Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
Navidad: fiestas del Dios vivo
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
11 de
diciembre
de 2016
NAVIDAD: FIESTA DEL DIOS VIVO
La semana pasada decíamos que el primer paso
para celebrar de modo adecuado la Navidad
consiste en reconocer nuestra realidad de pecado
que nos aleja de Dios y de las personas con
quienes nos toca convivir o interactuar. El
pecado, además, nos lleva a la muerte y nos
impide vivir eternamente con Dios. Sólo en la
medida en que seamos conscientes de esto nos
daremos cuenta de que necesitamos que Jesús
venga a cargar con nuestros pecados y a darnos su
Espíritu Santo que nos capacita para hacer el bien
y nos resucita con Él para la vida eterna. Como
dice san Pablo, si el Espíritu de Aquel que
resucitó a Jesús vive en nosotros, ese mismo
Espíritu dará nueva vida a nuestros cuerpos
mortales(cfr.Rm8,11).
Un segundo paso que nos ayuda a prepararnos
para la Navidad es contemplar las obras de Dios a
favor nuestro. En la Navidad celebramos el
nacimiento de Dios que se hace hombre por amor
a nosotros y, en su propio ser, introduce en el
mundo el Reino de los Cielos. Esta es la novedad
del cristianismo. Como hace unos años escribió
el Papa Benedicto XVI, en Jesús de Nazaret
“Dios entra en la historia, aquí y ahora, de un
modo totalmente nuevo, como Aquel que obra”.
En ese niño que veremos envuelto en pañales y
recostado en un pesebre, Dios en persona viene a
buscarnos para introducirnos en su Reino. “En Él
ahora es Dios quien actúa y reina, reina al modo
divino, es decir, sin poder terrenal, a través del
amor que llega hasta el extremo, hasta la cruz”.
El Reino de Dios no es de este mundo, pero está
presente en medio de nosotros. Dios actúa en
nuestro favor. Los evangelios nos narran que
cuando Juan el Bautista, poco antes de ser
decapitado por Herodes, envió a sus discípulos a
preguntarle a Jesús si Él era o no el Mesías, Jesús
les respondió: “Vayan y díganle a Juan lo que han
visto y oído. Cuéntenle que los ciegos ven, los
cojos andan, los leprosos quedan limpios, los
sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los
pobres se les anuncia la buena noticia” (Lc 7,22).
Jesús, pues, se acredita a través de sus obras. Y
eso no sólo hace dos mil años sino hasta nuestros
días. No necesariamente curando nuestras
enfermedades físicas o quitándonos el
sufrimiento, pero sí actuando en nuestra historia
y proveyéndonos de lo necesario para seguir
adelante aun en medio de las dificultades que se
nos puedanpresentar.
Hace unos meses, en un encuentro que tuve con
cerca de doscientos jóvenes de las parroquias de
Arequipa, Islay y Caylloma, les pregunté si ellos
creen en Jesucristo sólo porque alguien les ha
hablado de Él o porque de alguna manera lo han
encontrado. Uno por uno, hasta donde nos dio el
tiempo para escucharlos, fueron diciendo que
creen en Jesús porque lo han “visto” acontecer en
su historia. Cada uno relató, a su manera, hechos
concretos de su vida en los que han reconocido la
actuación de Jesucristo, el Hijo de Dios vivo. En
esta tercera semana del Adviento los invito
también a ustedes a recordar o descubrir las obras
de Dios en su propia vida, porque en la Navidad
no sólo celebramos un acontecimiento que
sucedió y se agotó hace más de dos mil años, sino
el nacimiento de alguien que continúa vivo y
actuante en nuestro favor y, por eso, podemos
alegrarnosyhacerfiesta.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba