La caza industrial de ballenas comenzó en el siglo XVII y llegó a matar más de 50,000 ballenas por año en la década de 1930, hasta que en 1986 la Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial para permitir la recuperación de las poblaciones, aunque algunas comunidades aún pueden cazar para subsistencia; además, la intensa actividad humana en los mares podría amenazar a las ballenas a futuro a pesar de que actualmente no hay datos suficientes sobre su estado.