El autor escribe sobre un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Tenerife que no pudo ver debido a que el canal que lo transmitió, Gol TV, no es recibido en su región. Critica que los clubes permitan que sus partidos se transmitan en canales de pago poco disponibles. También expresa su sorpresa por el resultado del partido y comenta brevemente sobre la actuación de algunos jugadores del Real Madrid.
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Texto periodico
1. “ESCRIBO A VOLEO”
Escribo a voleo. Estoy en el norte y por aquí nadie sintoniza con esa «Gol TV» que
retransmitió en exclusiva el partido del Bernabéu. Creo que los clubes, hasta que se
arregle el lío, no deberían permitir que sus partidos se vean por un canal que no se ve.
Pero bueno, cosas peores ocurren en España. Para mí, que parte de los miles de millones
en nuevos impuestos que nos van a robar –eso no es recaudar– a los españoles, habría
que regalársela a los que imponen una televisión de pago sin aparato ni tarjetas en el
mercado. Y además, como son amigos del Gobierno, no sería lógico que surgieran
problemas. Escribo pues, con muy poco fundamento. He visto el resumen del partido, y
me parece mentira que el Tenerife no haya logrado ni un gol. Los nuestros, dos de
Benzema y uno de Kaká. Es decir, del nuevo Real Madrid, al que le está costando
configurar su personalidad porque el pelmazo del «7» se resiste a dejar de dar la lata. Ni
rotaciones ni nada. Presiones. Lo de tantos años. Y para el que escribe, una novedad
sugerente. Escribir de oídas. Porque a esa «Gol TV» se va a abonar su madre. La de
«Gol TV» me refiero, que no quiero resultar faltón.
Alfonso Ussía (La Razon 28/09/09)
“ANDA, LA PILDORA!”
Lo recordarán, sin duda. Iba el niño camino de la escuela y al ver a sus compañeros morder
donuts, decía «¡Anda, los donuts!» Cuando el niño, mordiendo su donut volvía del colegio,
decía «¡Anda, la cartera!». El niño tenía en casa donuts y cartera, y si tenía un olvido de alguno
de los dos, le bastaba con desandar el camino y darse prisas. La mal llamada «Píldora del día
después» -supongo que habrán querido decir «del día siguiente» - se va a convertir en el
nuevo donut o la nueva cartera. El personal joven, que está más pendiente de avivar el
incendio interior que de colocar extintores de profilaxis, si se daba al revolcón oportuno y
ninguno de los dos tenía maneras de poner medios, ella ponía remedio: al día siguiente iba al
centro sanitario, solicitaba la píldora y hacía algo así como el que toma bicarbonato tras una
ingesta copiosa. O bien, como conozco algún caso, las había tan seguras de lo que iban a
hacer, que pedían la píldora del día después para la cópula de mañana, que mañana seguro
que cae algo, que para eso es fin de semana. O sea, por si hay banquete, me echo el
omeprazol en el bolsillo.
Ya recetan en las farmacias las famosas píldoras que alguien ha aireado como una bandera
más de la igualdad femenina. Bien. La píldora no es familia directa del aborto, pero al final, en
este plan, todo acabará en endogamia. Lo que sorprende es que el Gobierno, en píldoras y
abortos, parezca más interesado en dar cursos que enseñen cómo tomarse la aspirina en vez
de aleccionar para evitar el dolor de cabeza. Si pregona el lema «contra cópula, píldora», y
«contra preñez, aborto», es como si quisiera convencernos de que una paliza no tiene
importancia si tenemos a mano una pomada que alivia el dolor y quita los cardenales. Ahora -
tal vez camino del colegio- alguna niña que la noche anterior haya holgado a pierna suelta,
quizá exclame: «¡Anda, la píldora!».
ANTONIO GARCÍA BARBEITO (ABC 29-09-09)