2. Fue instituido por la UNESCO (United
Nations Educational, Scientific and
Cultural Organization) y se eligió ese día
porque un 23 de abril fallecieron Miguel
de Cervantes, Willian Shakespeare y el
Inca Garcilaso de la Vega.
¿ Por qué el 23 de abril?
3. Fomentar la lectura, la
industria editorial y la
protección de la propiedad
intelectual por medio de los
derechos de autor.
Objetivo
4. El premio de literatura en lengua castellana o
PREMIO CERVANTES se entrega todos los años el 23
de abril en la Universidad de Alcalá. El premiado es
un escritor en lengua castellana propuesto por las
academias de la lengua de habla hispana. Lo concede
el Ministerio de Cultura y lo entrega El rey de
España.
DATOS DE INTERÉS
5. En la mayor parte de los lugares se abren ferias del
libro, se leen fragmentos de El Quijote, las tiendas
establecen descuentos en la compra de libros…
En Cataluña, coincide con su fiesta nacional, San
Jordi, y es tradicional regalar a las personas queridas
un libro y una rosa
¿Cómo se celebra?
6. La entrega del Premio Cervantes de hoy
se hace al ganador del premio en 2013.
El galardón recayó en la escritora
mexicana Elena Poniatowska.
El Premio Cervantes 2013
7. Una de sus obras más conocidas es “La
noche de Tlatelolco” (1971), considerada
un clásico. Es una historia oral del
Movimiento Estudiantil de 1968. Una
crónica de la masacre del 2 de octubre de
1968, en la plaza de las Tres Culturas,
Tlatelolco.
8. "Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma,
Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas estudiantes que van del brazo en la
manifestación con la misma alegría con que hace apenas unos días iban a la feria;
jóvenes despreocupados que no saben que mañana, dentro de dos días, dentro de
cuatro estarán allí hinchándose bajo la lluvia, después de una feria en donde el centro
del tiro al blanco lo serán ellos, niños-blanco, niños que todo lo maravillan, niños para
quienes todos los días son día-de-fiesta, hasta que el dueño de la barraca del tiro al
blanco les dijo que se formaran así el uno junto al otro como la tira de pollitos
plateados que avanza en los juegos, click, click, click y pasa a la altura de los ojos,
¡Apunten, fuego!, y se doblan para atrás rozando la cortina de satín rojo.
El dueño de la barraca les dio los fusiles a los cuicos, a los del ejército, y les ordenó que
dispararan, que dieran en el blanco, y allí estaban los monitos plateados con el azoro en
los ojos, boquiabiertos ante el cañón de los fusiles. ¡Fuego! El relámpago verde de una
luz de bengala. ¡Fuego! Cayeron pero ya no se levantaban de golpe impulsados por un
resorte para que los volvieran a tirar al turno siguiente; la mecánica de la feria era otra;
los resortes no eran de alambre sino de sangre; una sangre lenta y espesa que se
encharcaba, sangre joven pisoteada en este reventar de vidas por toda la Plaza de las
Tres Culturas.“
La noche de Tlatelolco. Elena Poniatowska.
9. A cada instante, en la fría celda de la prisión militar donde
me incomunicaron, volvía a mi memoria la imagen de aquel
compañero muerto, a quien vi ser arrastrado escaleras abajo
en el edificio Chihuahua. Su recuerdo, como el de otros
muchos caídos en la lucha, lejos de atemorizarnos nos
alienta a continuar luchando por la victoria. Esta, como ya
fue demostrado en las gloriosas jornadas del 68, pertenecerá
en definitiva al pueblo, y como parte de él, a todos nosotros.
• Pablo Gómez, de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, de las
Juventudes Comunistas. preso en la cárcel de Lecumberri.
La noche de Tlatelolco. Elena Poniatowska.
10. Narrado por la propia
Elena
Un cuento de Elena Poniatowska¨:
“El burro que metió la pata”
13. - El coronel no tiene quien le escriba.
- El otoño del patriarca.
- Crónicas de una muerte anunciada.
- Cien años de soledad.
- Doce cuentos peregrinos.
…
Algunas obras de Gabriel G.
Márquez
14. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el
coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo
era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava
construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se
precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y
enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan
reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para
mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los
años, por el mes de marzo, una familia de gitanos
desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea y con un
grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los
nuevos inventos. Primero llevaron el imán…
“Cien años de soledad” Gabriel G. Márquez
15. “ Me alquilo para soñar”
… Nunca dijo su verdadero nombre, pues siempre la conocimos con el
trabalenguas germánico que le inventaron los estudiantes latinos de
Viena: Frau Frida. Apenas me la habían pesentado cuando incurrí en la
impertinencia feliz de preguntarle cómo había hecho para implantarse
de tal modo en aquel mundo tan distante y distinto de sus riscos de
vientos del Quindío, y ella me contestó con un golpe:
—Me alquilo para soñar.
En realidad, era su único oficio. Había sido la tercera de los once
hijos de un próspero tendero del antiguo Caldas, y desde que aprendió a
hablar instauró en la casa la buena costumbre de contar los sueños en
ayunas, que es la hora en que se conservan más puras sus virtudes
premonitorias…
“Doce cuentos peregrinos”. Gabriel García Márquez
16. El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la
mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que
atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un
instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado
de cagadas de pájaros. “Siempre soñaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su
madre, evocando veintisiete años después los pormenores de aquel lunes ingrato.
“La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño
que volaba sin tropezar por entre los almendros”, me dijo. Tenía una reputación
muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los
contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos
sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en la
mañanas que precedieron a su muerte.
“Crónicas de una muerte anunciada” Gabriel García Márquez