en Facebook; el mismo Bill Gates
en Microsoft, por supuesto, para citar algunos.
Y, por ende, no es de extrañar que la gran mayoría de las inteligencias artificiales
(IA) tengan nombre femenino y posean, por defecto, una voz de mujer. Traigamos a
colación algunas de las más conocidas: Alexa de Amazon, Siri de Apple, “la”
asistente de Google: las tres más utilizadas en los
Estados Unidos.
Concentrémonos en Alexa, la asistente virtual que
“vive” dentro del parlante inteligente Amazon Echo.
Uno puede hacerle cualquier tipo de petición como,
por ejemplo: información sobre el clima, indagar el
estado del tráfico, información genérica sobre tal o
cual persona o producto, etc. Pero, al tener en
consideración que Amazon, además de tantos
otros puntos, es una tienda de ramos generales
(muy generales), vos podés pedirle a Alexa que haga una lista de compras, o que
directamente introduzca un producto determinado en el carrito. De hecho, Alexa fue
el primer altavoz inteligente en obtener la posibilidad de realizar pedidos de
e-commerce. Este hecho nos lleva a la idea, para nada absurda, de considerar a
Alexa como una fiel reproducción del cliché de ama de casa: encargada de realizar
las compras; la que siempre se encuentra en el hogar y, cuando la necesitás, ella
está ahí para ayudarte y despejarte cualquier clase de duda.
Otro dato que hace ruido: a diferencia del Asistente de Google y Siri que, a pesar de
que por defecto tengan una voz de mujer, tienen la opción para cambiar la voz por
una masculina, Alexa no tiene una alternativa masculina.
Para evitar las preocupaciones sobre los estereotipos de género obsoletos, uno
podría argüir la idea de usar una IA sin emociones, configurar un asistente neutro a
través del cual no salga a las claras el sesgo de género en estas aplicaciones. Pero,
como las empresas han lanzado repetidamente estos productos con voces
femeninas y, en algunos casos, nombres, es casi imposible que este tipo de
3. cuestiones no persistan en el mediano o largo plazo. Mientras sigan siendo hombres
lo que diseñan estos agentes de software, las posibilidades de que haya sesgos de
género son considerables. 2
Y no dejemos al margen los propios tópicos sociales, a partir de los cuales se
considera a las mujeres serviciales, amables, en un papel de asistentes, en cambio
una voz masculina está vinculada a alguien que está dando una orden. Por lo que
añadir una voz femenina parece ser lo más adecuado, y los hechos lo prueban, por
cierto.
Las grandes empresas vinculadas al mundo de la tecnología, en primera
instancia realizan estudios de mercado y, al observar que los resultados ratifican
aquellos tópicos, lanzan al mercado inteligencias artificiales del estilo de Alexa o
Siri, vinculadas a realizar tareas cotidianas, con voces femeninas, porque es lo que
esperan la mayoría de las poblaciones encuestadas. 3
Veamos el caso de la plataforma de inteligencia artificial de IBM, Watson. Ésta, que
fue diseñada para desarrollar una función muy dispar a la de Alexa, utiliza una voz
masculina. No es alocado pensar que, al ser una IA vinculada al mundo de los
negocios, Watson sea “hombre”; que posea una voz en la que se perciba seguridad,
liderazgo, utilizando frases breves y definitivas.
Por un lado, es clarividente que las cuestiones resaltadas refuerzan los estereotipos
sobre el rol social y, también, determinados atributos designados a la mujer.
Erradicar el sexismo que esparcen todo lo que se realiza desde Silicon Valley
parecería una suerte de utopía, porque, además, con la cosificación y la
perpetuación de los estereotipos de género nos topamos con un círculo vicioso,
debido a que las mujeres no se sienten atraídas por este sector.
Para la directora ejecutiva de YouTube, Susan Wojcicki, el meollo de la cuestión es:
evitar la discriminación de género en todas sus variables, la solución es incrementar
el número de mujeres profesionales contratadas en Silicon Valley.
Desde que ella se sumó a YouTube, en 2014, el porcentaje de mujeres
profesionales contratadas subió de 24% a 30%. La misma Wojcicki sostiene que fue
gracias a Bill Campbell, un hombre blanco muy importante dentro de la industria,
que llegó a ser una de las CEO de Youtube.
Pero, vale la pregunta, ¿Es la única solución esperar a que los hombres blancos
que ostentan cargos influyentes en la industria de la tecnología comiencen a
4. incorporar más mujeres profesionales? Porque parecería ser que estamos muy
distante de poder conseguir esa equidad de género tan necesaria dentro del
universo de las tecnologías. Pongamos como ejemplo Amazon: según CNBC, de
los 10 directivos más importantes de la empresa, sin contar a su fundador, Jeff
Bezos, solo una es mujer, Beth Galetti.
Que estamos lejos, estamos lejos.
¿Sería lo más indicado abrazar la idea que plantea Melinda Gates? Volviendo con la
filántropa, quien vislumbra una perspectiva más estructural, resalta que lo
importante es apuntar hacia la base, haciendo que las niñas se interesen por las
nuevas tecnologías desde el nivel primario. Porque, el empoderamiento de las
mujeres en Silicon Valley no puede producirse desde el accionar de una sola mujer,
sino desde la unión, desde la conformación de un colectivo que, desde la fuerza de
este, pueda romper con el sistema establecido.
Porque si nos quedamos de brazos cruzados, supeditados a la decisión de estos
sujetos millonarios de elevar a puestos de relevancia a un puñado de mujeres como
el caso de Susan Wojcicki, la posibilidad que exista un cambio radical y romper con
esa idea de “el club de chicos”, es poco factible. Se debe actuar ya, y actuar desde
la base, educando, incentivando a las niñas para que apunten hacia Silicon Valley,
como sostiene Melinda Ann French, ya que el futuro de los seres humanos se
encuentra allí dentro.
AGUSTÍN PONS