Los huesos maxilares superior e inferior le dan forma a la cara y sostienen los dientes. La posición y alineación de los maxilares determina cómo encajan los dientes y afecta la mordida, el habla y la respiración. La mala alineación de los maxilares puede causar problemas para masticar, hablar y respirar, así como problemas estéticos.
2. Cómo los
huesos y
los dientes
le dan
forma a la
cara
Los huesos son el marco de la cara. El tamaño y la
posición de los huesos faciales determina cómo
encajan los dientes entre sí.
Juntas, las posiciones de los huesos maxilares y los
dientes evolucionan la acción de masticar, el habla y
el funcionamiento de la articulación mandibular.
Los maxilares también sostienen y soportan tejidos
blandos como los músculos, los labios y la lengua. Y
por supuesto, los maxilares y los dientes son
factores que reemplazan la forma y el aspecto de la
cara.
3. •Las articulaciones temporomandibulares (ATM)
permiten que el maxilar inferior se mueva con
fluidez.
•El maxilar inferior (mandíbula) brinda soporte a
la fila inferior de dientes y le da forma a la parte
inferior de la cara ya la barbilla. Este es el hueso
que se mueve conforme se abre y cierra la boca.
4. •El maxilar superior sujeta los dientes
superiores, le da su forma a la parte
media de la cara y brinda soporte a la
nariz.
•Una buena mordida (oclusión) significa
que los dientes superiores e inferiores
están derechos y encajan correctamente.
5. Cómo funcionan los huesos maxilares
El maxilar inferior aloja a la lengua, que se
mueve libremente mientras hablamos y
comemos.
El maxilar superior le da forma al suelo de
la cavidad nasal, lo cual permite la
circulación normal del aire.
Normalmente, los músculos se desarrollan
de manera uniforme en los dos lados de la
cara.
6. Problemas frecuentes
Algunos problemas frecuentes causados por la
desalineación de los maxilares. También es frecuente
que surja una combinación de estos problemas.
•Maxilar inferior demasiado hacia atrás. Cuando el
maxilar inferior está demasiado hacia atrás
(retrognatismo), puede resultar difícil morder.
•La barbilla tiene un aspecto débil o hundido.
7. •Maxilar inferior demasiado hacia
adelante. Cuando el maxilar inferior está
demasiado hacia adelante (prognatismo), la
barbilla se vuelve prominente.
•Los dientes inferiores podrían inclinarse
hacia afuera para solaparse a los dientes
superiores.
8. •Los dientes superiores e inferiores no
hacen contacto (mordida abierta). La
mordida abierta suele ser la consecuencia
de un maxilar superior largo. Esto puede
causar una «sonrisa gingival» (con encías
muy visibles).
•Tener la mordida abierta puede
imposibilitar el cierre de los labios.
9. •El problema puede deberse también a que
la parte posterior del hueso maxilar
inferior es demasiado corta.
•Una mordida abierta también puede ser
consecuencia del hábito prolongado de
chuparse el dedo o de una posición
inadecuada de la lengua durante el
descanso y al tragar.
10. •Huesos maxilares disparejos
(asimetría). Los huesos maxilares
disparejos son más grandes o más
pequeños de un lado que del otro.
•Otra posibilidad es que estén demasiado
hacia adelante o hacia atrás. Es posible
que el rostro tenga un aspecto
descentrado o torcido.
11. Cuando los maxilares estan desalineados
La mala alineación de los huesos maxilares puede
ocasionar una diversidad de problemas, tales como:
•Dificultades para masticar.
•Problemas para hablar.
•Dificultades para respirar. Si la vía respiratoria
está estrechada u obstruida, la respiración podría
ser ruidosa o difícil. Quizás le dé apnea del sueño
(suspensión temporal de la respiración varias veces
mientras duerme).
•Problema de estética.
13. La cicatrización del alvéolo después de
una exodoncia sigue el proceso de
remodelado presente en todo el tejido
óseo humano, caracterizado por
mecanismos combinados de reabsorción
y aposición como res- puesta a
demandas funcionales.
14.
15.
16. Este hueso alveolar después de perder el
diente o después de una extracción dental,
va desapareciendo de manera gradual
reabsorbiéndose.
El hueso alveolar tarda 45 días en
regenerarse después de una extracción,
gracias a los osteoblastos (las células
formadoras del hueso).