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CAPÍTULO 61
627
Introducción
En los últimos veinte años se ha producido un lla-
mativo aumento de la prevalencia de enfermedades
renales en la población geriátrica. La mejoría en la
supervivencia de pacientes con enfermedades que
contribuyen al deterioro de la función renal (insuficien-
cia cardiaca, hipertensión, enfermedad ateroescleróti-
ca) hace que cada vez sea mayor el número de ancia-
nos que se remiten a los servicios de nefrología para
estudio.
El diagnóstico de la enfermedad renal en el anciano
resulta especialmente complejo por varias razones,
entre las que cabe destacar:
a) Inespecificidad de los síntomas y la frecuente
ausencia de aquellos que son habituales en los
jóvenes, aunque en general la presentación de
la enfermedad renal en adultos de edad avan-
zada o frente a los más jóvenes no es significa-
tivamente diferente.
b) Concurrencia de enfermedades no renales cuya
presentación clínica y síntomas se superponen,
contribuyendo al retraso diagnóstico y a la infra-
valoración de la participación de la enfermedad
renal.
c) Difícil interpretación de los parámetros analíti-
cos (urinarios y séricos) en el contexto de los
cambios fisiológicos de la función renal relacio-
nados con el envejecimiento (por ej., reducción
fisiológica del filtrado glomerular, escaso valor
de la creatinina sérica como índice aislado de la
función renal).
La insuficiencia renal aguda (IRA) es un trastorno
frecuente en los ancianos y su alta incidencia en esta
población se debe a varios factores dentro de los cua-
les se enumeran: el proceso de envejecimiento renal,
una mayor exposición a la polifarmacia, la menor
metabolización de los fármacos y el padecimiento de
varias enfermedades sistémicas.
A pesar del desarrollo actual en el conocimiento de
esta patología, su mortalidad sigue siendo elevada, en
torno a un 50% de acuerdo a ciertas series generales;
por ello, tanto su detección precoz como el tratamien-
to temprano se tornan prioritarios, siendo cruciales en
la posterior evolución.
Aparte del conocimiento de la propia fisiología renal,
en este capítulo cobran vital importancia los diferentes
cambios anatómicos y funcionales que se producen
en el riñón con el proceso del envejecimiento ayudán-
donos a comprender la vulnerabilidad de este sistema
y su forma de enfermar.
Cambios renales asociados al envejecimiento
En numerosas circunstancias es difícil establecer el
límite entre aquellas modificaciones debidas al proce-
so de envejecimiento renal normal y aquellas como
resultado exclusivo de patología previa (1).
De forma resumida, destacan como principales
modificaciones anatómicas y funcionales asociadas al
envejecimiento las reflejadas en la tabla 1.
Respecto al aclaramiento de creatinina, hay que
tener en consideración que la pérdida de masa mus-
cular inherente al proceso de envejecimiento ocasiona
una disminución consecuente en cuanto al aporte de
creatinina al riñón, motivo por el cual es conveniente
aplicar fórmulas correctoras de la creatininemia, que
consideren la edad y el peso del individuo (4, 5).
La fórmula de Crockcroft y Gault es la más utiliza-
da, aplicando un factor de corrección (x 0,85) para la
mujer.
(140 – edad [años]) x peso (kg)
Ccr (ml/min) =
x 0,85 (si es mujer)
72 x creatinina sérica (mg/dl)
Esta fórmula se desarrolló y validó en muestras muy
seleccionadas de adultos de edad avanzada que no
incluyeron a muchos individuos de esta edad. Sólo se
han encontrado correlaciones moderadas entre las
cifras de aclaramiento de creatinina obtenidas por la
fórmula y las cifras reales, de lo cual se puede deducir
que la fórmula de Crockcroft y Gault proporciona una
guía rápida y razonable para la toma de decisiones en
la práctica clínica diaria, al no existir ningún método
preciso disponible para el cálculo de la filtración glo-
merular a partir de variables como edad, sexo, creati-
nina sérica y peso (4).
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA
Ana Gómez Carracedo
Estefanía Arias Muñana
Concepción Jiménez Rojas
Definición
La IRA es un síndrome clínico, potencialmente
reversible, caracterizado por el rápido deterioro de la
función renal, en ocasiones horas, días o semanas, y
cuyo elemento común se traduce en un aumento de la
concentración de productos nitrogenados en sangre,
representados principalmente por la urea y la creatini-
na. Su progresión deriva en una incapacidad para la
regulación de la homeostasis del medio interno, con
consecuencias clínicas graves en caso de la no reso-
lución de la situación o de la no instauración de trata-
miento sustitutivo (6).
Es frecuente que ancianos con insuficiencia renal
lentamente progresiva y silente desarrollen una dismi-
nución brusca del filtrado glomerular, como conse-
cuencia de diversas situaciones clínicas —descom-
pensaciones cardiacas, infecciones, hipovolemia, cau-
sas obstructivas o consumo de fármacos nefrotóxi-
cos—, razón por la cual la detección precoz y el
tratamiento inicial adecuado se tornan cruciales en su
evolución.
La diferenciación entre una IRA de reciente instaura-
ción y una reagudización de una insuficiencia renal cró-
nica (IRC) no es fácil en el paciente anciano, especial-
mente cuando existen dificultades para la obtención de
la historia clínica o en ausencia de determinaciones
analíticas basales. Por ello, una valoración integral
exhaustiva se hace indispensable en estos casos.
Epidemiología
La incidencia de la IRA en pacientes ancianos se
estima alrededor de 52 a 254 casos por millón de
habitantes (c. p. m.) según las series. En el estudio
epidemiológico realizado en la Comunidad Autónoma
de Madrid, y publicado en el año 1995, se barajan
cifras en torno a 209 c.p.m., multiplicándose por 5 en
pacientes ancianos mayores de 80 años (7).
La IRA ha sido observada hasta en el 8% de los
adultos de 60 años o más, hospitalizados por enfer-
medad aguda.
Etiología
Aunque la etiología de la IRA en el anciano es con
frecuencia multifactorial, desde el punto de vista clíni-
co y para un adecuado enfoque diagnóstico y
terapéutico, la IRA se clasifica en tres grupos: fracaso
renal agudo (FRA) prerrenal, FRA intrínseco o paren-
quimatoso y FRA postrenal u obstructivo.
Es sabido que para el funcionamiento renal son
necesarias tres premisas: una adecuada perfusión san-
guínea, la integridad del parénquima y la permeabilidad
de las vías excretoras. Así si la afectación se encuentra
a nivel de la perfusión se etiqueta como prerrenal, si la
alteración radica en las estructuras renales, intrínseco o
parenquimatoso y si se produce una interrupción par-
cial o total del flujo urinario, postrenal (6).
Es básico en el estudio de la IRA considerar
además del factor principal de la agresión renal todas
aquellas causas que contribuyen a su instauración y
que de forma conjunta determinarán la etiología en
cada caso concreto.
FRA prerrenal
Caracterizado por un descenso de la presión de fil-
tración glomerular, secundaria a diferentes situaciones
clínicas, y, en consecuencia, una hipoperfusión renal,
con alteración de los mecanismos reguladores que, en
caso de mantenerse sin corrección, pueden derivar en
un FRA intrínseco o parenquimatoso.
628
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
Tabla 1. Cambios renales asociados
al envejecimiento (1, 2, 3)
Modificaciones morfológicas
1. Aspecto macroscópico:
— Pérdida gradual de tamaño y peso.
— Aumento de contenido graso peri e
intrarrenal.
— Aparición de quistes.
2. Aspecto histológico:
— Adelgazamiento de la corteza renal.
— Disminución del número de glomérulos
funcionantes.
— Esclerosis glomerular.
— Degeneración grasa a nivel celular tubular.
— Diverticulosis a nivel tubular distal y colector.
— Engrosamiento parcelar y desdoblamiento a
nivel de la membrana basal.
3. Modificaciones vasculares:
— Reducción del tamaño arterial.
— Engrosamiento de la íntima y atrofia de la
media.
4. Modificaciones intersticiales:
— Fibrosis intersticial y atrofia tubular.
Modificaciones funcionales
— Descenso del filtrado y de la permeabilidad
glomerular.
— Descenso de flujo plasmático renal.
— Pérdida de función tubular traducida como
alteración a nivel de la absorción, secreción
y excreción de sustancias.
Alteraciones hormonales
— Disminución de valores de renina y
aldosterona, con mantenimiento del nivel
eritropoyetina.
El daño isquémico habitualmente se produce por
un proceso sistémico y por alteración de la hemodiná-
mica intraglomerular.
En la tabla 2 se recogen de forma detallada las prin-
cipales etiologías del FRA (8).
En torno al 60% de los FRA se pueden englobar
dentro de este apartado. Un elevado número de
pacientes con FRA isquémico atraviesan una fase ini-
cial de oliguria prerrenal potencialmente reversible. La
detección y el tratamiento apropiados en esta fase
pueden prevenir la progresión hacia un FRA estableci-
do y en consecuencia una disminución de la morbi-
mortalidad.
En los ancianos la depleción de fluidos-electrolitos y
los fármacos son las causas más frecuentes del FRA
prerrenal.
1. FRA prerrenal por depleción de fluidos y electro-
litos: según varias series, la depleción del volu-
men intravascular fue responsable de más de la
mitad de los casos de IRA en adultos de edad
avanzada. La ingesta inadecuada en ancianos
con deterioro funcional a patología incapacitante
o deterioro cognitivo supone un riesgo sobre-
añadido para determinados pacientes.
Uno de los factores que más favorecen esta
elevada incidencia en ancianos es la respuesta
lenta a la retención de sodio, la disminución de
la capacidad de concentración urinaria, y sobre
todo la alteración en la regulación de la sed (4).
2. FRA prerrenal por fármacos: es la segunda
causa de FRA prerrenal en el anciano. Existen
algunos fármacos que afectan hemodinámica-
mente al riñón produciendo una disminución del
flujo sanguíneo renal y en la filtración glomerular.
Los fármacos más implicados en esta situación
son los inhibidores de la enzima de conversión
de la angiotensina (IECAS), los antiinflamatorios
no esteroideos (AINEs) y la ciclosporina (9).
— IECAS: su empleo creciente en los últimos
años en el tratamiento de la HTA y de la ICC,
especialmente en combinación con diuréti-
cos ha supuesto un aumento de la inciden-
cia de FRA prerrenal. Aunque el riesgo es
relativamente bajo en monoterapia (2,4%),
cuando se combinan con diuréticos poten-
tes (por ej., furosemida) éste se eleva de
forma considerable (33%).
— AINEs: la incidencia de FRA prerrenal por
AINEs es relativamente baja, menor al 1%.
Sin embargo, existen una serie de condicio-
nes muy frecuentes en el anciano que
aumentan en gran medida el riesgo de pro-
ducirlo, así la insuficiencia cardiaca, la insufi-
ciencia renal crónica, la enfermedad hepática
crónica, la diabetes mellitus y el tratamiento
previo con diuréticos son consideradas situa-
ciones potencialmente precipitantes.
En estas situaciones existe un aumento de
actividad del sistema renina angiotensina
con mayor vasoconstricción y disminución
del flujo sanguíneo renal. La inhibición de la
síntesis de prostaglandinas, por inhibidores
de la ciclooxigenasa como los AINEs, se tra-
duce en un aumento de la vasoconstricción
renal con disminución del flujo renal y del fil-
trado glomerular.
El empleo de diuréticos aumenta el riesgo y
en pacientes con IRC de base, la incidencia
de FRA por AINEs alcanza el 30%.
— Ciclosporina: empleada en artritis reuma-
toide, psoriasis y trasplantes, de uso mucho
629
Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda
Tabla 2. Causas de IRA prerrenal (8)
Disminución del gasto cardiaco
— Shock, IAM, valvulopatías, endocarditis, arritmias, insuficiencia cardiaca congestiva, embolismo pulmonar,
taponamiento cardiaco, miocarditis.
Vasodilatación periférica
— Hipotensores, nitritos, sepsis, hipercapnia, hipoxemia.
Disminución del volumen circulante efectivo
— Por pérdidas reales del líquido extracelular (LEC): hemorragia, vómitos, diarrea, quemaduras, diuréticos,
nefropatías pierde sal, insuficiencia suprarrenal.
— Por redistribución del líquido extracelular (LEC): síndrome nefrótico, hepatopatías graves, obstrucción intestinal,
pancreatitis, malnutrición, rabdomiolisis.
Alteraciones de la dinámica arteriolar glomerular
— Inhibidores de la síntesis de prostaglandinas (AINEs), sustancias α-adrenérgicas, síndrome hepatorrenal, sepsis,
inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECAS), antagonistas de los receptores de
angiotensina II (ARA II).
menos frecuente, siendo considerada de
alto riesgo por la vasoconstricción renal que
producen.
FRA postrenal u obstructiva
Representa aproximadamente entre el 10 y el 15%
de los casos de FRA en su globalidad, aunque en el
paciente anciano constituye una de las causas más
frecuentes de FRA. Se origina por una afectación obs-
tructiva a nivel de trayecto urinario, bien por causas
intrínsecas o extrínsecas, pudiendo ésta acontecer en
cualquiera de sus niveles (4).
Sus principales causas quedan reflejadas en la
tabla 3 (10).
El FRA obstructivo solamente presenta anuria cuan-
do la obstrucción es bilateral y completa; si es parcial
se puede acompañar de oliguria, diuresis normal o en
algunos casos poliuria, secundaria ésta a un defecto a
nivel de la concentración urinaria. Dada la potencial
reversibilidad de dicho cuadro, su causa debe ser pre-
cozmente descartada ante la más mínima sospecha,
ya que su pronóstico depende de la duración de la
obstrucción.
1. FRA postrenal por obstrucción del tracto uri-
nario inferior: la patología prostática por su fre-
cuencia es una causa muy común de FRA
postrenal en el anciano. La obstrucción rara
vez es completa, por producirse un aumento
de la presión hidrostática a nivel de la vejiga
que genera una hipertrofia de pared con el fin
de facilitar el vaciamiento (muchas veces en
forma de incontinencia urinaria por rebosa-
miento).
La hipertrofia de la musculatura puede ocluir los
segmentos intravesicales del uréter aumentan-
do su presión retrógrada con la consiguiente
hidronefrosis y daño renal.
La obstrucción completa de la salida del tracto
urinario inferior se produce a menudo en ancia-
nos con obstrucción parcial por patología
prostática, cáncer de vejiga, cérvix o recto, y
también como consecuencia de la administra-
ción de fármacos con efecto anticolinérgico
(neurolépticos, antidepresivos, etc.), administra-
dos en el contexto de diversas patologías.
2. FRA postrenal por obstrucción del tracto urina-
rio superior: la obstrucción aguda unilateral es
producida con más frecuencia por litiasis, aun-
que ocasionalmente puede deberse a un coá-
gulo sanguíneo o a necrosis papilar. La com-
presión extrínseca por tumor o hematoma es
más rara. En general, cuando existe otro riñón
funcionante no se llega a un FRA por esta situa-
ción.
La obstrucción completa bilateral con anuria
puede ser debida también a cálculos, coágulos,
necrosis papilar o incluso por la precipitación de
cristales, ocasionando un bloqueo a nivel de los
túbulos renales, secundarios a la formación de
depósitos de diferentes fármacos, como ácido
úrico, aciclovir o sulfamidas, a dicho nivel.
FRA intrínseco o parenquimatoso
Tal y como su nombre indica, implica daño a nivel
del parénquima renal secundario al resultado de la
actuación de diferentes procesos.
El FRA parenquimatoso engloba las siguientes
entidades fisiopatológicas: la necrosis tubular aguda,
las enfermedades tubulointersticiales, las glomerulo-
patías, la necrosis cortical y las alteraciones a nivel
vascular, cuyas principales etiologías quedan refleja-
das en la tabla 4.
1. Necrosis tubular aguda (NTA): constituye la
causa más frecuente del FRA parenquimatoso.
Puede tener un origen isquémico (más fre-
cuente), que habitualmente cursa con oligoa-
nuria, o tóxico, que con frecuencia suele ser no
oligúrico.
Sabemos que la IRA ha sido observada hasta
en el 8% de los adultos de 60 años o más hos-
pitalizados por enfermedad aguda. Aunque los
estudios varían, en general la NTA es la respon-
sable del 40-50% de los casos (4).
630
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
Tabla 3. Causas de IRA postrenal (10)
Obstrucciones ureterales intrínsecas
— Nefrolitiasis, neoplasias, coágulos, disfunción vesical por fármacos (anticolinérgicos), necrosis papilar.
Obstrucciones ureterales extrínsecas
— Neoplasias, fibrosis retroperitoneal, radioterapia, hiperplasia benigna de próstata, traumatismos.
Obstrucciones intratubulares
— Depósitos de ácido úrico, cristales de oxalato, cristalización de fármacos (aciclovir, metrotrexate, sulfamidas),
cadenas ligeras.
Aunque se asume que muchas de las causas
del FRA prerrenal pueden conducir a una NTA,
ésta se documenta en muy escasas ocasiones
histopatológicamente.
Sin embargo, el FRA parenquimatoso secunda-
rio a fármacos, bien en su forma de NTA o de
enfermedad tubulointersticial, ha aumentado en
los últimos 20 años.
Es importante destacar que existen situaciones
de riesgo, así la insuficiencia renal crónica (IRC),
la hipovolemia, la edad avanzada, la exposición
concomitante a otras toxinas y algunas enferme-
dades como la diabetes, constituyen factores
que predisponen a la nefrotoxicidad. En el ancia-
no destacan por su importancia las siguientes
situaciones (4):
— NTA por aminoglucósidos: son los respon-
sables del 20-30% de los casos de daño
renal inducido por fármacos, con una inci-
dencia mayor cuando existe depleción de
volumen o hipopotasemia. El daño se pro-
duce a los siete o 10 días del inicio del tra-
tamiento y suele ser reversible con la retira-
da del fármaco. El riesgo es similar para la
gentamicina y para la tobramicina, siendo
recomendable para la prevención la monito-
rización de sus niveles séricos.
— NTA por anfotericina B: induce daño renal
en el 80% de los pacientes tratados. La
toxicidad es dosis dependiente y parece ser
que la ingesta de sal contribuye a su pre-
vención.
— NTA por penicilinas: la penicilina G y sus
derivados presentan un elevado potencial
inmunogénico para producir nefritis intersti-
cial aguda en pacientes predispuestos.
Entre ellas, la meticilina es la más frecuente-
mente implicada y en menor medida la
ampicilina, oxacilina, nafcilina y ticarcilina.
— NTA por vancomicina: el FRA parenquima-
toso por vancomicina es más frecuente en
el anciano que en el joven (18% vs. 7,8%),
existiendo un riesgo sobreañadido cuando
se emplean diuréticos de asa simultánea-
mente.
— NTA por AINES: los AINEs, además de
poder estar implicados en el FRA prerrenal,
pueden causar NTA y afectación intersticial.
En esta última, se produce un aumento de
la permeabilidad del glomérulo a las proteí-
nas con una lesión similar a la de las GN por
mínimos cambios. Las personas de edad
avanzada tienen mayor predisposición que
los adultos más jóvenes a sufrir los efectos
adversos de los AINEs, debido a la disminu-
ción de la función renal asociada a la edad,
el aumento de la prevalencia de en-
fermedades coexistentes y el uso concomi-
tante de fármacos (11).
— NTA por contrastes: la NTA por radiocon-
trastes es extremadamente rara en el indivi-
duo sano, pero muy común en pacientes
hospitalizados. El factor de riesgo más
importante para este tipo de nefrotoxicidad
es la insuficiencia renal preexistente; así
cuando existe una IRC de base, el riesgo se
incrementa hasta un 33% en pacientes con
niveles de Cr sérica mayores de 1,5 mg/dl y
hasta un 100% en pacientes con niveles
superiores a 3,5 mg/dl. Se ha demostrado
que la hidratación antes y después de la uti-
lización de medios de contraste es eficaz
para reducir la incidencia y la gravedad de
IRA en pacientes de alto riesgo.
631
Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda
Tabla 4. Causas de IRA intrínseca o parenquimatosa
Necrosis tubular aguda
1. Isquémica: secundaria a factores que provoquen hipoperfusión.
2. Nefrotóxica: antibióticos (aminoglucósidos, anfotericina B), contrastes, quimioterápicos, hemólisis, mioglobinurias,
ácido úrico, oxalato y discrasias de células plasmáticas.
Enfermedades tubulointersticiales
— Idiopáticas, infecciosas, inmunológicas, neoplásicas y por fármacos.
Glomerulopatías
— Glomerulonefritis agudas, vasculitis y enfermedades del tejido conectivo.
Necrosis cortical
— Coagulación intravascular diseminada, aborto séptico.
Alteraciones renovasculares
— Trombosis, embolias, vasculitis, traumatismos, enfermedades del tejido conectivo e hipertensión arterial.
2. Glomerulopatías: prácticamente su incidencia
es desconocida en el paciente anciano, aunque
su frecuencia está en aumento, tras el incre-
mento de la realización de biopsias renales en
este tipo de paciente. Un análisis retrospectivo
que examinó las razones para efectuar una
biopsia a 1.368 adultos de edad avanzada
mostró que las tres razones más frecuentes
fueron el síndrome nefrótico, la IRA y la IRC (4).
La incidencia de síndrome nefrótico es tan fre-
cuente en personas de edad avanzada como
en adultos más jóvenes. Las glomerulopatías
más habituales asociadas al síndrome nefrótico
en nefrópatas añosos las constituyen por
orden de frecuencia: la glomerulonefritis mem-
branosa, seguida de la glomerulonefritis de
cambios mínimos y la amiloidosis primaria, sien-
do las menos frecuentes las glomerulonefritis
proliferativa y la nefropatía por Ig A. De forma
global, la nefropatía diabética es probablemen-
te la causa más frecuente de síndrome nefróti-
co en adultos de edad avanzada, siendo tam-
bién muy frecuentes las glomerulopatías
secundarias a enfermedades sistémicas, debi-
do a la mayor incidencia de patologías subya-
centes en este perfil de pacientes (4).
3. Enfermedades tubulointersticiales-nefritis inters-
ticial aguda (NIA): al igual que sucede con las
gomerulonefritis, su incidencia exacta es des-
conocida y según las diferentes series los
resultados son dispares; sin embargo, se la
considera como la responsable del 1 al 3% de
las IRA. Sus causas pueden ser variadas, tal y
como se indican en el gráfico previo, cobrando
gran importancia en geriatría la asociada a fár-
macos:
— Ciprofloxacino: el empleo creciente de qui-
nolonas en el anciano ha elevado la inciden-
cia de FRA por NIA secundaria a ciprofloxa-
cino. Aunque lo habitual es que se presente
a las 48-72 horas de su inicio, puede tardar
hasta 18 días en manifestarse. En la mitad
de los pacientes aparece rash y fiebre y
menos de un 50% presentan eosinofilia y
eosinofiluria.
— NIA por otros fármacos: entre los múltiples
fármacos de uso frecuente en el anciano
que pueden causar NIA, además de los
AINEs e IECAS y algunos antibióticos (peni-
cilinas, sulfamidas, cefalosporinas), cabrían
destacar las tiazidas, la fenitoína, la furose-
mida, la cimetina y el alopurinol.
4. Alteraciones vasculares: (4)
— Enfermedad ateroembólica renal: la embo-
lia renal tras cateterización cardiaca o aór-
tica es poco frecuente en el anciano. Se
presenta entre la primera y la tercera
semana como un FRA acompañado de
livedo reticularis y en ocasiones con embo-
lización a otros niveles, especialmente
cerebral. Su curso clínico es progresivo e
irreversible.
— Estenosis de la arteria renal: se trata de un
cuadro frecuente en el paciente anciano,
asociado a patología ateroesclerótica. En
numerosas ocasiones cursa de forma asin-
tomática, aunque a veces debuta como una
crisis hipertensiva de inicio súbito, una rea-
gudización de una hipertensión previa, o un
empeoramiento de la función renal.
5. Necrosis cortical: son presentaciones muy
poco frecuentes de FRA parenquimatoso en el
anciano.
Diagnóstico
En la evaluación inicial de todo paciente con insufi-
ciencia renal (IR), la valoración diagnóstica inicial que el
clínico debe establecer es frente a qué tipo de IR se
está enfrentando: una IRA de reciente comienzo o una
forma de presentación de la IRC (12).
Así tanto los antecedentes familiares como perso-
nales, la existencia de datos analíticos y diagnósticos
previos, la presencia de clínica compatible y sobre
todo la buena tolerancia a la uremia ayudarán al esta-
blecimiento del diagnóstico diferencial.
Una vez realizado dicho diagnóstico, la valoración
se centra en los siguientes puntos:
1. Identificación del factor etiológico.
2. Valoración de la extensión y gravedad de afec-
tación.
3. Necesidad y tipo de intervención terapéutica.
Por ello, la realización de una exhaustiva historia clí-
nica basada en los siguientes apartados, será la clave
en la orientación diagnóstica.
— Anamnesis: indagar en los antecedentes perso-
nales (patología previa, nefrotóxicos, situacio-
nes precipitantes de hipovolemia, hipotensión,
traumatismos, contrastes, cirugía...). Detección
de signos de uremia grave (astenia, letargia,
vómitos, anorexia, respiración acidótica, etc.).
Es importante conocer el volumen de orina eli-
minado días previos así como la ingesta hídrica.
Dicha cifra no tiene gran valor diagnóstico,
pudiendo variar desde anuria completa hasta
diuresis normal (oligúrico o no oligúrico). Así la
IRA prerrenal o por NTA suele cursar con oligu-
ria, produciéndose la anuria en casos de shock
o de obstrucción completa bilateral o unilateral
en riñón único.
632
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
— Exploración física: de poco valor para estable-
cer en la mayoría de los casos la causa del FRA.
Orientada a valorar la situación hemodinámica
del paciente, grado de hidratación, una posible
causa obstructiva siendo imprescindible la ins-
pección en busca de signos que orienten a
patología sistémica.
— Pruebas complementarias:
1. Osmolaridad y sodio urinarios: ayudan a
establecer el diagnóstico diferencial entre
patología funcional y estructural. Así en el
FRA prerrenal se ponen en marcha meca-
nismos reguladores renales que contribu-
yen al ahorro de sodio y agua, dando lugar
a una orina concentrada, con una elimina-
ción reducida de sodio (osmolaridad urina-
ria > 400, Na en orina < 20 mEq/l), mientras
que en el FRA parenquimatoso la afecta-
ción a nivel tubular impide el ahorro de
agua y sodio (osmolaridad urinaria < 350,
Na en orina > 40 mEq/l).
La excreción fraccional de sodio (EFNa)
mide de forma más exacta la reabsorción
tubular de sodio, orientando una EFNa < 1%
al FRA prerrenal y una EFNa >3% al FRA
parenquimatoso.
Es importante recordar que el propio enve-
jecimiento renal induce a un inadecuado
manejo de la sal y el agua, con la relativa
incapacidad para la retención de sodio en
condiciones de disminución del flujo
plasmático renal (4). No hay que olvidar
que la interpretación de los índices urina-
rios en pacientes con IRC, con empleo de
diuréticos en las últimas 12 horas, o en
aquellos en los que se ha realizado lavado
vesical por sonda urinaria, puede estar
sujeta a errores.
2. Índices urinarios/sedimento y sistemático de
orina: la densidad urinaria elevada (> 1.020)
orientan hacia un proceso prerrenal, mientras
que la baja (< 1.010) lo dirigen hacia una NTA.
En la tabla 5 se establece el diagnóstico dife-
rencial del tipo de FRA según los diferentes
parámetros bioquímicos.
Para realizar una adecuada valoración del
grado de función renal, se debe calcular el acla-
ramiento de creatinina en orina de 24 horas,
objetivándose una disminución de la misma en
la IRA.
3. Hemograma y bioquímica sanguínea: se objeti-
va una elevación de urea y creatinina en suero.
La concentración de creatinina en suero pro-
porciona una valoración rápida de la función
renal en jóvenes, pero no así en ancianos en los
cuales existe una menor producción de creati-
nina endógena con la edad, así una cifra normal
puede reflejar una disminución de la función
renal.
Además es necesaria la realización de un
estudio analítico completo, que incluya hema-
timetría, bioquímica con estudio iónico, perfil
hepático, gasometría venosa y estudio de
coagulación. En un estudio más ampliado se
pueden incluir pruebas más específicas como
la serología, el proteinograma, el estudio elec-
troforético e inmunológico que permitirán una
mayor exactitud diagnóstica.
4. Estudios de imagen: incluyen la radiografía sim-
ple de abdomen (permite la valoración además
de la silueta renal y anomalías en el contorno, la
existencia de imágenes cálcicas, siendo útil a
su vez en la valoración del tamaño vesical), la
ecografía renal, prueba no invasiva y segura,
considerada como la prueba de imagen más
importante (permite visualizar el tamaño —dato
clave en el diagnóstico diferencial entre IRA e
IRC—, una posible afectación obstructiva, y la
valoración de imágenes, masas), la ecografía-
doppler (valoración de flujo y resistencias vas-
culares, útil en patología vascular renal), la
633
Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda
Tabla 5. Parámetros para el diagnóstico de la IRA (10)
Parámetro Prerrenal NTA Obstrucción GNA Intersticial
Densidad > 1.020 < 1.010 < 1.020 < 1.020 < 1.020
Osmolaridad > 400 < 350 Variable < 400 < 400
Na orina mEq/l < 20 > 40 > 40 < 20 < 20
EFNa % (*) < 1 > 2 Variable 1 < 1 > 2
Proteinuria Variable Variable Variable > 3 g/24 h 1-2 g/24 h
Sedimento Anodino Cilindros Variable Cilindros Cilindros
granulosos hemáticos leucocitarios
hialinos
tomografía abdominal (en situaciones en las que la
ecografía no resulte diagnóstica y cuando existan indi-
cios de disección aórtica), utilizándose la gammagrafía
y la arteriografía renal en casos de sospecha de trom-
bosis o embolia a dicho nivel (12).
5. Biopsia renal: la biopsia no sólo permite la filia-
ción etiológica de la IRA sino también el pronós-
tico y las posibilidades de tratamiento. Su reali-
zación en ancianos actualmente es escasa,
evidenciándose en este grupo un mayor núme-
ro de complicaciones, no debiéndose omitir
nunca por razones puramente de edad (13).
Existen estudios realizados en pacientes ancia-
nos nefrópatas, sometidos a biopsia renal, en
los que se filió la causa de la IRA en más de un
90% de los casos, la mayoría con posibilidades
de tratamiento, no coincidiendo el diagnóstico
clínico con el anatomopatológico en un 30% de
las ocasiones.
— Indicaciones: (12)
• Ausencia de diagnóstico etiológico.
• NTA no resuelta de tres semanas de evo-
lución.
• Sospecha de glomerulonefritis rápida-
mente progresiva.
• Manifestaciones extrarrenales con enfer-
medad sistémica y afectación renal.
• Dudas en el diagnóstico diferencial IRA
vs. IRC.
Tratamiento
El origen multifactorial que frecuentemente subya-
ce en el desarrollo de la IRA, su evolución y gravedad,
junto con la necesidad de diagnosticar, individualizar
y aplicar un tratamiento óptimo en cada caso, explica
la dificultad en el manejo y su aplicación en un medio
especializado.
Las opciones terapéuticas del FRA dependen de su
causa y de la potencial reversibilidad de la misma
antes de que la pérdida de función esté establecida.
Por ello, los objetivos terapéuticos se centran en el tra-
tamiento etiológico precoz y en el soporte circulatorio
y preventivo de nuevo daño renal (10).
FRA prerrenal
La restauración de la perfusión renal contribuye a la
normalización de la función, reestablecimiento de la
diuresis y mejora de los parámetros analíticos.
— Hipovolemia: la velocidad de instauración, la
situación de osmolaridad plasmática y la cuantía
de la hipovolemia, son importantes factores que
determinan la gravedad y la estrategia te-
rapéutica. Además de neutralizar el factor etioló-
gico, la corrección de la hipovolemia se convier-
te en una prioridad dentro del tratamiento. Se
realiza con la reposición hidrosalina, utilizando
suero salino fisiológico intravenoso en función
de las necesidades del paciente, vigilando perió-
dicamente la diuresis y el estado cardiopulmo-
nar del mismo, estando alerta en la sobrecarga
volumétrica muy frecuente en ancianos, con
monitorización de constantes, corrección de
alteraciones hidroelectrolíticas y de acidosis
metabólica, en caso de que se haga presente.
Corrección de alteraciones electrolíticas (14)
1. Potasio: monitorización regular de los niveles
por la tendencia a la hiperpotasemia.
— Hiperpotasemia leve (K = 5,5-6,5 mEq/l): se
realiza la restricción de potasio en la dieta
con la utilización de resinas de intercambio
iónico, vigilando el efecto astringente del
mismo.
— Hiperpotasemia moderada (K = 6,5-7,5 mEq/l):
además de las medidas anteriores, se admi-
nistra suero glucosado con insulina, favore-
ciendo el paso de potasio al interior celular. En
caso de acidosis metabólica sobreañadida se
añadirá bicarbonato.
— Hiperpotasemia grave (K > 7,5 mEq/l) el glu-
cobionato cálcico es el tratamiento de elec-
ción, debiéndose de iniciar la hemodiáli-
sis ante FRA avanzados e hiperpotasemias
graves.
En el FRA poliúrico es frecuente la hipopotase-
mia, siendo entonces precisos los aportes tanto
orales como intravenosos de dicho electrolito.
2. Sodio:
— Hiponatremia leve y moderada: la restricción
hídrica es obligada, excepto en situaciones
de depleción de volumen.
— Hiponatremia grave: la perfusión de suero
salino hipertónico, tras el cálculo estricto del
déficit de sodio, constituye el tratamiento de
elección.
Recordar que en estados edematosos existe un
exceso de sodio extracelular y que las solucio-
nes hipertónicas están contraindicadas, justifi-
cando únicamente su uso en situaciones extre-
mas.
3. Calcio: para conocer su cifra real siempre debe
ajustarse con las proteínas.
— Hipocalcemia: frecuente en el FRA. En casos
agudos sintomáticos se administra gluco-
bionato cálcico i.v. a la vez que se inicia el
634
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
aporte de calcio por vía oral (utilizado este último en
hipocalcemias leves). Simultáneamente debe corregir-
se la acidosis metabólica si está presente, ya que la
propia acidosis favorece la hipocalcemia. Si se eviden-
cia refractariedad al tratamiento se debe determinar la
magnesemia, iniciando tratamiento con sulfato de
magnesio en caso de déficit de este catión.
— Hipercalcemia: el establecimiento de medi-
das generales asociado a un tratamiento
específico basado en la hidratación con diu-
resis salina suelen ser suficientes. Fármacos
como la calcitonina, bifosfonatos y corticoi-
des pueden utilizarse en situaciones especí-
ficas dejando la hemodiálisis para FRA
oligúricos con hipercalcemias graves que no
responden al tratamiento anterior.
Trastorno ácido-base (14)
— La situación de hipercatabolismo junto con la
incapacidad renal para excretar ácidos justifican
la aparición de la acidosis metabólica.
Se inicia el tratamiento cuando el PH sea infe-
rior a 7,20. Se debe de calcular el déficit de
bicarbonato, administrando la mitad del resul-
tado en forma de bicarbonato sódico 1 M,
aproximadamente treinta minutos, repitiendo la
valoración gasométrica tras la perfusión y repi-
tiendo la reposición, no olvidando que siempre
se realiza administrando el 50% del déficit cal-
culado.
Insuficiencia cardiaca: se establecen las medidas
ordinarias, dirigidas a aumentar el gasto cardiaco, bien
disminuyendo la precarga o aumentando la postcarga,
con diuréticos, IECAS u otros vasodilatadores, acti-
vando la contractilidad cardiaca con drogas vasoacti-
vas si es preciso, teniendo en cuenta que la disminu-
ción en el aclaramiento de creatinina puede modificar
los niveles de ciertos fármacos.
Estados edematosos: representados por el síndro-
me nefrótico y ciertas hepatopatías. Su manejo se
basa en la restricción hídrica (500 cc/24 h) y en el tra-
tamiento diurético basado en furosemida, asociada a
diuréticos tiazídicos y a ahorradores de potasio, com-
binados de forma individualizada según el caso,
indicándose la diálisis en pacientes refractarios a tra-
tamiento. La administración de albúmina en estos
casos suele ser ineficaz.
FRA postrenal
La medida general prioritaria es la desobstrucción
precoz, con el fin de reestablecer el flujo urinario. En
obstrucciones bajas, frecuentes en pacientes prostáti-
cos, la primera medida a tomar consiste en la coloca-
ción de una sonda tipo Foley con el fin de disminuir la
presión intravesical permitiendo el drenaje de la orina,
debiéndose realizar ésta de forma intermitente, con el
fin de evitar una hematuria ex vacuo.
Si la obstrucción transcurre a nivel ureteral, causan-
do hidronefrosis, la colocación de un catéter endolu-
minal doble J puede resolver el cuadro.
La hemodiálisis se reserva en aquellos casos graves
y con compromiso vital inmediato. Es importante
recordar que tras la resolución de la obstrucción apa-
rece una fase poliúrica en muchos casos, que requie-
re de un control hemodinámico y analítico estricto.
FRA intrínseco o parenquimatoso
Una vez establecida la NTA, no existe actualmente
un tratamiento que cambie su curso. Se aplican las
mismas medidas generales —monitorización de cons-
tantes, vigilancia de volúmenes, corrección de altera-
ciones electrolíticas y de acidosis si ésta está presen-
te—, tratando aquellos factores prerrenales, con un
control de hemodinámica estricto.
Es importante tener en cuenta que frente a una
situación de oliguria, la reposición hidrosalina debe ser
igual a las pérdidas cuantificadas más las insensibles,
pudiendo convertir dicha situación en poliúrica con la
ayuda de bolos de diuréticos —de asa— y de dopa-
mina a dosis vasodilatadoras si no se obtiene la res-
puesta deseada.
En el caso de las NIA asociada a nefrotóxicos, el
FRA desaparece tras la retirada del fármaco, pudien-
do utilizarse esteroides si esta medida no es sufi-
ciente.
En las vasculitis y las glomerulonefritis, el tratamien-
to de elección se basa en esteroides e inmunosupre-
sores-ciclofosfamida.
Diálisis
En todo FRA establecido, con posibilidades de re-
cuperación se debe iniciar el tratamiento hemodiali-
zante de la forma más precoz posible, con el fin de
preservar la situación metabólica del paciente y evitar
complicaciones sobreañadidas.
Sus indicaciones en la IRA son las siguientes: (14)
— Sobrecarga de volumen e insuficiencia cardiaca
congestiva o hipertensión arterial grave refrac-
taria a tratamiento.
— Creatinina plasmática > 8-10 mg/dl.
— Persistencia de alteraciones hidroelectrolíticas o
ácido-base rebeldes a tratamiento médico.
— Pericarditis urémica.
— Uremia sintomática (complicaciones hemorrági-
cas secundarias a trombopatía, alteraciones
neurológicas —encefalopatía— o hemorragia
digestiva).
635
Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda
Se contraindica la diálisis cuando el pronóstico de la
enfermedad subyacente del paciente no vaya a mejo-
rar con el tratamiento dialítico y cuando la carga para
el paciente supera los beneficios esperados. Destacar
que con los avances de las técnicas dialíticas, actual-
mente no existen razones para contraindicar este tra-
tamiento al paciente anciano, sólo por el hecho de
serlo. Una valoración geriátrica integral, así como el
rigor en el análisis de los aspectos clínicos y éticos del
caso ayudará a tomar este tipo de decisiones, muchas
veces difíciles y complicadas, para el resto de los pro-
fesionales.
Bibliografía
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fología y función. Principales nefropatías. En: Salgado
Alba A, Guillén Llera F, Ruipérez I, editores. Manual de
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Octubre. 5.ª ed. Madrid: COE SA; 2003. p. 639-50.
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renal biopsy study of 259 cases. Am J Kidney Dis 2000:
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14. Jiménez Murillo L, Montero Pérez FJ. Medicina de Urgen-
cias y Emergencias. Guías diagnósticas y protocolos de
actuación. 3.ª edición. Madrid: Editorial Elsevier; 2003.
636
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes

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  • 1. CAPÍTULO 61 627 Introducción En los últimos veinte años se ha producido un lla- mativo aumento de la prevalencia de enfermedades renales en la población geriátrica. La mejoría en la supervivencia de pacientes con enfermedades que contribuyen al deterioro de la función renal (insuficien- cia cardiaca, hipertensión, enfermedad ateroescleróti- ca) hace que cada vez sea mayor el número de ancia- nos que se remiten a los servicios de nefrología para estudio. El diagnóstico de la enfermedad renal en el anciano resulta especialmente complejo por varias razones, entre las que cabe destacar: a) Inespecificidad de los síntomas y la frecuente ausencia de aquellos que son habituales en los jóvenes, aunque en general la presentación de la enfermedad renal en adultos de edad avan- zada o frente a los más jóvenes no es significa- tivamente diferente. b) Concurrencia de enfermedades no renales cuya presentación clínica y síntomas se superponen, contribuyendo al retraso diagnóstico y a la infra- valoración de la participación de la enfermedad renal. c) Difícil interpretación de los parámetros analíti- cos (urinarios y séricos) en el contexto de los cambios fisiológicos de la función renal relacio- nados con el envejecimiento (por ej., reducción fisiológica del filtrado glomerular, escaso valor de la creatinina sérica como índice aislado de la función renal). La insuficiencia renal aguda (IRA) es un trastorno frecuente en los ancianos y su alta incidencia en esta población se debe a varios factores dentro de los cua- les se enumeran: el proceso de envejecimiento renal, una mayor exposición a la polifarmacia, la menor metabolización de los fármacos y el padecimiento de varias enfermedades sistémicas. A pesar del desarrollo actual en el conocimiento de esta patología, su mortalidad sigue siendo elevada, en torno a un 50% de acuerdo a ciertas series generales; por ello, tanto su detección precoz como el tratamien- to temprano se tornan prioritarios, siendo cruciales en la posterior evolución. Aparte del conocimiento de la propia fisiología renal, en este capítulo cobran vital importancia los diferentes cambios anatómicos y funcionales que se producen en el riñón con el proceso del envejecimiento ayudán- donos a comprender la vulnerabilidad de este sistema y su forma de enfermar. Cambios renales asociados al envejecimiento En numerosas circunstancias es difícil establecer el límite entre aquellas modificaciones debidas al proce- so de envejecimiento renal normal y aquellas como resultado exclusivo de patología previa (1). De forma resumida, destacan como principales modificaciones anatómicas y funcionales asociadas al envejecimiento las reflejadas en la tabla 1. Respecto al aclaramiento de creatinina, hay que tener en consideración que la pérdida de masa mus- cular inherente al proceso de envejecimiento ocasiona una disminución consecuente en cuanto al aporte de creatinina al riñón, motivo por el cual es conveniente aplicar fórmulas correctoras de la creatininemia, que consideren la edad y el peso del individuo (4, 5). La fórmula de Crockcroft y Gault es la más utiliza- da, aplicando un factor de corrección (x 0,85) para la mujer. (140 – edad [años]) x peso (kg) Ccr (ml/min) = x 0,85 (si es mujer) 72 x creatinina sérica (mg/dl) Esta fórmula se desarrolló y validó en muestras muy seleccionadas de adultos de edad avanzada que no incluyeron a muchos individuos de esta edad. Sólo se han encontrado correlaciones moderadas entre las cifras de aclaramiento de creatinina obtenidas por la fórmula y las cifras reales, de lo cual se puede deducir que la fórmula de Crockcroft y Gault proporciona una guía rápida y razonable para la toma de decisiones en la práctica clínica diaria, al no existir ningún método preciso disponible para el cálculo de la filtración glo- merular a partir de variables como edad, sexo, creati- nina sérica y peso (4). INSUFICIENCIA RENAL AGUDA Ana Gómez Carracedo Estefanía Arias Muñana Concepción Jiménez Rojas
  • 2. Definición La IRA es un síndrome clínico, potencialmente reversible, caracterizado por el rápido deterioro de la función renal, en ocasiones horas, días o semanas, y cuyo elemento común se traduce en un aumento de la concentración de productos nitrogenados en sangre, representados principalmente por la urea y la creatini- na. Su progresión deriva en una incapacidad para la regulación de la homeostasis del medio interno, con consecuencias clínicas graves en caso de la no reso- lución de la situación o de la no instauración de trata- miento sustitutivo (6). Es frecuente que ancianos con insuficiencia renal lentamente progresiva y silente desarrollen una dismi- nución brusca del filtrado glomerular, como conse- cuencia de diversas situaciones clínicas —descom- pensaciones cardiacas, infecciones, hipovolemia, cau- sas obstructivas o consumo de fármacos nefrotóxi- cos—, razón por la cual la detección precoz y el tratamiento inicial adecuado se tornan cruciales en su evolución. La diferenciación entre una IRA de reciente instaura- ción y una reagudización de una insuficiencia renal cró- nica (IRC) no es fácil en el paciente anciano, especial- mente cuando existen dificultades para la obtención de la historia clínica o en ausencia de determinaciones analíticas basales. Por ello, una valoración integral exhaustiva se hace indispensable en estos casos. Epidemiología La incidencia de la IRA en pacientes ancianos se estima alrededor de 52 a 254 casos por millón de habitantes (c. p. m.) según las series. En el estudio epidemiológico realizado en la Comunidad Autónoma de Madrid, y publicado en el año 1995, se barajan cifras en torno a 209 c.p.m., multiplicándose por 5 en pacientes ancianos mayores de 80 años (7). La IRA ha sido observada hasta en el 8% de los adultos de 60 años o más, hospitalizados por enfer- medad aguda. Etiología Aunque la etiología de la IRA en el anciano es con frecuencia multifactorial, desde el punto de vista clíni- co y para un adecuado enfoque diagnóstico y terapéutico, la IRA se clasifica en tres grupos: fracaso renal agudo (FRA) prerrenal, FRA intrínseco o paren- quimatoso y FRA postrenal u obstructivo. Es sabido que para el funcionamiento renal son necesarias tres premisas: una adecuada perfusión san- guínea, la integridad del parénquima y la permeabilidad de las vías excretoras. Así si la afectación se encuentra a nivel de la perfusión se etiqueta como prerrenal, si la alteración radica en las estructuras renales, intrínseco o parenquimatoso y si se produce una interrupción par- cial o total del flujo urinario, postrenal (6). Es básico en el estudio de la IRA considerar además del factor principal de la agresión renal todas aquellas causas que contribuyen a su instauración y que de forma conjunta determinarán la etiología en cada caso concreto. FRA prerrenal Caracterizado por un descenso de la presión de fil- tración glomerular, secundaria a diferentes situaciones clínicas, y, en consecuencia, una hipoperfusión renal, con alteración de los mecanismos reguladores que, en caso de mantenerse sin corrección, pueden derivar en un FRA intrínseco o parenquimatoso. 628 TRATADO deGERIATRÍA para residentes Tabla 1. Cambios renales asociados al envejecimiento (1, 2, 3) Modificaciones morfológicas 1. Aspecto macroscópico: — Pérdida gradual de tamaño y peso. — Aumento de contenido graso peri e intrarrenal. — Aparición de quistes. 2. Aspecto histológico: — Adelgazamiento de la corteza renal. — Disminución del número de glomérulos funcionantes. — Esclerosis glomerular. — Degeneración grasa a nivel celular tubular. — Diverticulosis a nivel tubular distal y colector. — Engrosamiento parcelar y desdoblamiento a nivel de la membrana basal. 3. Modificaciones vasculares: — Reducción del tamaño arterial. — Engrosamiento de la íntima y atrofia de la media. 4. Modificaciones intersticiales: — Fibrosis intersticial y atrofia tubular. Modificaciones funcionales — Descenso del filtrado y de la permeabilidad glomerular. — Descenso de flujo plasmático renal. — Pérdida de función tubular traducida como alteración a nivel de la absorción, secreción y excreción de sustancias. Alteraciones hormonales — Disminución de valores de renina y aldosterona, con mantenimiento del nivel eritropoyetina.
  • 3. El daño isquémico habitualmente se produce por un proceso sistémico y por alteración de la hemodiná- mica intraglomerular. En la tabla 2 se recogen de forma detallada las prin- cipales etiologías del FRA (8). En torno al 60% de los FRA se pueden englobar dentro de este apartado. Un elevado número de pacientes con FRA isquémico atraviesan una fase ini- cial de oliguria prerrenal potencialmente reversible. La detección y el tratamiento apropiados en esta fase pueden prevenir la progresión hacia un FRA estableci- do y en consecuencia una disminución de la morbi- mortalidad. En los ancianos la depleción de fluidos-electrolitos y los fármacos son las causas más frecuentes del FRA prerrenal. 1. FRA prerrenal por depleción de fluidos y electro- litos: según varias series, la depleción del volu- men intravascular fue responsable de más de la mitad de los casos de IRA en adultos de edad avanzada. La ingesta inadecuada en ancianos con deterioro funcional a patología incapacitante o deterioro cognitivo supone un riesgo sobre- añadido para determinados pacientes. Uno de los factores que más favorecen esta elevada incidencia en ancianos es la respuesta lenta a la retención de sodio, la disminución de la capacidad de concentración urinaria, y sobre todo la alteración en la regulación de la sed (4). 2. FRA prerrenal por fármacos: es la segunda causa de FRA prerrenal en el anciano. Existen algunos fármacos que afectan hemodinámica- mente al riñón produciendo una disminución del flujo sanguíneo renal y en la filtración glomerular. Los fármacos más implicados en esta situación son los inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECAS), los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y la ciclosporina (9). — IECAS: su empleo creciente en los últimos años en el tratamiento de la HTA y de la ICC, especialmente en combinación con diuréti- cos ha supuesto un aumento de la inciden- cia de FRA prerrenal. Aunque el riesgo es relativamente bajo en monoterapia (2,4%), cuando se combinan con diuréticos poten- tes (por ej., furosemida) éste se eleva de forma considerable (33%). — AINEs: la incidencia de FRA prerrenal por AINEs es relativamente baja, menor al 1%. Sin embargo, existen una serie de condicio- nes muy frecuentes en el anciano que aumentan en gran medida el riesgo de pro- ducirlo, así la insuficiencia cardiaca, la insufi- ciencia renal crónica, la enfermedad hepática crónica, la diabetes mellitus y el tratamiento previo con diuréticos son consideradas situa- ciones potencialmente precipitantes. En estas situaciones existe un aumento de actividad del sistema renina angiotensina con mayor vasoconstricción y disminución del flujo sanguíneo renal. La inhibición de la síntesis de prostaglandinas, por inhibidores de la ciclooxigenasa como los AINEs, se tra- duce en un aumento de la vasoconstricción renal con disminución del flujo renal y del fil- trado glomerular. El empleo de diuréticos aumenta el riesgo y en pacientes con IRC de base, la incidencia de FRA por AINEs alcanza el 30%. — Ciclosporina: empleada en artritis reuma- toide, psoriasis y trasplantes, de uso mucho 629 Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda Tabla 2. Causas de IRA prerrenal (8) Disminución del gasto cardiaco — Shock, IAM, valvulopatías, endocarditis, arritmias, insuficiencia cardiaca congestiva, embolismo pulmonar, taponamiento cardiaco, miocarditis. Vasodilatación periférica — Hipotensores, nitritos, sepsis, hipercapnia, hipoxemia. Disminución del volumen circulante efectivo — Por pérdidas reales del líquido extracelular (LEC): hemorragia, vómitos, diarrea, quemaduras, diuréticos, nefropatías pierde sal, insuficiencia suprarrenal. — Por redistribución del líquido extracelular (LEC): síndrome nefrótico, hepatopatías graves, obstrucción intestinal, pancreatitis, malnutrición, rabdomiolisis. Alteraciones de la dinámica arteriolar glomerular — Inhibidores de la síntesis de prostaglandinas (AINEs), sustancias α-adrenérgicas, síndrome hepatorrenal, sepsis, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECAS), antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II).
  • 4. menos frecuente, siendo considerada de alto riesgo por la vasoconstricción renal que producen. FRA postrenal u obstructiva Representa aproximadamente entre el 10 y el 15% de los casos de FRA en su globalidad, aunque en el paciente anciano constituye una de las causas más frecuentes de FRA. Se origina por una afectación obs- tructiva a nivel de trayecto urinario, bien por causas intrínsecas o extrínsecas, pudiendo ésta acontecer en cualquiera de sus niveles (4). Sus principales causas quedan reflejadas en la tabla 3 (10). El FRA obstructivo solamente presenta anuria cuan- do la obstrucción es bilateral y completa; si es parcial se puede acompañar de oliguria, diuresis normal o en algunos casos poliuria, secundaria ésta a un defecto a nivel de la concentración urinaria. Dada la potencial reversibilidad de dicho cuadro, su causa debe ser pre- cozmente descartada ante la más mínima sospecha, ya que su pronóstico depende de la duración de la obstrucción. 1. FRA postrenal por obstrucción del tracto uri- nario inferior: la patología prostática por su fre- cuencia es una causa muy común de FRA postrenal en el anciano. La obstrucción rara vez es completa, por producirse un aumento de la presión hidrostática a nivel de la vejiga que genera una hipertrofia de pared con el fin de facilitar el vaciamiento (muchas veces en forma de incontinencia urinaria por rebosa- miento). La hipertrofia de la musculatura puede ocluir los segmentos intravesicales del uréter aumentan- do su presión retrógrada con la consiguiente hidronefrosis y daño renal. La obstrucción completa de la salida del tracto urinario inferior se produce a menudo en ancia- nos con obstrucción parcial por patología prostática, cáncer de vejiga, cérvix o recto, y también como consecuencia de la administra- ción de fármacos con efecto anticolinérgico (neurolépticos, antidepresivos, etc.), administra- dos en el contexto de diversas patologías. 2. FRA postrenal por obstrucción del tracto urina- rio superior: la obstrucción aguda unilateral es producida con más frecuencia por litiasis, aun- que ocasionalmente puede deberse a un coá- gulo sanguíneo o a necrosis papilar. La com- presión extrínseca por tumor o hematoma es más rara. En general, cuando existe otro riñón funcionante no se llega a un FRA por esta situa- ción. La obstrucción completa bilateral con anuria puede ser debida también a cálculos, coágulos, necrosis papilar o incluso por la precipitación de cristales, ocasionando un bloqueo a nivel de los túbulos renales, secundarios a la formación de depósitos de diferentes fármacos, como ácido úrico, aciclovir o sulfamidas, a dicho nivel. FRA intrínseco o parenquimatoso Tal y como su nombre indica, implica daño a nivel del parénquima renal secundario al resultado de la actuación de diferentes procesos. El FRA parenquimatoso engloba las siguientes entidades fisiopatológicas: la necrosis tubular aguda, las enfermedades tubulointersticiales, las glomerulo- patías, la necrosis cortical y las alteraciones a nivel vascular, cuyas principales etiologías quedan refleja- das en la tabla 4. 1. Necrosis tubular aguda (NTA): constituye la causa más frecuente del FRA parenquimatoso. Puede tener un origen isquémico (más fre- cuente), que habitualmente cursa con oligoa- nuria, o tóxico, que con frecuencia suele ser no oligúrico. Sabemos que la IRA ha sido observada hasta en el 8% de los adultos de 60 años o más hos- pitalizados por enfermedad aguda. Aunque los estudios varían, en general la NTA es la respon- sable del 40-50% de los casos (4). 630 TRATADO deGERIATRÍA para residentes Tabla 3. Causas de IRA postrenal (10) Obstrucciones ureterales intrínsecas — Nefrolitiasis, neoplasias, coágulos, disfunción vesical por fármacos (anticolinérgicos), necrosis papilar. Obstrucciones ureterales extrínsecas — Neoplasias, fibrosis retroperitoneal, radioterapia, hiperplasia benigna de próstata, traumatismos. Obstrucciones intratubulares — Depósitos de ácido úrico, cristales de oxalato, cristalización de fármacos (aciclovir, metrotrexate, sulfamidas), cadenas ligeras.
  • 5. Aunque se asume que muchas de las causas del FRA prerrenal pueden conducir a una NTA, ésta se documenta en muy escasas ocasiones histopatológicamente. Sin embargo, el FRA parenquimatoso secunda- rio a fármacos, bien en su forma de NTA o de enfermedad tubulointersticial, ha aumentado en los últimos 20 años. Es importante destacar que existen situaciones de riesgo, así la insuficiencia renal crónica (IRC), la hipovolemia, la edad avanzada, la exposición concomitante a otras toxinas y algunas enferme- dades como la diabetes, constituyen factores que predisponen a la nefrotoxicidad. En el ancia- no destacan por su importancia las siguientes situaciones (4): — NTA por aminoglucósidos: son los respon- sables del 20-30% de los casos de daño renal inducido por fármacos, con una inci- dencia mayor cuando existe depleción de volumen o hipopotasemia. El daño se pro- duce a los siete o 10 días del inicio del tra- tamiento y suele ser reversible con la retira- da del fármaco. El riesgo es similar para la gentamicina y para la tobramicina, siendo recomendable para la prevención la monito- rización de sus niveles séricos. — NTA por anfotericina B: induce daño renal en el 80% de los pacientes tratados. La toxicidad es dosis dependiente y parece ser que la ingesta de sal contribuye a su pre- vención. — NTA por penicilinas: la penicilina G y sus derivados presentan un elevado potencial inmunogénico para producir nefritis intersti- cial aguda en pacientes predispuestos. Entre ellas, la meticilina es la más frecuente- mente implicada y en menor medida la ampicilina, oxacilina, nafcilina y ticarcilina. — NTA por vancomicina: el FRA parenquima- toso por vancomicina es más frecuente en el anciano que en el joven (18% vs. 7,8%), existiendo un riesgo sobreañadido cuando se emplean diuréticos de asa simultánea- mente. — NTA por AINES: los AINEs, además de poder estar implicados en el FRA prerrenal, pueden causar NTA y afectación intersticial. En esta última, se produce un aumento de la permeabilidad del glomérulo a las proteí- nas con una lesión similar a la de las GN por mínimos cambios. Las personas de edad avanzada tienen mayor predisposición que los adultos más jóvenes a sufrir los efectos adversos de los AINEs, debido a la disminu- ción de la función renal asociada a la edad, el aumento de la prevalencia de en- fermedades coexistentes y el uso concomi- tante de fármacos (11). — NTA por contrastes: la NTA por radiocon- trastes es extremadamente rara en el indivi- duo sano, pero muy común en pacientes hospitalizados. El factor de riesgo más importante para este tipo de nefrotoxicidad es la insuficiencia renal preexistente; así cuando existe una IRC de base, el riesgo se incrementa hasta un 33% en pacientes con niveles de Cr sérica mayores de 1,5 mg/dl y hasta un 100% en pacientes con niveles superiores a 3,5 mg/dl. Se ha demostrado que la hidratación antes y después de la uti- lización de medios de contraste es eficaz para reducir la incidencia y la gravedad de IRA en pacientes de alto riesgo. 631 Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda Tabla 4. Causas de IRA intrínseca o parenquimatosa Necrosis tubular aguda 1. Isquémica: secundaria a factores que provoquen hipoperfusión. 2. Nefrotóxica: antibióticos (aminoglucósidos, anfotericina B), contrastes, quimioterápicos, hemólisis, mioglobinurias, ácido úrico, oxalato y discrasias de células plasmáticas. Enfermedades tubulointersticiales — Idiopáticas, infecciosas, inmunológicas, neoplásicas y por fármacos. Glomerulopatías — Glomerulonefritis agudas, vasculitis y enfermedades del tejido conectivo. Necrosis cortical — Coagulación intravascular diseminada, aborto séptico. Alteraciones renovasculares — Trombosis, embolias, vasculitis, traumatismos, enfermedades del tejido conectivo e hipertensión arterial.
  • 6. 2. Glomerulopatías: prácticamente su incidencia es desconocida en el paciente anciano, aunque su frecuencia está en aumento, tras el incre- mento de la realización de biopsias renales en este tipo de paciente. Un análisis retrospectivo que examinó las razones para efectuar una biopsia a 1.368 adultos de edad avanzada mostró que las tres razones más frecuentes fueron el síndrome nefrótico, la IRA y la IRC (4). La incidencia de síndrome nefrótico es tan fre- cuente en personas de edad avanzada como en adultos más jóvenes. Las glomerulopatías más habituales asociadas al síndrome nefrótico en nefrópatas añosos las constituyen por orden de frecuencia: la glomerulonefritis mem- branosa, seguida de la glomerulonefritis de cambios mínimos y la amiloidosis primaria, sien- do las menos frecuentes las glomerulonefritis proliferativa y la nefropatía por Ig A. De forma global, la nefropatía diabética es probablemen- te la causa más frecuente de síndrome nefróti- co en adultos de edad avanzada, siendo tam- bién muy frecuentes las glomerulopatías secundarias a enfermedades sistémicas, debi- do a la mayor incidencia de patologías subya- centes en este perfil de pacientes (4). 3. Enfermedades tubulointersticiales-nefritis inters- ticial aguda (NIA): al igual que sucede con las gomerulonefritis, su incidencia exacta es des- conocida y según las diferentes series los resultados son dispares; sin embargo, se la considera como la responsable del 1 al 3% de las IRA. Sus causas pueden ser variadas, tal y como se indican en el gráfico previo, cobrando gran importancia en geriatría la asociada a fár- macos: — Ciprofloxacino: el empleo creciente de qui- nolonas en el anciano ha elevado la inciden- cia de FRA por NIA secundaria a ciprofloxa- cino. Aunque lo habitual es que se presente a las 48-72 horas de su inicio, puede tardar hasta 18 días en manifestarse. En la mitad de los pacientes aparece rash y fiebre y menos de un 50% presentan eosinofilia y eosinofiluria. — NIA por otros fármacos: entre los múltiples fármacos de uso frecuente en el anciano que pueden causar NIA, además de los AINEs e IECAS y algunos antibióticos (peni- cilinas, sulfamidas, cefalosporinas), cabrían destacar las tiazidas, la fenitoína, la furose- mida, la cimetina y el alopurinol. 4. Alteraciones vasculares: (4) — Enfermedad ateroembólica renal: la embo- lia renal tras cateterización cardiaca o aór- tica es poco frecuente en el anciano. Se presenta entre la primera y la tercera semana como un FRA acompañado de livedo reticularis y en ocasiones con embo- lización a otros niveles, especialmente cerebral. Su curso clínico es progresivo e irreversible. — Estenosis de la arteria renal: se trata de un cuadro frecuente en el paciente anciano, asociado a patología ateroesclerótica. En numerosas ocasiones cursa de forma asin- tomática, aunque a veces debuta como una crisis hipertensiva de inicio súbito, una rea- gudización de una hipertensión previa, o un empeoramiento de la función renal. 5. Necrosis cortical: son presentaciones muy poco frecuentes de FRA parenquimatoso en el anciano. Diagnóstico En la evaluación inicial de todo paciente con insufi- ciencia renal (IR), la valoración diagnóstica inicial que el clínico debe establecer es frente a qué tipo de IR se está enfrentando: una IRA de reciente comienzo o una forma de presentación de la IRC (12). Así tanto los antecedentes familiares como perso- nales, la existencia de datos analíticos y diagnósticos previos, la presencia de clínica compatible y sobre todo la buena tolerancia a la uremia ayudarán al esta- blecimiento del diagnóstico diferencial. Una vez realizado dicho diagnóstico, la valoración se centra en los siguientes puntos: 1. Identificación del factor etiológico. 2. Valoración de la extensión y gravedad de afec- tación. 3. Necesidad y tipo de intervención terapéutica. Por ello, la realización de una exhaustiva historia clí- nica basada en los siguientes apartados, será la clave en la orientación diagnóstica. — Anamnesis: indagar en los antecedentes perso- nales (patología previa, nefrotóxicos, situacio- nes precipitantes de hipovolemia, hipotensión, traumatismos, contrastes, cirugía...). Detección de signos de uremia grave (astenia, letargia, vómitos, anorexia, respiración acidótica, etc.). Es importante conocer el volumen de orina eli- minado días previos así como la ingesta hídrica. Dicha cifra no tiene gran valor diagnóstico, pudiendo variar desde anuria completa hasta diuresis normal (oligúrico o no oligúrico). Así la IRA prerrenal o por NTA suele cursar con oligu- ria, produciéndose la anuria en casos de shock o de obstrucción completa bilateral o unilateral en riñón único. 632 TRATADO deGERIATRÍA para residentes
  • 7. — Exploración física: de poco valor para estable- cer en la mayoría de los casos la causa del FRA. Orientada a valorar la situación hemodinámica del paciente, grado de hidratación, una posible causa obstructiva siendo imprescindible la ins- pección en busca de signos que orienten a patología sistémica. — Pruebas complementarias: 1. Osmolaridad y sodio urinarios: ayudan a establecer el diagnóstico diferencial entre patología funcional y estructural. Así en el FRA prerrenal se ponen en marcha meca- nismos reguladores renales que contribu- yen al ahorro de sodio y agua, dando lugar a una orina concentrada, con una elimina- ción reducida de sodio (osmolaridad urina- ria > 400, Na en orina < 20 mEq/l), mientras que en el FRA parenquimatoso la afecta- ción a nivel tubular impide el ahorro de agua y sodio (osmolaridad urinaria < 350, Na en orina > 40 mEq/l). La excreción fraccional de sodio (EFNa) mide de forma más exacta la reabsorción tubular de sodio, orientando una EFNa < 1% al FRA prerrenal y una EFNa >3% al FRA parenquimatoso. Es importante recordar que el propio enve- jecimiento renal induce a un inadecuado manejo de la sal y el agua, con la relativa incapacidad para la retención de sodio en condiciones de disminución del flujo plasmático renal (4). No hay que olvidar que la interpretación de los índices urina- rios en pacientes con IRC, con empleo de diuréticos en las últimas 12 horas, o en aquellos en los que se ha realizado lavado vesical por sonda urinaria, puede estar sujeta a errores. 2. Índices urinarios/sedimento y sistemático de orina: la densidad urinaria elevada (> 1.020) orientan hacia un proceso prerrenal, mientras que la baja (< 1.010) lo dirigen hacia una NTA. En la tabla 5 se establece el diagnóstico dife- rencial del tipo de FRA según los diferentes parámetros bioquímicos. Para realizar una adecuada valoración del grado de función renal, se debe calcular el acla- ramiento de creatinina en orina de 24 horas, objetivándose una disminución de la misma en la IRA. 3. Hemograma y bioquímica sanguínea: se objeti- va una elevación de urea y creatinina en suero. La concentración de creatinina en suero pro- porciona una valoración rápida de la función renal en jóvenes, pero no así en ancianos en los cuales existe una menor producción de creati- nina endógena con la edad, así una cifra normal puede reflejar una disminución de la función renal. Además es necesaria la realización de un estudio analítico completo, que incluya hema- timetría, bioquímica con estudio iónico, perfil hepático, gasometría venosa y estudio de coagulación. En un estudio más ampliado se pueden incluir pruebas más específicas como la serología, el proteinograma, el estudio elec- troforético e inmunológico que permitirán una mayor exactitud diagnóstica. 4. Estudios de imagen: incluyen la radiografía sim- ple de abdomen (permite la valoración además de la silueta renal y anomalías en el contorno, la existencia de imágenes cálcicas, siendo útil a su vez en la valoración del tamaño vesical), la ecografía renal, prueba no invasiva y segura, considerada como la prueba de imagen más importante (permite visualizar el tamaño —dato clave en el diagnóstico diferencial entre IRA e IRC—, una posible afectación obstructiva, y la valoración de imágenes, masas), la ecografía- doppler (valoración de flujo y resistencias vas- culares, útil en patología vascular renal), la 633 Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda Tabla 5. Parámetros para el diagnóstico de la IRA (10) Parámetro Prerrenal NTA Obstrucción GNA Intersticial Densidad > 1.020 < 1.010 < 1.020 < 1.020 < 1.020 Osmolaridad > 400 < 350 Variable < 400 < 400 Na orina mEq/l < 20 > 40 > 40 < 20 < 20 EFNa % (*) < 1 > 2 Variable 1 < 1 > 2 Proteinuria Variable Variable Variable > 3 g/24 h 1-2 g/24 h Sedimento Anodino Cilindros Variable Cilindros Cilindros granulosos hemáticos leucocitarios hialinos
  • 8. tomografía abdominal (en situaciones en las que la ecografía no resulte diagnóstica y cuando existan indi- cios de disección aórtica), utilizándose la gammagrafía y la arteriografía renal en casos de sospecha de trom- bosis o embolia a dicho nivel (12). 5. Biopsia renal: la biopsia no sólo permite la filia- ción etiológica de la IRA sino también el pronós- tico y las posibilidades de tratamiento. Su reali- zación en ancianos actualmente es escasa, evidenciándose en este grupo un mayor núme- ro de complicaciones, no debiéndose omitir nunca por razones puramente de edad (13). Existen estudios realizados en pacientes ancia- nos nefrópatas, sometidos a biopsia renal, en los que se filió la causa de la IRA en más de un 90% de los casos, la mayoría con posibilidades de tratamiento, no coincidiendo el diagnóstico clínico con el anatomopatológico en un 30% de las ocasiones. — Indicaciones: (12) • Ausencia de diagnóstico etiológico. • NTA no resuelta de tres semanas de evo- lución. • Sospecha de glomerulonefritis rápida- mente progresiva. • Manifestaciones extrarrenales con enfer- medad sistémica y afectación renal. • Dudas en el diagnóstico diferencial IRA vs. IRC. Tratamiento El origen multifactorial que frecuentemente subya- ce en el desarrollo de la IRA, su evolución y gravedad, junto con la necesidad de diagnosticar, individualizar y aplicar un tratamiento óptimo en cada caso, explica la dificultad en el manejo y su aplicación en un medio especializado. Las opciones terapéuticas del FRA dependen de su causa y de la potencial reversibilidad de la misma antes de que la pérdida de función esté establecida. Por ello, los objetivos terapéuticos se centran en el tra- tamiento etiológico precoz y en el soporte circulatorio y preventivo de nuevo daño renal (10). FRA prerrenal La restauración de la perfusión renal contribuye a la normalización de la función, reestablecimiento de la diuresis y mejora de los parámetros analíticos. — Hipovolemia: la velocidad de instauración, la situación de osmolaridad plasmática y la cuantía de la hipovolemia, son importantes factores que determinan la gravedad y la estrategia te- rapéutica. Además de neutralizar el factor etioló- gico, la corrección de la hipovolemia se convier- te en una prioridad dentro del tratamiento. Se realiza con la reposición hidrosalina, utilizando suero salino fisiológico intravenoso en función de las necesidades del paciente, vigilando perió- dicamente la diuresis y el estado cardiopulmo- nar del mismo, estando alerta en la sobrecarga volumétrica muy frecuente en ancianos, con monitorización de constantes, corrección de alteraciones hidroelectrolíticas y de acidosis metabólica, en caso de que se haga presente. Corrección de alteraciones electrolíticas (14) 1. Potasio: monitorización regular de los niveles por la tendencia a la hiperpotasemia. — Hiperpotasemia leve (K = 5,5-6,5 mEq/l): se realiza la restricción de potasio en la dieta con la utilización de resinas de intercambio iónico, vigilando el efecto astringente del mismo. — Hiperpotasemia moderada (K = 6,5-7,5 mEq/l): además de las medidas anteriores, se admi- nistra suero glucosado con insulina, favore- ciendo el paso de potasio al interior celular. En caso de acidosis metabólica sobreañadida se añadirá bicarbonato. — Hiperpotasemia grave (K > 7,5 mEq/l) el glu- cobionato cálcico es el tratamiento de elec- ción, debiéndose de iniciar la hemodiáli- sis ante FRA avanzados e hiperpotasemias graves. En el FRA poliúrico es frecuente la hipopotase- mia, siendo entonces precisos los aportes tanto orales como intravenosos de dicho electrolito. 2. Sodio: — Hiponatremia leve y moderada: la restricción hídrica es obligada, excepto en situaciones de depleción de volumen. — Hiponatremia grave: la perfusión de suero salino hipertónico, tras el cálculo estricto del déficit de sodio, constituye el tratamiento de elección. Recordar que en estados edematosos existe un exceso de sodio extracelular y que las solucio- nes hipertónicas están contraindicadas, justifi- cando únicamente su uso en situaciones extre- mas. 3. Calcio: para conocer su cifra real siempre debe ajustarse con las proteínas. — Hipocalcemia: frecuente en el FRA. En casos agudos sintomáticos se administra gluco- bionato cálcico i.v. a la vez que se inicia el 634 TRATADO deGERIATRÍA para residentes
  • 9. aporte de calcio por vía oral (utilizado este último en hipocalcemias leves). Simultáneamente debe corregir- se la acidosis metabólica si está presente, ya que la propia acidosis favorece la hipocalcemia. Si se eviden- cia refractariedad al tratamiento se debe determinar la magnesemia, iniciando tratamiento con sulfato de magnesio en caso de déficit de este catión. — Hipercalcemia: el establecimiento de medi- das generales asociado a un tratamiento específico basado en la hidratación con diu- resis salina suelen ser suficientes. Fármacos como la calcitonina, bifosfonatos y corticoi- des pueden utilizarse en situaciones especí- ficas dejando la hemodiálisis para FRA oligúricos con hipercalcemias graves que no responden al tratamiento anterior. Trastorno ácido-base (14) — La situación de hipercatabolismo junto con la incapacidad renal para excretar ácidos justifican la aparición de la acidosis metabólica. Se inicia el tratamiento cuando el PH sea infe- rior a 7,20. Se debe de calcular el déficit de bicarbonato, administrando la mitad del resul- tado en forma de bicarbonato sódico 1 M, aproximadamente treinta minutos, repitiendo la valoración gasométrica tras la perfusión y repi- tiendo la reposición, no olvidando que siempre se realiza administrando el 50% del déficit cal- culado. Insuficiencia cardiaca: se establecen las medidas ordinarias, dirigidas a aumentar el gasto cardiaco, bien disminuyendo la precarga o aumentando la postcarga, con diuréticos, IECAS u otros vasodilatadores, acti- vando la contractilidad cardiaca con drogas vasoacti- vas si es preciso, teniendo en cuenta que la disminu- ción en el aclaramiento de creatinina puede modificar los niveles de ciertos fármacos. Estados edematosos: representados por el síndro- me nefrótico y ciertas hepatopatías. Su manejo se basa en la restricción hídrica (500 cc/24 h) y en el tra- tamiento diurético basado en furosemida, asociada a diuréticos tiazídicos y a ahorradores de potasio, com- binados de forma individualizada según el caso, indicándose la diálisis en pacientes refractarios a tra- tamiento. La administración de albúmina en estos casos suele ser ineficaz. FRA postrenal La medida general prioritaria es la desobstrucción precoz, con el fin de reestablecer el flujo urinario. En obstrucciones bajas, frecuentes en pacientes prostáti- cos, la primera medida a tomar consiste en la coloca- ción de una sonda tipo Foley con el fin de disminuir la presión intravesical permitiendo el drenaje de la orina, debiéndose realizar ésta de forma intermitente, con el fin de evitar una hematuria ex vacuo. Si la obstrucción transcurre a nivel ureteral, causan- do hidronefrosis, la colocación de un catéter endolu- minal doble J puede resolver el cuadro. La hemodiálisis se reserva en aquellos casos graves y con compromiso vital inmediato. Es importante recordar que tras la resolución de la obstrucción apa- rece una fase poliúrica en muchos casos, que requie- re de un control hemodinámico y analítico estricto. FRA intrínseco o parenquimatoso Una vez establecida la NTA, no existe actualmente un tratamiento que cambie su curso. Se aplican las mismas medidas generales —monitorización de cons- tantes, vigilancia de volúmenes, corrección de altera- ciones electrolíticas y de acidosis si ésta está presen- te—, tratando aquellos factores prerrenales, con un control de hemodinámica estricto. Es importante tener en cuenta que frente a una situación de oliguria, la reposición hidrosalina debe ser igual a las pérdidas cuantificadas más las insensibles, pudiendo convertir dicha situación en poliúrica con la ayuda de bolos de diuréticos —de asa— y de dopa- mina a dosis vasodilatadoras si no se obtiene la res- puesta deseada. En el caso de las NIA asociada a nefrotóxicos, el FRA desaparece tras la retirada del fármaco, pudien- do utilizarse esteroides si esta medida no es sufi- ciente. En las vasculitis y las glomerulonefritis, el tratamien- to de elección se basa en esteroides e inmunosupre- sores-ciclofosfamida. Diálisis En todo FRA establecido, con posibilidades de re- cuperación se debe iniciar el tratamiento hemodiali- zante de la forma más precoz posible, con el fin de preservar la situación metabólica del paciente y evitar complicaciones sobreañadidas. Sus indicaciones en la IRA son las siguientes: (14) — Sobrecarga de volumen e insuficiencia cardiaca congestiva o hipertensión arterial grave refrac- taria a tratamiento. — Creatinina plasmática > 8-10 mg/dl. — Persistencia de alteraciones hidroelectrolíticas o ácido-base rebeldes a tratamiento médico. — Pericarditis urémica. — Uremia sintomática (complicaciones hemorrági- cas secundarias a trombopatía, alteraciones neurológicas —encefalopatía— o hemorragia digestiva). 635 Situaciones clínicas más relevantes. Insuficiencia renal aguda
  • 10. Se contraindica la diálisis cuando el pronóstico de la enfermedad subyacente del paciente no vaya a mejo- rar con el tratamiento dialítico y cuando la carga para el paciente supera los beneficios esperados. Destacar que con los avances de las técnicas dialíticas, actual- mente no existen razones para contraindicar este tra- tamiento al paciente anciano, sólo por el hecho de serlo. Una valoración geriátrica integral, así como el rigor en el análisis de los aspectos clínicos y éticos del caso ayudará a tomar este tipo de decisiones, muchas veces difíciles y complicadas, para el resto de los pro- fesionales. Bibliografía 1. Mussó CG, Macías Núñez JF. El riñón del anciano: mor- fología y función. Principales nefropatías. En: Salgado Alba A, Guillén Llera F, Ruipérez I, editores. Manual de Geriatría. 3.ª ed. Barcelona: Masson; 2002. p. 399-412. 2. Brow W, editor. Aging and the kidney. Adv Renal Repla- cement Ther 2000; 7 (1): 1-92. 3. Lawrence H, Beck MD. Changes in renal function with aging. Clin Geriatr Med 1998; 14 (2): 199-207. 4. Geriatrics Review Syllabus. 5 Edition. Volumen 3. p. 369-7. 5. Swedko PJ, MD, Heather D, Clarck, MD, CM. MSc; Koushi Paramsothy, MD; Ayub Akbadari, MD Serum Creatinine is an Inadequate Screening Test for Renal failure in Elderly Patients. Arch Inter Med 2003; 163: 356-60. 6. Lou Arnal LM, Gómez Sánchez R. Epidemiología, pre- vención y manejo del fracaso renal agudo. Nefrología extrahospitalaria. Artículo de fondo. N.º 7. 2003. 7. Liaño García F. Epidemiología del fracaso renal agudo en la Comunidad Autónoma de Madrid. Aspectos clíni- cos y de manejo. Consejería de Salud de la Comunidad Autónoma de Madrid; 1995. p. 1-19. 8. Liaño García F, Tenorio Cañamás T, Rodríguez Paloma- res JR. Fisiopatología del fracaso renal agudo. Medicine 2003; 8 (110): 5869-78. 9. Lavilla FJ. Aspectos emergentes en el fracaso renal agudo. Nefrología Vol. XXIII. Número 2. 2003. 10. López Abuin JM, Duque Valencia A, Olivares Martín J, Luna Morales A. Guía clínica de la insuficiencia renal en Atención Primaria. Nefrología 2001; 12 (Supl. 5). 11. Kleinknecht D. Interstitial nephritis, the nephrotic syndrome and chronic renal failure secondary to non-steroidal anti- inflammatory drugs. Semin Nephrol 1995; 15 (3): 228-35. 12. Torres de Rueda A, Martínez Martínez A, Gutiérrez E. Fracaso renal agudo. En: Blanco-Echevarría A, Cea- Calvo L, García-Gil ME, Menassa A. Moreno-Cuerda VJ, Muñoz-Delgado G, Olalla J, Varona JF, editores. Manual de diagnóstico y terapéutica médica. Hospital 12 de Octubre. 5.ª ed. Madrid: COE SA; 2003. p. 639-50. 13. Haas M, Spargo BH, Wit EJ, Meehan SM. Etiologies and outcome of acute renal insuffiency in older adults: a renal biopsy study of 259 cases. Am J Kidney Dis 2000: 35 (3): 433-77. 14. Jiménez Murillo L, Montero Pérez FJ. Medicina de Urgen- cias y Emergencias. Guías diagnósticas y protocolos de actuación. 3.ª edición. Madrid: Editorial Elsevier; 2003. 636 TRATADO deGERIATRÍA para residentes