1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 11
de octubre
del 2015
MES MORADO
En el mes de octubre millones de peruanos
volvemos nuestros ojos al Señor de los
Milagros, esa bella imagen que nos recuerda
que Dios nos ama tanto que ha enviado a su
hijo Jesús al mundo para que, muriendo en la
Cruz, obtuviera para nosotros el perdón de
los pecados, la reconciliación con el Padre y
nuestra divinización por obra del Espíritu
Santo. Contemplar este amor, como la Virgen
María y el joven apóstol san Juan bajo la
Cruz, nos lleva a creer en todo aquello que
Dios nos reveló a través de Jesucristo y, por
tanto, nos lleva a la conversión que consiste
en acogernos a la obra que Dios quiere
realizar a favor nuestro y, a través de
nosotros, afavordelos demás.
Como el mismo Jesús dijo: “nadie tiene amor
más grande que el que da la vida por sus
amigos”. Ese es el amor que Dios nos tiene y
por el cual no se ha quedado indiferente ante
la desgracia del hombre expulsado del
Paraíso, sino que ha querido salir a nuestro
encuentro. Como profesamos en el Credo que
cada domingo proclamamos en la Misa, Jesús
bajó del Cielo por nosotros los hombres y por
nuestra salvación. Es decir, Dios no se ha
quedado encerrado en la perfección y
plenitud de su vida divina, una vida plena, sin
problemas ni sufrimientos, sino que se ha
hecho hombre, con todas las limitaciones que
esto conlleva, para cargar con las
consecuenciasdenuestros pecadosy darnos a
cambio la vida eterna. Derramando su sangre
por nosotros, Jesús nos revela que Dios no se
ha quedado y no se quedará nunca indiferente
ante el sufrimiento humano. Dios ama a todos
los hombres, nos ama a cada uno de nosotros,
independientemente de la situación en la que
nos encontremos, independientemente de
que nosotros le amemos o le rechacemos.
Aun si nosotros nos olvidamos de Dios, Él
nuncase olvidadenosotros.
En tiempos como el nuestro, en el que tanta
gente vive como si Dios no existiera, es
importante que los cristianos les recordemos
que ellos sí existen para Dios y que, en
Jesucristo, Él se inclina cada día hacia
nosotros porque quiere caminar con nosotros
en la historia de este mundo, con todas sus
vicisitudes, con las alegrías pero también con
los sufrimientos y desilusiones por las que a
todos nos toca pasar en algún momento de
nuestra vida. Es fundamental que, a través de
nuestras palabras y acciones, los cristianos
hagamos presente a Dios en medio de la
sociedad. Como varias veces lo pidió el Papa
Benedicto XVI y ahora lo hace el Papa
Francisco, no es bueno para el hombre
expulsar a Dios de la sociedad o encarcelarlo
en la esfera de lo privado. Dios existe y desea
ayudarnos a todos, ayudar a la sociedad. En
un país todavía dividido por conflictos de
diverso tipo, es cada vez más necesario que
Dios tenga carta de ciudadanía entre
nosotros, para que reconstruya esos puentes
que nos permitan vivir en comunión unos con
otros.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba