2. Leboreiro, aldea que está situada entre
la provincia de Lugo y A Coruña, es
donde nació mi padre ya hace 75
años. Aldea como muchas existentes
en Galicia, donde se vivía de la poca
ganadería que se tenía y de las gallinas
y conejos que se criaban en casa.
3. Haced un ejercicio de imaginación
y trasladaos a hace 75 años, en una
especie de desierto lluvioso, repleto de
neblina y donde la soledad y el trabajo
eran tus mejores compañeros.
Son aldeas normalmente escondidas
tras pequeñas siluetas de las montañas
donde contar con una especie de
cantina es algo sumamente especial.
Leboreiro tenía una ventaja, estaba
en pleno Camino de Santiago y eso
hacía que de vez en cuando pasaran
personas haciendo el camino buscando
un sueño, cumplir una promesa o algo
parecido. Pero por aquel entonces,
los peregrinos eran escasos, aunque
existentes.
4. Leborerio despertaba como cualquier
aldea de Galicia, tras una sublime
neblina que esconde el encanto de las
meigas y el misterio de la naturaleza.
Normalmente despierta bajo una
llovizna enamorada de la vida, que hace
que todos los habitantes, habitualmente
alrededor de 25 personas, despierten
un día más.
No hay planes a largo plazo ni mucho
menos, hay el día a día de la ganadería,
de ordeñar la vaca para poder
desayunar y hacer algún queso, de salir
al campo y recoger las patatas y las
pocas hortalizas que se pueden cultivar
en invierno.
5. En este ambiente de dulzura, alegría,
sinceridad, dureza, tristeza, nobleza,
trabajo, pobreza y riqueza, nació mi
padre hace ya más de 75 años.
De nombre José García López.
Con 13 años tuvo que dejar su casa por
que no había comida para todos los
hermanos y lo mandaron para Valencia,
donde tenía un tío que parecía que
fuera rico. Haceos una idea, estábamos
en plena posguerra civil y la situación
era muy difícil, pues mi abuelo, al que
nunca conocí, tuvo que ir a la guerra
dejando a su familia en plena soledad.
6. Pero continúo:
Con 13 años tuvo que marchar en
autobús (o mejor dicho en la cochera
del autobús) durante más de mil
kilómetros para llegar a Valencia y
conocer a su tío. Su tío el rico.
En realidad su tío era consumero, para
los más jóvenes es como el guardián
de las mercancías que entraban en
Valencia.
Su tío se quedó un barecito, como así
lo llama mi padre, para empezar a tener
su propio negocio.
Con el tiempo, no más de dos años
mi padre se tuvo que hacer cargo del
bar, llamado Bar Galicia en la calle San
Vicente de Valencia. Así comenzó su
trayectoria profesional en la hostelería.
Antes había repartido periódicos,
barrido patios, estuvo a punto de
morirse de neumonía, etc.
Vamos, la vida no le sonreía, pero eran
tiempos difíciles.
7. Después de muchos años trabajando
abrió diferentes bares como Coruña,
Miño, etc.
Sus viajes a Galicia eran para ver a
la familia y poder traerse carteles,
reclamos publicitarios, etc. para poner
en los bares.
En poco tiempo, se quedó lo que era
enonces el comedor universitario
de Valencia, construyendo el buque
insignia de la hostelería gallega en
Valencia, el restaurante Rio Sil.
Uno de los restaurantes más famosos
de España durante más de 25 años.
8. ¿Qué aprendí del poco tiempo que
pasaba con él a pesar de que la gran
mayoría era trabajando?:
1. Siempre tienes que recordar de
donde vienes. Una frase que siempre
repite constantemente. No te olvides
que el trabajo y el esfuerzo te ha
llevado donde estás, pero no la suerte.
Recuerda de donde vienes y ama lo que
tienes para valorarlo mucho más.
2. Que solo nunca hubieras llegado,
si no fuera por tus amigos y tus
trabajadores, que al final eran parte de
la familia.
3. Da a tus trabajadores lo que te
gustaría para ti. No hay privilegios ni
mucho menos, todo lo contrario, la
humildad y la cercanía para ayudarles
es lo que te debe de mover.
4. Aprecia lo que tienes y no te quejes
tanto, y si te quejas muévete para
mejorarlo, otra de las frases míticas de
los domingos comiendo.
5. Sé muy agradecido con aquellos
que te han ayudado y nunca les des la
espalda, aunque te hayan hecho daño.
Recuerda que en su momento te
ayudaron.
9. 6. La honradez debe ser tu enseña.
Siempre lleva la cabeza bien alta por la
calle y que nadie tenga que decir nada
de ti.
7. Dálo todo por los trabajadores,
aunque ellos no te correspondan
sigue dándolo todo, sin ellos no haces
empresa, pero explica que nadie es
imprescindible.
8. El dinero no da la felicidad, pero
ayuda. Paga justamente en función del
esfuerzo y no todo es el dinero, dales
apoyo y ayuda personal cuando la
necesiten, esto vale mas que el propio
dinero.
9. Confía en las personas siempre que
no te demuestren lo contrario. Pero
en el momento que te defrauden, no
les des ni la más mínima oportunidad
de cambiar, siempre y cuando tú
consideres que lo hayas dado todo por
ellos.
10. Disfruta de tu familia, la profesional
y la personal y tenles mucho respeto,
ellos nunca te fallarán como tú nunca
les debe fallar.
10. Pues estas son las 10 lecciones que
he aprendido de un aldeano que ha
llegado a construir uno de los mayores
éxitos gastronómicos de nuestra época.
Gracias papás.