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Tema. Herederos de una Patria Celestial. 
Autor. Christian Alexander Reyes Letona. 
Cita Bíblica. 2ª Pedro 1:3-4: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado pre ciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. 
Deseo iniciar este ensayo con una alusión a la relación entre padres e hijos, como un tipo alegórico, que nos ayude a acentuar, la relación Padre-hijo que existe entre los creyentes y Dios. Un niño con toda su curiosidad e inocencia, no es capaz de dis cernir totalmente todo aquello que por añadidura está puesto sobre sus hombros y, por esta inocencia e inquisición innatas, tiende en algunas ocasiones a comportarse de manera caprichosa y desobediente. Aquello que pesa sobre su persona es el amor de sus padres, la esperanza y los anhelos de estos, con respecto a su futuro bienestar como persona. Estos buenos deseos alojados en el corazón de los padres, pocas veces son comprendidos completamente por los hijos de una forma plenamente consciente, cuando ellos todavía tienen una muy corta edad (aunque pueden percibirlo si se les es hecho sentir). Sumados a los anteriores, tampoco pueden leer entre líneas, las complicadas relaciones y los difíciles esfuerzos que sus padres realizan en el mundo, con el fin de facilitar su subsistencia y supervivencia en un mundo tan complica do como lo es el nuestro. Pero, por encima de todo este dilema, tanto hijos como padres, son felices al desarrollar su vida dando lo mejor de sí mismos, disfrutando de ella a cada momento por medio de un amor genuino entre padres e hijos. Los cristianos tenemos una relación un poco similar con nuestro Padre celestial. Primero,
dependemos plenamente de él y, segundo a pesar de nuestra usual inconciencia e ingratitud hacia él y hacia los esfuerzos que hace por nosotros, tratamos de vivir y actuar según lo que él nos encomiende para nuestra vida, aunque en muchas ocasio nes no comprendemos a cabalidad cuáles son sus propósitos. 
Los creyentes de una forma similar a todo hijo nacido en la tierra, tenemos de parte de Dios, el amor y cuidado que proceden de un padre, que en nuestro caso, es el amor proveniente de un padre no terreno sino celestial, quien por su sola gracia nos reconoce como hijos suyos; este Padre, también es el padre de aquellos quienes no cuentan con el cuidado de sus progenitores (Salmo 27:10. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos”). De aquí, es donde Jesús nos permite dirigirnos a Dios con las famosas palabras: “Padre nuestro que estas en los cielos” Dios es por consiguiente el creador de todo ser humano y es Padre de todo aquel que desee reconocerlo a él como tal, y con ello, el tener en cuenta todas aquellas palabras y correcciones que vienen de Dios mismo para su vida. Como bien sabemos, uno de los deseos de todo padre, es que al momento de su muerte, pueda hacer partícipe a sus hijos de una herencia de la cual ellos puedan disfrutar con el fin de vivir plenamente sus vidas. Los cristianos, igualmente, también hemos sido hechos participes de una herencia, la cual se logró con el esfuerzo de nuestro salva dor Jesucristo, quien por su obediencia y sacrifico nos hizo participes en ser iguales a él, esto es: ser hechos hijos de Dios. Pero, ¿En qué consiste esta herencia nuestra? Y en especial ¿Cómo debemos de actuar con respecto a ella? Son preguntas muy apremiantes que debemos hacernos a cada momento y que pasaremos a contestar a continuación a través de los siguientes tópicos. 
Herederos de presentes nunca antes vistos. 
Esto lo saben todos los cristianos: ¡Nada de lo que está sobre esta tierra es compara ble a lo Dios tiene preparado para sus hijos en la eternidad futura! Cosas las cuales
son mucho mejores que las terrenales. Este enunciado es una forma de citar lo que la palabra de Dios dice claramente para nosotros, por manos del apóstol Pablo. (1ª Corintios 2:9).1 Sin embargo, no sobra aclarar, que el ponerse a discutir sobre el que serán concretamente estas cosas -para nosotros preparadas- es una cuestión un poco salida de lo que Dios desea sea nuestro verdadero centro de atención, digo esto, ya que una respuesta a la anterior pregunta solo la podemos dar, diciendo lo que estas cosas no son, debido a que lo más importante en este versículo, es el asegurarnos la posesión de estas pertenencias (promesas) y no tanto el que serán concretamente dichas promesas. Esto ya que si Dios así lo hubiera querido, él mismo habría per mitido que se expongan estas cosas, muy explícitamente en la misma palabra.2 No está mal nuestra curiosidad, pero Dios con este versículo lo que quiere es decirnos de una forma categórica que somos poseedores de grandes promesas y presentes que proceden de él. Los cuales (hablando humanamente) no están nada mal y desde ya son una gran ganancia. Estos presentes, a simple vista, no son parte de las cosas que pertenecen a la vida habitual de este mundo, es decir, no están contaminados con 
1 1ª Corintios 2:9. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 
2 Muchos visten el mensaje escatológico del cristianismo con un tipo de misterios muy personales y, luego dicen tener ellos la respuesta a estos misterios particulares, valga la redundancia, inventados por ellos mismos. Por el contrario, la biblia es clara en cuanto a la revelación de las cosas futuras en todo lo relacionado a la dirección de estas y en que Dios será el principal participe, al final de ellas, pero no explica detalles secundarios para evitar especulaciones innecesarias y el abuso de estas en sentido lucrativo. De aquí que muchos libros de escatología se dedican equivocadamente, más bien, a realizar ciencia ficción y dejan de lado el mensaje principal de la escatología, la cual, pone de manifiesto que para alcanzar el objetivo final de la redención de la humanidad, se necesita actuar en el presente, con base en el amor fraternal de los creyentes, y que ella (escatología) no cosiste en dedicarse tanto a actores secundarios y sucesos menos trascendentales dentro de la revelación (colocar fechas a eventos apocalípticos, identificación de los lugares de los sucesos futuros) Por ello, la lectura escatología del apocalipsis por ejemplo: Es que al final de todas las adversidades, será Dios quien traerá libertad a su pueblo. Por lo cual, es necesario no especular sobre cosas secundarias (las plagas del apocalipsis, las naciones en contienda al final de los tipos, etc.), ya que ellas son parte de los verdaderos secretos que pertenecen actualmente a Dios, sino más bien, debemos dedicarnos a lo revelado por Jesús hacia los hombres, que consiste en el amor entre los creyentes como propuesta de cambio para la humanidad con objetivo de la redención. Deuteronomio 29:29. “Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre,…”.
el pecado, sufrimiento, injusticia, dolor físico, hipocresía, desesperanza y angustia presentes en la vida de todos los seres humanos y en cada uno de los momentos históricos de la humanidad. Por el contrario, estos presentes (regalos) proceden de un Dios que desea el bien de los hombres y mujeres, ya que siempre ha actuado en amor para con nosotros y procura constantemente nuestro bienestar, a pesar de la resistencia de mayoría la humanidad hacia su amor. El decir que estos presen tes (dadivas) no son contaminados con los males de este mundo, los convierte en unos nunca antes vistos, lo cual, los hace deseables por sí mismos y aunque estos son adquiridos por pura gracia; podemos estar plenamente seguros y confiados de que son parte del patrimonio que desde ya pertenece a los que creen en Dios. No está de más decir, que la bendición de Dios es la que bien nos hace y, es la que no nos añade tristeza (Proverbios 10:22). Yendo al centro de esta promesa se observa claramente como Dios desea que nosotros los creyentes estemos persuadidos en el hecho de que las vicisitudes presentes en este siglo, no son comparables con la gloria preparada para nosotros. (Romanos 8:18. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”).3 
Es por nuestra fe, que vendrán grandes cosas. 
Ahora bien, así como por una pequeña semilla se da el surgimiento de un gran árbol -suceso que ocurre continuamente en la naturaleza- así también y de igual forma, 
3 Romanos 8:17-24. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
por nuestras presentes actitudes y acciones sobrevendrán grandes recompensas para nosotros. Cada siembra tiene su fruto, cada labor su paga, cada esfuerzo su remune ración, igual nuestra fe y acciones pequeñas tienen una gran recompensa; primero delante de Dios y después delante de los hombres. Y en el caso de los creyentes, como bien todos sabemos, participamos de una bendición hecha al porcentaje del ciento por uno, es decir, que es mucho mayor el porcentaje de retribución a aquel que se obtiene en una encomienda normal. Esto es sinónimo de grandes cosechas para nuestra vida. Por ello, una fe muy íntima, que para muchos es del tipo loca y que en comparación a los hechos de la historia parece pequeña e insignificante, es la que nos hará ver con nuestros ojos y palpar con nuestras manos, aquellas promesas y tesoros que Dios tiene para nosotros. No podemos ver de menos las pequeñas acciones que como creyentes realizamos, ellas, a los ojos humanos son vanas pero delante de Dios tienen un gran valor. Cada buena acción que realizamos, todo y cuando sea nacida de una fe sincera y de un corazón arrepentido, se convierten en un tesoro que está reservado para nosotros, entre este tesoro, se encuentran cosas que la humanidad al presente no se imagina y que un día vera con asombro debido al esplendor de estas. 
Por la acción de Jesucristo, todos tenemos apertura a estas promesas. 
Tesoros mayores a los vistos por los ojos humanos y remuneraciones insondables, no pueden ser producto de mano humana, sino solo de la mano de Dios y, es a Je sucristo a quien debemos la oportunidad de formar parte en esta gran herencia. Esto es producto de aquel momento sombrío para todo el mundo,4 en el cual, él pago el precio de la redención por todos nosotros y, consecuentemente nos dio una libertad como ningún otro la puede dar. Al discernir sobre la herencia que Dios ha dado a los hombres, es imposible no mencionar a aquel por quien cuya acción la poseemos, 
3 Mateo 27:45. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
quien a la vez, también es el mismo al que tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía. Afortunadamente también es él quien nos ayuda cada día a llevar sobre nuestros hombros, el propósito de redención de Dios para nuestras vidas. 
Sin embargo, por más que lo intentemos, nunca nos podremos justificar delante de Dios con nuestras buenas acciones, tenemos que confiar en que su gracia es la que nos hace agradables a él, pero no ser irresponsables para con nosotros mismos actuando como nos dé la gana, tampoco queda duda, de que nunca podremos agra decer cabalmente lo que Dios ha hecho por nosotros. Por ello, justamente solo nos queda cada día el dar la milla extra que requiere el ser un seguidor de Jesucristo. Indefectiblemente sabemos que nuestras acciones no tienen comparación a aquello de lo que Dios nos hace participes a cada día. Esto nos invita a ser agradecidos con lo que Dios nos ha dado y dará. (2ª Corintios 1:20. “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”). Lo plasmado anteriormente nos debe mover a comportarnos como Dios en su infinito amor desea que nos comportemos. Veamos en que consiste el deseo de Dios para nuestras vidas. 
Comportémonos como herederos de una patria celestial. 
Dirá el lector: -Ah bueno sí, soy participe de una gran bendición y dueño de una gran herencia que Dios mismo me ha dado, ya que gracias a él, ahora yo soy un hijo suyo. Pero ¿Qué tiene que ver conmigo, esto que se va venido diciendo, sino solo en que personalmente este agradecido? Responderé diciendo que: A tal bendición, igual grado de correspondencia en sentido de la encomienda de evangelización sobre todo el mundo. Ya que entre las últimas instrucciones de Jesús a sus discípulos se encuentran: “toda potestad me es dada” y “haced discípulos a todas las naciones” ¿Qué otra forma de agradecimiento a Dios, sino haciendo participes a otros de esta bendición de salvación para la humanidad? Pero esto plantea para el creyente no el
hecho de hacer o el no hacer esta encomienda, sino el hecho de ¿Cómo hacerla? Des de la niñez hemos experimentado como nuestro proceso de aprendizaje se desarrolla mucho mejor por medio de las imágenes, y aun en el desarrollo de la vida adulta se nos hace más fácil aprender observando cómo se realizan las cosas o procedimientos, por vía de las imágenes, por más complicados que estos sean. Pues bien, esa es la metodología que nos incumbe practicar al momento de evangelizar a las personas y a todo el mundo, es decir, a través del ejemplo. Jesús no fue una excepción, sino fue quien más utilizo de imágenes, es decir, evangelizo por medio del ejemplo, para convocar la fe en de las personas, esto lo hizo: a través de milagros, formulación de alegorías y parábolas para explicar los principios fundamentales del reino y también lo hizo a través de su manera de actuar para con los demás. Ahora a nosotros igual nos corresponde, como herederos de una patria celestial, comportarnos como esta realidad modelada por Dios lo amerita y, así de esta forma invitar a los demás a ser partícipes de la bendición de salvación dada a todos los seres humanos. 
Los herederos de una patria celestial hacen participes de sus bendiciones, a los demás, a través del ejemplo. 
Como cristianos tenemos ciertos dones que Dios nos ha dado, algunos de estos de manera muy particular, también tenemos la concesión de determinadas peticiones que hacemos a Dios, las cuales él con su misericordia y propósito nos permite tener. Así pues, ocurre que estas bendiciones muy particulares, son un mecanismo que Dios ha puesto en nuestro corazón para conseguir alcanzar el objetivo de llenar a las demás personas con el amor que recibimos de parte de Dios. A lo anterior sumamos, el hecho que él nos dice claramente en su palabra, que la mejor forma de hacer partí cipe a otros, con la esperanza de salvación que se encuentra en Dios, es simplemente con nuestro ejemplo de vida. (Mateo 5:16)5 Por causa de lo anterior, nuestro mejor método de evangelismo es, nuestra forma de concebir la vida y por ende nuestra
forma de comportarnos. En nuestro caso, esto significa: buenas acciones para con los demás, ya que este es sin duda es el deseo de Dios para nuestras vidas. 
El perdón recibido se traduce en amor y perdón para los demás. 
Primero que nada, es necesario preguntarnos, ¿Por qué Dios nos ha perdonado a nosotros? Pues bien, ciertamente no lo ha hecho porque lo mereciéramos o porque él tuviese una obligación moral para con nosotros, sino que lo ha hecho con el de seo de proporcionarnos la salvación y con ella: perdonando nuestros pecados y así dándonos de su amor, el cual, al ser bien recibido por el creyente, inexplicablemente provoca en el nuevo creyente, un deseo igual y semejante en cuanto al perdón y amor por los demás, esto es parte de lo que el Espíritu Santo produce en el recién convertido. Ahora bien, esto es una parte de los deseos de la nueva naturaleza que Dios crea en nosotros (esta nueva forma de concebir la vida corresponde a las bendiciones que Dios tiene para los creyentes), la cual, es el inicio de las primicias de nuestra herencia. Así pues, la actitud del nuevo creyente debe ser el seguir este instinto de amor y de perdón para con aquellos que están a su alrededor, ya sean familiares o amigos, incluso desconocidos. Si bien la forma de concretar este amor en acciones, es un proceso de carácter paulatino, el deseo de ejecutarlos es innato en un corazón arrepentido. 
La nueva oportunidad que Dios nos dio, significa una nueva oportunidad para quienes nos dañan. 
La parte más difícil del cristianismo consiste en perdonar a aquellos que nos han ge nerado un daño, este perdón no debe ser entendido como un perdón al estilo tonto de caer dos veces en el mismo agujero o de tropezar con la misma piedra, sino que se refiere a un genuino perdón a aquellos que nos ocasionan un mal, comenzando por 
5 Mateo 5:16. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
comprender ¿Cuál es la situación que llevo a los agresores a cometer dicha acción? Y culminando con la corrección de estas, no por la fuerza sino por un ejemplo de bondad y de la ejecución de buenas acciones por encima de razones pecaminosas. En un mundo tan complicado como este, en donde los valores del anti-reino son los que gobiernan, muchas personas se ven condicionas a actuar mal en contra de su propia voluntad y si bien hay algunas que ya han decido vivir por medio de malas acciones, Dios nos llama a detenerlos, con el ejemplo de ejecución de buenas acciones y la más fuerte de todas ellas es el perdón, ya que como para todos nos es sabido, el perdón es una muestra de amor. Así pues, cada día que Dios nos perdona nuestras faltas, así también debemos perdonar a aquellos que se nos son deudores, como Dios hace con nosotros. Dándoles a ellos una nueva oportunidad. 
No mezclarse con el mundo no significa ser excluido completamente del mundo sino el no compartir sus ideales equivocados. 
Nuestro modo de vida, es decir, la forma en la que actuamos, la forma en que reaccionamos a ciertas circunstancias y sobretodo: ¿Cuáles son los ideales (valores) de nuestra vida? Son las acciones que las personas no cristianas verán el día en que deseen volverse a Dios para dar las espaldas a los ideales equivocados del mundo, sería una tristeza que el día en que esto sucediese, ellos decidan seguir viviendo igual a como viven equivocadamente, sin ejecutar un cambio, por motivo de haber visto en nosotros un comportamiento igual de perdido, al seguido por ellos. Con que vean algo diferente en nosotros no me refiero a que vean cosas externas o de apariencias, porque, hay muchos que saben ocultar muy bien sus malas intenciones y se mues tran como grandes cristianos, engañando a medio mundo, con sus buenos modales, con su comportamiento, apariencia o forma de relacionarse, sino que me refiero a que las personas vean un corazón que realmente evidencie un cambio ejecutado por Dios en nuestras vidas, este cambio conllevara el abandono de acciones pecamino-
sas; estas del tipo de engaños, hipocresía, mentira o malos deseos. Este cambio es gradual, mas sin embargo, en el corazón del creyente, al momento del arrepenti miento, ocurre un cambio repentino, ejecutado por el Espíritu de Dios en un milagro llamado “conversión” (Juan 3:1-21) ya que es, a este tipo de acción a la que se refería Jesús en su diálogo con el maestro fariseo. Esta acción produce en el creyente un repudio a todo aquello que esté relacionado al actuar pecaminoso y consecuentemen te un genuino malestar por cometer actos pecaminosos involuntarios, por esto, una persona que peca sin escrúpulos o remordimientos, sencillamente ya no vive bajo los parámetros de la fe. 
Así pues, la mejor forma de hacer partícipes a otros de la herencia que Dios nos ha dado es que ellos se la pasen viendo todos los días, como los creyentes perdonamos, amamos aun a nuestros agresores, ayudamos desinteresadamente, también como compartimos y vivimos esperando la redención y la gloriosa aparición del Hijo de Dios que viene en las nubes para redimir a su iglesia. Esto, para cuando Dios en su infinita misericordia les conceda el don del arrepentimiento. Este tipo de predicación con el ejemplo, es la que corresponde a todo heredero de la patria celestial, la cual, vale más que muchas predicaciones ya que estas últimas pueden caer al punto de llegar a convertirse en cuestiones necias sino están acompañadas de la práctica de la vida cristiana. (2ª Timoteo 2:25. “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”). 
Los herederos de una patria celestial reconocen sus errores y evitan cometerlos nuevamente. 
Los no cristianos tienen una mala concepción de nosotros los creyentes en cuanto a la vida piadosa, pues equiparan de igual manera una vida piadosa con una vida de perfección, esto ha sido culpa histórica de muchos cristianos, pues, ellos se venden a los demás con una imagen de súper hombres que no cometen ningún pecado y casi
de personas deificadas, sin embargo, esta confusión no solo está presente en los no cristianos, pues también muchos cristianos no comprenden cabalmente la diferencia entre estos polos, que son completamente diferentes. Por lo que me dedicare a hacer esta distinción. Primero una vida de perfección en sentido de no cometer ningún pe cado es imposible (1ª Juan1:8. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”) ya que, la perfección a la que la biblia se refiere, es a la vida de justificación obtenida por el acto de redención de Jesucristo sobre la humanidad, la cual participara de la perfección completa el día que Jesús nuevamente regrese a la tierra, en ese momento será en donde Dios dará a los creyentes un cuerpo que podrá vivir conforme a una perfección, dicha como tal (Filipenses 3:21) Segundo, la vida piadosa se refiere a la vida de amor y de co munión entre el creyente y los que están a su alrededor, la cual conlleva, una vida de alejamiento de los valores pecaminosos del mundo y una actitud de sojuzgar las acciones personales evitando caer en acciones del tipo pecaminosas. Pues al creyente corresponde la segunda, ya que, en caso de alguna falta, es el acto de arrepentimiento el que nos dará el perdón de Dios (1ª Juan 2:1-2. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Pa dre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1ª Juan1:9. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”) Esto significa que la perfección es el hecho de velar por no caer en la tentación. Es decir, velar por no caer en una situación o estilo de vida que nos haga propensos a cometer un acto de pecado y no en el hecho de presumir una perfección que al presente es imposible. Por ello, los herederos de una patria celestial deben de ser personas que eviten actos pecaminosos pero, que si en el caso cayesen en ellos, deben de ser personas que asuman las consecuencias de sus actos según las leyes de
Dios y las leyes humanas, están acciones pueden ir desde pedir perdón a la persona ofendida hasta asumir consecuencias de delitos y penas de cárcel. ¿Por qué digo esto? Lo digo, para que de esta forma lleguemos a ser de bendición a los demás de una manera sincera y que ella no esté teñida de la hipocresía, sino, que sea una bendición basada en el amor y la verdadera santidad cristiana, la cual se basa en sojuzgar cada acción personal de una manera consiente. Los herederos de una patria celestial deben de evitar cometer errores y si en el caso cayesen en ellos, de manera involuntaria, -aunque no existe ninguna acción personal involuntaria, a menos que sea ocasionada por una tercera persona o en casos de demencia- deben de asumir las consecuencias de ellos y evitar cometerlos nuevamente. Lo más importante es evitar cometerlos nuevamente, ya que, ese es verdadero cristianismo y el verdadero deseo de perfección. Por eso, cuando un creyente cometa un error debe de redimir su falta delante de Dios, no cometiéndola de nuevo y procurando sanar las heridas que ha dejado este error. (Esto es necesario para ambas partes involucradas) Es necesario pedir perdón y recibirlo. En algunas ocasiones lo mejor es no tocar nuevamente el tema, pero la mayoría de veces es mejor realizar este acto de conciliación, de lo contario quedara una puerta abierta para cometer una acción semejante en el futuro, lo cual, es un grave error ya que no se debe dar lugar al diablo para que abuse de este tipo de errores. Para ejemplificar lo dicho anteriormente veamos el ejemplo de Pablo. Quien al dirigirse a los cristianos que se alojaban en Roma; con respecto a la pecaminosidad del corazón humano y de la salvación de esta condenación por medio del evangelio, les dice: Romanos 7:15b. “…pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. Al escribir estas palabras, Pablo les comunica a sus lectores, que por causa del pecado, el desea con todo su corazón el dejar de cometer pecados pero él mismo reconocerá que esto es imposible, pero que ahora gracias a Jesucristo y el evangelio, (Romanos 8: 1-9) el hombre puede dejar de vivir esta condenación,
dedicándose a vivir ya no conforme a la los deseos de concupiscencia del cuerpo “carne” sino de acuerdo con los deseos del “espíritu” Así pues, el cristiano, gracias al Espíritu Santo que mora en él, tiene la capacidad de sojuzgar sus acciones y de no cometer pecados, pero no por sí mismo sino por la ayuda proporcionada de parte de Dios para él. Ahora bien, este estilo de vida no significa como dijimos anteriormente, que el cristiano será una especie de santo o perfecto que no puede cometer ninguna clase de pecado, sino significa que el Espíritu de Dios, le ayuda todos los días a dejar el estilo de vida pecaminoso que existe dentro de toda la humanidad y, que por cada error que cometa, es Dios quien le justifica en base a su genuino arrepentimiento, pero este siempre tendrá que asumir las consecuencias de sus actos. Esta realidad se encuentra sobre la vida cada cristiano pero si alguien peca voluntariamente o vive en una vida de conductas pecaminosas, es más que claro, que entonces ya no vive una vida de acorde a la fe en Dios, sino que es un religioso. Por el contrario para los creyentes, si hay un cierto nivel de santidad, al cual, Dios nos ayuda a llegar, es a este, al que los herederos de una patria celestial debemos de aspirar y trabajar por alcanzar. Esto lo podemos alcanzar siguiendo el objetivo de amar a nuestro prójimo, ya que el que ama a su prójimo, no intenta ningún mal contra él (Gálatas 5:14). 
El cristianismo se supone es un culto que promueve la igualdad y el amor entre la humanidad, y si bien nosotros sabemos que el cristianismo no es una religión, sino la verdad de Dios dada a los hombres, somos nosotros los que tenemos la culpa de que el mundo nos considere una religión más, ya que muchas veces no amamos a los demás ni hacemos lo posible por hacerlo. Nuestro deber tiene que ser actuar como Jesús actuó, y esto, llevará al mundo a reconocer que Dios está con nosotros, pero para ello debemos de amar a las personas y ser semejantes a la sal, la cual ayuda a la conservación de los alimentos y les da sabor, nuestro deber es darle un sabor diferente al mundo, por medio de nuestras buenas acciones nacidas de un buen
corazón con una actitud sincera. El mundo necesita de nosotros pero nosotros de bemos darnos a conocer bien, como creyentes en Dios a través de nuestras buenas obras, como herederos de cosas no terrenales sino espirituales, igualmente espiri tuales a nuestro modo de proceder. Hoy en día, es común llamar a los creyentes “personas alienadas” o personas sin sentido común, en ocasiones hasta salidas de la realidad, pero lo importante es que aunque nos llamen alienados -aun no siéndo los- logremos que con nuestras acciones justas, que las personas reconozcan que en verdad existe un Dios que está por encima de todas las personas. 
Los herederos de una patria celestial son ejemplo a seguir en cada labor que hacen, ya que actúan bajo el criterio de la excelencia. 
El ser un hijo de Dios no significa salir completamente de las labores productivas del mundo, contrario significa que nos ganamos nuestro sustento diario con nuestras propias manos, pero la diferencia a los que viven conforme a los ideales del mundo es que nosotros no solo vivimos del pan material, ni trabajamos solamente para este, sino que trabajamos primeramente por el pan espiritual, el cual, nos manda a justa mente ganar el pan material. (2ª Tesalonicenses 3:12).6 Esto significa que el cristiano no vive alejado del mundo sino que aunque se encuentra dentro de este, sigue un camino completamente diferente. Un camino que demanda excelencia. 
Camino a la excelencia. La excelencia debe ser el ideal de todo cristiano, ya que ella, es evidencia de nuestra naturaleza, un cristiano debe ser excelente en el desarrollo de su empleo, sus proyectos, sus relaciones familiares y personales, siempre dando lo mejor de sí y, por ello, nunca debemos conformarnos con la mediocridad. El mundo nos tiene por gente loca y sin que hacer, en fin como una especie de alienados o per sonas fuera de razón. Pues si vamos a ser alienados y locos para el mundo, entonces 
6 2ª Tesalonicense 3:12. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
seamos alienados del tipo productivos, es decir, alienados que den los mejor de sí, en todo lo que hacen, aunque nosotros bien sabemos que vivimos caminando como viendo al invisible (Dios), de donde procede toda justicia. Por lo que llamarnos a nosotros los creyentes personas alienadas es un gran error, pues somos los seres más afortunados en toda la creación, ya que contamos con la ayuda directa de Dios, quien nos permite alcanzar, hasta lo que para nosotros nos es posible. 
Camino a la perfección es camino al amor. La perfección no es que ya seamos seres extraterrenos que no cometen ninguna clase de error, sino, es que somos irreprensi bles en cuanto a nuestra conducta, pues es Dios quien nos ayuda cada día a ser mejo res en toda nuestra forma de vivir. Por ello, al hablar de Hijos de un Padre celestial, entonces tengo que referirme a personas que caminan en amor unas con otras, y que todos los días buscan la perfección a través del amor y de la excelencia. Ahora bien, la excelencia en determinada labor, es una cualidad que puede ser alcanzada por todos los seres humanos, según sea la disciplina de cada persona. Pero el hecho de vivir en amor para con los demás es un poco más difícil, no solo por las diferencias que hay de un ser humano a otro, sino, porque la tendencia pecaminosa del egoísmo y la autosatisfacción de cada ser humano son muy fuertes. Por lo que, actuar con objetivo, de que alguien diferente a nuestra misma persona sea beneficiado o saciado antes que nosotros, es muy difícil y, para ello, se requiere un sacrifico de amor por la otra persona o prójimo. Por ello, en este sentido, la perfección es en esencia el amor. La Palabra de Dios nos dice: Mateo 5:48: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. El tipo de perfección que Dios quiere para nosotros es que primeramente amemos a nuestro prójimo. Este es el tipo de perfección que tiene el potencial de cambiar todo el sistema de valores equivocados que se encuentran funcionando en el mundo y, es a la cual, debemos de aspirar. Ya que una perfección semejante consiste en amar aun hasta a nuestro enemigo u ofen-
sor, entonces: ¡Nada mejor que esto para cambiar las diversas adversidades en las que se encuentra la humanidad en todo su conjunto! Aprovechando para bien hasta aquellos sucesos que se han realizado mal, por ello, el ser humano perfecto es aquel que puede amar a su prójimo. 
REFLEXIÓN. 
Algunas personas dicen: “Un heredero que es petulante y engreído, que se quede solo él con su herencia”. Que no diga el mundo lo mismo de nosotros. Porque si el mundo dice así de nosotros ¿De qué sirve nuestra participación en la tierra y nuestra creencia en Dios? Es más, ¿Cómo podremos entonces responder al amor de Dios en relación al hecho de compartir a los demás las buenas nuevas de salvación? Que las personas no creyentes digan esto de los cristianos, solo significa, que los que se llaman cristianos ya no pueden ser llamados así, pues ya no lo son. ¿Cuándo se ha visto un hijo de Dios egoísta? Cierto que lastimosamente ahora los hay, puesto que todavía son inmaduros espiritualmente, pero no debería haberlos. Sin embargo, procuremos no ser egoístas al volvernos un mal ejemplo o piedra de tropiezo para los demás, lo anterior, es ser egoísta de manera inconsciente pero de una forma más dañina, pues a consecuencia de esto, los demás no participan de las bendiciones de Dios por causa de una simple irresponsabilidad y mal ejemplo nuestro. ¿Qué bueno puede ser el hecho de ser salvos pero condenar a otros por nuestro mal ejemplo? Tampoco un heredero de una patria celestial puede esconderse bajo la inmunidad (cierto beneficio de la duda en cuanto a algunas acusaciones a su persona) que pro duce el ministerio, ni actuar debajo de ella, sino que debe ser correcto y transparente en su proceder. Muchos ocupan la inmunidad ministerial que producen los puestos ministeriales de las iglesias para fines lucrativos y dañinos para la obra, a lo que categóricamente debo decir que debemos evitar estas acciones. Somos herederos de dadivas nunca antes vistas gracias al amor de Dios, entonces igualmente actuemos
con amor para los demás, indudablemente se nos ha dado la fe para ver concretas las maravillas de Dios sobre nuestra vida, entonces hagamos uso de ella, ya que ha sido el mismo señor Jesús quien se dedicó a hacernos copropietarios de las grande zas de Dios. Si Jesús se dedicó a darnos estas bendiciones de seguro que también él nos ayudará a comportarnos de manera que podamos alcanzarlas, lo cual, todo creyente sabe que Dios ha asegurado esto dentro de su palabra. Con un contexto así, a mí personalmente no me queda más que dedicarme a realizar la voluntad de Dios comportándome de manera correcta todos los días de mi vida, de una manera justa y así dedicarme a evangelizar y compartir mi fe y esperanza en Dios dando como evidencia de ello, el cambio que Dios ha dado a mi forma de vivir. Se me es necesario recordar al lector que el amor es también perdón y que el amor no es un sentimiento abstracto o platónico, casi de tipo puramente idealista sino que este es un sentimiento que se ve concreto en las acciones, digo esto, ya que personalmente me duele ver tanto cristiano que no ama a los demás y que no lucha por cambiar a las situaciones difíciles que viven los demás que están a su alrededor, diré que somos pocos los que sentimos el deseo de ayudar a los demás y que lo ejecutamos, cada uno a su manera y en sus posibilidades pero; lo importante es que una vez sintamos el deseo de hacer algo por el bien de los demás, no nos quedemos con las ganas de hacerlo. El amor es accionar por el bien de los demás y tener compasión por aquel que sufre y está necesitado tanto material como espiritualmente, cambiar las situa ciones que dañan a los demás debe ser nuestro anhelo y compromiso con Dios. En cuanto a nuestra vida de santidad, los herederos de una patria celestial no somos seres deificados o santos beatos que viven sin cometer pecados, otra forma de decirlo es: no esperen perfección de nosotros sino que lo ocurre en nuestra vida es que Dios es quien nos justifica, ahora bien, si podemos alcanzar cierto grado de santidad, pues es a ese objetivo al que debemos de aspirar y por el cual debemos de trabajar, pues
es seguro que dicho nivel lo podemos alcanzar. Somos hijos de un Padre que nos ama y que vela por nuestro cuidado sin que nosotros se lo pidamos o nos demos cuenta de ello, entre lo posible y según sea nuestro grado de amor hacia él, correspondamos a ese amor. Si actuamos así, aun no nos alcanzara toda la vida para agradecerle; pero intentémoslo con todas nuestras fuerzas y de seguro que lograremos provocar una sonrisa en él, una que venga desde lo profundo de su corazón. Vivamos amando, perdonando, teniendo sinceridad y siendo ejemplo con nuestras buenas acciones. ¡Somos hijos de Dios, ciertamente no somos poca cosa sino grandes herederos suyos! Nos espera una patria celestial, comportémonos como ello lo amerita. 
© SERIE: ESCRITOS MINISTERIALES Y ENSAYOS TEOLÓGICOS. 
Hecho el Depósito conforme a la ley. 
El Salvador, 2014.

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Herederos de una patria celestial

  • 1.
  • 2. Tema. Herederos de una Patria Celestial. Autor. Christian Alexander Reyes Letona. Cita Bíblica. 2ª Pedro 1:3-4: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado pre ciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Deseo iniciar este ensayo con una alusión a la relación entre padres e hijos, como un tipo alegórico, que nos ayude a acentuar, la relación Padre-hijo que existe entre los creyentes y Dios. Un niño con toda su curiosidad e inocencia, no es capaz de dis cernir totalmente todo aquello que por añadidura está puesto sobre sus hombros y, por esta inocencia e inquisición innatas, tiende en algunas ocasiones a comportarse de manera caprichosa y desobediente. Aquello que pesa sobre su persona es el amor de sus padres, la esperanza y los anhelos de estos, con respecto a su futuro bienestar como persona. Estos buenos deseos alojados en el corazón de los padres, pocas veces son comprendidos completamente por los hijos de una forma plenamente consciente, cuando ellos todavía tienen una muy corta edad (aunque pueden percibirlo si se les es hecho sentir). Sumados a los anteriores, tampoco pueden leer entre líneas, las complicadas relaciones y los difíciles esfuerzos que sus padres realizan en el mundo, con el fin de facilitar su subsistencia y supervivencia en un mundo tan complica do como lo es el nuestro. Pero, por encima de todo este dilema, tanto hijos como padres, son felices al desarrollar su vida dando lo mejor de sí mismos, disfrutando de ella a cada momento por medio de un amor genuino entre padres e hijos. Los cristianos tenemos una relación un poco similar con nuestro Padre celestial. Primero,
  • 3. dependemos plenamente de él y, segundo a pesar de nuestra usual inconciencia e ingratitud hacia él y hacia los esfuerzos que hace por nosotros, tratamos de vivir y actuar según lo que él nos encomiende para nuestra vida, aunque en muchas ocasio nes no comprendemos a cabalidad cuáles son sus propósitos. Los creyentes de una forma similar a todo hijo nacido en la tierra, tenemos de parte de Dios, el amor y cuidado que proceden de un padre, que en nuestro caso, es el amor proveniente de un padre no terreno sino celestial, quien por su sola gracia nos reconoce como hijos suyos; este Padre, también es el padre de aquellos quienes no cuentan con el cuidado de sus progenitores (Salmo 27:10. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos”). De aquí, es donde Jesús nos permite dirigirnos a Dios con las famosas palabras: “Padre nuestro que estas en los cielos” Dios es por consiguiente el creador de todo ser humano y es Padre de todo aquel que desee reconocerlo a él como tal, y con ello, el tener en cuenta todas aquellas palabras y correcciones que vienen de Dios mismo para su vida. Como bien sabemos, uno de los deseos de todo padre, es que al momento de su muerte, pueda hacer partícipe a sus hijos de una herencia de la cual ellos puedan disfrutar con el fin de vivir plenamente sus vidas. Los cristianos, igualmente, también hemos sido hechos participes de una herencia, la cual se logró con el esfuerzo de nuestro salva dor Jesucristo, quien por su obediencia y sacrifico nos hizo participes en ser iguales a él, esto es: ser hechos hijos de Dios. Pero, ¿En qué consiste esta herencia nuestra? Y en especial ¿Cómo debemos de actuar con respecto a ella? Son preguntas muy apremiantes que debemos hacernos a cada momento y que pasaremos a contestar a continuación a través de los siguientes tópicos. Herederos de presentes nunca antes vistos. Esto lo saben todos los cristianos: ¡Nada de lo que está sobre esta tierra es compara ble a lo Dios tiene preparado para sus hijos en la eternidad futura! Cosas las cuales
  • 4. son mucho mejores que las terrenales. Este enunciado es una forma de citar lo que la palabra de Dios dice claramente para nosotros, por manos del apóstol Pablo. (1ª Corintios 2:9).1 Sin embargo, no sobra aclarar, que el ponerse a discutir sobre el que serán concretamente estas cosas -para nosotros preparadas- es una cuestión un poco salida de lo que Dios desea sea nuestro verdadero centro de atención, digo esto, ya que una respuesta a la anterior pregunta solo la podemos dar, diciendo lo que estas cosas no son, debido a que lo más importante en este versículo, es el asegurarnos la posesión de estas pertenencias (promesas) y no tanto el que serán concretamente dichas promesas. Esto ya que si Dios así lo hubiera querido, él mismo habría per mitido que se expongan estas cosas, muy explícitamente en la misma palabra.2 No está mal nuestra curiosidad, pero Dios con este versículo lo que quiere es decirnos de una forma categórica que somos poseedores de grandes promesas y presentes que proceden de él. Los cuales (hablando humanamente) no están nada mal y desde ya son una gran ganancia. Estos presentes, a simple vista, no son parte de las cosas que pertenecen a la vida habitual de este mundo, es decir, no están contaminados con 1 1ª Corintios 2:9. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 2 Muchos visten el mensaje escatológico del cristianismo con un tipo de misterios muy personales y, luego dicen tener ellos la respuesta a estos misterios particulares, valga la redundancia, inventados por ellos mismos. Por el contrario, la biblia es clara en cuanto a la revelación de las cosas futuras en todo lo relacionado a la dirección de estas y en que Dios será el principal participe, al final de ellas, pero no explica detalles secundarios para evitar especulaciones innecesarias y el abuso de estas en sentido lucrativo. De aquí que muchos libros de escatología se dedican equivocadamente, más bien, a realizar ciencia ficción y dejan de lado el mensaje principal de la escatología, la cual, pone de manifiesto que para alcanzar el objetivo final de la redención de la humanidad, se necesita actuar en el presente, con base en el amor fraternal de los creyentes, y que ella (escatología) no cosiste en dedicarse tanto a actores secundarios y sucesos menos trascendentales dentro de la revelación (colocar fechas a eventos apocalípticos, identificación de los lugares de los sucesos futuros) Por ello, la lectura escatología del apocalipsis por ejemplo: Es que al final de todas las adversidades, será Dios quien traerá libertad a su pueblo. Por lo cual, es necesario no especular sobre cosas secundarias (las plagas del apocalipsis, las naciones en contienda al final de los tipos, etc.), ya que ellas son parte de los verdaderos secretos que pertenecen actualmente a Dios, sino más bien, debemos dedicarnos a lo revelado por Jesús hacia los hombres, que consiste en el amor entre los creyentes como propuesta de cambio para la humanidad con objetivo de la redención. Deuteronomio 29:29. “Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre,…”.
  • 5. el pecado, sufrimiento, injusticia, dolor físico, hipocresía, desesperanza y angustia presentes en la vida de todos los seres humanos y en cada uno de los momentos históricos de la humanidad. Por el contrario, estos presentes (regalos) proceden de un Dios que desea el bien de los hombres y mujeres, ya que siempre ha actuado en amor para con nosotros y procura constantemente nuestro bienestar, a pesar de la resistencia de mayoría la humanidad hacia su amor. El decir que estos presen tes (dadivas) no son contaminados con los males de este mundo, los convierte en unos nunca antes vistos, lo cual, los hace deseables por sí mismos y aunque estos son adquiridos por pura gracia; podemos estar plenamente seguros y confiados de que son parte del patrimonio que desde ya pertenece a los que creen en Dios. No está de más decir, que la bendición de Dios es la que bien nos hace y, es la que no nos añade tristeza (Proverbios 10:22). Yendo al centro de esta promesa se observa claramente como Dios desea que nosotros los creyentes estemos persuadidos en el hecho de que las vicisitudes presentes en este siglo, no son comparables con la gloria preparada para nosotros. (Romanos 8:18. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”).3 Es por nuestra fe, que vendrán grandes cosas. Ahora bien, así como por una pequeña semilla se da el surgimiento de un gran árbol -suceso que ocurre continuamente en la naturaleza- así también y de igual forma, 3 Romanos 8:17-24. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
  • 6. por nuestras presentes actitudes y acciones sobrevendrán grandes recompensas para nosotros. Cada siembra tiene su fruto, cada labor su paga, cada esfuerzo su remune ración, igual nuestra fe y acciones pequeñas tienen una gran recompensa; primero delante de Dios y después delante de los hombres. Y en el caso de los creyentes, como bien todos sabemos, participamos de una bendición hecha al porcentaje del ciento por uno, es decir, que es mucho mayor el porcentaje de retribución a aquel que se obtiene en una encomienda normal. Esto es sinónimo de grandes cosechas para nuestra vida. Por ello, una fe muy íntima, que para muchos es del tipo loca y que en comparación a los hechos de la historia parece pequeña e insignificante, es la que nos hará ver con nuestros ojos y palpar con nuestras manos, aquellas promesas y tesoros que Dios tiene para nosotros. No podemos ver de menos las pequeñas acciones que como creyentes realizamos, ellas, a los ojos humanos son vanas pero delante de Dios tienen un gran valor. Cada buena acción que realizamos, todo y cuando sea nacida de una fe sincera y de un corazón arrepentido, se convierten en un tesoro que está reservado para nosotros, entre este tesoro, se encuentran cosas que la humanidad al presente no se imagina y que un día vera con asombro debido al esplendor de estas. Por la acción de Jesucristo, todos tenemos apertura a estas promesas. Tesoros mayores a los vistos por los ojos humanos y remuneraciones insondables, no pueden ser producto de mano humana, sino solo de la mano de Dios y, es a Je sucristo a quien debemos la oportunidad de formar parte en esta gran herencia. Esto es producto de aquel momento sombrío para todo el mundo,4 en el cual, él pago el precio de la redención por todos nosotros y, consecuentemente nos dio una libertad como ningún otro la puede dar. Al discernir sobre la herencia que Dios ha dado a los hombres, es imposible no mencionar a aquel por quien cuya acción la poseemos, 3 Mateo 27:45. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
  • 7. quien a la vez, también es el mismo al que tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía. Afortunadamente también es él quien nos ayuda cada día a llevar sobre nuestros hombros, el propósito de redención de Dios para nuestras vidas. Sin embargo, por más que lo intentemos, nunca nos podremos justificar delante de Dios con nuestras buenas acciones, tenemos que confiar en que su gracia es la que nos hace agradables a él, pero no ser irresponsables para con nosotros mismos actuando como nos dé la gana, tampoco queda duda, de que nunca podremos agra decer cabalmente lo que Dios ha hecho por nosotros. Por ello, justamente solo nos queda cada día el dar la milla extra que requiere el ser un seguidor de Jesucristo. Indefectiblemente sabemos que nuestras acciones no tienen comparación a aquello de lo que Dios nos hace participes a cada día. Esto nos invita a ser agradecidos con lo que Dios nos ha dado y dará. (2ª Corintios 1:20. “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”). Lo plasmado anteriormente nos debe mover a comportarnos como Dios en su infinito amor desea que nos comportemos. Veamos en que consiste el deseo de Dios para nuestras vidas. Comportémonos como herederos de una patria celestial. Dirá el lector: -Ah bueno sí, soy participe de una gran bendición y dueño de una gran herencia que Dios mismo me ha dado, ya que gracias a él, ahora yo soy un hijo suyo. Pero ¿Qué tiene que ver conmigo, esto que se va venido diciendo, sino solo en que personalmente este agradecido? Responderé diciendo que: A tal bendición, igual grado de correspondencia en sentido de la encomienda de evangelización sobre todo el mundo. Ya que entre las últimas instrucciones de Jesús a sus discípulos se encuentran: “toda potestad me es dada” y “haced discípulos a todas las naciones” ¿Qué otra forma de agradecimiento a Dios, sino haciendo participes a otros de esta bendición de salvación para la humanidad? Pero esto plantea para el creyente no el
  • 8. hecho de hacer o el no hacer esta encomienda, sino el hecho de ¿Cómo hacerla? Des de la niñez hemos experimentado como nuestro proceso de aprendizaje se desarrolla mucho mejor por medio de las imágenes, y aun en el desarrollo de la vida adulta se nos hace más fácil aprender observando cómo se realizan las cosas o procedimientos, por vía de las imágenes, por más complicados que estos sean. Pues bien, esa es la metodología que nos incumbe practicar al momento de evangelizar a las personas y a todo el mundo, es decir, a través del ejemplo. Jesús no fue una excepción, sino fue quien más utilizo de imágenes, es decir, evangelizo por medio del ejemplo, para convocar la fe en de las personas, esto lo hizo: a través de milagros, formulación de alegorías y parábolas para explicar los principios fundamentales del reino y también lo hizo a través de su manera de actuar para con los demás. Ahora a nosotros igual nos corresponde, como herederos de una patria celestial, comportarnos como esta realidad modelada por Dios lo amerita y, así de esta forma invitar a los demás a ser partícipes de la bendición de salvación dada a todos los seres humanos. Los herederos de una patria celestial hacen participes de sus bendiciones, a los demás, a través del ejemplo. Como cristianos tenemos ciertos dones que Dios nos ha dado, algunos de estos de manera muy particular, también tenemos la concesión de determinadas peticiones que hacemos a Dios, las cuales él con su misericordia y propósito nos permite tener. Así pues, ocurre que estas bendiciones muy particulares, son un mecanismo que Dios ha puesto en nuestro corazón para conseguir alcanzar el objetivo de llenar a las demás personas con el amor que recibimos de parte de Dios. A lo anterior sumamos, el hecho que él nos dice claramente en su palabra, que la mejor forma de hacer partí cipe a otros, con la esperanza de salvación que se encuentra en Dios, es simplemente con nuestro ejemplo de vida. (Mateo 5:16)5 Por causa de lo anterior, nuestro mejor método de evangelismo es, nuestra forma de concebir la vida y por ende nuestra
  • 9. forma de comportarnos. En nuestro caso, esto significa: buenas acciones para con los demás, ya que este es sin duda es el deseo de Dios para nuestras vidas. El perdón recibido se traduce en amor y perdón para los demás. Primero que nada, es necesario preguntarnos, ¿Por qué Dios nos ha perdonado a nosotros? Pues bien, ciertamente no lo ha hecho porque lo mereciéramos o porque él tuviese una obligación moral para con nosotros, sino que lo ha hecho con el de seo de proporcionarnos la salvación y con ella: perdonando nuestros pecados y así dándonos de su amor, el cual, al ser bien recibido por el creyente, inexplicablemente provoca en el nuevo creyente, un deseo igual y semejante en cuanto al perdón y amor por los demás, esto es parte de lo que el Espíritu Santo produce en el recién convertido. Ahora bien, esto es una parte de los deseos de la nueva naturaleza que Dios crea en nosotros (esta nueva forma de concebir la vida corresponde a las bendiciones que Dios tiene para los creyentes), la cual, es el inicio de las primicias de nuestra herencia. Así pues, la actitud del nuevo creyente debe ser el seguir este instinto de amor y de perdón para con aquellos que están a su alrededor, ya sean familiares o amigos, incluso desconocidos. Si bien la forma de concretar este amor en acciones, es un proceso de carácter paulatino, el deseo de ejecutarlos es innato en un corazón arrepentido. La nueva oportunidad que Dios nos dio, significa una nueva oportunidad para quienes nos dañan. La parte más difícil del cristianismo consiste en perdonar a aquellos que nos han ge nerado un daño, este perdón no debe ser entendido como un perdón al estilo tonto de caer dos veces en el mismo agujero o de tropezar con la misma piedra, sino que se refiere a un genuino perdón a aquellos que nos ocasionan un mal, comenzando por 5 Mateo 5:16. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
  • 10. comprender ¿Cuál es la situación que llevo a los agresores a cometer dicha acción? Y culminando con la corrección de estas, no por la fuerza sino por un ejemplo de bondad y de la ejecución de buenas acciones por encima de razones pecaminosas. En un mundo tan complicado como este, en donde los valores del anti-reino son los que gobiernan, muchas personas se ven condicionas a actuar mal en contra de su propia voluntad y si bien hay algunas que ya han decido vivir por medio de malas acciones, Dios nos llama a detenerlos, con el ejemplo de ejecución de buenas acciones y la más fuerte de todas ellas es el perdón, ya que como para todos nos es sabido, el perdón es una muestra de amor. Así pues, cada día que Dios nos perdona nuestras faltas, así también debemos perdonar a aquellos que se nos son deudores, como Dios hace con nosotros. Dándoles a ellos una nueva oportunidad. No mezclarse con el mundo no significa ser excluido completamente del mundo sino el no compartir sus ideales equivocados. Nuestro modo de vida, es decir, la forma en la que actuamos, la forma en que reaccionamos a ciertas circunstancias y sobretodo: ¿Cuáles son los ideales (valores) de nuestra vida? Son las acciones que las personas no cristianas verán el día en que deseen volverse a Dios para dar las espaldas a los ideales equivocados del mundo, sería una tristeza que el día en que esto sucediese, ellos decidan seguir viviendo igual a como viven equivocadamente, sin ejecutar un cambio, por motivo de haber visto en nosotros un comportamiento igual de perdido, al seguido por ellos. Con que vean algo diferente en nosotros no me refiero a que vean cosas externas o de apariencias, porque, hay muchos que saben ocultar muy bien sus malas intenciones y se mues tran como grandes cristianos, engañando a medio mundo, con sus buenos modales, con su comportamiento, apariencia o forma de relacionarse, sino que me refiero a que las personas vean un corazón que realmente evidencie un cambio ejecutado por Dios en nuestras vidas, este cambio conllevara el abandono de acciones pecamino-
  • 11. sas; estas del tipo de engaños, hipocresía, mentira o malos deseos. Este cambio es gradual, mas sin embargo, en el corazón del creyente, al momento del arrepenti miento, ocurre un cambio repentino, ejecutado por el Espíritu de Dios en un milagro llamado “conversión” (Juan 3:1-21) ya que es, a este tipo de acción a la que se refería Jesús en su diálogo con el maestro fariseo. Esta acción produce en el creyente un repudio a todo aquello que esté relacionado al actuar pecaminoso y consecuentemen te un genuino malestar por cometer actos pecaminosos involuntarios, por esto, una persona que peca sin escrúpulos o remordimientos, sencillamente ya no vive bajo los parámetros de la fe. Así pues, la mejor forma de hacer partícipes a otros de la herencia que Dios nos ha dado es que ellos se la pasen viendo todos los días, como los creyentes perdonamos, amamos aun a nuestros agresores, ayudamos desinteresadamente, también como compartimos y vivimos esperando la redención y la gloriosa aparición del Hijo de Dios que viene en las nubes para redimir a su iglesia. Esto, para cuando Dios en su infinita misericordia les conceda el don del arrepentimiento. Este tipo de predicación con el ejemplo, es la que corresponde a todo heredero de la patria celestial, la cual, vale más que muchas predicaciones ya que estas últimas pueden caer al punto de llegar a convertirse en cuestiones necias sino están acompañadas de la práctica de la vida cristiana. (2ª Timoteo 2:25. “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”). Los herederos de una patria celestial reconocen sus errores y evitan cometerlos nuevamente. Los no cristianos tienen una mala concepción de nosotros los creyentes en cuanto a la vida piadosa, pues equiparan de igual manera una vida piadosa con una vida de perfección, esto ha sido culpa histórica de muchos cristianos, pues, ellos se venden a los demás con una imagen de súper hombres que no cometen ningún pecado y casi
  • 12. de personas deificadas, sin embargo, esta confusión no solo está presente en los no cristianos, pues también muchos cristianos no comprenden cabalmente la diferencia entre estos polos, que son completamente diferentes. Por lo que me dedicare a hacer esta distinción. Primero una vida de perfección en sentido de no cometer ningún pe cado es imposible (1ª Juan1:8. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”) ya que, la perfección a la que la biblia se refiere, es a la vida de justificación obtenida por el acto de redención de Jesucristo sobre la humanidad, la cual participara de la perfección completa el día que Jesús nuevamente regrese a la tierra, en ese momento será en donde Dios dará a los creyentes un cuerpo que podrá vivir conforme a una perfección, dicha como tal (Filipenses 3:21) Segundo, la vida piadosa se refiere a la vida de amor y de co munión entre el creyente y los que están a su alrededor, la cual conlleva, una vida de alejamiento de los valores pecaminosos del mundo y una actitud de sojuzgar las acciones personales evitando caer en acciones del tipo pecaminosas. Pues al creyente corresponde la segunda, ya que, en caso de alguna falta, es el acto de arrepentimiento el que nos dará el perdón de Dios (1ª Juan 2:1-2. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Pa dre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1ª Juan1:9. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”) Esto significa que la perfección es el hecho de velar por no caer en la tentación. Es decir, velar por no caer en una situación o estilo de vida que nos haga propensos a cometer un acto de pecado y no en el hecho de presumir una perfección que al presente es imposible. Por ello, los herederos de una patria celestial deben de ser personas que eviten actos pecaminosos pero, que si en el caso cayesen en ellos, deben de ser personas que asuman las consecuencias de sus actos según las leyes de
  • 13. Dios y las leyes humanas, están acciones pueden ir desde pedir perdón a la persona ofendida hasta asumir consecuencias de delitos y penas de cárcel. ¿Por qué digo esto? Lo digo, para que de esta forma lleguemos a ser de bendición a los demás de una manera sincera y que ella no esté teñida de la hipocresía, sino, que sea una bendición basada en el amor y la verdadera santidad cristiana, la cual se basa en sojuzgar cada acción personal de una manera consiente. Los herederos de una patria celestial deben de evitar cometer errores y si en el caso cayesen en ellos, de manera involuntaria, -aunque no existe ninguna acción personal involuntaria, a menos que sea ocasionada por una tercera persona o en casos de demencia- deben de asumir las consecuencias de ellos y evitar cometerlos nuevamente. Lo más importante es evitar cometerlos nuevamente, ya que, ese es verdadero cristianismo y el verdadero deseo de perfección. Por eso, cuando un creyente cometa un error debe de redimir su falta delante de Dios, no cometiéndola de nuevo y procurando sanar las heridas que ha dejado este error. (Esto es necesario para ambas partes involucradas) Es necesario pedir perdón y recibirlo. En algunas ocasiones lo mejor es no tocar nuevamente el tema, pero la mayoría de veces es mejor realizar este acto de conciliación, de lo contario quedara una puerta abierta para cometer una acción semejante en el futuro, lo cual, es un grave error ya que no se debe dar lugar al diablo para que abuse de este tipo de errores. Para ejemplificar lo dicho anteriormente veamos el ejemplo de Pablo. Quien al dirigirse a los cristianos que se alojaban en Roma; con respecto a la pecaminosidad del corazón humano y de la salvación de esta condenación por medio del evangelio, les dice: Romanos 7:15b. “…pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. Al escribir estas palabras, Pablo les comunica a sus lectores, que por causa del pecado, el desea con todo su corazón el dejar de cometer pecados pero él mismo reconocerá que esto es imposible, pero que ahora gracias a Jesucristo y el evangelio, (Romanos 8: 1-9) el hombre puede dejar de vivir esta condenación,
  • 14. dedicándose a vivir ya no conforme a la los deseos de concupiscencia del cuerpo “carne” sino de acuerdo con los deseos del “espíritu” Así pues, el cristiano, gracias al Espíritu Santo que mora en él, tiene la capacidad de sojuzgar sus acciones y de no cometer pecados, pero no por sí mismo sino por la ayuda proporcionada de parte de Dios para él. Ahora bien, este estilo de vida no significa como dijimos anteriormente, que el cristiano será una especie de santo o perfecto que no puede cometer ninguna clase de pecado, sino significa que el Espíritu de Dios, le ayuda todos los días a dejar el estilo de vida pecaminoso que existe dentro de toda la humanidad y, que por cada error que cometa, es Dios quien le justifica en base a su genuino arrepentimiento, pero este siempre tendrá que asumir las consecuencias de sus actos. Esta realidad se encuentra sobre la vida cada cristiano pero si alguien peca voluntariamente o vive en una vida de conductas pecaminosas, es más que claro, que entonces ya no vive una vida de acorde a la fe en Dios, sino que es un religioso. Por el contrario para los creyentes, si hay un cierto nivel de santidad, al cual, Dios nos ayuda a llegar, es a este, al que los herederos de una patria celestial debemos de aspirar y trabajar por alcanzar. Esto lo podemos alcanzar siguiendo el objetivo de amar a nuestro prójimo, ya que el que ama a su prójimo, no intenta ningún mal contra él (Gálatas 5:14). El cristianismo se supone es un culto que promueve la igualdad y el amor entre la humanidad, y si bien nosotros sabemos que el cristianismo no es una religión, sino la verdad de Dios dada a los hombres, somos nosotros los que tenemos la culpa de que el mundo nos considere una religión más, ya que muchas veces no amamos a los demás ni hacemos lo posible por hacerlo. Nuestro deber tiene que ser actuar como Jesús actuó, y esto, llevará al mundo a reconocer que Dios está con nosotros, pero para ello debemos de amar a las personas y ser semejantes a la sal, la cual ayuda a la conservación de los alimentos y les da sabor, nuestro deber es darle un sabor diferente al mundo, por medio de nuestras buenas acciones nacidas de un buen
  • 15. corazón con una actitud sincera. El mundo necesita de nosotros pero nosotros de bemos darnos a conocer bien, como creyentes en Dios a través de nuestras buenas obras, como herederos de cosas no terrenales sino espirituales, igualmente espiri tuales a nuestro modo de proceder. Hoy en día, es común llamar a los creyentes “personas alienadas” o personas sin sentido común, en ocasiones hasta salidas de la realidad, pero lo importante es que aunque nos llamen alienados -aun no siéndo los- logremos que con nuestras acciones justas, que las personas reconozcan que en verdad existe un Dios que está por encima de todas las personas. Los herederos de una patria celestial son ejemplo a seguir en cada labor que hacen, ya que actúan bajo el criterio de la excelencia. El ser un hijo de Dios no significa salir completamente de las labores productivas del mundo, contrario significa que nos ganamos nuestro sustento diario con nuestras propias manos, pero la diferencia a los que viven conforme a los ideales del mundo es que nosotros no solo vivimos del pan material, ni trabajamos solamente para este, sino que trabajamos primeramente por el pan espiritual, el cual, nos manda a justa mente ganar el pan material. (2ª Tesalonicenses 3:12).6 Esto significa que el cristiano no vive alejado del mundo sino que aunque se encuentra dentro de este, sigue un camino completamente diferente. Un camino que demanda excelencia. Camino a la excelencia. La excelencia debe ser el ideal de todo cristiano, ya que ella, es evidencia de nuestra naturaleza, un cristiano debe ser excelente en el desarrollo de su empleo, sus proyectos, sus relaciones familiares y personales, siempre dando lo mejor de sí y, por ello, nunca debemos conformarnos con la mediocridad. El mundo nos tiene por gente loca y sin que hacer, en fin como una especie de alienados o per sonas fuera de razón. Pues si vamos a ser alienados y locos para el mundo, entonces 6 2ª Tesalonicense 3:12. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
  • 16. seamos alienados del tipo productivos, es decir, alienados que den los mejor de sí, en todo lo que hacen, aunque nosotros bien sabemos que vivimos caminando como viendo al invisible (Dios), de donde procede toda justicia. Por lo que llamarnos a nosotros los creyentes personas alienadas es un gran error, pues somos los seres más afortunados en toda la creación, ya que contamos con la ayuda directa de Dios, quien nos permite alcanzar, hasta lo que para nosotros nos es posible. Camino a la perfección es camino al amor. La perfección no es que ya seamos seres extraterrenos que no cometen ninguna clase de error, sino, es que somos irreprensi bles en cuanto a nuestra conducta, pues es Dios quien nos ayuda cada día a ser mejo res en toda nuestra forma de vivir. Por ello, al hablar de Hijos de un Padre celestial, entonces tengo que referirme a personas que caminan en amor unas con otras, y que todos los días buscan la perfección a través del amor y de la excelencia. Ahora bien, la excelencia en determinada labor, es una cualidad que puede ser alcanzada por todos los seres humanos, según sea la disciplina de cada persona. Pero el hecho de vivir en amor para con los demás es un poco más difícil, no solo por las diferencias que hay de un ser humano a otro, sino, porque la tendencia pecaminosa del egoísmo y la autosatisfacción de cada ser humano son muy fuertes. Por lo que, actuar con objetivo, de que alguien diferente a nuestra misma persona sea beneficiado o saciado antes que nosotros, es muy difícil y, para ello, se requiere un sacrifico de amor por la otra persona o prójimo. Por ello, en este sentido, la perfección es en esencia el amor. La Palabra de Dios nos dice: Mateo 5:48: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. El tipo de perfección que Dios quiere para nosotros es que primeramente amemos a nuestro prójimo. Este es el tipo de perfección que tiene el potencial de cambiar todo el sistema de valores equivocados que se encuentran funcionando en el mundo y, es a la cual, debemos de aspirar. Ya que una perfección semejante consiste en amar aun hasta a nuestro enemigo u ofen-
  • 17. sor, entonces: ¡Nada mejor que esto para cambiar las diversas adversidades en las que se encuentra la humanidad en todo su conjunto! Aprovechando para bien hasta aquellos sucesos que se han realizado mal, por ello, el ser humano perfecto es aquel que puede amar a su prójimo. REFLEXIÓN. Algunas personas dicen: “Un heredero que es petulante y engreído, que se quede solo él con su herencia”. Que no diga el mundo lo mismo de nosotros. Porque si el mundo dice así de nosotros ¿De qué sirve nuestra participación en la tierra y nuestra creencia en Dios? Es más, ¿Cómo podremos entonces responder al amor de Dios en relación al hecho de compartir a los demás las buenas nuevas de salvación? Que las personas no creyentes digan esto de los cristianos, solo significa, que los que se llaman cristianos ya no pueden ser llamados así, pues ya no lo son. ¿Cuándo se ha visto un hijo de Dios egoísta? Cierto que lastimosamente ahora los hay, puesto que todavía son inmaduros espiritualmente, pero no debería haberlos. Sin embargo, procuremos no ser egoístas al volvernos un mal ejemplo o piedra de tropiezo para los demás, lo anterior, es ser egoísta de manera inconsciente pero de una forma más dañina, pues a consecuencia de esto, los demás no participan de las bendiciones de Dios por causa de una simple irresponsabilidad y mal ejemplo nuestro. ¿Qué bueno puede ser el hecho de ser salvos pero condenar a otros por nuestro mal ejemplo? Tampoco un heredero de una patria celestial puede esconderse bajo la inmunidad (cierto beneficio de la duda en cuanto a algunas acusaciones a su persona) que pro duce el ministerio, ni actuar debajo de ella, sino que debe ser correcto y transparente en su proceder. Muchos ocupan la inmunidad ministerial que producen los puestos ministeriales de las iglesias para fines lucrativos y dañinos para la obra, a lo que categóricamente debo decir que debemos evitar estas acciones. Somos herederos de dadivas nunca antes vistas gracias al amor de Dios, entonces igualmente actuemos
  • 18. con amor para los demás, indudablemente se nos ha dado la fe para ver concretas las maravillas de Dios sobre nuestra vida, entonces hagamos uso de ella, ya que ha sido el mismo señor Jesús quien se dedicó a hacernos copropietarios de las grande zas de Dios. Si Jesús se dedicó a darnos estas bendiciones de seguro que también él nos ayudará a comportarnos de manera que podamos alcanzarlas, lo cual, todo creyente sabe que Dios ha asegurado esto dentro de su palabra. Con un contexto así, a mí personalmente no me queda más que dedicarme a realizar la voluntad de Dios comportándome de manera correcta todos los días de mi vida, de una manera justa y así dedicarme a evangelizar y compartir mi fe y esperanza en Dios dando como evidencia de ello, el cambio que Dios ha dado a mi forma de vivir. Se me es necesario recordar al lector que el amor es también perdón y que el amor no es un sentimiento abstracto o platónico, casi de tipo puramente idealista sino que este es un sentimiento que se ve concreto en las acciones, digo esto, ya que personalmente me duele ver tanto cristiano que no ama a los demás y que no lucha por cambiar a las situaciones difíciles que viven los demás que están a su alrededor, diré que somos pocos los que sentimos el deseo de ayudar a los demás y que lo ejecutamos, cada uno a su manera y en sus posibilidades pero; lo importante es que una vez sintamos el deseo de hacer algo por el bien de los demás, no nos quedemos con las ganas de hacerlo. El amor es accionar por el bien de los demás y tener compasión por aquel que sufre y está necesitado tanto material como espiritualmente, cambiar las situa ciones que dañan a los demás debe ser nuestro anhelo y compromiso con Dios. En cuanto a nuestra vida de santidad, los herederos de una patria celestial no somos seres deificados o santos beatos que viven sin cometer pecados, otra forma de decirlo es: no esperen perfección de nosotros sino que lo ocurre en nuestra vida es que Dios es quien nos justifica, ahora bien, si podemos alcanzar cierto grado de santidad, pues es a ese objetivo al que debemos de aspirar y por el cual debemos de trabajar, pues
  • 19. es seguro que dicho nivel lo podemos alcanzar. Somos hijos de un Padre que nos ama y que vela por nuestro cuidado sin que nosotros se lo pidamos o nos demos cuenta de ello, entre lo posible y según sea nuestro grado de amor hacia él, correspondamos a ese amor. Si actuamos así, aun no nos alcanzara toda la vida para agradecerle; pero intentémoslo con todas nuestras fuerzas y de seguro que lograremos provocar una sonrisa en él, una que venga desde lo profundo de su corazón. Vivamos amando, perdonando, teniendo sinceridad y siendo ejemplo con nuestras buenas acciones. ¡Somos hijos de Dios, ciertamente no somos poca cosa sino grandes herederos suyos! Nos espera una patria celestial, comportémonos como ello lo amerita. © SERIE: ESCRITOS MINISTERIALES Y ENSAYOS TEOLÓGICOS. Hecho el Depósito conforme a la ley. El Salvador, 2014.