El documento habla sobre la puerta de acceso a Dios a través de Jesucristo. Explica que Dios creó al hombre para compartir su vida divina, pero el demonio hace que el hombre dude del amor de Dios. La Cuaresma recuerda que Jesús murió en la cruz para demostrarnos el amor de Dios y abrirnos la puerta a la unión con Él. Dios ahora quiere habitar en cada persona a través de la Iglesia, los sacramentos y la Palabra de Dios. El documento insta a las personas a
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
01 Marzo
del 2015
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
LA PUERTA DE ACCESO A DIOS
Dios es amor y, movido por ese amor, creó al
hombre para compartir con él su vida divina.
Lamentablemente, a través de diversas
mentiras el demonio hace que el hombre
dude del amor de Dios y, por tanto, no acoja
los medios a través de los cuales Dios quiere
llevarlo a participar de su divinidad.Aun más,
el demonio hace creer al hombre que para
ser feliz debe emanciparse de Dios o, dicho
en otras palabras, ser dios de sí mismo. La
Cuaresma nos recuerda que, en Jesús de
Nazaret, Dios vino al mundo para dar su vida
por nosotros y, de esa manera, demostrarnos
que realmente nos ama. “Nadie tiene más
amor que el que da la vida por sus amigos”,
dijo Jesús. En la Cruz, Jesús ha pagado por
nuestros pecados y nos ha librado de la
eterna condenación de no llegar a ser
divinizados. En su Mensaje para la
Cuaresma de este año el Papa Francisco
nos recuerda que, en su muerte y
r e s u r r e c c i ó n , J e s ú s h a a b i e r t o
definitivamente la puerta para unir a Dios con
el hombre. En efecto, en ese ser histórico
que es Jesús de Nazaret, Dios se ha unido de
un modo definitivo y eterno con el ser
humano; porque Jesús de Nazaret tiene
naturaleza divina y naturaleza humana, es
decir que en su persona Dios se ha unido
para siempre al hombre, a todos los hombres
y a todo lo verdaderamente humano.
Ahora bien, lo que ha hecho en Jesús de
Nazaret, Dios lo quiere hacer también en
cada uno de nosotros. Dios quiere habitar en
nuestra naturaleza humana. Cristianos son
aquellas personas en cuya naturaleza
humana habita la vida divina. Muchos creen
que el cristianismo consiste en cumplir
innumerables leyes y mandamientos que, en
definitiva, son insoportables para un ser
humano. Eso no es cierto. El cristianismo
consiste, fundamentalmente, en abrirnos al
amor de Dios y dejar que Él entre en lo
profundo de nuestro ser y haga de nosotros
una nueva creación que quede liberada de la
ley del pecado y de la muerte.
Lamentablemente, los hombres tendemos a
cerrarnos en nosotros mismos y a cerrar la
puerta que Jesús ha abierto para
comunicarnos con Dios. Esa puerta, dice el
Papa, es la Iglesia. Mediante ella Dios nos
quiere divinizar a través de su Palabra,
contenida en las Sagradas Escrituras, así
como a través de los sacramentos y el
testimonio de la fe que actúa por la caridad.
Así, la Iglesia quiere ser esa puerta abierta
para que los hombres, al pasar por ella, sean
divinizados y alcancen la plenitud del ser
para el que han sido creados.
Por eso, en esta segunda semana de
Cuaresma, cuya finalidad es prepararnos
para la Pascua, conviene que nos
preguntemos ¿cómo estamos viviendo
nuestra relación con Dios? ¿Escuchamos su
Palabra? ¿Leemos la Biblia, al menos de
cuando en cuando? ¿Participamos en la
Misa? ¿Nos confesamos periódicamente?
¿Realizamos alguna obra de caridad?
¿Pensamos en los demás? La Palabra de
Dios, los sacramentos y la caridad son los
medios que Dios nos da para que nos
encontremos con Él a través de la Iglesia que
es la puerta mediante la cual tenemos
acceso a la vida divina. ¡No nos cerremos
esa puerta!
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa