Inauguración del 6º festival internacional de narración oral
del ingenio al bigote
1. Instituto
COMUNICADO DE PRENSA
Zacatecano
De 25 de junio de 2010
Cultura No. 166/10
Estremecedora velada
Brindó Benjamín Briseño su espectáculo “Del Ingenio al Bigote”.
o Perfectamente ataviado, el narrador robó el sueño a la
asistencia.
Pícaras leyendas provenientes de distintas regiones del país, fueron las que ofreció
en el Museo Rafael Coronel, Benjamín Briseño, durante su espectáculo unipersonal
“Del ingenio al bigote: Don Quijote y cuentos de aparecidos”, como parte del 6º
Festival Internacional de la Narración Oral.
Al inicio de la presentación solo se escuchaba una voz de ignorada
procedencia, de pronto, salió el narrador envuelto en una cobija de lana. Al
quitársela, lució un bello traje negro de charro, mientras su rostro, maquillado de
muerto, observaba a la audiencia con unos terroríficos globos oculares, blancos en
su totalidad.
Primero compartió una leyenda de 1898, que se desarrolló en el pueblo de
Tláhuac, a las orillas de la ciudad de México, donde cada noche se escuchaba un
desgarrador grito que decía “¡Cuiden a las niñas y los niños!”.
En esa época, los infantes desaparecían sin razón aparente, aun cuando
durmieran en medio de sus padres.
Allí vivía una santurrona llamada Doña Chonita, dueña del mesón del lugar,
que además cocinaba como los mismísimos Dioses. Chismes de los envidiosos,
decían que ella era quien se robaba a las y los pequeños.
Cierto día, el comandante de la localidad fue a cenar al mesón, con el
propósito de descubrir la realidad. Tal fue su sorpresa al ver que la mujer llevaba
consigo patas y ojos de buitre, formó un círculo de sal en su derredor y después se
sacó las piernas y los ojos, para colocarse los del animal.
El oficial descubrió que, efectivamente, Doña Chonita era la que por las
noches, convertida en ese horrible animal, le gritaba al pueblo que cuidaran a sus
hijas e hijos.
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Briseño también contó una leyenda de Sinaloa, sobre un hombre muy
mentiroso y otra de una mujer llamada María Angula. También comentó que la
muerte siempre nos deja pasmados, aun cuando se diga que los mexicanos nos
reímos de ella.
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