1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 26
de junio
de 2016
PERPETUO SOCORRO
El 27 de junio la Iglesia celebra la fiesta de
“Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, una
advocación mariana difundida a nivel mundial.
En Arequipa, la fiesta se celebra de manera muy
especial en el templo de San Agustín, del centro
histórico de nuestra ciudad, y también en la
parroquia que lleva ese nombre mariano, en el
distrito Mariano Melgar. Se dice que el original
de la imagen a que se refiere esta advocación fue
pintada por el evangelista san Lucas y estuvo en
Constantinopla hasta mediados del siglo XV, en
que fue destruida cuando los sarracenos
conquistaron la ciudad. Algunos siglos antes, un
autor anónimo habría reproducido la bella
imagen, que después terminó en manos de un
comerciantedevoto en la isla de Creta y de ahí fue
trasladada a Roma para salvarla de la invasión
musulmana. Una vez en Roma, la pintura estuvo
en la iglesia de San Mateo, hasta que ésta fue
destruida por el ejército de Napoleón en el año
1798. Salvada la pintura por un monje agustino,
algunas décadas después el Papa Pío IX confió a
los Padres Redentoristas su cuidado y la
propagacióndesu devoción.
La imagen de “Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro” nos presenta a la Virgen María, al Niño
Jesús y a los arcángeles san Miguel y san Gabriel,
uno a cada lado del icono, que le muestran a Jesús
los instrumentos de su pasión. Viendo la cruz y
los clavos, el Niño, turbado, se coge de la mano
derecha de su Madre, mientras ésta lo sostiene
con la izquierda. Podemos decir que esta bella
imagen nos muestra uno de los principales
aspectos de la misión que Dios confió a María.
Así como Ella llevó y sostuvo a Jesús en su seno,
y lo sostuvo también en las necesidades que,
como todo hombre, pasó durante su niñez y
adolescencia, en cierto sentido lo sostuvo
también en la Cruz, cuando, mientras Él moría
para el perdón de nuestros pecados, María estaba
a su lado socorriéndolo con su presencia maternal
y sus oraciones. ¡Qué imagen más perfecta del
Amor! Jesús, negándose a sí mismo, totalmente
entregado a su Padre, y María, su Madre, con el
corazón traspasado por una espada de dolor,
sosteniendo a su Hijo en el sacrificio pascual de
nuestra salvación y, en ese mismo instante,
acogiéndonosanosotros comohijossuyos.
La devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro
tiene su fundamento en la experiencia de las
comunidades cristianas de todos los tiempos y
lugares. María jamás ha dejado de velar sobre la
Iglesia de Cristo, de modo que a los cristianos
nunca nos ha faltado su protección maternal. En
el transcurso de nuestra vida terrena, a todos nos
toca atravesar etapas de sufrimiento y pasar por
alguna necesidad, sea material, moral o
espiritual. Muchas veces queremos solucionar
los problemas con nuestro solo esfuerzo y nos
olvidamos de recurrir a María, nuestra Madre.
¡Cuántas madres sufren al ver que sus hijos se
apartan del buen camino! ¡Cuántos hijos sufren
por la separación de sus padres! ¡Cuántas veces
sufrimos a causa de la enfermedad o la
incomprensión! Cuando nos encontremos en
esas situaciones que humanamente no podemos
resolver, recordemos que, así como María
sostuvo a Jesús en la Cruz, también está dispuesta
a sostenernos en los momentos de dificultad y a
socorrernos para que, en esas circunstancias en
las que parece que no hay salida, podamos
encontraresasalidaenDios.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba