2. Ecosistema acuático Se entiende por ecosistemas acuáticos a todos aquellos Ecosistemas que tienen por animales algún cuerpo de agua, como pueden ser: mares, océanos, ríos, lagos, pantanos y demás fuentes. Los dos tipos más destacados son: los ecosistemas marinos y los ecosistemas de agua dulce. . Los ríos y sus zonas de inundación sostienen diversos y valiosos ecosistemas, no sólo por la cualidad del agua dulce para permitir la vida, sino también por las numerosas plantas e insectos que mantiene y que forman la base de las cadenas tróficas. . Los ecosistemas de aguas pueden considerarse entre los más importantes de la naturaleza y su existencia depende totalmente del régimen que tengan. El agua dulce de los ríos presenta una enorme variedad de composición. Si el suelo es pobre en sales y minerales solubles, también el agua será pobre en sales y minerales. Y, a la inversa, si el suelo es rico en materias químicas solubles, gran parte de su riqueza la cederá al agua, con lo cual ésta contendrá muchas más sales minerales. Eso es determinante para los tipos de vida animal y vegetal que allí se pueda desarrollar. Las principales adaptaciones de los animales y vegetales están directamente relacionadas con las características físicas del agua, con la que están permanentemente en contacto los organismos que viven en este medio acuático.
3. Ecosistema terrestre Los ecosistemas terrestres son aquellos en los que los animales y plantas viven en el suelo. Allí encuentran todo lo que necesitan para vivir. Dependiendo de los factores abióticos de cada ecosistema, podemos definir distintos tipos de hábitat terrestres: desiertos, praderas y selvas. Los distintos vegetales y animales que habitan cada uno de ellos tienen características diferentes, ya que se han adaptado al hábitat en que viven. Cuando se producen cambios y alguna especie no puede adaptarse, muere pudiendo llegar a extinguirse.
4. Ecosistema aéreo Ya en el aire casi todas las grandes aves han aprendido a mantenerse con un mínimo de gasto energético; los albatros pueden pasar horas sin batir una sola vez las alas, y es porque conocen muy bien las zonas de viento en las cuales planean, a medida que pierden altura giran contra él y vuelven a ganar altura: lo logran gracias a la configuración de sus alas, curvas hacia atrás y de todos modos flexibles. Muchos albatros viven en zonas tan ventosas como la antártida; los primeros siete años de su vida casi no hacen otra cosa más que volar sin poner sus patas en tierra y descendiendo al mar ocasionalmente para alimentarse; llegada la edad madura se reúnen en tierra durante varias semanas, se aparean y crían a su único polluelo; luego retoman el vuelo hasta el año siguiente.