3. DON DE CONSEJO
¿CUÁL ES LA META?
Comprender el sentido y significado del don de consejo y su importancia en la vida del cristiano.
Insistir en la necesidad de pedir la asistencia del Espíritu Santo, por medio de este don particular,
la vida cotidiana.
Descubrir la actualidad de este don y su función de aumento y crecimiento de la virtud de la
prudencia.
CANTO
/Ilumíname, Señor, con tu Espíritu/ Y déjame sentir el fuego de tu amor aquí en mi corazón, Señor.
Y déjame sentir el fuego de tu amor aquí en mi corazón, Señor.
4. Iluminación Bíblica Sal 15, 7-11
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. tengo
siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha.
5. CATEQUESIS
A través del don del consejo, es el mismo Dios, con su Espíritu, el que ilumina el corazón, para poder
comprender el modo justo de hablar y de comportarse en la vida. Este es el don por medio del cual Dios
guía y conduce a descubrir el proyecto para la vida de cada persona. Este don enriquece y perfecciona la
virtud de la prudencia y guía al alma desde dentro, iluminándola sobre lo que debe hacer,
cuando se trata de opciones importantes, o de un camino que recorrer entre dificultades y obstáculos.
9, 14)
Sin la asistencia asidua del don de consejo, no podrá ser perfecta la prudencia del cristiano, por buena que
su intención. La virtud de la prudencia juzga laboriosamente a la luz de la fe lo que en cada momento
conviene hacer, teniendo en cuenta muchos datos y complejas circunstancias. Pero tantas veces,
aunque sea de forma inculpable, su discernimiento prudente se ve condicionado por el temperamento
por informaciones lentas o inexactas acerca de las circunstancias, y es en todo caso discursivo y lento.
6. Por el contrario, la persona, por el don de consejo, iluminada y movida inmediatamente por el
Espíritu Santo, intuye en cada caso lo que conviene, con rápido y seguro discernimiento, con toda
facilidad. Y entonces, sus actos proceden de la virtud de la prudencia y la manera de su ejercicio es
ya al modo divino por el don de consejo.
San Buenaventura dirá que el don de consejo actúa como un soplo nuevo en la conciencia,
sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. Por este don el
cristiano puede ver mejor la realidad, sabe qué hay que hacer en una determinada circunstancia,
aunque sea la más intrincada y difícil; ayudado por este don, penetra en el verdadero sentido de los
valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña (Mt 5-7).
7. En el momento en el que este don se acoge y alberga en el corazón, el Espíritu Santo
comienza enseguida a sensibilizar al cristiano a su voz y a orientar los pensamientos, los
sentimientos y las intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, lleva cada vez
más a dirigir la mirada interior hacia Jesús, como modelo del modo de actuar y de
relacionarse con Dios Padre y con los hermanos.
El consejo, entonces, es el don con el que el Espíritu Santo capacita la conciencia para
hacer una elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su
Evangelio. De este modo, el Espíritu hace crecer interiormente, hace crecer positivamente,
hace crecer en la comunidad, ayuda a no caer en el fallo del egoísmo y en el propio modo
de ver las cosas, así el Espíritu ayuda a crecer y a vivir en comunidad.
8. La condición esencial para conservar este don es la oración, es urgente pedir consejo al
Señor y disponerse para la oración así se podrá escuchar su voz y descubrir su voluntad,
esta oración ha de ser sencilla y confiada. Pero el Señor también habla y aconseja a través
de los hermanos, es en ellos y por ellos que Él actúa en cada persona y le dirige la palabra
oportuna, la instrucción prudente, acertada y conveniente.
Entre los vicios opuestos al don de consejo se dan, por defecto, la precipitación, la prisa,
la impulsividad, que llevan a hacer algo sin pensarlo suficientemente, es decir, sin
consultarlo con Dios y sin aconsejarse del prójimo; y la temeridad, nacida de la
autosuficiencia y de la presunción. Por exceso se le opone la excesiva lentitud, perezosa o
estancada en un temor indebido, pues hay acciones que si se demoran en exceso, dejan
pasar ocasiones favorables, y llegan a hacerse en su tardanza imprudentes o simplemente
imposibles
9. Medios para fomentar este don
Profunda humildad para reconocer la propia ignorancia y pedir las luces de lo alto.
Acostumbrarse a proceder siempre con reflexión y sin apresuramiento.
Atender en silencio al Maestro interior.
Aumentar la docilidad y obediencia a los que Dios ha puesto en su Iglesia para ejercer el
pastoreo. Lo que más aleja de la instrucción de Dios es el espíritu de autosuficiencia y de
insubordinación a sus legítimos ministros en la tierra.
10. PREGUNTAS
¿Tengo consejero o padre espiritual?
¿Pido consejo a quién me lo puede dar con competencia, sabiduría y prudencia?
¿Oro para tener el don de consejo?
¿Me asusto de la complejidad de este mundo?
Oración
¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos.
Haz que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes
para santificarme, perseverar y salvarme.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que,
lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de
tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
11. COMPROMISO PERSONAL
A continuación vas a escribir tu compromiso personal con Dios, pide el don de su Santo Espíritu para
que cada día al revisar este compromiso te asista y te ayude a cumplirlo
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12. FUENTES
Benedicto XVI. (2008). Los dones del Espíritu Santo.
Vaticano.
Ferreiros, A. (s.f.). Los dones del Espíritu Santo.
Francisco. (2014). Catequesis sobre la acción del Espíritu Santo. Vaticano.
Iraburu, J. M. (s.f.). El don de Consejo. Santísima
Trinidad. Teología