El documento explica que Jesús es nuestro único sumo sacerdote, que intercede por nosotros continuamente. Su muerte y resurrección hacen posible su ministerio de intercesión, dándonos acceso a la gracia de Dios y actuando como mediador entre Dios y la humanidad. El documento analiza cómo Melquisedec y Aarón prefiguraron el sacerdocio de Jesús y cómo su papel de sumo sacerdote influye positivamente en la vida de los creyentes.